Inmigraciones/ "La alternativa al nacionalismo chovinista es el internacionalismo revolucionario" [Piettro Basso - Entrevista]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Dom Oct 21 12:54:52 UYT 2018
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Correspondencia de Prensa
21 de octubre 2018
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Inmigraciones
Entrevista a Pietro Basso
“En Italia y Europa, la alternativa al nacionalismo chovinista es el
internacionalismo revolucionario”
Pietro Basso es sociólogo e investigador especializado en el proceso de las
migraciones internacionales. Docente en la Universidad Ca’ Foscari de
Venecia, tiene una vinculación estrecha con las organizaciones, como el
SI-Cobas, que en Italia participan de la organización de los trabajadores
inmigrantes. Esta entrevista fue realizada en nombre del colectivo Il Cuneo
Rosso del que Pietro forma parte, publicada en el sitio italiano Il pane e
le rose (http://www.pane-rose.it/) <http://www.pane-rose.it/> y luego en
francés en A l´encontre (http://alencontre.org/) <http://alencontre.org/>
Ideas de Izquierda, 21-10-2018
http://www.laizquierdadiario.com/
Traducción de Juan Dal Maso
En esta oportunidad, publicamos en castellano una versión reducida con los
principales conceptos. Basso debate sobre la actual situación en Italia, la
política del gobierno Liga-5 Estrellas contra los inmigrantes, su demagogia
de corto alcance hacia los trabajadores autóctonos y por último, encara la
polémica con el llamado “soberanismo de izquierda”.
***
-Inevitablemente, el primer aspecto para considerar al confrontar con el
actual gobierno italiano es la extrema ferocidad de su ataque a los
inmigrantes. ¿Cuál es el sentido de esta política?
Hay una gran brecha entre la vulgar demagogia de Salvini [Ministro del
Interior actual y referente de la Liga, N. de T.] y la real función de la
política migratoria del gobierno Liga-5 Estrellas. Él se presenta como el
salvador de Italia frente a la invasión de espantosas mareas de inmigrantes.
¿Pero de cuál invasión habla? El movimiento migratorio hacia Italia es el
más reducido de los últimos veinte años, y esto ha ocurrido en primer lugar
por efecto de los decretos y la política de Minniti [Ministro del Interior
del gobierno de Renzi, N. de T.], sobre cuyas líneas se mueve el actual
ministro de policía, endureciéndolos. Lo mismo vale para el movimiento
migratorio hacia Europa.
Por otra parte, la Confindustria y los industriales del Veneto han recordado
a sus subalternos en el gobierno que existe hoy, aunque con una tasa de
crecimiento económica reducida, una necesidad de nuevos y nuevas inmigrantes
cercana a 200 mil al año. Esto lo saben bien Salvini y Di Maio
[vicepresidente del consejo de ministros, N. de T.], perros guardianes de la
patronal. Su tarea, como la de sus precedesores Minniti y Renzi, es otra:
aterrorizar a los inmigrantes que llegan al país, humillarlos al extremo,
golpearlos en su ánimo, de modo que finalmente se dispongan a aceptar las
formas más extremas y degradantes de explotación del trabajo sin abrir la
boca.
No hay que olvidar que desde hace unos diez años en Italia los protagonistas
de las luchas sindicales más duras han sido precisamente algunos miles de
trabajadores inmigrantes de la logística, y han sido las revueltas de
jornaleros africanos las que alzaron el velo sobre las infames condiciones
de trabajo en los campos. “Basta con este robo, si están aquí, deben solo
agradecer y deslomarse a nuestro servicio”: He ahí la intimidación que el
gobienro envía a quien está entrando en Italia o proyecta hacerlo. ¿Cero
inmigración? No. El objetivo es inmigración con cero derechos, para
alimentar la ya vasta producción sumergida [fuera del mercado laboral
formal, N. de T.], o hacer de mano de obra no calificada con los contratos y
subcontratos de la producción “regular”.
Se habla muy poco, desafortunadamente, de un instrumento esencial para la
producción estatal de inmigrantes “clandestinos”, esto es, forzadamente
privados de permiso de residencia. Este instrumento son los decretos que
definen año por año cuántos nuevos inmigrantes pueden ser regularizados.
Ahora, en los últimos diez años, con la sola excepción del 2011, por los
ingresos regulares en Italia de inmigrantes no estacionales se han fijado
techos simplemente irrisorios: en promedio 13/14 mil al año. Y el techo
incluía a menudo un bueno número, o un gran número, de conversiones de
permisos de residencia de personas ya presentes en suelo italiano.
Esto significa que en la última década todos los gobiernos han programado
poner a disposición de las empresas, de varias ramas de las instituciones
(muncipalidades, escuelas, etc.) y de la criminalidad organizada, algunos
centenares de miles de trabajadores y trabajadoras inmigrantes obligados a
la irregularidad, privados de los más elementales derechos que otorga el
permiso de residencia. El cálculo actual es de cerca de 600 mil trabajadoras
y trabajadores inmigrantes en estas condiciones, obligados por el Estado a
permanecer en Italia sin permiso de residencia regular. En campaña
electoral, Salvini prometió expulsar a todos los 600 mil, y Berlusconi
disparó con munición más gruesa: “expulsaremos 1 millón” –miserables
mentiras, pero útiles como medio de intimidación, de un lado, y del otro
como falsa apertura a los desocupados y los precarios autóctonos.
Sobre este punto, sobre la necesidad de una inmigración con cero derechos,
la concordancia entre el gobierno Liga-5 Estrellas y la Unión Europea es
completa. Toda la UE está por la selección más despiadada de los inmigrantes
que buscan arribar a Europa; por dosificar las regularizaciones y las
concesiones del estatus de refugiado; por militarizar las fronteras europeas
y externalizarlas con la construcción de campos en toda África del Norte, no
solo en Libia. Las tensiones al interior de la UE son solamente sobre la
repartición de los costos y los beneficios de este nuevo tráfico de
esclavos, no sobre su prosecución y sus modalidades.
-Más allá de las razones estratégicas que explicaste, hay también razones
tácticas que explican estos ataques: por ejemplo, la dificultad de cumplir
las promeses electorales por las cuales la Liga y 5 Estrellas fueron
votados…
Correcto. El éxito de 5 Estrellas y la Liga está estrechamente ligado a sus
solemnes promesas de restituir a los trabajadores gran parte de lo que ha
sido rapiñado por treinta años de políticas “neoliberales”. Pero la
posilidad concreta de tal restitución no existe. Para hacer efectiva
solamente una parte, el gobierno debería atacar a los capitalistas, internos
y externos, los bancos, la bolsa; pero no piensa hacerlo en lo más mínimo.
Al contrario, en el centro de su política económica está la reducción de
impuestos al pequeño capital y la ratificación de la rebaja de impuestos de
hecho a los grandes capitales: la transformación de Italia en el más grande
paraíso fiscal de Europa. Entonces he aquí el fácil chivo expiatorio: ¡los
inmigrantes!
Esta propaganda antiinmigrantes, que se dirige particularmente contra los
proletarios inmigrantes, está en curso en Europa desde hace más de 40 años,
en Italia al menos desde hace 25 años. Es una propaganda sistemática,
obsesiva, capaz de cualquier astucia para manipular incluso datos reales,
capaz de cualquier infamia. Pasa a través de los medios de comunicación
estatales y privados, tradicionales y nuevos (ya es clarísimo que existen
empresas y bandas especializadas y pagadas que operan en Facebook,
Instagram, etc.), y se sirve de la legislación especial lanzada contra los
inmigrantes. En este largo lapso de tiempo han cambiado los ministros, pero
no la minestra [sopa típica italiana, N. de T.]: el veneno racista de
Estado. Este veneno se ha difundido en los últimos tiempos a nivel “popular”
por la casi total ausencia de reales antídotos, el primero de todos: la
lucha. Y así no ha encontrado grandes obstáculos la cínica especulación del
Estado sobre el desánimo, los miedos, la ignorancia de amplios estratos de
trabajadores, en un contexto de empeoramiento general de la existencia de
los asalariados y de los sectores medios.
Atención, sin embargo, a un refrán muy difundido en estos meses: Salvini se
hace el duro (lo hace con los más desposeídos e indefensos, obviamente) para
conseguir votos. Por lo tanto: lo hace porque se lo pide, de hecho se lo
impone, “la gente”. Este versito no tiene nada de ingenuo, porque coloca
abajo, en los estratos “populares”, la fuente primigenia del racismo, de la
violencia y de las discriminaciones contra los inmigrantes. Y de este modo
oculta e invierte el proceso efectivo. El racismo como arma de la clase
explotadora tiene dos fuentes inagotables: el mercado (el capital –en todas
las empresas existe una división del trabajo fundada sobre bases raciales) y
el Estado (del capital). Y hay un sistema igualmente inagotable de correas
de transmisión operante las 24 horas constituido por los mass media, que
están en las manos del capital y el Estado.
Los primeros destinatarios de toda esta mugre son, naturalmente, los
trabajadores autóctonos (capitalistas y gobernantes no necesitan ser
amaestrados, ellos nacen ya “educados”). Y hoy estamos llegando a un punto
crítico porque una serie de eventos señalan que el veneno racista ha
avanzado mucho entre los trabajadores, especialmente entre los más
desarmados (ancianos, pobres, desocupados), además de los más
“aristocráticos” (que se imaginan a ellos mismos como burgueses). Ha
avanzado por razones materiales antes que nada: por la inseguridad social y
personal que oprime a muchos, que temen ser perjudicados por la competencia
o la simple presencia de la población inmigrante, que tienen un miedo
creciente por el futuro que les espera y espera a las nuevas generaciones de
autóctonos. Ha avanzado tanto que es posible incluso poner en escena la
inversión de la realidad haciendo de ellos los que piden a Salvini y Di Maio
políticas feroces contra los y las inmigrantes –mientras los difusores
profesionales de veneno racista pueden disfrazarse de simples ejecutores de
sentencias emitidas por el pueblo. El famoso “pueblo soberano”....
-¿Qué tipo de movilización hay que desarrollar frente a este racismo de
Estado, que está echando raíces en los estratos populares?
La división por líneas “raciales” o nacionales nunca ha traído nada bueno a
los oprimidos. ¿Quién ha dicho que los inmigrantes pueden ser solamente
competidores desleales de los autóctonos? Los proletarios inmigrantes no
vienen aquí desde el Sur del mundo para hacerse tratar como esclavos. Vienen
para conquistar una vida digna de ser vivida, que les es negada en sus
países de origen. Es la legislación especial contra ellos, es la incesante
propaganda de Estado que los inferioriza y los criminaliza la que los pone
en una condición de permanente extorsión para obligarlos a aceptar también
condiciones de trabajo, de casa, de vida, que ellos mismos perciben como
indignas. Y entonces el paso a dar es destruir este chantaje. ¡Imponer su
regularización sin condiones, la total y efectiva paridad de tratamiento en
todos los aspectos entre trabajadores inmigrantes y autóctonos!
No son los trabajadores inmigrantes quienes han quitado la escala móvil [de
salarios y horas de trabajo, N. de T.], el contrato nacional, la salud casi
gratuita. No son ellos quienes han aprobado el Fiscal Compact, la Jobs Act,
la reforma Fornero [reforma previsional que aumentó la edad jubilatoria
aprobada en diciembre de 2011, N. de T.]. No son ellos quienes se han
enriquecido con el congelamiento de los salarios, el alargamiento de la
jornada laboral, con los títulos de la deuda pública. En todo caso, han
sufrido todo esto más que nosotros los autóctonos. Y por lo tanto, para
poner fin a este treintenio maldito de retrocesos siempre más desodernados y
pasivos, volvámonos y unámonos contra nuestros verdaderos enemigos: la
patronal, los bancos, el gobierno Salvini-Di Maio, el Banco Central Europeo,
la Unión Europea. Volvamos a la lucha conjunta con nuestros hermanos de
clase inmigrantes. Divididos no somos nada, unidos nos volvemos muy fuertes.
-Ciertos discursos que circulan en la izquierda dicen que es un gobierno un
poco xenófobo pero que podría llevar adelante políticas laborales
interesantes. Estas ilusiones ya encontraron una primera desmentida con el
Decreto Diginidad…
Efectivamente. Como hasta ahora la agresión a los demandantes de asilo y los
inmigrantes había sido casi la única actividad del gobierno, hacía falta
darle alguna señal de “restitución”, después de tres meses de vida. Y ahí
está el “Decreto Dignidad” [que limita los contratos temporales y penaliza a
las empresas que llevan su producción en el extranjero, N. de T.], un nombre
pomposo estudiado para agrandar las pocas migajas tiradas sobre la mesa (era
el DD 1.0). Pero apenas se ha hecho sentir la voz del patrón, el DD 1.0 se
ha transformado de golpe en el DD 2.0 que retira buena parte de esas migajas
y reintroduce los vouchers [pago con bonos para “prestaciones ocasionales”
cuyo uso se amplió con la Jobs Act legalizando el trabajo en negro, N. de
T.].
Los dirigentes de 5 Estrellas habían partido del solemne empeño de hacer
pedazos la Jobs Act y reintroducir el artículo 18. Nada de eso. Toda la
legislación que en más de veinte años ha precarizado las relaciones
laborales multiplicando las formas contractuales, vaciado los contratos
nacionales, transformado la estructura del salario, restringido brualmente
la democracia en los lugares de trabajo y en la representación, en síntesis,
todo, al andamiaje antiobrero puesto en pie por las políticas neoliberales
de la centroderecha y de la centroizquierda queda intacto, incluso los
vouchers. La grandiosa revolución en las relaciones de trabajo de Gigino [Di
Maio, N. de T.] –alguien que ignora lo que es trabajar y lo que es la
dignidad– se asemeja, en pequeño, a la broma de los 80 euros de Renzi [bono
mensual para los trabajadores que ganan entre 8.174 y 24.600 euros anuales,
que muchos trabajadores tuvieron que restituir por superar levemente los
límites establecidos, N. de T.], que era el preludio al mazazo de la Jobs
Act: te doy 80 hoy para sacarte 800 mañana.
-Para terminar: hay que registrar que las ilusiones más perniciosas respecto
del actual ejecutivo son difundidas por intelectuales que declaran moverse
en la vía del materialismo histórico. Incluso si después abrazan la óptica
bien poco marxista de la defensa del llamado interés nacional, concebido
como interés superior que une a todas las clases sociales. Por esta vía, en
la revista online Marx21, Pasquale Cicalese ha llegado a hablar de Salvini
como un Enrico Mattei menos consciente, pero de todos modos, dedicado a la
causa de liberación del país…
Sí, tal cual. Es un espectáculo entre grotesco y sórdido, que hace acordar
al enrolamiento en el nacionalismo y el fascismo, hace un siglo, de un
cierto número de intelectuales anarco-sindicalistas, socialistas y hasta
excomunistas. Se ha indignado incluso Giorgio Cremaschi de Potere al Popolo,
que ha intimado a estos “falsos compañeros” con un más que justificado
“¡fuera las manos de Marx!”.
Uno de los exponentes de este espectáculo lamentable, el tal [Sergio]
Cesaratto, que seguro no conoce ni siquiera el abc de la historia del
movimiento obrero, se aventura en “pensamientos” de este tipo: “Existen ya
dos izquierdas, entre las cuales el parteaguas es la importancia atribuida
al concepto de soberanía”, “soberanía democrática, social y reformista”. Y
según su parecer ha llegado el momento de que emerja en Europa una izquierda
que “arrebate a la derecha la bandera de la defensa de los intereses
nacionales”, y practique –atención que viene una perla– “un
internacionalismo auténtico, orientado a restituir a los pueblos del
continente la soberanía perdida, fuera de las estructuras supranacionales en
las que prevalece la ley del más fuerte”.
Para ellos, en resumen, el internacionalismo auténtico sería el que anhela
volver a las naciones y los nacionalismo pre-Unión Europea, a la Europa de
“naciones soberanas” imperialistas (¿correcto?), que parió dos guerras
mundiales (¿no es cierto, Cesaratto?), en las cuales, obviamente, prevaleció
el imperialismo (no europeo) más fuerte. Por lo tanto es una perspectiva
entera y auténticamente reaccionaria.
Pero hay una cosa esencial que escapa a muchos de quienes no pretenden, no
pueden, suscribir monstruosidades como esta: la subordinación de la clase a
la nación que caracteriza a toda esta gente de la que hablábamos viene de
lejos, de muy lejos, de la “vía italiana al socialismo” y el “partido nuevo”
de Palmiro Togliatti.
Y sin una crítica corrosiva, internacionalista, revolucionaria, de esa
ideología, de esa perspectiva estratégica, de esa historia política –que los
ambientes de Eurostop y neotogliattianos [como Potere al Popolo, N. de T.]
se cuidan muy bien de hacer– se está condenado a priori a resbalar hacia los
lugares en que están aquellos a quienes se intima a sacar las manos de Marx.
No hay terceras vías: o el nacionalismo chovinista que pone en primer lugar
la defensa de los interesas de la nación, o sea del capitalismo nacional,
del imperialismo italiano (una categoría culpablemente desaparecida, junto
con la metódica denuncia de la OTAN); o el internacionalismo revolucionario
centrado en las necesidades, las expectativas, las más profundas
aspiraciones de liberación de los explotados de todas las “razas” y los
colores ¡Unámonos contra el capital global, globalicemos la lucha y la
organización de clase!
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