Análisis/ Sobre la vacuidad de la ciencia económica oficial: la diferencia entre la actividad económica y los riesgos para la salud [Michel Husson]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Abr 24 23:53:28 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

24 de abril 2020

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Análisis

 

Sobre la vacuidad de la ciencia económica oficial: la diferencia entre la
actividad económica y los riesgos para la salud

 

Michel Husson 

A l’encontre, 14-4-2020

http://alencontre.org/economie/

Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa

 

"Siempre sentí una aversión profunda hacia los economistas desde que escuché
a uno de ellos decir que temía que la hambruna en Irlanda sólo matara a más
de un millón de personas, lo que sería apenas suficiente para ser realmente
útil". [1]

 

Todos los gobiernos están buscando a tientas la compensación perfecta entre
actividad económica y riesgos para la salud. Uno de los efectos secundarios
de esta situación es que permite ver cruelmente la impostura de la ciencia
económica oficial. El tema de la compensación nos permite mostrar sus
límites, y señalar -por omisión- los problemas a los que nos enfrentamos y
nos enfrentaremos. Vamos a empezar con una parodia.

 

La relación entre PIB y muertes: una [semi] parodia

 

El análisis de un economista ortodoxo podría ser el siguiente. Primer punto:
hay una relación inversa entre el número de muertes y la pérdida de PIB.
Para alcanzar el número mínimo de muertes [Nmin], habría que frenar
drásticamente la economía congelando todas las actividades no esenciales.
Pero la pérdida de PIB sería entonces máxima [Qmax]. Si, por el contrario,
se le da prioridad a la actividad económica, el número de muertes sería
máximo (Nmax), pero la pérdida de PIB se vería reducida al mínimo. [Qmin].

 

El segmento azul del gráfico [ver todos los gráficos en la versión web de A
l´encontre y Correspondencia de Prensa: ndt] representa las combinaciones
posibles entre los dos objetivos de reducir el número de muertes y la
pérdida de PIB respectivamente. Supongamos -por ahora- que esta " obligación
presupuestaria " es lineal, y sobre todo dada, en función de las
características de la epidemia y de la capacidad de respuesta del sistema
sanitario.

 

Entonces, ¿cómo se elige la mejor combinación? La teoría da la respuesta:
existe, por lo menos implícitamente, una función de preferencia que expresa
las elecciones del "agente representativo" con respecto a los dos
determinantes de su función de utilidad U: los ingresos (Q) y la salud,
medida según el número de muertes (D).

 

Esta función puede escribirse: U = f (Q, D). La utilidad aumenta con los
ingresos y disminuye con el número de muertes. Así tenemos: dU/dQ > 0 y
dU/dD < 0.

 

La curva verde es una curva de indiferencia: es el lugar geométrico de las
parejas (Q,D) que proporciona el mismo nivel de utilidad, o más bien de
"ofelimidad", para utilizar el término acuñado por Vilfredo Pareto
(Economista italiano, 1848-1923).[El término proviene del griego
“ophelimos”, que significa “útil”. Pareto lo utilizó para expresar la
satisfacción de obtener un bien, Diccionario de economía, J. L. Vizcarra
Cifuentes, p. 239: ndt] Pareto propuso utilizar este término "para expresar
la relación de conveniencia que hace que una cosa satisfaga una necesidad o
un deseo, legítimo o no [2]". El autor de un texto mediocre, pero
representativo, utilizaba el término "isofélimo", probablemente para aportar
su grano de arena de pedantería a la ciencia [3].

 

El gráfico muestra una sola curva de "isofélimo", la que es tangente a la "
limitación presupuestaria". Situada más arriba, correspondería a un nivel
más alto de utilidad, pero incompatible con la limitación. Más abajo,
obviamente sería sub óptimo. En resumen, la combinación óptima (Qopt, Nopt)
se obtiene en el punto O donde la curva de indiferencia es tangente a la
línea de restricción.

 

Arbitrajes a la manera de Trump

 

"No podemos dejar que el remedio sea peor que la enfermedad", escribió Trump
en un tweet del 23 de marzo. Completó la declaración de ese principio con
una orientación estratégica bien clara: "al final de este período de 15
días, tomaremos una decisión sobre el camino a seguir [4]". Siguiendo la
línea de su jefe, Lawrence [Larry] Kudlow, su principal asesor económico,
insistió en sus declaraciones a Fox News. Para él, el daño económico causado
por el distanciamiento social es "demasiado grande". No podemos detener la
economía y tendremos que buscar un compromiso [trade-offs] entre proteger a
los ciudadanos estadounidenses del virus y hacer que el mercado de valores
vuelva a su nivel anterior [5]".

 

De paso, hay que señalar que, para Kudlow, la actividad económica se mide en
función de los precios del mercado de valores. También vale la pena
centrarse en el personaje cuyo retrato permite medir el grado de decadencia
intelectual alcanzado en los Estados Unidos. El principal asesor económico
de Trump ha sido descrito como un "seudo economista siempre equivocado"
[Always-Wrong Pseudo-Economist]. [6] En 1994, Kudlow fue despedido del Banco
Bear Stearns por su adicción a la cocaína y por su alcoholismo, una buena
ilustración de la distinción de Pareto entre ofelimidad y utilidad. Se
convirtió en un columnista de economía en la televisión CNBC. [7] Su carrera
fue una larga acumulación de errores, denunciando por ejemplo en diciembre
de 2009 (!): "el rechazo obstinado del equipo de Obama a confiar en el libre
mercado. En algunas de las regiones más afectadas del país, los mercados ya
están resolviendo el problema de la vivienda". El 25 de febrero de este año
declaró que la epidemia estaba "contenida" y que, a pesar de la "tragedia
humana" que representa, no debería provocar una "tragedia económica".

 

Arbitraje en curvas  

 

El modelo presentado arriba puede parecer un poco caricaturesco. Sin
embargo, representa el sustrato del pensamiento económico dominante, como lo
confirma Emanuel Ornelas, profesor de economía de la Escuela de Economía de
Sao Paulo: "En el punto culminante de una epidemia grave, escribe, la
contención casi completa es mejor que nada en los países que no están
preparados". Sin embargo, la contención no debe ser de larga duración, ya
que su duración viene determinada por sus beneficios (para la salud) y sus
costos (económicos) marginales [8]". Y produce el siguiente gráfico, que es
sólo otra forma de representar la relación entre el PIB y el número de
muertes. Las dos curvas se cruzan en un punto que es el que determina la
duración óptima de la contención.

 

Tres economistas, probablemente más serios que Kudlow, publicaron
recientemente un artículo modestamente titulado "Macroeconomía de las
epidemias." [9] Se inspiran en un viejo modelo, que existe desde 1927. [10]
Este modelo se llama SIR: S viene de Susceptible (de estar contaminado) I
viene de Infected [contaminado] y R de Recovered (curado). A veces se añade
una E, que viene de expuesto. El mensaje principal del artículo es que hay
"inevitablemente una relación entre la gravedad de la recesión a corto plazo
causada por la epidemia y las consecuencias para la salud". La gestión de
este arbitraje es el principal desafío para los encargados de elaborar las
decisiones políticas".

 

Si queremos evitar que "el equilibrio competitivo no sea socialmente
óptimo", es necesario equilibrar los esfuerzos y aceptar una reducción más
importante del consumo para reducir el número de muertes, como se ilustra en
el gráfico siguiente. Una vez más lo decimos, ésta es sólo una versión
derivada de nuestro esquema inicial en la que hay un arbitraje entre la
caída del PIB [en este caso, el consumo] y la cantidad de muertes.

Seis economistas italianos se pusieron a trabajar juntos trabajando para
encontrar la manera de organizar la lucha contra la epidemia, con la misma
preocupación de no "destruir la economía mundial." [11] Dado que se supone
que los jóvenes son menos vulnerables a los efectos del virus, la principal
propuesta de su trabajo consiste entonces en "ponerlos a trabajar
rápidamente", equipándolos con una aplicación [apps] que permita "seguir
inmediatamente el contagio que puedan propagar o recibir".

 

Para Richard Balwin, un economista fascinado por la globalización [12] - que
es para él una especie de segunda naturaleza para la humanidad - el tema más
preocupante es el de la inflación. Según él, la crisis va a provocar una
relativa escasez de bienes esenciales y por lo tanto, un aumento de sus
precios. [13] Su demostración se basa en uno de esos "crobards" [croquis,
esquemas] con los que son domesticados los estudiantes de Ciencias
económicas desde el primer año de estudios. Lo reproducimos a continuación
dado su indudable interés pedagógico.

 

Pero lo que más le preocupa a Baldwin es que los ciudadanos podrían
considerar como "desleal" (unfair) este aumento del precio de los bienes
esenciales y "tal vez incluso como inaceptable". Según Baldwin, la historia
ha demostrado repetidamente que esta configuración puede generar "fuerzas
políticas que propicien el control de los precios y el racionamiento (de los
bienes escasos)". Detrás de las curvas del gráfico, se puede ver el pavor de
las fuerzas dominantes: ¿qué pasaría si esta crisis desencadenara un
movimiento a favor de la planificación económica?

 

El equilibrio entre corto y mediano plazo

 

La idea misma del arbitraje fue cuestionada en una declaración conjunta del
Director Gerente del FMI y del Director General de la OMS: "A primera vista,
hay solamente una solución: o se salvan vidas o se preservan los medios de
subsistencia. Pero éste es un falso dilema: controlar el virus es, de hecho,
una condición previa para preservar los recursos." [14]

 

Francisco Saraceno también critica la "absurda" idea del arbitraje que dice:
"Salvar vidas es bueno para la economía [15]". Toma el ejemplo de la
estrategia inicialmente prevista por Boris Johnson. Si se hubiera aplicado e
infectado a decenas de millones de británicos, "la oferta de mano de obra
habría disminuido durante varios meses y la producción se habría visto
seriamente afectada".

 

La idea básica es que el arbitraje es de una naturaleza muy diferente. Se
puede reducir el choque de la producción aceptando más muertes, pero esta
opción provocaría un daño duradero en la economía. En otras palabras, las
opciones a corto plazo condicionan el camino a medio y largo plazo. Si
quisiéramos evitar una caída inmediata y demasiado brusca, tendríamos una
salida de la crisis en forma de "U" o incluso en forma de "L" en lugar de
"V".

 

Las diferentes formas de salir de la crisis, en forma de V, de U o de L,
están bien representadas en el gráfico siguiente [16] que se basa en la
experiencia de la última crisis. La salida en forma de L se evidencia en el
caso de Grecia, y cabe preguntarse si esta trayectoria no prefigura la que
podemos llegar a ver, al menos en cierto número de países.

 

Saraceno explica los detalles de su demostración de la siguiente manera:
aunque se permitiera la propagación de la epidemia para mantener la
actividad económica, ciertos sectores (viajes, turismo, servicios)
registrarían en cualquier caso caídas significativas de la actividad. "La
confianza de los consumidores y las expectativas de las empresas seguirían
deprimidas durante meses, el consumo y la inversión quedarían estancados y
la intervención del gobierno será necesaria tanto como lo es en el contexto
del confinamiento. Por último, el elevado número de víctimas de la crisis de
la pandemia repercutiría en el capital humano y, por consiguiente, en la
productividad y el crecimiento a largo plazo".

 

Sin embargo, no es siquiera seguro que estos efectos no aparezcan, de todas
maneras, incluso si se aceptara una recesión fuerte pero más concentrada en
términos de tiempo. Los autores de un documento reciente que presenta una
"teoría de las crisis keynesiana [17]" sostienen que las crisis relacionadas
con la epidemia de COVID-19 (paros laborales, despidos, quiebras) pueden
provocar una caída de la demanda aún mayor que las propias crisis. Este
enfoque, aplaudido por Paul Krugman, es realmente fascinante por la
sofisticación de la modelización hecha a partir del mismo. Tiene la ventaja
de mostrar lo absurda que es la oposición entre "choque de la oferta" y
"choque de la demanda": la cuestión clave es la de la reproducción del
capital. No se trata de determinar un "equilibrio" entre la oferta y la
demanda, sino de examinar las condiciones de esta reproducción, que sólo
puede analizarse en términos de dinámica.

 

El arbitraje entre la vida y las finanzas públicas

 

Hay una extensa literatura sobre las opciones en materia de salud pública en
la que aparece el concepto de "valor de la vida" [18] en una lógica de
cálculo del costo-beneficio. Por lo tanto, es una compensación, claramente
reivindicada, como explican dos teóricos en la materia: "porque no estamos
dispuestos a sacrificar todo para aumentar nuestra esperanza de vida, esto
significa que nuestra vida tiene un valor, y que este valor es finito. Dado
que la vida consciente es el arte de la decisión, y dado que la decisión es
el arte de comparar valores, los seres humanos no tienen otra opción que dar
un valor relativo a todo. Simplemente no hay alternativa. El sabio que se
niega a hacerlo es respetable, pero deja al que toma las decisiones ante el
abismo de sus opciones." [19]

 

Uno de los firmantes de esta propuesta, Christian Gollier, es el director de
la Toulouse School of Economics [sic] (¡nombre en inglés para un instituto
francés!)  presidida por Jean Tirole, "Premio Nobel" de economía en 2014. En
una entrevista reciente [20], Gollier demuestra su perspicacia cuando dice
que "la ventaja de esta crisis es que no es estructural como en 1929 o más
recientemente en 2008 (...) Estamos en un choque totalmente exógeno, con una
posibilidad muy fuerte de rebote y no es para nada un choque que requiera
una reestructuración de la economía (...) Tan pronto como podamos salir de
ella, seremos capaces de consumir de nuevo y relanzar la economía". Después
de todo, la compensación no es tan complicada: "Los productores tienen que
hacer que los trabajadores vuelvan a las empresas y reanudar la producción".
Aunque Gollier modera sus observaciones en el resto de la entrevista, su
fórmula, que implica que los trabajadores no serían productores y que
bastaría con "reintegrarlos a la empresa", dice con claridad todo sobre el
carácter cuasi feudal e inhumano de esta "ciencia" económica.

 

Varios especialistas en salud pública acaban de publicar una breve
contribución [21] al debate abierto por la epidemia. Proceden según un
cálculo más que rápido que lleva a este resultado esencial: la reducción
máxima de consumo para evitar muertes relacionadas con el coronavirus es del
26%. La forma en que se logra este enigmático resultado merece ser examinada
con más detalle.

 

El modelo utiliza las siguientes variables: d es la tasa de mortalidad de la
población en riesgo, que representa una fracción 1/n de la población total,
con una vida media restante de L años. El valor de un año, v, se mide en
años de consumo per cápita: si, por ejemplo, un año de vida vale 150.000
dólares y el consumo per cápita es de 50.000 dólares, entonces v = 3. [22]

 

Para evitar el riesgo que representa la epidemia, la sociedad estaría
entonces dispuesta a renunciar a una fracción del consumo de un año dado por
esta fórmula: a = d.v.L/n. Los autores dan un ejemplo numérico, con v = 3, L
= 10 y n = 6. Por consiguiente, es probable que la epidemia afecte a una
sexta parte de la población con una esperanza de vida aún restante de 10
años. Dado que un año que queda por vivir vale 3 años de consumo per cápita,
la fórmula anterior se escribe simplemente a = 5d. En otras palabras,
resumen los autores, "la sociedad está dispuesta a renunciar al 5% del
consumo por cada punto porcentual de mortalidad debida al Covid-19 durante
un año; si esa tasa de mortalidad (d) es del 4%, eso correspondería al 20%
del consumo". Eso es lo que se quería demostrar [expresión francesa [CQFD].

 

Detrás de esta aritmética simplista hay un modelo más sofisticado que
utiliza una función de utilidad social (utilitarian social welfare) que
depende de la reducción del consumo según una tasa de mortalidad determinada
y debería, según los autores, ayudarnos a pensar en "la compensación entre
el consumo de los sobrevivientes y las muertes debidas al Covid-19". En
primer lugar, los autores examinan el caso de un "agente representativo",
antes de introducir una distinción entre los "viejos" (expuestos) y los
jóvenes (en principio no enfermos). En el segundo caso, la aceptación de una
disminución del consumo es menor: 26% en lugar de 35%. ¿Pero quién decide
sobre esta "aceptación"? ¿Y cómo se pueden regular las medidas de salud
pública para no superar el funesto umbral del 26%?

 

Arbitraje entre ganancia y desempleo

 

¿Qué relación entre beneficios y desempleo? Esto es lo que sugiere Patrick
Artus, basándose en una comparación entre los Estados Unidos y la eurozona:
"el modelo europeo de ajuste del empleo en una recesión (lento, amortiguado
en la medida de lo posible) es mejor que el modelo americano (ajuste brusco
del empleo) porque evita agravar la crisis reduciendo la demanda de los
hogares y la pérdida de capital humano. Pero el defecto del modelo europeo
es que el ajuste lento y amortiguado del empleo conduce a una disminución de
la rentabilidad de las empresas y de su capacidad de inversión [23]". Y
Artus continúa diciendo: para reducir el desempleo lo más rápidamente
posible después de la crisis, será necesario "evitar algunos errores" y, en
particular, "aplicar la moderación salarial para recuperar los márgenes de
beneficio de las empresas [24]". Tal vez tenga razón: las verdaderas
alternativas están todavía ante nosotros. Por ejemplo: nuestras vidas o sus
beneficios.

Arbitraje entre seudociencia y crítica social

 

Este periplo muestra que el coronavirus es también un revelador de las
terribles insuficiencias de la teoría económica dominante. El enfoque más
bien microeconómico (el que pretende servir de base para el análisis
macroeconómico) se enfrenta a varios obstáculos. El primero es que una
lógica de equilibrio es absolutamente inoperante, en general pero aún más en
el contexto actual. Todos los parámetros cambian día a día y, ante la
incertidumbre generada por la evolución de la epidemia, el análisis
económico tradicional (el que se enseña hoy en día) no puede aportar nada a
la comprensión de estos fenómenos.

En el esquema paródico inicial, se supone que se conoce la vinculación entre
la pérdida de PIB y el número de muertes (el segmento azul). Sin embargo,
está claro que no es así: existe una incertidumbre fundamental sobre su
forma, y es esto lo que ayuda a comprender las dudas sobre el método
correcto para combatir la epidemia: ¿cuánto tiempo hay que quedarse
confinados, cómo salir, etc.? Además, esta curva ficticia está condicionada
por las opciones tomadas anteriormente (existencias de mascarillas, cantidad
de camas y de personal de salud, etc.) y, por lo tanto, hoy por hoy hay que
manejar una situación previamente determinada por un cálculo económico
miope, cortoplacista.

 

La hipótesis que estipula que existe una "función colectiva de utilidad
social" o un "agente representativo" que ejerce opciones documentadas no
resiste la prueba del tiempo, porque el capitalismo no funciona de esa
manera. Volviendo a nuestro esquema paródico, la pregunta fundamental es (y
la pregunta ya se plantea): ¿quién determina la forma y la posición de la
curva verde?

En cuanto al uso obsceno de un cálculo económico basado en una evaluación
estadística del "valor de la vida", nos sumerge en las "aguas heladas del
cálculo egoísta". Aquí también funciona el catalizador funciona: el
capitalismo es una sociedad en la que las decisiones que deberían ser
colectivas, producto de la deliberación democrática, son en realidad
decisiones privadas basadas en un mezquino cálculo de mercado. 

 

Notas

 

[1] I have always had a certain horror of political economists since I heard
one of them say that he feared the famine in Ireland would not kill more
than a million people, and that would scarcely be enough to do much good,
Benjamin Jowett (à propos de Nassau Senior) cité par Cecil Woodham-Smith,
The Great Hunger. Ireland 1845-1849, 1962, p. 375-6.

[2] Vilfredo Pareto, Cours d’économie politique, Tome 1, 1896, p. 3. Pareto
prefirió el término ofelimidad al de utilidad, porque el placer se puede
encontrar en el consumo inútil o incluso dañino. Los ejemplos sobran...

[3] Trong Giao Dao Dang, Le libéralisme économique, 1990.

[4] @realDonaldTrump, « We cannot let the cure be worse than the problem »,
tweet, March 23, 2020.

[5] Lawrence Kudlow, « Economic cost of prolonged coronavirus shutdown is
just too great », Axios, March 23, 2020.

[6] source: Wikipedia.

[7] Como Nicolas Bouzou (y otros) en Francia.

[8] Emanuel Ornelas, « Managing economic lockdowns in an epidemic », voxeu,
28 March 2020.

[9] Martin S. Eichenbaum, Sergio Rebelo, Mathias Trabandt, « The
Macroeconomics of Epidemics », NBER, March 20, 2020.

[10] William O. Kermack & Anderson G. McKendrick, « Contribution to the
Mathematical Theory of Epidemics », Proceedings of the Royal Society of
London, series A, vol. 115, no. 772, 1927.

[11] Andrea Ichino, Giacomo Calzolari, Andrea Mattozzi, Aldo Rustichini,
Giulio Zanella, Massimo Anelli, « Transition steps to stop COVID-19 without
killing the world economy », March 25, 2020.

[12] Richard Baldwin, The Great Convergence. Information Technology and the
New Globalization, 2016.

[13] Richard Baldwin, « The supply side matters: Guns versus butter,
COVID-style », voxeu, 22 March 2020.

[14] Kristalina Georgieva & Tedros Adhanom Ghebreyesus, « Some say there is
a trade-off: save lives or save jobs – this is a false dilemma », IMF, April
3, 2020.

[15] Francesco Saraceno, « There is no Trade-off. Saving Lives is Good for
the Economy », March 29, 2020.

[16] Source: Philipp Carlsson-Szlezak , Martin Reeves and Paul Swartz, «
Understanding the Economic Shock of Coronavirus », Harvard Business Review,
March 27, 2020.

[17] Veronica Guerrieri, Guido Lorenzoni, Ludwig Straub, IvánWerning, «
Macroeconomic Implications of COVID-19: Can Negative Supply Shocks Cause
Demand Shortages ? », April 2, 2020.

[18] Visión crítica de este punto de vista en: Jean-Marie Harribey, « La vie
au ralenti, journal d’un confiné (21) », blog Alternatives économiques, 6
avril 2020.

[19] Christian Gollier y James Hammitt, « Nous ne sommes pas prêts à tout
sacrifier pour augmenter notre espérance de vie »,  Le Monde, 3 avril 2020.

[20] Christian Gollier, « L’avantage de cette crise, c’est qu’elle n’est pas
structurelle », France Info, 6 avril 2020.

[21] Robert E. Hall, Charles I. Jones, and Peter J. Klenow « Trading Off
Consumption and COVID-19 Deaths », Stanford University and NBER, April 3,
2020.

[22] Los autores optan por este valor y para ellos se refieren a un meta
análisis que da uan idea del carácter delirante de esas elaboraciones: W.
Kip Viscusi and Joseph E Aldy, « The value of a statistical life: a critical
review of market estimates throughout the world » Journal of risk and
uncertainty, vol.27, n°1, 2003.

[23] Patrick Artus, « Fonctionnement du marché du travail dans une crise aux
Etats-Unis et dans la zone euro », 2 avril 2020.

[24] Patrick Artus, « Qu’est-ce qui peut accélérer la baisse du chômage
après une récession ? », 6 avril 2020.

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