Cultura/ Como la rueda. La invención del libro [María José Santacreu]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Jun 26 14:00:54 UYT 2020


  _____

Correspondencia de Prensa

26 de junio 2020

 <https://correspondenciadeprensa.com/> https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

 <mailto:germain5 en chasque.net> germain5 en chasque.net

  _____



Cultura



La invención del libro



Como la rueda



Fue Umberto Eco el que dijo que el libro es uno de esos inventos cuyo
concepto y diseño es imposible de mejorar, a pesar de los miles de años que
transcurrieron desde su creación. Ahora, un ensayo de la española Irene
Vallejo repasa la historia del libro en el mundo antiguo y lo hace de manera
tal que ha logrado transformarse en un inesperado best seller.



María José Santacreu

Brecha, 26-6-2020

https://brecha.com.uy/



Es verdaderamente inusual que un ensayo de este tipo vaya por la séptima
edición y que haya encontrado tantos espaldarazos espontáneos de escritores
y críticos –Juan José Millás, Mario Vargas Llosa, Luis Landero o Luis
Alberto de Cuenca– como decenas de miles de lectores. Quién hubiera dicho
que tanta gente tenía ganas de leer sobre las andanzas de Alejandro Magno,
las artimañas de Ptolomeo, las características físicas del papiro y los
pergaminos, los avatares de la invención del alfabeto, las particularidades
de las primeras bibliotecas públicas o los peligros que encierra el oficio
de librero.



El infinito en un junco tiene una cualidad que comparte con los libros de
grandes divulgadores como Oliver Sacks, Stephen Jay Gould o Umberto Eco, que
es no limitarse a la exposición de una materia académica en un lenguaje
llano, sino, además, volver reconocible un tema lejano acercándolo a la vida
corriente del lector, algo que puede parecer muy fácil de lograr, pero que
no lo es. Y es que cualquiera puede intentar trazar paralelismos entre
Homero y John Ford, pero pocos, realmente pocos, podrán iluminar con ese
ejemplo al primero, que es sobre lo que la autora intenta de verdad hablar.
Sin embargo, Irene Vallejo va un poco más allá. Para empezar, su libro es
verdaderamente accesible, pero nunca condescendiente, y si bien no da nada
por sobreentendido, tampoco se detiene demasiado en la explicación. La
autora no tiene problema alguno en contar el cuento completo –el de nuestros
viejos griegos y romanos–, por más que tenga claro que la mayoría de sus
lectores sabe gran parte de la historia. Esto le da un aire encantador al
libro, como si, en parte, estuviera dedicado a lectores realmente jóvenes
que pueden no saber, por ejemplo, el misterio de la identidad de Homero,
pero, con la misma naturalidad y a renglón seguido, Vallejo se permite
audacias, profundidades y agudezas, lo que resulta igualmente grato. Sin
embargo, que parte del relato sea conocido (imposible que no lo sea cuando
el tópico pasa por los diálogos de Platón, la Ilíada y la Odisea, la
biblioteca de Alejandría, Antonio y Cleopatra) no quiere decir que la manera
de narrarlo sea la habitual. Vallejo tiene un innegable talento para
insertar historias adentro de la historia y para amalgamar todo en un relato
impredecible, que salta de lo culto a lo popular, del año 750 a C en Grecia,
a la Alemania nazi, de la realidad histórica a la ficción literaria, de una
biblioteca china que se incendia a Fahrenheit 451. A esto debe sumársele
algo más, que a algunos puede resultarles atrevido o, incluso,
inconveniente. La relativamente ignota Irene Vallejo (1) se anima a
intercalar, en el texto, elementos de su historia personal. Pero no teman:
todo viene a cuento.



Cazadores de libros



A lo mejor toda la explicación anterior sobre el abordaje de la autora
podría haberse ahorrado simplemente mirando bien el título del libro: El
infinito en un junco. Puede pensarse que fue elegido por razones poéticas,
hasta que pensamos en el papiro, en esa materia prima única que fue, para
los egipcios, tan valiosa en la antigüedad como actualmente lo es el
petróleo. Sobre esos juncos que crecían casi exclusivamente a la orilla del
Nilo se inscribirían la filosofía, la ciencia y la literatura de la
antigüedad clásica. El saber infinito, claro, porque infinitas son las
posibilidades de la mente humana: al igual que en la borgiana biblioteca de
Babel, en esos papiros entraba, eventualmente, todo. Sin embargo, el título
es paradójico: es en algo tan humilde como un junco que habita la
posibilidad de lo inmenso e inabarcable.



Así, desde el título, Vallejo apuesta a su creatividad para encontrar lo
curioso, lo paradójico, lo sorprendente, lo poético, lo misterioso o
inexplicable en la historia del nacimiento del libro, pero no para
regodearse en el mero recuento, sino para que cada relato o referencia
ilumine alguna de las múltiples aristas de la historia central. Nada está
allí por capricho o azar, ni siquiera las historias de la vida de la propia
autora. Vallejo es astuta, aunque comience el relato con ese recurso tan
molesto que es el del escritor confesando cuánto le cuesta escribir,
mientras el lector sostiene un libro de 450 páginas y casi un quilo de peso
que testimonia, más bien, cuán exitosamente superó el pánico ante la página
en blanco. Pero a fin de cuentas todo es una trampa, porque Vallejo dice que
le cuesta escribir para darse permiso a hacer algo que quizás no debe:
“Durante años he trabajado como investigadora, consultando fuentes,
documentándome y tratando de conocer el material histórico. Pero, a la hora
de la verdad, la historia real y documentada que voy descubriendo me parece
tan asombrosa que invade mis sueños y cobra, sin yo quererlo, la forma de un
relato. Siento la tentación de entrar en la piel de los buscadores de libros
en los caminos de una Europa antigua, violenta y convulsa. ¿Y si empiezo
narrando su viaje? Podría funcionar, pero ¿cómo mantener diferenciado el
esqueleto de los datos bajo el músculo y la sangre de la imaginación?”. Lo
que la autora quiere es una licencia: empezar imaginando el viaje de los
emisarios de Ptolomeo a la caza de libros para la primera biblioteca que se
soñó total, es decir, la de Alejandría. Por suerte Vallejo tiene el buen
tino de no insistir con la ficción histórica más allá de esa pequeña
licencia en el prólogo, porque logra algo mejor: permanecer firmemente en el
terreno del ensayo habiendo dejado establecido un tono. Así, El infinito en
un junco será decididamente una amena narración de no ficción con impronta
autobiográfica y vuelos que, sin serlo, parecen nacidos de la ficción
literaria.



Megalexandros



Cuando empezamos a leer el primer capítulo del libro, sin embargo, nos
encontramos de vuelta en el terreno de la ficción: una mujer joven, cuyo
marido mercader está en Egipto, es tentada por otra más vieja para que
cometa adulterio con un joven atleta que le ha echado el ojo. Por un momento
creemos que Vallejo se ha lanzado nuevamente a la ficción. Pero no: “He
traducido libremente el principio de una breve pieza teatral griega escrita
en el siglo III a C con un intenso aroma de vida cotidiana. […] Junto al
humor y el tono fresco, el texto es interesante porque nos descubre la
visión que la gente común y corriente tenía de la Alejandría de su época: la
ciudad de los placeres y de los libros, la capital del sexo y la palabra”. Y
así empieza realmente esta historia de libros y bibliotecas, en la
Alejandría de Ptolomeo, para saltar enseguida del siglo III a C al siglo I a
C y contar una partecita libresca de la historia de amor entre Cleopatra y
Marco Antonio: “Cuando Marco Antonio se creía a punto de gobernar el mundo,
quiso deslumbrar a Cleopatra con un gran regalo: sabía que el oro, las joyas
o los banquetes no conseguirían encender una luz de asombro en los ojos de
su amante…”.Doscientos mil libros para la Gran Biblioteca cumplirían su
cometido. Y luego sigue con otros, en el siglo XX, que también pueden
hablarnos de Alejandría y sus mitos. El poeta Cavafis, apasionado lector de
los clásicos. Lawrence Durrell y su famoso Cuarteto de Alejandría (Justin,
Balthazar, Mountolive, Cleo), tan venerado por Cortázar. Por ahí empieza
este amenísimo ensayo para seguir con Alejandro, su amor por la Ilíada, sus
conquistas, su amigo Ptolomeo –la teoría de la película de Oliver Stone de
que fue Ptolomeo (y no la fiebre) lo que mató a Alejandro-, el nacimiento
del museo y la biblioteca.



La historia es larga, tortuosa y apasionante. Porque la historia de los
libros es también la de la lectura y la escritura, la revolución más
importante de la historia humana, la que hizo posibles todas las
revoluciones que vinieron después. Las de la vida, pero sobre todo las del
pensamiento. “Frente a la oralidad, que favorecía las formas e ideas
tradicionales, reconocibles para su auditorio, el discurso alfabetizado
podía abrirse a horizontes desconocidos, porque el lector tenía tiempo para
asimilar y meditar con tranquilidad las ideas novedosas. En los libros caben
planteamientos excéntricos, voces de identidades individuales, desafíos de
la tradición.”



Nota



1) Esta afirmación quizás sea un poco injusta, ya que Vallejo ha recibido
algunos premios en su país y es autora de al menos dos novelas y otros
tantos libros infantiles, además de escribir una columna en el periódico el
Heraldo de Aragón.

  _____





--
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20200626/9fd0ecf9/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa