Estados Unidos/ Elecciones en un tiempo de múltiples y profundas crisis [Lance Selfa]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Sep 23 12:22:18 UYT 2020


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Correspondencia de Prensa

14 de septiembre 2020

https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

germain en montevideo.com.uy <mailto:germain en montevideo.com.uy>

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Estados Unidos



Elecciones en un tiempo de múltiples y profundas crisis



Lance Selfa *

International Socialism Project, 15-9-2020

https://internationalsocialism.net/

Traducción de Correspondencia de Prensa



En uno de los años políticos más volátiles en una generación, se ha
destacado la estabilidad e incluso la previsibilidad de la elección
presidencial.



El 8 de marzo, pocos días después de las primarias demócratas en el llamado
Súper Martes y antes de que la pandemia Covid-19 produjera los estragos que
se conocieron posteriormente, el ex vicepresidente Joe Biden superaba con un
50.4 por ciento, al actual presidente Donald Trump, con un 44,2 por ciento,
conforme a los resultados obtenidos por el promedio nacional de encuestas
presidenciales de la encuestadora “fivethirtyight.com”. El 5 de septiembre,
durante el fin de semana largo del tradicional Día del Trabajo (desde 1955
se celebra el primer lunes de septiembre: NDT) considerado como inicio de la
temporada de campaña, Biden superaba a Trump con un 50,5 por ciento frente a
un 43,0 por ciento, el mismo promedio de la encuestadora
“fivethirtyeight.com”.



Según la encuesta de Real Clear Politics, otra encuestadora de tendencia más
conservadora, el resultado mostró que Biden lideraba las encuestas por 7,4
puntos porcentuales unos días antes de las convenciones demócrata y
republicana del mes de agosto, y un 7,1 por ciento después de ellas. El
aparente “rebote” de Trump en las encuestas fue apenas perceptible.



***



Es difícil armonizar estos números con los cruciales eventos de 2020. El
intento de juicio político y la absolución del presidente en el Congreso;
una pandemia que podría alcanzar los 400.000 muertos a fin de año, según las
propias estimaciones oficiales; niveles de desempleo que ya llegaron a las
cifras de la Gran Depresión de los años 1930 y que siguen aumentando de una
manera sin precedentes; una rebelión anti-racista de carácter nacional, que
puede considerarse como el movimiento social más grande y de mayor amplitud
en la historia de los Estados Unidos, reconocido hasta por un diario liberal
como el New York Times.(1) A todo eso, debemos sumar el colapso de la
economía; la movilización de las milicias de extrema derecha que han
asesinado a activistas sociales en las calles; los enormes incendios
forestales que vuelven inhabitables franjas de territorio en la costa oeste.
Y aún faltan tres meses para que termine el año.



En los cerca de cuatro años de desgobierno Trump, dos situaciones deben
resaltarse. En primer lugar, una mayoría anti-gubernamental, que expresó su
descontento durante la primera Marcha de las Mujeres desde el día que Trump
asumió la presidencia, en 2017, y que espera poder derrotarlo electoralmente
en noviembre: y en segundo lugar, el desinterés de Trump por superar la
llamada “base” del 40-45 por ciento del electorado que tradicionalmente vota
por republicanos y conservadores. Estas dos situaciones combinadas, permiten
entender la estabilidad en la carrera presidencial en medio del tumulto
político de los últimos meses.



En este escenario, Biden es tan sólo un componente del rechazo a Trump.
Incluso para aquellos comprometidos con el voto demócrata en las
presidenciales de noviembre, es mucho menor el entusiasmo por la candidatura
del binomio Biden-Harris que el deseo de echar a Trump de su cargo. En el
transcurso de las elecciones primarias del Partido Demócrata, la principal
ventaja de Biden fue su “elegibilidad” contra Trump. Como miembro activo de
larga data del status quo demócrata, cuya política ha estado estrechamente
alineada con los donantes ricos del partido y los votantes moderados, Biden
aprovechó esa posición para empujar a todos sus oponentes “moderados” a
abandonar la carrera y derrotar al senador Bernie Sanders.



A principios de septiembre, la carrera presidencial parecía orientada hacia
el triunfo de Biden y a sellar la derrota de Trump como el segundo
presidente en ejercicio que phabría perdido la reelección, desde cuando
George H. W. Bush perdió frente a Bill Clinton en 1992. Sin embargo, los
partidarios del campo demócrata, a pesar de la aparente estabilidad de la
campaña de Biden, no descansan tranquilamente. La derrota de Hillary Clinton
ante Trump en 2016, continúa atormentándolos.



Hay razones para que subsistan estas preocupaciones. Primero, Trump tiene la
ventaja en el antidemocrático Colegio Electoral. Si puede conseguir
victorias en estados claves como Wisconsin, Michigan y Pennsylvania, el
triunfo de Trump, podría llegar a repetirse como en 2016, aunque pierda,
como en esa ocasión, por millones de votos a nivel nacional. En segundo
lugar, Trump y los republicanos han dejado en claro que utilizarán cualquier
medio (legal o de otro tipo) para negar el derecho a voto a los ciudadanos
anti-Trump, utilizando los equipos mal llamados “protección de votantes”
para hostigar a los afroamericanos y latinos, hasta incluso el sabotaje del
voto por correo. En tercer lugar, el poco entusiasmo que produce Biden por
su inclinación a “calmar” a la derecha (por ejemplo, organizando una campaña
publicitaria nacional de 45 millones de dólares para demostrar que él, al
igual que Trump, condena los “disturbios y saqueos” que acompañaron las
protestas contra la brutalidad policial), lo que podría reducir la
participación de los votantes más jóvenes, quienes constituyen uno de los
sectores más proclives a demócratas y liberales.



No obstante, las tendencias políticas apuntan a que estas elecciones no
serán similares a las anteriores. Biden no es tan odiado como lo fue
Clinton, quién soportó décadas de demonización conservadora por su
comportamiento sexista. Adicionalmente, Trump es el presidente bajo cuyo
mandato cientos de miles de personas murieron por falta de servicios médicos
y millones más han sufrido las consecuencias de la devastación económica. A
pesar de los intentos de la Convención Nacional Republicana y de la campaña
de Trump por reescribir esta historia en una especie de falsificación
estalinista, la realidad diaria bajo el Covid-19 no les permitirá huir de
ella. Las grabaciones incluidas en el nuevo libro del periodista, Bob
Woodward, reconocido por sus investigaciones desde la época del Watergate,
titulado Rage, muestran que Trump mintió conscientemente, minimizando la
gravedad de la pandemia que le costó la vida a miles de personas.
Finalmente, la opinión de “cualquiera menos Trump” que unifica a franjas
tanto de la izquierda como de la derecha, asegurará que las campañas de
partidos no demócratas ni republicanos (conocidos como “third parties”)
reciban un porcentaje mayor al aproximadamente 6 por ciento del voto
nacional que obtuvieron en 2016.



***



Nada de lo expuesto permitirá que las elecciones sean tranquilas. Desde
ahora, Trump y sus fanáticos callejeros perpetrarán atrocidades. Los debates
presidenciales producirán días de comentarios frenéticos. La magnitud de la
que probablemente será la mayor participación en unas elecciones
presidenciales en 60 años —durante una pandemia— aumentará las tensiones,
aunque no ocurra ninguna artimaña. Un escenario electoral acompañado de
movilizaciones callejeras y múltiples demandas son una posibilidad real para
los meses de noviembre y diciembre. Trump tratará de provocar y canalizar
cualquier situación que pueda ayudarle a robar las elecciones. O puede usar
el “caos social” para obtener concesiones de Biden. Incluso, puede darse el
caso de que Trump se haga a un lado llamando a sus partidarios a retirarse.
A cambio, lograría el compromiso de Biden de renunciar a perseguir los
cargos criminales que existen contra Trump, su familia y los parásitos
políticos que lo han acompañado en sus prácticas de corrupción desenfrenada.




Esta afirmación, que puede parecer como inverosímil, es factible dado el
“modus operandi” de Trump antes de la presidencia, que lo llevó a
bancarrotas multimillonarias y a involucrarse en múltiples estafas que
quedarían sin judicializar en una negociación de este tipo. Y Biden, como la
mayoría de los miembros del Partido Demócrata, aceptaría ese trato como una
forma de desactivar el conflicto, tranquilizar a las grandes empresas,
frenar las aspiraciones y demandas progresistas de amplias capas de la
sociedad y extender una propuesta de paz a los republicanos. “Con Donald
Trump fuera de la Casa Blanca —no es una broma— verás una epifanía entre
muchos de mis amigos republicanos”, que se comprometerán a un gobierno
constructivo, dijo Biden al Washington Post en 2019. (2) Esto no es una
broma, es una ilusión.



Biden ha sido una de las principales figuras en la elaboración de la
política exterior y doméstica de los EE.UU. durante la era neoliberal. Así
que la avalancha de dinero corporativo que ha circulado a su favor desde la
primavera no es una sorpresa. (3) Y la elección de la senadora Kamala Harris
como candidata a la vice presidencia, tiene poco que ver con el hecho de
demostrar solidaridad con el movimiento por la justicia racial, al
contrario, actúa en la dirección de congraciarse con la “profunda
familiaridad de Harris con los megadonantes demócratas, de la Silicon Valley
a Nueva York”. (4) Biden significa una apuesta segura para un status quo
preocupado por que la incompetencia o la beligerancia de Trump sumerjan a
los EE.UU. en un mayor desorden civil y un aislamiento internacional mayor
al actual. Periodistas liberales crédulos (5) pueden ayudar a aquellos
involucrados  en la campaña de Biden a vender la ilusión de que su jefe está
planeando reformas tipo “New Deal” al estilo de Franklin Delano Roosevelt,
pero la América corporativa conoce la verdad.



Cuando miembros de la campaña de Biden anunciaron su apoyo a un par de
políticas que viene rechazando el sector bancario, les comunicaron a los
banqueros que las ignoraran. Un banquero declaró al Washington Post (6):
“Escuchen, esto es sólo un ejercicio para mantener contento al pueblo de
Warren, y no le den demasiada importancia”, refiriéndose a los partidarios
liberales de la senadora Elizabeth Warren. El banquero, que habló bajo el
anonimato encubriendo conversaciones privadas, agregó que el mensaje había
sido reproducido en múltiples llamadas.



Sin duda los banqueros, que consideran a Trump como desagradable, no
devolvieron a la administración fiscal la ganancia inesperada que recibieron
por la reducción de impuestos impulsada por Trump en 2017, como tampoco
reniegan de la cuasi eliminación de las regulaciones bancarias decretadas
por la actual administración.



Mientras que el empresariado ha tenido relaciones de alguna manera
conflictivas con Trump, la cúpula de la seguridad nacional conformada luego
del final de la Guerra Fría, ha sido mucho más crítica. El hecho de que la
Cámara de Representantes, controlada por los demócratas, propusiera la
destitución de Trump por el intento de reclutar al gobierno ucraniano en
favor de su campaña de reelección, después de ocurridos cientos de
atropellos, casos de corrupción, de malversación de fondos y negligencia, lo
confirman. Dan Coats, un republicano conservador que fuera director de
inteligencia del gobierno, declaró (en el libro de Woodward) que el
presidente es una amenaza para la seguridad nacional debido a su lealtad con
Rusia. El respaldo a Biden por parte de cientos de ex funcionarios de las
fuerzas de seguridad federales, de militares, de funcionarios de política
exterior y de inteligencia ha sido una de las características de la campaña.
(7)



A estas figuras del establishment, Biden les promete un regreso a la
“normalidad”. Pero, ¿qué significa “lo normal” frente a una pandemia
mundial, una catástrofe económica, una movilización masiva de la izquierda y
un desenfreno de la extrema derecha? ¿Es incluso razonable la aspiración de
volver a la “normalidad”? Ciertamente no parece serlo para los millones de
personas que sufrieron falta de atención sanitaria, deportaciones, violencia
policial, un endeudamiento creciente y desalojos, incluso antes de que la
pandemia lo empeorara todo. Los demócratas organizaron una campaña basada en
el slogan de “salvar la democracia” de Trump, como si Trump fuera el único
responsable de toda la pobreza, la opresión y las crisis que padecen los
trabajadores norteamericanos.



Los demócratas se enfocan en la denuncia de las múltiples atrocidades
diarias que comete Trump, mientras guardan silencio sobre las posibles
soluciones si llegan a conseguir la presidencia con una mayoría ya
consolidada en la Cámara y una eventual mayoría en el Senado. Durante el
verano, un grupo de trabajo conjunto, integrado por los partidarios de Biden
y Sanders, publicó en un folleto de 110 páginas, una serie de
recomendaciones a tener en cuenta para la próxima administración demócrata.
(8) El documento contiene mucha retórica progresista, pero se apunta
principalmente en revertir las políticas destructivas de Trump. Para
millones de personas, lograr un gobierno diferente al de Trump, puede que no
sea suficiente motivación para votar, especialmente si no están convencidos
de que una administración demócrata traiga cambios importantes en sus vidas.
El hecho de que Biden parece estar detrás de Clinton en el apoyo de los
votantes latinos, a pesar del racismo de Trump, teniendo en cuenta que los
latinos conforman uno de los grupos que el Covid-19 ha golpeado más fuerte,
puede llegar a convertirse en el “canario en la mina de carbón” para los
demócratas. (9)



***



Es necesario reflexionar sobre la respuesta de los demócratas a la rebelión
nacional contra la violencia policial. Salvo escasas excepciones, han sido
muy pocas las iniciativas para promulgar reformas -mucho menos “desfinanciar
a la policía”- en las principales ciudades de EE.UU., la mayoría de ellas
controladas por alcaldes demócratas. La actuación en las legislaturas
estatales también ha sido mínima. En California, estado dominado por los
demócratas, un paquete de proyectos de reforma policial fue derrotado por el
propio “establishment” del Partido Demócrata, liderado por el Fiscal General
Xavier Becerra, quien abogó a favor de los grupos de presión asociados a las
fuerzas del orden estatal. Biden ha dejado en claro que se opone a la
exigencia del movimiento anti racista de “desfinanciar a la policía”, y está
recibiendo el apoyo político de liberales demócratas como Al Sharpton,
presidente de la Red de Acción Nacional (“National Act Network”) y
presentador de MSNBC (red televisiva de orientación liberal y demócrata),
quien descalificó esta reivindicación como algo “que un liberal que bebe a
sorbos café con leche puede aceptar mientras se sienta en los Hamptons
discutiéndolo como si se tratara de un problema académico”. (10)



A ello debemos sumarle el apoyo de Biden al fracking y su oposición a
aumentar la cobertura del Medicare a la totalidad de los estadounidenses,
lo, lo que completa la imagen de un demócrata “mainstrem”, sin importarle lo
que el grupo de trabajo Biden-Sanders haya dicho. Para aquellos que
continúen sin entender el mensaje de campaña de Biden, es necesario
recordarles que el asesor más antiguo y confiable de Biden, el ex senador
Ted Kaufman, ya le ha comunicado al país la continuidad de la política de
austeridad (neoliberal) en un próximo gobierno demócrata. En lo que se
refiere al gasto militar, Biden ya declaró que consideraría la posibilidad
de aumentarlo, más allá del nivel ya obsceno al que lo elevó la
administración Trump



¿Dónde queda entonces la división en la izquierda frente a las próximas
elecciones presidenciales, entre el mayor y el menor de los dos males para
el futuro de EE.UU.? A pesar del enorme potencial que existe para
reconstruir una izquierda activista como lo demostró el levantamiento
anti-racista del pasado verano, la mayoría de la izquierda estadounidense
permanece cautiva del sistema electoral bipartidista de los Estados Unidos.
La campaña del Partido Verde de Howie Hawkins y Angela Walker es la única
opción coherente para aquellos que estamos comprometidos en la construcción
de una alternativa independiente. (Véase entrevista en Correspondencia de
Prensa, 13-8-2020: https://correspondenciadeprensa.com/?p=13229) Pero la
mayoría de las personas que se consideran “de izquierda” optarán por “el mal
menor” votando por los demócratas una vez más. Las palabras del histórico
líder socialista Hal Draper (11), escritas en el período previo a las
elecciones presidenciales de 1968, parecen escritas ayer: “Cada vez que la
izquierda laboral liberal ha hecho ruido sobre su insatisfacción con lo que
ocurre en Washington, todo lo que los demócratas hacen es sacar a relucir el
pantano de la derecha republicana. Los liberales se desmayaban, gritando
“¡Vienen los fascistas!” y votaban por el Mal Menor. En estas dos últimas
décadas, los Demócratas han aprendido que tienen el voto del” lib-lab” en su
bolsillo trasero, y que por lo tanto las fuerzas que hay que apaciguar son
las fuerzas de la derecha...”



La caracterización que hace Draper de los “lib-labs” describe, exactamente,
las actuaciones de Sanders y la congresista Alexandria Ocasio-Cortez
(conocida como AOC), ambos aclamados como héroes del “nuevo movimiento
socialista” por supuestamente haber “levantado las expectativas de los
trabajadores y cambiado la política nacional”. (12) Las declaraciones de
Sanders al apoyar a Biden contra “el presidente más peligroso de la era
moderna” y la advertencia de Ocasio-Cortez de que “en noviembre se trata de
detener el fascismo en los Estados Unidos” (13) validan las opiniones de
Draper.



No se trata solamente de que hayan tenido que apoyar a regañadientes a
Biden. Sanders y AOC han ayudado a legitimar a Biden ante una franja de
votantes que apoyaron a Sanders en las primarias. AOC participó al lado del
senador John Kerry, uno de los voceros más reconocidos del régimen, en la
dirección del grupo de trabajo de Biden-Sanders sobre el cambio climático,
el cual omitió referencias al fracking e incluyó respaldo a la energía
nuclear. Este apoyo de AOC a las políticas climáticas del candidato
demócrata coincide con el compromiso electoral obtenido por Biden del grupo
activista Sunrise Movement, cuya declaración a propósito de la adhesión a la
fórmula Biden-Harris es vergonzosa si se tiene en cuenta su tono de “lame
botas”. (14) Sanders, a pesar de las "preocupaciones" que expresa sobre los
enfoques políticos de Biden, ha sido y seguirá siendo un soldado leal de la
campaña demócrata hasta el final. (15)



La izquierda reducida al horizonte electoral ha terminado por acompañar el
“Frente Popular” de Sanders/AOC con Biden. Esto no es nada nuevo para
aquellas organizaciones y grupos políticos que a pesar de su retórica y
antecedentes radicales, se transforman en demócratas progresistas cada
cuatro años. (16)



La revista Jacobin, que se presenta como la voz “marxista” de la nueva
socialdemocracia agrupada en torno a Sanders y a los Socialistas
Democráticos de América (DSA, por su sigla en inglés), ha sido crítica tanto
en su línea editorial como en las opiniones de sus principales columnistas,
de la fórmula Biden-Harris, pero no ha dejado dudas sobre quién debe ganar
en noviembre. Una búsqueda de “Biden” en la edición online de Jacobin da
como resultado un total de 20 artículos de Branko Marcetic, diecisiete de
ellos contienen  comentarios duros sobre el ideario neoliberal de Biden y su
carrera política, los cuales fueron escritos antes y durante las elecciones
primarias, cuando Sanders aún estaba en la carrera presidencial. Pero el más
reciente de los artículos de Marcetic pretende darle consejos al candidato
demócrata sobre el cómo ganar adoptando el programa de Sanders y se muestra
preocupado por que Biden pueda perder las elecciones. Algo similar ocurre
con el artículo del fundador de Jacobin, Bhaskar Sunkara quien escribió:
“Probablemente has oído que los socialistas no votarán por Biden”. No creas
eso. Puede que no nos guste, pero no queremos que pierda”. (17) En otras
palabras, a los miembros del nuevo movimiento socialdemócrata se les ha
concedido una indulgencia plena para votar por Biden, mientras que continúan
proponiendo un compromiso –en futuro indefinido- para construir un verdadero
partido socialista independiente.



No existe, entonces, un buen presagio para la izquierda, incluso si Biden
llega a ganar. Aquellos que llaman a la “unidad” contra la amenaza fascista
ahora, no dejarán de hacerlo cuando una hipotética administración de Biden
enfrente a la oposición republicana y a la presión de la derecha en los
próximos años. Las movilizaciones por la justicia racial del verano pasado
nos permitieron vislumbrar lo que era posible cuando las masas aún estaban
en las calles. Pero en el futuro, necesitaremos una resistencia mucho más
decidida, organizada y liderada con políticas alternativas para elevar esa
lucha a un nivel superior sin importar quién termine siendo elegido como
presidente.



* Lance Selfa integra la redacción de International Socialism Project. Es
autor de The Democrats: A Critical History (Haymarket, 2012) y editor de
U.S. Politics in an Age of Uncertainty: Essays on a New Reality (Haymarket,
2017).



Notas



(1)https://www.nytimes.com/interactive/2020/07/03/us/george-floyd-protests-c
rowd-size.html

(2)https://www.washingtonpost.com/politics/2019/05/14/is-bidens-prediction-r
epublican-post-trump-epiphany-campaign-rhetoric-or-obliviousness/

(3)https://www.foxnews.com/politics/trump-campaign-august-fundraising

(4)https://www.politico.com/news/2020/08/19/kamala-harris-democratic-donors-
398656

(5)https://www.nybooks.com/articles/2020/07/02/joe-bidens-journey-left/

(6)https://www.washingtonpost.com/politics/bidens-flexibility-on-policy-coul
d-mean-bloody-fights-if-he-wins/2020/09/06/b8d66c3c-e622-11ea-bc79-834454439
a44_story.html

(7)https://www.forbes.com/sites/lisettevoytko/2020/06/07/colin-powell-endors
es-biden-joins-growing-list-of-gop-military-leaders-denouncing-trump/#36a488
3d6964

(8)https://joebiden.com/wp-content/uploads/2020/08/UNITY-TASK-FORCE-RECOMMEN
DATIONS.pdf

(9)https://www.axios.com/bidens-hispanic-voter-challenge-97fe0a3f-7f64-4e74-
9471-f8a9a49c2226.html

(10)https://thehill.com/homenews/media/515448-msnbcs-sharpton-defunding-poli
ce-something-a-latte-liberal-may-go-for. Sharpton, correligionario de Biden,
está diciendo (sin evidencia) que el reclamo de “desfinanciar la policía”
tiene el apoyo de los liberales.

(11)https://www.marxists.org/archive/draper/1967/01/lesser.htm

(12)https://johnriddell.com/2019/04/05/why-kautsky-was-right-and-why-you-sho
uld-care/

(13)https://www.rollingstone.com/politics/politics-news/aoc-dnc-biden-sander
s-1045582 /

(14)https://twitter.com/sunrisemvmt/status/1293299407241314306

(15)https://www.washingtonpost.com/politics/bernie-sanders-expresses-concern
s-about-biden-campaign/2020/09/12/a0ccc4fa-f4a1-11ea-b796-2dd09962649c_story
.html

(16)https://organizingupgrade.com/its-showtime-rolling-up-our-sleeves-to-bea
t-trump/

(17) https://www.nytimes.com/2020/05/28/opinion/socialists-biden-trump.html

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