América Latina/ Rosa desteñido. Grupo de Puebla: la nueva entente progresista [Fabián Kovacik]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Dic 20 16:47:44 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

20 de diciembre 2019

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América Latina

 

La nueva entente progresista 

 

Rosa desteñido 

 

Con los presidentes de México y Argentina como sus principales impulsores, el Grupo de Puebla intenta convertirse en la nueva alianza de referencia del progresismo continental. A la ausencia de Cuba y Venezuela en su seno suma algunas otras diferencias de peso con respecto a su antecesor, el Foro de San Pablo.

 

Fabián Kovacic, desde Buenos Aires

Brecha, 20-12-2019

https://brecha.com.uy/

 

La nueva situación, generada a comienzos de 2019, en Venezuela –que derivó en la constitución de un gobierno paralelo al de Nicolás Maduro– y la crisis de los modelos económicos y sociales del conservadurismo regional fueron catalizadores de la construcción de una alternativa progresista en la región, que es, sin embargo, mucho más suave en lo ideológico que el viejo Foro de San Pablo.

 

Sus orígenes deben rastrearse en febrero de este año. Apenas asumido como presidente de México, Andrés Manuel López Obrador llamó, junto con su par uruguayo, Tabaré Vázquez, a una reunión en Montevideo para establecer un mecanismo de negociación y salida de la crisis venezolana. Contrarios a los lineamientos del Grupo de Lima, fundado en 2017 –que desconoce al gobierno de Nicolás Maduro y está integrado por 14 países, con el especial apoyo de Estados Unidos–, México y Uruguay establecieron el llamado Mecanismo de Montevideo, en busca de potenciar el diálogo y evitar la injerencia estadounidense e internacional en Venezuela. Mientras que el Grupo de Lima es dominado por gobiernos conservadores, el Mecanismo de Montevideo está constituido por su contraparte, ligada a políticas de centroizquierda y progresistas.

 

Creado con el apoyo del gobierno venezolano, el Mecanismo no logró contrarrestar la influencia del Grupo de Lima, pero colaboró de rebote con la creación del Grupo de Puebla. Este, a diferencia de la alianza conservadora, no es una instancia institucional formada por Estados, sino un grupo de opinión constituido por personalidades políticas y académicas. Solamente México y Argentina –a partir de la asunción de Alberto Fernández– representan en la interna del grupo políticas estatales de peso.

 

Miembros y objetivos

 

Cuarenta personalidades de 12 países latinoamericanos y España integran el núcleo fundador del grupo. Además de López Obrador y Fernández, se destacan los ex presidentes brasileños Lula da Silva y Dilma Rousseff, el ecuatoriano Rafael Correa, el paraguayo Fernando Lugo, el español José Luis Rodríguez Zapatero, el uruguayo José Mujica, el colombiano Ernesto Samper y el dominicano Leonel Fernández, a quienes se sumó, tras su destitución, el mandatario boliviano Evo Morales. También están el brasileño Aloizio Mercadante, ex ministro de Educación de Rousseff y uno de los fundadores del Partido de los Trabajadores (PT); el chileno Marco Enríquez‑Ominami, ex senador socialista y fundador del Partido Progresista; ex funcionarios y dirigentes de los gobiernos progresistas de los últimos años en Ecuador y Bolivia, y dirigentes de partidos de izquierda y centroizquierda de Colombia.

 

El colectivo, que agrupa a personalidades de la política y el mundo académico internacional, busca contribuir “al diseño de programas que puedan acompañar a los futuros gobiernos progresistas, comprometidos con un modelo económico de crecimiento con inclusiónâ€. Recoge parte de la agenda de demandas sociales y políticas generadas en los últimos años a partir de la crisis medioambiental mundial y el avance de los movimientos feminista y de las diversidades sexual y étnica, junto con históricas demandas socioeconómicas, por empleo, salud, educación y vivienda. Como vocero durante su primer encuentro, en la ciudad mexicana de Puebla entre el 12 y el 14 de julio, Enríquez‑Ominami señaló la importancia del grupo “para contener el avance de la derecha conservadora en la región†y afirmó que es necesario “reconocer que tanto el mercado como el capital son ineludibles en el debateâ€. Dos cuestiones centrales de la izquierda latinoamericana desde la caída del muro de Berlín.

 

¿Y el Foro de San Pablo? 

 

El surgimiento del Grupo de Puebla invita a repensar la vigencia y el alcance del histórico Foro de San Pablo, creado en 1990 por el PT. El punto de toque, sin lugar a dudas, es Venezuela. Mientras que el Foro apoya el gobierno de Maduro –e incluye al oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela–, Puebla no tiene entre sus filas ningún representante venezolano y busca una salida negociada y pacífica del conflicto político en ese país.

 

Mientras que entre los 111 partidos integrantes del Foro de San Pablo coexisten formaciones que ejercen el gobierno, como en los casos de los partidos miembros en Cuba, Uruguay, Venezuela y Nicaragua, en Puebla los protagonistas son personalidades destacadas pero desligadas, en lo posible, de labores gubernamentales. De hecho, los comunicados del Grupo de Puebla sobre sucesos regionales no llevan la firma de los presidentes de Argentina y México, ni la de sus funcionarios públicos.

 

Por lo pronto, a seis meses de su fundación, el nuevo colectivo progresista sentó posición sobre varios de los últimos sucesos políticos en el continente. Condenó el golpe de Estado en Bolivia y felicitó al gobierno argentino por haber acogido como refugiados a Evo Morales y a su vice, Ãlvaro García Linera; rechazó las violaciones de los derechos humanos en Chile cometidas por el gobierno de Sebastián Piñera; reclamó por el trato de los presos políticos en Ecuador, y censuró las declaraciones del secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, quien el 2 de diciembre señaló que su país actuaría preventivamente “para evitar que países como Cuba y Venezuela se apropien de las protestas†en Bolivia, Chile, Colombia y Ecuador, y “que estas protestas desemboquen en revueltas y violencia, que no reflejan la voluntad democrática del puebloâ€.

 

En un comunicado emitido el 6 de diciembre y firmado por 16 miembros, el Grupo de Puebla le contestó a Pompeo con su propio diagnóstico de la situación: “La crisis del neoliberalismo ha provocado en la región situaciones de desigualdad, pobreza extrema, exclusión y hambre, que han obligado a sus pueblos a manifestarse. Los levantamientos de la ciudadanía latinoamericana deben comprenderse como genuinas manifestaciones del descontento social ante las fallas del sistema capitalista‑neoliberal, y no así como conspiraciones ideológicasâ€.

 

La próxima reunión del Grupo de Puebla será en Colombia a mediados de mayo del año que viene, anunció Clara López de Obregón, ex ministra de Trabajo de ese país. La agenda del encuentro incluirá el levantamiento chileno, la crisis humanitaria en Haití, la situación en Bolivia y las protestas en Colombia. 

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Contra el lawfare

 

Una de las diferencias claves en el contexto de surgimiento del Grupo de Puebla y de la instancia fundada en San Pablo en 1990 es la llamada guerra jurídica o lawfare. Se trata de un arma con la cual la derecha, vestida con ropaje institucional, se llevó puestos a varios dirigentes y gobiernos progresistas a través de procesos judiciales amañados.

 

El Grupo de Puebla decidió, el mismo día de su constitución, el 14 de julio, crear el Comité Latinoamericano por la Defensa de la Justicia y la Democracia, integrado por 19 juristas de la región, y encabezado por el ex juez español Baltasar Garzón y el abogado argentino Damián Loreti. El organismo considera la detención, el enjuiciamiento y la condena del ex presidente brasileño Lula da Silva el caso emblemático de lawfare en la región, sin excluir los de los ex mandatarios Cristina Fernández, en Argentina; Rafael Correa, en Ecuador; Fernando Lugo, en Paraguay, y Evo Morales, en Bolivia. Al mismo tiempo, considera la crisis paraguaya de 2012 y el golpe contra el hondureño Manuel Zelaya, en 2009, ejemplos de acciones destituyentes en que las instituciones y especialmente el poder judicial se conjugaron para derribar el gobierno constitucional.

 

En todos ellos la democracia aparece como un valor imprescindible para el desarrollo de las sociedades modernas, sin discusión sobre el capital y el mercado, dos viejas banderas de debate en la izquierda tradicional.

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