Argentina/ Aborto: la lucha de las mujeres y los "toma y daca" de la política del régimen [Andrea D'Atri]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Dic 13 16:22:33 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

13 de diciembre 2020

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Argentina



Aborto: la lucha de las mujeres y los "toma y daca" de la política del
régimen



La legalización del aborto obtuvo media sanción el pasado 10 de diciembre.
El Senado anunció que el próximo 29 se votará en la cámara alta, donde el
oficialismo aspira a conseguir los votos necesarios para que sea ley. Una
historia de lucha y nuestros derechos al filo de la navaja.



Andrea D’Atri *

 Ideas de Izquierda, 13-12-202

https://www.laizquierdadiario.com/



Decenas de miles de jóvenes volvieron a colorear de verde las calles
adyacentes al Congreso durante las más de veinte horas que se extendió la
sesión en Diputados. Superaron ampliamente a los manifestantes celestes que
no lograron reunir más que algunos centenares de fanáticos. Sin embargo,
igual que en 2018, el vallado dividía la plaza en partes iguales para la
multitud defensora del derecho al aborto y la escasa concurrencia que rogaba
que el aborto se siga manteniendo en la clandestinidad.



Desde un punto de vista histórico, la media sanción de Diputados es
nuevamente un triunfo de la lucha y la movilización que lleva varios años.
De todos modos, la importante concentración del 10 de diciembre no alcanzó
siquiera al 10% de las extraordinarias cifras que se calcularon en el 2018,
cuando emergió "la marea verde". Las causas son múltiples, seguramente, y
las medidas de aislamiento social preventivo y obligatorio fueron un
obstáculo. Pero la política de desmovilización del gobierno y su
"apropiación" de un proyecto que había sido creado colectivamente y por el
cual el movimiento de mujeres luchó durante más de una década también
tuvieron sus efectos.



La historia no se borra de un plumazo



La lucha por el derecho al aborto en Argentina se remonta a los años previos
a la última dictadura militar, cuando las mujeres debieron enfrentar la
prohibición de la venta libre de anticonceptivos decretada por el gobierno
de Juan Domingo Perón el 28 de febrero de 1974. Desde mediados de los ’80,
la demanda volvió a resurgir, aunque alcanzó mayor repercusión a principios
del siglo XXI, con la creación de la Campaña Nacional por el Derecho al
Aborto. Esta coalición de organizaciones y activistas elaboró un proyecto de
ley que fue presentado al Congreso Nacional, por primera vez, en mayo de
2007, durante la presidencia de Néstor Kirchner.



El proyecto fue presentado en cinco oportunidades más, durante los dos
períodos presidenciales de Cristina Kirchner [1], porque alcanzaba la fecha
de caducidad sin ser tratado. Recién en la séptima presentación de 2018, con
una maniobra demagógica frente a un movimiento cuyo reclamo se multiplicaba,
el presidente Mauricio Macri sugirió al parlamento que se iniciara el
debate. Fue así como la marea verde se expandió a todo el país, inundando
las calles cuando logró arrancar la media sanción en Diputados en junio de
2018 que le fue arrebatada, dos meses después, por el reaccionario Senado.



En 2019, el candidato Alberto Fernández prometía que el aborto se
legalizaría durante su mandato. Ya como presidente, nombró como funcionarias
de su gobierno a varias referentes del movimiento de mujeres y de los
feminismos populares; pero, primero la crisis económica heredada y, después,
la crisis sanitaria provocada por el coronavirus fueron las excusas
esgrimidas para retrasar su promesa de campaña.



Disimulando el ajuste y negociando con los celestes



Aunque limitada por las restricciones del aislamiento social dispuesto ante
la pandemia, la marea verde volvió a presionar; mientras, sectores
progresistas que apoyan al gobierno se escandalizaban por la brutal
represión a las familias sin techo de Guernica. Ante esto y la necesidad de
dar alguna "buena noticia" a esta base social progresista, el Poder
Ejecutivo presentó un proyecto de su autoría –que en un 90 % copiaba el
articulado elaborado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto–, el
mismo día que el Congreso votaba el presupuesto de ajuste dictado por el
FMI.



Las diferencias sustantivas con el proyecto colectivo del movimiento de
mujeres se concentraban en dos puntos: la inclusión de la objeción de
conciencia para que el personal sanitario pudiera dispensarse de acatar la
ley, y la penalización con prisión de 3 meses a un año para las mujeres que
incurrieran en una interrupción voluntaria del embarazo después de las 14
semanas de gestación. Ese proyecto fue el que, finalmente, se aprobó en
Diputados, donde legisladores que en 2018 habían votado negativamente
prometieron cambiar su voto si se incluía una formulación tal de la objeción
de conciencia que permitiera a los establecimientos de salud no tener la
obligación de contar con personal no objetor para cumplir con la práctica.
Un reclamo de las cúpulas eclesiásticas que, entre otras cosas, son
propietarias de numerosas clínicas y hospitales. Por eso, durante toda la
jornada, escuchamos discursos de legisladoras y legisladores (especialmente
del oficialismo) que, de la noche a la mañana, "comprendieron" que las
mujeres y las personas con capacidad de gestar tienen derecho a decidir,
para justificar su repentino cambio de decisión.



Prácticamente la mitad de la cámara de diputados se mantuvo en su tesitura
antiderechos. Es el sector "verde" del propio oficialismo el que no tuvo,
durante más de una década, la misma firmeza que mostraron los clericales y
oscurantistas, aceptando la disciplina de bloque cuando su propio gobierno
se negó a abrir el debate. En esta oportunidad, negociaron los artículos
mencionados a cambio de los votos necesarios para evitar que el proyecto del
Poder Ejecutivo fuera derrotado. No, no está bien. Está mal.



El 30% del bloque del oficialismo votó en contra. En la oposición, votó en
contra el 40% del bloque de la UCR, el 70% del bloque de la Coalición Cívica
y el 80% del bloque del PRO. En el otro extremo, la bancada del Frente de
Izquierda fue la única que votó de manera unánime a favor de la
legalización, señalando coherentemente su disidencia con los puntos
controversiales que advirtió el movimiento de mujeres. No es casualidad que,
al mismo tiempo, sea la única fuerza política que plantea consecuentemente
la separación de la Iglesia del Estado.



La gratitud hacia el presidente Alberto Fernández en los discursos de varias
legisladoras y legisladores no pudo invisibilizar, sin embargo, lo que
sienten las jóvenes y las que llevan décadas de lucha por la legalización
del aborto, y que el diputado Nicolás del Caño, del Frente de Izquierda,
destacó en su discurso en la cámara baja: si es ley, se lo debemos a ellas.



Nuestro derecho al filo de la navaja



Si el operativo "disimulando el ajuste" empezó con la presentación del
proyecto del gobierno el mismo día que se votaba el presupuesto dictado por
el FMI, continuó el mismo día que Diputados daba media sanción a la
legalización del aborto. En el Senado, lo que recibía media sanción era la
modificación en la movilidad para seguir ajustando a millones de jubilados
que trabajaron toda su vida y a quienes reciben la Asignación Universal por
Hijo que, mayoritariamente, son las mujeres de los hogares más pobres que
necesitan esos ingresos para que sus familias no mueran de hambre.



Mientras tanto, la Iglesia que ya daba por sentado que, en Diputados, el
proyecto obtendría media sanción, concentra su presión sobre el Senado,
especialmente sobre los legisladores oficialistas y los dubitativos. El
senador Antonio Rodas, del Frente de Todos, visitó al arzobispo Oscar Ojea
-presidente del episcopado- para expresarle su segura oposición al proyecto
y ofrecerle intermediar para que el religioso se reúna con otros senadores
peronistas. Los curas villeros, por su parte, decidieron contactar a
Cristina Kirchner para pedirle que retome su histórica posición antiderechos
y, como mínimo, que no presione a su bancada.



Ahora, el gobierno juega nuestro derecho al filo de la navaja: espera que el
29 de diciembre los cuatro senadores que no expresaron su opinión hasta el
momento permitan revertir el peor de los pronósticos que dan los votos
confirmados, hasta el momento, de 33 a favor y 34 en contra. Una mínima
diferencia a favor de los celestes que hubiera tenido un voto más si el
senador Alperovich, del Frente de Todos, no estuviera de licencia desde que
su sobrina lo acusó de abuso y violación. Paradójicamente, en caso de
empate, sería Cristina Kirchner –quien durante sus dos mandatos
presidenciales impidió que se tratara la ley en el Congreso– la encargada de
dirimir con su voto y confirmar la ley.



No hay vuelta atrás



El proyecto aún puede sufrir más modificaciones regresivas, solicitadas por
los senadores que aún son reacios a votarlo, a cambio de dar su aprobación.
Si eso sucediera, el proyecto debería remitirse nuevamente a Diputados y
vuelta a empezar. El gobierno transmite la esperanza de que por fin será
ley, con el propósito de desactivar la movilización que irrita a los
celestes y que, si el proyecto fuera rechazado, podría volverse en su
contra.



El resultado no está claro. Lo que sí ha quedado claro durante esta larga
lucha del movimiento de mujeres es que nuestras vidas, nuestra libertad y
nuestros derechos son un "toma y daca" en las mesas de los políticos
tradicionales, que sus "a favor" y "en contra" carecen de principios y se
atingen a oportunidades políticas coyunturales. Ha quedado claro que si por
fin se legaliza el aborto en Argentina, será por esta histórica lucha del
movimiento de mujeres que nada le debe a ningún gobierno. Y que, más allá de
la legalización del aborto, este movimiento ha dejado una marca en varias
generaciones de mujeres que despertaron a la vida política y que decidieron
combatir la violencia, la discriminación y la desigualdad que pesa sobre sus
hombros, a partir de esta experiencia. Mujeres que después de las
movilizaciones por Ni Una Menos y la marea verde, hoy toman las calles de
Jujuy contra los femicidios, enfrentan las políticas extractivistas en
Chubut, defienden el agua en Mendoza, se movilizan por su salario y sus
condiciones de trabajo en los hospitales de la Ciudad de Buenos Aires o
Misiones, o pelean por su derecho a la tierra y la vivienda en Guernica y
otros puntos del país. Y eso, señoras y señores legisladores, ya no tiene
vuelta atrás.



* Es militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), feminista
y activista en los movimientos sociales, en 2003 fundó la agrupación Pan y
Rosas de Argentina, que también tiene presencia en varios países de América
Latina y Europa. Es autora de Pan y Rosas. Pertenencia de género y
antagonismo de clase en el capitalismo (2004), y de Luchadoras. Historias de
mujeres que hicieron historia (2006).



Nota



[1] Utilizamos el nombre con el que la vicepresidenta se presenta en su
cuenta de Twitter..

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