Italia/ "¡Sublevémonos!" GKN, un conflicto ejemplar. [Eliana Como]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Sep 28 00:00:51 UYT 2021


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Correspondencia de Prensa

28 de septiembre 2021

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Italia



“¡Sublevémonos!” GKN, un conflicto ejemplar



Eliana Como *

A l’encontre, 27-9-2021

http://alencontre.org/

Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa



Publicamos aquí un análisis exhaustivo y profundo de una lucha notable: la
de los trabajadores de la fábrica GKN. En un clima de decidida ofensiva por
parte de Confindustria [Confederación General de la Industria Italiana] y
del gobierno de Draghi, esta lucha -que por cierto no ha terminado- puede
aportar elementos de esperanza y de reflexión en sectores del proletariado
en Italia y en otros países.



En diferentes configuraciones -en términos de ramas, experiencias sindicales
y de repercusión- se están desarrollando algunas luchas radicales, por
ejemplo en la logística. Recientemente, Fedex decidió despedir a 300
trabajadores en Piacenza, lo que provocó un intento de respuesta en los
centros de Fedex del norte de Italia. En Prato, los trabajadores de Texprint
luchan contra formas extremas de sobreexplotación. Se solidarizaron con los
de GKN, vecinos geográficos. Los sindicatos de base  -¡esta vez juntos!-
lanzaron la iniciativa de una jornada de huelga el 11 de octubre. Sólo
podemos esperar que, a pesar de todas las dificultades, estas diferentes
movilizaciones se unan de la manera más amplia posible. [Redacción de A
l’encontre]



***



En marzo de 2020, debido al estado de emergencia provocado por la crisis
sanitaria, el Gobierno italiano decretó la congelación de los despidos, es
decir, la prohibición de que las empresas realizaran despidos colectivos por
motivo de la crisis o de reestructuración. Esta medida contribuyó a mantener
el empleo en los sectores profesionales más organizados, aunque
lamentablemente no evitó lo que fue una auténtica masacre de puestos de
trabajo, con la pérdida de cerca de un millón de empleos, la gran mayoría de
los cuales correspondían a mujeres con contratos precarios. La moratoria de
despidos se prolongó progresivamente hasta el 30 de junio de 2021, fecha en
la que fue suspendida definitivamente, a excepción de algunos sectores de
servicios y de la industria textil, para los que durará hasta finales de
octubre de este año. De hecho, el acuerdo entre Confindustria y los
sindicatos incluye la "recomendación" a los empresarios de que, en la medida
de lo posible, utilicen 13 semanas de indemnización por despido (seguro de
paro técnico-cassa integrazione), antes de proceder a los despidos (quizás
con la esperanza de que la situación de la producción cambie...). A partir
de ese plazo, las empresas quedan "por fin" libres de despedir a los
trabajadores, incluso a los que no tenían contratos precarios, y los
sindicatos no lograron imponer al gobierno la reforma de las redes [de
protección] de seguridad social, y mucho menos una política de adelanto de
la edad de la jubilación y de reducción de la jornada laboral, lo que
hubiera protegido, al menos parcialmente, el empleo frente a las
reestructuraciones. El fin de la moratoria de los despidos, el 30 de junio
de 2021, vino acompañado de un acuerdo sindical bastante extraño, en el que
el sindicato se limitó a defender una indemnización de 13 semanas en caso de
despido, sin más limitaciones para las empresas que una simple
"recomendación"



Pocos días después del fin del bloqueo, comenzaron los despidos colectivos.
El 9 de julio, los trabajadores de GKN recibieron por correo electrónico la
noticia del cierre de toda la fábrica. GKN es una fábrica que cuenta con 422
trabajadores, principalmente hombres. Hay unos 500, si se incluyen las
empresas contratadas para servicios indirectos como comedores y limpieza.
GKN, que formó parte del grupo Fiat hace varias décadas, produce ejes para
el sector del automóvil, todavía en gran parte para FCA [Fiat Chrysler
Automobiles, antes Fiat y ahora Stellantis, como resultado de la fusión del
grupo PSA y FCA].



La fábrica está situada en Campi Bisenzio, en la provincia de Florencia.
Hace unos años fue comprada por un fondo de inversión especulativo
británico, Melrose. No es una fábrica en crisis, al contrario, ocupa una
posición de vanguardia, produciendo ejes para Ferrari, con un nivel de
tecnología y calidad muy elevado. Un aparato de producción en el que, hasta
un minuto antes de anunciar su cierre, la empresa había invertido, incluso
con subvenciones públicas asignadas durante años por los gobiernos
sucesivos.



***



Se trata entonces de una fábrica hiperproductiva, nueva, que no está en
crisis, que hasta ayer recibía fondos públicos y de un día para otro anunció
el cierre por correo electrónico, sin otra razón que la de desplazar la
producción para especular en otro sitio. En realidad, una historia como
muchas otras. Pero esta vez hubo un estallido que se convirtió en el
conflicto sindical más importante del país y en un signo de redención para
todo el mundo del trabajo, dormido tras décadas de derrota, resignación y
moderación sindical.



La historia sindical de GKN -cuyos trabajadores son en su mayoría miembros
de la Fiom (Federazione Impiegati Operai Metallurgici) e históricamente
vinculados a la corriente interna más combativa (RiconquistiamoTutto) de la
CGIL (Confederazione Generale Italiana del Lavoro)- siempre ha sido radical
y ejemplar. Es el resultado de años de negociación para obtener conquistas
en la empresa, de coherencia política y, sobre todo, de una meticulosa
construcción de relaciones de fuerza, dentro y fuera de la fábrica. Una
historia sindical en la que "hacemos lo que decimos y decimos lo que somos
capaces de hacer". A lo largo de los años, negociaron mejores condiciones,
recuperando en la fábrica gran parte de aquello que los sindicatos habían
abandonado a nivel nacional (como la protección del artículo 18 frente a los
despidos individuales), al tiempo que han conseguido oponerse a los aspectos
más abyectos del convenio nacional de la siderurgia de 2016 (flexibilidad y
horas extras, variabilidad de primas, seguro de enfermedad...)



Cuando la empresa anunció súbitamente el cierre el 9 de julio, la reacción
fue inmediata: los trabajadores ocuparon la fábrica y organizaron piquetes
permanentes frente a las puertas de la misma. Desde el principio, el actor
principal de la lucha fue el Collettivo de Fábricca. Se trata de un órgano
que existe desde hace algunos años en GKN (otra conquista de los
trabajadores en esta empresa), compuesto por delegados de fábrica,
normalmente reconocidos por los convenios sindicales nacionales, más un
grupo de trabajadores elegidos que representan a cada departamento de
producción y están en contacto directo con los trabajadores,
independientemente del sindicato al que pertenezcan (que, en cualquier caso,
es en gran medida la Fiom CGIL)



***



La legislación italiana prevé un procedimiento especial (Ley 223) en el caso
de despidos colectivos, en el que la empresa y el sindicato deben esforzarse
por llegar a un acuerdo antes de que los despidos sean definitivos. Los
trabajadores de GKN sabían que tenían 75 días, hasta el 23 de septiembre,
para doblegar a un fondo financiero inglés que ni siquiera tuvo el coraje de
mirarlos a la cara cuando anunció abruptamente el cierre de la planta.



En lugar de resignarse, invitaron a todos los que ya están cansados de ser
explotados, precarizados y despedidos a unirse a esta lucha, tras el lema
#insorgiamo (Levantémonos), tomado de la resistencia antifascista en
Florencia durante la guerra.



Inmediatamente, la "guarnición" se llenó de gente solidaria. La fábrica fue
literalmente abrazada por todo el territorio y alrededores. Se formó un
comité local de apoyo a la lucha, compuesto principalmente por otros
trabajadores y activistas solidarios. Casi inmediatamente se constituyó
también una coordinación de mujeres, en la que las esposas, las compañeras y
las trabajadoras de la cantina y la limpieza desempeñaron un papel
importante en la construcción y el mantenimiento de la lucha. El alcalde de
Campi Bisenzio los apoyó desde el principio, emitiendo inmediatamente una
orden que impedía que los camiones se acercaran a la fábrica para intentar
vaciarla. La Fiom [Federazione Impiegati Operai Metallurgici], junto con el
Colectivo de fábrica, abrió el frente legal del conflicto, denunciando a la
empresa por su comportamiento antisindical. El 19 de julio, la CGIL de
Florencia declaró una huelga general territorial (a la que se unieron otros
sindicatos) y llenó una de las plazas céntricas de la ciudad. El sábado
siguiente, 24 de julio, el Colectivo de fábrica organizó una manifestación
en torno a la misma: una marea de gente, entre la que se encontraban muchos
trabajadores solidarios de fuera de la región, rodeó físicamente la fábrica.
El Colectivo de fábrica volvió a la plaza, junto con la ANPI (Asociación
Nacional de Partisanos Italianos), el 11 de agosto, día de la conmemoración
de la resistencia partisana en Florencia. La ciudad se llenó de nuevo de
gente, a pesar de que era pleno verano.



***



Paralelamente, el conflicto llenó diariamente las páginas de los periódicos,
y despertó también la solidaridad del mundo académico, cultural y del
espectáculo. La determinación de la lucha y la capacidad de construir un
consenso de masas en torno a ella sobre consignas muy radicales, pero en
ningún caso minoritarias, se convirtió poco a poco en un hecho que nadie en
el país puede darse el lujo de ignorar. Las instituciones regionales y
nacionales se vieron más o menos obligadas a presentarse a las puertas de la
fábrica y a mostrar su solidaridad con los trabajadores. Manifestaron su
indignación e hicieron promesas que saben que no van a cumplir. Pero frente
a ellas, encontraron a trabajadores que les recordaron que Melrose no tiene
intenciones de retroceder y que este fondo de inversión ha hecho lo que las
leyes aprobadas hasta ahora le han permitido hacer. Para acabar con esto y
cambiar el futuro de este conflicto, la política sólo tiene un camino:
cambiar esas leyes.



Con la misma claridad, los trabajadores dejaron claro a todo el mundo que no
aceptarán indemnizaciones por despido, incentivos al despido o promesas de
reintegración. No quieren seguro de paro, no quieren otro trabajo para
quitárselo a otros trabajadores que están aún menos protegidos que ellos.
Quieren seguir fabricando ejes, eso es todo. El mercado está ahí, las
instalaciones y la maquinaria están ahí, todos los conocimientos necesarios
están en su sitio y en cualquier momento podrían retomar la producción. Lo
que falta es la empresa y el compromiso que podría asumir el gobierno para
seguir consiguiendo pedidos, sobre todo porque el principal cliente de GKN
es Stellantis, una de las empresas que más ha solicitado al gobierno
italiano en términos de recursos financieros no reembolsables.



***



Para tratar de cubrirse las espaldas, el Gobierno empezó a hablar a mediados
de verano de una propuesta de ley contra la deslocalización basada en el
modelo francés, independientemente de que haya funcionado o no en Francia.
Sin consultar a los trabajadores afectados, se puso a redactar un texto muy
blando que, más que impedir las deslocalizaciones, establece el
procedimiento que deben seguir las empresas que deslocalizan. No hay
sanciones para aquellas empresas que no cumplan, ni obligación para las
empresas que hayan recibido dinero del Estado de no cerrar o de no trasladar
la producción a otro lugar. Sólo les exigen más tiempo para anunciar el
despido y un compromiso genérico de encontrar otro trabajo para los
trabajadores afectados y de pagarles el despido. Exactamente lo que los
trabajadores de GKN no quieren.

Aunque el primer borrador sea muy blando, Carlo Bonomi, presidente de
Confidustria [desde el 20 de mayo de 2020], se mostró indignado cuando lo
leyó: "se está poniendo en cuestión la libertad de empresa". Tras sus
palabras, el gobierno dio inmediatamente marcha atrás, suavizando aún más el
texto. Las direcciones sindicales confederales se han mostrado hasta ahora
muy tibias sobre este punto, casi inexistentes, estancadas más bien en una
discusión absurda sobre vacunas y pasaportes sanitarios.



***



Una vez más fueron los trabajadores del Colectivo GKN los que se levantaron
y exigieron que esta ley se redactara de otra manera. A finales de agosto,
invitaron a los principales juristas demócratas del país a las puertas de la
fábrica ocupada, pidiéndoles que reescribieran un texto capaz realmente de
impedir el traslado de las empresas que no están en crisis. Ese es el objeto
del conflicto, así como de otros varios conflictos abiertos en el país, en
gran parte relacionados con el sector automotriz, cada vez más amenazado por
las opciones industriales y laborales de Stellantis.



El 18 de septiembre, unos días antes de que finalizara el procedimiento que
iba a desembocar en las cartas de despido, el Colectivo de fábrica convocó a
una manifestación nacional en Florencia, preparada por una serie de
asambleas celebradas por los delegados de GKN en otras ciudades (Roma,
Nápoles, Turín, Milán, Bérgamo y muchas otras) y a la que luego se sumaron
la CGIL y la Fiom.

Venidas de toda Italia, unas 40.000 personas irrumpieron en Florencia el 18
de septiembre. Fue una de las manifestaciones más radicales y exitosas de
los últimos años. Después de décadas, el mundo del trabajo se reunió en la
plaza por encima de todas las divisiones políticas y sindicales, detrás de
un único eslogan lanzado por el Colectivo de fábrica: ¡levantémonos!

Dos días después, el tribunal se pronunció sobre la denuncia de la Fiom por
conducta antisindical, dándoles la razón a los trabajadores y bloqueando el
procedimiento de despido. Esto no es suficiente para evitar el cierre de la
planta, pero fue una primera victoria importante, determinada por el
extraordinario nivel de movilización, así como por la actitud previa de GKN,
la cual hizo que el juez dijera que la empresa debería haber informado al
sindicato antes de anunciar el cierre de la planta.



Por lo tanto, los 75 días quedaron interrumpidos antes de que las cartas de
despido pudieran ser enviadas. La empresa ya convocó a los sindicatos para
reabrir el procedimiento, después de una información previa impuesta por el
tribunal. Pero tendrá que esperar al menos otros 75 días antes de poder
despedir a los trabajadores. Mientras tanto, la cotización de la empresa
perdió un 4% en la bolsa en un solo día al conocerse la sentencia del
tribunal.



Después de tantos años de derrotas, por fin hay esperanzas. Pero debe haber
una fuerte conciencia de que las cosas no terminan aquí. Los despidos no
fueron retirados, sólo fueron aplazados. La fábrica sigue ocupada y la lucha
continúa. Este tiempo extra deberá utilizarse para obligar al gobierno a
tomar medidas que anulen los despidos, a adoptar una ley que evite la
deslocalización de empresas que utilizan recursos públicos para invertir en
Italia. Fondos dilapidados como consecuencia de operaciones especulativas en
los mercados financieros que, además de no haber sido utilizados para crear
empleos, deberían haber sido destinados, de forma mucho más útil, al sector
de la salud y de la seguridad social.



***



Este conflicto es ejemplar por muchas razones, empezando por la autonomía de
su dirección sindical y el papel predominante del colectivo de fábrica
(Collettivo di fabbrica), en contacto directo y diario con la asamblea de
trabajadores. Una importante capacidad de iniciativa, que -gracias también a
una extraordinaria solidaridad territorial- ha podido, hasta ahora,
determinar la contribución de la CGIL. Esta última está llamada a asumir la
responsabilidad de convocara una huelga regional y luego nacional sobre la
cuestión de las deslocalizaciones. El resultado no está asegurado, somos
conscientes de ello, pero la fuerza simbólica de este conflicto es tal que
su normalización o su marginalización no será fácil para nadie.



Es también una lucha ejemplar porque demostró que los trabajadores no se
resignan a su suerte, a pesar de décadas de derrotas y reveses, debidos
también a opciones sindicales moderadas, marcadas por la concertación e
ineficaces. Delante de las puertas de GKN, el estereotipo del trabajador
derrotado antes de empezar a luchar fue finalmente superado. El espíritu y
la fuerza de este conflicto es tal que ha arrastrado a todo el mundo detrás
de sí, incluso a muchos de los que ya no habían bajado los brazos, con un
papel polarizador, tanto a nivel sindical como político, como no se había
visto en Italia desde hace 20 años. La lucha no ha terminado aún, pero ya es
una victoria por haberle dado esperanza y voz a un movimiento obrero que, de
otro modo, habría seguido inerte.



Por último, este conflicto es ejemplar porque demuestra que una lucha
radical -incluso muy radical- no es necesariamente minoritaria y puede ser
una lucha de masas si el grupo dirigente que la conduce tiene la
inteligencia de salir de un  aislamiento posible y de construir un consenso
sin sectarismo.



Ser radical significa ir a la raíz. Este conflicto tiene el mérito de
hacerlo. La lucha continúa.



* Eliana Como es la portavoz nacional de Riconquistiamo Tutto, una corriente
de oposición dentro de la CGIL

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