Estados Unidos/ El problema de Bernie no era su estrategia de campaña [Paul Heideman y Hadas Thier]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Abr 28 13:54:27 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

28 de abril 2020

https://correspondenciadeprensa.com/

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Estados Unidos

 

El problema de Bernie no era su estrategia de campaña

 

Paul Heideman y Hadas Thier 

A l´encontre, 24-4-2020 

http://alencontre.org/ameriques/

Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur 

https://www.vientosur.info/

 

Los obituarios son siempre autopsias cuando se trata de campañas políticas.
Al hacer un balance de la campaña, las y los comentaristas obviamente tratan
de determinar la causa de la muerte.

 

El reciente final de la campaña de Bernie Sanders no es una excepción.
Viniendo de varios campos políticos, comenzaron a presentar sus propias
evaluaciones e intentaron diagnosticar lo que había salido mal.

 

Pero estos comentaristas apenas han actuado como científicos forenses que
buscan evidencia para determinar la causa de la muerte. Su conducta, por el
contrario, se parece más a la de un arúspice de la antigua Roma, oráculo
encargado de adivinar la voluntad de los dioses en las entrañas de los
animales sacrificados.

 

Y a pesar de sus diferencias políticas, su método es similar: al examinar
los despojos de la campaña, declaran que sus respectivos dioses se han
irritado y deben ser apaciguados.

 

El dios de los liberales [en el sentido estadounidense: progresista]
defiende una política de identidad. Las y los liberales juzgan los esfuerzos
de Bernie para hacer campaña defendiendo las demandas de la clase
trabajadora para apoyar su poder como un movimiento nostálgico en una era
que ahora ignora la política de clase. Para las y los liberales de hoy, la
política debe basarse en grupos identitarios. Algunos de estos grupos, por
ejemplo, los liberales suburbanos que estudiaron en la universidad, se
habrían sumado a los objetivos de Bernie, pero rechazaron su visión de la
política. Para que Bernie tenga éxito, dicen, debe aceptar la muerte de una
política basada en los intereses de clase.

 

Pero los liberales no están solos al ver el fracaso de su campaña como el
fruto de golpes autoinfligidos. Algunos de los partidarios de Bernie no
piensan de manera diferente. Para estos últimos, sin embargo, Bernie no
habría ido lo suficientemente lejos. Hay, en particular, quienes plantean
que debería haber atacado a Joe Biden mucho más fuerte, diciendo que Biden
iba a perder ante Donald Trump, como Hillary Clinton antes que él.

 

Estos dos puntos de vista coinciden en que la campaña de Bernie podría haber
triunfado con ajustes modestos (aunque en direcciones opuestas ...). Pero
sus posiciones subestiman radicalmente la importancia de los obstáculos a la
política socialdemócrata revelados por la derrota de Bernie. Sí, su larga
campaña de 2015 a 2020 ayudó a la izquierda en los Estados Unidos a dar un
salto gigante, pero también reveló claramente algunos obstáculos serios para
la prosecución de su avance. Debemos tomarlos en serio para enfrentar el
desafío.

 

El Partido por encima de la clase 

 

Para los liberales, la derrota de Bernie es la de toda una teoría política.
La semana pasada, Zack Beauchamp de Vox y David Atkins, un destacado
defensor de Elizabeth Warren, apoyaron este punto de vista con dos
argumentos diferentes, pero que convergían en sustancia. Según ellos, Bernie
se basó en la teoría marxista de que las y los trabajadores tienen intereses
de clase. Pensaba ganar la campaña de las primarias dirigiéndose a estos
intereses. Beauchamp y Atkins, por su parte, piensan que, de hecho, la gente
no reacciona a este tipo de programas. Piensan que la actividad política de
las personas proviene de su "identidad". Por lo tanto, las y los liberales
acomodados y graduados se complacen en apoyar una política redistributiva
porque el liberalismo político (solidaridad) es la base de su identidad
política, aunque sus impuestos tuvieran que aumentar. Piensan igualmente que
la clase obrera blanca adopta a una cultura conservadora hostil a la
intervención del gobierno, aunque dicha clase obrera blanca podría
beneficiarse de tal intervención.

 

¿Su receta? Bernie tenía que integrarse en la guerra cultural y respaldar el
espíritu de partido de los liberales. En lugar de defender en Fox News la
redistribución, había que ir a la MSNBC a hablar con Chuck Todd [director
del departamento político de NBC ] sobre los vínculos que Trump mantiene con
Vladimir Putin. Si Bernie no puede atraer nuevos votantes al abordar sus
intereses de clase, son los votantes de las primarias demócratas a quienes
puede convencer de una política redistributiva apelando a su identidad
partidista.

 

El argumento contiene intuiciones útiles, pero deducir de él la renuncia a
una política de clase es muy apresurado. Cuando los sitios web leídos por
liberales educados, y cuyos anunciantes son liberales educados, valoran la
importancia política de las y los liberales educados, es difícil descartar
el abc marxista según el cual "el ser social determina la conciencia social"
.

 

Más fundamentalmente, estos argumentos no logran ver el análisis político
que subyace en la campaña de Bernie. Beauchamp y Atkins obviamente tienen
razón al enfatizar que se centra en los conflictos de clase, pero reducen su
interés al único objetivo de ganar unas elecciones. Sin embargo, el objetivo
político que está en el corazón de su campaña nunca se articuló solo con la
posibilidad de ganar unas elecciones, sino con la necesidad de construir un
movimiento de masas de trabajadores y trabajadoras para desafiar el poder de
los multimillonarios.

 

Su horizonte siempre ha sido más amplio, con vistas a imponer una política
redistributiva de gran envergadura. Bernie comprendió desde el principio que
cualquier presidente tendrá que enfrentarse a la voluntad decidida de la
clase dominante, y que solo la movilización masiva desde abajo podría vencer
a su oposición.

 

***

 

La orientación electoral criticada por Beauchamp y Atkins se desprende de
este análisis básico de la situación política. Se equivocan al reducir esta
base como un simple medio de ganar una elección, en lugar de verla como la
base esencial para el tipo de coalición que será necesaria para la
implementación de una política para la clase trabajadora. Pero, obviamente,
uno no puede gobernar sin haber sido elegido, y su crítica a la campaña
plantea problemas que los socialistas no pueden ignorar, volveremos a esto a
continuación.

 

Una mirada rápida a la historia política de los Estados Unidos muestra por
qué no es posible "sustituir" una clase trabajadora movilizada por liberales
de clase media y esperar los mismos resultados políticos. En pocas palabras,
ningún cambio significativo de política en los Estados Unidos ha cruzado la
barrera de la oposición decidida de las grandes empresas y las finanzas. Las
únicas reformas importantes que han tenido éxito lo han logrado solo porque
las luchas de la clase trabajadora en general han convencido al menos a
parte de la clase dominante de que estas reformas eran el precio que había
que aceptar para lograr la paz social.

 

Por supuesto, se han producido extensiones progresivas y específicas del
estado de bienestar, desde el Programa de Seguro Médico para Niños (CHIP) de
Bill Clinton hasta la extensión de Medicaid por la Affordable Care Act’s
(Ley de Cuidado de Salud a Precios Accesibles). Este tipo de medida se
encontró con poca resistencia por parte de toda la clase dominante aunque,
por supuesto, los círculos conservadores se opusieran fuertemente a ella. A
veces la clase dominante está dispuesta a apoyar programas aún más
ambiciosos, como la Guerra contra la pobreza de Lyndon Johnson (War on
Poverty) o la creación de Medicare. Todas estas reformas significativas han
mejorado considerablemente la vida de millones de trabajadores. Y todas
ellas confirman la tesis de que la política en los Estados Unidos está
dictada por las decisiones tomadas por las grandes empresas.

 

Hoy, reformas radicales como Medicare para Todos y Todas o el Green New Deal
no son de interés para la clase dominante estadounidense. En la década de
1960, observando las movilizaciones de los derechos civiles con recelo, las
instituciones de la clase dominante como la Fundación Ford habían promovido
iniciativas innovadoras de política social. La clase dominante de hoy está
mucho menos dispuesta a tomar este tipo de iniciativas. Políticas como
Medicare for All o un Green New Deal con pleno empleo inevitablemente se
encontrarán con la oposición decidida de la Business Roundtable 1/o la
institución Brookings 2/.Para que se adopten tales políticas, será necesario
una movilización de las masas trabajadoras que convenza al menos a algunos
sectores del capital de su interés en tales compromisos.

 

***

 

Y esta es la razón de que la campaña de Bernie favoreciera la movilización
de las y los votantes de la clase trabajadora. La idea de que se podría
crear una coalición electoral viable con los votantes de la clase
trabajadora surge de esta realidad básica de la política estadounidense. Si
esta orientación es verdadera, entonces es obvio que Bernie no podría
limitarse simplemente a los progresistas de la clase media. Incluso si
hubiera podido ser elegido así, no podría haber resistido el asalto que el
capital habría lanzado contra su programa.

 

Beauchamp y Atkins reprochan a la campaña de Sanders un apego romántico a
una visión política que habría chocado contra una dura realidad. Pero es
todo lo contrario. Es su teoría la que desarrolla una visión romántica de
cuáles son las realidades brutales del poder en la vida política
estadounidense. La identidad partidista es de hecho un elemento poderoso de
la política contemporánea, pero solo con la condición de que opere dentro de
los límites que los gobernantes ricos han preestablecido. Si se opone a su
voluntad, la identidad partidista puede hacer poco. Ningún camino puede
conducir al programa propuesto por Sanders ahorrándose reagrupar a una clase
trabajadora movilizada.

 

Populismo por encima del partido

 

En el campo de Bernie, la suspensión de su campaña y, más aún, su apoyo a
Joe Biden han provocado denuncias, sentimientos heridos y acusaciones de
traición. En el corazón de la controversia está la idea de que Bernie perdió
por no atacar a Biden de frente. Y luego, haberle dado su apoyo sin buscar
ninguna concesión de su parte. Finalmente, se distanció de quienes de entre
sus partidarios se niegan a apoyar a Biden, diciendo que es "irresponsable"
no apoyar al candidato demócrata contra "el presidente más peligroso de la
historia moderna".

 

Entre las palabras más amargas que surgieron en la discusión, algunos creen
que Bernie "reniega" y "denigra" a sus seguidores, que es un "hipócrita que
dirige a quienes le apoyan palabras más duras que las que ha dirigido a Joe
Biden".

 

Por supuesto, el argumento de que desmarcarse más de Biden habría
beneficiado su campaña conlleva un grano de verdad. Pero la diferencia entre
"beneficiar" y "ganar" es abismal.

 

Para empezar, esta visión subestima las "concesiones" que la campaña de
Bernie realmente ganó, movilizando a millones de trabajadoras y trabajadores
jóvenes a actividades políticas y polarizando radicalmente el debate
público. Anteriormente vistos como preocupaciones social-demócratas
marginales, Medicare para todos y todas así como la educación universitaria
pública gratuita gozan ahora de un apoyo mayoritario.

 

En el doble contexto de una catástrofe de salud pública y una gran crisis
financiera, tales objetivos eran esenciales. La campaña de Bernie puede y
debe usarse como plataforma de lanzamiento para hacer cumplir estas
demandas.

 

La estrategia de Bernie fue una estrategia que éste impuso al partido, y su
apoyo a Biden no debería haber sorprendido a nadie. Pero es difícil exagerar
hasta qué punto la campaña de Bernie se ha enfrentado al establishment
demócrata, e incluso a su cabeza: Joe Biden.

 

Al negarse a hacerse amigo de la clase de donantes demócratas, Sanders ha
señalado en qué bolsillos se hundían Biden y otros candidatos para obtener
apoyo financiero.

 

Al negarse a ceder en asuntos como Medicare for All, una inversión de 16
billones de dólares en el Green New Deal, el control nacional de alquileres
de vivienda y la educación universitaria sin matrícula y sin deudas, señaló
la brecha entre él y sus oponentes.

 

Y se puede decir lo que se quiera sobre su renuencia a llevar a cabo una
campaña de tierra quemada, pero no es casualidad que sus mejores asesores,
en las posiciones más visibles de su campaña, estuvieran ocupados por las
personas que más presionaron a la izquierda.

 

El vitriolo escupido sobre Bernie por los principales medios de comunicación
y sus "Talking heads" (comentaristas estelares), puede proporcionar una
explicación de por qué puede haber sido reacio a atacar a Biden demasiado
directamente, especialmente porque su comité de campaña era muy consciente
de la necesidad de expandir su base de apoyo.

 

La oposición de la izquierda todavía se considera "negativa", mientras que
la difamación sistemática de los candidatos de la izquierda, incluida la
comparación con un virus mortal, se considera normal. Cualquier persona que
participó en las campañas de Ralph Nader con sus terceros partidos hace dos
décadas [1996, 2000, 2004] puede dar testimonio de los peligros de la
marginación y la desorganización después de la campaña, cuando a un
candidato y a sus partidarios se les fustiga y se hace burla de ellos
durante años.

 

En segundo lugar, este argumento asume ingenuamente que al ajustar algún
aspecto de la campaña, la victoria podría haberse logrado y el poder
político ganado. En realidad, por torpe que haya sido el establishment
demócrata durante los primeros meses de las primarias, la élite de los
grandes mandamases de este país no tenía intención de permitir que un
candidato como Bernie cruzara la línea de meta sin intervención masiva. Unas
pocas llamadas telefónicas de Barack Obama, que había dejado claro desde el
principio que tenía la intención de bloquear a Bernie Sanders, fueron
suficientes para controlar las cosas.

 

Más importante aún, a pesar del apoyo mayoritario del electorado demócrata a
muchos de los proyectos defendidos por Bernie, cuando el establishment del
partido habló, las y los votantes le siguieron. Para evaluar las fortalezas
y debilidades de nuestro movimiento, debemos aceptar el hecho de que la
dirección del Partido Demócrata conserva la legitimidad y que no tenemos un
contrapeso suficiente para oponernos a ella.

 

Es cierto que se está desarrollando un pequeño y muy impresionante grupo de
parlamentarios socialdemócratas. Pero todavía estamos luchando en una
batalla difícil en el territorio enemigo de un partido controlado por el
gran capital.

 

Es por eso que nos enfrentamos a la realidad, aparentemente paradójica, de
las encuestas de salida de campaña que mostraban a los votantes apoyando la
plataforma de Bernie y al mismo tiempo dispuestos a votar por Biden. El
temor a Trump ha demostrado ser mayor que la confianza de ganar con un
programa progresista. "El programa político", escribió Dustin Guastella,
"está muy por delante de la fuerza institucional de la izquierda populista o
socialista democrática. Las y los votantes no creen que sea contradictorio
creer en nuestras ideas y ver el establishment como una fuerza de gobierno
más legítima y eficaz". Biden ganó el argumento de "elegibilidad" porque el
establishment y sus portavoces de los medios lo declararon, y el electorado
les ha creído.

 

Finalmente, la movilización de nuevos votantes, personas marginadas,
especialmente jóvenes, los pobres y las personas de color, es una tarea
esencial pero difícil. Y esto es particularmente cierto cuando las
organizaciones de la izquierda aún no son lo suficientemente grandes o
arraigadas como para mostrar el impacto concreto de nuestras ideas. Como
dijo Keeanga-Yamahtta Taylor, "las personas que tienen más que ganar de los
muchos proyectos presentados por Bernie Sanders también han sido las
personas que estaban más decepcionadas por la política".

 

Dinámica de la derrota 

 

Liberales y populistas argumentan que la campaña de Sanders podría haber
ganado si hubiera tomado las direcciones que defendían. Verlo así subestima
enormemente los obstáculos a los que se enfrentó su campaña.

 

Al mismo tiempo, hay que decir que mucha gente partidaria de Sanders (entre
quienes estamos en gran parte, los autores de este artículo) también
subestimaron estos obstáculos, especialmente en la semana siguiente a la
victoria de Sanders en las primarias de Nevada [finales de febrero] que, por
un breve momento, pareció imparable.

 

Para la izquierda, en el momento en que nos encontramos, evaluar estos
obstáculos con precisión y elaborar estrategias para superarlos es de suma
importancia.

 

Se destacan dos errores clave. Primero, una gran parte de la izquierda
sobreestimó el apoyo que Bernie recibía de as y los votantes blancos rurales
que se habían expresado en las primarias de 2016. La gente a menudo ha
enfatizado que ganar cada condado en West Virginia era el prueba de su
capacidad para atraer votantes blancos de la clase trabajadora. Sin embargo,
como señala Beauchamp, ahora parece que gran parte de esta votación fue
motivada más por la antipatía hacia Hillary Clinton que por una verdadera
afinidad por Sanders. Es cierto que fue un momento histórico cuando Sanders
demostró que ser abiertamente socialista no era un obstáculo para obtener un
número significativo de votos entre las y los votantes más conservadores en
las primarias demócratas. Estas personas, sin embargo, no han sido ganados
de forma duradera para el campo de Sanders y apoyar a Joe Biden les ha hecho
felices.

 

Este primer error llevó al segundo, una sobreestimación de la capacidad del
político popular Bernie Sanders para competir con el peso del establishment
demócrata. El Partido Demócrata opera como una red de instituciones que van
desde el Center for American Progress (Centro para el Progreso
Estadounidense), hasta funcionarios electos, pasando por medios como MSNBC.
Juntas, estas instituciones deliberan sobre el camino que seguirá el
partido. Gran parte de esta deliberación tiene lugar cuando las elecciones
primarias aún están distantes. Cuando el pequeño grupo de votantes de las
primarias comienza a prestar atención, estas instituciones ya están
funcionando para darles indicaciones, como el apoyo de los funcionarios
electos, sobre a quién deberían votar.

 

Por supuesto, las personas no siempre siguen estas indicaciones. El
electorado republicano las ignoró por completo para elegir a Donald Trump. Y
a veces estas señales no son lo suficientemente fuertes, o son divergentes,
como ocurrió este año. Según el rastreador del “apoyo en las primarias” de
Five Thirty Eight [un medio que proporciona un resumen estadístico de las
encuestas de opinión] en el momento del caucus de Iowa de este año, el apoyo
del partido a Joe Biden fue menos de la mitad del que había sumado Hillary
Clinton en el mismo momento en 2016. Nervioso sobre la capacidad de campaña
de Biden, al partido le ha costado hacer bloque detrás de él y la fractura
resultante ha permitido a Bernie ganar las primeros tres confrontaciones.

 

***

 

Sin embargo, cuando la campaña de Biden finalmente mostró signos de su
capacidad de lucha al ganar Carolina del Sur [28 de febrero], una victoria
decisiva, las indicaciones del partido ahora eran inequívocas. Y a
diferencia de las y los votantes republicanos en 2020, las y los votantes
demócratas les escucharon. Movilizados sobre todo para derrotar a Donald
Trump, las y los votantes demócratas recibieron el mensaje de que el partido
se estaba federando rápidamente en torno a Joe Biden.

 

En ausencia de instituciones políticas alternativas, no sorprende que las y
los votantes en las primarias demócratas confíen en el partido para
asesorarles sobre la elegibilidad de los candidatos. Después de todo, se
supone que es una de las tareas del partido. Pero en realidad, los juicios
del partido sobre elegibilidad son filtrados por los intereses de la clase
que financia o controla las instituciones que lo componen. Es por eso que,
en 2016, el partido no vio hasta qué punto era despreciada Hillary Clinton,
incluso por los votantes de las primarias demócratas.

 

***

 

La popularidad personal de Bernie, y la popularidad aún más amplia de su
mensaje entre las y los votantes en las primarias demócratas, no fue
suficiente para vencer al establishment unido del partido. A raíz de su
derrota, está claro que si su campaña fue un gran paso adelante para el
socialismo estadounidense, una victoria en las primarias requerirá
instituciones que, en la actualidad, están mucho más allá de las capacidades
de la izquierda estadounidense. Instituciones como los sindicatos, que
pueden tanto proporcionar espacio para el debate como expresar mensajes,
deben ser puestas en pie para rechazar la propagación de los de la élite del
partido.

 

Del mismo modo, los medios de izquierda necesitarán círculos de transmisión
infinitamente más grandes que los que han tenido hasta ahora. El centro
liberal ha ganado gracias a sus instituciones. La izquierda solo podrá
vencerle cuando tenga las suyas.

 

El camino a seguir

 

Bernie Sanders ha perdido dos veces la nominación presidencial demócrata.
Pero en cinco cortos años ha logrado cambiar la escena política
estadounidense. A través de sus campañas, destacó la situación crítica que
enfrenta la clase trabajadora del país. Nombró abiertamente al capitalismo y
habló sobre la lucha de clases. Llamó a nuestros enemigos por su nombre: la
clase multimillonaria, las compañías privadas de seguros de salud y la
industria farmacéutica, las compañías de combustibles fósiles y el complejo
militar-industrial. Millones de personas no solo votaron por él, basándose
en estas ideas, sino que ganaron confianza en un movimiento por un mundo
mejor. En palabras de Bernie, en muchos sentidos hemos "ganado la batalla
ideológica".

 

En gran parte debido a sus campañas, la mayoría de las y los jóvenes en los
Estados Unidos prefieren el socialismo al capitalismo, cientos de campañas
socialistas democráticas han ganado elecciones locales y nacionales, y
Democratic Socialists of America (DSA) han crecido hasta convertirse en la
organización socialista más grande del país desde la década de 1930. El
hecho de que todo esto se haya producido en el contexto de una izquierda
históricamente débil y desorganizada muestra hasta qué punto fue poderoso el
papel que desempeñó Bernie en esta revolución política.

 

Lo que las autopsias de la campaña de Bernie ignoran es que este éxito es
más sorprendente que lo que se ha perdido; un socialista democrático
declarado estuvo cerca de ganar la presidencia de los Estados Unidos. La
derrota de la campaña reveló nuestra debilidad colectiva. Subraya la
necesidad de enraizar nuestras organizaciones, nuestras instituciones y
ampliar nuestro alcance. El viento está a nuestro favor para organizar
medidas tan necesarias de inmediato que son "Medicare para todos y todas",
un "Green New Deal" y un rechazo al militarismo estadounidense. Y si
aprovechamos estas oportunidades, libraremos estas luchas para hacer avanzar
al movimiento hacia un socialismo democrático y construir nuestra fuerza a
largo plazo. 

 

* Artículo publicado en Jacobin, 21-4-2010:
https://jacobinmag.com/2020/04/bernie-sanders-campaign-strategy-democratic-p
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