Israel/ Balagán: repaso a una grave crisis económica y sanitaria [Gerardo Leibner]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Jul 31 13:05:30 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

31 de julio 2020

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Israel



Balagán, relajo total: repaso a la actualidad política y económica israelí
con la pandemia de coronavirus como telón de fondo



Israel se encuentra en una grave crisis sanitaria y económica.



Gerardo Leibner, desde Tel Aviv *

La Diaria, 28-7-2020

https://ladiaria.com.uy/



Los datos son elocuentes: a comienzos de marzo los desocupados registrados
eran menos de 100.000 y ahora, a fines de julio, ya suman 850.000, sin
contabilizar a cientos de miles de trabajadores informales. Los contagios de
coronavirus rozan los 2.000 diarios y el número total de fallecimientos por
covid-19 superó los 450 y en la última semana ronda los diez diarios. La
curva está en alza y los intentos por contener el contagio comunitario
fracasaron.



La situación actual contrasta con el triunfalismo de fines de mayo, tras
superarse efectivamente la primera ola con medidas muy drásticas que
contuvieron el contagio y redujeron los fallecimientos. Entonces el primer
ministro Benjamin Netanyahu invitó a los israelíes con una amplia sonrisa a
salir a “disfrutar la vida”. Incluso tuvo una entrevista con el primer
ministro griego y anunciaron que los dos países iban abrir respectivamente
sus fronteras para incentivar el turismo mutuo y reactivar la economía. Y
los israelíes, tras dos meses de severas restricciones y de bombardeo
propagandístico extremo sobre los peligros del virus, salieron a disfrutar.
La economía se reabrió de inmediato con pocas restricciones y precauciones,
sin fases de desescalada, y todo se descontroló y deterioró rápidamente.
Grecia hoy recibe turistas de algunos países europeos. Israel no recibe
turistas y sus ciudadanos no son admitidos en Europa.



Amplios sectores de la población perdieron confianza en los mensajes del
gobierno. A finales de la primera ola, en un giro político dramático,
Netanyahu y el principal candidato opositor, Benny Gantz, llegaron a un
acuerdo para crear un gobierno de cohabitación paritario basado en la
rotación en el puesto de primer ministro.



Este giro quebró en dos al partido opositor Azul y Blanco y desmoralizó a la
mitad de los votantes del país que, sistemáticamente, en tres comicios
consecutivos en un año, rechazaron a Netanyahu. Con el pacto con Gantz, el
actual primero ministro se aseguró un año y medio más en el cargo y el
puesto de “primer ministro alterno” cuando Gantz asuma su mandato por un año
y medio. El nuevo gobierno aumentó su número de ministros, viceministros y
cargos de confianza política, despilfarrando recursos en medio de una
recesión inédita. Más aún, desde el primer momento los mecanismos de
decisión política pactados no funcionaron, y el gobierno “paritario” entró
en una serie interminable de marchas y contramarchas referentes tanto al
tratamiento de la pandemia como a la economía y la crisis social.



Cada semana Netanyahu anunciaba públicamente alguna medida sanitaria o
económica sin haberla consensuado previamente con su coalición de gobierno
ni con los funcionarios en los ministerios relevantes. Luego, esta medida
era criticada en los medios y sometida a modificaciones en las comisiones
parlamentarias, para finalmente ser retirada o modificada sustancialmente
bajo presión pública. Algunas de las restricciones acordadas por Netanyahu y
Gantz en las recientes semanas han sido repelidas por la comisión
parlamentaria especializada en el tratamiento de la pandemia, en una
verdadera rebelión de la diputada del Likud que la preside. Las
restricciones son presentadas sin estar respaldadas por datos, por un
Ministerio de Salud que no creó los mecanismos adecuados para el rastreo
epidemiológico efectivo. Mientras las medidas propuestas por los expertos de
salud parecen basarse en la intuición (evidenciando diferencias entre
expertos), los jerarcas sólo adoptan parte de las medidas. Los criterios
selectivos quedaron esta semana al desnudo en intercambios entre poderosos
políticos del Likud.



El ministro de Economía, Israel Katz, acusó al coordinador de la coalición
en la Knesset, Miki Zohar, de presionar para la reapertura de salones de
eventos –en los que aparentemente hubo muchos contagios– debido a que su
primo es propietario de uno de los mayores salones del sur del país. El
diputado amenazó al ministro con su pronta destitución y dijo que iba a
revelar los negocios e intereses de su esposa. Todo esto fue expuesto en una
comisión parlamentaria y ante las cámaras televisivas.



No era necesario ese intercambio para que la confianza pública en las
decisiones del gobierno sea casi nula. Los efectos del cierre brusco de la
economía entre marzo y mayo se sienten ahora en el quiebre de negocios, en
la desesperación de la gente endeudada, de quienes se quedaron sin trabajo y
en las decenas de miles de personas que siguen en un raro e incierto estado
de “vacaciones no pagas”.



Las medidas paliativas del gobierno son mínimas y tardías. Los dueños de
restaurantes y bares –sector de la economía muy próspero hasta hace unos
meses–, que tuvieron sus locales cerrados casi tres meses y reabrieron con
restricciones, se rebelaron contra la decisión de cerrarlos los fines de
semana. El viernes cientos de establecimientos abrieron, contrariando la
prohibición, y esta fue levantada casi de inmediato, dejando de manifiesto
la debilidad del gobierno.



Si sumamos el descreimiento generalizado hacia los políticos, la
desaprobación de la inmensa mayoría de los votantes de Azul y Blanco ante el
pacto de Gantz con Netanyahu, y la falta de legitimidad moral de este
último, envuelto en una serie de juicios por corrupción, se entiende la ola
de manifestaciones que se registró días atrás en el centro de Tel Aviv y en
Jerusalén. La conjunción de las protestas anti-Netanyahu con los reclamos
por la crisis económica siembran pánico en filas del Likud. La crisis afecta
a sectores de la nueva burguesía plebeya que prosperó en Israel en la
reciente década y que es una de las bases del partido que lidera Netanyahu.



Hasta comienzos de julio, ante cada roce con Gantz, Netanyahu amagaba con
romper el pacto e ir a nuevas elecciones desde una supuesta posición de
ventaja. Es más, con el supuesto apoyo del presidente estadounidense, Donald
Trump, pretendía anexar parte de Cisjordania, de forma de consolidar el
largo proceso de colonización y liquidar las aspiraciones palestinas de
tener un futuro Estado independiente. Sin embargo, la grave situación
económica y el deterioro sanitario, sumados a la debilidad de Trump, le
obligaron a archivar, por ahora, los planes de anexión y a dudar de sus
posibilidades en unos eventuales comicios.



La insensibilidad y debilidad del gobierno quedaron muy patentes en dos
conflictos laborales. Las enfermeras, desbordadas por el incremento de
pacientes y exigencias en sus tareas, realizaron una huelga que duró dos
días, y así obtuvieron que se atendieran los reclamos que durante tres meses
habían sido oídos: más enfermeras en cada unidad hospitalaria y el pago de
salario por días de cuarentena. Por otra parte, los asistentes sociales
tuvieron que parar todos sus servicios estatales y municipales y realizar
numerosas marchas callejeras, durante casi dos semanas, para finalmente
lograr un aguinaldo compensatorio (durante todo abril habían estado en
“vacaciones sin goce de sueldo”) y la promesa de incrementar en el próximo
presupuesto el número de puestos en varios servicios totalmente desbordados.




Ambos conflictos fueron conducidos por sindicatos (liderados por mujeres)
sin apoyo o intervención de la Histadrut, la principal central sindical, que
al comienzo de la pandemia pactó con el gobierno la “paz social” a cambio de
la estabilidad laboral y salarial de los trabajadores del Estado y sus
principales empresas. Así, la Histadrut admitió el despido en masa y los
pases a “vacaciones sin goce de sueldo” de cientos de miles de trabajadores.




Los comentaristas políticos coinciden en que Netanyahu no tiene intención de
cumplir con su pacto con Gantz y que no se retirará del cargo de primer
ministro a fines de 2021. El enfrentamiento en torno al presupuesto es un
claro indicador. La discusión no gira en torno a prioridades económicas.
Actualmente Israel no se rige por un presupuesto debidamente aprobado.
Durante 2019 Israel acudió a dos elecciones parlamentarias y el gobierno
provisorio no logró aprobar un presupuesto para 2020. Legalmente, si el
parlamento no aprueba un nuevo presupuesto para lo que queda de 2020, en
agosto la Knesset actual quedará disuelta y habrá nuevas elecciones
parlamentarias en noviembre. Netanyahu propone aprobar un presupuesto para
lo que resta de 2020. Pero Gantz exige un presupuesto bianual que cubriría
también 2021, así como fue pactado. Netanyahu quiere dejar una instancia de
aprobación presupuestal para 2021 y así tener un pretexto para disolver la
Knesset y convocar a elecciones meses antes de la prevista trasmisión de
mando, aunque Gantz está decidido a no permitirlo. De este enfrentamiento
surgen los rumores sobre la posibilidad de nuevas elecciones adelantadas. A
la vez, la reciente decisión de la jueza encargada del juicio a Netanyahu,
que rechazó las dilatorias infinitas planteadas por sus abogados y
estableció que las audiencias probatorias se celebren en enero de 2021 a un
ritmo de tres por semana, aceleraron el enfrentamiento político.



La prolongada crisis política de Israel fue provocada por el afán de
supervivencia de un Netanyahu que intenta salvarse del avance de la
Justicia. Sus intentos por obtener una mayoría parlamentaria que le asegure
inmunidad legal fracasaron. Lo mismo sucedió con los intentos opositores por
desplazarlo. Nadie tiene mayoría y parecería que nadie la tendrá
próximamente.



Balagán es el término usado en hebreo para decir “relajo” o caos. La vida
pública israelí es muy intensa. Aún puede suceder cualquier cosa que cambie
la agenda pública en las próximas semanas, pero, en todo caso, el caos
actual será sustituido por otro balagán, mientras la crisis económica y
sanitaria no parece tener solución a la vista.



* Gerardo Leibner, uruguayo, docente e investigador en el Departamento de
Historia y el Instituto Sverdlin de Historia y Cultura de América Latina en
la Universidad de Tel Aviv. Comprometido políticamente en la lucha por la
paz y la justicia en Israel-Palestina, tiene publicados numerosos artículos
en esa temática. (Redacción Correspondencia de Prensa)

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