Congo/Memoria/ Por qué mataron a Patrice Lumumba [Georges Nzongola-Ntalaja - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Ene 21 12:57:28 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

21 de enero 2020

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Congo/Memoria

 

Entrevista a Georges Nzongola-Ntalaja *

 

Por qué mataron a Patrice Lumumba

 

Saíd Husaini **

Jacobin, 17-1-2020

https://jacobinmag.com/

Traducción de Viento Sur 

https://www.vientosur.info/

 

Nacido en 1925, Patrice Émery Lumumba fue un líder radical anticolonial que
ocupó el cargo de primer ministro del recién independizado Estado congoleño
a la edad de 35 años. Al cabo de siete meses de ejercer como tal, fue
asesinado el 17 de enero de 1961.

 

Lumumba se convirtió en oponente al racismo belga después de ser encarcelado
en 1957 por las autoridades coloniales sobre la base de acusaciones falsas.
Una vez cumplidos doce meses de prisión, encontró un empleo como vendedor de
cerveza, periodo en el que desarrolló su oratoria y se convenció cada vez
más de que la enorme riqueza mineral de Congo debería redundar en beneficio
del pueblo congoleño en vez de las empresas extranjeras que las explotaban.

 

El horizonte político de Lumumba se extendió mucho más allá de Congo. Muy
pronto se vio arrastrado por la ola de nacionalismo africano que inundó el
continente. En diciembre de 1958, el presidente de Ghana, Kwame Nkrumah, le
invitó a asistir a la Conferencia Panafricana, un movimiento anticolonial
que atrajo a asociaciones civiles, sindicatos y otras organizaciones
populares. Dos años después, a raíz de la reivindicación popular de que se
celebraran elecciones democráticas, el Movimiento Nacional Congoleño,
encabezado por Lumumba, ganó decisivamente la primera elección
parlamentaria. El dirigente nacionalista de izquierda asumió el cargo de
primer ministro en junio de 1960.

 

Sin embargo, las propuestas populistas progresistas de Lumumba y su
oposición al movimiento secesionista de Katanga (dirigido por los Estados
coloniales del sur de África, gobernados por blancos, proclamó su
independencia de Congo el 11 de julio de 1960) contrarió a toda una serie de
intereses extranjeros y locales: el Estado colonial belga, las compañías
extractoras de los recursos minerales de Congo y, por supuesto, los líderes
de los Estados del sur de África gobernados por blancos. Cuando aumentaron
las tensiones, Naciones Unidas rechazó la petición de apoyo de Lumumba,
quien solicitó entonces la ayuda militar de la Unión Soviética para calmar
la emergente crisis congoleña provocada por los secesionistas apoyados por
Bélgica. Esta fue la gota que colmó el vaso.

 

Lumumba fue secuestrado, torturado y ejecutado en un golpe de Estado apoyado
por las autoridades belgas, EE UU y Naciones Unidas. Con el asesinato de
Lumumba murió una parte del sueño de un Congo unido, democrático,
multiétnico y panafricanista.

 

La muerte de Lumumba y su sustitución con el dictador Mobutu Sese Seko,
respaldado por EE UU, marcaron el comienzo de décadas de luchas intestinas,
de régimen dictatorial y de declive económico que han caracterizado el Congo
poscolonial. La desestabilización de la sociedad congoleña bajo el régimen
brutal de Mobutu –que duró de 1965 a 1997– culminó en una serie de
conflictos devastadores, la primera y la segunda guerras congoleñas (también
llamadas guerras mundiales africanas). Estos conflictos no solo fracturaron
la sociedad congoleña, sino que también arrastraron a todos los países
vecinos, implicando finalmente a nueve países africanos y a alrededor de 25
grupos armados. Cuando se puso fin formalmente al conflicto, alrededor de
2003, habían muerto cerca de 5,4 millones de personas en los combates y a
causa de sus secuelas, con lo que esta guerra pasó a ser el segundo
conflicto bélico más mortífero del mundo desde la segunda guerra mundial.

 

Particularmente a la luz de la turbulenta trayectoria de Congo tras el
asesinato de Lumumba, este sigue siendo una fuente de esperanza, debate e
inspiración entre los movimientos y pensadores radicales de toda África y
más allá. Saíd Husaini, quien publica regularmente en Jacobin, ha hablado
recientemente con Georges Nzongola-Ntalaja, un destacado intelectual
congoleño y autor de una biografía de Lumumba, sobre la vida, la muerte y la
política del líder nacionalista radical.

 

-Pregunta: Por lo visto, el acontecimiento más conocido de la vida de
Lumumba es su trágico final. Pese a que Bélgica de alguna manera ha
reconocido simbólicamente su implicación en el asesinato de Lumumba, no ha
sucedido lo mismo en EE UU. Desde su punto de vista, ¿cuál debería ser la
plena reparación de aquel asesinato?

 

Respuesta: No puede haber una plena reparación por el asesinato de Lumumba.
Ninguna suma de dinero ni cualquier otra forma de compensación haría
justicia al daño sufrido por Congo al perder a un líder visionario de 35
años de edad que podría haber ayudado a construir un gran país. Ninguna suma
de dinero haría justicia a sus hijos, que se criaron sin el cariño y el
apoyo de un padre que los guiara a través de la infancia, la adolescencia y
la juventud. Y lo mismo cabe decir de su mujer y de otros y otras
familiares, cuya pérdida no podría mitigarse con bienes materiales.

 

Lo que tienen que hacer todos los cómplices del asesinato de Lumumba es, en
primer lugar, reconocer el crimen cometido contra él, su familia, Congo y
África; pedir perdón por los daños causados en este sentido; y un esfuerzo
por honrar al primer dirigente elegido democráticamente de Congo promoviendo
su legado a las escuelas, la educación pública y los actos culturales de
todos los países cuyos líderes participaron en su desaparición, empezando
por el propio Congo.

 

-Pregunta: A pesar de haberse criado en su lugar de origen etnocultural,
Lumumba llegó a ser conocido por su cosmovisión claramente multiétnica e
incluso panafricana. ¿Hubo aspectos de su infancia y adolescencia en Sankuru
que predispusieron a Lumumba a priorizar sobre todo la unidad congoleña y la
diversidad étnica?

 

Respuesta: Aunque la región de Sankuru de la RDC (República Democrática de
Congo) alberga sobre todo al pueblo tetela, al que pertenecía el propio
Lumumba, también está habitada por otros grupos étnicos que llegaron allí a
causa de las actividades de los traficantes de esclavos suajilis y árabes o
de los colonialistas belgas. Estos grupos incluyen a la gente kusu de
Maniema, luba, songye y otros grupos de la región de Kasai, así como al
pueblo mongo de la provincia de Équateur. Además de criarse en un entorno
multiétnico, los años de formación como funcionario de clase media entre
1944 y 1956 los pasó en Kisangani (entonces Stanleyville), una de las
principales ciudades de Congo y zona étnicamente diversa.

 

-Pregunta: Usted escribe que como funcionario de correos en la
administración colonial belga, Lumumba estuvo al principio loco por la
posibilidad de matricularse, es decir, por librarse de su condición de
congoleño nativo y convertirse en un évolué, o europeo honorífico. ¿En qué
momento abandonó esta esperanza de ascender a la elite de la sociedad
colonial y se posicionó a favor de la oposición radical el régimen colonial
belga?

 

Respuesta: Lumumba adquirió tanto la tarjeta de mérito cívico como la
condición de matriculado en Kisangani, pero estos logros en el ascenso
social en la administración colonial eran una farsa, porque el racismo
continuó irguiendo su sucia cabeza por encima de la barrera salarial y de
color de la piel. Pese a otorgarle un empleo habitualmente reservado a los
europeos como gestor del servicio de giros postales, el salario de Lumumba
lo determinaba su raza, no su función. Ganaba el equivalente a 100 dólares
estadounidenses en 1956, lo que representaba entre una décima y una
quinceava parte del salario de un funcionario europeo que desempeñaba una
tarea similar. Sus colegas europeos gozaban asimismo de vivienda gratuita,
un coche y vacaciones pagadas de seis meses en Bélgica cada tres años.

 

Esta y otras realidades del régimen colonial hicieron que finalmente
abandonara su ingenua esperanza de ver a los blancos y los évolués trabajar
codo con codo en la mejora de la condición de las masas ignorantes en una
comunidad belgo-congoleña, y le llevaron abrazar el nacionalismo africano y
congoleño.

 

-Pregunta: ¿Cómo veían los nacionalistas congoleños la violencia como un
medio para conseguir la independencia política y cuál fue la posición de
Lumumba en esta cuestión?

 

Respuesta: En general, los líderes nacionalistas congoleños eran firmes
defensores de la no violencia, y Lumumba no fue una excepción. De ahí que a
todos ellos les pillara por sorpresa la revuelta masiva por la independencia
que se produjo el 4 de enero de 1959 [que estalló en Leopoldville, hoy
Kinshasa, después de que se negara el derecho de reunión a miembros de un
partido anticolonial. Celebrado hoy como el Día de los Mártires, fue el
primer brote de violencia importante del movimiento independentista y marcó
un punto de inflexión en la lucha anticolonial]. Más tarde, estos líderes
comprendieron que la violencia de masas era una moneda de cambio en sus
enfrentamientos con el régimen colonial, ya que este tenía dificultades para
mantener el orden público en todo el vasto país, una vez que las masas
hubieran rechazado la autoridad colonial y se mostraran reacias a atenerse a
las directrices de la administración colonial.

 

-Pregunta: ¿Qué papel desempeñaron las compañías mineras internacionales en
el proyecto secesionista de la provincia de Katanga y cómo contribuyó este
al origen de la crisis congoleña?

 

Respuesta: Con su imperio minero que iba desde Katanga hasta Ciudad del
Cabo, a las compañías mineras internacionales no les agradaba la idea de
tener un gobierno nacionalista radical en Congo, capaz de reducir sus
márgenes de beneficio a base de impuestos más altos con el fin de mejorar
las condiciones de vida de la población congoleña. Por eso dichas compañías,
que anteriormente habían rechazado los intentos de colonos blancos de
obtener una parte del pastel, como habían conseguido sus homólogos de
Sudáfrica, Rodesia (hoy Zimbabue) y África del Suroeste (hoy Namibia),
cambiaron de orientación y sellaron una alianza con colonos blancos racistas
y grupos de presión de derechas de EE UU y del Reino Unido. Esta alianza no
solo respaldó la aspiración de los colonos blancos de asumir el poder
político en Katanga, sino que también aportó la financiación necesaria para
sustentar el movimiento secesionista de Katanga, con la ayuda de Bélgica, el
Reino Unido y Francia.

 

-Pregunta: Podríamos decir que los orígenes de la Crisis del Congo se halla
en una alianza fortuita entre colonos belgas y grandes compañías, que se
alinearon con los intereses comerciales y de Estado de los países
sudafricanos gobernados por blancos. Usted califica esta alianza de
“contrarrevolución frente a la liberación nacional”, dado que se formó para
oponerse al nacionalismo radical que cundía en todo el continente. ¿Puede
decir algo más sobre esta alianza?

 

Respuesta: La Crisis del Congo no se entiende sin referirnos a la secesión
de Katanga organizada por Bélgica en colaboración con compañías mineras
internacionales, que reclutaron mercenarios blancos para que se unieran a
las tropas belgas en apoyo de la secesión. La negativa de Naciones Unidas a
utilizar la fuerza para expulsar a las tropas belgas y los mercenarios dio
pie a la disputa entre el primer ministro Lumumba y el secretario general de
Naciones Unidas, Dag Hammarskjöld, que compartía la misma visión del mundo
que las grandes potencias occidentales y era muy hostil a Lumumba, como
demuestra el intercambio de telegramas que consta en los archivos de
Naciones Unidas.

 

-Pregunta: ¿Por qué esta combinación de intereses internacionales y locales
que antes competían entre sí les convenció finalmente de que era necesario
acabar con la vida de Lumumba?

 

Respuesta: Él era el escollo individual más importante en su plan de
establecer el neocolonialismo en Congo, como habían comenzado a hacer en
Katanga el 11 de julio de 1960.

 

-Pregunta: Lumumba pronunció muchos discursos memorables y también escribió
muchas cartas emotivas. En 1960 escribió a su mujer desde la cárcel:
“Llegará el día en que hablará la historia. Pero no será la historia que se
enseñará en Bruselas, París, Washington o Naciones Unidas. Será la historia
que se enseñará en los países que se han liberado del colonialismo y de sus
títeres. África escribirá su propia historia y tanto en el norte como en el
sur será una historia de gloria y dignidad”. ¿Fue capaz Lumumba de articular
asimismo una visión específica de cómo pretendía transformar el Estado y la
sociedad congoleña durante el breve periodo en que fue primer ministro?

 

Respuesta: Varios de sus principales discursos y cartas nos proporcionan una
idea de su visión del Congo poscolonial. Aunque le preocupaba la unidad, la
independencia y la soberanía de Congo, debido naturalmente a la situación
contrarrevolucionaria que se estableció en el país los días 10 y 11 de julio
de 1960 (la invasión militar belga y la secesión de Katanga,
respectivamente), su interés se centró en cómo transformar las estructuras
heredadas del Estado y la economía con el fin de mejorar la calidad de vida
de la población congoleña.

 

-Pregunta: Como en los casos de Amílcar Cabral, Thomas Sankara y Steve Biko,
el martirio de Lumumba lo convirtió en una potente fuerza simbólica que
continúa inspirando a los movimientos radicales de toda África. En el
prefacio de su libro, usted describe brevemente la inspiración y el súbito
desengaño que sintió cuando era estudiante universitario (y fue expulsado
por actividades anticoloniales), al conocer el ascenso meteórico y el
trágico asesinato de Lumumba. Como africanos y en el mundo en general,
¿hemos evaluado realmente el trauma histórico causado por el asesinato de
uno de los líderes más prometedores del continente?

 

Respuesta: Puesto que todos los líderes asesinados que menciona usted fueron
víctimas de potencias mundiales y/o sus aliados en África, con el Portugal
fascista o la Sudáfrica del apartheid, no veo por qué las potencias
mundiales responsables de eliminar a aquellos líderes africanos que
detestaban deben estar preocupadas por el efecto de aquellos asesinatos en
África. Nos corresponde a nosotros, la gente africana, asegurarnos de seguir
las enseñanzas de Amílcar Cabral para conocer nuestras propias debilidades y
encontrar las vías para superarlas, y las de Kwame Nkrumah sobre la
seguridad colectiva continental mediante un alto mando militar africano.
Necesitamos nuestro propio equivalente de la OTAN para garantizar la
seguridad de nuestro pueblo y la de nuestros líderes progresistas
amenazados.

 

* Georges Nzongola-Ntalaja es profesor de estudios africanos, afroamericanos
y de la diáspora en la Universidad de Carolina del Norte y autor de muchos
libros. 

** Saíd Husaini es activista socialista y estudiante de desarrollo
internacional en la Universidad de Oxford.

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