Marruecos/ Hirak rifeño: una revuelta descabezada pero no derrotada [Ricard González]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Ene 25 00:55:19 UYT 2020


  _____  

Correspondencia de Prensa

25 de enero 2020

 <https://correspondenciadeprensa.com/> https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

 <mailto:germain5 en chasque.net> germain5 en chasque.net

  _____  

 

Marruecos

 

Hirak rifeño: una revuelta descabezada pero no derrotada 

 

Más de dos años después del inicio de la represión contra el hirak —el
movimiento de protesta de la región marroquí del Rif—, en las calles de
Alhucemas, epicentro de las manifestaciones, la tensión todavía se podría
cortar con un cuchillo. Las carreteras que conducen a la ciudad, situada en
el nordeste del país, están jalonadas por varios controles policiales y la
presencia de furgonetas y vehículos de las fuerzas de seguridad es robusta.
Sin embargo, los activistas de la ciudad temen más a los invisibles policías
de paisano, que se podrían contar por centenares.

 

Ricard González  

El Salto, 19-1-2020 

https://www.elsaltodiario.com/

 

“El otro día, en esta misma cafetería, un borracho empezó a criticar al rey.
De repente, una decena de presuntos clientes se abalanzaron sobre él y lo
arrestaron”, explica Omar Lemallem, el presidente la Asociación de la
Memoria del Rif. Y es que la figura de Mohamed VI es sagrada, y en todas las
ciudades marroquíes, incluida Alhucemas, se puede observar en alguna colina
cercana un gran mosaico con tres palabras: “Dios, patria, rey”. “En 2017
había aquí desplegados unos 20.000 policías. Algunos han marchado, pero
muchos continúan aquí. No los vemos, pero sabemos que están”, apostilla este
maestro jubilado mientras sorbe un café en una terraza del centro. 

 

Habida cuenta que la ciudad apenas supera los 100.000 habitantes, el
porcentaje de miembros de las fuerzas de seguridad destacados respecto a la
población autóctona se podría acercar al de regiones ocupadas militarmente.
“Ahora mismo, es imposible hacer cualquier tipo de protesta aquí. Hay tantos
policías que, en cuestión de segundos, todos acabaríamos arrestados”, afirma
Samir, un joven de 33 años que pertenece al hirak. Aunque es muy activo en
las redes sociales, ha conseguido evitar la detención gracias a extremar las
medidas de precaución y al uso de nombres falsos, como el atribuido en este
artículo. 

 

El hirak surgió de forma casual a finales de 2016, después del asesinato de
Mohsen Fikri, un humilde vendedor de pescado de 31 años de Alhucemas. La
policía le había confiscado su mercancía y al intentar recuperarla fue
triturado dentro de un camión de basura. La dramática historia galvanizó a
la juventud de una región con una larga historia de conflictos con el
gobierno marroquí, razón por la que fue marginada durante décadas en los
planes de inversión estatal. Los días siguientes, miles de personas se
manifestaron en contra de la hogra: los abusos de poder y humillaciones de
las autoridades. 

 

Con el paso de las semanas, aquellas protestas espontáneas, apoyadas por un
amplio espectro de la sociedad, se transformaron en un potente movimiento
social capaz de articular las demandas sociales de la región. Por ejemplo,
entre sus peticiones figuraba la construcción de un hospital, el fin de la
militarización de la región —vigente desde la revuelta de 1958—, o la
creación de nuevos centros de formación y universidades. En mayo de 2017,
tras varios meses de movilizaciones, el régimen lanzó una campaña de
represión que se saldó con el arresto de cientos de personas. Los
principales líderes del hirak, como Náser Zefzafi, fueron condenados por
“sedición” a largas penas de hasta 20 años de cárcel. 

 

“El hirak no ha desaparecido. No podemos hacer actos públicos, pero
mantenemos una organización clandestina”, comenta Samir en un lugar alejado
de oídos indiscretos. “Nos organizamos en células de unas diez o 15
personas, en las que solo se puede entrar a través de fuertes lazos de
confianza. Nos reunimos regularmente y compartimos lecturas y discusiones de
autores como Gene Sharp sobre la lucha no violenta”, añade este joven, con
formación universitaria y que se dedica al comercio informal. El mercado
negro es el único trabajo disponible para muchos jóvenes en una ciudad sin
prácticamente ninguna industria y unas infraestructuras precarias.

 

Su objetivo es ir extendiendo estas células en el seno de la sociedad
rifeña, no solo en Alhucemas, para disponer de una “organización preparada”
cuando el contexto cambie y aparezca una oportunidad, como fue la Primavera
Árabe en Túnez. El plan es poder constituir un partido político sobre la
base de estas células tan pronto como se produzca una liberalización
política en el país magrebí. El movimiento de protesta cuenta con un
importante activo para dar a conocer su causa a nivel internacional: una
diáspora muy comprometida de cerca de unos dos millones de personas. A
través de páginas web como Courrier du Rif o Arifnews y de ONG se exponen en
las redes sociales informaciones sobre la represión de las autoridades y las
acciones de apoyo al hirak en Europa. 

 

En las otras ciudades del Rif, la presión policial es menor que en
Alhucemas, pues las protestas fueron de menor intensidad. Ahora bien,
tampoco se permiten manifestaciones relacionadas con el hirak. A principios
de noviembre, una concentración de solidaridad con los 57 miembros del
movimiento encarcelados frente a la cárcel de Selouan, en la ciudad rifeña
de Nador, fue dispersada violentamente por la policía. El pulso entre los
líderes del hirak y las autoridades marroquíes continúa en las cárceles. La
asociación que representa a sus familiares ha denunciado que han padecido
torturas. Varios de los reclusos, incluido Naser Zefzafi, han recurrido a la
huelga de hambre para exigir una mejora de su régimen penitenciario. Sin
embargo, el Gobierno se niega esgrimiendo que no puede dispensarles “un
trato de favor”. 

 

Para escapar a las zarpas de la represión, centenares de activistas rifeños
emprendieron el camino de la migración clandestina a Europa para pedir el
asilo político. Se calcula que, desde la primavera de 2017, unas 10.000
personas han partido de las playas del Rif, muchos de ellos por motivos
políticos. “Curiosamente, durante los meses que duraron las protestas, no
salió casi ninguna patera. Había esperanza de cambios”, comenta Samir. Al
ser una región de avezados pescadores y hallarse a menos de 200 kilómetros
de la península, no es un viaje arriesgado. Según las estimaciones de este
activista, en estos dos años y medio han desaparecido una veintena de
rifeños en el Mediterráneo. La mayoría de los huidos se halla a la espera de
que se resuelva su petición de asilo ante las diversas autoridades de los
países europeos. 

 

Identidad

 

Aunque la mayor parte de las reivindicaciones del hirak son de tipo social,
es evidente que la cuestión identitaria subyace en sus entrañas. “Han sido
capaces de establecer una identidad compartida entre sus miembros a partir
de sentimientos compartidos de injusticia y marginación, así como de la
identidad amazig (1) del Rif. Esta identidad se veía reforzada al ondear las
banderas amazigs y de la República del Rif en lugar de la marroquí”, escribe
el sociólogo Mohamed Masbah. Según los analistas, los líderes de las
protestas evitaron realizar demandas de tipo político, como la creación de
una región autónoma en la provincia norteña, para no otorgar una excusa al
régimen para sofocar las protestas acusándolos de “independentistas”. Sin
embargo, de poco sirvió. 

 

La población del Rif es mayoritariamente amazig y al menos una parte nunca
ha aceptado plenamente su integración en Marruecos tras la colonización
española. En el subconsciente colectivo persiste el recuerdo de la República
del Rif, liderada por Abdelkrim, que logró entre 1921 y 1926 librarse del
control de España. “Su historia no se cuenta en los libros escolares, ni se
habla de ella en los medios, pero su recuerdo está muy presente. Y ha
cobrado fuerza sobre todo entre los jóvenes a raíz del hirak”, explica
Lemallen, el veterano activista que trabaja en cuestiones de memoria
histórica. Las tropas españolas y francesas ocuparon de nuevo la región tras
una ofensiva brutal que utilizó por primera vez el bombardeo con armas
químicas contra la población civil. De hecho, aún hoy esta región presenta
un porcentaje de personas enfermas de cáncer muy superior a la media del
país.

 

“La mayoría de habitantes rifeños quiere que la cultura amazig sea tratada
en pie de igualdad con la árabe, pero solo una minoría apoya la
independencia. No creo que lleguen al 20%. Quienes propugnan ese objetivo
están sobre todo en la diáspora”, opina Marzouk Chahmi, vicepresidente de la
Asociación Mundial Amazig y residente en un pueblo colindante con Melilla
(2) . “Sabemos que con el régimen actual las peticiones de autonomía no
llegarían a ninguna parte, y muchos jóvenes empiezan ya a abrazar la causa
de la independencia. Seguimos con mucha atención lo que pasa en otras
naciones sin Estado, como Catalunya, el País Vasco o el Kurdistán”, comenta
Samir. 

 

Entre las medidas que adoptó el rey Mohamed VI para aplacar la ola de
protestas en Marruecos a raíz de la Primavera Árabe en 2011 figuraba una
reforma constitucional que define la lengua amazig o berber en pie de
igualdad con el árabe. No obstante, aunque se han dado algunos pasos, como
la creación de medios públicos en este idioma y un potente centro de
investigación y divulgación de la cultura amazig, en muchos ámbitos la
igualdad entre ambas lenguas dista de ser realidad. 

 

La mayoría de activistas consideran que las medidas han sido cosméticas,
como el hecho de añadir en las fachadas de los edificios públicos el nombre
de cada institución en bereber bajo la inscripción en árabe. “No hay
suficientes maestros en nuestra lengua, de forma que no se estudia en todas
las escuelas. Y en las que se dan clases, se percibe como una asignatura sin
valor. Por no hablar de la justicia”, se queja Chahmi. “En un juicio, si no
sabes árabe, olvídate de tus derechos”, tercia Mohamed, un anciano que luce
una larga barba canosa. Precisamente, la posibilidad de utilizar el amazig
en los juzgados era una de las pocas demandas del hirak de tipo identitario.


 

A causa del acoso policial, es imposible saber cuál es el grado de apoyo al
hirak en Alhucemas, pero todo parece indicar que es muy elevado. “La mayoría
de la gente les apoya, quizás con la excepción de la gente cooptada por los
partidos políticos marroquíes. Pero fíjate que incluso la mayoría de estos
políticos de la ciudad no se atreven a hablar mal del movimiento en sus
discursos”, señala Lemallen. No parece que la sola represión en esta región
de espíritu independiente pueda acabar con la revuelta del Rif, que se ha
convertido ya en el mayor quebradero de cabeza de Mohamed VI desde su
entronización en 1999. Hay hirak para rato.

 

Notas 

 

1) Los amazigs o bereberes son un pueblo indígena del norte de África,
presente en esa región desde antes de la conquista árabe. Se estima que
entre 30 y 50 millones de amazigs viven repartidos entre Marruecos,
Mauritania, Argelia, Libia, Mali, Níger y Túnez.

2) Ciudad marroquí bajo el dominio español en la costa del Mediterráneo.

  _____  

 



------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20200125/d7b27084/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa