Francia/ La violencia ante los chalecos amarillos revela una crisis democrática histórica [Elsa Dorlin - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Mar 28 12:20:23 UYT 2019


  _____  

Correspondencia de Prensa

28 de marzo 2019

https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

germain5 en chasque.net <mailto:germain5 en chasque.net> 

  _____  

 

Francia

 

Entrevista a Elsa Dorlin *

 

La cuestión de la violencia ante los chalecos amarillos revela una crisis
democrática histórica en Francia

 

Reporterre, 23-3-2019

https://reporterre.net/

Traducción de Viento Sur 

https://www.vientosur.info/

 

Este sábado [30 de marzo] se celebrará el Acto19 [1] del movimiento de los
chalecos amarillos. El gobierno ha adoptado una posición terrorista tras los
daños causados durante la manifestación del sábado 16 de marzo, asumiendo a
partir de ese momento que pueda haber muertos. En esta entrevista, Elsa
Dorlin aborda la cuestión del lugar que ocupan la violencia y el cuerpo en
política.

 

-¿Cómo valora las escenas de violencia durante las movilizaciones de los
chalecos amarillos el sábado 16 de marzo en París?

 

Se podrían utilizar otras palabras: daños materiales, destrucción de
establecimientos comerciales, pero también revuelta, insurrección, etc.
Estos hechos se califican de violencia extrema debido, en parte, a un marco
de interpretación que nos ha sido impuesto: la imagen de esta violencia y
cómo se presentan tienen la función de suscitar indignación, reprobación y
la falta de solidaridad; pero la realidad de estos enfrentamientos ofrece
otras imágenes, otras formas de pensar este conflicto.

 

Hay que mirar hacia otro lado para hablar de la violencia como tal. Antes
del Acto 18, el periodista David Dufresne ya había contabilizado 202 heridos
en la cabeza, 21 personas que habían perdido un ojo y cinco manos amputadas
desde el comienzo de las movilizaciones de los chalecos amarillos. Tener en
cuenta estas lesiones corporales, los riesgos –a partir de ahora asumidos–
de muerte, permite adoptar otra perspectiva sobre la violencia. Estoy
pensando en Zineb Redouane, una marsellesa de 80 años, que en diciembre
último recibió el impacto de un bote lacrimógeno cuando estaba en la ventana
y murió horas más tarde. La muerte de esta mujer, de la que ya no se habla,
fue de una violencia extrema; aunque parece que nunca ocurrió. Así pues,
hablamos de mutilaciones, de secuelas de por vida, es decir, de vidas
perdidas en el contexto de una movilización social; es decir, de una
actividad que constituye un derecho constitucional [derecho a manifestarse].

 

Esto plantea la cuestión del mantenimiento del orden público. ¿Qué
dispositivo debe adoptar un régimen democrático frente a expresiones de ese
derecho? Para mí, la cuestión de la violencia señala al gobierno y a las
fuerzas del orden y muestra una crisis democrática histórica en Francia.

 

-¿Cómo analiza esta violencia física ejercida por el Estado, a través de la
policía, sobre el cuerpo de los y las manifestantes?

 

En el hexágono francés, la historia de estos dispositivos para mantener el
orden –tras las grandes huelgas y manifestaciones de la década de 1930,
después, en las [movilizaciones] sindicales, sociales, anticoloniales o
estudiantiles de las décadas de 1960, 1970 y 1980– muestra un lento y
difícil cambio de las técnicas utilizadas con el objetivo de evitar
prácticas letales. Esa nueva doctrina para mantener el orden tuvo como
principio no atentar contra la integridad física de las personas,
mantenerlas a distancia o dispersar las manifestaciones porque el riesgo de
que hubiera alguna persona muerta se había convertido en demasiado costoso
políticamente (pienso en la dimisión de Alain Devaquet como consecuencia de
la muerte de Malik Oussekine en 1986 durante las movilizaciones
estudiantiles).

 

Sin embargo, la secuencia histórica que abarca las movilizaciones del ZAD[2]
(y la muerte de Rémi Fraisse en octubre de 2014), las movilizaciones contra
la reforma laboral y el movimiento Nuit Debout, la muerte de Adema Traoré en
julio de 2016 (tras su detención), muestran que la filosofía para mantener
el orden ha cambiado de forma neta. Se ha pasado a las técnicas que suprimen
la distancia: al cuerpo a cuerpo, a poner en el punto de mira a las personas
(de forma bastante indiferenciado), a meter la presión a los cortejos
(kettling, en inglés), a perseguir a los individuos... son prácticas de
represión que intentan herir, mutilar los cuerpos, atentar contra las vidas.
Esto se traduce en el uso de armas (por ejemplo, disparos de pelotas de goma
(LBD), de gases paralizantes de nueva generación, porras y técnicas de
combate cuerpo a cuerpo, desarrolladas en su origen por las secciones de
asalto o las unidades de élite del ejército.

 

La decisión de desfigurar los cuerpos solo puede tener una función: no la
mantener el orden sino la de quitar las ganas de volver a manifestarse a la
gente, y a quienes querrían unírseles, incitarles a quedarse en casa delante
de la tele. Esto se acompaña de una imaginario político viril. El Estado
utiliza el género eficazmente para representar la firmeza, la energía, el
respeto al Estado de derecho; paralelamente, el Estado estigmatiza a los
manifestantes (solo habría hombres...) como inmaduros, bárbaros,
irracionales; como niños o adolescentes rebeldes. El gobierno muestra que no
falla frente a los chalecos amarillos, y utiliza un universo de palabras y
de representaciones paternalistas. En realidad, es la política del garrote
que utiliza la violencia física como símbolo de la autoridad política.

 

Ahora bien, este uso de la violencia, relativamente inédita en la Francia
metropolitana desde finales de la década de los 80, siempre ha sido la norma
en las colonias, después denominadas DOM-TOM [Departamentos o Territorios de
ultramar]: en Guadalupe, en mayo de 19677 y en Martinica en febrero de 1974
para reprimir con un baño de sangre las huelgas. Lo mismo sucede en los
barrios populares: a la luz de la historia del colonialismo y del racismo,
es necesario relativizar el proceso de eufemizar la violencia policial. Hoy,
no asistimos a una vuelta a los años 30, sino a ejercer de forma voluntaria,
científicamente decidida, una violencia política sobre la población que
hasta ahora se había librado de ella y disfrutaban plenamente de sus
derechos políticos; entre ellos, el manifestarse en el espacio público sin
riesgo de perder un ojo, una mano o la vida.

 

-Los chalecos amarillos son, sobre todo, personas salidas de las clases
populares, de la Francia periférica. Sus manifestaciones cerca de los
centros del poder, las degradaciones de las que se habla, ¿pueden ser
interpretados como una forma de autodefensa frente a una violencia social
del Estado semejante a que usted ha observado en relación a otros grupos
sociales oprimidos?

 

En los movimientos históricos de emancipación que han utilizado o han
encarnado una filosofía de autodefensa, el punto de inflexión se da cuando
un poder deja de tomar en consideración la vida de determinadas personas.
Para estas últimas, se hace imposible delegar en el Estado el derecho a
defenderse puesto que, justamente, este Estado pone en peligro sus vidas.
Por ejemplo, exponiéndoles a condiciones de trabajo deplorables,
manteniéndolas en la miseria social, alojándolas en viviendas insalubres, en
un medioambiente contaminado o, incluso, legitimando la violencia de la que
son objeto. En una palabra, el poder ya no asegura condiciones de vida
dignas de ese nombre a determinadas personas; entonces, la autodefensa se
convierte en el único recurso vital.

 

La autodefensa no se limita al uso de la violencia para defenderse de manera
ilusoria o paranoica. En la autodefensa, la violencia es la última
posibilidad para supervivir. Detrás de ruido de los cristales rotos, del
fuego y el saqueo, hay vidas que luchan con la conciencia extrema de que ya
no valen nada y que pueden reventar en medio del silencio y la indiferencia
si no se sublevan. La mayoría de los chalecos amarillos han salido de las
clases populares llamadas silenciosas, no tenidas en cuenta, abandonadas
progresivamente a la agonía social. Antes del otoño de 2018, lo que se ha
convertido después en el pueblo de las rotondas, probablemente no tenía
conciencia de hasta qué punto sus vidas estaban reducidas a no contar para
nadie. Algo que para otras poblaciones depauperadas, racializadas,
descendientes de la emigración colonial y poscolonial, de otros pueblos (de
los barrios, de los bloques de apartamentos, de las ciudades dormitorio, o
incluso de islas turísticas...), es un régimen de vida muy familiar frente
al que, desde hace mucho tiempo, ha sido necesario inventar formas de
defensa de la vida social y política o, simplemente, de la propia vida. Aquí
vemos que la autodefensa incluye prácticas de solidaridad, de
auto-organización (para desplazarse, alojarse, cuidarse, alimentarse,
educarse...), de creación del ágora, del cuidado del yo y cuidado del
nosotros, nosotras.

 

-En Montpellier, durante una manifestación habitual, surgió un debate entre
los chalecos amarillos que deseaban llegar al centro de la ciudad y
estimaban que las roturas [de escaparates] eran el único modo de hacerse
entender y militantes ecologistas que preferían reunirse en un pueblo
alternativo en la periferia. ¿Qué piensa del dilema entre violencia y no
violencia?

 

Manifestarse en el Arco de Triunfo, delante de las tiendas de grandes firmas
o, sin duda, de Fourquet’s [restaurante de lujo] en los Campos Elíseos, o en
los accesos de centros comerciales en toda Francia, en las grandes calles
comerciales de los centros históricos de las ciudades de Francia que se han
vuelto todas iguales conforme a las renovaciones urbanas… En Navidad, los
chalecos amarillos bloquearon los accesos a las grandes superficies: es
decir, pusieron trabas a una sociedad consumista, responsable directa de la
situación económica, medioambiental y social. Los daños o mejor, el sabotaje
que me parece más apropiado en relación a lo que ocurre en estos espacios,
participa de una reterritorialización de las luchas, es decir una forma de
repolitización de un conflicto social (contra el 1% que disfruta de los
beneficios, dividendos, subida de sueldos, de nivel de vida...). Se trata de
manifestarse sin autorización ante los centros del poder, geográficamente y
económicamente, más representativos: allá donde se encuentran el dinero y el
capital; en los barrios ricos, donde vive la gran burguesía indiferente que
goza del derecho a circular, de alimentarse, de alojarse, de instruirse, de
cultivarse... sin trabas. Mucho más que tal o cual espacio público o
privado, estas prácticas de sabotaje apuntan a un sistema que está
espacialmente materializado. Una vez más, se trata de una forma de no
reducir la acción política, la vida política, a una expresión formateada:
permisos, manifestaciones con trayectos bien delimitados, con horarios
marcados.

 

Es cierto, en paralelo, existe otro repertorio de acciones, históricamente
no violento, desarrollados por militantes ecologistas, pero no solo ellos.
Consiste en abrir brechas, en lugares protegidos, donde escapar del
capitalismo, de la sociedad de consumo e inventar otras formas de construir
comunidad. En parte, es lo que ha sido la ZAD de Notre-Dame -des- Landes.
Pero la ZAD fue objeto de una violencia desmesurada para erradicarla.

 

-¿A qué se denomina destrozos? El debate sobre su utilidad o al contrario,
su carácter contraproducente, atraviesa los movimientos sociales...

 

Es cierto, y esto plantea la cuestión de la representación de los que se
califica como acción política, las emociones suscitadas por las
movilizaciones sociales y por sus repertorios de acción. Estos últimos
decenios, uno de los mayores desafíos para los colectivos militantes ha sido
el impacto mediático de su acción, la imagen que les va a devolver, el
discurso que va a suscitar y del que depende el reconocimiento de su
legitimidad. Cuanto más sea percibida como positiva, alegre, humorística y
festiva la acción, más exitosa será considerada la movilización, con la
esperanza de que aúne a la opinión pública y que sea entendida. Actualmente
asistimos a la anulación de este tipo de razonamiento: las condiciones
exigidas para que una acción sea reconocida como legítima no parecen servir
más que para agotar a las movilizaciones y los movimientos sociales. Las
huelgas de larga duración en correos, en los hospitales, en la enseñanza
nacional o también en la universidad... cualquiera que sea la expresión que
tomen, no son tenidas en cuenta, escuchadas. Es una estrategia de desgaste,
de agotamiento: así, por un lado, se exige no ser violento para ser
atendido, pero, por otro, si te atienes a esta exigencia de no violencia, te
enfrentas al silencio, a la difuminación, a una indiferencia que te agota.

 

-En su libro, tumbarse en el suelo para defender la vida no es solamente un
medio para hacerse oír sino que también cambia la relación consigo misma. 

 

La idea que he desarrollado es que la historia de la autodefensa como
práctica de emancipación muestra que la política pasa por el cuerpo:
haciendo gestos, elevando la voz, en el espacio público, en el mundo social,
elevándose físicamente contra la injusticia, nos convertimos en sujeto
político, hasta en nuestros músculos, en nuestra carne. La autodefensa es
esa forma de reanimación vital del cuerpo político, de las vidas políticas
en la realidad. Hoy Hace falta coraje para salir a manifestarse cuando
sabemos que se puede perder la vida mientras que todo está preparado para
respetar nuestros cuerpos. Salir a pesar de todo, encontrarse, formar un
cuerpo colectivamente y crear un nosotras-nosotros político en una rotonda o
en otro lugar, produce una conciencia política de la que hacemos la
experiencia físicamente y es una forma de resistencia cuando se sabe que la
represión intenta justamente marcar los cuerpos en carne viva y marcar las
vidas para que se deterioren, para que no se muevan más.

 

* Elsa Dorlin es profesora de Filosofía social y política e investigadora en
el Columbia Institute for Ideas & Imagination. Es autora de Se défendre. Une
philosophie de la violence (La Découverte).

 

Notas

 

[1] Desde el 17 de noviembre, el movimiento de los chalecos amarillos numera
sus convocatorias de movilización semanales "Acto". ndt

[2] Zonas a defender.

  _____  

 



---
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus
------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20190328/348035bb/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa