Brasil/Debates/ ¿Es o no posible derrotar el golpe en estas elecciones? [Valerio Arcary]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Ago 28 12:36:11 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

28 de agosto 2018

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Brasil/Debates



¿Es o no posible derrotar el golpe en estas elecciones?



Valerio Arcary *



Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa



La respuesta al enunciado de la pregunta del título es complicada, pero,
ineludible. Es complicada porque las respuestas simples, sea por sí o por
no, son insatisfactorias. E ineludible porque la esencia de la lucha
electoral es saber si el próximo gobierno irá o no a llevar adelante el
programa de ajustes económico y sociales implementado por el gobierno Temer,
que intenta reposicionar el capitalismo periférico brasilero en el mercado
mundial para atraer inversiones que puedan potencializar la salida de la
recesión.



Evidentemente, las elecciones serán en dos turnos, y la pregunta deja
implícita dos premisas inciertas, en este momento, porque estamos ante una
lucha electoral. La primera premisa es que la hipótesis más probable es que
el segundo turno no será entre dos candidaturas del campo político que apoyó
el golpe. Una hipótesis y una conjetura. El cálculo en este análisis es que
la candidatura del PT será beneficiada por la transferencia de votos de Lula
en una escala tal que permitirá ir a la disputa en el segundo turno. La
segunda premisa es que es posible, pero, todavía muy indefinido, que el
rechazo a Temer, después de años en el poder, sea mayor que el rechazo al
PT.



Esto, si consideramos, por ejemplo, el no, sin mediaciones, se trata de una
respuesta parcial y, políticamente, sectaria. Porque subestima el impacto
monumental que una eventual victoria electoral de la candidatura del PT
tendría sobre el estado de ánimo de los sectores más organizados de la clase
trabajadora y de las masas populares, dos años después del impeachment, y de
la terrible experiencia con el gobierno Temer. Equivale a decir “revolución
o nada”, lo que es un discurso ultimatista. Peor, en función de la actual
relación de fuerzas desfavorable, en que no hay, siquiera remotamente,
disposición para una confrontación de esa gravedad, se trata de un ultimátum
dirigido a los trabajadores, y no al enemigo de clase.



La izquierda radical tiene como una de sus consignas clásicas el slogan
“sólo la lucha cambia la vida”. Es un slogan justo. Debe ser repetido,
incansablemente, porque es educativo e inspirador. Pero él no autoriza la
conclusión que las elecciones no cambian nada. Porque, simplemente, eso no
es verdad. Las elecciones son, también, un terreno en el cual la lucha de
clases se desarrolla y la indiferencia con su resultado revela una inocencia
inadmisible. Y tiene como consecuencia la incomprensión de que se debe
combatir, prioritariamente. Como si todas las candidaturas fuesen,
igualmente enemigas. No es posible luchas contra todos con la misma
intensidad, todo el tiempo, En política es preciso elegir contra quien
luchamos, prioritariamente, si queremos vencer.



Una respuesta opuesta, el sí, sin mediaciones, es insuficiente y,
políticamente, ingenua. Sobrestima el significado de las elecciones
presidenciales, e ignora el peso de la mayoría reaccionaria que,
probablemente, será electa para el Congreso Nacional. Desconoce el peso
político que el Poder Judicial conquistó con la operación Lava Jato,
desconsidera la fuerza económico-social de la clase dominante, y subestima
la presión imperialista sobre el Brasil. Olvida el desplazamiento de una
parcela importante de la clase media hacia la derecha y disminuye el impacto
del surgimiento de un movimiento neofascista. No menos importante, fantasea
que un posible futuro gobierno liderado por el PT estaría dispuesto a ir
hasta una anulación de la obra del golpe. Lo que sólo sería posible apelando
a la movilización popular permanente, una condición indispensable para
previsibles confrontaciones, comenzando por el indulto a Lula. Ocurre que el
PT está auto-limitado por las propias contradicciones internas de su
dirección, evidenciadas durante el año 2015, cuando Dilma Rousseff nominó a
Joaquim Levy y su plan económico.



Respuestas simples sin mediaciones son autoengaño. Un respuesta más compleja
depende de cómo comprendemos lo que fue el golpe del impeachment de Dilma
Rousseff. Y depende, también, de cómo definimos lo que sería su derrota. Si
entendemos que el golpe fue solamente la derrocada del gobierno de coalición
liderado por Dilma, y si entendemos que su derrota equivale simplemente a la
elección de la candidatura del PT, entones la respuesta es sí, y punto
final. Solo que esa conclusión es superficial, por varias razones. Y una
media verdad. Medias verdades son respuestas falsas.



Si percibimos que el golpe fue más que el impeachment, si percibimos que la
votación en el Congreso Nacional fue la forma súper-estructural de un cambio
en la relación de fuerzas entre las clases y, en consecuencia, de una
transformación de la relación política de fuerzas entre los partidos,,
entonces, la respuesta es más complicada. La clase dominante brasilera se
unió para derrumbar a Dilma Rousseff, después que algunos millones de
personas de los sectores medios salieron a las calles, porque se unificó en
torno a un programa: crear las condiciones económico-sociales internas, a
través de un ajuste fiscal recesivo brutal, para que el Brasil pueda
disputar una parcela de la gigantesca masa de capitales disponibles en el
mercado mundial, ahora que los antagonismo entre Estados Unidos y China se
intensifican.



Un victoria electoral del campo político del golpe, o sea, de las fuerzas
políticas que apoyaron el programa de ajuste resultará, ciertamente, todavía
en 2019, en: (a) una ofensiva para la aprobación de una reforma de la
previsión social que establezca la edad mínima de jubilación a los 65 años;
(b) una ofensiva para nuevas privatizaciones de las empresas estatales,
desnacionalización de la economía, facilitando la entrada y salida de
capitales; (c) una ofensiva sobre la universidad pública y privatización de
la educación; (d) una ofensiva sobre él SUS (Sistema Único de Salud) y
facilitación de la privatización de la salud, etc.



Claro que una derrota electoral de las candidatura del golpe -Jair Bolsonaro
(Partido Social Liberal-PSL), Geraldo Alckmin (Partido de la Social
Democracia Brasileña-PSDB), Marina Silva (Red de Sustentabilidad-Rede),
Henrique Meirelles (Movimiento Democrático Brasileño-PMDB), Álvaro Fernandes
Dias (Podemos)-  sería un desenlace extraordinario y mucho positivo. En
verdad, será espectacular y hasta sorprendente.



Sería espectacular porque tendría alguna justicia poética. Al final, hubiera
sido muy previsible una derrota electoral del PT en 2018, si el gobierno
Rousseff hubiese cumplido su mandato hasta el fin, en función del
agravamiento de la prolongada recesión iniciada en 2014, y por la
repercusión de la operación Lava Jato.



Aunque considerando un desenlace que tendría como consecuencia una elevación
del estado de ánimo de la clase trabajadora y una previsible confusión, por
lo menos temporaria de la clase dominante, lo que implicaría condiciones más
favorables de lucha, eso no permite concluir que un futuro gobierno del PT
correspondería, directamente, a una anulación de la obra del golpe. Sería un
escenario más favorable, pero solamente el inicio de una nueva coyuntura de
lucha.



En este contexto, cuanto mayor sea la votación por la candidatura Guilherme
Boulos/Sonia Guajajara (Partido Socialismo y Libertad-PSOL) en el primer
turno, mejores serán las condiciones para la lucha que vendrá después de las
elecciones, independiente del resultado del segundo turno. Por tres razones.
Primero, porque la ida del PT al segundo turno, en función de la escala de
la disputa, no depende del PSOL y sus fuerzas aliadas. Segundo, porque las
condiciones para presionar al PT por la izquierda serán más favorables.
Tercero, porque la reorganización de la izquierda será impulsada con mayor
fuerza, favoreciendo las condiciones de lucha de las masas populares.



* Militante de Resistencia, organización de la izquierda radical que integra
el PSOL, y columnista del portal Esquerda Online. Profesor titular jubilado
del Instituto Federal de Educación, Ciencia y Tecnología-IFSP, Doctor en
Historia por la USP-Universidad de San Pablo. Artículo enviado por el autor.
(Redacción Correspondencia de Prensa)

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