8 de Marzo/ "Sería una pena si vamos a la calle todas contentas y después regresamos a casa" [Silvia Federici - entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Mar 8 00:13:32 UYT 2018


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8 de marzo 2018

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8 de Marzo

Entrevista a Silvia Federici *

‘Sería una pena si vamos a la calle todas contentas y después regresamos a
casa’

Mariana Menéndez

Sin Fronteras, 23-2-2018

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Desde que la conocemos, las conversaciones con Silvia han sido siempre muy
fértiles. No solo por su lucidez y agudeza teórico-política, sino también
por su generosidad infinita en el relato de su experiencia, en esa búsqueda
de coherencia entre lo que se hace y se piensa. En la previa del 8 de marzo,
conversamos con ella sobre la huelga internacional de mujeres y la
actualidad de la lucha feminista.

Elegimos volver a escucharla hoy, en este contexto tan intenso donde la
lucha de las mujeres se despliega con una fuerza por momentos inesperada.
Donde cada una desde su comunidad de mujeres pone empeño en organizar,
difundir y participar del 8 de marzo y del paro histórico que sucederá en
más de treinta países alrededor del mundo.

En lo vertiginoso de estos acontecimientos nos venimos diciendo unas a
otras: no aceptemos más la violencia, potenciemos nuestra fuerza para
multiplicar nuestro ya basta, organicemos encuentros, espacios y marchas que
hagan temblar la tierra. Pero también nos repetimos una y otra vez: hagamos
más denso el tejido del entre mujeres; potenciemos nuestra ayuda mutua,
nuestro autocuidado y reciprocidad; estemos cada vez más movilizadas pero
también robemos tiempo para sentir y pensar cómo seguimos, cómo nos auto
organizamos cada vez más y qué desafíos está alumbrando la lucha.

Dicho de otro modo, al desplegar la lucha ésta ilumina nuevos problemas
políticos. De nada sirve hacer sin pensar. Pensemos a partir de lo que
estamos experimentando y abramos los espacios para construir los cómo
seguir. Nuestras compañeras y hermanas nacidas en las luchas que nos
antecedieron portan experiencias que es preciso recuperar para no empezar de
cero, para nutrirnos y cambiar. Por eso esta conversación busca ser un
espacio-momento para que Silvia nos comparta palabras que nos ayuden a
pensar lo que está sucediendo.

-¿Qué está sucediendo con la lucha de las mujeres? ¿Qué has reflexionado
sobre las últimas manifestaciones en Estados Unidos?

Aquí es un momento en el que se está dando una movilización muy fuerte de
todos los movimientos sociales, y sobre todo del movimiento de las mujeres.
Hemos visto estas marchas en Washington, en Nueva York, en varias ciudades.
Mujeres de todo tipo, de todas las edades se están movilizando, sintieron la
necesidad de salir a la calle. Y pienso que no es solamente una necesidad de
responder a Trump, es la expresión de un gran descontento que se ha
acumulado en estos años, porque las situación de las mujeres en todos los
niveles, con excepción de una minoría, se ha deteriorado desde hace mucho
tiempo, enfrentando una crisis en su vida cotidiana.

Esta es una crisis de trabajo, una crisis de falta de tiempo para sí mismas,
una crisis de la relación con los otros, es el no tener recursos, no tener
tiempo ni acceso a los servicios más fundamentales. Además de enfrentarse
continuamente a la violencia, que es violencia individual pero también del
Estado, de la policía, en las cárceles, es la militarización de la vida que
aquí es cada vez más fuerte. Creo que ahora estos son los elementos que
unifican y pueden unificar al movimiento feminista. Es un movimiento contra
la violencia y los abusos institucionales, pero también es una manifestación
de deseo, de voluntad de construir una sociedad diferente. En estas marchas,
en Nueva York por ejemplo, se podía ver una gran creatividad, mucha fuerza y
energía, por eso se puede comparar con lo que sucedió en los años setenta.

Es un movimiento que ha crecido mucho en los últimos años, sobre todo a
partir de la desilusión que tantas mujeres han experimentado. Se pensó que
trabajar fuera de la casa posibilitaba conseguir autonomía. Y no nos dio
autonomía porque el trabajo es precario, no da seguridad. Lo que vemos es un
gran número de mujeres, y hombres también, cargadas de deudas. Han luchado
por entrar a las universidades, como se luchaba en los años setenta, y ahora
con la privatización de la educación deben un montón de dinero para poder
estudiar. Muchas jóvenes con veinte años no pueden ver cuál va a ser su
futuro.

-¿De qué luchas previas se nutren estas manifestaciones? Porque al mirar las
imágenes -no podíamos dejar de mirar lo que pasaba, la cantidad de personas-
desde el sur nos preguntamos ¿de dónde se están nutriendo? ¿De dónde nació
ese desborde? ¿Qué había previamente organizado?

Creo que la decisión de una parte del establishment norteamericano de apoyar
a Trump ha sido una respuesta a las luchas que ya se estaban dando. Por
ejemplo, la lucha por el aumento del salario mínimo ha involucrado a muchas
mujeres muy fuertemente, y siempre se cruzaba con la lucha de los migrantes.
Porque son sobre todo las mujeres y las personas migrantes las que tienen
salarios muy bajos. También ha crecido un movimiento estudiantil contra la
deuda generada por la falta de gratuidad. Por otro lado, muchos han apoyado
a Trump pensando que sería el presidente que cortaría las deudas e
implementaría una educación gratuita. Es también creciente la movilización
contra el control del cuerpo. Por ejemplo, en muchos Estados se redujo
drásticamente el acceso al aborto. Hoy las mujeres se enfrentan con
dificultades en todos los lugares donde están, con cortes en servicios como
la educación y la precariedad de la vida, ninguna sabe si tendrá o no
trabajo. Sobre todo entre jóvenes y mujeres no se ve qué tipo de futuro se
tendrá. También la rabia y la indignación contra estos abusos, la violencia
institucional continua, la matanza de la policía sobre los y las jóvenes de
color, migrantes, latinos. La conciencia de que vivimos en un régimen muy
brutal, que no es una novedad, pero que ahora ya no se puede no ver. En los
últimos años casi todos los días un joven negro fue asesinado con una
impunidad absoluta. Entonces, hay un descontento muy fuerte, económico y no
económico, porque los dos están conectados. Porque está claro que esta
violencia se justifica y se sostiene en la represión y en la precariedad
económica.

-¿Cómo estás viviendo estos mismos movimientos en el plano internacional,
por ejemplo lo que está siendo en este momento la organización de la huelga
internacional de mujeres? 

Es una idea muy excitante, sobre todo esta dimensión internacional de las
luchas es muy importante. En las últimas semanas ha sido muy importante ver
tantas movilizaciones en todas las ciudades al mismo tiempo, el sentimiento
de ser parte de algo que se está moviendo en muchas partes del país y del
mundo. Así como la respuesta al llamamiento de paro de las compañeras en
Argentina en octubre pasado que fue muy fuerte. También aquí muchas
compañeras salieron a la calle. Todavía es difícil saber, pero es claro que
solamente algunas podrán hacer el paro porque hay tantas dificultades
prácticas para organizar un paro de las mujeres, sobre todo en un país como
Estados Unidos, donde existen realidades tan diferentes y hay grupos de
mujeres tan diversas, en una situación donde faltan los servicios sociales,
donde muchas mujeres son solteras y no tienen un marido que pueda
sustituirla. Pero se envía una señal importante, es una posibilidad de
compromiso con las nuevas formas de lucha y de organización. Ojalá sea un
compromiso para crear redes de comunicación entre mujeres de diverso tipo.
Crear un tejido social más fuerte, capaz de resistir a lo que está
sucediendo y también empezar a construir nuevas relaciones. Empezar a
implementar lo que se viene hablando sobre formas de auto gobernarnos,
reclamar el control de nuestra vida, empezar el proceso de no solamente
ponernos en contra sino ir definiendo qué tipo de sociedad queremos, cómo
vamos a construirla, qué precisamos de inmediato y cuáles son los objetivos
del futuro.

Yo creo que es importante hoy abrir una visión estratégica, no solamente
salir a la calle, sino salir a la calle con una visión de lo que deseamos e
intentamos construir. Sería una pena si vamos a la calle todas contentas y
después regresamos a casa y no se une este momento con la construcción de
algo distinto. Por eso es importante no solo demandar a un Estado que no
responde, sino comprender contra qué luchamos, que no son personajes. Estos
personajes son la expresión de un mal que es el sistema. Comprender lo que
está sucediendo a nivel económico, político, ecológico y empezar a hacer las
conexiones. Es verdaderamente la misma lucha: luchar contra la
contaminación, contra el capitalismo, la precarización de la vida y el
despojo y luchar contra el patriarcado son momentos diferentes de una misma
lucha. Pienso que esta movilización puede ayudar a crear conciencia sobre la
interconexión de estas luchas. Ojalá tengamos la capacidad crear un terreno
de unificación entre mujeres distintas.

Nosotras sentimos que nos entusiasma el paro y la movilización porque es un
mensaje, es una disputa en varios planos, también simbólica. Acá en el sur,
sobre todo la idea de la doble jornada, el trabajo doméstico, ha tomado
mucha fuerza porque al discutir el paro hubo que intercambiar sobre qué
precisábamos para parar. Eso dio lugar a un montón de discusión entre
mujeres. Muchas han planteado que no pueden parar porque están solas con sus
hijos e hijas, entonces vemos formas diversas de parar y participar. No nos
proponemos hacer un paro en el que si no podés parar las veinticuatro horas
no formás parte de la jornada y de la lucha, sino hacer un paro que
diversifique las opciones y todas podamos participar.

Justamente, yo pienso que a partir de las dificultades de hacer este paro,
de las dificultades de las mujeres que no pueden dejar a sus hijos, es
importante comprender cuál es el paso próximo. Porque, ¿qué pasa con estas
mujeres que están encarceladas por el trabajo doméstico todos los días y que
no tienen a nadie que las pueda ayudar? El paro es un momento de comprensión
y de transformación, porque mirando estas dificultades organizativas se
puede ver qué necesitamos, qué se puede hacer como cosa urgente. Ver que
existen tantas mujeres que no pueden ir a una reunión, al cine, porque son
prisioneras de ese trabajo. Cuando estuve en Bruselas unos meses vi que allá
las compañeras han impulsado la iniciativa de describir su jornada de
trabajo y luego han recogido esos testimonios. Han dicho también al estado
“todo esto es lo que las mujeres hacen”, están intentado decir “esta es la
cuenta por todo lo que hemos realizado”. Este tipo de acciones pueden
incrementar la conciencia y permiten pensar nuevas prácticas. Porque si
estamos encarceladas en el hogar entonces ¿qué estructura necesitamos en lo
urbano, en el barrio, para dar respuesta?, ¿cuáles son las necesidades
inmediatas y urgentes? 

En esa clave, al pensar el paro lo estábamos concibiendo como un momento
pedagógico para nosotras y para todas las mujeres, por tanto para señalar
los desafíos en todos los sentidos que vos nombras, para pensar qué
movimiento tenemos que construir, bien atado a la vida y la cotidianidad.
Pero también señalar los límites de la izquierda, los límites de ciertas
formas de hacer política, lo que sucede con el sindicalismo. El paro iluminó
muchas cosas, no solo para el propio movimiento de mujeres sino para muchas
más personas.

Así es. Antes existieron sindicatos que se ocupaban de la vida, del barrio,
que luchaban tomando en cuenta toda la vida de las trabajadoras y
trabajadores, no solo sobre las ocho o nueve horas. Ahora es una forma
burocrática que ya no funciona más, que no puede dar respuestas. He estado
hablando con una compañera que organizó en Islandia el paro de 1975, desde
allí las mujeres se han organizado en espacios urbanos donde se conversa, se
circula información, en todas las ciudades están estos espacios que son
experiencias colectivas para las mujeres. Estos lugares han facilitado mucho
la organización, porque cada uno ha sido un punto de expansión de la
información, de la táctica. Me gusta mucho pensar que se pueden crear estos
lugares, espacios de las mujeres. Crear, desde donde una vive, espacios
donde cuidarnos y dar discusiones entre mujeres. Insistir en la capacidad de
crear, reclamar el espacio, el derecho a la ciudad. Es importante pensar
este momento como un momento histórico, lo que está pasando con el Encuentro
de Mujeres en Argentina, que se organice algo internacionalmente de forma
autónoma sin los recursos y la intervención de la ONU. Se han hecho acciones
todos los 8 de marzo, pero este año está la dimensión internacional. Esta
jornada está reviviendo el sentido del 8 de marzo y dando lugar a un nuevo
internacionalismo.

Pero es importante pensar estratégicamente qué es lo que queremos. Claro que
no podemos saber muchas cosas, pero sí qué precisamos saber. Necesitamos una
visión estratégica más allá de la manifestación. También la memoria
histórica es importante para crear resistencia, la memoria sobre lo que ha
significado este día para la lucha de la mujeres, sobre el internacionalismo
feminista y el  significado de eso en la actualidad. Creo que hoy las
mujeres debemos estar más presentes en las luchas contra la guerra. En estas
manifestaciones en Estados Unidos no se le ha dado suficiente atención a la
problemática de la guerra.

-Este punto es importante desde la perspectiva latinoamericana y también nos
preguntamos por esto que nombras. La gente se moviliza cuando puede, cuando
hay conciencia y voluntad, pero ¿qué piensa sobre las invasiones y la guerra
el pueblo estadounidense?

Ahora se ven límites que no se veían y se empieza a insistir en la necesidad
de la lucha contra la guerra. Han estado y están bombardeando con drones
Yemen, han destruido Medio Oriente. Existe una relación fuerte entre la
guerra permanente y la militarización de la vida aquí, por eso es importante
esta temática. ¿De qué internacionalismo hablamos si no? Es importante que
todos digamos que no se puede excluir a las personas de ningún país, pero
también que no se debe bombardear ni destruir la vida en ningún país. Pienso
que en los materiales que se van a preparar y escribir es importante tener
esta visión histórica del internacionalismo feminista.

-Con respecto a la memoria histórica, al crecer bastante la auto
organización de las mujeres en varias ciudades de Uruguay, las compañeras
plantean una sensación de ser huérfanas, de empezar una lucha sin saber que
otras mujeres lucharon antes, desconociendo qué problemas tuvieron y cómo se
organizaron. ¿Tuvieron esta sensación en los años setenta cuando el
movimiento desbordaba las calles?

Para nosotras fue muy importante el trabajo de comenzar a reconstruir la
historia de otras mujeres, de comprender de dónde venimos, cuales fueron
nuestras madres, reconstruir y pensar en el feminismo liberal, en el
feminismo socialista -del que nace el 8 de marzo-, saber lo que planteaban
sobre la liberación de la mujer. De la historia del feminismo en América
Latina he descubierto dos años atrás la lucha de las mujeres en Argentina, a
Virginia Bolten y su consigna “ni patrón ni marido” y su periódico La Voz de
la Mujer.

Las historias locales, en el Río de la Plata, también son muy potentes. Por
ejemplo, la consigna de las mujeres en Uruguay en los años ochenta era
“nosotras queremos cambiar la vida”. Es hermoso reconectar con esas luchas.

Es imprescindible conversar con estas mujeres que son libros vivientes,
libros de la historia de las luchas. Esta concepción que planteas es
importante para construir una memoria larga. Tú te sientes parte de algo, no
puedes mirar el futuro sin mirar el pasado. Solamente cuando ves toda la
historia de lucha, los límites, los problemas de las experiencias
organizativas pasadas, intentas no repetir las mismas cosas. No puedes
identificar lo que estás haciendo si no miras que se ha hecho antes y cuáles
son las diferencias, aprender de esa experiencia, no pensar que has
inventado todo. 

* Nota de Correspondencia de Prensa: Silvia Federici, activista feminista
italo-estadounidense, escritora, profesora en la Hofstra University de Nueva
York. Trabajó como profesora en Nigeria durante la década de 1980. Fue una
de las principales animadoras de los debates internacionales sobre la
condición y la remuneración del trabajo doméstico. En sus trabajos concluye
que el trabajo reproductivo y de cuidados que hacen gratis las mujeres es la
base sobre la que se sostiene el capitalismo. Su monumental libro, “Calibán
y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria”, (Tinta Limón, Buenos
Aires, 2016) tiene varias ediciones.  .

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