Venezuela/ Maduro camina en un campo minado. ¿Se avecina una insurrección popular? [Ociel Alí López]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Abr 30 13:38:24 UYT 2020


  _____  

Correspondencia de Prensa

30 de abril 2020

 <https://correspondenciadeprensa.com/> https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

 <mailto:germain5 en chasque.net> germain5 en chasque.net

  _____  

 

Venezuela

 

¿Se avecina una insurrección popular?

 

Maduro camina en un campo minado 

 

Con la crisis petrolera y el desplome de las remesas que los emigrantes
venezolanos envían a su país, el presidente Nicolás Maduro ve temblar el
piso bajo sus pies. Saqueos y protestas, ocasionados por el aumento del
costo de los alimentos y la escasez de combustible, desafían la cuarentena.

 

Ociel Alí López, desde Caracas

Brecha, 30-4-2020

https://brecha.com.uy

 

No sólo Trump y Bolsonaro están en aprietos. El gobierno venezolano ha
entrado en un campo minado que podría explotar sin necesidad de intervención
extranjera alguna. Durante los últimos días se registraron protestas en
diversos lugares de la geografía nacional: Upata (suroriente), Cumaná y
Margarita (oriente), Maracaibo y Barquisimeto (occidente) y Valles del Tuy
(centro norte). El aumento del costo de los alimentos parece ser el
principal factor de descontento. Por las redes sociales se pueden observar
marchas, saqueos, enfrentamientos con policías y militares, heridos de bala
y otras situaciones tumultuarias. Todo ello a pesar de las restricciones de
movimiento debido a la cuarentena, decretada el 17 de marzo y vigente hasta
el 12 de mayo.

 

Sin gasolina, ni remesas 

 

A fines de marzo, cuando la pandemia comenzaba a azotar Estados Unidos,
Donald Trump decidió radicalizar el régimen de sanciones contra Venezuela y
poner precio a las cabezas de Maduro y varios funcionarios de su gobierno.
Washington movilizó incluso una flota militar cerca de las costas
venezolanas para “combatir el narcotráfico”.

 

Por la misma fecha y de forma súbita, la petrolera rusa Rosneft se fue de
Venezuela, obligada por las sanciones estadounidenses. Aunque la empresa
simplemente traspasó sus acciones a otra estatal rusa, el mayor problema
para Moscú y Caracas estriba en los precios internacionales del crudo: ya en
esas fechas –y antes de la histórica caída de los precios a valores menores
a cero registrada la semana pasada– la mayor parte del petróleo venezolano
se vendía a apenas 10 dólares el barril, como consecuencia de la guerra de
precios desatada por Arabia Saudí antes de la expansión mundial del
coronavirus.

 

La impresionante baja de los precios internacionales del crudo acentúa los
problemas de liquidez del Estado y podría ocasionar así un colapso de la
política de asistencia alimentaria desarrollada por el gobierno, de la que
viven los sectores más empobrecidos. Por si fuera poco, mientras afuera
sobra petróleo, adentro falta combustible: en las últimas semanas la escasez
de gasolina sacudió Caracas y vastos sectores productivos se paralizaron. La
producción de combustible apenas alcanza para mantener en marcha lo poco de
transporte público que sigue en funcionamiento a pesar de la cuarentena. Lo
que es peor, Venezuela carece de un sistema ferroviario a la altura de sus
necesidades y es fuertemente dependiente del transporte de camiones a
gasolina para llevar comida y enseres básicos a las ciudades.

 

A esto se suma el problema de las remesas. Desde que en 2016 se disparó la
emigración de venezolanos de todas las clases sociales, el envío de dinero
de los trabajadores en el exterior permitió aligerar la situación económica
de muchas familias, especialmente en los sectores de menores recursos con
parientes en Perú, Chile, Ecuador y Colombia. Según estimaciones como la de
la consultora económica venezolana Ecoanalítica, el año pasado las remesas
eran el principal ingreso no petrolero de Venezuela. Economistas como Jesús
Casique esperaban que el monto para 2020 ascendiera a los 6,000 millones de
dólares (véase “¿Estabilización o desmantelamiento?”, Brecha, 13-III-20).
Comenzadas las cuarentenas y otros mecanismos sanitarios similares en la
región, miles de emigrantes venezolanos que formaban parte del eslabón más
débil de la cadena laboral perdieron su empleo y en algunos casos su hogar,
lo que disminuye, cuando no anula, su capacidad para enviar remesas.

 

En coronavirus como pantalla y amenaza

 

A pesar de estos factores, la pandemia permitía que Maduro se mostrara como
garante de la gobernabilidad en contraposición a Juan Guaidó. El presidente
autoproclamado nunca supo cómo enfrentar la coyuntura sanitaria y económica
actual, obligado como está por sus impulsores internacionales a simular una
presidencia que no puede llevar a la práctica por carecer del aparato
estatal. El lugar de un jefe opositor que cree una estrategia para aglutinar
el malestar y avanzar hacia la toma del poder político permanece vacío.

 

Maduro ha jugado entonces a sobreexponer en sus discursos la amenaza
planteada por el coronavirus, aprovechando la alarma mundial. Pero, tras
seis semanas de cuarentena general y con poco más de 300 casos y apenas diez
muertos confirmados, el coronavirus aparece en la calle como un tema
mediático, mientras que el hambre ya es real. Según un informe de fines de
febrero del Programa Mundial de Alimentos de la Onu, un 32,3 por ciento de
la población venezolana padecía entonces de inseguridad alimentaria. Un 7,9,
más de 2 millones de personas, sufría de inseguridad alimentaria severa. Con
la cuarentena y el desplome del petróleo y las remesas, la situación empeora
de forma alarmante.

 

Todavía puede haber algo peor: tras el regreso masivo de venezolanos desde
los epicentros de la pandemia en la región (Brasil, Ecuador y Perú), el
coronavirus podría escaparse del control de las autoridades justo cuando el
sistema de salud venezolano se encuentra en una situación de crisis
estructural (véase “Al borde del desastre”, Brecha, 2-IV-20). Si bien el
gobierno ha activado importantes protocolos de cuarentena para neutralizar
esta amenaza, la larga frontera terrestre con Colombia y Brasil, salpicada
de cruces ilegales, es un factor de peligro justo en momentos en que los
sectores más desfavorecidos piden flexibilizar las medidas y “reabrir” la
economía. Ya han comenzado a sucederse medidas en este sentido, como la
autorización oficial del viernes pasado de que niños y ancianos salgan a la
calle una vez a la semana, y la tolerancia oficiosa de algunos sectores
laborales no esenciales.

 

La gran pregunta 

 

Jugados todos esos numeritos, surge la pregunta de hasta cuándo aguantarán
los sectores sociales más perjudicados por la crisis y si es posible un
estallido que cambie el balance de poder en Venezuela. Sin embargo, las
protestas y los saqueos de los últimos días han ocurrido de manera
descoordinada, sin mayor planificación, y no existe, por el momento, ningún
actor político que pueda aprovechar la situación.

 

Por otra parte, Maduro ya ha demostrado ser un maestro en desactivar
terrenos minados. Primero, debe tenerse en cuenta que aún recibe ayuda
internacional, así sea coyuntural, de aliados como Irán y Rusia para
enfrentar la escasez de gasolina e incluso intentar reabrir algunas
refinerías. Segundo, la eventual apertura poscuarentena de las economías de
Ecuador, Perú, Colombia y Brasil permitiría la reinserción de los emigrantes
venezolanos y el consecuente repunte de las remesas. Tercero, la actual
cotización al alza del oro, un nuevo ingreso importante para el país,
también favorece al gobierno.

 

En circunstancias similares, como las de las crisis de 2014 y 2017, la
estrategia de Maduro para permanecer en el poder ha sido ganar tiempo y
mantener el apoyo de las Fuerzas Armadas y las fuerzas policiales. En esto
último cuenta a su favor el aumento de los ataques internacionales, las
sanciones y la criminalización (ahora como narcotraficantes) contra quienes
podrían romper la cadena de mando.

 

Es muy factible, sin embargo, que en los próximos meses veamos un aumento de
los saqueos y las protestas, un aumento de las demostraciones de malestar
militar y policial, e incluso nuevas y más duras sanciones estadounidenses.
De todos modos, las insurrecciones por goteo no se han mostrado suficientes
para desalojar al gobierno. De hecho, pueden convertirse, como sucedió en
2017, en tan sólo una válvula de escape para el malestar de la población. Al
desechar, por tardía, la oportunidad de canalizar este malestar para
negociar la fecha de nuevos comicios para dentro de uno o dos años, la
oposición parece alejar un posible cambio de régimen. Por su parte, si
Maduro logra sortear esta crisis de forma exitosa, le quedará el camino
abierto para permanecer en el poder hasta al menos las presidenciales de
2024. Claro, la coyuntura siempre nos trae sorpresas y los factores
explosivos mencionados pueden ser alcanzados por una chispa suicida.

  _____  

 



-- 
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus
------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20200430/29034247/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa