Colombia/ En la trinchera de Puerto Resistencia, el bastión insurrecto de Cali. [Juan Diego Quesada]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Mayo 8 12:01:55 UYT 2021


  _____

Correspondencia de Prensa

8 de mayo 2021

https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

germain en montevideo.com.uy <mailto:germain en montevideo.com.uy>

  _____



Colombia



En la trinchera de Puerto Resistencia, el bastión insurrecto de Cali



Juan Diego Quesada, desde Cali

El País, 6-5-2021

https://elpais.com/internacional/



Lleva una señal de tráfico del revés a modo de escudo, una máscara antivapor
que le prestó un amigo pintor y unas rodilleras de cuero y clavos remendadas
con una máquina de coser. Hugo solo tiene 20 años, pero asegura que está
dispuesto a morir esta noche por defender su barrio de la policía.



Se acaba un sándwich y toma posición en una de las barricadas de Puerto
Rellena, un barrio pobre de la ciudad colombiana de Cali en el que se han
registrado algunos de los enfrentamientos más duros entre policías y
manifestantes, sobre todo durante la madrugada. “Aquí estamos día y noche.
No van a pasar”, dice, y al abrir la boca deja ver un aparato de ortodoncia.



Cali, de 2,2 millones de habitantes, la tercera ciudad más grande de
Colombia, ha protagonizado las protestas contra el Gobierno de Iván Duque.
Es una ciudad con un potente tejido empresarial que en el último año, por
ejemplo, tuvo la tasa más baja de homicidios de las últimas tres décadas.
Pero también un sitio con una enorme desigualdad, donde se calcula que un
cuarto de sus habitantes vive en la pobreza.



Ese es el mundo que les tocó a los vecinos de Puerto Rellena, que ahora se
hace llamar Puerto Resistencia. El barrio está rodeado de barricadas y
retenes. Se ha erigido como una pequeña república independiente donde ha
desaparecido la presencia del Estado.



Todo empezó el 28 de abril, el primer día de paro nacional convocado para
protestar contra la reforma tributaria promovida por el Gobierno. En medio
de las protestas, un chico de 17 años, Marcelo Agredo, empujó a un policía
motorizado. El agente se bajó del vehículo, persiguió durante unos metros a
Agredo y le disparó dos veces por la espalda. Lo mató. Un rato después otro
agente asesinó a Jeirson García, de 13 años. Eran dos adolescentes muy
populares en el barrio. La mecha se prendió. Una turba echó a los
antidisturbios con piedras y palos y quemó una pequeña comisaría. Desde
entonces ellos mandan aquí.



Dure lo que dure hasta el regreso de las autoridades, Puerto Resistencia
tiene vida propia. Hay asambleas donde se discute el futuro de la nación y
hospitales improvisados para atender heridos. Los vendedores de fruta y
bebidas pasean con sus tiendas móviles. Un predicador, subido a un pedestal,
le grita a la multitud: “Llegó el tiempo de Dios. ¡Dios es fuerte!”. Las
cifras sobre fallecidos en Cali son confusas. Algunas organizaciones
sociales han documentado la muerte de siete jóvenes. Otras elevan la cifra a
22.



Francia Márquez, una activista medioambiental muy conocida por oponerse a
las empresas mineras en Colombia, pasea despreocupada por Puerto
Resistencia, sin los tres policías que la escoltan habitualmente: “Aquí los
tendría que defender yo a ellos”. No le extraña que este se haya convertido
en un foco contra las fuerzas de seguridad: “Los jóvenes no tienen ningún
futuro, les han quitado todo. No tienen nada que perder”.



En una esquina, una muchedumbre desvalija una gasolinera en orden. Hay
cuatro tipos que sacan el combustible directamente del pozo y llenan las
botellas de refresco de los que esperan en fila. Un chico se acerca a una
mujer que acaba de recibir un litro:



—¿Señora, de a cuánto?



—No, mi amor.



—Le doy 50.000. (Casi 11 euros, cuando el litro cuesta habitualmente 0,4
euros)



—No tiene precio.



—100.000—, insiste el joven.



—No, cariño.



En ese momento un señor con bigote, con aspecto de no haber roto un plato en
su vida, cruza por delante de la gasolinera y saca una fotografía con el
móvil. De inmediato los que rodean el pozo le persiguen y le quitan el
teléfono. El hombre se va, resignado.



Unos metros arriba, más confusión. Dos hombres armados persiguen a otro por
una avenida. Se para el tráfico. Los coches tratan de dar media vuelta a la
desesperada. Cuando lo atrapan, los de las pistolas hablan con él unos
segundos y después lo dejan ir. El perseguido suspira, pálido.



La policía, que ha reforzado la ciudad con 1.500 efectivos más, aparece de
repente. En una gasolinera céntrica acaban de dispersar a la fuerza a otro
grupo de saqueadores. “Abrimos y atendimos a la gente. Pero un man que
quería más se enfadó y sacó un fierro (pistola). La bombera (la empleada que
echa el combustible) corrió por allá lejos”, cuenta uno de los trabajadores.
Entonces se quedó él solo al mando de las operaciones. “Les dije que no
podían llevarse eso así. Una chispita que haga ahí y se van todos a la
mierda. Me querían linchar”, dice, todavía con el susto en el cuerpo.



Empieza a oscurecer. Los pocos que hay en la calle se dan prisa para llegar
a casa antes de que se haga de noche, cuando tiene lugar el grueso de los
enfrentamientos. Hugo y los otros jóvenes que le acompañan ya deben haberse
atrincherado en las barricadas, listos para el sacrificio.

  _____





--
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20210508/50559c68/attachment.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa