Debates/ Las teorías marxistas del imperialismo [Claude Serfati]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Jun 5 12:02:34 UYT 2018


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Correspondencia de Prensa

5 de junio 2018

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redacción y suscripciones

germain5 en chasque.net <mailto:germain5 en chasque.net> 

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Debates

 

Las teorías marxistas del imperialismo

 

Claude Serfati *

 

Reveu Période 

http://revueperiode.net/

Traducción de Viento Sur, 4-6-2018

http://www.vientosur.info/

 

Esta reseña de lectura tiene como objetivo dar una idea de la diversidad de
enfoques contemporáneos de las teorías marxistas del imperialismo. No
pretende ser una recensión exhaustiva de la literatura sino, más
modestamente, enunciar algunos temas que siguen de actualidad.

 

La reseña comienza con una breve presentación de las teorías clásicas del
imperialismo elaboradas a comienzos del siglo XX, después se revisa la
actualidad de estas teorías a la luz de un cierto número de autores
contemporáneos. Finalmente, explica la cuestión del fin de las guerras
inter-imperialistas y de la consolidación del militarismo, un reto
ampliamente ignorado en la literatura marxista contemporánea sobre el
imperialismo.

 

1. Complementariedad de los análisis

 

Hobson redactó en 1902 la primera obra crítica documentada sobre la
expansión imperialista del capitalismo, cuyo nacimiento sitúa en 1870 y su
pleno desarrollo a mediados de los años de 1880  1/. Hobson es un liberal
que piensa que el libre intercambio es necesario para poner fin a los males
del capitalismo que consisten en una tendencia permanente al bajo consumo y
a las desigualdades sociales y a la necesidad de combatir el parasitismo del
capital financiero. El capital financiero de Hilferding se publicó en 1910,
pero fue escrito durante años por su autor. Es una obra fundamental que
aborda la cuestión del imperialismo. El imperialismo es, según Hilferding,
“la política económica del capital financiero” 2/. Se basa en el
proteccionismo impuesto por los cárteles que constituye un poderoso estímulo
para el crecimiento de las exportaciones de capital e implica necesariamente
una política de expansión del imperialismo. Igualmente, otros autores
marxistas han analizado el imperialismo. La obra de Lenin, El imperialismo,
estado superior del capitalismo, sin duda, es la más conocida. En esta obra
el capitalismo se describe como “el capitalismo ha llegado a un punto de
desarrollo en el que se produce el dominio de los monopolios y del capital
financiero, en el que la exportación de capitales ha adquirido una
importancia de primer plano, donde el reparto del mundo ha comenzado entre
los trusts internacionales y donde ha acabado el reparto de todo el
territorio del globo entre los mayores países capitalistas”. Lenin
consideraba su trabajo sobre el imperialismo como una contribución a un
trabajo colectivo. Las diferentes obras de Bujarin  3/ y de Luxemburg son
también fundamentales, especialmente, en las discusiones actuales sobre la
pertinencia del concepto de imperialismo.

 

El punto común de los análisis marxistas de inicios del siglo XX es que el
imperialismo se desarrolló a partir de las características fundamentales del
capitalismo que suponen un nuevo periodo histórico. El análisis de Marx
según el cual “la tendencia a crear el mercado mundial existe junto a la
noción de capital” 4/ está plenamente confirmado.

 

En este marco las teorías del imperialismo aportan dos innovaciones
importantes que están resumidas en las definiciones complementarias dadas
por Lenin y Luxemburg. Para Lenin: “Si hay que definir el imperialismo de la
forma más breve posible, habría que decir que es el estadio monopolístico
del capitalismo” 5/. Para Luxemburg: “El imperialismo es la expresión
política del proceso de acumulación capitalista que se manifiesta por la
competencia de los capitalismos nacionales” 6/. Estas fórmulas resumen las
dos transformaciones más importantes que caracterizan la entrada en la época
imperialista. Por una parte, las dinámicas de acumulación y reproducción del
capital llevan a la formación de un capital monopolístico financiero que
controla, a partir de ese momento, los diferentes tipos de capitales
destinados a una valorización: capital productivo, capital comercial,
capital crediticio, capital hipotecario e inmobiliario, etc  7/. Por otra
parte, la formación del espacio mundial -término que se adecua mejor que el
de mercado mundial- es indisociable del papel de los Estados que juegan un
rol central en el periodo de expansión internacional del capital
monopolístico financiero y que diseñan una nueva configuración del sistema
interestatal, “el sistema de los estados”, como lo llama R. Luxemburg.

 

La cuestión que se debate hoy es la de las relaciones entre las dinámicas
económicas y geopolíticas. Harvey considera que son dos lógicas autónomas.
Callinicos considera que están entremezcladas  8/ sin que, sin embargo,
puedan ser reducidas la una a la otra y pone como ejemplo la guerra de Irak
decidida por W.G. Bush en 2003. El control de los recursos petrolíferos era
al mismo tiempo un medio para consolidar la posición geoeconómica de Estados
Unidos frente a sus competidores económicos.

 

En todo caso, tener en cuenta el papel de los Estados en la formación del
capital monopolístico financiero y del imperialismo sigue estando en la
línea de los trabajos de Marx. Los análisis hechos en El Capital han sido, a
menudo, interpretados como relativos a un capitalismo cuyas leyes de
reproducción puramente económicas sobrepasarían ampliamente al Estado. Esta
lectura es errónea. Una lectura atenta de Marx, y más exactamente de sus
notas sobre el colonialismo, muestra no solamente que, de entrada, ha
construido su análisis partiendo del mercado mundial, sino que lo concibe
como construido con ayuda de la intervención de los Estados europeos  9/. De
este modo, los procedimientos violentos de la acumulación primitiva que
implican la coerción de los Estados no están reservados a la fase inicial
del desarrollo capitalista, sino que se producen de forma permanente.
Complementan a la acumulación normal durante la que las personas asalariadas
y quienes las emplean se enfrentan como contratantes libres. La
globalización hace hoy coexistir e interactuar formas normales y primitivas
de acumulación ilustrando una de las modalidades del desarrollo desigual y
combinado.

 

2. El desarrollo desigual y combinado

 

La hipótesis de que la acumulación dominada por el capital financiero
monopolístico toma posición en el marco de un sistema interestatal
jerarquizado está en las antípodas de las teorías de convergencia económica
que está en la base de los modelos teóricos dominantes y que ha sido el
sustrato ideológico de las políticas económicas llevadas a cabo desde los
años 1980 a escala internacional. Esta cuestión ha pasado a la historia como
la del desarrollo desigual y combinado abordado por Trotsky en su Balance y
Perspectivas de la revolución rusa de 1905. El desarrollo del capitalismo no
se implanta en un solo país aislado de los otros países, en consecuencia:

 

"el privilegio de una situación histórica atrasada -ese privilegio existe –
autoriza a un pueblo, o más exactamente, lo obliga a asimilar de golpe lo
anterior, saltando una serie de etapas intermedias (…). De esta ley
universal de desigualdad en los ritmos se deriva otra ley, que a falta de
una denominación más apropiada, se puede llamar la ley del desarrollo
combinado, en el sentido de la aproximación de diferentes etapas, de la
combinación de fases distintas, de la amalgama de formas arcaicas con otras
más modernas"  10/.

 

Hilferding también había señalado este “privilegio de las naciones atrasadas
pero sin desarrollar este punto:

 

"Hoy el capitalismo se ha implantado en un nuevo país en su más alto y
desarrollado nivel a consecuencia de los efectos revolucionarios con una
fuerza mayor y un tiempo mucho más corto que, por ejemplo, el capitalismo
holandés o británico  11/. Por supuesto que este privilegio de las naciones
atrasadas solo conduce a una pequeña minoría del país a alcanzar a los
países más desarrollados. Por su parte, Lenin, considera que el desarrollo
político y económico desigual es una ley absoluta del capitalismo"  12/.

 

La teoría del desarrollo desigual y combinado está intrínsecamente vinculada
con las teorías del imperialismo. Efectivamente, tiene en cuenta la doble
dinámica que configura el imperialismo. Por una parte, el desarrollo de
países atrasados se hace bajo “el látigo de las necesidades exteriores” 13/
-es decir: bajo el impulso de la acumulación de capital. Por otra parte, el
espacio mundial está basado en un conjunto de países cuya interdependencia
económica no suprime las especificidades concretas y menos aún, las
diferencias de nivel de desarrollo  14/. No se puede reconocer mejor la
persistente realidad de los Estados en el capitalismo contemporáneo más que
mediante el minucioso análisis que une lo global con lo local.

 

Las críticas hechas por los marxistas a las teorías clásicas del
imperialismo -es decir, al corpus que acaba de ser presentado– suponen una
gradación. Se puede distinguir por comodidad, tres corrientes. De entrada,
algunos autores cuestionan la misma validez de su descripción de la
situación de inicios del siglo XX. A continuación, otros consideran que, si
bien eran exactos en su época, estos análisis no son válidos hoy. Así que lo
que hay que preservar de las teorías del imperialismo depende del grado de
características nuevas que estos autores encuentran en la coyuntura
contemporánea. Por último, otros autores, menos numerosos, buscan en los
fundamentos de las teorías del imperialismo los elementos que permiten
analizar la configuración actual de imperialismo.

 

3. Las teorías del imperialismo han sido siempre inadecuadas

 

Quienes defienden la tesis de que las teorías del imperialismo son poco
útiles para comprender el mundo contemporáneo son muchos entre los
marxistas. Una parte va más lejos y afirma que estas teorías siempre han
sido inadecuadas. Son los marxistas contemporáneos influyentes quienes
adoptan esta posición. Harvey, que contribuyó a la comprensión de las
dimensiones espaciales de la producción y la distribución del valor  15/,
afirma que las teorías del imperialismo se han separado de la teoría de la
acumulación elaborada por Marx  16/. Cómo hacer derivar la necesidad del
imperialismo de la “lógica interna" del modo de producción capitalista tal
como fue analizado de forma “abstracta” por Marx (las comillas son de David
Harvey). De hecho, según Harvey, Marx decidió hacer abstracción de todas las
contingencias a fin de actualizar las dinámicas de acumulación, de ahí la
dificultad de hacer derivar de la teoría “a-espacial” de Marx, una teoría
del imperialismo que postula por el contrario la centralidad de los combates
geoestratégicos y geopolíticos entre los estados nación  17/. Harvey
considera que “las teorías del imperialismo no eran adecuadas ni siquiera en
su época” 18/. Las teorías de Lenin, Luxemburgo Bujarin, Kautsky, etc. no
tienen interés para una teoría coherente del imperialismo contemporáneo.

 

El veredicto propuesto por Panitch y Gindin contra las teorías clásicas del
imperialismo es igualmente severo: “Eran defectuosas en su lectura de la
situación, en su tratamiento de las dinámicas de acumulación de capital y en
su transformación en una ley inmutable de la globalización capitalista en un
momento de rivalidades inter-imperialistas muy circunscritas” 19/. Sus
críticas son abundantes: subestimación del papel de los países
subdesarrollados en la exportación de capitales provenientes de países
desarrollados, aumento considerable del nivel de vida de la clase obrera en
los países desarrollados.

 

Dos críticas importantes son formuladas por Panitch y Gindin a continuación:
las teorías clásicas del imperialismo están basadas en una concepción
mecanicista que considera que el capitalismo se desarrolla por fases (cf.
Lenin) y que es periódicamente golpeado por crisis económicas. Otro error de
estas teorías es su tratamiento reduccionista e instrumental del Estado.
Esto lleva a considerar que las guerras han sido la prolongación directa de
rivalidades económicas nacionales, a objetar el pretendido paso de una era
de librecambio al proteccionismo, característica del imperialismo subrayado
desde Hilferding por todos los teóricos del imperialismo. Ahora bien, al
contrario de esta afirmación, a lo largo del siglo XIX, el librecambio y el
imperialismo habían formado una buena pareja en lo que dos historiadores
llamaron, en una tesis famosa (y muy discutida) contra el análisis de Lenin,
el imperialismo del librecambio  20/. La conclusión de Panitch y Gindin es
inapelable: el análisis del imperialismo capitalista debe estar basado en
una extensión de la teoría del Estado capitalista en lugar de estar derivada
directamente de una teoría estatalista del desarrollo del capitalismo o
estar vinculada a las crisis económicas del capitalismo.

 

4. La configuración contemporánea del capitalismo 

 

¿Por qué reemplazar las teorías clásicas del imperialismo? A las críticas
sobre su fundamentación teórica presentada hasta aquí, es conveniente añadir
las que consideran que analizan correctamente la realidad de su época pero
que hoy son herramientas inadecuadas para comprender el capitalismo
contemporáneo. Sin sorpresa, la hipótesis de una fusión de los intereses del
Estado y de los grupos financieros multinacionales, que es compartida por
los marxistas de comienzos del siglo XX y llevada al paroxismo por Bujarin
en los trusts capitalistas nacionales (o del Estado)  21/, está considerada
como la más caduca por la crítica contemporánea. Desde ella, se puede
verificar la obsolescencia de las teorías clásicas en dos puntos. Por una
parte, la era de las rivalidades inter-imperialistas que se desataron
durante las guerras está acabada y, por otra parte, las formas
transnacionales del capitalismo contemporáneo hacen al capital y a las
clases dominantes, más que a los estados nación, actores dominantes y
motores de las transformaciones actuales.

 

Fin de las rivalidades inter-imperialistas: el imperio (americano)

 

Panitch y Gindin son los defensores más consecuentes de esta tesis. Una
mirada retrospectiva indica que la tendencia del capitalismo a alcanzar la
acumulación tiene resultados diferentes. La gran crisis de 1873 alentó las
rivalidades interimperialistas y arrastró finalmente a una guerra y la de
1929 se tradujo en una contracción del capitalismo más que por su expansión.
Finalmente, la crisis de 1973, al contrario de la precedente, amplió
considerablemente la expansión del capital. Por tanto, conviene no
subestimar los condicionantes estructurales y considerar que el régimen
capitalista es siempre una construcción social contingente. La globalización
no es un desarrollo mecánico de las ondas largas del capitalismo, sino un
proyecto histórico específico cuya configuración depende tanto de las
contradicciones presentes como de los episodios precedentes de la
globalización. De forma que el lugar ocupado por EE UU en la historia no
estaba predeterminado ni era fruto del azar. Se reforzó después de la
Segunda Guerra Mundial, cuando las élites europeas aceptaron la dominación
americana. El apoyo de EE UU fue necesario para restablecer las relaciones
sociales capitalistas en un contexto en el que las clases dominantes de los
países de Europa eran demasiado débiles y/o demasiado desacreditadas para
volver a poner en marcha solas la acumulación del capital  22/. Esta
estructuración del orden mundial alrededor de EE UU les parece sólidamente
establecida gracias a la interpenetración de los capitales nacionales a la
que corresponde una internacionalización de los Estados más poderosos, es
decir, su capacidad de gestionar el capitalismo global. Esta gestión del
orden mundial no está amenazada pues al contrario de lo que habitualmente se
afirma, no hay ningún signo de declive de la hegemonía económica americana.
Este punto de vista es criticado  23/.

 

Ellen Meiksins Wood : finalmente, el imperialismo (el imperio del capital)

 

E.M. Wood, cuyos trabajos y los de Robert Brenner han sido calificados como
marxismo político, publicó en 2003 El Imperio del capital  24/. La expresión
puede sorprender, pero el objetivo es a la vez desprenderse de las
connotaciones pasadas, incluyendo las precapitalistas, del término
imperialismo y de subrayar que la nueva era que se ha abierto después de la
Segunda Guerra Mundial, ha extendido por fin el poder del capital a escala
mundial. Evidentemente, Wood no ignora el periodo calificado por el
historiador P. Bairoch de primera globalización (1880-19149) y estima que
las teorías marxistas del imperialismo lo analizaron correctamente (su punto
de vista es diferente al de Harvey). Sin embargo, el imperialismo clásico,
tal como funcionaba antes de 1914, estaba todavía marcado por las barreras
políticas -las que erigían los estados nación. No obstante, Wood recuerda
que el capitalismo está definido por una lógica totalmente singular,
precisamente, una forma de extracción de valor creado por los productores
que obedece a un impulso interno (o endógeno) (“¡acumulad, acumulad”! Es la
ley de los profetas” 25/, escribe Marx). Así se distingue de los modos de
producción anteriores, en los que las clases dominantes habían recurrido,
inevitablemente, a métodos coercitivos extra-económicos para apoderarse del
valor creado por los productores.

 

Se reconoce aquí la gran importancia que Wood concede en sus trabajos a la
separación de lo político (la coerción), de lo económico (el mercado) como
criterio singular del capitalismo. Según ella, esta separación era todavía
parcial –aunque ampliamente comprometida– en la época del imperialismo
clásico. Los marxistas tenían razón al tener en cuenta la interacción entre
economía y política -dicho de otra forma, la “fusión de los Estados con el
capital", que culmina en las guerras. Sin embargo, después de la Segunda
Guerra Mundial, “los imperativos económicos fueron suficientemente poderosos
y profundos para formar instrumentos sólidos de la dominación imperial” 26/.
Los Estados, organizados en un sistema internacional, no desaparecen con la
llegada del imperio del capital y su papel sigue siendo determinante. Sin
embargo, los medios coercitivos, cuando se ejecutan en los procesos de
trabajo (proceso de acumulación primitiva) reflejan la no conclusión de las
lógicas de la acumulación tal como Wood las analiza y cuando consisten en
instrumentos militares (por Estados Unidos) son política y económicamente
costosos y contradictorios con la dinámica del capitalismo  27/.

 

David Harvey y el nuevo imperialismo 

 

Harvey data la emergencia del imperialismo capitalista a mediados del siglo
XIX cuando la burguesía toma el poder en los países europeos y su datación
sigue la de Hannah Arendt. Diferencia en el imperialismo dos lógicas que, en
realidad, forman la trama de la historia del capitalismo: una lógica de
acumulación pero también una lógica territorial. Porque el capitalismo
enfrentado a una sobreacumulación del capital encuentra en su expansión
geográfica uno de los vectores más poderosos para hacerle frente  28/. La
incesante expansión territorial es una tentativa de hacer frente a los
periódicos impasses de la acumulación y uno de los medios más eficaces para
realizar la plusvalía, un proceso que designa con el término difícilmente
traducible de “spatial fix”. El imperialismo es la modalidad adoptada por el
capitalismo para proseguir esta expansión. Sin embargo, Harvey observa que
la fusión de las dos lógicas encuentra hoy obstáculos, incluso si la
integración de China y la URSS dio un nuevo aliento al capitalismo. Estos
obstáculos se deben al hecho de que la acumulación de capital para controlar
el espacio exige una inmovilización enorme de capital fijo, en el sentido de
inversiones a largo plazo que aseguran, en el mejor de los casos, una
rentabilidad del capital en un horizonte temporal lejano. De ahí los
esfuerzos del capital por remontar estos obstáculos a su conquista del
espacio mediante el recurso a la acumulación por desposesión, una noción
que, a pesar de lo que él dice, está bastante alejada de la de acumulación
primitiva utilizada por Marx. J. Smith considera que Harvey, en realidad,
niega el concepto de imperialismo  29/.

 

El imperialismo transnacional

 

Las tesis del imperialismo transnacional se oponen más o menos a los
análisis precedentes sobre la cuestión del Estado. De hecho, la extensión
internacional del capital a lo largo de los tres últimos decenios,
calificada de globalización, representa para algunos autores marxistas un
cambio radical, a menudo calificado de imperialismo transnacional. W.
Robinson lo resume así:

 

"la globalización representa una nueva época en la evolución del capitalismo
mundial, caracterizada por la llegada de una producción y de un sistema
financiero mundial integrado, la emergencia de una clase capitalista
transnacional y el nacimiento de un aparato del estado transnacional"  30/.

 

La clase capitalista transnacional está compuesta de accionistas y
dirigentes de grandes empresas multinacionales, de élites burocráticas de
las instituciones internacionales, pero también de dirigentes de los
partidos políticos dominantes, los conglomerados que controlan los medias,
las élites de tecnócratas y altos funcionarios de los países del Sur y del
Norte así como de intelectuales orgánicos que suministran la argumentación
ideológica  31/.

 

El trípode sobre el que se apoya esta nueva era histórica, producción y
finanzas globales-clase capitalista transnacional-estado transnacional,
reproduce así a escala mundial los procesos seculares del desarrollo de los
países capitalistas en el marco de los estados nación. Las teorías clásicas
del imperialismo eran fundadas, pero fechadas históricamente. De hecho, hoy,
la globalización opera en las esferas económicas, políticas y
cultural-ideológicas  32/. El sistema global que emerge es pues, más amplio
que el capitalismo global, incluso si las fuerzas capitalistas son las
principales responsables de su advenimiento.

 

Esta tesis del imperialismo transnacional, a menudo, está identificada como
próxima de la conjetura sobre la emergencia de un ultra-imperialismo
formulada por Kautsky en plena guerra mundial. Kautsky explica que las
rivalidades inter-imperialistas no son inevitables y que “la consecuencia de
la guerra mundial entre los grandes países imperialistas podría ser la
formación de una federación de los más poderosos de ellos que formarían una
federación y renunciarían a la carrera armamentística” 33/.

 

Es esta suposición de un capitalismo pacífico esbozada por Kautsky, que se
podía ya encontrar implícita en escritos anteriores y no la tesis expuesta
por Lenin, la que se cumplió efectivamente, al día siguiente del fin de la
Segunda Guerra Mundial, según algunos marxistas (por ejemplo Panitch y
Gindin) y solamente después de 1980, para los partidarios del imperialismo
transnacional. Los analistas marxistas clásicos consideraban que algunos
Estados perderían lo que otros ganarían. Pero las críticas de las teorías
clásicas del imperialismo afirman que el desarrollo de los intercambios
económicos no es un juego de suma cero, sino positivo para el capitalismo,
lo que puede explicar la situación de paz entre países imperialistas. Esta
afirmación es criticada a su vez, pues se apoya en una identificación de
interdependencia económica y de cooperación interestatal mientras que solo
es una de las modalidades de la competencia entre capitales y por
extrapolación, de los Estados  34/.

 

La tesis del imperialismo transnacional ha sido objeto de varias críticas.
La integración efectiva de una clase transnacional no parece confirmada por
estudios empíricos de las redes de dirigentes de las grandes empresas
transnacionales. De hecho, la formación de redes transnacionales a la cabeza
de los grandes grupos mundiales es innegable; sin embargo, se apoya en las
bases nacionales que resisten  35/. Además, esta tesis mantiene una
concepción instrumental del Estado que supuestamente se adapta a las
necesidades del capital transnacional. La situación actual reproduciría un
esquema de adaptación del Estado a las necesidades del capital idéntica a la
que se realizó hace dos siglos en el marco nacional. Esta tesis denota la
falta de comprensión del modo de formación y del papel del Estado  36/. Se
puede añadir que identificar los flujos financieros que atraviesan el
planeta con la emergencia de un capitalismo global –un término que es
eminentemente discutible– es añadir confusión al debate pues las relaciones
capitalistas son relaciones sociales y como tales, son políticamente
construidas y territorialmente definidas  37/. El capital-propiedad, que se
encarna en los activos financieros, claro que puede circular a la velocidad
de la luz alrededor del planeta, pero su valoración depende finalmente de la
producción de valor gracias a los procesos de trabajo que continúan
localizados y diferenciados según los países en los que radican. Esta
desigualdad de situación es consustancial al capitalismo. Finalmente, los
aparatos militar-securitarios que están arraigados sobre los territorios
nacionales no tienen como objeto solamente la defensa (o el ataque) contra
los países enemigos, son un elemento también dirigido al mantenimiento del
orden interno del país en las coyunturas en las que la reproducción pacífica
de las relaciones sociales está amenazada  38/.

 

Asimismo, podemos preguntarnos qué dicen las teorías del imperialismo
transnacional de los efectos de la crisis abierta en 2008. Esta agudizó la
crisis de competencia entre las grandes empresas multinacionales (EMN) en
los mercados próximos a –o ya alcanzados por– la saturación. La crisis
produjo un reforzamiento de las medidas proteccionistas que los gobiernos
más poderosos pusieron en marcha para proteger el capital presente en su
territorio. ¿No significa esto la confirmación de la permanente rivalidad
entre las burguesías nacionales? Esto no es el aviso de Robinson que declara
que las capas más conscientes (enlightened) de la élite transnacional
quieren un aparato del estado transnacional más fuerte para reforzar la
dominación de clase capitalista transnacional  39/. No parece que estas
corrientes tengan mucho que decir sobre el ascenso de las tensiones y
rivalidades entre los países occidentales con China y Rusia y esto al margen
de lo que se piense de la naturaleza imperialista o no de estos dos países.

 

¿Un imperialismo UE?

 

Los desarrollos institucionales de la Unión Europea  40/ incitaron a los
marxistas a interesarse por su configuración  41/. Ernest Mandel diagnostica
muy pronto la aparición de un capital europeo y considera que las tendencias
cada vez más fuertes hacia la internacionalización del capital empujan a la
creación de un Estado imperialista supranacional en Europa  42/. La
configuración previsible es la de una fusión de capitales a escala
continental que refuerce el capital europeo y agudice la rivalidad
inter-imperialista con dos diferencias respecto al esquema leninista: la
reducción a tres potencias imperialistas (EE UU, Europa, Japón) y la
desaparición de las guerras inter-imperialistas mundiales, lo que no excluye
guerras inter-imperialistas locales (por medio de terceros), de conquista
colonial o contra los movimientos revolucionarios  43/.

 

Esta hipótesis es retomada por Guglielmo Carchedi, que considera que “desde
su origen la UE tenía el virus imperialista inscrito en sus genes” 44/ y que
la creación del euro fue un elemento determinante en la formación de un
bloque imperialista europeo. Esto para nada significa el fin de los
Estados-nación que tienen su propias relaciones con los otros países
dominados. El desarrollo de la capacidad militar de la UE es inevitable
hasta tal punto que se convertirá en un rival de EE UU, "capaz de defender
sus intereses incluso, si es necesario, contra los de EE UU"  45/. Este
punto de vista se opone a las tesis sobre el imperio americano que han sido
presentadas en este artículo y a las de Poulantzas, que consideraba que la
penetración de capitales americanos en los capitales de otros países
llevaría a una “interiorización” de los intereses del imperialismo americano
por las burguesías europeas. No obstante, Poulantzas no tiene en cuenta el
proceso inverso, el de los capitales europeos que penetran en el territorio
americano  46/. Sin embargo, Carchedi considera que puesto que Estados
Unidos es el único país hegemónico, es el único que dispone de instrumentos
de apropiación sistemática del valor creado. En consecuencia, puede
apropiarse del valor proveniente de los países dependientes y también de los
otros países imperialistas (de los de la UE)  47/. Esta tesis de la
explotación de los países desarrollados por parte de EE UU es bastante
discutible  48/.

 

Otro elemento discutible en su argumentación es que el capital productivo es
hoy dominante y no el capital financiero  49/. No es posible desarrollar en
este artículo la cuestión central del capital financiero, que sigue siendo
un concepto pertinente  50/, aunque la mayor parte de los marxistas lo
sustituyen por financiarización. La literatura sobre la financiarización
está, a menudo, desconectada de la del imperialismo. Deben destacarse los
trabajos de Prabht y Utsa Patnaik, que consideran que el imperialismo
contemporáneo es el imperialismo de las finanzas internacionales sostenido
por los Estados-nación.

 

Apenas existen dudas de que la UE, cuyos países miembros influyentes han
estado en el corazón del desarrollo imperialista desde hace más de un siglo,
constituyen un vector importante y una pieza maestra del imperialismo
contemporáneo. Sin embargo, es inútil esperar el desarrollo de una defensa
única a imagen de la creación de la moneda única. El euro era un proyecto
político compartido por la mayoría de los Estados miembros y se correspondía
con los esfuerzos conjuntos de las burguesías europeas de acentuar los
ataques contra las personas asalariadas. No existe un proyecto europeo único
en materia de defensa (aunque existan las alianzas y las convergencias), ni
siquiera un proyecto de término medio de la pareja franco-alemana en este
ámbito. La polarización de Francia sobre su ventaja competitiva militar
-tanto desde el punto de vista tecno-industrial como operacional– difiere de
la de Alemania cuyo poderío industrial asegura hasta hoy a sus clases
dominantes una posición que se considera satisfactoria. Además, los otros
Estados miembros influyentes no están dispuestos a aceptar que la dinámica
securitaria (y militar) que se ha comprometido en Europa desde hace años
coloque a Francia en un papel de líder continental.

 

Las cuestiones de defensa europeas llevan una vez más a la necesidad de
tener en cuenta las dobles dimensiones -económica y político-militar– de la
posición de un país en el espacio mundial.

 

5. La cuestión del fin de las guerras inter-imperialistas

 

Como se ha visto, el fin de las guerras inter-imperialistas desde 1945 marca
el fin de las teorías clásicas del imperialismo para la mayoría de los
autores. De hecho, las guerras mundiales fueron el resultado de la formación
de capital monopolístico en sus Estados nacionales y la competencia
inter-capitalista se transformó en guerra inter-imperialista. El dato del
fin de estas guerras tal como es interpretado, en mi opinión, supone un daño
colateral importante: la marginalización del lugar del militarismo en el
análisis del capitalismo contemporáneo  51/. La cuestión del militarismo
cuando se aborda (muy raramente) en el campo de la economía mundial tiene
casi siempre como respuesta el papel de gendarme del mundo de Estados
Unidos. Las divergencias se refieren sobre si este papel se ejerce a cuenta
de los intereses del capital americano o de la clase dominante transnacional
que ha surgido.

 

Las causas de este desinterés por el militarismo son múltiples y si se sigue
a Alexander Anievas, no se refieren solo a la época contemporánea porque él
señala que incluso en lo que concierne a la Primera Guerra Mundial, los
“pensadores marxistas (al menos en el mundo anglófono) solo prestaron poca
atención a la teorización del origen de la guerra” 52/. El error cometido
por numerosos análisis es no comprender la economía política del militarismo
que acompañó la expansión capitalista y que culminó en la guerra mundial.
Marx y Engels sitúan en la guerra franco-prusiana la consolidación del
militarismo en las relaciones sociales capitalistas. Las formas estatales se
transforman pues “el ejército se ha convertido en el objetivo fundamental
del Estado, se ha convertido en un fin en sí mismo; los pueblos solo están
para suministrar soldados y alimentarlos. El militarismo domina y devora
Europa”. En su análisis de este “militarismo que domina y devora Europa”
53/, Engels encuentra varias causas de este ardor que considera inevitable:
las rivalidades geoeconómicas forman la trama explicativa; a continuación,
la “carrera de la tecnología militar” es hasta ese momento sin límites
aunque iguale las capacidades destructoras de los estados dominantes;
finalmente, cada vez pesa más en las finanzas públicas hasta el punto de
llevar a la bancarrota de los estados amenazando el edificio capitalista
entero.

 

Estas observaciones de Engels son interesantes por un doble motivo. Por una
parte, sugieren que el militarismo, evidentemente, tiene una función de
movilización contra los enemigos externos. También tiene una vocación
ideológica interna que apunta a la movilización de la población alrededor de
la defensa de la patria de forma que los enemigos internos que cuestionan
esta visión deben ser reprimidos por los medios coercitivos adecuados. K.
Liebknecht, solamente algunos años más tarde de Engels, también se interesó
en estas funciones externas pero también internas del militarismo  54/. Por
una parte, el análisis de Engels invita a no oponer las dinámicas de
acumulación del capital que tomaron en su época una dimensión internacional
a la formación del sistema interestatal de la era imperialista que comienza
algunos años después. El militarismo se instala en el corazón de los países
europeos y va a influir de forma duradera en la evolución del orden mundial.
Rosa Luxemburg es de todos los teóricos y teóricas del imperialismo, la que
vio con más claridad las múltiples funciones del militarismo. El capítulo
con un título significativo ("El militarismo, campo de acumulación del
capital”) es el esfuerzo más elaborado por abordar las dimensiones
económicas del militarismo. Menos conocido pero ya clarividente, es un
artículo aparecido en 1899  55/.

 

En suma, no se puede reducir el militarismo que arraiga en el imperialismo
del siglo XIX a su expresión (a su final) en las guerras
inter-imperialistas. En el momento álgido de la Primera Guerra Mundial,
Lenin lo opone irónicamente el periodo de 1871-1914 durante el cual el
capitalismo se extendió “pacíficamente” (las comillas son de él) sobre
inmensos territorios de tierras aún desocupadas y de países aún totalmente
arrastrados por el huracán del capitalismo  56/. Añade que para el 90% de la
población de los países avanzados, para centenares de millones de personas
en las colonias y en los países atrasados, no fue una época de paz, sino de
opresión, de torturas, de horrores aún más terroríficos porque parecían no
tener fin.

 

La subestimación del papel del militarismo en la configuración del
capitalismo contemporáneo conduce a menudo hoy a considerar que la única
forma de relaciones internacionales en los decenios de formación del
imperialismo (los años 1880) fue la de la rivalidad militar y las guerras
entre grandes potencias. Sin embargo, la cooperación internacional de los
grandes grupos nacionales -bajo forma de cárteles, de fusión de empresas, de
sindicatos bancarios internacionales, etc.– ocupa un lugar central en los
escritos de los teóricos del imperialismo clásico. De hecho, incluso los
traficantes de armas de países rivales –Francia y Alemania, Inglaterra y
Alemania– cooperan frecuentemente para abrir nuevos mercados  57/.

 

La cuestión del lugar del militarismo en la cuestión del imperialismo no
pertenece al pasado. La mínima atención dedicada por la mayoría de los
investigadores contemporáneos al análisis del militarismo en el periodo
abierto después de la Segunda Guerra Mundial también es lamentable.

 

La supremacía indiscutible de EE UU ha hecho imposible un enfrentamiento
militar entre las potencias capitalistas dominantes. Sin embargo, la
coyuntura mundial que emerge de la Segunda Guerra Mundial da un lugar
determinante a lo militar. De entrada, ese fue el caso de EE UU, que
interiorizó en las relaciones políticas internas el papel de gendarme del
mundo de este país (cf. el lugar del complejo militar-industrial). También
fue el caso de Gran Bretaña y de Francia  58/, los dos países vencedores del
conflicto mundial, incluso si en el caso de Francia ese estatus se dio
gracias al apoyo de los países vencedores. Estos tres países, que se
encuentran en una posición jerarquizada, forman el armazón de lo que se
llama el bloque transatlántico. Este no es un espacio geográfico, sino
geoeconómico. Este bloque está integrado a la vez por el plano de la
producción y de los intercambios financieros e industriales y organizado
bajo la forma de alianzas en el plano militar. Así que incluye a Estados
Unidos y a Europa, pero también los países con los que existen alianzas
militares. (Australia  59/, Israel, Japón, etc.). El bloque transatlántico
debe hacer frente a la competencia geoeconómica de otras potencias, de
entrada, las que disponen de un un puesto de miembro permanente (China,
Rusia) y después, los países que aspiran a consolidar su plaza regional
(Irán).

 

El bloque transatlántico no es un conjunto homogéneo y está atravesado por
la competencia económica por lo que el potencial político-militar cuenta.
Porque el espacio mundial sigue estando estructurado por la doble dinámica
de la acumulación de capital y del sistema interestatal, mostrando la
permanencia de estos dos elementos en la configuración contemporánea del
imperialismo (ver más arriba). De forma que el lugar ocupado por un país en
el espacio mundial depende a la vez, de sus rendimientos económicos -que sin
duda, incluyen su capacidad de captar valor creado en otros países- y de su
poderío político-militar. Este descansa sobre una gama de instrumentos
“pacíficos” (soft power) como la cultura, las redes diplomáticas y la
influencia particular en la ONU, etc.-, pero también de herramientas
militares. Los instrumentos de potencia militar se utilizan de forma
indirecta -amenazas y/o ayuda a los países bajo influencia económica y
política (por venta de armas, apoyo militar, etc.), etc.- y directa mediante
intervenciones militares abiertas, operaciones especiales, etc.

 

La mezcla entre rendimientos económicos y potencia político-militar varía
según los países, incluso en los que podemos calificar de imperialistas.
Basta comparar Francia y Alemania para convencernos de ello. La utilización
diferenciada de las influencias económicas y militares de los dos países
está aún más diferenciada desde el momento 2008  60/. La distribución
nacional de esta mezcla refleja la posición internacional de un país en el
espacio mundial, pero, recíprocamente, las transformaciones de este espacio
mundial deben ser el punto de partida del análisis de la situación concreta
de un país que combina siempre de forma singular la evolución de la economía
y la geopolítica internacional (el desarrollo desigual y combinado).

 

Se verifica aquí una hipótesis totalmente ignorada en la literatura, a
saber: que el imperialismo es, por una parte, un periodo histórico cuya
configuración ha cambiado desde hace un siglo y, por otra parte, un conjunto
de prácticas concretas llevadas a cabo por los países más poderosos  61/. 

 

Claude Serfati es investigador asociado en el IRES (Instituto de
Investigaciones Económicas y Sociales).

 

Notas

 

1/  Hobson J.A. (1902), Imperialism: A Study, New York, James Pott and Co.

 

2/  Hilferding, Le Capital financier, Les Éditions de Minuit, 1970 (première
édition 1910).

 

3/  En particulier Boukharine, L’Économie mondiale et l’impérialisme,
Anthropos, 1967 (première édition 1916).

 

4/  Marx, Fondements de la critique de l’économie politique, tome 2,
Éditions Anthropos, 1968, p.364-365.

 

5/  Rosa Luxembourg L’accumulation du capital (I). Contribution à
l’explication économique de l’impérialisme. François Maspero, Petite
collection Maspero, n° 47, Chapitre 7, 1969 (première édition 1913).

 

6/  Chapitre 31. Boukharine fait une critique injustifiée, L’impérialisme et
l’accumulation du capital, chapitre 4.

 

7/  La naturaleza de la crisis constituye un punto de desacuerdo fuerte y
Bujarin pone en el punto de mira a Rosa Luxemburg. Henryk Grossman vincula
el desarrollo del imperialismo a la necesidad de hacer frente a la
sobreacumulación de capital (demasiado capital en relación a la masa de
benefcios) y al restablecimiento delos beneficios. Marx sitúa "el comercio
exterior" (en realidad, utiliza este término para definir lo que hoy en día
se conoce como inversión directa en el extranjero) como uno de los medios
para contrarrestar la reducción de la tasa de beneficio. Grossman se apoya
en pasajes de la obra de Marx para mostrar las múltiples funciones de la
expansión imperialista; Grossman, The Law of Accumulation and Breakdown of
the Capitalist System, Pluto Press, 1992. Ver también, Michael Roberts,
Imperialism, globalization and the profitability of capital, Rupture
magazine, Issue 1, 2017 ; disponible en :
https://rupturemagazine.org/2018/01/25/imperialism-globalization-and-the-pro
fitability-of-capital/.

 

8/  Alex Callinicos Imperialism and Global Political Economy, Polity,
Londres, 2009, Cf : “The state system is treated as a dimension of the
capitalist mode of production”,p.83.

 

9/  Lucia Pradella “Imperialism and Capitalist Development in Marx’s
Capital”, Historical Materialism, 21.2., 2013. Ver también Kevin Anderson,
Marx aux antipodes. Nations, ethnicité et sociétés non occidentales,
Syllepse, 2012.

 

10/  Trotsky, Histoire de la révolution russe, Seuil, 1950 (écrit en 1929 et
1932), p.41-42.

 

11/  Le capital financier, op. cit., chapitre 22.

 

12/  Sotsial-Demokrat, n°. 44, 23 août 1915.

 

13/  Trotsky, op.cit., id.

 

14/  Para utilizar el cuadra analítico en la Unión Europea, ver Claude
Serfati, “The European integration as a structural uneven process”, Research
in Political Economy, n°30, 2015.

 

15/  Harvey, The Limits to Capital, Chicago, The University of Chicago
Press, 1982.

 

16/  Harvey, The Spatial Fix: Hegel, Von Thunen, And Marx”, Antipode, 13,
No.3, 1981, p.10.

 

17/  Harvey, “In What Ways Is ‘The New Imperialism’ Really New?“, Historical
Materialism 15, 2008, p.58.

 

18/  Id., p.57

 

19/  Leo Panitch et Sam Gindin, “Global Capitalism and American Empire”,
Socialist Register 2004: The New Imperial Challenge, p.5.

 

20/  John Gallagher and Ronald Robinson, ‘The Imperialism of Free Trade’,
The Economic History Review, VI(1), 1953.

 

21/  Para un análisis de los trabajos de Bujarin, ver Maurice Andreu,
"Boukharine et la question de l’impérialisme", Contretemps, revue de
critique communiste, https://www.contretemps.eu/boukharine-imperialisme/

 

22/  Leo Panitch & Sam Gindin, The making of global capitalism: The
political economy of American empire, Verso, 2013, p.90.

 

23/  Voir Radhika Desai, Geopolitical Economy, London, Pluto Press, 2013

 

24/  E. M. Wood, Empire of Capital, London, Verso, 2003.

 

25/  Marx, Le capital. Critique de l’économie politique, Éditions sociales,
1969, livre 1, chapitre 24.

 

26/  Wood, Empire of Capital, Verso, 2003, p.117.

 

27/  Bob Sutcliffe, “Imperialism Old and New: A Comment on David Harvey’s
The New Imperialism and Ellen Meiksins Wood’s Empire of Capital”, Historical
Materialism, 14.4, 2007, p.64

 

28/  Harvey, op.cit

 

29/  John Smith, Imperialism in the twenty-first century: globalization,
super-exploitation, and capitalism’s final crisis, Monthly Review Press,
2016.

 

30/  William Robinson, "Global Capitalism Theory and the Emergence of
Transnational Elites”, Critical Sociology, 2011.

 

31/  William Robinson, A Theory of Global Capitalism: Production, Class, and
State in a Transnational World, Johns Hopkins University Press, 2004,
p.75-76.

 

32/  Leslie Sklair, “The transnational capitalist class and the discourse of
globalisation”, Cambridge Review of International Affairs 14 (1), 2000,
67-85

 

33/  Voir, Socialism and Colonial Policy (1907), en particulier le chapitre
9, : https://www.marxists.org/archive/kautsky/1907/colonial/index.htm.

 

34/  Christakis Georgiou, "Un capitalisme global pacifié? A propos du livre
The Making of Global Capitalism: The Political Economy of American Empire de
Leo Panitch et Sam Gindin”, 2016 :
https://www.contretemps.eu/un-capitalisme-global-pacifie-a-propos-du-livre-t
he-making-of-global-capitalism-the-political-economy-of-american-empire-de-l
eo-panitch-et-sam-gindin/

 

35/  W.C. Carroll, The making of a transnational capitalist class?, Zed
Books, 2010

 

36/  Wood E.M., “A reply to critics”, Historical Materialism 15, 2007.

 

37/  Serfati, «The new configuration of the Capitalist class », in
L.Panitch, G.Albo and V.Vhibber (Eds) , Registering Class, Socialist
Register 2013.

 

38/  K. Van der Pijl , “Globalization Or Class Society In Transition?”,
Science & Society, Vol. 65, No. 4, Winter, 2001-2002.

 

39/  Robinson, “Debate on the New Global Capitalism: Transnational
Capitalist Class, Transnational State Apparatuses, and Global Crisis”,
International Critical Thought, Volume 7, Issue 2, 2017.

 

40/  Utilizo el acrónimo para simplicar.

 

41/  En los países dominados, algunos marxistan avanzaron la hipótesis de un
subimperialismo cuya intersección con las teorías de la dependencia son
claras. Uno de sus mayores exponentes, Ruy Mauro Marini, propuso en los años
60 ese marco analítico para Brasil. Para un examen crítico reciente, ver
Richard Fidler y Claudio Katx “Imperialism Today: A Critical Assessment of
Latin American Dependency Theory Imperialism », MRonline, marzo 2018.

 

42/  Ernest Mandel, Le troisième âge du capitalisme, Éditions de la Passion,
Paris, 1997 (primera edición en 1972), P.260

 

43/  Id. P. 264.

 

44/  Guglielmo Carchedi : “Imperialism, Dollarization And The Euro”,
Socialist Register, 2002, p.163.

 

45/  Carchedi, “The Military Arm of the European Union”, Rethinking Marxism:
A Journal of Economics, Culture & Society, 2006, p.335.

 

46/  En 2017, le total cumulé des investissements directs (ID) des
entreprises européennes aux États-Unis atteignait 2700 milliards de dollars,
et celui des ID des entreprises américaines en Europe atteignait 2000
milliards de dollars.

 

47/  Archedi, op. cit, p..157.

 

48/  Una pequeña nota al respecto. Una de las medidas para evaluar la
captación del valor realizado por un país lo da la diferencia (o el saldo)
entre las rentas de inversiones directas retiradas por las empresas de un
país del resto del mundo y las que los países del resto del mundo retira de
ese país. Francia es uno de loa principales beneficiarios, con un saldo
positivo total de 403 mil millones de euros para el período 2005-2016. En el
mismo período, el saldo entre Francia y EE UU fue muy favorable a Francia
con un superativo de 60 mil millones. De ahí a concluir que Francia explota
a EE UU….

 

49/  Carchédi, op. cit. p.166.

 

50/  Serfati, "La domination du capital financier contemporain : une lecture
critique de Hilferding » dans Bellofiore, Cohen, Durand et Orléan, Monnaie,
Finance et Capital. Contributions en hommage à Suzanne de Brunhoff, Presses
Universitaires de Rennes, Rennes et François Chesnais (2016) Finance Capital
Today. Corporations and Banks in the Lasting Global Slump, Leiden/Boston,
Brill

 

51/  Serfati, Impérialisme et militarisme. Actualité du vingt-et-unième
siècle, Éditions Page2, 2004

 

52/  Anievas, "La théorie marxiste et les origines de la Première Guerre
mondiale", Période,
http://revueperiode.net/la-theorie-marxiste-et-les-origines-de-la-premiere-g
uerre-mondiale/

 

53/  Friedrich Engels, Anti-Dühring, Éditions sociales, Paris,1973, p.199.

 

54/  Karl Liebknecht, Militarism & Anti-Militarism, Rivers Press Limited,
Cambridge, 1973, (escrito en 1907)
:https://www.marxists.org/archive/liebknecht-k/works/1907/militarism-antimil
itarism/index.htm

 

55/  Rosa Luxemburg (1899), "The Militia and Militarism”, Leipziger
Volkszeitung, 20-26 febrero,
https://www.marxists.org/archive/luxemburg/1899/02/26.htm

 

56/  Prefacio a Boukharine, L’économie mondiale, op.cit

 

57/  Ver algunos ejemplos en Claude Serfati, Le Militaire, une histoire
française, Éditions Amsterdam, 2017, capítulo 1.

 

58/  Jörg Nowak y Ekrem Ekici, de forma extraña, clasifican a Francia entre
los sub-imperialismos, junto a "Canadá, México, Brasil, Rusia, India,
Turquía, Egipto, Corea del Sur, Taiwán, etc. “The return of the national
imperialist state“, Rupture Magazine, Issue 1, 2018.

 

59/  Ver el significativo refuerzo de la cooperación militar, tanto
industrial como estratégica entre Francia y Australia, "único país en el
mundo, con Francia y Estados Unidos a estr presente tanto en el Pacífico
como en el océano ïndico"., Revue stratégique défense et sécurité nationale
2017, p.44.

 

60/  Serfati, "Le «moment 2008"¡ et le rebond militaire de la France ", Les
Possibles, n°13, 2017,
https://france.attac.org/nos-publications/les-possibles/numero-13-printemps-
2017/dossier-militarisation-et-controle-social/article/le-moment-2008-et-le-
rebond-militaire-de-la-France

 

61/  Serfati, "France and Imperialism: A Marxist Perspective", Historical
Materialism, 2015. Claude Serfati

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