Haití/ Las vendedoras de los mercados resisten contra el capitalismo global [Leslie Mullin]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Jun 21 18:09:37 UYT 2019


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Correspondencia de Prensa

21 de junio 2019

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Haití



Las vendedoras de los mercados resisten a las fuerzas globales



Una lucha imparable por la dignidad humana y la libertad



Leslie Mullin *

Pambazuka News, 8-6-2019

https://www.pambazuka.org/

Traducción de Beatriz Morales Bastos - Rebelión

http://www.rebelion.org/



“La gente se sigue reuniendo un día a la semana en una llanura en las
montañas de Haití. Es el mercado de mi infancia. […] Lo que se ve, los
olores, el ruido y el color te abruman. Todo el mundo acude. Si no vienes,
te lo pierdes todo. […] Los productos se exhiben por todas partes: cebollas,
puerros, maíz, frijoles, ñames, coles, mandioca, y aguacates, mangos y todo
tipo de frutas tropicales, pollos, cerdos, cabras y pilas, y también
zapatillas de tenis. La gente intercambia artículos y noticias. Este es el
centro donde se desarrolla la vida social, política y económica”
Jean-Bertrand Aristide,  Eyes of the Heart: Seeking a Path for the Poor in
the Age of Globalization.



En marzo de 2017 se produjo un incendio devastador en el mercado de
Croix-des-Bossales de Haití, cerca del centro de la ciudad de
Port-au-Prince. Unas fuertes llamas arrasaron una parte del mercado en el
que cientos de  ti machan  [pequeños vendedores] vendían ropa usada. Los
vendedores, la mayoría mujeres que dependen del comercio para sobrevivir
cada día, sufrieron grandes pérdidas. Los incendios en los mercados se han
vuelto rutinarios en Haití [1], lo que ha atraído la atención sobre la
importancia del sistema de mercados de Haití, principal vía de comercio en
el país, y sobre el papel fundamental de las mujeres, que son su motor.



El sistema de mercados de Haití es el eje fundamental de su economía así
como “el centro donde se desarrolla la vida social, política y económica”
[2]. La mayor parte del comercio está en manos de las mujeres. En su intento
de ganarse la vida las vendedoras de los mercados se enfrentan a los
políticos extranjeros, a un gobierno hostil y al interés que tienen las
grandes empresas de minar el poder económico que representan estas mujeres
comerciantes llenas de recursos. El resuelto trabajo de las vendedoras de
los mercado ofrece una resistencia material y simbólica a fuerzas poderosas
cuyo objetivo es controlar la economía del mercado de Haití.



El papel de las mujeres en el sistema de mercados de Haití



El origen de los mercados al aire libre de Haití se remonta a los días
prerrevolucionarios de siglos atrás, cuando las personas esclavas
procedentes de África vivían bajo el despiadado sistema esclavista colonial
francés. Cultivaban pequeñas parcelas en las plantaciones para alimentar a
sus familias y vendían los excedentes en los mercados de la ciudad para
ganar un poco más para sobrevivir. Después de la independencia, cuando
hombres y mujeres que habían sido liberados crearon nuevas formas de vida
familiar y de trabajo basadas en el cultivo de la tierra, fueron sobre todo
las mujeres quienes se encargaron del sistema de mercados. Ellas fueron las
antepasadas de las actuales vendedoras de los mercados cuyos saberes pasaron
de madres a hijas durante generaciones.



Gracias a esta historia excepcional las mujeres han llegado a desempeñar un
papel fundamental en la economía haitiana. Pero este legado no protege a las
mujeres de la lucha por la hegemonía de la principal institución de Haití,
la economía del mercado, sino que las pone en el centro de una lucha sin
tregua por parte de la diminuta élite privilegiada de Haití para excluir a
las masas populares del poder y del control de los recursos e instituciones
de la nación.



Las mujeres ocupan las posiciones más bajas de la escala social de Haití,
son quienes tienen menos libertades y mayores responsabilidades
socioeconómicas. La falta de acceso a la educación, la pobreza, la exclusión
de la vida política, el ser responsables de las necesidades básicas de niños
y ancianos, y el estar expuestas a la violencia de género son indicadores
clave de la posición de la mujer en la sociedad haitiana. Para muchas
mujeres el comercio es la única forma de ganarse la vida, para ellas y para
sus familias. Más del 80 % de las mujeres haitianas se dedican al comercio.



Ataques a las vendedoras de los mercados



En los mercados de Haití hay mucho dinero en juego, y el actual y discutido
gobierno ha dado total libertad a la elitista clase mercantil de Haití para
ir tras esta riqueza. El conflicto ha provocado cada vez más ataques a las
mujeres comerciantes y a los mercados por el control del comercio del que
dependen la mayoría de la población haitiana, y para explotar o eliminar el
comercio de las y los pequeños comerciantes.



El calificativo oficial de este sistema, que representa el 85 % del comercio
haitiano, es “economía informal”. En todo el mundo el sector informal
conforma una economía de 16 billones de dólares al año, en la que las
mujeres son responsables de 11 billones. “La fortaleza económica de este
sector en Haití sorprende a la mayoría de los economistas”, escribió el
presidente Jean-Bertrand Aristide en su lúcido libro sobre la globalización,
Eyes of the Heart , publicado en 2000. “Tiene un valor total combinado de
activos y propiedades que se calcula en 4.710 millones de dólares, o más del
72 % del total de activos y propiedades de las 123 empresas privadas más
grandes de Haití”.



En contra de las vendedoras de los mercados haitianas se alza la rica élite
de Haití que supone el 1 % de la población, controla más del 50 % de la
riqueza de la nación y está apoyada por el brutal ejército de Haití. Las
vendedoras de los mercados se enfrentan a las agresiones cotidianas de los
agentes de esta clase privilegiada para controlar el espacio comercial y
reforzar el poder de la élite dirigente sobre la mayoría empobrecida de
Haití.



La opresión de clase y de género se entrecruzan en la violencia desenfrenada
que se ejerce contra las vendedoras. Un alcalde local envía a matones
contratados para expulsar a las mujeres de las calles en las que suelen
vender. Los esbirros del alcalde golpean brutalmente a una mujer embarazada
y desparraman sus productos, con lo que la privan de sus escasos ingresos.
Queman las precarias estructuras del mercado que utilizan las mujeres. Otras
veces la policía da una paliza a una mujer que vende artículos de limpieza
frente a su casa y le confisca la su mercancía. Hace poco la policía
haitiana detuvo a gran cantidad mujeres a las que acusó de tirar basura y
las llevó a las tristemente célebres cárceles de Haití donde solo se sale en
libertad gracias a un soborno. Los incidentes como estos son rutinarios bajo
el gobierno antidemocrático de Haití.



El vasto sistema de mercado de Haití



El sistema de mercado de Haití abarca unos 300 mercados rurales y urbanos
esparcidos por todos los pueblos y barrios urbanos, y que facilitan el fluyo
de productos y de dinero por todo el país. Unos pocos ejemplos ilustran el
alcance de este comercio. El mercado de Croix-des-Bossales (en su momento el
mayor mercado de esclavos de las Américas) es el punto de venta de productos
provenientes de ocho de los nueve departamentos geográficos de Haití. Los
mayoristas, minoristas, propietarios de restaurantes, supermercados y
consumidores compran en él alimentos básicos. En el Haití rural 700.000
granjas pequeñas dependen de las vendedoras de mercado para empacar y
transportar sus productos desde el campo a los mercados urbanos.



Las empresas del mercado van desde el comercio al por mayor de productos
importados como zapatos y ropa de segunda mano hasta el o el o la vendedora
más pobre que vende pequeñas cantidades de arroz y frijoles a una población
igual de pobre. Los y las pequeñas vendedoras compran los artículos a
comerciantes mayoristas y los venden por toda la ciudad: cosméticos,
zapatos, carbón, artículos de aseo, café, chocolate, plátanos, cerillas,
cigarrillos, maíz, dentífrico. Una madre que vive en el campo vende pan
casero en el mercado semanal y cerca de ella otra que es tía vende pasteles
pequeños y galletas. Las transacciones se hacen en enormes mercados al aire
libre con gran cantidad de puestos de madera, arcos de hormigón abarrotados
de mercancías, en las calles y aceras de los barrios, al lado de las
carreteras y las vías públicas.



Para comprar los productos las mujeres suelen depende del dinero que prestan
los prestamistas a unas tasas de interés desorbitadas del 30 % al 60 %. Las
condiciones más duras ser reservan para las mujeres más pobres. Algunos de
los préstamos se tienen que pagar el mismo día. El contrapunto de estas
prácticas es la tradición haitiana del sol, una práctica de apoyo mutuo
según la cual las mujeres aportan dinero a un fondo colectivo y se turnan
para utilizar el capital común. “Cada día se ponen 25 gourdes por cabeza [32
céntimos de dólar] y una persona se queda con el dinero reunido”, explicó la
señora C. El s ol  es una práctica comunal y democrática, y ofrece a las
personas humildes de Haití una manera de ahorrar y tomar dinero prestado, y
de sobrevivir.



Las mujeres haitianas en el orden neoliberal mundial



La mayoría de las personas en Haití carecen de empleos remunerados con un
salario. Los trabajos que promueve la economía global (turismo, industria
textil y agricultura de exportación) solo representa el 15 % de la economía.
La economía global dominada por el libre comercio y las políticas
neoliberales se basa en la explotación de las mujeres porque la mano de obra
barata es femenina (los salarios de las mujeres haitianas son un 32 % más
bajos que los de los hombre por unos trabajos inestables que se concentran
en los sectores de bajos ingresos).



Aunque las estadísticas reflejan pobremente la realidad, unos pocos hechos
dan una idea de a qué se tienen que enfrentar las mujeres haitianas para
subsistir, ellas y sus hijos. Haití tiene la mayor desigualdad de ingresos
de América Latina y el 60 % de su población vive con menos de dos dólares al
día. Haití se sitúa en los últimos puestos de una lista de 172 países
respecto a la ingesta diaria de alimentos. La mortalidad materna es cinco
veces superior a la media regional. Uno de cada cinco niñas o niños está
desnutrido y uno de cada diez está extraordinariamente desnutrido.



Cinco millones de mujeres preocupadas por luchar para sobrevivir viven
dentro de estos parámetros. La política exterior de Estados Unidos desempeña
un papel clave a la hora de imponer estas condiciones al pueblo haitiano,
tanto mediante la intervención directa como mediante su apoyo a la élite
haitiana que monopoliza el poder político y económico. Por ejemplo, en la
década de 1980 la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional
(USAID) dictó, con el apoyo del dictador de Haití Jean-Claude Duvalier, la
erradicación de todo el ganado porcino criollo de Haití. En aquella misma
época el dumping deliberado de arroz estadounidense fuertemente
subvencionado acabó con las y los productores de arroz haitianos, que en su
mayoría carecían de subvenciones. Además, USAID llevó a cabo una reforma del
sistema agrícola de Haití en la que confiscó a las y los pequeños
agricultores (que cultivaban alimentos para consumo interno) un 30 % de la
tierra cultivada para imponer la agricultura de exportación en el Haití
rural. USAID era plenamente consciente de que estas medidas draconianas iba
a provocar una hambruna generalizada [4]. Muchos miles de personas huyeron a
las ciudades. Hasta entonces Haití había sido autousuficiente a la hora de
cultivar sus propios alimentos. Hoy en día una nación de personas
agricultoras ya no puede alimentarse a sí misma.



Este temprano ejemplo de globalización tuvo un efecto especialmente nefasto
en las mujeres rurales haitianas, que sobrevivían gracias a la agricultura
de subsistencia y a la venta de productos locales. En 1984 la escasez de
alimentos provocó unos disturbios cuyas principales organizadoras y
participantes fueron las mujeres haitianas. “En el ámbito social los
disturbios constituyeron una lucha de las personas trabajadoras por el
control de los recursos, pero la escasez de alimentos y combustible también
fueron una cuestión de género. Con su participación masiva en estos
disturbios junto con sus hijos, las mujeres haitianas se manifestaron como
miembros femeninos de los hogares cuyos papeles tradicionales corrían grave
peligro debido a la carestía y escasez de dos productos básicos” [5]. Dos
años después Duvalier huyó del país.



Supervivencia y solidaridad



En el arte haitiano abundan las imágenes coloridas de las mujeres de los
mercados, pero no debemos hacernos ilusiones acerca el trabajo difícil y
arriesgado que desempeñan. La dedicación al comercio unida al hecho de que
son responsables de la familia supone una vida muy dura. Las mujeres
soportan largas jornadas de trabajo físico en entornos hostiles, deudas
cotidianas y el riesgo de perder la vida o sufrir daños debido a los robos,
los incendios y las inundaciones. Los propios mercados son espacios públicos
lúgubres que carecen de iluminación, saneamiento o agua limpia. También son
espacios peligrosos para las mujeres trabajadoras.



La pobreza hace que las mujeres se expongan a un mayor riesgo de violencia
sexual cuando su trabajo las lleva por necesidad a espacios que no son
seguros [6]. Muchas mujeres recorren largas distancias para llegar al
mercado y transportan los productos y dinero; cuando llegan pasan la noche
sobre el sucio suelo de sus puestos. Las mujeres de los mercados han sufrido
robos cuando acudían a las granjas a comprar productos o cuando se marchaban
con sus mercancía; han sido amenazadas con agresión sexual y violación en
las cocheras de autobuses y taxis donde esperan para desplazarse. Por los
mercados deambulan criminales que extorsionan dinero a las mujeres a cambio
de protección, y utilizan cualquier pretexto para pegarlas o abusar
sexualmente de ellas. No hay seguridad pública y las mujeres tiene que
enfrentarse en gran medida solas a estos peligros [7].



Las mujeres haitianas cuentan con una extraordinaria variedad de
organizaciones populares de mujeres para apoyarse mutuamente y luchar por
unas condiciones de vida mejores. “Si no nos hacemos responsables de nuestro
propio destino, nadie lo hará”, afirmó la señora L. en una reunión de la
organización de mujeres de los mercados Organisation of Valiant Women.
Durante la lucha para derrocar a Duvalier, en la que las mujeres
desempeñaron un papel destacado, surgieron cientos de organizaciones
populares de mujeres. “Las mujeres se doblan con el viento, pero no nos
rompemos. La organización es la forma de hacer mejor las cosas”.



Resistir a la ofensiva del gobierno



La frontera de Haití con la República Dominicana es el escenario de un
fuerte conflicto entre el gobierno y las decenas de miles de personas
haitianas que cruzan a la República Dominicana cada semana para comprar
productos al por mayor para revenderlos en Haití. Se calcula que las y los
vendedores callejeros de Haití ganan 165 millones de dólares al año por la
venta de productos básicos como pañales, escobas, frijoles, espaguetis y
cemento comprados en la República Dominicana [8]. En una supuesta medida
para generar más ingresos en la última década el gobierno haitiano ha
emprendido una ofensiva contra este comercio y ha prohibido importar huevos
(esto es, 30 millones de huevos al mes) y otros 23 artículos de la República
Dominicana. Ahora se exige un pasaporte para cruzar la frontera y
recientemente ha subido el precio del visado y se han impuesto nuevas tasas
de entrada. El gobierno aumentó los impuestos de importación de aquellos
bienes preferidos por las y los vendedores ambulantes, una medida que afecta
a las y los vendedores menos poderosos que ya están sobrecargados de
impuestos, mientras que los importadores ricos y los propietarios de hoteles
que se dedican al turismo tiene generosas desgravaciones fiscales. Los
agentes de aduanas han aumentado las inspecciones en las fronteras y tiene
autorización para confiscar aquellos artículos cuyos exorbitantes derechos
de aduana no pueden pagar las y los vendedores ambulantes o los que no se
han declarado.



En pequeños actos diarios de resistencia las mujeres comerciantes encuentran
formas de evitar a los agentes de aduanas o de ser más hábiles que ellos, y
evitar unas restricciones gubernamentales que consideran injustas. Se
enfrentan tanto a funcionarios como a agentes no oficiales que exigen
sobornos y pueden atacarlas o violarlas, acepten o no el soborno. Hace poco
un agente de aduanas disparó a vendedora del mercado que discutió con él
cuando le dijo que iba a inspeccionarla mientras otros comerciantes más
ricos que pasaban tranquilamente. El disparo no dio a la mujer pero mató a
un residente que estaba cerca. En respuesta varias personas encolerizadas
que habían sido testigos del incidente quemaron totalmente una comisaría de
policía. Murieron cuatro policías.



Mercados en llamas



Según varias fuentes, se cree que los frecuentes incendios de los mercados
son ataques deliberados de criminales pagados que actúan al servicio de los
comerciantes de élite de Haití “que no han encontrado otra forma de competir
con la ingeniosidad de las y los pequeños comerciantes pobres que destruir
completamente no sólo sus productos sino también el propio mercado” [9]. Un
excomandante en jefe de la Policía Nacional de Haití afirma que el origen de
un incendio en un mercado público de Haití rara vez es accidental: “Es
político o criminal” [10].



“Las y los comerciantes haitianos temen por sus medios de subsistencia tras
el incendio del mercado”, se leía en los titulares en febrero de 2018 tras
un violento incendio que quemó el 60 % del histórico Mercado de Hierro en la
ciudad de Port-au-Prince. Una mujer lloraba porque el pequeño beneficio que
obtenía en el mercado le permitía enviar a su hijo mayor a la universidad en
la República Dominicana. “¿Qué le voy a decir ahora, que deje de estudiar y
venga aquí para acabar como yo, sin trabajo?”. Otra vendedora de 75 años que
había trabajado toda su vida en el mercado afirmó: “Sin ayuda para reanudar
mi negocio voy a morir de pie porque nunca he tenido otra cosa y a mi edad
no puedo hacer nada más” [11].



A la semana siguiente las llamas arrasaron el mayor mercado de ropa de
Port-au-Prince, el tercer incendio en este mercado en menos de una década.
Mil quinientos vendedores, la mayoría mujeres, perdieron toda su mercancía y
medio de vida.



Activistas de organizaciones populares informan de que los incendios en los
mercados se han utilizado para intimidar a los barrios rebeldes, como el
incendio de noviembre de 2018 que destruyó parcialmente el histórico mercado
cerca de La Saline solo uso días antes de las protestas en todo el país
contra la corrupción e injusticia del gobierno. Durante décadas la comunidad
de La Saline ha sido objeto de la represión estatal por ser un centro de
resistencia y de movilización popular.



Tout moun se moun  – Cada persona es un ser humano



A pesar de la resistencia, tanto individual como colectiva, de las mujeres
de los mercados, no se pueden subestimar el inconmensurable sufrimiento
humano, daño y pérdida que provocan poderosas fuerzas antagónicas.



No hace mucho tiempo, durante el gobierno democrático de Haití del
presidente Jean-Bertrand Aristide entre 2000 y 2004, se reconocía y valoraba
el papel esencial que desempeñan las mujeres de los mercados. Después de un
largo periodo de resistencia a la dictadura las personas pobres habían
conseguido poder y el gobierno elegido popularmente había empezado a
construir una sociedad basada en la dignidad de cada ser humano. El
presidente Aristide reconoció que la economía del mercado y las mujeres
vendedoras en ellos tenían que ser fundamentales en cualquier plan económico
para Haití.



Con ese objetivo se emprendieron muchos cambios en los mercados de Haití
para responder a las preocupaciones de las mujeres y mejorar las condiciones
laborales. Laura Flynn, una veterana activista haitiana, informa:
“Históricamente los mercados que servían a la mayoría de personas pobres de
Haití eran improvisados, no planificados y sucios. Mientras Aristide fue
presidente, entre 2000 y 2004, se construyeron o repararon cincuenta y tres
mercados en todo el país. […] Se crearon puestos limpios y dignos para las y
los vendedores, techos y desagües, y se instalaron inodoros. Dentro de los
mercados se establecieron centros públicos de alfabetización y clínicas
médicas para el uso tanto de personas vendedoras como de clientes” [12].



Las mujeres de los mercados están en la primera línea de la lucha de Haití
por sobrevivir ante el impacto salvaje del capitalismo global en esta
pequeña nación. Las personas pobres perduran debido a su enorme capacidad de
supervivencia. A través de su lucha cotidiana contra un sistema jerárquico
opresivo decidido a aplastarlas las mujeres de los mercados mantienen la
indomable lucha de Haití por la dignidad humana y la libertad.



* Leslie Mullin escribe de forma regular sobre las y los agricultores
haitianos y la clase trabajadora.



Notas



[1] Los principales incendios ocurrieron en Gonaives, en mayo de 2011 y
octubre de 2012; en Croix-des-Bouquets, en noviembre de 2011, junio y julio
de 2012; en Croix-des-Bossales, en abril de 2010, diciembre de 2012, marzo
de 2016 y 2017, febrero y noviembre de 2018; en Tabarre, en febrero de 2012;
en Port-au-Prince, en mayo de 2013; en Petionville, en febrero de 2011 y en
noviembre de 2016; en Port Market, en junio de 2018; en Iron Market, en
febrero de 2018.

[2] Aristide, Jean-Bertrand,  Eyes of the Heart: Seeking a path for the poor
in the age of globalization,  Common Courage Press, 2000.

[3] Stam, Talitha. “From Gardens to Markets – A Madam Sara Perspective”,
Cordaid, 2012.

[4] Mullin, Leslie, “How the US Crippled Haiti’s Domestic Rice Industry”,
Haiti Solidarity, newsletter of Haiti Action Committee, agosto de 2017, Nº
8, p 15

[5] Charles, Carolle, “Gender and politics in contemporary Haiti: the
Duvalierist state, transnationalism, and the emergence of a new feminism
(1980-1990)”, Feminist Studies, Vol. 21, Issue 1

[6] Bookey, Blaine, “Enforcing the Right to Be Free from Sexual Violence and
the Role of Lawyers in Post-Earthquake Haiti”, CUNY Law Review, Vol 14:255,
p. 265.

[7] Hossein, Caroline Shenaz, “Black Women in the Marketplace: everyday
gender-based risks against Haiti’s  madan saras  (women traders)”, en Work
organization, labour & globalization Vol 9, Nº 2, invierno de 2015.

[8] Trenton, Daniel y Lopez Ezequiel Abiu, “Push for border control worries
Haitian vendors”, Omaha World-Herald, 2 de agosto de 2013,
https://www.omaha.com/news/push-for-border-control-worries-haitian-vendo...

[9] Peralte, Mona, “Incendie criminel a la Croix-des-Bossales”, Haiti
Liberte, 22 de marzo de 2017.

[10] Jamaica Observer, “Blaze destroys historic market in Haiti”, 15 de
febrero de 2018.
http://www.jamaicaobserver.com/news/blaze-destroys-historic-market-in-ha...

[11] France 24, “Haitians look at the aftermath of fire that destroyed the
Iron Market in Port-au-Prince”, 14 de febrero de 2018
https://www.france24.com/en/20180214-haiti-merchants-fear-livelihood-aft...

[12] Flynn, Laura, “Market Women – the Heart of the Nation”,
http://www.aristidefoundationfordemocracy.org/?s=market+women



Bibliografía



Aristide, Jean-Bertrand,  Eyes of the Heart: Seeking a Path for the Poor in
the Age of Globalization, Common Courage Press, 2000.

Clark, Gracia,  Onions Are My Husband: Survival and Accumulation by West
African Market Women,  University of Chicago Press, 1994.

Mintz, Sidney “The Employment of Capital by Market Women in Haiti”, ponencia
inédita para el Sexto Simposio “Economics and Anthropology”, agosto de 1960.

Robinson, William I,  Promoting Polyarchy: Globalization, US intervention,
and Hegemony, Cambridge University Press, 1996.

Sheller, Mimi,  Democracy After Slavery: Black Publics and Peasant
Radicalism in Haiti and Jamaica,  University Press of Florida, 2000.

Ulysse, Gina A, Down Town Ladies: Informal Commercial Reporters, a Haitian
Anthropologist, and Self-Making in Jamaica, University of Chicago Press,
2007.

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