Covid-19/ "Necesitamos cooperación mundial para detener el contagio" [Michele Barry Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Abr 8 14:57:37 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

8 de abril 2020

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Covid-19



Entrevista a la doctora Michele Barry



“Necesitamos cooperación mundial para detener el contagio”



Transcripción y traducción de una entrevista en vídeo de Amy Goodman para
Democracy Now a la doctora Michele Barry, directora del Centro de Innovación
en Salud Global de la Universidad de Stanford, futura presidenta del
Consorcio de Universidad por la Salud Global y presidenta de la Sociedad
Americana de Medicina Tropical.



CTXT, 1-4-2020

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Traducción de Blanca Planells Merchán



-Antes de comenzar con la imagen global, ¿podría explicarnos de dónde viene
el término “COVID-19”, qué significa y qué tipos de coronavirus hay?



El nombre coronavirus hace referencia a una serie de virus que se encuentran
en los murciélagos. Hay unas 1.300 especies de murciélagos y, en cualquier
momento, se pueden identificar entre seis y ocho coronavirus diferentes
circulando por estos mamíferos. Sin embargo, solo se conocen siete
coronavirus que infecten a las personas, de los que conocemos en profundidad
cuatro. Todos estos virus causan un catarro común, aunque hay tres con
efectos más letales: SARS1, SARS2 y MERS. El término corona proviene del
halo que se observa alrededor del virus, que se puede identificar como una
serie de pinchos que salen de este cuando es observado en un microscopio
electrónico.



-¿Qué significa COVID-19 entonces?



Es una enfermedad que se incluye entre los coronavirus y que empezó en 2019.
Algunas personas adjuntan la palabra novel delante, pero en cualquier caso
es un sinónimo del llamado SARS2, un grave síndrome respiratorio agudo. Es
también el segundo coronavirus que hemos visto causar una afección
respiratoria de esta índole.



Hablemos sobre los lugares más duramente afectados por la pandemia. Antes de
la entrevista, comentábamos que Italia ha superado a China. ¿Qué tal si nos
hace un pequeño recorrido por el mundo? ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Por
qué es Italia o, mejor dicho, Europa el epicentro? ¿Por qué Irán está tan
afectado ahora? ¿Cómo se desenvolvió todo esto?



Bueno, es un tema interesante. Me gustaría dar un paso atrás para poder
mirar con mayor perspectiva la situación completa, ya que mis mayores
inquietudes son las intersecciones entre salud y clima, así como la salud
planetaria. Sé que estamos obsesionados con este virus, pero creo que
tenemos que reflexionar sobre algunas de las actividades características del
Antropoceno que han afectado al planeta.  Hemos cambiado la ecología de
nuestras relaciones con el resto de animales, lo que explica el hecho de que
si miramos la mayoría de los virus que han aparecido durante los últimos
cien años observamos que son de tipo zoonosis o, lo que es lo mismo, han
sido contagiados por animales.



Los animales amplificadores suelen vivir íntimamente unidos a los humanos
para, después, contagiarles. En el caso del SARS1, el amplificador
probablemente fuera un gato algalia con usos comerciales y desconocemos si
hay algún otro animal que haya funcionado como tal. Durante un tiempo se
pensó que el SARS2 había sido amplificado por un pangolín, un animal con el
que se trafica habitualmente. Ahora sabemos que probablemente no sea cierto,
por lo que se desconoce cómo comenzó exactamente la infección en el mercado
de marisco de Hunan donde se encontró por primera vez. Curiosamente, la
transmisión humana del SARS1 también comenzó en un mercado de marisco en
China.



Quiero insistir en que deberíamos estar vigilando mejor a nuestros animales,
además de implicarnos mucho más en el cuidado de nuestro planeta. La gran
epidemia del virus Nipah tiene mucho que ver con la deforestación y con que
los murciélagos convivan de manera cercana con ciertos animales, lo que
facilita la aparición de nuevos virus novel.



-¿Hay alguna conexión con el cambio climático y con la crisis climática?



Sí, es un asunto importante. El cambio climático, la deforestación y la
cambiante ecología son cruciales para entender cómo se están transformando
las relaciones entre humanos y animales. Podemos tomar como ejemplo el brote
de Zika ocurrido hace unos años en el norte de Brasil. Se discutió mucho
sobre cómo la deforestación pudo haber tenido un papel importante o sobre
cómo el aumento de temperaturas pudo implicar un cambio en los vectores de
transmisión, mosquitos en ese caso. Cuando la situación del SARS2 se
tranquilice –ahora estamos en el punto álgido de la epidemia– tendremos que
prestar más atención a esto que llamo salud humana y planetaria. En Stanford
estamos, de hecho, intentando generar un nuevo centro de estudio en esta
línea, así como una nueva beca de posgrado para justamente estudiar este
cambio en la ecología humana.



-Antes de recorrer las situaciones en otros puntos del planeta, ¿nos podría
explicar qué significa cuarentena?



Creo que hay muchas maneras distintas de entender qué significan cuarentena
y aislamiento. La palabra cuarentena viene de la palabra italiana quaranta,
o cuarenta días. Es el número de días que debía quedarse un barco en el
puerto antes de entrar a Venecia durante la Peste Negra. El aislamiento se
le aplica a una persona enferma, mientras que la cuarentena sirve para
cuando se ha estado cerca de un enfermo y consiste en quedarse en casa y
minimizar los contactos con la familia y con otras personas durante 14 días.



-Bien, hablemos de Italia. ¿Por qué está tan gravemente afectada? ¿Por qué
es el epicentro ahora mismo? Superó a China, país con el que tiene cierta
relación. ¿Cuál es esta conexión? También podría compararse la situación con
la de Corea del Sur.



Sí, solo podemos especular sobre por qué Italia está tan gravemente
afectada. Tampoco quiero decir nada porque tengo muchos compañeros italianos
que están trabajando muy intensamente para tratar de controlar la epidemia.
La mayoría creemos que las medidas fueron tomadas demasiado tarde. Estas
medidas, claro, no incluyen vacunas o ningún tratamiento efectivo, sino
básicamente cuarentena y aislamiento, buena comunicación y transparencia,
pruebas y vigilancia.



Creo que lo que Corea del Sur, Taiwán y Singapur han hecho para marcar la
diferencia es comenzar pronto con las pruebas y con la vigilancia, poner en
cuarentena a quienes habían tenido contacto con algún afectado y aislar a
los enfermos. Es asombroso fijarse en los datos de lo que Wuhan consiguió,
su aislamiento y su cuarentena fueron mucho más agresivos que en Italia,
pero también resultaron mucho más efectivos, y esto tiene que ver también
con medidas que van más allá de lo gubernamental. Por las razones que fueran
–diferencias culturales, la aceptación social de aislarse o de usar
mascarillas–, lo cierto es que Italia actuó con retraso.



Creo que nosotros, en California, estamos tratando de ser lo más radicales y
ágiles posible, especialmente en mi condado, Santa Clara, que se convirtió
tempranamente en el epicentro. Debo reconocerle el mérito a Sara Cody,
nuestra encargada de salud pública, que instauró muy pronto el aislamiento,
una intervención no farmacológica de gran importancia.



Además, pienso que es fundamental una coordinación muy fuertemente
centralizada. En este texto publicado en JAMA, Jason Wang describe la
temprana estrategia de Taiwán, basada en dicha coordinación centralizada:
los ministros de trabajo, de educación y de transporte comenzaron a trabajar
colaborativamente para poder informar adecuadamente a la ciudadanía.



-¿Y hay alguna conexión particular entre Italia y China? Quizás movimientos
entre las poblaciones, las cadenas de suministros o empresas localizadas en
China pero que atienden a ciudadanos italianos, estadounidenses, etc.



Se movilizó una impresionante cantidad de mano de obra para detener la
transmisión en China, como los 40.000 médicos que fueron trasladados a la
zona de Wuhan. Además, contaron con miles de epidemiólogos, organizados en
equipos de cinco especialistas; cada equipo encargado de hacer el
seguimiento de los contactos de un solo paciente. No creo que Italia
disponga de ese capital humano, ciertamente es insuficiente si solo cuenta
con sus propios médicos y enfermeros.



Muchos de nosotros, en Estados Unidos, estamos preocupados por la
posibilidad de que nuestros sistemas sanitarios se saturen. Mucho se ha
hablado últimamente sobre bajar la curva de contagio. ¿Qué significa esto?
No implica necesariamente curar la enfermedad, pero sí evita que se saturen
los hospitales, siendo esta nuestra principal preocupación ahora. (Ya han
comenzado a faltar hisopos nasales para realizar las pruebas) Estamos, de
hecho, muy retrasados a este respecto: Corea del Sur realizó pruebas a 5.000
personas por millón de personas, mientras que nosotros no llegamos a las
cien pruebas por millón de habitantes.



-¿Cómo hemos llegado a esta situación? Se supone que Estados Unidos es el
líder mundial. ¿Ha sido la combinación de los enfoques anticientífico y
nacionalista, o directamente xenófobo, del presidente Trump? Quiero decir,
¿no han usado estos países las pruebas que diseñó la OMS y que, sin embargo,
Estados Unidos rechazó, prefiriendo usar la del Centro para el Control y
Prevención de Enfermedades Infecciosas (CDC), que ha resultado ser
defectuosa?



Sobre eso no puedo comentar mucho, ya que no he estado involucrada en esa
decisión. Es, desde luego, ridículo que no tengamos suficientes pruebas y
que no podamos realizarlas de manera más extensiva. No ha ayudado tener un
presidente que no cree en la ciencia y que de hecho llegó a llamar “timo” a
todo esto. Así que sí, es preocupante. Pero no puedo añadir nada sobre cómo
se desarrollaron estas intrigas. Nuestro CDC y muchos de mis colegas
trabajan sin descanso para mantener el coronavirus a raya.



En los casos de epidemias, es fundamental contar con lo que yo llamo una
administración global o compartida de la salud mundial. El presupuesto de la
Organización Mundial de la Salud es menor que el de muchos de nuestros
hospitales. Incluso en Estados Unidos, nuestro grupo por excelencia, el CDC,
no tiene permiso para entrar en ningún estado sin invitación previa del
mismo. Tenemos una tradición federal en el que los estados son realmente la
vanguardia en temas de salud pública. Incluso dentro de California, nuestro
condado tiene recomendaciones diferentes que las del vecino. Cada condado
está tomando sus propias decisiones.



Creo que lo que es tan increíblemente poderoso de algunos de los países que
han logrado contener esto, como Singapur, Taiwán y China, es su coordinación
central. Podemos criticarles por draconianos, pero no deja de ser
impresionante el caso de Taiwán, un país pequeño que colinda con China, y
que aun así consiguió controlar la situación mediante su Comando Central de
la Sanidad Nacional.



En cualquier caso, y a pesar de que apenas se comente, estos países que han
obrado tan bien habían tenido ya la experiencia del SARS1, por lo que
estaban más preparados. Por ejemplo, había clínicas especializadas en
pacientes febriles: si los pacientes tenían fiebre en cualquier otro lugar
se les transfería inmediatamente a estos centros. También tienen la
capacidad de construir hospitales rápidamente, de la que nosotros carecemos.
Fueron capaces de aislar a los enfermos y de no devolverles a sus unidades
familiares. Si nos fijamos en los datos del caso chino, la mayoría de los
contagios ocurrieron en los núcleos familiares y no necesariamente en las
guarderías y escuelas, como solemos pensar. De esta manera, aislar a los
enfermos se convierte en una medida clave.



Por otro lado, tenemos un problema en este país con las personas sin hogar.
Comentándolo con la encargada de salud pública de mi condado, me indicó que
está trabajando intensamente para conseguir hoteles, comprar caravanas y, en
definitiva, buscar maneras de aislar a nuestra población vagabunda para
evitar su contagio.



-¿Qué ocurrió en Irán?



El caso de Irán es el de una perfecta bomba de relojería compuesta por el
entrecruzamiento de la religión, de la política y de la salud pública. Que
la situación en Irán estallara así tiene que ver con que en la ciudad de Qom
hay un importante lugar de peregrinación que, según mis colegas iraníes,
recibió a unos 700 peregrinos chinos de la provincia de Hubei. La manera de
rendir tributo en este lugar sagrado consiste en besarlo o lamerlo, lo que
evidencia la facilidad con la que se ha transmitido el virus. Según estos
colegas me comentaban, ha sido difícil, incluso en medio de la epidemia,
simplemente cortar el acceso a este sitio religioso. En Corea del Sur la
religión también ha tenido un papel importante: el primer núcleo de contagio
fue en una iglesia, donde las concentraciones de personas tienden a ser
grandes. Incluso en Nueva York, corrígeme si me equivoco, ha habido graves
problemas con la población judía ortodoxa, ya que hubo un brote importante
en la comunidad jasídica.



-Ahora me gustaría que hablara sobre África, a la que también se ha referido
en alguna ocasión como “una bomba a punto de explotar”.



Sí, estoy preocupada por dos bombas a punto de explotar: África y también la
India. No hemos oído mucho sobre esta última y ya sabes que son más de mil
millones de personas en un espacio geográfico relativamente pequeño [El 24
de marzo el gobierno indio ordenó por televisión el confinamiento de toda la
población durante 21 días].



Pero la gravedad en África tiene que ver con la capacidad del sistema
sanitario, la dificultad para hacer pruebas y tener una buena vigilancia.
Durante mucho tiempo estuve trabajando en África subsahariana, por lo que
conozco la situación. Estamos extremadamente preocupados por ver cómo se
comienza a desarrollar en Sudáfrica. Los últimos datos que he recibido, que
pueden estar ya un poco desfasados, indican que solo 40 de 54 países pueden
realizar las pruebas del COVID-19 o SARS2.



Este no es el único coronavirus que vamos a ver. No podremos superar la
epidemia a no ser que prestemos atención, y soy bastante inflexible en esto,
a este concepto de una salud única, que no pierda de vista las
intersecciones entre animales, medio ambiente y salud humana. Aunque creamos
que esta es la grande, no lo es, la fuerte será tipo gripe y se transmitirá
por el aire, al contrario que esta, cuya transmisión se basa en las gotas.



-¿Qué significa que se transmitirá por el aire y no por gotas? ¿Está el
coronavirus no solo relacionado con alguien tosiendo, estornudando o
arrojando gotas de alguna manera sobre otra persona, sino también con el
tema de la aerosolización?



Sí, el SARS2 puede propagarse cuando se realiza un procedimiento que implica
una aerosolización masiva, como cuando se intuba a alguien. Es por esta
razón por la que el personal sanitario es vulnerable al contagio; de hecho,
en China se infectaron 4.000 sanitarios. La aerosolización tiene que ver con
el tamaño de las gotas y con cómo quedan suspendidas en el aire. Las gotas
del SARS2 o COVID-19 son grandes y pueden recorrer casi dos metros, lo cual
determinó la distancia de seguridad instaurada entre personas. En el SARS1
las diseminaciones iniciales fueron de origen fecal, lo que generó un
problema en los aseos del edificio residencial de Hong Kong en el que se
produjo el brote. Así, la diseminación fecal del SARS1 es un elemento
importante cuando tenemos aseos defectuosos y heces aerosolizadas. El
COVID-19 se excreta en las heces, pero no es una manera común de contagio,
principalmente porque la diarrea no es un síntoma habitual. Así que sí,
potencialmente el COVID-19 puede aerosolizarse, pero tan solo ocurre en
procedimientos muy concretos.



Me gustaría que ahora analizáramos en profundidad la respuesta de Estados
Unidos al coronavirus. El presidente Donald Trump trató de eludir las
críticas a su desastrosa administración de la crisis sanitaria, tanto
ensañándose con China como con la prensa, a cuyas noticias se refirió como
“falsas” y “corruptas”.



Ojalá nuestra respuesta hubiera sido mucho más agresiva. Si bien aquí
estamos aún en un momento inicial, es absolutamente aterrador que la curva
de contagios esté empezando a comportarse como en Italia. Estoy
especialmente preocupada por Nueva York, una ciudad en la que el brote está
siendo particularmente rápido, y por el estado en el que vivo, California,
cuyo gobernador ha sido lo suficientemente atrevido como para pedir que la
población se quede en casa. Precisamos el uso masivo de las que estamos
llamando intervenciones no farmacológicas, especialmente ahora que no hay
buenas propuestas farmacológicas: pruebas, pruebas, pruebas, aislamiento y
cuarentena. Desafortunadamente, no estamos mejorando en la realización de
pruebas, lo cual nos resulta incomprensible a los profesionales de la salud.



-Explíquenos por qué son importantes las pruebas.



Porque para poder aplicar efectivamente las intervenciones no farmacológicas
(aislamiento de los enfermos, cuarentena para quien haya tenido un contacto)
necesitamos saber quién da positivo en las pruebas. Actualmente se están
haciendo pruebas con una fiabilidad de tan solo un 70 o 75%, lo que hace aún
más crucial averiguar quién da positivo, así como aislar y poner en
cuarentena particularmente a nuestros mayores, quienes tienen las tasas de
mortalidad más elevadas. Se ha estado llamando jocosamente al virus “boomer
remover” (“quita-boomers”), justamente porque es para los mayores de 60 para
los que el virus es fatal.



-Tiene un informe, centrado en el caso francés e italiano, en el que indica
que en estos países los millennials están también muy afectados. En las UCI
francesas hay bastantes jóvenes, si no me equivoco.



Correcto. Es muy importante recordar que los millennials no son inmunes,
especialmente cuando se está viendo a muchos irse de vacaciones de
primavera. Según los datos extraídos de China, Singapur e Italia,
efectivamente son los mayores los que mueren, pero los millennials también
están enfermando, así como los bebés y los niños. A pesar de que son los que
menos síntomas del COVID-19 presentan y, en general, los que tienen menos
complicaciones, hay un pequeño porcentaje que también acaba siendo
hospitalizado. Se trata, desafortunadamente, de un grupo de edad que se cree
invencible y que se va de vacaciones en medio de esta crisis. Tengo
entendido que en Miami y en Keys está habiendo problemas con estos jóvenes
que no toman las medidas adecuadas.



-El gobernador republicano de Florida se ha negado a cerrar las playas –lo
que impacta a muchos– mientras su senador Rick Scott ha sido  puesto en
aislamiento.



Creo que eso es jugar a lavarse las manos.



-El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, ha afirmado: “Necesitamos 3
millones de mascarillas N95, 50 millones de mascarillas quirúrgicas, 15.000
ventiladores, además de 25 millones de batas quirúrgicas, monos, guantes y
mascarillas como equipo de protección para los trabajadores sanitarios y de
primeros auxilios. Necesitamos grandísimas cantidades de todo esto”. Por
todo el país se está recomendando a los sanitarios que reutilicen las
mascarillas con filtro N95 como medida frente al crítico desabastecimiento.
El presidente Trump dijo haber pedido 500 millones de mascarillas, pero los
artículos de Bloomberg News señalan que podrían tardar hasta 18 meses en
llegar. Por supuesto, hace dos semanas, dijo que esa misma semana habría
millones de pruebas disponibles para ser usadas, lo que se reveló totalmente
como una mentira. ¿Podría hablarnos del papel del gobierno federal y sobre
qué cree que hay que hacer? Lleva mucho tiempo abanderando importantes
medidas de salud pública que incluso presentó en el Congreso.



Sí, durante la epidemia del ébola propuse la generación de una fuerza
especial de la OMS (Organización Mundial de la Salud) para emergencias
sanitarias y de un brazo médico de los Cuerpos de Paz. Para esto último,
presenté un proyecto de ley al senador Durbin que, lamentablemente, fue
desestimado.



También resulta desalentador que la administración Trump haya desmantelado
el modelo de gestión de pandemias –lo que negó el presidente, a pesar de ser
cierto–, además de intentar lo mismo con la preparación de los hospitales y
de eliminar esa parte del CDC. Necesitamos reforzar todo esto.



Además, abogaría por una fuerza de seguridad sanitaria global, quizás en
forma de una liga de las Naciones Unidas preparada para enfrentarse a la
aparición de nuevos virus, justamente porque en este mundo globalizado los
virus no entienden de fronteras y no pueden ser combatidos con xenofobia. En
definitiva, se trata de una amenaza existencial que afecta a toda la
humanidad, al Homo sapiens.



-Resulta interesante ver cómo escala la retórica de Trump contra China
–“virus chino” llama al COVID-19– y cómo Bolsonaro, su aliado de extrema
derecha y presidente de Brasil, empieza a usar el mismo lenguaje ahora que
la tasa de infección aumenta en su país, tal y como la embajada china le ha
hecho notar. ¿Qué tenemos que aprender de China, ahora vapuleada por Trump?
¿Está informada de que no usaremos la vital información que llega desde este
país en relación con la contención del virus?



Desconozco qué pasa por las orejas y por el cerebro de Trump, pero todos
nosotros estamos leyendo con avidez todo lo que llega desde China para
identificar qué hicieron bien y qué podemos hacer en Estados Unidos para
aplanar la curva y contener la enfermedad. En Singapur no llegaron a cerrar
los colegios ni a interrumpir sus vidas, sino que se apoyaron en políticas
de vigilancia enérgica,  cuarentena intensiva y solidaridad comunitaria, lo
que muestra la importancia de tener buenos servicios sanitarios públicos.
Quizás esta sea una llamada de atención a nuestro país y haya llegado
momento de construir buenas infraestrucuras de sanidad pública desde arriba,
ya que francamente no estábamos preparados. No queremos nada del gobierno
hasta que empieza una epidemia o un huracán y, entonces, de repente el
gobierno importa.



-El presidente Trump ha atacado a los gobernadores que están rogando ayuda
de todo tipo. Ha dicho que está movilizando dos barcos, el Comfort y el
Mercy, uno para Seattle y otro para Nueva York, pero en realidad están en
reparación y podrían tardar semanas en estar disponibles. Los gobernadores
insisten en que el presidente cumpla con su papel, a lo que este responde:
“No estamos aquí para encargar nada para vosotros. No somos vuestros
secretarios.” Coméntenos cómo sería para usted un sistema ideal para nuestro
país y cómo podría encajar aquí “Medicare for All”.



Definitivamente “Medicare for All” encaja con lo que he ido diciendo, ya que
si no cuidamos de todos los sectores de la población no será posible
controlar el virus. Los virus no saben de clases económicas, lo que no evita
que sean las poblaciones más vulnerables y que más hacinadas viven las que
más dificultades van a tener para contenerlo y las que más afectadas serán.
Para defendernos de este virus y de cualquier otra amenaza que se pueda
presentar precisamos solidaridad comunitaria. El cambio climático, la
contaminación del aire, así como muchos otros asuntos también deben
afrontarse desde una gobernanza global y no país a país.



-Algunas personas y colectivos, como Chesa Boudin –nuevo fiscal de San
Francisco–, grupos abolicionistas y grupos de ayuda mutua, están pidiendo la
liberación de los presos de las cárceles y de los centros de detención de
inmigrantes. En Estados Unidos se encuentra la población presa
proporcionalmente más grande del mundo.



Sí, son placas de Petri, quiero decir, están en incubación. Si bien hay
aislamiento social en algunas prisiones, una vez comienza a expandirse el
virus por una población que come junta y que no puede mantener los dos
metros de seguridad nos podemos encontrar con un grave problema. De nuevo,
necesitamos un enfoque centralizado, tanto para la salud en las prisiones
como para las infraestructuras sanitarias públicas a nivel comunitario y
federal.



-¿Podría comentarnos qué está ocurriendo en algunos países africanos? ¿Están
creciendo los casos de manera exponencial? ¿Es simplemente porque no pueden
realizar pruebas?



No creo que se pueda reducir a las pruebas, sino que las ramificaciones
económicas –de las que habló Joe Stiglitz–, la dificultad para mantener las
cadenas de suministros alimentarios y la incapacidad de aislar a las
personas también será devastador para el continente. Queda la esperanza de
que, al tratarse de un continente joven, la mortalidad no sea tan elevada
como en Italia, un país con una población envejecida y donde la mortalidad
se concentra por encima de los 70 años.



Además están todas las inquietudes sobre los millones de refugiados viviendo
en campos sobrepoblados e insalubres, incluyendo un millón de refugiados
sudaneses del Sur y congoleños que se encuentran en Uganda.



Es absolutamente imposible el aislamiento, por lo que, y a pesar de ser una
población joven, es devastador lo que puede ocurrir. Acabo de volver de la
frontera de Tijuana, donde ofrecíamos atención sanitaria a los migrantes,
por lo que pude ver sus condiciones de vida: están viviendo en grandes
iglesias o en tiendas de campaña abarrotadas. En cuanto llegue el virus será
el desastre.



-La política del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas ha sido de
continuar, hasta esta semana, moviendo a los inmigrantes para deportarles a
pesar de las órdenes de aislamiento en casa. Ahora están diciendo que no
deportarán a los inmigrantes que no hayan cometido ningún crimen, sin
embargo, para la ley estadounidense cruzar la frontera ya es un delito. Esta
es la amenaza pública de la que nos habla Trump: simplemente llegar a este
país buscando asilo fruto de la desesperación.



Estoy totalmente de acuerdo contigo, pero creo que debemos concentrarnos en
establecer medidas de salud pública que realmente mitiguen la crisis y que
estén orientadas a cuidar de nuestras poblaciones vulnerables y no solo de
los ricos. Se está discutiendo en mi rincón del mundo, Silicon Valley, sobre
si existe desigualdad en el acceso a las pruebas del COVID-19. Trabajamos
ardua y apresuradamente para evitar que estas situaciones se produzcan.



-¿Es cierto que el ibuprofeno puede hacerte más vulnerable al virus? No me
gustaría extender bulos sobre este tema.



Esa información –falsa, como comenté en The New York Times– se publicó en
una carta a The Lancet, pero lo cierto es que no hay sido revisada por
pares, no está basada en evidencias y tampoco es un estudio de población. No
se trata del único bulo extendido: está empezando a faltar cloroquina o
hidroxicloroquina (Plaquenil) en las farmacias.



-No es sorprendente, por supuesto, ya que ayer el presidente Trump, subido
al estrado de la Casa Blanca frente al doctor Hahn, comisionado de la FDA,
anunció que la cloroquina podría ser, no ya una vacuna, sino una cura. Por
supuesto, nada más acabar la intervención de Trump, Hahn tomó la palabra
para plantear preguntas sobre esto. Explíquenos por qué están hablando así
de este medicamento contra la malaria.



Como médico especialista en enfermedades tropicales, tengo mucha experiencia
con la cloroquina: básicamente es un medicamento barato que potencialmente
podría mitigar la enfermedad, al alterar la manera en la que el SARS2 se
fija a las células, según los estudios in vitro. Por eso se usó en China, a
pesar de no haberse demostrado sus beneficios en un buen ensayo
aleatorizado. Se realizó un ensayo en Francia en el que solo participaron
entre seis y nueve pacientes, lo cual es claramente insuficiente. Es una
negligencia por parte de Trump afirmar que esta es una cura para la
enfermedad. Se está generando un ensayo controlado aleatorizado en Estados
Unidos: la población debería intentar participar en este ensayo clínico.
Quizás se pueda probar como un tratamiento profiláctico, tal y como funcionó
en el caso de la malaria, pero dudo que sea la cura de la enfermedad. El
funcionamiento del ciclo de los parásitos de la malaria es completamente
diferente al del COVID-19, por lo que no podemos sacar conclusiones
precipitadas. Las prematuras afirmaciones del presidente son las que han
provocado los efectos que ahora vemos en el mercado.



-¿Se puede uno reinfectar del COVID-19? ¿Podemos usar los anticuerpos de
aquellos que se han recuperado como parte de un suero para otras personas?



Creo que sería de gran utilidad realizar análisis de sangre para evaluar si
se están generando anticuerpos y cuáles son los niveles de inmunidad de las
personas que ya se han recuperado. Mirando la situación china, no parece que
se estén produciendo reinfecciones. Se identificaron un par de casos, uno de
ellos en Japón, pero no podemos confirmar si verdaderamente se trataba de
una reinfección, o simplemente de una recaída o de partículas víricas no
infecciosas recogidas en las pruebas.



En relación con la segunda pregunta, China ha estado utilizando sueros con
una combinación de inmunoglobulina o distintos anticuerpos. En medio de la
epidemia, por supuesto, no se pudieron realizar los correspondientes ensayos
clínicos, que probablemente ahora se estén comenzando en Estados Unidos, tal
y como ya se está haciendo con el Remdesivir, la cloroquina y otros tantos
medicamentos. Hemos entrado en una carrera para producir el mejor
medicamento.



-¿Cómo sería erigir una especie de Proyecto Manhattan en este país? Hablaba
de la importancia de un gobierno federal muy implicado y que generase un
Cuerpo de Paz sanitario. La ciudadanía está acostumbrada a que el ejército
luche en guerras en el extranjero, ¿cómo es la cuestión, desde un punto de
vista militar, de luchar en casa y contra un virus? Volviendo a la pregunta
básica: ¿cuál es la manera más efectiva en la que la población se puede
proteger a sí misma aquí, en Estados Unidos, y en todo el mundo?



Tal y como dices, se trata de una guerra en la que, en vez de invadir otros
países, el ejército debe ser movilizado para asegurarse de que nuestros
trabajadores y nuestros servicios sanitarios no se sobrecargan. Estoy muy
preocupada por la fatiga crónica que la cuarentena y el aislamiento pueden
provocar, así como por los servicios sociales y la salud mental de aquellos
que están aislados solos. Un enfoque erróneo sería separar estas acciones
por estados o por gobernadores en vez de apostar por la gobernanza federal.



-¿Podría indicarnos las pautas para que las personas puedan protegerse a sí
mismas y a sus comunidades: lavarse las manos, salir o no salir, incluso
cuando no hay nadie más en la calle? ¿Deberíamos encerrarnos en casa,
simplemente, y en especial en las ciudades?



Si eres mayor de 60 años deberías quedarte en casa todo lo posible. Si
salimos a la calle –y es algo que defiendo hacer por un tema de salud
mental– es fundamental asegurarnos de mantener la distancia de seguridad con
otras personas. Debemos ser muy cuidadosos al tocar los botones de los
ascensores o los pomos de las puertas, especialmente en lugares como Nueva
York: evita tocarlos con las manos y, si lo haces, agua y jabón durante 20
segundos deberían bastar, no hay necesidad de enloquecer por la falta de
desinfectante. Me gustaría recordar que hubo un importante brote de SARS1
–no de COVID-19, aunque sean similares– en un ascensor, justamente por tocar
los botones.



-¿Qué más le gustaría añadir?



Estamos todos juntos en esto: debemos trabajar juntos como sociedad por el
bien común y recordar que se trata de una carrera de fondo que durará meses
y no de un sprint final.



-¿Considera entonces que estaremos durante meses aislados en nuestros
hogares, con la sociedad, los colegios y los empleos detenidos tanto tiempo?



Si nos fijamos en Wuhan, cuya manera de detener la epidemia fue sin duda
efectiva, tardaron dos meses y medio aplicando medidas que no creo que
puedan ser viables en Estados Unidos. Así que, insisto de nuevo en la
importancia de rescatar todo aquello que hicieron bien, en la manera en la
que enfocaron la epidemia mis colegas del extranjero, así como de tomar muy
en serio las indicaciones de aislarse en casa de los encargados de salud
pública.



-¿Dónde puede encontrar la gente información veraz?



Depende de las necesidades de cada persona: si eres un empleador que no sabe
cómo lidiar con los empleados, la Administración de Seguridad y Salud
Ocupacional (agencia del Departamento de Trabajo de los Estados Unidos)
tiene una página web muy adecuada; para indicaciones más generales y muy
bien redactadas recomiendo la página del CDC. Recomiendo revisar estas
páginas diariamente, ya que van siendo actualizadas.

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