Libia/ Inmigrantes, los olvidados del exilio [Jérôme Tubiana]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Ene 2 19:22:14 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

2 de enero 2020

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Libia

 

Inmigrantes, los y las olvidadas del exilio

 

Jérôme Tubiana *

orientxxi, 26-12-2019

https://orientxxi.info/magazine/

Traducción de Viento Sur

https://www.vientosur.info/

 

El olor a excremento aumenta a medida que nos acercamos al almacén que
constituye el edificio principal del centro de detención de Dhar-El-Djebel,
en las montañas del Djebel Nefoussa. Un problema de fontanería, dice el
director, confundido.

 

Abre la puerta metálica del cobertizo de hormigón, que alberga a unos 500
detenidos, casi todos eritreos. Los solicitantes de asilo descansan sobre
colchones grises en el suelo. Al final de un pasillo abierto entre los
colchones, los hombres hacen fila para orinar en uno de los once cubos
provistos para este propósito.

 

Nadie en esta sala, me explicó un recluso durante mi primera visita en mayo
de 2019, ha visto la luz del día desde septiembre de 2018, cuando miles de
inmigrantes detenidos en Trípoli fueron evacuados aquí. Zintan, la ciudad
más cercana, está lejos de los combates de la capital libia, pero también de
los ojos de las agencias internacionales. Los inmigrantes dicen que han sido
olvidados.

 

En Libia, unos 5.000 inmigrantes siguen detenidos por un período indefinido
en diez centros de detención principales, gestionados oficialmente por la
Dirección de Lucha contra la Inmigración Ilegal (Directorate for Combating
Illegal Migration, DCIM ) del gobierno de concordia nacional (GCN)
reconocido internacionalmente. En realidad, desde la caída de Muammar
Gaddafi en 2011, Libia no ha tenido un gobierno estable, y estos centros a
menudo están controlados por las milicias. En ausencia de un gobierno que
funcione, los inmigrantes en Libia son secuestrados, esclavizados y
torturados regularmente contra rescate.

 

Europa financia los guardacostas

 

Desde 2017, la Unión Europea (UE) financia los guardacostas libios para
evitar que los inmigrantes lleguen a las costas europeas. Las fuerzas
libias, algunas equipadas y entrenadas por la UE, capturan y encierran a los
inmigrantes en centros de detención, algunos de los cuales se encuentran en
zonas de guerra, o están vigilados por milicias conocidas por vender
inmigrantes a los traficantes.

 

A diferencia de otros centros de detención que he visitado en Libia, el de
Dhar-El-Djebel no parece una prisión. Antes de 2011, este grupo de edificios
en el medio del campo era, según los términos oficiales, un centro de
capacitación para “los retoños, los cachorros de león y los antebrazos del
Gran Libertador”, los niños a quienes se enseñaba el Libro Verde de Gadafi.
Cuando se formó el GCN, con sede en Trípoli, en 2016, el centro se colocó
bajo la autoridad del DCIM.

 

En abril, Médicos sin Fronteras (MSF), organización para la que trabajé,
comenzó a realizar consultas en Dhar-El-Djebel. El centro retenía entonces a
700 inmigrantes. La mayoría de ellos y ellas fueron registrados como
solicitantes de asilo por la Agencia de las Naciones Unidas para los
Refugiados (ACNUR), pero de acuerdo con la ley libia, son inmigrantes
“ilegales” y pueden ser detenidos indefinidamente.

 

Teniendo pocas esperanzas de salir, muchos han intentado suicidarse por
contacto con cables eléctricos. Otros habían puesto su fe en Dios, pero
también en las redes sociales y sus habilidades de bricolaje. La mayoría de
los detenidos eritreos son cristianos: en la pared que da a la puerta, han
construido una iglesia ortodoxa abisinia utilizando cartones de comida de
colores y colchones verdes de la ACNUR, con cruces de cera de velas. En
otros colchones, escribieron, con pasta de tomate y pimiento rojo, consignas
como “Somos víctimas de la ACNUR en Libia”. Con sus smartphones, han
publicado fotos en las redes sociales, posando con los brazos cruzados para
mostrar que eran prisioneros.

 

Sus esfuerzos llamaron la atención. El 3 de junio, ACNUR evacuó a 96
solicitantes de asilo a Trípoli. Una semana después, el almacén abarrotado
en el que conocí a los inmigrantes finalmente se vació. Pero 450 eritreos
permanecieron encerrados en el centro, abarrotados en otros edificios, más
de veinte en una veintena de celdas, aunque muchos detenidos prefieren
dormir en los patios, en carpas improvisadas hechas con mantas.

 

“Nos llaman dólares y euros”

 

La mayoría de los eritreos de Dhar-El-Djebel cuentan una historia cercana:
antes de quedar atrapados en el sistema de detención libio, huyeron de la
dictadura eritrea, donde el servicio militar es obligatorio e igual de
arbitrario. En 2017, Gebray [i], de poco más de 30 años, dejó a su esposa e
hijo en un campo de refugiados en Etiopía y pagó a los contrabandistas 1.600
dólares (1.443 euros) para cruzar el desierto sudanés hacia Libia, con
docenas de otros migrantes. Pero los contrabandistas les vendieron a
traficantes libios que los detuvieron y torturaron con electricidad hasta
que llamaron a sus familiares para pedirles un rescate. Después de 10 meses
en prisión, la familia de Gebray había enviado casi 10.000 dólares (9.000
euros) para su liberación: “Mi madre y mis hermanas tuvieron que vender sus
joyas. Ahora tengo que devolverles el dinero. Es muy duro hablar de eso”.

 

Los inmigrantes eritreos son particularmente atacados, ya que muchos
traficantes libios creen que pueden contar con la ayuda de una rica diáspora
en Europa y América del Norte. “Somos los más pobres, pero los libios
piensan que somos ricos. Nos llaman dólares y euros”, me cuenta otro
migrante.

 

Después de sobrevivir a la tortura, muchos como Gebray pagaron nuevamente
para cruzar el mar, pero fueron interceptados por los guardacostas libios y
encerrados en un centro de detención. Algunos compañeros de célula de Gebray
han sido detenidos por más de dos años en cinco centros sucesivos. A medida
que la travesía del Mediterráneo se volvía más arriesgada, algunos fueron a
los centros de detención con la esperanza de ser registrados allí por ACNUR.

 

Los estragos de la tuberculosis

 

En el almacén de Dhar-El-Djebel, Gebray encontró a un antiguo amigo de la
escuela, Habtom, que se había hecho dentista. Gracias a su conocimiento
médico, Habtom se dio cuenta de que tenía tuberculosis. Después de cuatro
meses de toser fue trasladado del almacén a un edificio más pequeño para los
eritreos más enfermos. Gebray, quien explica que en ese momento, no podía
“caminar, ni siquiera ir al baño”, lo siguió rápidamente. Cuando visité la
“casa de los enfermos”, unos 90 eritreos, la mayoría sospechosos de tener
tuberculosis, fueron confinados allí y no recibían ningún tratamiento
adecuado.

 

Antes infrecuente en Libia, la tuberculosis se ha extendido rápidamente
entre los inmigrantes en las prisiones abarrotadas. Mientras hablaba con
Gebray, me aconsejó que me pusiera una máscara: “Dormí y comí con pacientes
con tuberculosis, incluido Habtom”.

 

Habtom murió en diciembre de 2018. “Si tengo la oportunidad de llegar a
Europa, ayudaré a su familia, es mi deber”, promete Gebray. Desde septiembre
de 2018 hasta mayo de 2019, al menos 22 detenidos de Dhar-El-Djebel
murieron, principalmente por tuberculosis. Los médicos estuvieron presentes
en el centro de detención, algunos de la Organización Internacional para las
Migraciones (OIM) y otros del Internacional Medical Corps (IMC), una ONG
estadounidense financiada por el ACNUR y la UE. Según un funcionario libio,
“les suplicamos que enviaran a los detenidos al hospital, pero dijeron que
no tenían presupuesto para ello”. Los traslados al hospital han sido raros.
Sin embargo, unos 40 de los detenidos más enfermos, la mayoría de ellos
cristianos, fueron trasladados a otro centro de detención en Gharyan, que
está más cerca de un cementerio cristiano. “Fueron enviados a Gharyan a
morir”, dice Gebray. Ocho de ellos murieron entre enero y mayo.

 

A diferencia de Dhar-El-Djebel, Gharyan parece un centro de detención: una
serie de contenedores rodeados de altas pantallas de metal. Yemane fue
transferido aquí en enero: “El director de Dhar-El-Djebel y el personal de
IMC nos dijeron que nos iban a llevar al hospital en Trípoli. No hablaron de
Gharyan... Cuando llegamos, nos encerraron inmediatamente en un contenedor”.

 

Inmigrantes vendidos y torturados

 

Según Yemane, una mujer intentó ahorcarse cuando se dio cuenta de que estaba
en Gharyan, y no en un hospital, como les habían prometido los médicos del
IMC. Muchos tenían malos recuerdos de Gharyan: en 2018, pistoleros
enmascarados secuestraron a unos 150 inmigrantes detenidos allí y los
vendieron a centros de tortura. Posteriormente, el centro cerró brevemente y
luego volvió a abrir, encabezado por un nuevo director, quien me explicó que
los traficantes lo llamaban regularmente para tratar de comprar a los
inmigrantes detenidos.

 

En abril de 2019, las fuerzas de Khalifa Haftar, el hombre fuerte del este
de Libia, lanzaron una ofensiva contra las fuerzas pro GCN en Trípoli y
capturaron a Gharyan. Las tropas de Haftar se asentaron cerca del centro de
detención y de los aviones del GCN han bombardeado regularmente el área.
Asustados por los ataques aéreos tanto como por los inmigrantes con
tuberculosis, los guardias desertaron. Cada vez que he ido allí, fuimos a
buscar al director en su casa de la ciudad, luego lo llevamos al portal del
centro, donde llamó a un inmigrante para que se lo abriera. Los internos le
habían pedido un candado para poder encerrarse y protegerse de las redadas.
De hecho, las fuerzas pro-Haftar vinieron a pedir a los inmigrantes que
trabajaran para ellos. Yemane indica que un día secuestraron a quince
hombres, de los cuales estamos sin noticias.

 

MSF solicitó a ACNUR que evacuase a los detenidos de Gharyan. La agencia de
la ONU primero negó que Gharyan estuviera en la zona de guerra, antes de
admitirlo y sugerir la transferencia de detenidos al centro de detención de
Al-Nasr en Zawiya, al oeste de Trípoli. Sin embargo, el Consejo de Seguridad
de la ONU ha acusado a las fuerzas que controlan este centro de tránsito
para los migrantes y ha sancionado a dos de sus dirigentes.

 

“¡Si estáis enfermo, debéis morir!”

 

Los detenidos aún estaban en Gharyan cuando, el 26 de junio, las fuerzas del
GCN recapturaron el área. Al día siguiente, forzaron la puerta del centro de
detención con un automóvil y pidieron a los inmigrantes que pelearan junto a
ellos. Los detenidos, espantados, mostraron sus medicamentos contra la
tuberculosis repitiendo palabras del árabe que el personal de ACNUR les
había enseñado: kaha (tos) y darn (tuberculosis). Los milicianos se fueron,
uno de ellos lanzando a los inmigrantes: “Si estáis enfermos, volveremos a
mataros. Debéis morir!”.

 

El 4 de julio, ACNUR finalmente evacuó a los detenidos restantes a Trípoli.
La agencia dio a cada uno 450 dinares (100 euros) para que pudieran
mantenerse en una ciudad que no conocían. El refugio donde se suponía que
iban a quedarse era demasiado caro, por lo que se mudaron a un lugar más
barato, una vez que fue un redil. “ACNUR dice que estaremos a salvo en esta
ciudad, pero para nosotros, Libia no ofrece libertad ni seguridad”, explica
Yemane.

 

La mayoría de los 29 inmigrantes evacuados de Gharyan ahora están bloqueados
y en peligro en las calles de Trípoli, pero aún esperan obtener asilo fuera
de Libia. Mientras continúan los combates en Trípoli, los milicianos han
ofrecido a Yemane que se aliste por 1.000 dólares (901 euros) por mes. “He
visto a muchos inmigrantes que fueron reclutados de esta manera y luego
heridos”, me dijo recientemente por whatsapp. Dos de sus compañeros de
habitación han sido nuevamente encarcelados por las milicias, que exigieron
200 dólares (180 euros) a cada uno.

 

Los inmigrantes de Gharyan tienen tanto miedo en las calles de Trípoli que
han pedido que les detengan de nuevo; uno de ellos incluso logró ingresar en
el centro de detención de Abu Salim. Muchos de ellos tienen tuberculosis. A
finales de octubre, el propio Yemane descubrió que era portador, pero aún no
ha recibido tratamiento.

 

“Nos dieron falsas esperanzas”

 

A diferencia de Gharyan, Dhar-El-Djebel está lejos de los combate. Pero
desde abril, los inmigrantes detenidos en Trípoli se niegan a ser
trasladados allí porque temen ser olvidados en el Jebel Nefoussa. Según un
funcionario del área, “nuestro único problema aquí es que ACNUR no está
haciendo su trabajo. Han estado dando falsas promesas a estas personas
durante dos años”. La mayoría de las detenidas de Dhar-El-Djebel han sido
registradas como solicitantes de asilo por ACNUR y, por lo tanto, esperan
ser reubicadas en países de acogida seguros. Gebray se registró en octubre
de 2018 en Dhar-El-Djebel: “Desde entonces, no he visto a la ACNUR. Nos
dieron falsas esperanzas al decirnos que volverían pronto para
entrevistarnos y evacuarnos de Libia”.

 

Los 96 eritreos y somalíes transferidos en junio desde Dhar-El-Djebel al
“centro de reunión y salida” de ACNUR en Trípoli estaban convencidos de que
estarían entre los afortunados por una evacuación a Europa o América del
Norte. Pero en octubre, según informes, el ACNUR rechazó a unos 60,
incluidos 23 mujeres y 6 niños. No tienen otra opción que tratar de
sobrevivir en las calles de Trípoli o aceptar un “retorno voluntario” a los
países de los que huyeron por la violencia.

 

El informe de la visita de la ONU a Dhar-El-Djebel en junio, durante la
misma transferencia, advirtió que “el número de personas que ACNUR podrá
evacuar será muy pequeño en comparación con la población restante [en
Dhar-El-Djebel] debido al número limitado de plazas ofertado por la
comunidad internacional”.

 

De hecho, ACNUR ha registrado a casi 60.000 solicitantes de asilo en Libia,
pero solo pudo evacuar a unos 2.000 al año. La capacidad de la agencia para
evacuar a los solicitantes de asilo de Libia depende de las ofertas de los
países de acogida, principalmente europeos. Los más abiertos reciben cada
año solo unos pocos cientos de refugiados bloqueados en Libia. Los detenidos
en Dhar-El-Djebel lo saben. Durante una de sus manifestaciones, sus lemas
escritos en salsa de tomate estaban dirigidos directamente a Europa:
“Condenamos la política de la UE hacia los refugiados inocentes detenidos en
Libia”.

 

“Europa dice que nos está enviando de regreso a Libia por nuestra propia
seguridad”, dice Gebray. ¿Por qué no nos dejan morir en el mar, sin
sufrimiento? Es mejor que dejarnos morir aquí”. 

 

* Jérôme Tubiana es investigador y periodista y especialista en conflictos y
migraciones a través del Sahara y el Cuerno de África. La versión original,
en inglés, fue publicada con el título “La vergüenza de la UE está encerrada
en Libia”, se publicó en The Nation el 13/11/2019.

 

Nota

 

[i] Los nombres han sido modificados por razones de seguridad.

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