Crisis global/ El capitalismo al filo de la navaja [Michel Husson]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Jun 25 16:01:04 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

25 de junio 2020

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Crisis global



El capitalismo al filo de la navaja



Michel Husson

A l´encontre, 18-6-2020

http://alencontre.org/

Traducción de Viento Sur

https://www.vientosur.info/



La experiencia de nuestra generación: el capitalismo no morirá de muerte
natural.

Walter Benjamin  1/



El futuro, no tienes que preverlo, sino permitirlo.

Antoine de Saint-Exupéry  2/



Esta contribución, cuyo título está tomado de la OCDE  3/, es en realidad
(por seguir con la metáfora) una máquina de afeitar de múltiples cuchillas.
Intentamos mostrar, en primer lugar, que una recuperación sincronizada está
fuera de alcance, y que la forma que tomará es una cuestión eminentemente
social  4/.



¿Estaba el virus en la fruta?



El coronavirus no ha venido a atacar a un cuerpo sano. Desde la crisis de
2008 el capitalismo funcionaba en un modo inestable que reproducía casi todo
lo que condujo a la crisis anterior, a falta de un modelo alternativo. Las
señales de advertencia de una nueva recesión se estaban acumulando, la
globalización cesaba de progresar, las ganancias de productividad estaban en
su punto más bajo y el endeudamiento de las empresas privadas en su punto
más alto, etc. Todo esto es cierto, y no volveremos sobre ello aquí.



¿Pero es posible decir que “el coronavirus precipita la crisis, no la causa”
como dicen Frédéric Boccara y Alain Tournebise? Según ellos, se debería
“distinguir el factor acelerador o precipitante (el virus) y la causa
(sobreacumulación financiera)  5/”. Se encuentra casi la misma posición en
Michael Roberts: “Estoy seguro de que cuando termine este desastre, la
economía dominante y las autoridades alegarán que fue una crisis exógena que
no tiene nada que ver con los defectos inherentes al modo de producción
capitalista y a la estructura social de la sociedad: ¡es culpa del virus!
(...) El Covid-19, como este colapso financiero, no es realmente un rayo: un
llamado ‘choque’ que golpea a una economía capitalista cuyo crecimiento fue
en sí mismo armonioso  6/”. Por su parte, Eric Toussaint ha dicho: “no, el
coronavirus no es el responsable de la caída de los mercados de valores
7/”.



Estos autores, que se reclaman por otra parte del marxismo, probablemente
habían escrito demasiado rápido (fue en marzo). Pero este reflejo es
indicativo de la dificultad existente para tener en cuenta la especificidad
de esta crisis. Ciertamente, la posibilidad misma de una pandemia reenvía a
los efectos de la agricultura productivista en los ecosistemas  8/ y al
intenso movimiento de personas y mercancías en todo el planeta. El hecho es
que esta crisis no es una crisis clásica. Por lo tanto, no se puede
analizarla como tal, ni imaginar escenarios para el después de la misma
manera que lo podríamos hacer con la precedente crisis.



Su característica principal, sin precedentes, es la imbricación entre una
crisis sanitaria y una crisis económica bajo el signo del confinamiento.
Después de la Gran Depresión, este es el Great Lockdown (Gran Bloqueo), por
retomar el término del FMI  9/, en otras palabras: el gran confinamiento. La
clasificación cara a los economistas tradicionales entre choques de oferta y
choques de demanda pierde todo su significado, si alguna vez tuvo uno. Esta
distinción es válida solo si razonamos sobre el pequeño esquema clásico, que
los estudiantes de economía conocen demasiado bien, en el que una curva de
oferta se cruza con una curva de demanda. Esta representación estática no
corresponde a la realidad del capitalismo, que es un proceso de reproducción
del capital. Es bastante divertido observar cómo un premio Nobel en
economía, Paul Krugman  10/, puede extasiarse ante un estudio  11/ que
descubre las interacciones entre la oferta y la demanda.



Desincronización de la crisis... y de la recuperación



Una de las características esenciales de esta crisis es difractar la
economía, en otras palabras, golpear a sus diferentes segmentos de manera
desigual. Las medidas globales sobre la disminución del PIB son, de hecho,
solo un promedio de desarrollos muy diferenciados. Ciertos sectores se ven
directamente afectados por medidas de cierre puro y simple, especialmente en
el comercio minorista no esencial, otros lo son menos. Los cálculos
realizados por la OFCE  12/ establecen que, a nivel mundial, la pérdida de
valor agregado oscilaría entre el 47% para la rama de
alojamiento-restauración hasta el 7% para la industria alimentaria y el 3%
para la administración pública. Otro estudio  13/ establece que son los
sectores aguas arriba cuya actividad está disminuyendo más, en otras
palabras, los sectores más alejados de la demanda final. Todo ocurre como si
el virus remontaba las filiales pasando desde el río abajo (la demanda) a
las aguas arriba (la oferta).



Por lo tanto, los daños no se han infligido de manera justa. Por ejemplo,
los sectores de servicios más afectados generalmente emplean una gran mano
de obra, a menudo a bajos salarios, con contratos precarios, para los cuales
el trabajo a distancia a menudo es imposible. Según la OCDE, más de un
tercio de las empresas se enfrentarían con problemas de tesorería después de
tres meses de confinamiento  14/. De ahí las medidas de apoyo (demora en el
pago de impuestos, atraso de las deudas, toma a cargo de una parte de la
masa salarial). Pero otra pequeña música comienza a amanecer: ¿no sería la
crisis una buena oportunidad para eliminar a las compañías zombies que no
merecen sobrevivir? Tres economistas  15/ incluso han sugerido que
correspondería a los bancos decidir su destino, lo que, según ellos,
permitiría “una selección eficiente, preservando a las empresas socialmente
viables, sin subvencionar a las empresas zombies”.



La misma heterogeneidad aparece entre países. El estudio ya citado de la
OFCE muestra que la caída del PIB varía desde el 36% para España al 12% para
Japón. Pero aquí es necesario tener en cuenta la transmisión a través de las
cadenas de valor. Un estudio estima en alrededor de un tercio la caída del
PIB resultante de los choques transmitidos por las cadenas de suministro
mundiales. Como esta caída ha sido de media de un 31.5%, “un país que no
habría impuesto ningún confinamiento, habría registrado una contracción
media del 11% de su PIB debido a los confinamientos en los otros países
16/”. Por eso no se puede razonar país por país: la siguiente infografía es
particularmente esclarecedora en este punto. Da el origen y el valor de los
componentes extranjeros incorporados a la producción de vehículos
ensamblados en Francia. Existe una fuerte interdependencia regional (más del
75% de los componentes se producen en Europa) que hace que la producción sea
imposible en un contexto de confinamiento-desconfinamiento no sincronizado.
La interrupción de la producción en un punto de la cadena paraliza el resto
de la producción, tanto más rápidamente por que la industria opera con
niveles de stocks muy bajos que no permiten absorber la menor desaceleración
de la producción  17/.



El virus y las hambrunas golpean al sur



El número de casos ha disminuido en Europa, al igual que el número de
muertes. Pero no es lo mismo a nivel mundial, donde otras regiones han
tomado de alguna manera el relevo, especialmente América Latina y parte de
Asia, como se muestra en el gráfico de abajo que da el número nuevos casos a
nivel mundial  18/.



Esta extensión de la epidemia está afectando a muchos países que ya se
enfrentan a dificultades económicas formidables, que se ven agravadas por la
crisis actual: caída de los precios de las materias primas, fuga de
capitales, hundimiento de los tipos de cambio, aumento de la deuda. Por
poner solo un ejemplo, los países africanos gastan más en el servicio de la
deuda que en salud pública. Además, hay una crisis alimentaria y social
desencadenada por la interrupción de actividades y agravada por la ausencia
de ingresos adicionales, particularmente en el sector informal. Como dice la
ONG Grain, millones de personas se ven obligadas a elegir entre el hambre y
la Covid-19  19/.



La ofensiva diferenciada del virus prohíbe considerar una recuperación
equilibrada, en otras palabras, una recuperación en la que todos los
sectores se reiniciarían al mismo tiempo y al mismo ritmo.



“No desperdiciar nunca una crisis grave”



“No desperdiciar nunca una crisis grave” (Never Let a Seious Crisis Go to
Waste), tal es el precepto establecido en 2008 por Rahm Emanuel, jefe de
gabinete de Obama. Es, dijo, “una oportunidad para hacer cosas que antes
creías que no podías hacer”. Y estaba en su mente por una buena causa: “lo
que antes se consideraban problemas a largo plazo, ya sea en el campo de la
salud, la energía, la educación, los impuestos, la reforma regulatoria,
tantas cosas que habíamos aplazado demasiado tiempo ahora están en la
agenda” 20/. Milton Friedman dijo más o menos lo mismo: “Solo una crisis,
sea real o percibida como tal, conduce a un verdadero giro. Cuando se
produce esta crisis, las medidas que se toman dependen de las ideas que
están en sintonía con los tiempos  21/”.



De hecho, se ha asistido a un verdadero giro. Los Estados y las
instituciones han arrojado todos sus principios a la toalla, e incluso se
puede decir que su reacción ha estado a la altura de la crisis: han actuado
como si nuestras vidas valieran más que sus ganancias. Medimos el riesgo que
asumimos con esta declaración provocativa, y esperamos que no se cite
independientemente de lo que sigue. Pero sigamos pegando ese clavo: una
buena parte de la economía se ha parado, la mayoría de los ingresos se han
mantenido y todas las reglas de la ortodoxia presupuestaria se han
abandonado. Es cierto que estas declaraciones deben ponerse en perspectiva:
numerosos asalariados y asalariadas se han visto más o menos obligados a ir
a trabajar y los precarios, algunos autónomos y comerciantes, han visto caer
sus ingresos. Sin embargo no es menos cierto que se han invertido sumas
considerables para compensar los efectos de la crisis. No hace falta decir
también que la gestión de la crisis ha revelado enormes disfunciones que
deberán evaluarse y extraerse todas las consecuencias. Sin embargo, la
observación es clara: el capitalismo ha aceptado secar temporalmente sus
fuentes de plusvalía y las autoridades comerse sus discursos.



Pero esta adopción incongruente de políticas heterodoxas tiene su revés: se
hará todo, a su debido tiempo, para llenar el vacío. Por eso se debe esperar
una reacción, donde la violencia de las medidas tomadas será de un tamaño
equivalente a los abandonos a los que el capitalismo tuvo que consentir. A
riesgo de atribuirle una personalidad, se podría decir que va a querer
vengarse de lo que se vio obligado a sufrir. De hecho, habrá una
recuperación en forma de V, pero será más bien de las políticas
neoliberales. Gilbert Achcar tiene toda la razón al invocar el próximo
intento de los gobiernos neoliberales de “descargar en la clase trabajadora
la enorme deuda que se está contrayendo actualmente, como ya hicieron tras
la Gran Recesión, reduciendo el poder adquisitivo de la gente y su
propensión al gasto, llevando de este modo el mundo a una mayor agravación
del actual estancamiento secular  22/”.



Backlash



Achcar tiene especialmente razón al evocar las contradicciones inherentes a
esta reacción violenta (backlash por usar el término utilizado por las
feministas). Las políticas de retorno al business as usual corren el riesgo
de autodestruirse y conducir a una trayectoria en zigzag de las economías.
En efecto, no hay simetría garantizada entre las dos ramas de la
recuperación en forma de V. Una vez más, la caída no ha tenido lugar de
manera homotética: todos los sectores y zonas de la economía mundial no se
han visto afectados y no se reiniciarán en las mismas proporciones. La
reactivación de las políticas neoliberales no tendrá lugar de manera
coordinada y sin duda desencadenará reacciones en cadena que conducirán a
nuevas formas de recesión.



Un primer ejemplo lo da el mercado de trabajo. No hay que olvidar que los
beneficios también se han visto afectados, como explica el economista Eric
Heyer: “las empresas han sufrido pérdidas de 40 mil millones de euros. Esto
significa que en ocho semanas, perdieron el equivalente del Crédito Fiscal
para la Competitividad y el Empleo (CICE) establecido bajo François
Hollande. Todo este esfuerzo económico, esta transferencia del Estado a las
empresas, desapareció durante el confinamiento. Eso corresponde a una caída
de 3 puntos en la tasa de margen de las empresas, es gigantesco  23/”.



Todo apunta al hecho de que se avanza hacia sistemas que harán de la masa
salarial una de las principales variables de ajuste que permita restaurar la
rentabilidad de las empresas. Reducción del desempleo parcial, acuerdos de
mantenimiento del empleo, aumento de la jornada de trabajo, automatización
acelerada  24/: todas las señales ya están ahí. Ello significa que se tiende
a una recuperación sin empleo, es decir, a relanzar la economía reduciendo
al máximo los efectivos laborales. Pero el efecto de retorno es un freno a
la reanudación del consumo: de hecho, no se puede congelar, o incluso
disminuir, la masa salarial y al mismo tiempo impulsar el consumo. A menos
que se cuente con una reconversión del ahorro forzoso de los hogares cuyos
ingresos se hayan preservado un poco, mientras que su consumo estaba
confinado.



Este círculo vicioso puede extenderse a toda la economía europea, incluso
mundial. La desincronización de las economías plantea la cuestión de la
coordinación de las respuestas. En términos de salud, está claro que la
coordinación ha sido casi inexistente: cada país ha reaccionado a su manera,
y como ha podido, a pesar de que el virus no parece conocer fronteras. Esta
pregunta se planteará de nuevo de forma aguda cuando se disponga de una
vacuna (o de vacunas) y hay que estar preocupado por ello, ya que la Unión
Europea hasta ahora ha dependido de la investigación en partenariado con
empresas privadas guiadas por criterios distintos del interés público  25/.



Con la recuperación económica, todos los países buscarán, con posibilidades
muy desiguales de éxito, capturar la mayor fracción posible de la
reanudación del comercio de mercancías. A corto plazo, la forma más adecuada
es ganar competitividad reduciendo el coste salarial: ciertamente, la
competitividad depende de muchos otros factores, pero sobre los que no se
puede intervenir rápidamente. Entonces nos encontraríamos con una
configuración, completamente clásica, donde todos o casi pierden en este
pequeño juego: en el pasado reciente ya se han visto recesiones
autoinfligidas por tales políticas.



Hay, por cierto, un correctivo poderoso a los progresos, ciertamente
tímidos, en la coordinación de las políticas fiscales europeas. Los mismos
países que, en el lado del patio, acuerdan, incluso arrastrando los pies,
pedir prestado juntos para cubrir sus deudas, se enfrentarán, en el lado del
jardín, a una competencia exacerbada por la conquista o la preservación de
sus cuotas de mercado. Esta competencia bien podría combinarse con una
tendencia al proteccionismo, invocando la necesidad de recuperar una
soberanía socavada por la globalización. El tema de la reubicación, aunque
legítimo, plantea importantes problemas, ya que puede utilizarse para
recuperaciones soberanistas. Lo demuestra una encuesta reciente que muestra
que una abrumadora mayoría de los encuestados está a favor de promover la
autonomía agrícola de Francia, la reubicación de empresas industriales y la
investigación y producción de laboratorios farmacéuticos en Francia  26/.
Muchos países han tomado medidas proteccionistas, y el enfrentamiento de
Trump contra China se intensificará. Independientemente de su legitimidad, e
incluso de su viabilidad, tales medidas ejercerán una presión recesiva sobre
la dinámica de la economía mundial, que también tendrá efectos muy
diferenciados.



Esta combinación paradójica de competitividad ofensiva y proteccionismo
defensivo es un factor duradero en la desorganización de la economía
mundial. Pero en última instancia es bastante coherente con la mezcla de
neoliberalismo y autoritarismo que caracteriza a la gobernanza de muchos
países en la actualidad.



El boomerang de la consolidación financiera



Por el momento, los países europeos avanzan lentamente hacia la
mutualización y la monetización de las deudas públicas, en cualquier caso de
la deuda adicional vinculada a la crisis  27/. Pero se debe esperar el
regreso de los argumentos ortodoxos. Dadas las tasas de interés muy bajas,
incluso negativas, hoy tienen poca resonancia. Algunos han blandido el
espantapájaros de la inflación sin mucha convicción. Dos economistas de la
Banque de France (probablemente en servicios solicitados a instigación de su
gobernador François Villeroy de Galhau) han tratado de hacer un trabajo
educativo demostrando que no hay “dinero mágico” y advirtiendo del riesgo de
una “espiral inflacionista” 28/. Este es el único argumento que queda para
los defensores de la ortodoxia contra las políticas no convencionales.



No resistimos la tentación de reproducir el siguiente gráfico, que es
suficiente para ridiculizar este argumento: se ve que, desde 2010, las
previsiones sucesivas del BCE (línea punteada) anticipaban sistemáticamente
una recuperación de la inflación (hacia su objetivo del 2%) y que todas han
sido desmentidas.



Por el momento, los mercados financieros están jugando al juego comprando
bonos de deuda pública que el BCE recompra inmediatamente. Pero estos
mercados no son pura abstracción: están constituidos, como recuerda Adam
Tooze, “de un grupo discreto de actores más o menos importantes, unidos por
redes especializadas de información e intercambio  29/”. Y Tooze evoca en
términos violentos sus intervenciones anteriores: “desempeñaron menos el
papel de guardianes de la libre competencia que el de los escuadrones de la
muerte paramilitares que actúan con la complicidad de las autoridades”. Las
políticas no convencionales se toleran en el contexto actual, pero si se
extendieran más allá de lo que los mercados aceptan hoy, se asistiría a la
vuelta de la “disciplina de mercado” y los Estados deberían de nuevo
someterse a lo que Wolfgang Streeck  30/ llama el “pueblo de los mercados”
(Marktvolk).



Las distorsiones significativas hechas a la ortodoxia presupuestaria europea
sin duda han dejado un sabor amargo entre sus defensores más convencidos.
¿Cuánto tiempo pasará antes de que se den cuenta de que han ido demasiado
lejos y que es necesario, tan pronto como sea posible, volver a las
políticas de consolidación, en otras palabras, de austeridad? Es una nueva
espada de Damocles que pesa sobre la trayectoria económica por venir,
incluso aunque se puede pensar que el retorno a la ortodoxia no será
inmediato.



¿Corregir al capitalismo?



Todas las incertidumbres que se ciernen sobre el regreso a la normalidad
conducen a volver a la idea de que la pandemia solo ha desencadenado una
crisis que ya estaba en proceso. Si este análisis puede ser criticado, es
cierto que la recuperación será aún más caótica, ya que debería hacerse
desde un sistema que ya estaba en muy mal estado de salud. La crisis de 2008
podría ya analizarse como la crisis de respuestas a crisis anteriores. La
crisis actual es, por lo tanto, una crisis al cuadrado.



¿Será una oportunidad para que el capitalismo se regenere? Según el
historiador Walter Scheidel  31/, los episodios de reducción de las
desigualdades se han desencadenado históricamente por un choque inicial que
tomó cuatro formas: guerra, revolución, colapso de un Estado o... pandemia
mortal. Son para él los “cuatro jinetes de la nivelación”, en resumen, los
“Cuatro Jinetes del Apocalipsis” (para los ricos).



¿Estamos en este escenario con la pandemia actual? Tras la Segunda Guerra
Mundial, el capitalismo se transformó, con una mayor regulación del mercado
de trabajo y el establecimiento, en diversas formas, de un Estado del
bienestar. Pero las circunstancias fueron particulares en varios puntos:
parte del aparato productivo había sido destruido, los activos financieros
se habían derrumbado, las ganancias potenciales de productividad eran
significativas y una amenaza interna o externa se cernía sobre el orden
social.



Hoy no están reunidos los ingredientes, al menos en esta fase inicial de
sideración. Por ahora, los dominantes tienen cierto interés en soltar el
lastre, incluso desde su punto de vista. Además de eventuales
consideraciones éticas (o la toma en consideración del grado de
aceptabilidad social), no era posible enviar a todo el mundo al interruptor
sin poner en peligro la reproducción general del sistema.



El hecho es que al abandonar los dogmas que rigen el funcionamiento de la
economía, los gobiernos han socavado toda la ideología neoliberal. Signo de
los tiempos, sin duda, Olivier Passet elige llamar “progresista” (sin las
comillas) a este pensamiento. Pero señala la “bancarrota” del mismo: “todo
lo que forjaba nuestra [sic] representación de una economía eficiente es
derrotado: no, la abolición de las distancias, el alargamiento de las
cadenas de valor, la división del trabajo cada vez mayor, no son el
indiscutible Alfa y Omega de la eficiencia económica, etc.  32/”.



Quizás debería recordarse aquí que el capitalismo es un sistema económico
pero también una relación social. Dicho de otra forma, es un sistema que
funciona en beneficio de una capa social. Corregir su funcionamiento actual
implicaría modificar los mecanismos económicos específicamente económicos,
pero también atacar en última instancia los privilegios de las clases
dominantes.



Por lo tanto, es fácil prever que el capitalismo resistirá. Resistencia a
una revalorización de los salarios, a la regulación del mercado de trabajo y
a las restricciones ambientales: porque es necesario restablecer la tasa de
ganancia. Resistencia también a las relocalizaciones: porque el beneficio de
las multinacionales depende de la explotación de la mano de obra de los
países periféricos y de sus recursos naturales.



Pongámonos, por un momento, en el lugar de la burguesía frente a la
pandemia. Ella descubre que necesita mano de obra en el trabajo pero que no
puede (políticamente) enviar a la gente al rompehielos; que no ha previsto
las mascarillas, los test y que ha suprimido demasiadas camas de hospital
para ofrecer algo más que confinamiento. Por lo tanto, se ve obligada a
renunciar parcialmente a sus reglas y tabúes para acompañar la situación.



Después de un tiempo, toma la medida del impacto en sus intereses y avanza
sus peones para el día siguiente. El principio general es afirmar que las
medidas excepcionales tomadas en la tormenta son provisionales. Además, se
lanzan globos de prueba para decir que deberán tomarse medidas de
recuperación.



La gran revelación



Una de las propiedades notables de esta crisis es haber generado efectos de
revelación. Se ha descubierto, o redescubierto, que los trabajos esenciales
para un mínimo de vida social y económica estaban ocupados por aquellos que
Macron decía que no eran nada. Se ha descubierto, o redescubierto, que no
había correspondencia entre los salarios otorgados a estas trabajadoras y
trabajadores y su utilidad social. También se ha constatado que numerosos
empleadores rapaces estaban dispuestos a exponer a sus asalariados al riesgo
de la epidemia, mientras que algunos de ellos estaban inscritos en el
desempleo parcial.



Una de las grandes contribuciones de Marx es su análisis del fetichismo de
la mercancía de la cual Antoine Artous dio una definición sintética; es “el
hecho de que una relación social entre hombres se presenta como una relación
entre cosas; en este caso, el valor de los bienes, a través del cual se
organiza el intercambio, se percibe socialmente como su atributo natural,
mientras que es generado por relaciones de producción específicas  33/”.



Es en la Sección Primera del Libro Primero de El Capital donde Marx trata de
“El fetichismo de la mercancía y su secreto” para mostrar que “es solo la
determinada relación social de los hombres lo que aquí toma para ellos la
forma fantasmagórica de una relación entre las cosas” (ver recuadro). Agrega
un poco más adelante que el “movimiento social" de valores (las
fluctuaciones económicas) “las relaciones de los productores, en las cuales
se afirman caracteres sociales de sus trabajos adquieren la forma de una
relación social entre los productos del trabajo”. Estos desarrollos, de los
cuales se dan algunos extractos en el recuadro a continuación, son de
actualidad. A pesar de su enunciado abstracto, arrojan luz sobre uno de los
desafíos de la coyuntura abierta por la crisis. Esta última ha recordado que
es el trabajo de las mujeres y de los hombres el verdadero motor de la vida
social. También nos hemos dado cuenta de que, en su mayor parte, las
actividades esenciales, vitales, no pueden hacerse por teletrabajo.



Pero hay más. La experiencia que se podría, al menos temporalmente,
prescindir de ciertos consumos; la constatación de la vulnerabilidad de la
organización globalizada de la producción; la puesta al desnudo de las
desigualdades; la manera en que las leyes económicas han debido y podido ser
violadas de forma arrogante, todo esto contribuye a plantear formidables
interrogaciones sobre los beneficios del orden social existente y su
carácter inmutable. En resumen, se ha levantado una esquina del velo y, para
usar los términos de Marx, los seres humanos pueden querer recuperar el
control sobre las cosas.



El carácter fetiche de las mercancías y su secreto (extractos  34/)



¿De dónde viene la naturaleza enigmática del producto del trabajo tan pronto
como reviste la forma de una mercancía? Proviene, evidentemente de esta
misma forma.



El carácter de igualdad de los trabajos humanos adquiere la forma de los
productos del trabajo; la medida de los trabajos individuales según su
duración, adquiere la forma de la magnitud del valor de los productos del
trabajo; finalmente, las relaciones de los productores, en las cuales se
afirman caracteres sociales de sus trabajos adquieren la forma de una
relación social entre los productos del trabajo. He aquí por qué estos
productos se convierten en mercancías, es decir, en objetos que se aprecian
y no se aprecian con los sentidos, en objetos sociales.



Por lo tanto, lo que es misterioso en la forma mercantil consiste
simplemente en que devuelve a los hombres la imagen de las características
sociales de su propio trabajo como caracteres objetivos de los productos del
trabajo, como cualidades sociales que estas cosas poseerían por naturaleza:
así les devuelve la imagen de la relación social de los productores con el
trabajo global, como una relación social que existe fuera de ellos, entre
los objetos. Es este malentendido lo que hace que los productos del trabajo
se conviertan en bienes, cosas sensibles que son suprasensibles, cosas
sociales.



(...) La forma valor y la relación de valor de los productos del trabajo no
tienen absolutamente nada que ver con su naturaleza física. Es solamente una
relación social determinada de los hombres entre sí lo que reviste para
ellos la forma fantasmagórica de una relación entre las cosas. (...) Esto da
lugar a que… las relaciones entre sus trabajos privados aparezcan como lo
que son; es decir, no como relaciones sociales inmediatas entre las personas
en sus trabajos, sino más bien como relaciones sociales entre las cosas.



(...) De hecho, el carácter de valor de los productos laborales solo se pone
de manifiesto cuando se determinan como cantidades de valor. Estas últimas
cambian sin cesar, independientemente de la voluntad y las previsiones de
los productores, a los ojos de los cuales su propio movimiento social toma,
de este modo la forma de un movimiento de las cosas, movimiento que les
controla y al que ellos no pueden dirigir.



¿Serán felices los próximos días?



El efecto de revelación debería conducir a una conciencia como esta: “mañana
tendremos que aprender desde el momento en que estamos pasando, cuestionar
el modelo de desarrollo en el que nuestro mundo se ha involucrado durante
décadas y que revela sus fallas a plena luz del día, cuestionando las
debilidades de nuestras democracias. (...) Lo que revela esta pandemia es
que hay bienes y servicios que deben colocarse fuera de las leyes del
mercado”. O también: “cierta idea de la globalización termina con el fin de
un capitalismo financiero que había impuesto su lógica a toda la economía y
había contribuido a pervertirla. La idea de la omnipotencia del mercado que
no debería ser frustrada por ninguna regla, por ninguna intervención
política, era una idea loca. La idea de que los mercados siempre tienen
razón era una idea loca”.



Sin duda habremos reconocido la primera proclamación, que es de Macron  35/.
¿Pero se pensar seriamente que tendrá más efectos que la anterior, extraída
del famoso discurso de Toulon pronunciado por Nicolas Sarkozy en 2008  36/?
En realidad, los dominantes harán todo para garantizar que volvamos a los
business as usual. Se hará todo lo posible para mostrar que el destino de
los individuos está vinculado al del sistema, que la reanudación de la
actividad como antes es, por lo tanto, la condición para la vuelta al
empleo. Y si la convicción no es suficiente, el chantaje al empleo, ya
iniciado, hará el resto  37/. Esta aspiración de volver a la normalidad
también es compartida por muchos que desean olvidar los traumas relacionados
con el confinamiento y/o que necesitan compensar sus ingresos perdidos, en
resumen, de curar las heridas de todo tipo infligidas por la epidemia.



¿Qué se necesita para evitar que se caiga el velo? Primero, por supuesto,
una perspectiva de transformación social, alimentada por las lecciones
aprendidas de la crisis. Y no faltan propuestas: se ha escuchado la consigna
del presidente Mao: “¡Que florezcan cien flores, que compitan cien
escuelas!” A pesar de todo, es obligado constatar que este trabajo de
elaboración se lleva a cabo en desorden, que está débilmente coordinado y
que a menudo se atasca en controversias acerbas o muy técnicas. En lugar de
entrar en estos debates, al menos aquí, nos gustaría enfatizar aquí en el
enfoque emprendido en el plan para poner fin a la crisis  38/ propuesto por
un arco de fuerzas relativamente nuevo. Esboza la formación de un bloque que
reúne a sindicatos (CGT, Solidaires, Confederación Campesina, FSU),
organizaciones medioambientales (Greenpeace, Oxfam, Amigos de la Tierra) o
altermundialistas como Attac. Este es su primer interés, el de combinar
objetivos sociales y ambientales: este es un punto esencial, ya que la
crisis va a ser tomada como un pretexto para posponer las inversiones
necesarias para la transición ecológica (el corte - presupuestario - está
lleno) o para relajar las regulaciones, en nombre del empleo.



Pero este texto tiene otro interés, el de articular los diferentes pisos
39/ de un proyecto de transformación social: medidas inmediatas relacionadas
con las modalidades de desconfinamiento, medidas sociales más estructurales
(y los medios de financiarlas), todo lo cual forma parte de un proyecto de
reconversión ecológica y social de las actividades.



Este llamamiento es ciertamente incompleto, a veces evasivo y sin duda
insuficientemente radical, pero no se puede más que estar de acuerdo con su
orientación general. En cualquier caso, hay que profundizar este tipo de
elaboración. ¿Quizás habría que agregar propuestas fuertes y sintéticas como
la de un “impuesto de emergencia Covid-19” presentado por un colectivo
europeo  40/? ¿Quizás deberíamos también hacer del tema de la
condicionalidad un eje transversal? Mariana Mazzucato, una economista que
hace campaña por la rehabilitación de la intervención pública, ha insistido
acertadamente en este punto: esta vez, dice, “las medidas de rescate deben
estar absolutamente acompañadas de condiciones. Dado que el Estado, una vez
más, está desempeñando un papel principal, debe ser visto como un héroe en
lugar de un ingenuo (patsy). Por lo tanto, se deben proporcionar soluciones
inmediatas, pero diseñadas para servir al interés público a largo plazo. Por
ejemplo (...) se debe pedir a las empresas que se benefician de un plan de
rescate que mantengan a sus trabajadores y asegurarse de que, una vez que
termine la crisis, inviertan en formación y en mejorar las condiciones de
trabajo  41/”.



El gobierno francés ha gestionado la crisis evitando cuidadosamente
cualquier forma de control democrático, parlamentario o institucional. Ha
preferido la infantilización de los ciudadanos, junto con una represión muy
característica del neoliberalismo autoritario de Macron. Pero las
aspiraciones de cambio también podrían desconfinarse, y eso es lo que teme
este gobierno. En este deseo de recuperar el control reside la posibilidad
de ver un nuevo bloque social capaz de imponer transformaciones radicales.



Notas



1/  Walter Benjamin, Paris, capital del siglo XIX, citado en Razmig
Keucheyan, La nature est un champ de bataille, 2018.

2/  Antoine de Saint-Exupéry, Citadelle , 1948.

3/  OCDE, Economic Outlook , junio de 2020.

4/  Solo retomamos muy parcialmente los desarrollos propuestos en
precedentes contribuciones: “El caos de la economía mundial”, Viento Sur, nº
170, 2020; disponibles en la web de Viento Sur, “Repunte o caída”, 29 de
abril de 2020; “Sobre la vacuidad de la ciencia económica oficial: el
arbitraje entre actividad económica y riesgos para la salud”, 14 de abril de
2020; “Neoliberalismo contaminado”, 31 de marzo de 2020. Véase también “Une
reprise économique en ‘V’, vraiment?”, Alternatives économiques, 3 de junio
de 2020.

5/  Frédéric Boccara y Alain Tournebise, “¡Le coronavirus précipite la
crise, ne la cause pas!”, Les économistes atterrés, marzo de 2020.

6/  Michael Roberts “It was the virus that did it”, 15 de marzo de 2020.

7/  Eric Toussaint, “No, el coronavirus no el responsable de la caída del
precio de las acciones”, 4 de marzo de 2020.

8/  Sobre este punto, véase: Robert G. Wallace, Big Farms Make Big Flu:
Dispatches on Infectious Disease, Agribusiness, and the Nature of Science,
Monthly Review Press, New York, 2016; Sonia Shah, “Contre les pandémies,
l’écologie”, Le Monde diplomatique, marzo de 2020.

9/  FMI, The Great Lockdown, World Economic Outlook, Abril de 2020.

10/  Paul Krugman,
https://twitter.com/paulkrugman/status/1246152855456755713
<https://twitter.com/paulkrugman/status/1246152855456755713>  twitter, 3 de
abril de 2020.

11/  Veronica Guerrieri, Guido Lorenzoni, Ludwig Straub, Iván Werning,
“Macroeconomic Implications of COVID-19: Can Negative Supply Shocks Cause
Demand Shortages?”, 2 de abril de 2020.

12/  OFCE, “Évaluation de l’impact économique de la pandémie sur l’économie
mondiale en avril 2020”, 5 de junio de 2020.

13/  Jean-Noël Barrot, Basile Grassi, Julien Sauvagnat, “Sectoral effects of
social distancing”, Marzo de 2020.

14/  Lilas Demmou et al., “Corporate sector vulnerabilities during the
Covid-19 outbreak: assessment and policy responses”, OECD, 5 de mayo de
2020.

15/  Olivier Blanchard, Thomas Philippon, Jean Pisani-Ferry, “A New Policy
Toolkit Is Needed as Countries Exit COVID-19 Lockdowns”, Peterson Institute
for International Economics, Junio de 2020.

16/  Barthélémy Bonadio, Zhen Huo, Andrei Levchenko, Nitya Pandalai-Nayar,
“The role of global supply chains in the COVID-19 pandemic and beyond”,
voxeu, 25 de mayo de 2020.

17/  Elie Gerschel, Robin Lenoir, Isabelle Mejean, “Coordonner le
déconfinement de l’Europe, un enjeu économique fort”, IPP, 5 de junio de
2020. La infografía está extraída de la web worldview. stratfor.com.

18/  Emma Reynolds and Henrik Pettersson, “Confirmed coronavirus cases are
rising faster than ever”, CNN, 5 de junio de 2020.

19/  Grain, “Des millions de personnes forcées de choisir entre la faim ou
le Covid-19”, 19 de mayo de 2020.

20/  Rahm Emanuel, “You never want a serious crisis to go to waste”, The
Wall Street Journal, video, November 18, 2008. Esta fórmula ha sido retomada
irónicamente por Philip Mirowski, como título de su notable obra, Never Let
a Serious Crisis Go to Waste, 2013, cuyo subtítulo es elocuente: “Como el
neoliberalismo ha sobrevivido al hundimiento financiero” (How Neoliberalism
Survived the Financial Meltdown).

21/  Milton Friedman, Capitalisme et liberté, 1971 [en castellano
Capitalismo y libertad, ed. Síntesis, 2012].

22/  Gilbert Achcar, “¿Autoextinción del neoliberalismo? ¡Ni lo sueñes!”, 30
de abril de 2020.

23/  Eric Heyer, “La crise sanitaire accélère la transition vers une
croissance soutenable”, AOC, 22 de mayo de 2020.

24/  Patrick Artus, “Il va falloir soutenir la robotisation des entreprises
françaises”, 22 de mayo de 2020.

25/  Global Health Advocates – Corporate Europe Observatory, “Au nom de
l’innovation. L’industrie contrôle l’usage des fonds européens pour la
recherche et néglige l’intérêt public”, mayo de 2020.

26/  Sondage Odoxa, “Coronavirus : les Français font des relocalisations la
priorité de l’après-crise”, Les Echos, 13 de abril de 2020.

27/  Hemos abordado este punto en“El caos de la economía mundial”, Viento
Sur, nº 170, 2020.

28/  Jean Barthélemy et Adrian Penalver, “La monnaie de banque centrale n’a
rien de magique”, Bloc-notes Eco, Banque de France, 20 de mayo de 2020.

29/  Adam Tooze, “Time to expose the reality of ‘debt market discipline‘”,
Social Europe, 25 de mayo de 2020.

30/  Wolfgang Streeck, Comprando tiempo. La crisis pospuesta del capitalismo
democrático, Argentina, 2016.

31/  Walter Scheidel, The Great Leveler. Violence and the History of
Inequality from the Stone Age to the Twenty-First Century, 2017; ver también
este resumen de su libro: Walter Scheidel, “What Tames Inequality? Violence
and Mayhem The Chronicles of Higher Education”, febrero de 2017.

32/  Olivier Passet, “La faillite financière de la pensée progressiste”,
Xerfi, 15 de abril de 2020.

33/  Antoine Artous, Le fétichisme chez Marx. Le marxisme comme théorie
critique, Éditions Syllepse, 2006.

34/  Karl Marx, El Capital, E.D.A.F, Madrid, 1967, pp. 74-77.

35/  Emmanuel Macron, “Adresse aux Français”, 12 de marzo de 2020.

36/  Nicolas Sarkozy, “Discours de Toulon”, 25 de septiembre de 2008.

37/  Romaric Godin, “Le chantage à l’emploi s’impose comme politique
économique”, Mediapart, 2 de junio de 2020.

38/  CGT, Attac et al., “Plan de sortie de crise”, 26 de mayo de 2020.

39/  Nos permitimos reenviar a un pequeño texto proveniente de un grupo de
economistas franceses vinculados con el Front de Gauche en el que
participamos: “Transformation sociale: une fusée à trois étages”, 28 de
noviembre de 2011. Los tres “pisos” eran los siguientes: 1. Retomar el
control: emprender la ruptura, asentar la legitimidad de la experiencia; 2.
Bifurcar: enraizar el proceso de transformación; 3. Reestructurar: esbozar
un nuevo modo de desarrollo.

40/  Colectivo, “Por una tasa Covid-19 en Europa”, 12 de junio de 2020
(Susan George, Miguel Urbán y 45 firmas más).

41/  Mariana Mazzucato, “Capitalism’s triple crisis”, Social Europe, 9 de
abril de 2020.

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