Brasil/ Las luchas sociales en el país de la pandemia: ¿señales de reorganización? [Marcelo Badaró Mattos]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Jun 22 02:22:06 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

22 de junio 2020

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redacción y suscripciones

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Brasil



Las luchas sociales en el país de la pandemia: ¿señales de reorganización?



Marcelo Badaró Mattos *

Esquerda Online, 19-6-2020

https://esquerdaonline.com.br/

Traducción de Correspondencia de Prensa



En los análisis que desarrollamos en el seno de los partidos socialistas y
de los sectores más combativos del movimiento sindical, utilizamos
generalmente la expresión "reorganización de clase" para referirnos a los
procesos en los que sectores significativos de la clase trabajadora
organizada construyen nuevas organizaciones políticas y sindicales,
reelaboran sus programas de intervención transformadora e impulsan
movimientos de masas a partir de estas organizaciones y programas. El
ejemplo más cercano es el de los últimos años de la dictadura militar,
cuando el resurgimiento de los movimientos huelguísticos y las luchas de
otros movimientos sociales se expresó en la creación del PT (1979/80), la
CUT (1983) y el MST (1984), además de dar lugar a movilizaciones de masas a
nivel político (como la campaña "Directas Ya", la campaña de Participación
Popular en la Constituyente y también la campaña electoral de Lula a la
presidencia, en 1989) y sindical (como la ola de huelgas de los años
ochenta, que incluyó cuatro huelgas generales). Aunque de manera difusa, el
programa político elaborado por el PT en esos años (conocido como Programa
Democrático Popular), se forjó dentro de esas luchas y, al mismo tiempo,
guio su dirección política.



Después del flujo y reflujo de las luchas, bajo el impacto de la ofensiva
burguesa neoliberal en los años 90, y con la llegada al gobierno federal del
PT en el 2003, a la que siguió una década de relativa "paz social" -como
reflejo de la estrategia de conciliación de clases y el apoyo de muchas de
esas organizaciones y movimientos al gobierno-, empezamos a darnos cuenta de
que era necesario un nuevo proceso de reorganización para superar la
estrategia de conciliación y romper la barrera de la vinculación de los
movimientos al gobierno. Sin embargo, la reorganización en medio del flujo y
reflujo siempre ha sido más difícil.



Este texto pretende plantear algunas cuestiones en torno a la posibilidad de
que, con la expectativa de actuar hacia una nueva reorganización, estemos
dirigiendo la mirada hacia el lugar equivocado, habiendo prestado poca
atención cuando surgieron los signos de un proceso en curso, a partir de
junio de 2013. También queremos advertir que no dejamos de percibir el
poder, en el sentido de la reorganización de la clase, que ya palpita en
medio de la crisis sanitaria, ambiental, económica, social y política que
estamos atravesando hoy.



La reorganización de la clase trabajadora será obra de la propia clase
obrera



Muchos de los debates actuales sobre la reorganización de la izquierda
tienen su origen en las dislocaciones o posibles movimientos de grupos
políticos organizados o activistas representativos - fuera del PT, entre las
corrientes políticas socialistas, entre las centrales sindicales. El
resultado de este tipo de mirada es una percepción muy limitada de los
procesos, ya que restringe nuestra evaluación al plan superestructural de
representación política y vincula nuestras expectativas a una generación de
corrientes y líderes políticos, la mayoría de los cuales ya han sido
absorbidos por el proceso de burocratización de las últimas décadas,
perdiendo de hecho la legitimidad y la capacidad de mover las bases sociales
de las que surgieron hace 30 o 40 años. Por otra parte, nos alejan del
camino de análisis más complejo y totalizador, que parte de la relación
entre la reorganización política (o sindical) y la reorganización de clase,
a nivel de sus condiciones objetivas y subjetivas de trabajo y de vida, de
producción y reproducción de la vida social en las relaciones sociales
capitalistas.



Como se ha argumentado al principio de este texto, si nuestra referencia
para el proceso de reorganización es la década de 1980, es necesario
recordar que la aparición del PT, la CUT, el MST, etc., fue un primer
resultado, a la vez que impulsó aún más, los movimientos sociales de la
clase trabajadora, que fueron su punto de origen. Es decir, aunque las
corrientes políticas de la izquierda -debilitadas por más de una década de
intensa represión dictatorial- estuvieron inmersas desde el primer momento
en el proceso de las luchas sociales que surgieron en ese período, no fue
una reorganización entre esas corrientes lo que hizo posible el surgimiento
de las luchas, sino que fue la intensidad de las luchas sociales lo que
permitió una reorganización de la clase obrera a nivel político, sindical y
de los movimientos sociales en general. Si estamos de acuerdo con este
análisis del pasado reciente del Brasil, el papel de los dirigentes no
disminuye, pero es tanto más eficaz cuanto que, por pequeñas que fueran sus
fuerzas al principio del proceso, supieron insertarse en las luchas latentes
y contribuyeron a potenciarlas, aumentando el impacto político-social de la
ola de movilizaciones que siguió. Muchos movimientos convergieron en la ola
de movilizaciones de la década de 1980. Si sólo se pudiera elegir uno, el
polo más dinámico y de referencia para los demás era el sindicalismo y las
huelgas eran su indicador más preciso. Siguiendo los datos del Dieese
(Departamento Inter-sindical de Estadística y Estudios Socio-Económicos),
cuyas encuestas desde 1983 constituyen la única serie histórica fiable de
huelgas en el país, la década de 1980 presentó una curva ascendente en el
número de huelgas, cuyo pico fue en 1989, con casi 2.000 huelgas
registradas, seguida de una disminución en el número de huelgas en las dos
décadas siguientes, con su punto más bajo (en la región de 200 huelgas por
año) en el primer mandato de Lula. Hubo un aumento progresivo de estos
niveles en los primeros años de la década de 2010 y, de repente, un salto,
con más de 2.000 huelgas anuales en el período de 2013 a 2016 (con un
descenso a partir de 2017). (1) Aunque el número de huelgas, como indicador,
debe ir acompañado de otros datos (duración, alcance, programa, resultados,
etc.), el salto de 2013 merece una evaluación más precisa.



No sería apropiado aquí hacer una evaluación a fondo del complejo y
contradictorio movimiento de masas de junio de 2013 en el Brasil. Volveré
sólo a algunos elementos de la evaluación que he desarrollado en otros
textos. (2) Disputados en su momento y con su memoria igualmente disputada
en los años siguientes por la izquierda y la derecha, en sus diferentes
fracciones; execradas en parte, en parte exageradas por los medios de
comunicación; los Días de Junio tenían un programa predominantemente
progresista: Resistencia al reajuste de las tarifas de transporte público,
defensa de un mayor gasto público en sanidad y educación (en detrimento del
despilfarro de recursos públicos para "megaeventos"), reacción a la
violencia policial, denuncia de la manipulación de los monopolios
empresariales de la comunicación, crecimiento de las luchas por la vivienda,
para remitirnos a las principales demandas. Sí, también hubo quienes
aprovecharon las movilizaciones para introducir directrices como la
autonomía del Ministerio Público y, por supuesto, una difusa "lucha contra
la corrupción" (cuyo significado variaba desde la justa denuncia de las
obras sobrefacturadas de las nuevas "arenas" de fútbol para la Copa del
Mundo hasta una narración que asociaba la corrupción exclusivamente al PT,
como el primer y único responsable de la apropiación del Estado por
intereses turbios). Pero el sentido social predominante, insisto, e incluso
el perfil de los manifestantes según las investigaciones realizadas en las
calles, era el de la clase trabajadora. Entre los manifestantes predominaban
los sectores más jóvenes, relativamente educados y con bajos salarios. (3)



El impacto del mes de junio en los movimientos sindicales se siente no sólo
por el fuerte salto en la curva de huelgas (de 879 en 2012, a 2.057 en
2013), siempre según el Dieese, sino también por su forma: huelgas
combinadas con manifestaciones masivas en las calles; como en la huelga de
los trabajadores de la educación de Río de Janeiro, entre agosto y octubre
de ese año, o en la huelga de los recolectores de basura, en la misma
ciudad, durante el carnaval del año siguiente. Muchos de ellos en ausencia,
o incluso contra los líderes sindicales. Huelgas, en su mayoría con fines
defensivos, contra la retirada de derechos en las categorías más
formalizadas, e incluso para las más básicas (pago de salarios atrasados e
indemnización por despido) entre las más precarias. En cuanto al número de
huelgas, la administración pública fue más activa, principalmente en la
educación y la salud (las áreas de reproducción social, de la mano de obra
mayoritariamente femenina) - apoyada en gran medida por las banderas de
junio, que defendían la salud y la educación. Y en el sector privado, la
disminución del número de huelgas de las categorías tradicionales (como las
de los trabajadores metalúrgicos, en referencia a las luchas del decenio de
1980) fue acompañada por el aumento de las paralización entre los
trabajadores tercerizados.



Pero no fueron sólo las huelgas las que, a partir de 2013, reflejaron un
aumento de las luchas de la clase obrera. Los movimientos femeninos son otro
ejemplo, sobre todo la "Primavera Feminista" de 2016, frente al gobierno
Temer, y llegando a “¡Él No!", que contribuyó decisivamente a que Bolsonaro
no saliera victorioso ya en la primera vuelta de las elecciones de 2018.
Formatos de movilización, pasando por las redes sociales; las
características de frente entre los diferentes movimientos y organizaciones
políticas y el método de las luchas centradas en las manifestaciones
callejeras, fueron marcas de estas movilizaciones. Como otros en el período.
Recordemos las ocupaciones de las escuelas, en oleadas, desde 2015,
construyendo una nueva generación de estudiantes activistas, muchos de ellos
hoy en las Universidades u otros movimientos sociales.



El movimiento de las mujeres ha continuado y sigue siendo la punta de lanza
de muchas luchas hasta el día de hoy. Los estudiantes promovieron, en
articulación con las trabajadoras y los trabajadores de la educación, el
primer gran movimiento de resistencia al gobierno de Bolsonaro, con el
"Tsunami de la Educación", cuyo vértice fue el 15M de 2019. Sin embargo,
como impulso general, se contuvo la ola de movilizaciones desencadenada en
junio, con un sentido progresivo de representación de la clase trabajadora.
En el plano sindical, su canto de los cisnes era la huelga general de abril
de 2017. En gran parte como resultado de la contención de su despliegue por
las mayores centrales sindicales, no fue posible repetirlo en el período
siguiente. Desde el punto de vista de su impacto en las organizaciones
políticas y los movimientos sociales, esa ola tuvo algún impacto, como el
crecimiento de la legitimidad política del MTST (Movimiento de los
Trabajadores Sin Techo) con otros movimientos y sectores de la izquierda y
algunos desplazamientos aquí y allá en las corrientes políticas socialistas.
Pero nada comparable a la reorganización de la década de 1980, o a las
expectativas que hemos estado levantando desde el cambio de siglo.



Podemos atribuir este límite en parte al formato más fragmentario y
heterogéneo de estas luchas, pero no podemos olvidar la limitación de hecho
de las organizaciones de la izquierda socialista que, a diferencia de los
movimientos de finales de los años 70 y principios de los 80, no estuvieron
inicialmente en el seno de las luchas que surgieron y a menudo cuestionaron
su legitimidad, apostando por un movimiento dirigido por sectores
organizados de la clase - los sindicatos, principalmente - como en el
pasado. Es un hecho que varias organizaciones y militantes políticos
hicieron trabajo político entre los movimientos que surgieron del impulso de
junio, así como otros despertaron a la lucha en esos días y comenzaron a
organizarse en colectivos políticos a partir de entonces. Pero la
unificación de todas esas luchas en torno a un programa político común y
bajo la dirección de nuevas organizaciones, resultantes de los propios
movimientos, no se produjo.



Seguramente, sin embargo, la principal razón por la que esto no ocurrió es
por el lado más allá de la lucha de clases. Porque la clase dominante
entendió el mensaje de junio a su manera y reorganizó sus fuerzas para
mantener el control del proceso político y redirigirlo poco después. En este
sentido, podemos hablar de una reorganización en el campo burgués. La
evaluación, a partir de los Días de Junio, de que el PT en el gobierno ya no
podía ofrecer lo que había garantizado en años anteriores - la paz social -
sonó como el primer pitazo de esta reorganización burguesa. Los signos de la
crisis económica, a partir del año siguiente, llevaron más lejos este
proceso, que implicó el fomento burgués, político y financiero de algunas
organizaciones antiguas y otras de reciente creación de la llamada "Nueva
Derecha". (4)



Como no hay lugar aquí para un análisis más profundo de este proceso, sólo
hay que señalar que en esta reorganización de la derecha, se gestó el golpe
de 2016 y la profundización de los ataques a los derechos de la clase
trabajadora representados por las políticas de austeridad, ensayadas por
Dilma, pero llevadas a un nivel mucho más duro y profundo por Temer. De los
movimientos de derecha que salieron a las calles para apoyar el golpe y de
sus bases sociales centradas fundamentalmente en la pequeña y mediana
burguesía y en los trabajadores asalariados medios, surgió el fermento que
alimentó el crecimiento del neofascismo brasileño y permitió que un oscuro
ex-capitán, parlamentario durante tres décadas, se presentara como la
novedad política que encarnaba el espíritu contrarrevolucionario de esos
movimientos.



La tragedia de la pandemia abre fosos, pero también puede abrir caminos



Para quienes tenían algunas dudas sobre el potencial social destructivo del
gobierno de Bolsonaro, su boicot planificado, con la movilización de las
bases más radicalizadas, de las políticas de aislamiento social que podrían
contener la propagación de la pandemia covid19 en el país, que conduciría a
un desenlace genocida, debería ser ya suficiente para disipar cualquier
vacilación en el análisis. El contenido y la forma de la reunión ministerial
del 22 de abril, hecha pública por las investigaciones del STF (Supremo
Tribunal Federal) , dan aún más razón a las evaluaciones que identificaron
al gobierno como neofascista. Preocupados por proteger a las grandes
empresas, pasar el tractor de la desregulación ambiental, detonar a los
funcionarios públicos, exaltar lo que llaman "seguridad pública" y atacar a
las demás poderes, en medio del horror de las muertes por millares a causa
de la epidemia, en una situación social agravada por el aumento del
desempleo y la pobreza extrema, los ministros civiles y militares
demostraron que, dependiendo de ellos, la vida de cientos de miles, sino
millones, de brasileños seguirá quedando abandonada a su suerte, en el
centro de la línea de fuego.



Es en medio de este cuadro que se presenta un intenso movimiento de
organizaciones y movimientos para resistir, principalmente en defensa de la
supervivencia de las capas más empobrecidas y precarias de la clase
trabajadora. El significado de estas iniciativas se puede captar a partir de
eslóganes como "todo lo que tenemos es 'nosotros'", o "Nosotros para
nosotros". El primer tipo de iniciativa es el de la solidaridad social, en
el que la participación solidaria se traslada a garantizar canastas básicas
de alimentos, materiales de higiene y mascarillas, hasta la constitución de
espacios auto-gestionados y equipos de educación sanitaria, aislamiento
social y tratamiento de los enfermos. Los activistas de las organizaciones
territoriales tradicionales de los moradores de favelas y barrios
periféricos, pero también de las nuevas formas organizativas y movimientos,
de la cultura hip-hop y periférica, de la comunicación popular, de la
educación popular, de las mujeres, de negras y negros, entre otros, han
estado al frente, desde el primer momento, de los esfuerzos para reunir
recursos y bienes con el fin de satisfacer las necesidades de emergencia de
millones de familias en situaciones de extrema vulnerabilidad social.
Después de todo, aun habiendo contemplado aproximadamente 60 millones de
requirientes, la suma de sólo 600,00 reales (algo más de 100 dólares: ndt) y
las limitaciones burocráticas para su recepción, hacen que la ayuda de
emergencia pagada por el gobierno federal, y la ayuda eventualmente pagada
por los gobiernos estatales y municipales, aunque fundamental, sea
insuficiente para proveer la subsistencia en un momento de tan críticas
proporciones.



Para tener una idea de las dimensiones de estas iniciativas, podemos tomar
algunos ejemplos. El G10 de las favelas, que agrupa a las representaciones
de las favelas del Sudeste y el Nordeste del país, se presenta como "un
bloque de Líderes de Favela y Empresarios de Impacto Social que está uniendo
fuerzas para el desarrollo económico y el protagonismo de las comunidades".
Sus iniciativas se han dado a conocer mejor a partir de la experiencia de
Paraisópolis (San Pablo), donde además de la distribución de alimentos y
material de limpieza, se ocuparon espacios escolares para el aislamiento y
el tratamiento de los enfermos, se contrataron equipos de salud y servicios
de ambulancia. Las iniciativas de solidaridad social alojadas en su sitio
web ("esolidar") ya han recaudado más de R$ 760 mil. Los movimientos
sociales del campo y la ciudad, de implantación  nacional, entre ellos el
más antiguo como el Movimiento de los Sin Tierra (que ha donado cientos de
toneladas de alimentos de sus asentamientos), el MTST, a veces secundados
por los sindicatos- se han unido a los líderes y movimientos comunitarios
para impulsar iniciativas de solidaridad social de significado similar. Los
dos frentes impulsados por estos y otros movimientos, el Frente Brasil
Popular y el Frente Pueblo Sin Miedo,  se unieron a la plataforma "Vamos a
Precisar Todo Mundo ", para articular los esfuerzos de solidaridad nacional.
En la ciudad de Río de Janeiro, una iniciativa promovida por el PSOL
(Partido Socialismo y Libertad) en Río y ampliada a otras entidades y
movimientos, abriga la página "Donde tiene Solidaridad" y enlaces para más
de cien iniciativas de recaudación de donaciones, así como grupos solidarios
de abogados y profesionales de la salud. Y cabe mencionar la acción de la
Central Única de las Favelas (CUFA), que, con el apoyo de la asociación para
la difusión con el grupo Globo y las contribuciones de grandes empresas,
además de las donaciones individuales, ya ha recaudado más de 11 millones de
reales para el proyecto "Madres de la Favela" (que ya ha distribuido casi
100.000 vales de compra de 120,00 reales).



También hay muchas iniciativas auto-organizadas, a veces con el apoyo de
universidades e institutos públicos de investigación, con el objetivo de
crear "mapeos"/"observatorios" del avance de la pandemia en barrios
periféricos y favelas, que denuncian el sub-registro de datos oficiales y
exigen a los gobiernos la divulgación de estadísticas que les permitan
especificar el lugar de la vivienda y el perfil racial de los afectados. (5)



En varias ciudades, son estas iniciativas y organizaciones involucradas en
el esfuerzo por preservar vidas a través de acciones solidarias en medio de
la pandemia, las que también están liderando acciones en la calle con el
lema "Las vidas negras importan", como la que tuvo lugar frente a la sede
del gobierno del estado de Río de Janeiro el 31 de mayo. Más que un impacto
directo de la ola de movilizaciones multitudinarias desatada en los Estados
Unidos tras el asesinato del ciudadano negro George Floyd por un policía
blanco en la ciudad de Minneapolis, impacto que ciertamente existe, las
manifestaciones que tienen lugar aquí tienen una motivación propia muy
fuerte y una larga historia de luchas contra la violencia policial a sus
espaldas. Después de todo, sólo en la ciudad de Río de Janeiro, la policía
mata más cada año que en todo el territorio nacional de EE.UU.. Y las
incursiones policiales en las favelas no sólo continuaron, sino que se
intensificaron durante la pandemia, lo que provocó la muerte de muchas
personas, incluidos niños dentro de sus casas, como el niño João Pedro en
São Gonçalo-Río de Janeiro, o episodios en los que las campañas de donación
de canastas en las comunidades fueron interrumpidas por disparos de la
policía.



La Coalición Negra por los Derechos desempeña un papel central en la
denuncia del genocidio de los jóvenes negros y de la periferia, así como del
encarcelamiento masivo por motivos raciales. Formada en 2019, con la lucha
contra el proyecto de ley "anticrimen" del entonces Ministro de Justicia
Sérgio Moro como primera directriz, la Coalición ha desempeñado un papel
importante durante la pandemia, denunciando la cara mortal del racismo
estructural brasileño, expresado en el porcentaje relativamente más alto de
muertes por covid19 entre la población negra. Al reunir a más de 130
entidades del movimiento negro en todo el país, expresa una reanudación de
la acción organizada de la sociedad civil, después de un período, durante
los gobiernos del PT, en el que las demandas del movimiento negro se
canalizaron principalmente a través de la institucionalidad en la sociedad
política.



No podemos olvidar el movimiento de mujeres que, como se ha mencionado, en
los últimos años ha venido ocupando, a nivel internacional, el papel de
vanguardia de las luchas sociales, no sólo a través de las agendas
feministas fundamentales que representa, sino también transversalmente a los
movimientos de carácter sindical, estudiantil, ambientalista, entre otros.
El 1 de mayo, cuando los movimientos feministas de varios países lanzaron el
documento "¡Arriba los que luchan! Un manifiesto transfronterizo para salir
juntos de la pandemia y cambiar el sistema", en Brasilia, un grupo de
enfermeras organizado por su sindicato lideró el primer acto callejero de
impacto nacional, cargado de simbología, denunciando la política genocida
del gobierno federal y enfrentando a los miembros de las milicias fascistas
de los partidarios de Bolsonaro. Por lo tanto, las mujeres están en la
primera línea de la lucha contra la pandemia y la lucha social, entre otras
cosas porque una de las características de la crisis sanitaria es destacar
la importancia del trabajo de cuidado, realizado de forma mal remunerada en
el mercado laboral, principalmente por mujeres y, de forma no remunerada, en
los hogares, por las mismas mujeres. (6)



La iniciativa de salir a la calle para defender la democracia y denunciar
los intentos de golpe de Estado de Bolsonaro, así como el sentido fascista
de su llamado a movilizar su base social más radicalizada, a sostener las
amenazas de exterminio de los opositores políticos y las políticas concretas
de genocidio social, recayó inicialmente en colectivos antifascistas de las
hinchadas organizadas de los equipos de fútbol, particularmente en San
Pablo, pero no sólo. Su composición predominantemente negra y periférica y
el simbolismo de la bandera roja-negra antifa fueron suficientes para el
despertar contra la violencia policial represiva, como se vio el domingo 31
de mayo en la Avenida Paulista. Sin embargo, con su voluntad de lucha,
motivaron a otros sectores a tomar las calles una semana después, en una
articulación de los partidarios antifas y el Frente Pueblo Sin Miedo, en
Larga da Batata en San Pablo , con actos similares en otros estados. Fue en
ese acto de San Pablo donde la articulación de los repartidores (deliverys)
antifascistas - un sector que encarna mejor que ningún otro la combinación
entre la precariedad en el trabajo y la noción de "servicio esencial"
durante la pandemia - también adquirió mayor notoriedad, haciendo más
visible la organización y las movilizaciones de huelga de esta capa precaria
de la clase trabajadora. De esta y otras articulaciones de los repartidores
surgió una propuesta de una huelga nacional de repartidores por aplicación,
programada para el 1 de julio.



La dirección no vendrá de fuera



La efervescencia de las movilizaciones sociales impuestas por las trágicas
condiciones de la crisis sanitaria, económica y política que estamos
atravesando, ciertamente no sería posible si no hubiera ya una historia
relativamente larga de procesos de reorganización "desde abajo", de
diferentes fracciones de la clase trabajadora. Procesos derivados de la dura
experiencia de la clase en el enfrentamiento de las inseparables formas de
explotación, opresión y alienación impuestas por la dinámica social
capitalista. Ciertamente, algo de este impulso todavía se hace eco del
"espíritu de junio", con muchos de sus protagonistas, predominantemente
jóvenes, habiéndose formado políticamente a partir de la coyuntura abierta
por las Jornadas (de junio 2013).



Sin embargo, indicar el potencial de estas iniciativas no puede confundirse
con afirmar que estamos viviendo una nueva etapa en la reorganización de la
clase trabajadora y que están abiertas las condiciones para una inversión
del cuadro extremadamente desfavorable para la clase en la correlación de
fuerzas experimentada aquí (y en el mundo) en los últimos años. Los tiempos
trágicos generan luto, que puede convertirse en lucha, pero también en
desesperanza. El impulso renovador y movilizador del propio mes de junio fue
contenido y fue seguido precisamente por el vector reaccionario que domina
el panorama actual.



La impulsión autocrática de la burguesía, que dio espacio al ascenso del
bolsonarismo, tiende a mantener elevada la apuesta por la violencia
coercitiva del aparato del Estado, para contener preventivamente, en su
origen, las luchas sociales que apenas han sacado la cabeza fuera del agua,
porque "no pueden respirar". Pero la dominación de clase siempre juega con
dos manos, y la carta de la construcción ideológica, que fundamenta el
consenso en torno al programa del capital, se lanza con fuerza sobre la
mesa. La descarada propaganda empresarial de imágenes como "Solidaridad
S.A.", transmitida en el Jornal Nacional (TV Globo: ndt) , roba el sentido
clasista de la solidaridad al presentar pequeñas donaciones de grandes
conglomerados empresariales como signo de preocupación por la vida. Los
mismos conglomerados que retienen los impuestos, que estafan a la previsión
social, despiden en masa durante la pandemia y presionan al Estado para que
se eliminen aún más derechos a los trabajadores. Los propios movimientos del
"andar inferior", presionados por las condiciones extremas de la
vulnerabilidad social, se ven acosados por la "responsabilidad social" de
sectores de la gran burguesía, que asocian su financiación, incluso de las
formas más sutiles, con una limitación del horizonte reivindicativo al
terreno movedizo del “emprendedor” social.



La importancia de la presencia activa de las organizaciones políticas de la
izquierda socialista que trabajan por la unificación de las luchas, con un
horizonte clasista de transformación social, es cada vez mayor. Sin embargo,
hay razones justificadas por las que varios de estos movimientos de la clase
trabajadora, que enunciamos rápidamente aquí, desconfían de las
organizaciones políticas de la izquierda. Actuando en muchas ocasiones
mediante una estrategia casi caricaturesca que consiste en "traer de fuera"
la línea política correcta y la dirección "consciente" de las luchas, se
considera que esas organizaciones están impulsadas, en la mayoría de los
casos, exclusivamente por intereses electorales y disputas aparateras. Nos
corresponde a nosotros, de esa izquierda socialista, probarnos en la acción,
hombro con hombro con estos movimientos: insertarnos sin artificialidades y
desde abajo en sus luchas; respetar las especificidades de cada agenda y el
lugar de cada protagonista, y contribuir así a que desde la práctica social
se forje un programa común de intervención política, cimentando la unidad de
clase. Una unidad más que nunca necesaria para derrotar a Bolsonaro,
quitándolo de la presidencia, un objetivo que se transforma cada vez más en
un programa mínimo e imperativo de defensa de la vida contra una tragedia
que no tiene nada de natural, pero que es fruto del proyecto neofascista en
el gobierno y de la lógica destructiva del capital en su periferia
tristemente dependiente.



* Marcelo Badaró Mattos, es profesor titular de historia de Brasil en la
Universidad Federal Fluminense (UFF). Sus investigaciones se concentran en
temáticas de historia social del trabajo y debates teóricos marxistas. Autor
de diversos libros, el más reciente, A classe trabalhadora, de Marx a nosso
tempo, Bointempo, San Pablo, 2019. (Redacción Correspondencia de Prensa) .



Notas



1 - Dieese, "Balanço das strives de 2018", Estudos & Pesquisas, n. 89, apr.
2019,
https://www.dieese.org.br/balancodasgreves/2018/estPesq89balancoGreves2018.p
df .
<https://www.dieese.org.br/balancodasgreves/2018/estPesq89balancoGreves2018.
pdf>

2 - Ver especialmente Marcelo Badaró Mattos, Siete notas introductorias como
contribución al debate de la izquierda socialista en Brasil, Río de Janeiro,
Consequência, 2017. Y Marcelo Badaró Mattos, Gobierno de Bolsonaro:
neofascismo y autocracia burguesa en Brasil, São Paulo, Usina, 2020 (en
prensa).

3 - Ruy Braga, "Cenedic: una sociología hasta junio", Blog da Boitempo, 26
de mayo de 2014,
https://blogdaboitempo.com.br/2014/05/26/cenedic-uma-sociologia-a-altura-de-
junho/

4 - Ver, por ejemplo, Flavio H. C. Casimiro, A nova direita: aparatos de
acción política e ideológica en el Brasil contemporáneo, São Paulo,
Expressão Popular, 2018.

5 - Véase, por ejemplo, la iniciativa "Corona nas Periferias",
https://www.coronanasperiferias.com.br/;
<https://www.coronanasperiferias.com.br/>
https://datalabe.org/coronavirus-na-mare/;
<https://datalabe.org/coronavirus-na-mare/>  y el Diccionario de las Favelas
Marielle Franco
https://wikifavelas.com.br/index.php?title=Not%C3%ADcias_sobre_Coronav%C3%AD
rus_nas_Favelas .
<https://wikifavelas.com.br/index.php?title=Not%C3%ADcias_sobre_Coronav%C3%A
Drus_nas_Favelas>

6 - Sobre la pandemia, desde la perspectiva del feminismo marxista y la
Teoría de la Reproducción Social, ver Tithi Bhattacharya, The theory of
social reproduction and why we need to understand the coronavirus crisis,
https://esquerdaonline.com.br/2020/04/03/tithi-bathacharya-a-teoria-da-repro
ducao-social-e-porque-precisamos-entender-a-crise-do-coronavirus/

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