Cuba/ La esperanza secuestrada [José Jasán Nieves]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Ene 14 09:46:50 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

14 de enero 2019

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Cuba

 

Testimonio de un joven “subversivo”

 

La esperanza secuestrada 

 

Los ideales que inspiraron a la revolución cubana están secuestrados por una
clase burocrática que avanza en el camino del agotamiento y la
desmovilización interna.

 

José Jasán Nieves

Brecha, 4-1-2019

https://brecha.com.uy/

 

Soy un producto “genuino” de la obra revolucionaria: nacido en 1987, mis
recuerdos de los últimos años de bonanza económica subsidiada por la Unión
Soviética son prácticamente inexistentes, pero comienzan cuando la
participación y la entrega de la mayoría iban sin cuestionamientos tras los
llamados a tareas colectivas desde el liderazgo del país, especialmente de
Fidel.

 

Fui educado en plena crisis de los años noventa por profesores que, sin
tener casi qué comer, no dejaron de ir a las escuelas. Fui dirigente de los
Pioneros y la federación estudiantil de la enseñanza media; soy graduado de
periodismo en una universidad cubana en la que no tuve que pagar un centavo
por matrícula o libros, y participé con entusiasmo, tras mi graduación, en
el llamado para “cambiar todo lo que debe ser cambiado” en el sistema de
medios estatales del país.

 

Hoy, en cambio, soy considerado un “subversivo” y un “mercenario” por el
sistema en el que he decidido seguir viviendo, aunque sea al margen de la
legalidad y en condición de outsider de la institucionalidad estatal y
gremial.

 

¿Mi falta? Impulsar un ejercicio de la comunicación pública y el periodismo
fuera del control del Partido Comunista, que hace balance y seguimiento del
poder y de su pensamiento.

 

Y ahí llegué después de confirmarme que, desde dentro, muy poco o nada se
puede hacer para transformar una estructura que perdió hace muchos años su
capacidad autorregenerativa y sólo reproduce conservadurismo.

 

En manos de esa estructura está construir y multiplicar sentidos que
reproduzcan y mantengan activos los “ideales” de un modelo único en el
mundo. Y aunque deteriorados por el efecto de años de sacrificios materiales
e idas y venidas políticas (pero especialmente por el sostenido
distanciamiento entre el discurso oficial y la realidad cotidiana), los
valores fundacionales de la revolución cubana todavía subsisten y generan
capital de movilización.

 

El altruismo, la solidaridad, las ansias de justicia social, el humanismo y
la defensa de la soberanía nacional emergen lo mismo en el edificio donde un
vecino necesita ayuda que ante coyunturas de desastres, discriminaciones,
actos de inhumanidad e injerencia externa.

 

Pero esos mismos valores (fomentados, enseñados, inculcados) han comenzado a
diluirse entre jóvenes y adolescentes que hoy, en creciente mayoría, se
muestran menos interesados en replicar sacrificios y retóricas y ponen la
prosperidad económica como la meta principal de sus vidas.

 

Ante la realidad del bloqueo económico y político desplegado por Estados
Unidos desde inicios de los años sesenta, construir a la defensiva ha sido
imperativo. Pero también pretexto.

 

Bajo el antiguo precepto de que en plaza sitiada cualquier disidencia es
traición, la capacidad de respuesta del sistema socialista cubano ante lo
diferente se ha configurado y mantenido en niveles sumamente bajos.

 

Para controlar han echado mano a varias prácticas cuestionables en el
ordenamiento y la aplicación de la justicia. La primera es la vaguedad en
las regulaciones, por ejemplo, con prohibiciones de crear o distribuir
“contenidos lesivos a los valores éticos y culturales”, sin definir cuáles
son esos valores.

 

Otra muestra es la discrecionalidad en la aplicación de las leyes y el doble
rasero en las decisiones: centenares de solicitudes esperan ser aprobadas en
el registro de asociaciones del Ministerio de Justicia desde hace una
década, pero en menos de tres años un artista extranjero consigue que le
dejen tener una Ong en Cuba; sencillamente porque tiene la voluntad (a
favor) del más alto nivel de “dirección del país” de su lado.

 

Indefensión

 

A todo ello súmese la dificultad para acceder a la justicia colegiada para
reclamar una decisión de la administración estatal. En la inmensa mayoría de
los casos quien decide si procede la reclamación ante un decomiso policial,
por citar un caso, es el jefe de los policías; y el afectado no tiene
oportunidad de llevar esa decisión a un tribunal.

 

Todo ello ha colocado a los ciudadanos en una situación de indefensión tal
ante el Estado que se rompe cualquier ideal del rol del funcionariado como
“servidor público” en un sistema de justicia social. Por más que lo digan,
los funcionarios en Cuba no se deben al pueblo, sino a sus jefes.

 

En las últimas décadas la aspiración democrática que radica en las bases
mismas del socialismo ha sido moldeada y resignificada a conveniencia de la
gobernabilidad. Y ese es un juego peligroso para el prestigio.

 

De un día para otro hemos pasado de ir a prisión por tener dólares
estadounidenses en las manos, a necesitarlos desesperadamente. Hemos pasado
de ser discriminados en tierra propia al no poder entrar a hoteles o tener
teléfonos celulares, a ser el segundo mayor mercado de ingresos para el
turismo y generar una de las fuentes de divisas más frescas para la exhausta
economía nacional con las “recargas de saldo”.

 

Y para aportar el gesto más reciente, los voceros oficiales han pasado de
condenar al béisbol profesional como “la pelota esclava”, a firmar un
acuerdo con la organización de las Grandes Ligas estadounidenses para que
los peloteros cubanos puedan contratarse en “la gran carpa” a través de la
federación del deporte en el archipiélago.

 

Cada decisión ha respondido a una coyuntura distinta, pero las consecuencias
en las vidas de las personas han sido demasiado concretas como para no poner
en crisis la subjetividad de los valores que las han sustentado.

 

La práctica-pragmática política de 60 años en el gobierno, en manos de las
mismas personas, comienza a pasar factura en la credibilidad. Hemos visto
demasiados ires y venires de un punto a su opuesto, dichos o ejecutados por
las mismas personas.

 

Quien lo señale, lo alerte, cae con mucha facilidad en el bando de los
incómodos. La “debilidad político-ideológica” cae como sambenito cuando se
pone en cuestión una decisión “de arriba”. Casi todo aquel que ha tenido un
pensamiento propio, incluso hereje, ha pagado consecuencias por intentar
hacer más flexible el orden dentro de la plaza sitiada.

 

Pero ¿cómo creer a quien donde dijo “digo” dice “Diego”? El cinismo, la
simulación a conveniencia, se convierten en “antivalores” útiles para capear
las consecuencias de ser transparente u honesto en un momento en que no es
“conveniente” políticamente. En ese proceso muere la sincera participación
en la construcción colectiva de un proyecto, aunque no se haya dejado de
creer en los mismos valores compartidos.

 

Está inconclusa nuestra república (la de José Martí, “con todos y para el
bien de todos”) porque una “vanguardia” autoerigida en poseedora de todo el
saber y el poder, legitimada por un sistema representativo de votación
indirecta, afirma gobernar en nombre de todos, aunque en realidad sea en
nombre de su tranquilidad.

 

Si socialismo es socializar el poder, la propiedad, la riqueza, el
conocimiento, la información… todavía hay oportunidad para construir
consenso; pero no de la mano de un aparato que fabrica enemigos a
conveniencia.

 

En cada joven que ha sido sancionado, señalado como problemático, obligado a
aceptar una imposición que con el paso del tiempo los mismos que la
impusieron flexibilizan, se ha levantado un valladar y sembrado el germen de
la desconfianza.

 

Los ideales se agotan cuando quienes deben mantenerlos frescos, vitales,
persisten en el camino de la exclusión. Van avanzando en su ruta sólo con
los dóciles y con los que tienen el don de la oportunidad (para simular sus
posturas o esconderlas y adaptarlas a las circunstancias), y esa puede ser
la receta perfecta para entrar a un callejón sin salida mientras se afirma
buscar la ruta que conduce al campo abierto de todas las libertades.

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