Uruguay/ Balas de nadie en la Policía. Las Glock que no dejan marcas [Venancio Acosta]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Vie Ene 18 15:26:45 UYT 2019
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Correspondencia de Prensa
19 de enero 2019
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Uruguay
Balas de nadie en la Policía
El mundo según Glock
Por su diseño, las pistolas Glock 9 milímetros no marcan las balas que
disparan, lo que hace muy difícil establecer de qué arma salió un proyectil
y por tanto detectar al responsable del disparo. A pesar de esta dificultad,
que tiene a mal traer a la criminalística mundial, la Policía uruguaya la
eligió hace años como su arma de reglamento.
Venancio Acosta
Brecha, 19-1-2019
https://brecha.com.uy/
Poco puede un machete contra la mejor arma corta del mundo.
Fue así que, a principios de enero, Gilberto Pellejero, de 41 años, fue
acribillado por una decena de disparos de pistolas semiautomáticas, luego de
blandir un arma blanca contra un contingente policial que lo perseguía.
Según la versión oficial, el hombre viajaba en un auto robado y desacató la
voz de alto. Acto seguido se refugió en la casa de su hija, en Paso de la
Arena, que fue asaltada por los policías en circunstancias cuya legitimidad
la justicia intenta determinar. La investigación enfrenta un obstáculo
difícil de superar: determinar de qué armas salieron los disparos que
mataron a Pellejero e identificar a los tiradores entre los 11 policías
implicados en la persecución.
El caso volvió a exponer un tema que el Ministerio del Interior (MI) viene
esquivando en los últimos años. Se trata de la dificultad –para la balística
forense– de determinar con exactitud la autoría de los disparos realizados
con las pistolas Glock, calibre nueve milímetros, que usa la Policía
nacional. En entrevista con el diario El País, el perito criminalístico
Luciano Posada aseveró que las características de estas armas en cuestión
impiden la identificación de los proyectiles que disparan, lo cual dificulta
sobremanera la aclaración de los homicidios en los que hay policías
implicados.
La información había sido publicada por Brecha en el año 2015, cuando las
pericias forenses no pudieron identificar la procedencia de la bala policial
que asesinó a Ruben Martínez en el barrio Peñarol. En ese entonces el
informe del Departamento de Balística –consignado en el expediente–
certificaba, respecto del proyectil: “Por su masa, dimensiones y morfología,
corresponde al calibre nueve milímetros, el que no cuenta con elementos para
cotejo que permitan individualizar el arma que lo disparó”. Según el perito
en balística forense que actuó en el caso, se trataba de una característica
“genérica” de las armas de reglamento de la Policía uruguaya. (1) En tanto,
mientras el caso de Paso de la Arena se dirime en la justicia, resurgen las
dudas acerca del doble filo de las armas policiales.
Nuevo orden
Los peritos balísticos llaman “alma” o “ánima” al interior del cañón de las
armas de fuego. Las características de esta parte del artefacto –desde donde
salen expulsadas las balas– pueden ser diversas, pero suelen clasificarse en
dos grandes grupos. Las más comunes son las “estriadas” o “rayadas”, cuya
particularidad es que en su interior tienen un relieve, calado o estría, que
básicamente ayuda a direccionar y estabilizar el disparo haciendo que el
proyectil gire sobre su eje longitudinal. Estas estrías dejan marcas en el
proyectil disparado, lo que permite a los forenses identificar el arma de la
cual salió, dado que las impresiones que dejan se equiparan a las “huellas
digitales” de cada arma. Y llegado el caso –según los registros legales–
permiten determinar la identidad del tirador. El segundo grupo lo
constituyen las armas de “ánima lisa”, así llamadas porque el interior del
cañón no presenta estrías, razón por las cual no estabilizan debidamente el
proyectil que expulsan ni dejan marcas en él. Son las que tienen las
escopetas, principalmente.
Las pistolas Glock calibre nueve milímetros pertenecen al primer grupo. No
obstante, el interior del cañón no se corresponde con un estriado clásico,
debido a que el calado interno del arma es menos preciso y presenta
ondulaciones. Se lo conoce como estriado “poligonal” o “hexagonal”. Por
consiguiente, las impresiones que quedan en el proyectil son menos nítidas
al microscopio. Se trata de una particularidad que favorece la precisión y
la practicidad del disparo (razón por la cual la marca es aclamada a nivel
mundial), pero que se ha vuelto la pesadilla de los técnicos forenses y los
investigadores judiciales que pretendan determinar el origen de la bala. No
es una característica exclusiva de las Glock. Pero aun así, la marca
austríaca se convirtió, hacia fines del siglo XX, en la principal proveedora
de pistolas de los cuerpos policiales del mundo (más preocupados por la
efectividad de los disparos que por los despistes a nivel de la
investigación forense). Entre ellos la Policía uruguaya.
Adiós al 38
La adquisición de armas de fuego por parte del Ministerio del Interior
durante los últimos años se ha efectuado casi exclusivamente a través de
compras directas. A la vez, se ha intentado mantener los detalles en
reserva, tal como lo prevé el Texto Ordenado de Contabilidad y
Administración Financiera (Tocaf). No obstante, documentos a los que accedió
Brecha y testimonios de ex jerarcas permiten manejar una idea certera de
estos movimientos, al menos hasta el año 2015.
El proceso mediante el cual se impuso la pistola Glock nueve milímetros como
arma reglamentaria de la Policía fue paulatino y comenzó a principios de los
años dos mil. Antes, el arma más común en la cintura de los azules era
–entre otras– el revólver Smith & Wesson Special, calibre 38. Esta
transformación se aceleró, sin embargo, durante los períodos de gobierno del
Frente Amplio, en especial luego del nombramiento de Eduardo Bonomi al
frente de la cartera de Interior.
“Las Glock se empezaron a comprar en mi período, pero en forma muy puntual”,
dijo a Brecha el ex ministro Guillermo Stirling (que actuó entre 1998 y
2004). “Pero unánimemente cuando consultabas a policías de jerarquía todos
coincidían en que era la mejor arma”, detalló. En tanto, Guillermo Maciel
–ex director general de la cartera en ese momento– especificó a este
semanario que se compraron “algunas partidas de Glock para grupos
especializados que la habían pedido, como grupos de choque (…) en su momento
nos traían listados de qué armas utilizaban los servicios policiales en el
mundo. Ya en ese entonces Heckler & Koch y Glock dominaban el mercado
abiertamente”. En 2002 ya se autorizaba, mediante un decreto, el uso civil
del calibre nueve milímetros. (2)
“Cuando nosotros entramos empezaba la transición. Los oficiales empezaron a
tener Glock, y luego el personal subalterno; y había problemas porque a más
de uno se le escapaban los tiros porque no las sabían utilizar bien”, contó
a Brecha Juan Faroppa, subsecretario del entonces ministro del Interior,
José Díaz (durante en el primer gobierno del FA, al final de cuyo período se
compraron 4 mil pistolas). En tanto, Daisy Tourné –ministra hasta 2009–
afirmó que durante su mandato esta pistola aún no había sido implementada
como arma reglamentaria.
Fue a partir del año 2010 que la introducción de las pistolas comenzó a ser,
de hecho, una política ministerial. Ese año se compraron 4 mil pistolas
nueve milímetros. Más tarde, en 2013, se adquirieron 2.500 más. Y al año
siguiente se volvieron a comprar 3.010 pistolas, sumando un total de 9.510
armas de reglamento nuevas destinadas a la Policía nacional, que pertrechó
con ellas no sólo a los oficiales y a los cuerpos de choque, sino a gran
parte del personal ejecutivo. Las pistolas Glock junto con el reforzado
arsenal de la nueva Guardia Republicana (adquirido en gran parte a la firma
rusa Rosoboronexport S A en 2011 y 2013) fueron las dos principales
inversiones armamentísticas del primer período de Bonomi al frente del
ministerio. Todas las operaciones se realizaron a través del mecanismo de
compras directas por excepción, bajo el amparo de una cláusula que mantuvo
la transacción en secreto.(3)
“Hemos definido que el arma de reglamento de la Policía nacional será la
Glock nueve milímetros”, decía Charles Carrera –ex director de secretaría
del MI– ante el Parlamento en 2016. Ese mismo año, refiriéndose a episodios
que eran síntoma del mismo proceso, Bonomi les aseguraba a los legisladores
que había una “enorme demanda de pistolas Glock” desde Brasil. El ministro
fue apoyado por su entonces par en Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro,
que calificó el arma como “muy apetecible para los delincuentes”, y afirmó:
“Nosotros hemos visto asesinar policías en emboscadas para sacarles las
Glock”. Ya hacia mitad de 2018, ante la Comisión de Seguridad y Convivencia
del Senado, el ministro fue tajante: “Hoy todos los policías tienen Glock. Y
los que no, es porque todavía se sienten cómodos con el calibre 38. Pero son
contados con los dedos”.
Siguiendo los pasos de la Policía en cuanto a la innovación (signo de los
tiempos), el Ministerio de Defensa Nacional hizo su propia adquisición de
pistolas: en 2013 compró 1.000 sets de Glock nueve milímetros destinados a
la Armada Nacional. En 2015, argumentando que las armas ya habían sido
“probadas y adoptadas por la Armada y el Ministerio del Interior”, la
cartera destinó más recursos para adquirir 1.400 pistolas con destino al
Comando General del Ejército. Otras dos compras directas por excepción y en
reserva.
La proveedora del Estado en todas estas operaciones fue la firma Glock
América SA, filial que la empresa austríaca estableció en Montevideo, desde
donde se constituyó como la más importante distribuidora de armas a
gobiernos y particulares en América Latina. En 2018, sin embargo –según
publicó en mayo de ese año el portal Uypress–, la compañía habría abandonado
sus oficinas en la plaza Independencia para afincarse legalmente en Panamá.
No obstante, su representante en el país sigue siendo Silvercat SA, feudo
del empresario uruguayo Julio César Lestido, principal figura local entre
los importadores de armas y actual presidente de la Cámara Nacional de
Comercio y Servicios de Uruguay, además de un célebre tirador aficionado.
No compren
“A principios de los dos mil nosotros hicimos un informe en el que
desaconsejábamos la compra de este tipo de armas porque tienen un cañón que
carece de estrías propiamente dichas, y por lo tanto no hay forma de
determinar de qué armas fueron disparados los proyectiles. Incluso
argumentamos que no se habilitara la tenencia de estas armas en manos de
civiles. Lamentablemente no fuimos escuchados. Incluso cuando estaban
haciendo la reglamentación nos dejaron fuera porque nos oponíamos.” El
testimonio recogido por Brecha corresponde a Ramón Surraco Moratorio,
comisario retirado que fue jefe del Departamento de Balística de la entonces
Policía Técnica, durante el período de Guillermo Stirling como ministro del
Interior.
Reconocido como uno de los principales referentes en la temática, Surraco
fue hasta 2015 perito balístico de la Suprema Corte de Justicia. El ex
policía fue tajante: “Cualquier bala que salga de algún arma de estas es, en
este momento, imposible de identificar”. “Tuve varios casos en los que tres
o cuatro personas hacían disparos a una misma persona y el juez quería saber
cuál de esos disparos lo había matado. Entonces se buscaba el proyectil que
había causado la muerte, frente a otros que también lo habían herido. Y no
había probabilidades de identificarlo. Y esto es lo común”, dijo. Sin
embargo no descartó que las investigaciones puedan identificar al tirador a
través de otros caminos. Por ejemplo analizando las vainas de las balas, que
salen despedidas en el momento del disparo.
Consultado acerca de cuáles cree que son las razones que se dan para adoptar
estas armas, aun presentando esta dificultad, aseveró: “El argumento es que
es un arma muy potente, que tiene un cargador notable, muy liviana, con un
seguro muy sensible (que el policía tiene que estar muy adiestrado en
utilizar). Y por eso es un arma catalogada como de las mejores del mundo.
Pero también hay un asunto de conveniencia de precio”.
Sigan comprando
El procedimiento de cotejo para identificar el arma que hizo el disparo se
hace a través del llamado microscopio comparativo. Primero se hacen disparos
de prueba, en un ambiente controlado, con el arma encontrada en la escena.
Luego se lleva ese proyectil “testigo” o “bala indubitada” al microscopio,
para compararla con la bala “dubitada”. Roberto de los Santos fue director
de la Policía Científica entre los años 2007 y 2011. Preguntado acerca del
tema, opinó, aparentando cierta despreocupación: “Las armas modernas vienen
todas así”.
Luego desgranó algunas explicaciones técnicas: “Antes las estrías le daban
identidad al proyectil cuando pasaban por el cañón. Las estrías son como un
rayado que se les hace a los cañones mediante una herramienta especial, y
tienen como finalidad que, cuando el proyectil pase, ese estriado en forma
de espiral lo hace rotar alrededor de su eje. También le da estabilidad y
dirección en el aire, de lo contrario iría girando e impactaría de formas
imprevistas; de costado, de culote, etcétera. (Con las estrías) va más lejos
y es más preciso. Ahora, estos cañones poligonales, que ya tienen más de
diez años en el mercado, tienen un estriado diferente. Entonces no se le
imprime (al proyectil) una identidad certera. Es un desafío que han
planteado los grandes fabricantes de armamento”.
—¿No dejan ninguna marca o las dejan pero menos definidas?
—Dejan alguna marca. Pero cuando la bala atraviesa o impacta, ya la
superficie de identificación se reduce mucho. Y al microscopio es imposible
de identificar. Las identificaciones que se han hecho últimamente han sido
más por la vaina que por los proyectiles.
Sin embargo las certezas científicas del ex comisario no le impiden
concluir: “Fue una muy buena política el cambio de armas. Son las mejores
del mundo. No se compra un arma pensando en que no se pueden identificar los
proyectiles. Se las compra por su calidad, especificidad, durabilidad,
fiabilidad. Cuando está la vida de por medio, se ha pensado en equipar a los
policías con lo mejor. Todas están viniendo con ese problema. Problema para
la criminalística. Pero no para su uso operativo: son muchas más las
características beneficiosas que ese tema”.
Tenemos problemas
“Nosotros sí identificamos las armas. Si bien los proyectiles nos generan
problemas, por otros métodos a veces sí logramos identificarlas”, manifestó
a Brecha una fuente del Departamento de Balística de la Policía Científica.
Frente al sigilo de las autoridades políticas del MI respecto del tema, el
especialista asumió:
—Tenemos problemas para identificar los proyectiles de las armas
poligonales, sí. Pero no solamente de la Glock, sino de las armas modernas
que tienen esa característica.
—¿Por dónde pasan las dificultades?
—Pasan por el método de fabricación. Especialmente por el tipo de estriado
que presentan. Se fabrican por martelado en frío, mediante golpes del lado
exterior del cañón. En la parte interior se le pone un núcleo, que se llama
peregrino, que tiene la forma poligonal. Entonces la parte interior queda
con una superficie que tiene pocas particularidades para la identificación.
—Igualmente dejan estrías o marcas…
—Sí, pero son pocas. Son inferiores a un estriado convencional, que es bien
definido.
—¿La no identificación de los proyectiles es común o es excepcional?
—Es común. Y más cuando los proyectiles que son disparados impactan contra
distintas superficies, lo que genera una problemática mayor, porque se
deforman accidentalmente cuando golpean mamposterías, huesos, metales,
etcétera. Es muy difícil que quede un proyectil totalmente entero para la
identificación. De todas formas, nosotros identificamos el arma no sólo por
el proyectil, sino que consideramos otros elementos.
—¿Pero cuando existe sólo el proyectil?
—Muchas veces no se pueden identificar. En balística miles de veces no hemos
podido identificar proyectiles. Sobre todo por las dificultades del estriado
y las deformaciones accidentales. Pero otros cientos de veces, sí. El tema
es que el único lugar donde hay un microscopio comparador balístico es acá.
La gente después puede hacer conjeturas, pero la última tecnología con los
mejores comparadores la tenemos nosotros. Tenemos lo último, a la par de
cualquier país.
—O sea que estas dificultades se presentan a nivel mundial.
—Sí.
La dulce espera
El experto consultado hizo énfasis en que los últimos modelos de pistolas
Glock (correspondientes a la llamada “quinta generación”) entraron al país
en 2018 y presentan cambios en el estriado, “justamente por este tema traen
un microrrayado en el interior del cañón, realizado ex profeso de fábrica,
que se puede identificar. Está cambiando la tecnología del proceso de
fabricación”, aseveró. Es un hecho que, en las últimas décadas, los mandos
políticos de los cuerpos policiales se han adecuado al escenario impuesto
por los grandes fabricantes que insisten en marcar el camino. Esta vez no
parece ser diferente.
Poco puede la política frente al incontenible empuje de la técnica.
Notas
1.Véase “Esa bala”, Brecha, 1-X-15.
2.Decreto 231/2002.
3.Artículo 33 del Tocaf, literal C, numeral 8.
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