Condiciones de vida/ Explotación, trabajo y salud mental [Seth J. Print - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Dic 28 12:40:23 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

28 de diciembre 2020

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Condiciones de vida



Entrevista a Seth J. Print



Explotación, trabajo y salud mental



Siempre supimos que las enfermedades mentales se agravaban por el estrés que
provocan las dificultades económicas. Pero una nueva investigación demuestra
que lo que importa no es solo la lucha por llegar a fin de mes. El problema
es la explotación capitalista.



Meagan Day *

Jacobin, 28-12-2020

https://jacobinlat.com/



Es bastante intuitivo pensar que la precarización laboral conlleva cierto
sufrimiento psicológico.



Una gran cantidad de investigaciones sobre salud pública apoyan esta
intuición, demostrando que existe un fuerte vínculo entre las enfermedades
mentales y los niveles socioeconómicos. Los niveles socioeconómicos indican
con bastante certeza quiénes trabajan más a cambio de salarios más bajos,
quiénes tienen menos horas de ocio y recursos para cuidarse y quiénes sufren
más de la alienación en algunos trabajos, que se reducen en muchos casos a
la realización de tareas mecánicas bajo un control estricto.



Un nuevo artículo publicado en la revista Epidemiology demuestra este
vínculo, pero argumenta que la investigación existente hasta la fecha está
limitada por su énfasis en los indicadores de superficie del nivel
socioeconómico, como el ingreso, la educación y el prestigio profesional.
Los autores y autoras del estudio sostienen que para entender realmente las
causas sociales de las enfermedades mentales, las investigaciones deberían
escarbar un poco más en el proceso que genera la estratificación
socioeconómica: la explotación.



Con este objetivo, intentaron medir la relación entre las enfermedades
mentales y el grado de explotación, definido como la magnitud de valor
producido por un trabajador que le es expropiada. La investigación encontró
que existe una fuerte relación entre ambos.



El título del artículo, «‘The Serpent of their Agonies’: Exploitation As
Structural Determinant of Mental Illness,” [‘La serpiente de sus tormentos’:
la explotación como determinante estructural de la enfermedad mental]
incluye una referencia a un fragmento escrito por Karl Marx. Para Marx, la
explotación era el motor del capitalismo, el proceso que genera la ganancia
y que mantiene todo el sistema en funcionamiento. En la medida en que la
explotación agrava las enfermedades mentales y al mismo tiempo es endémica
al capitalismo, la solución a la crisis pública de salud mental implica una
política anticapitalista.



Meagan Day, redactora de Jacobin, conversó con Seth J. Prins, autor
principal del artículo mencionado y profesor asistente de Epidemiología y
Ciencias Sociomédicas en la Escuela de Salud Pública Mailman de la
Universidad de Columbia, acerca de cómo y por qué decidieron realizar esta
investigación y cuáles son sus implicancias políticas y académicas.



-¿Cuál es la pregunta principal que intentaron responder? ¿Y cuáles son las
deficiencias de las investigaciones que se realizaron hasta el momento?



El impulso para esta investigación, y la gran pregunta que se me planteó,
es: ¿cómo afecta el capitalismo la salud de las personas?



Las investigaciones principales en torno a la salud pública tienden a
concentrarse en una cuestión que se encuentra «río abajo», considerando los
así denominados determinantes de la salud. Y pienso que mucha gente que
estudia los determinantes sociales de la salud realmente no entiende las
cuestiones de clase. Suelen percibir a la clase como un atributo individual,
sea hereditario o adquirido. Se termina pensando que el ingreso de una
persona, sus años de educación o el prestigio de su profesión son
características de esa persona.



Pero cualquiera que lea Jacobin sabe que la clase no es un atributo
individual. Como nos enseñó Marx, es una relación social. Y uno de los
rasgos que define esta relación social es la explotación. La explotación no
se identifica con nuestro ingreso anual. Se trata de la magnitud del valor
que producimos de la cual se apropian otros.



Un enfoque tradicional en ciencias sociales consiste en considerar el
ingreso individual anual y los años de educación de una persona para
construir con esto un modelo y observar cómo se asocia con la salud física o
mental. Hay un gran volumen de investigaciones que hacen este tipo de
trabajo y, en función de este tipo de variables, se observa con claridad el
gradiente social en la salud.



Pero una idea importante de la teoría marxista es que el enfoque sobre este
gradiente oculta en realidad el mecanismo. La explotación es lo que
estructura el tipo de profesión que tienen las personas, sus ingresos, sus
oportunidades de acceder a la educación, etc. Dado que la explotación es lo
que en realidad genera la desigualdad, seguramente será también lo que hace
que las personas se enfermen. Eso puede sonar como algo obvio, pero no es
algo que suela demostrarse empíricamente en la literatura científica. Este
fue el objetivo que nos propusimos con nuestro artículo.



-El estudio encontró que existe una fuerte correlación entre la explotación
y la enfermedad mental. Para medir la enfermedad mental utilizaron la escala
Kessler, que es una herramienta que utilizan muchas personas que trabajan en
este campo. Pero la medición de la explotación es algo menos convencional.
¿Cómo hicieron para medir la explotación?



Uno de los desafíos de hacer esta investigación, que implica recoger
información a escala de la población y no pequeñas muestras, es que muchas
de las encuestas históricas donde esta información se encuentra son
patrocinadas por las instituciones nacionales de salud o por las
universidades.



Hemos aprendido mucho de los datos, pero las preguntas que se hacen sobre la
profesión, el empleo y el trabajo tienden a ser, a falta de una definición
mejor, las preguntas de los jefes. El tipo de preguntas que le interesarían
a los trabajadores y a las trabajadoras, a las personas de izquierda y a los
sindicatos no suelen aparecer en estas encuestas. Entonces nos vemos en la
obligación de elaborar un abordaje creativo para aproximarnos a las cosas
que realmente queremos medir.



En este caso, medir verdaderamente la definición clásica de la explotación
es muy difícil, porque necesitaríamos saber no solo cuánto dinero se le paga
a una persona, sino también la ganancia que genera y cuánto está gastando su
empleador en salarios, en inversiones, infraestructura, etc. A largo plazo
tengo el objetivo de lograr medir todo eso, pero en este momento lo cierto
es que no existe ninguna forma en la que podamos vincular esto con
información de calidad sobre salud.



Nos dimos cuenta de que podíamos aproximarnos a la explotación observando lo
que denominamos explotación no disimulada. La explotación es inherente al
trabajo asalariado, pero está escondida en el salario. Sin embargo, las
personas son con frecuencia explotadas por encima y más allá de sus
salarios. Puede observarse, por ejemplo, cuánto trabaja una persona. Muchas
personas trabajan muy por encima del estándar de 40 horas por semana.



Observamos los ingresos de las personas en función del estándar de una
semana de trabajo de 40 horas comparados con sus ingresos reales
considerando las horas totales que trabajan. Al hacer esto, asumiendo que su
trabajo durante esas horas extra es tan productivo como el trabajo que
realizan normalmente, se concluye que todo lo que producen durante esas
horas extra, siempre que no se les pague bonificaciones adicionales, va
directo hacia los empleadores. De esta forma intentamos construir un índice
hipotético de la cantidad de trabajo que no se le está pagando a una
persona.



-Quiero volver a esta idea de la explotación como mecanismo que estructura
las condiciones de vida de las personas tanto dentro como fuera de sus
trabajos. Creo que su idea no se reduce a afirmar que esta correlación que
encontraron significa que la gente anda por ahí pensando qué proporción del
valor que crean les roban los empleadores, para luego ponerse tristes o
enojarse, lo cual agravaría en última instancia las enfermedades mentales.
En cambio, parece tratarse más de que el grado de explotación indica el
grado de alienación del trabajo, las horas extra trabajadas o, por supuesto,
el salario neto con el que se cuenta para cubrir los costos de vida. ¿Son
estos los vínculos reales que existen entre la explotación y la enfermedad
mental?



Absolutamente. Entonces esta medida es como un indicador «corriente arriba»,
más distante, que, tal como dijiste, no depende de si la gente tiene
consciencia de él. No se basa en ningún tipo de percepción individual.



Hay una gran cantidad de literatura que muestra cómo la organización y la
estructura del trabajo influencian la salud mental. A mediados del siglo
veinte, hubo muchas investigaciones que se enfocaban en los sentimientos de
impotencia y alienación en el trabajo. En general esto se operativizaba más
específicamente como el desequilibrio observable entre las exigencias del
trabajo y el control que quien lo realizaba tenía sobre él. Se demostró que
todas estas cosas estaban asociadas al incremento de las enfermedades
mentales y el consumo de drogas. Y en la actualidad tenemos buenas
descripciones de cómo los diferentes tipos de trabajos son mejores o peores
cuando se consideran cosas como la autonomía, el control sobre los horarios,
etc.



Esas investigaciones son geniales, y este tipo de mediciones realmente
dependen de la percepción individual. Pero creemos que la explotación es
algo que sucede «corriente arriba» en relación con esos factores. Cuanto más
explotación haya en un empleo, peor será el ambiente de trabajo. Nos dimos
cuenta de que nadie nunca había establecido realmente que el factor más
distintivo que se encuentra «corriente arriba» estaba asociado con la salud
mental. Pero, por supuesto, consideramos que opera a través de algunas
características de los trabajos de las cuales personas son mucho más
conscientes.



-Una vez fundamentado el vínculo entre explotación y enfermedad mental,
muchas personas dirán que para solucionar el problema habría que terminar
con la explotación. Pero si seguimos a Marx, la explotación es endémica al
capitalismo, y no es algo que pueda simplemente extirparse de nuestro
sistema económico. ¿Qué implica esto para la salud mental de las personas
que viven en esta sociedad capitalista?



Este tipo de investigación es una especie de reacción a otra variedad de
investigaciones en salud pública que tiende a individualizar estos
problemas. Por ejemplo, concluyen con toda una serie de recomendaciones para
mejorar el bienestar en los lugares de trabajo y sugieren seminarios sobre
el equilibrio entre la vida y el trabajo, haciendo que el problema se
convierta esencialmente en una responsabilidad de los trabajadores y las
trabajadoras individuales que deben aprender a lidiar con las condiciones
del trabajo asalariado. Obviamente este tipo de estrategias tendrán un éxito
limitado, y creo que son emblemáticas del enfoque neoliberal que define las
intervenciones sobre la salud pública física y psicológica.



En lugar de seminarios sobre el equilibrio entre el trabajo y la vida, o
terapias para aprender a ser explotados, hablemos un poco más de democracia
en los lugares de trabajo. Hablemos de la propiedad de los trabajadores y de
las trabajadoras sobre su trabajo. Hablemos sobre reformas no reformistas
que nos ayuden a deshacernos de los marcos en que hemos estructurado
nuestros mercados de trabajo. El objetivo de esta investigación es mostrar
que lo que realmente está haciendo que la gente se enferme es inherente a la
naturaleza del trabajo asalariado, y no podremos cambiar esto a menos que
confrontemos el capitalismo.



* Meagan Day es redactora de Jacobin Magazine. Es coautora de Bigger than
Bernie: How We Go from the Sanders Campaign to Democratic Socialism.

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