Estados Unidos/ El turbocapitalismo, Amazon, y la muerte. [Juan Bordera]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Dic 15 23:57:25 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

15 de diciembre 2021

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Estados Unidos



El turbocapitalismo, Amazon, y la muerte



Una tragedia en tres actos.



Juan Bordera *

ctxt, 15-12-2021

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Primer acto



Se abre el telón. Vemos un descampado lleno de escombros. Un paisaje
desolado y desolador. Nos encontramos en el estado de Illinois. En la ciudad
de Edwardsville, donde no recuerdan un tornado así. Menos aún en diciembre.
Un mes habitualmente más tranquilo. Vemos los restos de lo que hasta hace
unas horas era un almacén de Amazon. Seis cuerpos yacen entre los restos.
Eran trabajadores del almacén. Uno de ellos es el de Larry Virden. 46 años.
Cuatro hijos. En su teléfono, uno de los últimos mensajes que pudo enviar es
a su pareja, Cherie Jones, que es quien lo ha hecho público: “Amazon no nos
deja irnos”.



Los peores tornados en la historia de Kentucky nos dejan otra espantosa
postal turbocapitalista. A los empleados de una fábrica de velas en Mayfield
también les pilló el tornado trabajando para la campaña de ese ritual
–primero pagano, luego católico, ahora consumista– que llamamos navidad. Son
ocho las personas fallecidas allí. 74 de momento en todo el estado. Hay
varias personas sin localizar.



Mientras caía el telón, me dio por pensar en la Gran Dimisión, y en que
ojalá hubiera mecanismos de redistribución de la riqueza para que fuese aún
más grande. Pero, claro, más que desearlo habría que exigirlo. Imponerlo.



Segundo acto



Al abrirse nuevamente el telón, aparece, visiblemente afectado, el
gobernador del estado de Kentucky, el demócrata Andy Beshear, que declara:
“Me gustaría entender por qué nos ha afectado tanto la pandemia, la
histórica tormenta de hielo, las inundaciones y ahora el peor tornado de
nuestra historia todo en un lapso de 19 meses”.



Quizá el gobernador, abrumado, no puede o no quiere recordar que en esos
mismos 19 meses se han batido los récords de temperatura del Ártico (38°),
Europa (48,8°), Canadá (casi 50°) y tantos otros lugares. Que los últimos
siete años son los más calientes de la historia conocida. Que por primera
vez desde que hay registros, llovió, en lugar de nevar, en la cima del manto
de hielo de Groenlandia, y que eso es a todas luces una señal clara de muy
malos augurios, un punto de no retorno para la isla más grande del mundo.
Que recientemente han saltado todas las alarmas en la Antártida también. Que
el Amazonas, antiguo santuario de la vida, emite ya más carbono del que
puede absorber. Que crecen los incendios, inundaciones, olas de frío y
calor, tornados hasta en lugares tan poco habituales como el Mediterráneo,
en definitiva, que los hijos del caos climático cuyo padre es el
turbocapitalismo, cada vez vienen más a visitarnos. Y que cada vez su
potencia es y será mayor. Y aunque él, quizá debido a la tensión del momento
no quiera recordarlo, no quiera entender, nosotros haríamos bien en hacerlo.
Y en decirlo. Gritarlo a los cuatro endiablados vientos: la estabilidad
climática se está acabando. Cuanto más tiempo dejemos pasar sin actuar con
determinación, peor será el final de esta historia.



Tercer Acto



Al alzarse por última vez el telón vemos a un hombre inquieto. Masculla algo
ininteligible, cabizbajo. Se encuentra en su mansión, o en uno de sus yates,
o en el interior de uno de sus cohetes. Qué más da. Desde allí, tras un
largo silencio por el que ha sido muy criticado, lanza una orden para que su
gabinete de comunicación publique un tuit, que será doble. En él reza: “Las
noticias de Edwardsville son trágicas. Tenemos el corazón roto por la
pérdida de nuestros compañeros de equipo allí, y nuestros pensamientos y
oraciones están con sus familias y seres queridos.”



“Todos los habitantes de Edwardsville deben saber que el equipo de Amazon se
ha comprometido a apoyarles y estará a su lado durante esta crisis.
Extendemos nuestra más profunda gratitud a todos los increíbles miembros del
equipo de primeros auxilios que han trabajado incansablemente en el lugar”.



Tira el móvil. Está visiblemente cabreado. Unas horas antes le dio por
publicar en su cuenta de Instagram una foto con personal de otra de sus
empresas, la dedicada a los vuelos espaciales, al turismo para ricos. Y por
eso está siendo juzgado en el tribunal en que se convierte en ocasiones la
red. Ese ignorar a los muertos, a aquellos que ya son tierra y cenizas,
mientras juega a escapar de la Tierra con sus sueños megalómanos, no podía
sentar bien.



Y sí, es megalomanía, no simplemente negocio. Estamos hablando del hombre
que tiene construido un reloj de 42 millones de dólares para que funcione
10.000 años sin que nadie intervenga. “El reloj durará más que nuestra
civilización”, declaró una vez. Estamos hablando del hombre que con un solo
vuelo de su empresa, de once minutos, emite tanto como una de las mil
millones de personas más pobres durante toda su vida.



No lo queremos reconocer, pero casi todos somos víctimas de un cierto tipo
de negacionismo blando. Aquel que nos permite seguir prácticamente sin
inmutarnos mientras el sistema se dirige cada vez a mayor velocidad hacia el
precipicio. Seguimos con la inercia de nuestras vidas sin percibir que esa
misma inercia, aparentemente salvadora para nuestra vida individual, es la
que nos va a condenar como colectivo. Por eso necesitamos un punto de
ruptura. Un lugar, tal vez un suceso, desde el que poder decir: hasta aquí.
Al menos un discurso disruptivo y valiente parece estar ganando fuerza y
espacio. Aunque falta recorrido hasta que sea tan evidente que por fin se
traduzca en avances concretos. El problema es que quizá falte, pero no hay
tiempo.



O paramos pronto el ritmo de ese Moloch que es el sistema actual o vamos a
exponernos a sufrimientos incalculables. Y para parar bien, también habría
que redistribuir mejor. Detener el turbocapitalismo de gigantes como Bezos,
o el flamante hombre del año para la revista Time, Musk –una civilización
enferma solo puede encumbrar a sujetos perversos–, para evitar tener cada
vez más sucesos y malas noticias, para evitar vivir historias con finales
tan tristes e injustos como el de Larry Virden.



* Juan Bordera, es guionista, periodista y activista en Extinction Rebellion
y València en Transició.

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