Haití/ Asfixia bajo el peso de la oligarquía y de los Estados Unidos [Frédéric Thomas]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Jun 22 02:07:31 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

22 de junio 2020

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Haití



Se asfixia bajo el peso de su oligarquía y de los Estados Unidos



Frédéric Thomas*

Basta!, 19-6-202

https://www.bastamag.net/

Traducción Correspondencia de Prensa



Haití, el país más vulnerable de América, está siendo golpeado por el
covid-19 y al mismo tiempo, la población está afectada por los ciclones, la
pobreza generalizada, un gobierno gangrenado por la corrupción y totalmente
desacreditado. Las últimas palabras de Georges Floyd se han convertido en un
grito de alarma en las redes sociales haitianas: "Ayiti paka respire", Haití
no puede respirar.



En los últimos días, las fechas y datos simbólicos han marcado a Haití. El 1
de junio, que señala el comienzo de la temporada de tifones y huracanes, una
temporada que, a diferencia del año pasado, se anuncia como especialmente
dura y difícil; el dólar estadounidense a cien gourdes (la moneda nacional),
la mitad de lo que se necesitaba hace cinco años; los 3.000 casos
confirmados de personas infectadas con covid-19, aunque el número real de
infecciones es sin duda mucho mayor.



Haití fue uno de los últimos países de América Latina en ser afectado por el
coronavirus. Pero aunque el virus llegó tarde, golpeó al país más vulnerable
del continente en el peor momento posible.  Casi el 60% de la población vive
en la pobreza, el 40% de los haitianos está en situación de inseguridad
alimentaria y unos 2,5 millones de personas, es decir, más del 20% de la
población del país, viven en la capital, Puerto Príncipe, en un caos urbano
en el que predominan los asentamientos precarios.



Falta de todo



La situación sanitaria es indicativa del estado del país. Hay una cama de
hospital por cada 1.502 habitantes, un médico por cada 3.353 habitantes y un
total de 124 camas de cuidados intensivos. Y las instituciones de salud - la
gran mayoría de las cuales son privadas - carecen de todo: equipamiento,
equipos de protección, medicamentos, acceso al agua y la electricidad, etc.
En 2004, el presupuesto de salud, que representaba el 16,6% del gasto
público, era superior a la tendencia regional. Pero cayó vertiginosamente
para situarse en el 4,3% en 2017-2018. Esto representa 13 dólares por
persona; 26 veces menos que la media regional.



Al mismo tiempo, la proporción de la financiación externa en el gasto total
en salud ha sido duplicada. El resultado ha sido una transferencia: de una
política pública hacia una privatización a través de las ONG. Y esta
transferencia, lejos de ser un accidente, es la consecuencia de un reparto
de los papeles y lugares que cada parte ocupa en una configuración
neoliberal, entre el Estado haitiano, la "comunidad" internacional y las
ONG.



El neoliberalismo y el autoritarismo han agravado el empobrecimiento



Según el Índice de Desarrollo Humano (IDH), que combina la esperanza de
vida, el nivel educativo y el producto interno bruto (PIB) per cápita, Haití
ocupa el puesto 169 de 189 países en 2019; entre Sudán y Afganistán. Perdió
todavía diez lugares más si el IDH se ajusta a las desigualdades. En
realidad, el actual IDH de Haití es inferior al de 2007 (el más alto que
conoció el país), y esta caída sintetiza el deterioro de las condiciones de
vida del pueblo haitiano.



Desde la década de 1970, de generación en generación, la población ha ido
creciendo y empobreciéndose, los recursos naturales se están agotando, la
economía se está "descapitalizando" como se dice en Haití. La combinación de
los choques neoliberales y las cristalizaciones autoritarias, bajo la
presión o el mando internacional, aceleraron y agravaron este
empobrecimiento. Desde el derrocamiento de la dictadura en 1986, pasando por
el mantenimiento en el gobierno del actual presidente, Jovenel Moïse, o los
trece años (2004-2017) de la misión de los cascos azules (Minustah), no hay
ningún acontecimiento político importante en Haití que no haya sido objeto
de un acuerdo con las instituciones internacionales y las grandes potencias,
en primer lugar los Estados Unidos. Y eso continúa siendo así en las últimas
semanas, con el préstamo de 111 millones de dólares del Fondo Monetario
Internacional (FMI) y con el apoyo de la Organización de los Estados
Americanos (OEA), que actúa cada vez más como simple caja de resonancia de
Washington y con el calendario electoral propuesto por el Presidente
haitiano.



Frente a la corrupción, la liberalización y la privatización: una ola de
movilizaciones sin precedentes



Pero el deterioro de las condiciones de vida se acentuó desde 2011, con la
llegada al poder de Joseph Martelly, luego de su sucesor, Jovenel Moïse, en
febrero de 2017. Con la inflación y la devaluación de la gourde, el precio
de la canasta básica de alimentos aumentó un 20%. La corrupción, que es
endémica, adquirió proporciones espectaculares, la liberalización -con su
famoso eslogan "Haití está abierto a los negocios" ("Haïti is open for
business")- se intensificó aún más, la privatización de la administración
pública fue total y la inseguridad creció de manera exponencial. El panorama
sería aún más oscuro sin la luz de una ola de movilizaciones sin precedentes
y a gran escala que sacudió al país en 2018-2019.



Gangrenado por la corrupción y el autoritarismo, el gobierno de Jovenel
Moïse logró poner al país casi unánimemente en su contra. El movimiento
anticorrupción de la juventud urbana precarizada, los Petrochallengers (1),
estimulado por las luchas feministas, se unió a la masa de hombres y mujeres
trabajadores pobres, y a los restos de una clase media, a menudo
intelectual, asustada por la decadencia del Estado. Sin embargo, por muy
poderosa y original que hay sido esta ola de protestas, se enfrentó a un
doble escollo inquebrantable: la oligarquía haitiana y los Estados Unidos.
Su interdependencia ha excluido hasta ahora cualquier alternativa. (2)



Un confinamiento imposible



Es demasiado pronto para tener una idea de la escala que finalmente tomará
la pandemia en Haití. Pero los temores están justificados: el hacinamiento
en las viviendas, el escaso acceso al agua, el predominio del sector
informal, la violencia contra la mujer, etc. hacen que el confinamiento sea
en gran medida contraproducente, si no imposible. Las instituciones de salud
harán lo mejor que puedan dentro de sus posibilidades, que son...
irrisorias. Tal vez lo más grave sea que la total falta de legitimidad del
gobierno está alimentando la negación de la pandemia entre la población.
Como dijo el escritor Lyonnel Trouillot en una columna reciente: "La
epidemia se nos viene encima en este contexto en el que la gente no confía
en ninguna declaración del poder político. La población no puede ser
castigada con motivo de sordera. Jovenel Moïse y el PHTK (el partido del
presidente y de su predecesor) han hecho todo lo posible para que los
haitianos hayan llegado a este grado cero de confianza". (3).



Dadas las declaraciones contradictorias, la falta de más transparencia, las
promesas rotas, es difícil desentrañar los efectos del anuncio de medidas
concretas contra el covid-19. A esto se añade la desconfianza: las mismas
instituciones, señaladas en los informes del Tribunal de Cuentas sobre la
corrupción, están a cargo de la gestión de los fondos de emergencia. Sin
ningún control. La aplicación de medidas autoritarias con el pretexto de la
lucha contra el coronavirus, y la batalla sobre el plazo - 2021 o 2022 -
para las próximas elecciones, tienden a mostrar que el gobierno está
actuando frente a la pandemia como siempre lo ha hecho: de acuerdo con sus
intereses.



"Ayiti paka respire" (Haití no puede respirar)



Pero cualquiera que sea el resultado de la pandemia, su impacto será
particularmente grande para Haití. El país pagará no sólo por las
consecuencias de décadas de políticas neoliberales, sino también por su
dependencia de los Estados Unidos, que ha sido duramente golpeado por el
covid-19. Dependencia directa: un tercio de las importaciones y el 83% de
las exportaciones haitianas proceden de ese país o están destinadas a él.
Dependencia indirecta también: la principal fuente de ingresos de Haití son
las remesas de los haitianos en el extranjero, la mayoría de los cuales se
encuentran en los Estados Unidos; representan el 30% del PIB. Y el impacto
de la disminución de estas transferencias será tanto más negativo cuanto que
se utilizan principalmente para satisfacer las necesidades más básicas.



Las últimas palabras de Georges Floyd, asesinado por la policía en
Minneapolis, "I can’t breath" ("No puedo respirar"), retomadas por el
movimiento Black Lives Matter, se han convertido en un grito de alarma en
las redes sociales haitianas: "Ayiti paka respire". El país se está
asfixiando bajo el peso de su oligarquía y de los Estados Unidos. Y la
impunidad que ambos encubren: no hay ningún proceso, y mucho menos
sanciones, por la corrupción y las masacres que han ido en aumento durante
los últimos dos años.



"La solución sólo puede venir de la lucha"



Sensibilizar e informar a la población sobre los riesgos del covid-19,
distribuir máscaras y jabón, luchar contra esa otra pandemia de la
corrupción y la de la violencia de género -incluida la investigación de los
cargos de violación que pesan sobre el presidente de la Asociación de Fútbol
de Haití-, las organizaciones feministas, sociales y los Petrochallengers
están en todos los frentes. Saben por experiencia propia que la solución
sólo puede venir de su autoorganización, de alianzas con la mayoría de la
población, de la construcción de un espacio público. Y la lucha. De nuevo
volver al "cambio".



Los hombres y mujeres haitianos están cansados. No sólo de tener que hacerle
frente a la crisis económica, a la inseguridad y a la corrupción, al
covid-19. Sino también a la alianza del statu quo interno e internacional, y
esa política de la fatalidad con su ristra de desastres. Más que de la
pandemia, se trata de sacarse de encima el punto de vista colonial, de las
desigualdades y la dependencia, que hacen que cada variante climática, cada
enfermedad, cada fluctuación de los precios del mercado sea un desastre en
Haití. Y para recuperar el aliento.



* Frédéric Thomas es doctor en ciencias políticas, responsable de cursos en
el CETRI – Centre tricontinental (www.cetri.be) <http://www.cetri.be/>



Notas



1) Petrochallengers, Movimiento nacido en la comunidad haitiana refugiada en
Canadá que designa a los manifestantes contra el gobierno de Jovenel Moïse.
El término hace referencia directa al escándalo de corrupción de
PetroCaribe, un fondo especial constituido por el Estado de Haití gracias a
un acuerdo concluido en 2008 con la Venezuela de Hugo Chávez. Véase
https://ici.radio-canada.ca/nouvelle/1460879/jeunesse-revolution-haiti-petro
challengers
<https://ici.radio-canada.ca/nouvelle/1460879/jeunesse-revolution-haiti-petr
ochallengers>  (Redacción Correspondencia de Prensa)

2) Véase: Frédéric Thomas, « Haïti : « C’en est assez ! Il faut une rupture
avec cette classe dominante qui est dans le mépris total », Bastamag,
11-12-2019. Véase también « Les deux racines de la colère haïtienne », Le
Monde diplomatique, febrero de 2020.

3) Antoine Lyonnel Trouillot, « Si lo dice el presidente, es mentira »,
21-5-2020, Le Nouvelliste.

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