Memoria/ Las mujeres en la Comuna de París [Manuel Kellner]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Mar 10 12:25:15 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

10 de marzo 2021

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Memoria

 

Hace 150 años 

 

Las mujeres en la Comuna de París

 

Manuel Kellner 

Sozialistische Zeitung, marzo 2021

https://www.sozonline.de/

Traducción de Viento Sur

https://vientosur.info/

 

Hace 150 años, el 18 de marzo de 1871, comenzó la insurrección que alumbró
la Comuna de París, que duraría 72 días. Karl Marx y Friedrich Engels
escribieron sobre esta experiencia histórica. Sus conclusiones forman parte
hasta nuestros días de los principios básicos del socialismo revolucionario
en todo el mundo. El papel de las mujeres en esta insurrección y en la
democracia radical que nació de ella suele tratarse más bien poco en ocasión
de las conmemoraciones, pese a que existe toda una serie de estudios al
respecto.

 

Prosper-Olivier Lissagaray escribió en su Histoire de La Commune [01],
publicada ya en 1876 y que hay que calificar de obra clásica sobre el tema,
lo siguiente [traducción propia]: “Las mujeres fueron las primeras en
avanzar, como en los días de la revolución. Las mujeres del 18 de marzo
estaban curtidas a raíz del asedio –no en vano tuvieron que soportar una
doble ración de penuria– y no esperaron a sus hombres. Rodearon las
ametralladoras y dijeron a los soldados: ‘¡Es una vergüenza! ¿Qué hacéis
aquí?’ Los soldados guardaban silencio. De vez en cuando decía un
suboficial: ‘Andad, buenas mujeres, ¡largaros de aquí!’ El tono de su voz no
era áspero, y las mujeres se quedaron… Un gran número de guardias
nacionales, con las culatas de los fusiles en alto, acompañados de mujeres y
niños, avanzaban por la rue des Rosiers. Lecompte (el general) se vio
rodeado, ordenó tres veces abrir fuego. Pero sus hombres permanecieron con
los fusiles en tierra. Cuando se acercó la multitud, confraternizaron, y
Lecompte y sus oficiales fueron detenidos.”

 

El 8 de febrero había sido elegida, por exigencia de Bismarck, una Asamblea
Nacional de mayoría monárquica para iniciar las negociaciones de paz. A
partir del 17 de febrero, Adolphe Thiers se instaló, como jefe del gobierno,
en Versalles, la residencia de los reyes. La masa de trabajadores y
trabajadoras y de la pequeña burguesía estaba decidida a defender París
frente al ejército prusiano, pese a la enorme penuria que sufría la ciudad
sitiada: paro masivo, hambre, frío. La peor parte recayó en las mujeres, que
ya desde antes llevaban todas las de perder: cobraban salarios más bajos y
se veían oprimidas y acosadas de muchas maneras.

 

La Guardia Nacional, formada mayoritariamente por trabajadores, era el brazo
armado de la población parisina. Thiers exigía la capitulación, y su intento
del 18 de marzo de desarmar este cuerpo, que en aquel momento contaba
probablemente con unos 180.000 hombres, sentó como una enorme provocación.
Así comenzó la insurrección del pueblo de París. El papel de avanzadilla de
las mujeres en la respuesta a la ofensiva contra el París republicano no fue
fruto de la casualidad.

 

“Bellos animales”

 

La efervescencia democrática radical y social se hizo notar meses antes del
estallido de la guerra franco-alemana, sobre todo en París. Louis Bonaparte
(Napoleón III) emprendió su guerra de agresión precisamente para parar los
pies a esta efervescencia. Sin embargo, después de defenderse con éxito, el
ejército comandado por Prusia pasó al ataque, y la aventura bonapartista
acabó estrepitosamente. 

 

Meses antes, muchas mujeres habían comenzado a participar en el movimiento
republicano y social, a reunirse por su cuenta y crear organizaciones
propias. El 8 de septiembre de 1870, un grupo de mujeres, con André Léo
(Léodile Champeix) y Louise Michel a la cabeza, se manifestaron delante del
ayuntamiento y pidieron armas para luchar contra los prusianos. El 7 de
octubre, estas mujeres reclamaron su derecho a participar en los combates en
primera línea, para asegurar la atención a los heridos. Las posiciones
contrarias a la participación de las mujeres en el bando republicano y
socialista-comunista –en particular, Proudhon estaba estrictamente en
contra, e incluso llegó a afirmar que las mujeres son “bellos animales, pero
animales”– comenzaron a desmoronarse.

 

El combate de la Comuna, proclamada el 18 de marzo, se desarrolló en dos
frentes al mismo tiempo: contra los sitiadores prusianos y contra el
gobierno traidor de Versalles. Además, se intentó resolver los problemas
sociales más acuciantes y construir un mundo nuevo en medio de una situación
angustiosa, un mundo en que el pueblo trabajador tomaba las riendas de su
propio destino. Difícilmente se podía rechazar la implicación de las mujeres
en la solución de todos estos problemas.

 

El Comité Central de la Guardia Nacional asumió al principio el mando del
París revolucionario y organizó elecciones al consejo municipal, la Comuna,
elecciones que tuvieron lugar el 26 de marzo. El 28 de marzo se proclamó
públicamente la Comuna. A partir del 29 de marzo funcionaban diez
comisiones, que elaboraban propuestas que sometían a la aprobación del
consejo. Entre ellas, cabe citar la separación de Iglesia y Estado; escuela
laica y gratuita, obligatoria para niños y niñas; derecho al trabajo
remunerado; concesión de la nacionalidad a inmigrantes; confiscación de
viviendas vacías para personas sin hogar; asistencia letrada gratuita;
socialización de las empresas abandonadas por sus propietarios,
autogestionadas por cooperativas creadas por el personal.

 

Las medidas de la Comuna

 

Una serie de resoluciones de la Comuna mejoraron la situación de las
mujeres. Estas podían obtener el divorcio de sus maridos mediante una simple
declaración de voluntad y recibían apoyo material de la Comuna hasta que
decidiera el tribunal. Maestras y maestros percibían el mismo salario. Las
compañeras de guardias nacionales caídos en combate recibían de la Comuna la
misma indemnización que las mujeres casadas.

 

Los representantes electos estaban obligados a rendir cuentas ante su
electorado y sus cargos eran revocables en todo momento; el consistorio se
consideraba poder legislativo y poder ejecutivo al mismo tiempo, y percibían
para su sustento la cantidad equivalente al salario medio de un obrero. Las
mujeres no tenían derecho de voto en la Comuna, pero no cabe duda de que
esta habría implantado finalmente este derecho si hubiera tenido más tiempo.
En los niveles de representación inferiores, en los distritos y en numerosas
entidades, muchas mujeres ostentaban cargos de dirección y desempeñaban
funciones importantes.

 

Las actividades de las mujeres en la Comuna y para la Comuna eran muy
variadas, tanto que no podemos enumerarlas todas aquí. Participaban en la
defensa, el abastecimiento y en la solución de todos los problemas
cotidianos imaginables. El 21 de mayo, las tropas de Thiers entraron en
París, después de haber bombardeado la ciudad repetidamente. Numerosas
mujeres combatieron en las barricadas. Docenas de ellas caerán prisioneras y
serán maltratadas y masacradas. Es imposible saber cuántas de ellas
figuraban entre las 20.000 a 30.000 personas muertas.

 

La contrarrevolución furibunda practicó la venganza, y no solo por la vía
judicial. El 29 de mayo proclamó su victoria. Oficialmente hubo 26 penas de
muerte, 4.213 deportaciones a Nueva Caledonia y alrededor del mismo número
de penas de prisión y trabajos forzados. Louise Michel fue condenada a nueve
años de deportación. Otras ingresaron en prisión, con condenas que oscilaban
entre seis días y a perpetuidad; la pena más frecuente ascendía a cinco
años. 3.000 comuneros y comuneras lograron escapar al exilio.

 

Karl Marx escribió que la Comuna de París era “la forma política por fin
descubierta en la que puede producirse la emancipación económica del
trabajo”. En comparación con épocas posteriores –o con Inglaterra en el
mismo periodo–, las factorías e industrias, y con ellas las plantillas, eran
pequeñas en aquel entonces. A pesar de ello se demostró que era posible
construir, organizando la solidaridad, una comunidad que era al mismo tiempo
una dictadura revolucionaria y una democracias radical, participativa,
modelo de todas las tentativas posteriores de establecer una democracia de
los consejos.

 

Autoemancipación

 

Las democracias parlamentarias burguesas son formas más o menos encubiertas
de gobierno del capital. Una alternativa democrática socialista solo puede
surgir desde abajo, basada en la autoorganización democrática de la clase
trabajadora, junto con todos los sectores explotados y oprimidos. Estas
estructuras no se crean para poner en práctica determinadas ideas
preconcebidas, sino para resolver problemas concretos en la lucha contra la
explotación y la opresión. Cuando las masas comienzan a inmiscuirse en las
instancias en que se decide su destino, surge la oportunidad de implantar un
orden político alternativo.

 

El legado todavía vigente en nuestros días de la Comuna de París incluye la
noción de que este movimiento, que aspira a la emancipación universal, es
impensable sin la participación masiva de las mujeres, que se autoorganizan
en el movimiento, participan en él y en él hacen valer sus propios
intereses. La clase asalariada solo puede emanciparse por sí misma. Al mismo
tiempo, solo puede autoemanciparse eliminando todas las formas de dominio de
personas sobre personas. Por tanto, acabar con la opresión, la
discriminación y el menoscabo de las mujeres es parte integrante de las
aspiraciones socialistas y comunistas.

 

La experiencia de la Comuna de París también enseña que las mujeres
necesitan organizarse por sí mismas, pues por mucho que su liberación
redunde objetivamente en interés de los hombres explotados y oprimidos, en
cualquier situación de desigualdad social hay que superar la resistencia de
quienes quisieran colocarse a pesar de todo por encima de otras personas.

 

Nota

 

1/ En castellano: Hippolyte Prosper-Olivier Lissagaray, La Comuna de París,
Editorial Txalaparta (Tafalla, 2004).

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