México/ AMLO y el bonapartismo autista [Manuel Aguilar Mora]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Abr 13 14:21:10 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

13 de abril 2020

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México



AMLO y el bonapartismo autista



Manuel Aguilar Mora *

Ciudad de México, 12 de abril de 2020



Como en los tristes casos de los informes de presidentes y primeros
ministros europeos (como Pedro Sánchez en España o Angelina Merkel en
Alemania) que con motivo de la pandemia del covid-19 realizan las reuniones
en los parlamentos con los hemiciclos de 400 o más curules vacíos, apenas
con unos cuantos representantes de los partidos, ese patetismo llegó a su
cúspide el 5 de abril con motivo del primer informe trimestral del año de
Andrés Manuel López Obrador (AMLO).



Patetismo político



De pie frente al atril que sostenía su discurso y el micrófono, solo en el
enorme  “patio de honor” del Palacio Nacional AMLO se dirigió por radio y
televisión a los millones que ansiosamente esperaban oír ese discurso con
una respuesta a la emergencia que atraviesa el país. Pero esa respuesta no
llegó cuando finalmente terminó la larga lectura del informe gritando tres
veces emocionado ¡Viva México!...sin que nadie le respondiera. Después
tampoco sin nadie a su lado cantó el himno nacional y al acabar dio la
vuelta y se retiró. Al otro lado de la pantalla después de esta patética
escena quedaban millones de mexicanos y mexicanas inmersos profundamente en
la incertidumbre. AMLO no propuso ningún plan, ninguna estrategia específica
ante la gigantesca crisis que atraviesa el país en la cual se combinan
letalmente la peor catástrofe sanitaria del covid-19 y la irrupción de las
consecuencias de un desastre económico mundial que ya se anuncia como la
peor depresión económica del capitalismo desde la crisis de 1929.



En lugar de apaciguar o como él dice “serenar a México”, después de este
informe el país, en plena cuarentena del covid-19 iniciada más de una semana
antes, quedó más polarizado, más tenso y sin claras perspectivas para las
inmensas mayorías de trabajadores y del pueblo espeso y municipal inmersos
en la crisis dual que constituye la catástrofe sanitaria y la depresión
económica y sin que se avizore ninguna protección para los males que están
llegando y se acumularán en los próximos días. AMLO actuó como cada día
(cada mañanera) lo hace, buscando llenar con sus palabras y ocurrencias la
“agenda del día” y respondiendo pragmática e inmediatistamente a los
problemas que van surgiendo tratando de ir saliendo como mejor se pueda.
Pero en el informe mencionado no se trataba de un asunto de todos los días.
Y así como no dio respuesta específica abarcadora de la crisis tampoco se
refirió a otras cuestiones que han afectado directamente a su gobierno,
destacando la cuestión que descarnadamente lo enfrentó con la movilización
masiva de las mujeres sólo días antes. Y sobre la cuestión de la situación
desastrosa en que se encuentra el sector salud (según las propias
autoridades tiene un déficit de 200 mil médicos y 300 mil enfermeras entre
otras tantas carencias) simplemente no añadió nada nuevo, subestimando su
terrible gravedad.



México, como todo el mundo, se enfrenta a una catástrofe histórica, ante la
cual AMLO y su gobierno no enfocaron ningún objetivo radicalmente nuevo.
Esta crisis dicen “es pasajera, es transitoria” no afecta los planes
planteados el 1° de diciembre de 2018, de hecho los ha reafirmado y se
mantienen. Lo ha dicho AMLO con todas sus palabras: la crisis dual sanitaria
y económica “ha caído como anillo al dedo para poner en práctica la Cuarta
Transformación (4T)”. Para él no hay cambios significativos importantes. Sus
planes insignias de la 4T se mantienen incólumes (el Tren Maya, el nuevo
aeropuerto de santa Lucía y la nueva refinería de Dos Bocas en Tabasco). Y
de acuerdo al más añejo conservadorismo que él tanto impugna elevó a la
familia como la institución clave en donde se encontrará las soluciones más
pertinentes a la crisis, sin ni de lejos comprender que los feminicidios en
su abrumadora mayoría suceden en el ámbito doméstico. Para él “el capital
cultural” y la “fuerza moral” de México superarán con creces los obstáculos
y su pueblo saldrá finalmente triunfante. Y así enfatizando el triunfo por
venir salió como había estado, como el solitario del Palacio.



AMLO, asistencialismo y desempleo



Como era de esperarse las decisiones de AMLO han sido acogidas con críticas
y con estupefacción por todos lados. Sólo el sector duro de sus partidarios
las ha aprobado sin cuestionamiento y las señales indican que por el momento
en Morena (Movimiento de Regeneración Nacional) su partido, la reacción de
marchar firmes con su jefe se ha impuesto. No obstante aunque todavía
bastante fuerte, se palpa, como lo dicen las propias encuestas, la lenta
erosión de su popularidad en el seno de los sectores más amplios de la
población: de los índices de más de 80 y 70 por ciento de aprobación de hace
un año ya ese porcentaje se acerca al 50 por ciento. Sin embargo más allá de
las encuestas, después de todo sólo instantáneas de los ánimos masivos en
constante cambio, la combinación de las dos crisis, la económica y la de
salud, se profundiza y está haciendo una radiografía del país, como sucede
en toda crisis importante.



AMLO considera que su carta fuerte para confrontar la situación es que su
posición es diferente a la de sus antecesores priistas y panistas. Él no va
a rescatar a las empresas como lo hicieron los gobiernos anteriores con el
resultado del inmenso enriquecimiento de los grandes capitalistas. Por
tanto, se mantendrá la postura que fue una de los principales lemas de su
campaña electoral: “primero los pobres”. Con ese planteamiento considera que
“se blindan los programas sociales, se reactiva la economía y se garantizan
los energéticos”. Los más de 20 millones de receptores (una sexta parte de
la población del país) de las ayudas asistenciales en efectivo de los
programas sociales (jóvenes estudiantes, mayores de la tercera edad y otros
sectores populares) son la base dura del apoyo electoral de AMLO, por ello
su “blindaje” lo mantiene con los recursos equivalentes a 400 mil millones
de pesos. (El Universal, 25.03.2020). Ayudas que sólo alcanzan para
sobrevivir sino es que para malvivir, pero que son vitales para soldar una
plataforma de apoyo al gobierno de AMLO en 2021, fecha de las elecciones
intermedias del sexenio de AMLO.



Pero la crisis ha cambiado drásticamente ese panorama. El desastre social
del desempleo y la precariedad plantea despiadadamente la terrible crudeza
de la situación, cuya solución no es ni de lejos el simple asistencialismo,
como pretende AMLO.



Las tres fuentes principales del financiamiento del capitalismo en México
son en el orden siguiente: en primer lugar las remesas de los mexicanos y
mexicanas que trabajan en Estados Unidos ( EUA), en segundo lugar el turismo
y en tercer lugar la exportación de petróleo. Los trabajadores de origen
mexicano sin duda serán de los primeros afectados duramente por la crisis en
EUA, el turismo se ha desplomado y también por los suelos ha caído el precio
del petróleo. Los cálculos de la depresión económica, por tanto en México,
varían: se perderán entre cuatro y ocho puntos del PIB anual, o sea entre
450 mil y 900 mil millones de pesos en solo tres meses (Ricardo Raphael en
Proceso, 05.04.2020).



El panorama del desempleo es tremendo, espantoso. Según la oficina de la
Organización Internacional del Trabajo en México, el país perderá más de 1.5
millones de puestos de trabajo en las próximas semanas. Son cifras que se
quedan cortas con respecto a las que se calculan están teniendo otros
países, en especial el país vecino del norte. Pero a diferencia de los
desempleados de EUA, los desempleados en México están por completo
desprotegidos pues en su abrumadora mayoría carecen de un seguro de
desempleo y laboran en las pequeñas y medianas empresas  (las Pymes)
golpeadas sin compasión por la crisis. Además poco más de la mitad del
mercado laboral (6 de cada 10) la integran trabajadores del sector informal
quienes carecen de derechos laborales  ante los patrones y el Estado. Por
eso para el fin de la pandemia, cuando éste llegue, la cifra de desempleados
que arrojarán la industria, el turismo, el comercio, los servicios estará
medida por una cifra de millones de dos y no de un solo dígito (alrededor de
13 millones aproximadamente).



AMLO y la burguesía



Un país en crisis requiere de una política que responda específicamente a la
misma. Se trata de eso, de una decisión política. Los momentos de crisis
exigen tajantes y radicales decisiones políticas. Es el Estado obviamente el
responsable principal de delinear y forjar dicha política.



La transición democrática pactada en el 2000 entre los partidos dominantes
tradicionales, el PRI y el PAN, no duró ni veinte años. Hoy la “democracia
burguesa” mexicana es una caricatura. Su fracaso protagonizado por el
grotesco Fox, el horrendo Calderón y el siniestro Peña Nieto no logró
trascender la decadencia del régimen político imperante durante el siglo XX.
AMLO es hoy la cabeza de ese Estado, beneficiario de la victoria electoral
de 2018 que representa la derrota aplastante de aquellos. Con ella AMLO ha
resucitado los añejos hábitos bonapartistas imperantes durante el siglo XX.
Ni el PAN, ni el PRI tienen la menor legitimidad, ni fuerza para hacer una
verdadera oposición a AMLO. Por lo que toca a Morena se trata de un
agrupamiento heterogéneo que no es, como algunos han creído, un nuevo PRI.
Está lejos de ser un verdadero partido integrado como está por las
corrientes más dispares y antagónicas cuyo único común denominador es el
apoyo al caudillo presidente. Coexisten en su seno desde fundamentalistas
cristianos y católicos como antiguos priistas, panistas, perredistas e
izquierdistas de todos los plumajes (ex comunistas, ex maoístas, ex
castristas y hasta ex trotskistas y alguno que otro ex anarquista).



Esta ausencia de portavoces partidarios políticos con legitimidad y eficaces
ha tenido como consecuencias que las relaciones críticas entre el Presidente
de la República y los sectores burgueses tienden hoy a centrarse en un pulso
entre AMLO y los dirigentes directos de los capitalistas: las cámaras de
industria (Concamin, Canacintra), de comercio (Conaco), patronales
(Coparmex), de banqueros (ABM), todas ellas representadas en la cúpula por
el Consejo Coordinador Empresarial (CCE). Con ellos y ellas AMLO se ha
reunido constantemente desde el inicio de su gobierno, lo ha hecho antes y
después del 5 de abril. La política de AMLO que supone verbalmente una
ruptura con el neoliberalismo y la vuelta a los patrones prevalecientes en
los años de los presidentes nacionalistas, son patéticas concepciones del
todo a destiempo de los días actuales. No hay ya “soluciones nacionales” a
la actual crisis. Su presentación del informe del 5 de abril no agradó a los
sectores capitalistas. Un día después eso fue muy evidente con las
declaraciones del dirigente del CCE Carlos Salazar Lomelí: “Hay que
organizarnos para lograr la revocación de su mandato en las elecciones de
2021”. Esta abierta convocatoria a deshacerse de AMLO por parte de uno de
los más representativos dirigentes de la gran burguesía no podía quedar en
el aire. Inmediatamente AMLO se reunió con los tres hombres más ricos de
México, Carlos Slim, Germán Larrea y Alberto Balléres y los rumbos
cambiaron. Al salir de la reunión con ellos no escatimó en elogios con “el
espíritu de colaboración” que le demostraron. Una semana después el mismo
Salazar Lomelí declaraba: “Ni la división, ni la descalificación infundada,
ni la confrontación ayudan en un momento tan delicado para nuestro país […]
diálogo abierto y respeto a las posturas distintas”. (La Jornada,
11.04.2020).



Los sectores más perspicaces de los capitalistas se percatan que no pueden
actuar como lo hicieron en las crisis anteriores. Los rescates de
carreteras, el rescate bancario del aborrecido Fobaproa de los años de
Salinas de Gortari y Zedillo que para muchos siguen siendo los modelos a
seguir, otros más consideran que no pueden repetirse impunemente. Están
buscando las nuevas formas para medrar de la actual crisis, las adecuadas a
los cambios habidos, teniendo en cuenta que el trato con AMLO no puede ser
igual al que tuvieron con el PRI y el PAN. El suceso mencionado de la
conducta de uno de los líderes más connotados del gremio de los grandes
capitalistas tiene ese significado. Serán formas tácticas nuevas para
conseguir el mismo objetivo de siempre mejores, más lucrativas ganancias
como su razón misma de existencia



Por su parte AMLO no escatima elogios y favores hacia el ejército y la
Armada. Son los pilares de la construcción de de sus proyectos icónicos, hoy
en el aeropuerto de Santa Lucía, mañana en el Tren Maya. Y ante todo son y
serán siempre los garantes de la estabilidad cuando las turbulencias de la
lucha de clases así lo amerite para “serenar a México”. Y con respecto al
poderoso vecino del norte, en Washington la figura de AMLO está en su punto
más alto, con los elogios públicos que le hizo el presidente Donald Trump
por la labor de miles de soldados de la Guardia Nacional que resguardan las
fronteras para impedir el paso del flujo de emigrantes centroamericanos a
EUA.



Ciertamente en los tiempos de giros bruscos en que nos encontramos muchos
imprevistos están esperándonos. La tendencia, no obstante será al
crecimiento acelerado del descontento masivo y la necesidad del mantener el
equilibrio catastrófico que se produce en las situaciones que dan lugar a
los momentos de los bonapartismos. Pero el de AMLO no se proyecta como el
clásico ejemplo que definió Trotsky durante su exilio mexicano en 1937-40
cuando fue testigo de los hechos del gobierno de Lázaro Cárdenas, el famoso
bonapartismo sui generis heredero directo de la Revolución mexicana. Como se
sabe después su vigencia interpretativa ha sido notoria en otros casos
parecidos como el de Perón en Argentina y el de Nasser en Egipto. En pleno
siglo XXI muchos vieron en Hugo Chávez y su gobierno bolivariano otra
experiencia de ese tipo de bonapartismo. Hoy en México lo que despunta en el
caso de AMLO no es producto de ninguna revolución sino de la descomposición
del viejo régimen imperante a fines del siglo XX. Es una combinación más
parecida a lo que Trotsky llamaba, guardando las proporciones, bonapartismos
seniles de muchos gobiernos europeos de los años de entre las dos guerras
mundiales que a la experiencia cardenista de esos mismo años. La coyuntura a
la que ha llegado la lucha de clases ha determinado su surgimiento. Los
trabajadores, la inmensa población empobrecida abrumada ante la crisis se
mantiene a la expectativa, una gran mayoría dominada todavía por el engaño
tradicional de la consciencia burguesa y siguiendo al caudillo de turno. Es
la base millonaria pasiva destinataria del asistencialismo. Los terribles
aguijones de la crisis la removerán hasta sus cimientos.



Hacia momentos cruciales



La gravedad de la situación desafía los calificativos. Hay que ir al
diccionario para encontrar la definición apropiada: extraordinaria,
descomunal, etc. El Estado, su capitán, la clase gobernante del barco, lo
han demostrado fehacientemente como lo hemos visto arriba, no tienen los
atributos que exige la situación. El naufragio está a la vista si no lo
impedimos. La alternativa positiva, sólo imaginable como anticapitalista,
socialista, deberá ser construida a partir de las actuales condiciones en
las que los sectores avanzados revolucionarios están saliendo de la enorme
confusión ideológica que ha representado el esfuerzo de hacer el balance
político-histórico del siglo XX, al nivel nacional y mundial, con tantas
victorias populares pero también pleno de atrocidades
contrarrevolucionarias.



Pero desde hoy hay que comenzar. Se necesitan medidas simples pero
inauditas, revolucionarias para enfrentar las necesidades que exigen las
urgencias sanitarias y económicas, lograr la salud colectiva de las masas
populares víctimas principales de las devastadoras consecuencias de la
pandemia y de los sufrimientos del desempleo. Los recursos socioeconómicos
existen para la formación de nuevos médicos y del diverso personal de
salubridad, para la construcción de nuevos hospitales en todo el país y de
renovación de los ya existentes, para el abastecimiento de las farmacias y
el mejoramiento de la infraestructura necesaria de instrumentos y todo tipo
de accesorios indispensables para el cuidado, curación e investigación de la
población enferma, no sólo la afectada por la pandemia actual sino pacientes
de todas las enfermedades. Para lograrlo será necesario unificar en un solo
sistema nacional de salud todos los hospitales, clínicas, laboratorios  y
demás instalaciones destinada a ese objetivo. La entidad resultante no puede
ser sino pública, la salud de los seres humanos no es una mercancía que deba
estar sujeta a las leyes de las ganancias capitalistas. La pandemia será
erradicada con la ciencia y la solidaridad, con la convicción de que la
salud del pueblo es la meta por excelencia de toda sociedad sana.  Esto
significa el enfrentamiento con los grupos capitalistas que cada vez
controlan más el sistema de salud existente convirtiéndolo en un lucrativo
negocio.



Lo mismo significa la lucha contra el desempleo. No bastan ni con mucho dos
millones de nuevos empleos. Serán de dos dígitos la cifra millonaria del
desempleo que está gestando la actual depresión (que no mera recesión)
económica. Un gigantesco plan de obras públicas que trascienda con mucho el
planteado por la 4T deberá ponerse en marcha los próximos meses.



La recaudación de impuestos en México es la más baja de los países
pertenecientes a la OCDE, equivale al 16 por ciento del PIB, cuando el
promedio de los países de la misma organización es del 34 por ciento.
También con respecto a los países latinoamericanos México queda muy debajo
de la recaudación fiscal de países como Chile 20 por ciento, Argentina 30
por ciento, Brasil 30 por ciento y Uruguay 30 por ciento.



El resultado ha sido la colosal acumulación de riquezas por parte de la gran
burguesía mexicana a costa de millones de mexicanos y mexicanas
empobrecidos. Los Slim, los Larrea, los Salinas Pliego, los Azcárraga, los
Bailléres son inmensamente ricos. Los diez más ricos de México acumulan un
capital equivalente a cerca de 125 mil millones de dólares. La urgencia de
la situación exige cargarles con un impuesto especial. Lo mismo debe hacerse
con los directores y dueños de las firmas que adeudan al fisco la inmensa
cantidad de más de 200 billones de pesos (millones de millones): Cemex,
América Móvil, Telmex, Grupo México, GrupoModelo, Bimbo, Wal Mart y decenas
de otras grandes empresas mexicanas. A todos ellos la situación demanda
imponerles un impuesto especial por la crisis que atraviesa el país.



Hay que suspender inmediatamente el pago de la deuda pública, en la cual van
incluidas las deudas heredadas por los detestados presidentes de los
gobiernos neoliberales de Salinas, Zedillo y demás: la deuda bancaria
(Fobaproa que se sigue pagando religiosamente), la de las carreteras y por
supuestos la contraída con las agencias financieras (usureras)
internacionales.



La doble crisis sanitaria-económica está poniendo el escenario para una
lucha aun más fiera que se avecina y en la medida que el equilibrio
catastrófico del régimen se mantenga y el desgaste del momento bonapartista
no impida su desarrollo, se dará con “normalidad”. Aunque después de la
formidable crisis que estamos atravesando ya no habrá vuelta a la
“normalidad”. En realidad estamos entrando a tiempo anormales.



* Militante de la Liga de Unidad Socialista (LUS).

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