Cuba/ Por qué los cubanos manifestaron el 11 de julio. ¿Es el principio del fin del miedo? [Samuel Farber]
Ernesto Herrera
germain5 en chasque.net
Mie Jul 28 23:02:52 UYT 2021
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Correspondencia de Prensa
28 de julio 2021
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redacción y suscripciones
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Cuba
Por qué los cubanos manifestaron el 11 de julio
¿Es el principio del fin del miedo en Cuba?
Samuel Farber *
A l’encontre, 28-7-2021
http://alencontre.org/
Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa
Las manifestaciones callejeras que estallaron en toda Cuba el 11 de julio
son un hecho sin precedentes desde el triunfo de la Revolución cubana, hace
más de 60 años. Pero, ¿Por qué ahora? Esta nota explora los factores
históricos, económicos y políticos que ayudan a clarificar las causas del 11
de julio en Cuba, analiza el papel de Estados Unidos y hace una breve
reflexión sobre el futuro cubano.
El domingo 11 de julio estallaron manifestaciones callejeras en Cuba.
Contrariamente a la gran manifestación de 1994, que se limitó al Malecón, la
larga arteria de La Habana frente al Golfo de México, la del 11 de julio
tuvo un carácter nacional. Hubo manifestaciones en muchas ciudades, como
Santiago de Cuba en el este, Trinidad en el centro de la isla y La Habana en
el oeste. El acceso cada vez mayor a las redes sociales tuvo un papel
importante en la rápida difusión de las protestas; no fue ninguna sorpresa
que el gobierno suspendiera inmediatamente el acceso a algunos sitios de
medios sociales y que interrumpiera todas las llamadas telefónicas desde el
extranjero.
La presencia en la calle y la participación de mujeres y hombres negros fue
notoria en todas partes. Esto no es sorprendente, ya que son mucho menos los
cubanos negros que reciben remesas de divisas desde el extranjero, si bien
más del 50% de la población recibe alguna ayuda financiera a través de esta
vía. Las remesas se han convertido en la clave de la supervivencia en Cuba,
sobre todo a raíz de la constante disminución de la cantidad de artículos
disponibles a través de la libreta de racionamiento subvencionada y
establecida en pesos. Los cubanos negros también han sido víctimas del
racismo institucional en el sector del turismo, donde los trabajos visibles
de "primera línea" están reservados principalmente a los hombres y mujeres
blancos y de piel clara, más "atractivos".
Los manifestantes no levantaron ni apoyaron ningún programa o ideología
política, excepto la reivindicación general de libertad política. La prensa
oficial cubana afirma que las manifestaciones fueron organizadas desde el
extranjero por cubanos de derecha. Pero los manifestantes no se hicieron eco
de ninguna de las reivindicaciones asociadas a la derecha cubana, como el
apoyo a Trump que suele escucharse en el sur de Florida y en algunos
círculos disidentes de Cuba. Y nadie reclamó la "intervención humanitaria"
pregonada por los plattistas (la Enmienda Platt, aprobada por el Congreso en
1901 y abolida en 1934, otorgaba a Estados Unidos el derecho a intervenir
militarmente en Cuba), como lo planteó el biólogo Ariel Ruiz Urquiola [desde
Ginebra], víctima también de la represión gubernamental por su activismo
ecológico independiente. Los manifestantes hablaron de la escasez de
alimentos, de medicamentos y de bienes de consumo esenciales, calificaron al
presidente Díaz-Canel de "singao" -una expresión que, en Cuba, se traduce
por "fucked" pero que se refiere a una persona mala y mezquina- y entonaron
la consigna "patria y vida". "Patria y Vida" es el título de una canción de
rap muy popular de un grupo de raperos negros cubanos (disponible en
Youtube.) Miré el clip y escuché varias veces esta canción para apreciarla y
para buscar los significados explícitos e implícitos, incluso en sus
silencios y en sus expresiones ambiguas.
"Patria y Vida" es una oposición al antiguo lema del gobierno cubano "Patria
o Muerte". Un eslogan que podía tener sentido en los años 60, cuando Cuba se
enfrentaba a verdaderas invasiones, pero que raya en la obscenidad cuando lo
pronuncian burócratas de la segunda generación. Sin duda, ya es hora de
cuestionar el culto machista del régimen a la violencia y la muerte, y esta
canción lo hace muy bien.
Pero, ¿qué significa el hecho de rechazar implícitamente el año 1959, el
primer año de la exitosa revolución, como lo hace la canción? En Cuba no
había entonces un sistema de tipo soviético y 1959 no puede reducirse a los
hermanos Castro. Muchas personas de muy distintas convicciones políticas
lucharon y murieron para llevar adelante la revolución que derrocó a la
dictadura de Batista. [Véase Cuba - En tres tiempos históricos, de Gladys
Marel García en https://correspondenciadeprensa.com/?p=19629] La canción
expresa en cambio muchos sentimientos democráticos importantes contra la
actual dictadura cubana, pero lamentablemente no dice nada sobre la
alternativa deseable y deja un espacio para que los peores elementos
derechistas y pro Trump del sur de la Florida la apoyen como propia.
Fiel a su estilo, el presidente Díaz-Canel llamó a los "revolucionarios" a
estar listos para la batalla y salir a retomarles las calles a los
manifestantes. De hecho, fue la policía uniformada, la Seguridad del Estado
(la policía secreta) y las Boinas Negras (las fuerzas especiales) quienes
respondieron con gases lacrimógenos, cachiporras y cientos de detenidos,
entre las que se encontraban varios críticos de izquierda. Según un informe
de Reuters del 21 de julio, las autoridades confirmaron que habían empezado
a juzgar a los manifestantes acusados de diversos delitos, pero lo
desmintieron según otro informe de prensa del 25 de julio. Se trata de
juicios sumarios sin presencia de abogado defensor, un mecanismo que se
utiliza habitualmente para las infracciones menores en Cuba pero que, en
este caso, implica la posibilidad de años de prisión para quienes sean
declarados culpables.
La mayoría de las manifestaciones estuvieron marcadas por la indignación,
pero en general fueron pacíficas y hubo sólo unos pocos casos de violencia,
como algunos saqueos y el hecho de volcar un coche policial. Esto contrasta
con la violencia que suele mostrar la policía. Hay que destacar que al
llamar a sus partidarios a salir a la calle para luchar contra los
manifestantes, Díaz-Canel invocó la noción, de más de 60 años, de que "las
calles pertenecen a los revolucionarios". Al igual que el gobierno siempre
ha proclamado que "las universidades son de los revolucionarios" para
expulsar a los estudiantes y profesores que no se pliegan a la línea del
gobierno. Un ejemplo de ello es el de René Fidel González García, profesor
de Derecho expulsado de la Universidad de Oriente. González García es un
firme crítico de las políticas gubernamentales que, lejos de renunciar a sus
ideales revolucionarios, los ha reafirmado en numerosas ocasiones.
Pero, ¿por qué ahora?
Cuba atraviesa su crisis económica más grave desde los años 90, cuando, tras
el derrumbe del bloque soviético, los cubanos sufrieron infinidad de largos
cortes de electricidad debido a la grave escasez de petróleo, así como una
malnutrición endémica con sus consiguientes problemas de salud.
La crisis económica actual se debe al desplome del turismo ocasionado por la
pandemia, el que se combina con la desinversión de capital a largo plazo por
parte del gobierno y a su incapacidad para mantener la producción, incluso a
los niveles más bajos de los últimos cinco años. El PIB (producto interior
bruto) de Cuba cayó un 11% en 2020 y sólo creció un 0,5% en 2019, el año
anterior al inicio de la pandemia. La zafra anual de azúcar, que finalizó
esta primavera, no llegó al millón de toneladas, por debajo de la media de
1,4 millones de los últimos años y muy lejos de los 8 millones de toneladas
de 1989. El reciente intento del gobierno para unificar las diferentes
monedas que circulan en Cuba -principalmente el CUC ("peso cubano
convertible"), sustituto del dólar, y el peso- resultó contraproducente ya
que provocó una grave inflación pronosticada antes, entre otros, por el
destacado economista cubano Carmelo Mesa-Lago. [Véase su artículo ¿Por qué
estallaron las protestas? en https://correspondenciadeprensa.com/?p=19497]
.
Si el CUC está desapareciendo, efectivamente, la economía cubana está
prácticamente dolarizada con la caída constante del valor del peso. Mientras
que el tipo de cambio oficial es de 24 pesos por dólar, el que prevalece en
el mercado negro es de 60 pesos por dólar, y la situación va a seguir
empeorando porque faltan los dólares de los turistas. Esta tendencia hacia
un dólar cada vez más caro puede verse frenada en cierta medida por la
reciente decisión del gobierno de privilegiar el euro como moneda fuerte.
Lo peor de todo es que hay una escasez generalizada de alimentos, incluso
para los que tienen divisas, moneda fuerte. Las reformas agrícolas de los
últimos años para aumentar la producción nacional no funcionaron porque son
inadecuadas e insuficientes, no permiten que los agricultores privados y los
usufructuarios (agricultores que arriendan tierras al gobierno por períodos
de 20 años renovables por otros 20 años) alcancen a alimentar al país. Así,
por ejemplo, el gobierno concede arbitrariamente créditos bancarios a los
agricultores para algunas cosas, pero no para otras, como la eliminación del
marabú, una hierba invasora. Su eliminación es esencial para los cultivos
pero el costo de la misma es muy elevado. Acopio, la agencia estatal que se
encarga de recoger la parte sustancial de la cosecha que los agricultores
deben vender al Estado a los precios establecidos por el gobierno, es
claramente ineficiente y genera despilfarro, ya sea porque los camiones de
Acopio no llegan a tiempo para recoger su parte, o por la indiferencia y
negligencia sistémicas que imperan en los procesos de envío y de
almacenamiento. Esto genera enormes pérdidas y desperdicios que reducen la
calidad y la cantidad de bienes disponibles para los consumidores. Por ello,
Cuba importa de varios países el 70% de los alimentos que consume, incluido
Estados Unidos (en 2001 se concedió una derogación al bloqueo para la
exportación ilimitada de alimentos y medicamentos a Cuba, pero con la seria
restricción de que Cuba debe pagar en efectivo antes de que la mercadería
sea enviada a la isla).
El economista cubano Pedro Monreal llamó la atención sobre los millones de
pesos que el gobierno ha gastado en la construcción de hoteles turísticos
(en su mayoría a través de empresas mixtas con capitales extranjeros) que,
incluso antes de la pandemia, estaban ocupados muy por debajo de su
capacidad, mientras que la agricultura no cuenta con inversión pública. Esta
elección unilateral de prioridades por parte del Estado-partido único es un
ejemplo de lo que sucede con las prácticas profundamente antidemocráticas.
[Pedro Monreal publicó recientemente en Twitter
(https://twitter.com/pmmonreal/status/1417935142610423812) un balance de
los efectos perversos de las inversiones en el periodo 2014-2020. El gasto
en sanidad, bienestar y educación se redujo en favor del sector inmobiliario
hotelero, un hecho que lleva al economista a afirmar que esta dinámica
"habría sido improbable si los pobres tuvieran algún poder real en las
decisiones económicas" - Nota de A l'encontre]. Esto no es un "defecto" del
sistema cubano, como tampoco lo es la búsqueda incesante de beneficios en el
capitalismo estadounidense. Tanto la burocracia y la falta de democracia en
Cuba como el implacable afán de lucro en Estados Unidos no son defectos sino
elementos constitutivos de ambos sistemas.
Del mismo modo, el petróleo se ha vuelto cada vez más escaso, ya que los
envíos de petróleo venezolano a cambio de servicios médicos cubanos
disminuyeron. No cabe duda de que el endurecimiento del bloqueo criminal por
parte de Trump, que fue más allá de la simple reversión de la liberalización
de Obama durante su segundo mandato en la Casa Blanca, también ha
perjudicado gravemente a la isla, entre otras cosas porque ha dificultado
que el gobierno cubano utilice bancos en el extranjero, estadounidenses o
no, para financiar sus operaciones. De hecho, el gobierno estadounidense
sanciona a las empresas que hacen negocios con Cuba impidiéndoles hacer
negocios con Estados Unidos. Hasta los acontecimientos del 11 de julio, la
administración Biden había dejado intactas casi todas las sanciones de
Trump. Desde entonces, ha prometido que va a permitir un mayor envío de
remesas y que va a dotar de más personal al consulado estadounidense en La
Habana.
El bloqueo criminal es muy real y muy dañino, pero ha provocado
relativamente menos estragos económicos que lo que está en el corazón del
sistema económico cubano: el control y la gestión burocrática, ineficiente e
irracional de la economía por parte del gobierno. El gobierno cubano y sus
aliados "izquierdistas" del Norte globalizado, y no el pueblo cubano,
siguen, como desde hace décadas, culpando sólo al bloqueo de todos los
males.
Al mismo tiempo, la clase trabajadora de las zonas urbanas y rurales no
tiene incentivos económicos ni políticos bajo la forma de control
democrático de sus lugares de trabajo y de la sociedad para implicarse en su
trabajo, lo que reduce la cantidad y la calidad de la producción.
Situación sanitaria en Cuba
Después del comienzo de la pandemia de Covid-19 a principios de la primavera
de 2020, con respecto a los otros países de la región, la situación en Cuba
fue relativamente buena durante el primer año. Pero en los últimos meses,
por razones que aún no están claras, aparte del ingreso de la cepa Delta en
la isla, se ha deteriorado fuertemente, agravando así los problemas
económicos y políticos del país. Así, como señalaba Jessica Domínguez
Delgado en el blog cubano El Toque (13 de julio), hasta el 12 de abril, poco
más de un año después del inicio de la pandemia, habían fallecido 467
personas de los 87.385 casos que se habían diagnosticado de Covid-19. Sin
embargo, sólo tres meses después, el 12 de julio, el número de personas
fallecidas era de 1.579 de los 224.914 casos diagnosticados (2,5 veces más
que en el periodo anterior, mucho más largo).
La provincia de Matanzas y su capital del mismo nombre, situada a 100
kilómetros al este de La Habana, se convirtieron en el epicentro de la
repentina expansión de la pandemia en Cuba. Según el gobernador provincial,
en Matanzas faltaban 3.000 camas en relación con el número de pacientes que
las necesitaban. El 6 de julio, un amigo personal que vive en la ciudad de
Matanzas me escribió sobre la terrible situación sanitaria, con falta de
médicos, tests y oxígeno en medio de hospitales desbordados. Mi amigo me
dijo que el gobierno nacional se había mostrado incapaz de controlar la
situación hasta ese día, hasta que, por fin, formuló un plan de acción para
la ciudad. Finalmente, el gobierno tomó una serie de medidas, entre ellas el
envío de una cantidad importante de personal médico extraordinario, pero en
el momento de escribir este artículo, es demasiado pronto para evaluar
cuáles son los resultados.
Los científicos e institutos de investigación cubanos merecen mucho crédito
por el desarrollo de varias vacunas contra el coronavirus. Sin embargo, el
gobierno es responsable de la excesiva e innecesaria demora en la vacunación
de la población de la isla, agravada por su decisión de no procurarse
vacunas donadas desde el extranjero y de no adherir al programa Covax
(Covid-19 Vaccines Global Access) de 190 países, patrocinado por varias
organizaciones internacionales, entre ellas la Organización Mundial de la
Salud (OMS), organización con la que el gobierno cubano mantiene buenas
relaciones. Actualmente, sólo el 16% de la población está totalmente
vacunada y apenas el 30% ha recibido al menos una dosis de la vacuna.
La crisis médica en la provincia y en la capital de Matanzas forma parte de
un esquema más amplio de escasez y de abandono de la atención médica, ya que
el gobierno cubano ha acelerado la exportación de personal médico al
extranjero para reforzar lo que representa su principal exportación desde
hace cierto tiempo. Por eso, el valioso programa de médicos de familia
introducido en los años 80, se deterioró seriamente. Mientras que el
gobierno cubano aplica un índice decreciente (que incluye algunos trabajos
voluntarios) a sus clientes extranjeros, los médicos cubanos reciben entre
el 10 y el 25% de lo que los clientes extranjeros le pagan al gobierno. No
hace falta decir que el personal médico cubano no puede organizar sindicatos
independientes para negociar con el gobierno las condiciones de trabajo. Sin
embargo, salir al extranjero es una misión que la mayoría de los médicos
cubanos desean, ya que ganan una cantidad importante de divisas y pueden
comprar productos extranjeros. Sin embargo, si no regresan a Cuba al final
de su misión, son sancionados administrativamente (es decir, no
judicialmente) con ocho años de exilio forzoso.
El contexto político
A principios de este año, la vieja guardia dirigente, que peleó contra el
régimen de Batista y que tiene entre 80 y 90 años, dejó sus funciones
gubernamentales para darle paso a la nueva dirección compuesta por Miguel
Díaz-Canel (nacido en 1960) como presidente y Manuel Marrero Cruz (nacido en
1963) como primer ministro. Esta nueva dirección sigue con la política de
Raúl Castro de liberalización económica y social, sin democratización. Por
ejemplo, en 2013 el gobierno liberalizó las reglamentaciones que controlaban
la circulación de personas para que la mayoría de los cubanos pudiera viajar
al extranjero más fácilmente.
Sin embargo, y a la misma vez, el gobierno ha hecho que sea prácticamente
imposible para muchos disidentes salir del país, por ejemplo, retrasando su
salida para que no puedan llegar a tiempo a las conferencias en el
extranjero y creando una lista de unos 200 "regulados" (personas sujetas a
disposiciones reglamentarias) a los que no se les permite salir del país en
absoluto. Es importante destacar que, al igual que otras medidas adoptadas
por el gobierno cubano mencionadas anteriormente, estas acciones son la
continuación de las políticas de Fidel y de Raúl Castro, en las que las
decisiones políticas y administrativas se toman al margen del sistema
judicial del régimen. Lo mismo ocurre con los cientos de detenciones
relativamente breves que el gobierno de Raúl Castro solía llevar a cabo cada
año, sobre todo para intentar obstaculizar las manifestaciones públicas no
controladas por el gobierno (un método policial que sólo se aplica, en
principio, a las manifestaciones políticas previamente planificadas, a
diferencia de las que tuvieron lugar el 11 de julio).
El Estado-partido único
El Estado-partido único sigue funcionando como bajo el gobierno de Fidel y
de Raúl Castro. Sin embargo, en realidad, el Partido Comunista de Cuba (PCC)
no es realmente un partido, lo que implicaría la existencia de otros
partidos. El PCC tampoco es un partido principalmente electoral, aunque
controla firmemente desde la cúpula las llamadas elecciones periódicas que
siempre dan lugar a la aprobación unánime de la línea política seguida por
las autoridades.
A veces, algunas personas desilusionadas con los partidos corruptos
existentes en América Latina e incluso en Estados Unidos reaccionan con
indiferencia, o incluso aprueban el Estado unipartidista cubano, porque
consideran que las elecciones refuerzan los sistemas corruptos. Esas
personas piensan que es mejor tener un partido político honesto que funcione
que un sistema multipartidista corrupto que no funcione. El problema con
este tipo de razonamiento es que los sistemas burocráticos de partido único
no funcionan bien en absoluto, excepto quizás para suprimir por completo
cualquier oposición. Además, la corrupción se abre paso tarde o temprano en
un sistema de partido único, como la historia lo ha demostrado repetidas
veces. En el caso de Cuba, el propio Fidel Castro advirtió en un famoso
discurso del 17 de noviembre de 2005 que la revolución tenía más
posibilidades de perecer por la corrupción endémica que por las acciones de
los contrarrevolucionarios.
El monopolio organizativo del PCC, que la Constitución cubana establece
explícitamente, no sólo afecta las elecciones, sino que también extiende su
poder de forma muy autoritaria para controlar la sociedad cubana a través de
las llamadas organizaciones de masas que funcionan como correas de
transmisión de las decisiones tomadas por el Buró Político del PCC. Por
ejemplo, la CTC [Central de Trabajadores de Cuba], el sindicato oficial, es
la correa de transmisión que permite al Estado cubano mantener su monopolio
sobre la organización de los trabajadores cubanos. Más allá de hacer cumplir
la prohibición de las huelgas, la CTC no es una organización que defienda
los intereses de la clase obrera determinados por los propios trabajadores.
Por el contrario, fue creada para promover lo que la dirección del PCC en el
poder considera que son los mejores intereses de los trabajadores.
Los mismos mecanismos de control se aplican a otras "organizaciones de
masas" como la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y a otras instituciones
como editoriales, universidades y todo el resto del sistema educativo. Los
medios de comunicación (radio, televisión y periódicos) siguen estando bajo
el control del gobierno, y se basan en las "orientaciones" del Departamento
ideológico del Comité Central del PCC. Sin embargo, hay dos excepciones
importantes al control estatal sobre los medios de comunicación: la primera
tiene que ver con las publicaciones internas de la Iglesia Católica, pero la
jerarquía católica cubana es extremadamente prudente y la distribución de
sus publicaciones se limita a sus parroquias y a otras instituciones
católicas. Una excepción mucho más importante es Internet, que el gobierno
aún no ha logrado someter a su control absoluto y que sigue siendo el
principal vehículo para las voces críticas y disidentes. Ese control
incompleto de Internet es precisamente lo que hizo posible las explosiones
políticas nacionales del 11 de julio.
¿Adónde va Cuba?
Al no contar con la presencia de Fidel Castro ni con el grado de legitimidad
que conservaba la cúpula histórica, Díaz-Canel y los demás dirigentes del
nuevo gobierno fueron duramente golpeados políticamente por los
acontecimientos del 11 de julio, si bien recibieron el vergonzoso apoyo de
la mayor parte de la izquierda internacional. El hecho de que la gente
parece no tener ya tener miedo es quizá la mayor amenaza para el gobierno
que se desprende de los acontecimientos del 11 de julio. A pesar de este
golpe, la nueva dirección está dispuesta a seguir con la orientación de Raúl
Castro que consiste en desarrollar una versión cubana del modelo
chino-vietnamita, el que combina un alto grado de autoritarismo político con
concesiones al capital privado y sobre todo, extranjero.
A su vez, los dirigentes del gobierno cubano seguirán aplicando políticas de
reforma económica incoherentes e incluso contradictorias por miedo a perder
el control en favor del capital privado cubano. El gobierno ha autorizado
recientemente la creación de PYMES (pequeñas y medianas empresas privadas),
pero no sería nada sorprendente que muchas de estas PYMES recién creadas
acabaran en manos de importantes funcionarios del Estado convertidos en
capitalistas privados. Existe un importante estrato gubernamental,
especialmente en el ejército, de dirigentes empresariales y técnicos con
amplia experiencia en sectores como el turismo. El más importante es el
general Alberto Rodríguez López-Calleja, de 61 años, antiguo yerno de Raúl
Castro, que es el director de GAESA, el enorme conglomerado de empresas
militares, que incluye a Gaviota, la principal empresa turística de la isla.
Es significativo que recientemente se haya convertido en miembro del Buró
Político del PCC.
Tal vez esta generación más joven de empresarios, militares y burócratas
civiles intente superar la mentalidad rentista que 30 años de intensa ayuda
soviética crearon en los dirigentes cubanos, como demuestra el hecho de que
no se modernizara ni diversificara la industria azucarera (como fue el caso
en Brasil) durante los años relativamente prósperos que se acabaron en 1990.
Es cierto que el bloqueo económico estadounidense contribuyó a la mentalidad
rentista al fomentar una actitud de sobrevivencia económica cotidiana en
lugar de aumentar la productividad de la economía cubana para permitir un
futuro más próspero.
¿Qué podemos esperar de los Estados Unidos? Es poco probable que Joe Biden
tome iniciativas importantes en su primer mandato para cambiar las políticas
imperialistas de Estados Unidos hacia Cuba, las que empeoraron
considerablemente bajo Trump. Aún es imposible saber si un probable segundo
gobierno demócrata en Washington a partir de 2025 tendrá una política
diferente, la interrogante está abierta.
Sin embargo, subyace una paradoja en la política del gobierno estadounidense
hacia Cuba. Si bien la política de Estados Unidos no está actualmente
motivada, principalmente, por los intereses de la clase dominante, sino por
consideraciones electorales, sobre todo en el estado de Florida, no es
necesariamente menos dura ni, lo que es más alarmante, menos sostenible. La
Cámara de Comercio de EE.UU., probablemente la institución empresarial
políticamente más activa en EE.UU., ha defendido durante muchos años la
reanudación de las relaciones comerciales normales con Cuba. Thomas J.
Donohue, que fue durante mucho tiempo su director y que se jubiló a
principios de este año, visitó Cuba en muchas ocasiones y se reunió con los
dirigentes del gobierno. Las grandes empresas agrícolas también están
interesadas en hacer negocios con Cuba, al igual que los intereses agrícolas
y empresariales del Sur, el Suroeste y los estados montañosos (Arizona,
Colorado, Montana, Nevada, Nuevo México, Utah, Wyoming, Idaho),
representados tanto por políticos republicanos como demócratas. Sin embargo,
es poco probable que estén dispuestos a invertir mucho capital político para
lograr este objetivo.
Esto supone una tarea adicional para la izquierda estadounidense, la que
deberá salir del impasse -un atolladero que estimula claramente el
mantenimiento indefinido del bloqueo- a través de un nuevo tipo de campaña
que se concentre en la grave agresión y en la injusticia cometida contra el
pueblo cubano sin hacer la apología de la dirección política del Estado
cubano.
En todo caso, los militantes de izquierda en Estados Unidos tienen dos
tareas esenciales. En primer lugar, deben oponerse firmemente al criminal
bloqueo económico de Cuba. En segundo lugar, deben apoyar los derechos
democráticos del pueblo cubano y no a un Estado policial esclerosado, así
como apoyan la lucha por los derechos humanos, la democracia y el cambio
social y económico radical en América Latina, en Colombia y Chile, o en
Myanmar y Hong Kong en Asia. (Artículo publicado en In These Times,
27-7-2021, https://inthesetimes.com/)
* Samuel Farber nació y creció en Cuba. Es profesor jubilado de la City
University de Nueva York. Ha escrito muchos libros y artículos sobre Cuba.
Su último libro es The Politics of Che Guevara: Theory and Practice
(Haymarket Books). Otro libro es Cuba Since the Revolution of 1959: A
Critical Assessment (Haymarket Books, 2011), que fue objeto de muchos
comentarios y análisis.
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