Myanmar/ Una represión proporcional a la resistencia popular. [Charles-André Udry]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Mar 4 22:43:44 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

4 de marzo 2021

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Myanmar

 

Una represión proporcional a la resistencia popular

 

Charles-André Udry

A l’encontre, 4-3-2021 

http://alencontre.org/asie/

Traducción de Correspondencia de Prensa

 

Las diversas manifestaciones contra la junta que el 1° de febrero se impuso
y tomó el control de todos los poderes, sin los resguardos erigidos en los
últimos años, mantuvieron su intensidad durante los últimos días de febrero,
al tiempo que se intensificó la represión. La represión utilizó municiones
reales; los testimonios indican la presencia de francotiradores que apuntan
y matan a los manifestantes para provocar una reacción de miedo en cadena,
disolviendo los colectivos que bloquean las calles y se erigen físicamente
en obstáculos al poder dictatorial. Según la enviada de la ONU a Myanmar,
Christine Schraner Burgener, desde el 1° de febrero han muerto más de 50
personas y cientos de manifestantes han resultado heridos. Este 4 de marzo,
las detenciones llegan a unas 1.500 personas.

 

Siguiendo la tradición de las dictaduras militares, el ejército y la policía
atacan al personal sanitario, a las enfermeras, a los médicos, a los
estudiantes de medicina. El Movimiento de Desobediencia Civil (CDM, por sus
siglas en inglés) fue lanzado inicialmente por los trabajadores del sector
de la salud que se negaron a presentarse a trabajar tras el golpe del 1º de
febrero. Los trabajadores de la salud fueron uno de los desencadenantes de
la "insurgencia democrática" al estimular las manifestaciones callejeras,
fomentar el boicot a las empresas relacionadas con el ejército y al pedir a
los funcionarios que rechazaran las directivas del régimen militar. Ahora,
esos cuidadores se han organizado localmente para brindar ayuda de
emergencia a los manifestantes heridos, apaleados e incluso muertos por
disparos de las fuerzas policiales y militares. Por tanto, se han convertido
en uno de los blancos de la dictadura.

 

Una enfermera voluntaria de Myitkyina, capital del estado de Kachin, declaró
a un periodista: "El mayor peligro son los disparos cuando trabajamos sobre
el terreno. Las balas también pueden alcanzarnos, incluso podemos morir en
cualquier momento". En la ciudad de Mandalay, un equipo de 30 profesionales
sanitarios voluntarios garantiza las emergencias en toda la ciudad. Llevan
mochilas con material básico para desinfectar las heridas y detener las
hemorragias. Los controles policiales impiden su desplazamiento por la
ciudad para evitar la atención a los distintos grupos de manifestantes
atacados por la policía. En la ciudad de Myitkyina, "un centenar de
enfermeras de salud pública en huelga prestan atención primaria y servicios
a través de equipos móviles. Dirigen una red de derivación a ambulancias y
médicos voluntarios". Un equipo de enfermeros acompaña a los manifestantes
"con brazaletes blancos y distintivos para facilitar su identificación y son
seguidos por motocicletas que llevan los botiquines". Ese grupo "compró sus
propios teléfonos y tarjetas SIM y distribuyó folletos por toda la ciudad
con sus datos de contacto para emergencias" (informe de Al Jazeera del 3 de
marzo). El hecho de que las ambulancias y los trabajadores sanitarios se
hayan convertido en objetivos de la represión revela tanto su actividad
organizada como el deseo de eliminarlos, ya que son una especie de garantía
para aquellos/as que hacen frente a los controles policiales. El miedo está
ciertamente presente -y lo expresan sin ambages-, pero son conscientes del
apoyo que prestan al mantenimiento de las manifestaciones anti
dictatoriales. Este grado de organización colectiva es un factor que explica
la importancia de la resistencia y el odio acentuado a la dictadura, que no
había previsto la profundidad del rechazo popular al “golpe” del 1° de
febrero, especialmente entre las nuevas generaciones que ya no recuerdan las
masacres de 1988.

 

El Movimiento de Desobediencia Civil (CDM) reúne, de manera lógica y
fisiológica a diferentes corrientes. Ante la "anulación oficial de las
elecciones de noviembre de 2020" (Véase
http://alencontre.org/asie/birmanie/myanmar-annuler-officiellement-les-elect
ions-et-diffuser-la-repression-et-la-peur.html), la exigencia inicial de
“respetar nuestro voto” se inscribe, por supuesto, en una continuidad, pero
sólo puede concretizarse en un contexto que ha evolucionado a lo largo del
último mes. Por consiguiente, los diputados elegidos en 2020, en su inmensa
mayoría miembros de la LND (Liga Nacional para la Democracia), prevén que
las movilizaciones puedan “volver” a la situación de finales de enero. Esos
representantes electos se organizan en el Committee Representing Pyidaungsu
Hluttaw (CRPH-Comité de Representación de la Asamblea de la Unión, el órgano
legislativo bicameral), que cuenta con una amplia audiencia. A principios de
marzo, declararon que "asumían sus obligaciones como miembros del gabinete"
y para ello nombraron a cuatro ministros (véase The Irrawaddy, 2 de marzo de
2021). El CRPH es un punto de referencia para los representantes de la LND
en muchos distritos y circunscripciones y de esta manera se consolida como
una estructura gubernamental paralela que puede ser vista como un
interlocutor ante la ONU. La declaración ampliamente difundida del 26 de
febrero del Representante Permanente de Myanmar ante la ONU, U Kyaw Moe Tun,
denunciando el golpe de Estado y afirmando su lealtad al pueblo, se inscribe
en esta perspectiva de reconocimiento de la CRPH como gobierno legítimo. Las
detenciones y condenas de dirigentes de la LND tienen el objetivo de
neutralizar esta perspectiva de “contragolpe”. Por otra parte, los golpes
asestados a los medios de comunicación en lengua birmana y el aumento de las
detenciones de periodistas son un obstáculo para la presencia pública de la
CRPH.

 

Las actividades de resistencia de las "sociedades civiles de las minorías
regionales" participan en el rechazo a la dictadura, pero no se inscriben de
manera automática en un movimiento hegemonizado por representantes de la
LND, que no tomaron en cuenta la perspectiva de un sistema federalista y se
inscribieron en una afirmación centralista. La perpetuación de un movimiento
de resistencia también plantea el problema de las posibles confluencias
entre estos componentes, aunque la represión tiende a soslayar esta cuestión
por el momento. Por último, los diversos movimientos de huelga, como el de
los profesores -cuyo impacto está seguramente limitado por el confinamiento
del sistema escolar-, el de los trabajadores de la salud y el de los
trabajadores del sector privado, son decisivos para mantener el
disfuncionamiento del sector público y de las empresas vinculadas al aparato
militar. Pero su inclusión en el CDM y por lo tanto en la confrontación
política de facto, contra la Junta, significa que tenga capacidad para
mantener sus acciones, para no dejarse doblegar por una represión
contundente y para encontrar diferentes vías a la expresión de sus
reivindicaciones.

 

En varias publicaciones en inglés y en los llamados a través de las redes
sociales, hay una marcada expectativa sobre la “ayuda de la comunidad
internacional ante el golpe de Estado”. El pedido de sanciones contra los
miembros del aparato militar -el Tatmadaw- es más que comprensible. Lo mismo
ocurre con las sanciones a las empresas directamente vinculadas al Tatmadaw
y con aquellas acciones que denuncian la colaboración de las empresas
transnacionales presentes en Myanmar con la junta y exigen el respeto de los
derechos sindicales de sus empleados. Los discursos sobre este tema
realizados ante la OIT son funcionales al desarrollo de la solidaridad
internacional, entre otros del movimiento sindical. La junta va a seguir
intensificando la represión para impedir que el CDM, más allá de sus
diversos componentes, aparezca como una expresión masiva de reivindicaciones
democráticas y sociales. Eso es lo que alimenta su odio ante el masivo e
inesperado rechazo al “golpe” del 1° de febrero, un odio que no se alimenta
solamente de una “costumbre del poder militar ” como lo sugieren varios
medios internacionales.

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