Francia/ Macrón impone su reelección en medio de una gran hostilidad popular. [León Cremieux]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Abr 28 10:07:18 UYT 2022





  _____

Correspondencia de Prensa

28 de abril 2022

https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

germain en montevideo.com.uy <mailto:germain en montevideo.com.uy>

  _____



Francia



Macrón impone su reelección en medio de una gran hostilidad popular



León Cremieux

Viento Sur, 28-4-2022

https://vientosur.info/

A l´encontre, 28-4-2022

https://alencontre.org/



Macron ha logrado salir adelante con su apuesta para el 24 de abril: superar
el obstáculo de las elecciones presidenciales y ser reelegido a pesar de una
profunda hostilidad popular hacia él y su política.



Con el 58,46% de los votos emitidos, obtuvo 17% más que Marine Le Pen. Ahora
bien, más del 34% del electorado se abstuvo o votó en blanco o nulo. Macron
apenas supera este porcentaje, ya que fue elegido sólo por el 38,52% del
electorado inscrito. Así pues, es casi el peor resultado en las once
elecciones de la V República (aparte del gaullista Georges Pompidou, elegido
con un 37% en 1969. Entonces, el PCF, la principal fuerza de la oposición,
pidió explícitamente la abstención).



No sólo Macron obtiene un resultado débil, sino que la mitad de sus votos en
la segunda vuelta no constituyen, para nada, un apoyo a su trayectoria o a
su programa. Son votos que acumula en reacción a, para evitar, la elección
de Marine Le Pen, una elección que, la noche de la primera vuelta, las
encuestas presentaban como probable. Durante los 15 días de campaña entre
las dos vueltas, Macron ha utilizado la probabilidad de ese riesgo para
presentarse como el campeón de la lucha contra la extrema derecha,
declarando en relación al programa de Le Pen que "es un programa racista,
que pretende dividir a la sociedad y de una gran brutalidad”. Con un cinismo
sin límites, él y sus ministros dieron una imagen 180º diferente de lo que
ha sido su política de los últimos cinco años, convirtiéndose, de repente,
en opositores radicales a una gestión violenta y autoritaria de la sociedad;
ofendiéndose, por ejemplo, por las declaraciones de Le Pen contra el derecho
de las mujeres musulmanas a llevar el velo en los espacios públicos. La
mayoría de los grandes medios de comunicación también han desempeñado un
papel similar en la rediabolización urgente de Rassemblement National (RN),
olvidando que ellos mismos habían favorecido la banalización de las ideas y
el programa de la extrema derecha, al ser ampliamente complacientes, durante
años, con las ideas de Le Pen o Zemmour sobre la cuestión de la seguridad,
el Islam y la inmigración.



Aunque el riesgo de la elección de Le Pen se fue alejando en los días
previos a la segunda vuelta, el resultado es, sin embargo, claro: el 24 de
abril, obteniendo 13,3 millones de votos, la extrema derecha ha logrado su
mejor resultado en unas elecciones presidenciales: 2,6 millones de votos más
que en 2017 frente a un Macron que ha perdido casi 2 millones. En 2002, Jean
Marie Le Pen había creado un cataclismo con un resultado muy inferior al de
su hija: 5,5 millones de votos.



Ahora bien, torciendo el brazo de la parte del electorado de izquierdas que
le habrá votado, Macron ha conseguido su objetivo: asegurar una distancia
suficiente con Le Pen para que su victoria sea indiscutible y evitar asís
que el número de abstenciones sea superior al de sus propios votos. Este
resultado, por acaparación de votos ajenos, no puede ocultar una realidad
evidente: independientemente de quienes le hayan votado para impedir la
victoria Le Pen, el voto a Macron en la segunda vuelta adquiere claramente
el tinte de un voto burgués, de clase, un voto por la  seguridad por parte
de las y los pensionistas y de las capas más privilegiadas de la población
activa.



Por otro lado, la hostilidad hacia Macron es ampliamente mayoritaria entre
las clases populares, y la extrema derecha también se ha beneficiado de un
voto en el que la mitad de quienes le han votado no proviene de una adhesión
a su programa, sino del rechazo a un segundo mandato de Macron. La extrema
derecha ha adoptado una posición política orientada a sacar el máximo
provecho de este voto, buscando convertir su nuevo fracaso en un trampolín
para las elecciones que vienen a continuación, incluso las presidenciales de
2027.



El mapa de los resultados electorales muestra que Le Pen ha obtenido un voto
mayoritario en 30 de 100 departamentos, especialmente en las regiones
populares del norte de Francia y la costa mediterránea. Con estas
elecciones, el partido de extrema derecha ha conseguido dar nuevos pasos
decisivos en su banalización. Todo ello, gracias a la presencia de la
candidatura de Zemmour, que ha podido dar a Marine Le Pen la imagen de una
política respetable, y gracias al detestado Macron, que ha facilitado el uso
de la papeleta de Le Pen para acabar con Macron.



Esta creciente banalización [de la extrema derecha de Le Pen] ha sido lo
suficientemente fuerte como para que el voto a Marine acentúe su presencia
en los barrios populares. En las últimas semanas, Le Pen también ha amasado
votos de la mano de la candente cuestión del poder adquisitivo. Y el
objetivo explícito de Macron de elevar la edad de jubilación a los 65 años
ha exacerbado aún más el enfado popular. Durante la campaña para la segunda
vuelta, Le Pen trató de dirigirse prioritariamente al electorado de
Mélenchon, borrando en lo posible los aspectos islamófobos y securitarios de
su discurso y  planteando prioritariamente cuestiones sociales; en
particular, las del poder adquisitivo y las pensiones, tratando de hacer de
su voto una especie de voto de clase desviado.



Esto no ha repercutido en muchas zonas urbanas, como la región de París,
donde Mélenchon había quedado por delante de Macron en la primera vuelta,
particularmente en departamentos populares como Seine Saint Denis y Val de
Marne. En la segunda vuelta, la abstención no aumentó y el electorado de
Mélenchon se decantó mayoritariamente por Macron, que obtuvo el 73% de los
votos. Lo mismo ocurrió en Lille y Marsella.



Pero el contraejemplo más espectacular está en los departamentos franceses
de las Antillas, Guyana o La Reunión. Allí, aunque la abstención fue
claramente mayoritaria en las dos vueltas, el voto anti-Macron fue masivo en
la primera vuelta. Ese voto estuvo provocado, en La Reunión, por la
[catastrófica] gestión de la crisis sanitaria, el movimiento de los chalecos
amarillos ; y en las Antillas, por el escándalo de la distribución del agua,
el escándalo de los pesticidas de clordecona, sin olvidar varias semanas de
huelga general el pasado otoño. La ira social fue sinónimo de un voto
mayoritario para Mélenchon en la primera vuelta, que en la segunda cambió
automáticamente hacia el voto a Le Pen.



Así pues, Macron comienza su mandato sentado sobre las cenizas del PS y de
LR, pero bajo estas cenizas hay un lecho de brasas sociales que él mismo ha
avivado durante su quinquenio y se enfrentará a dos polos políticos: uno de
extrema derecha y otro de una izquierda que se consolida como radical y
antiliberal. así pues, Macron ha obtenido exactamente el resultado contrario
al que prometió el 7 de mayo de 2017, la noche de su elección: "Haré todo lo
posible para que no haya motivos para votar a los extremos".



Cinco años después, ha contribuido a desmantelar aún más la credibilidad
política de la socialdemocracia y de la derecha gaullista, pero sobre todo
su política ha exacerbado las tensiones y acentuado las divisiones sociales.



En todos los frentes, hay problemas urgentes y el historial del gobierno de
Macron es claro. Se han acumulado problemas graves y Macron se enfrentará,
de un modo u otro, a la cólera social: la situación se ha agravado por la
pandemia de los barrios y en los municipios populares, con leyes racistas y
violencia policial como única respuesta, y el aumento del coste de la vida,
los bajos salarios, el aumento de las desigualdades, la precarización de los
contratos de trabajo y los ataques a los derechos de los parados constituyen
otros tantos elementos para la revuelta.



Las únicas promesas de Macron de cara a su segundo mandato son nuevos
ataques a las pensiones, al sistema público de salud y al sistema nacional
de educación. Para imponer el paso de la edad de jubilación a los 65 años,
el ministro de Economía saliente, Bruno Le Maire, no descarta recurrir al
artículo 49-3 de la Constitución, que le permitiría saltarse el debate y la
votación parlamentarios. Frente a la miseria del sistema sanitario, la
pandemia y los escándalos que han aparecido en los últimos meses en los
EHPAD [residencias de personas ancianas], tras años de escasez y cierre de
camas, hacen cada vez más patente la demanda de apertura de camas
hospitalarias, de contratar personal sanitario y de un sistema público
basado en las necesidades sanitarias de la población.



En otro ámbito, la convención ciudadana sobre el clima, aunque organizada
por Macron en 2019, vio rechazadas el 90% de sus recomendaciones y Francia
ha sido condenada en dos ocasiones por su inacción climática. Ninguna de las
cuestiones planteadas por los chalecos amarillos se ha resuelto, e incluso
se han agravado con la pandemia y las recientes subidas precios en los
alimentos y la energía. Los feminicidios, las violaciones y la violencia
contra las mujeres, lejos de disminuir, han aumentado en los últimos años y
muchos nuevos dramas ponen de manifiesto la falta de respuesta a las
denuncias, la pasividad ante los delincuentes sexuales y la desprotección de
las víctimas.



A pesar de las fuertes movilizaciones en las Antillas, la única respuesta ha
sido una pirueta para prometer la autonomía, sin respuesta alguna a las
cuestiones sociales urgentes ni las reparaciones exigidas por la clordecona,
o a los problemas del agua y los problemas de la crisis sanitaria. En nueva
Caledonia, el pseudo-referéndum de independencia deja abierta la cuestión
del camino hacia la soberanía canaca. Del mismo modo, en Córcega se ha roto
todo diálogo con la mayoría nacionalista…



Así pues, la lista de las razones para el descontento y la rabia contra los
gobiernos de Macron es amplia.



Todas estas cuestiones, que han quedado sin respuesta durante muchos años,
han desgastado la base social de los partidos tradicionales y han provocado
su crisis. Una crisis acentuada por un sistema político que concentra todo
el poder político real a nivel nacional. Este sistema aumenta la ira contra
los partidos que pretenden gestionar el Estado. Macron ha evitado rendir
cuentas por sus políticas liberales y autoritarias, mientras que el PS y LR
acaban de ser laminados por políticas similares. Pero este dribling de
Macron no aguantará mucho tiempo ante el malestar social creciente.



La próxima etapa política serán las elecciones legislativas, los días 12 y
19 de junio, para completar los 577 escaños que conforman la Asamblea
Nacional, la cámara legislativa a la que en el sistema político francés
rinde cuentas el Gobierno.



Aunque desde que estas elecciones se vienen celebrando tras las
presidenciales, el partido del nuevo presidente suele salir premiado,
superando ampliamente al resto de partidos, existe la esperanza de que en el
contexto particular de esta elección la situación varíe.



Por regla general, en las elecciones legislativas se da un índice de
abstención más elevado que en las presidenciales; más del 51% en la primera
vuelta de hace cinco años. La elección se realiza mediante un escrutinio
uninominal a dos vueltas, y en la primera es preciso haber superado el 12,5%
de votantes registrados para poder pasar a la segunda. En la práctica, con
una tasa de abstención equivalente a la de 2017, esto representaría, por
media, más del 25% de los votos emitidos. Este sistema conduce obviamente a
una criba radical y, por tanto, impondría grandes uniones electorales para
pasar la primera vuelta. Por tanto, la probabilidad más alta es la de una
nueva mayoría para el partido presidencial, rechazada por la gran mayoría de
los votantes, amordazando todo el debate político durante cinco años y
haciendo avanzar la apisonadora de las reformas liberales... a menos que en
las próximas seis semanas este escenario salte por los aires, porque en
estas elecciones legislativas son muchos los temas que están en juego que se
irán aclarando a lo largo de los próximos días.



Evidentemente, para Macron, lo que está en juego en las elecciones
legislativas es establecer una mayoría absoluta (a día de hoy sólo tiene 267
diputados, aunque otros 79 diputados centristas participen en la mayoría
presidencial); de ahí que su objetivo es rascar lo máximo posible en sus
márgenes, tanto en la derecha gaullista como en el lado del PS, para
intentar ampliar su espacio a base de adhesiones individuales. Aunque las
elecciones legislativas sean una continuación de las presidenciales, el peso
que siguen teniendo a nivel local y regional el PS y la LR es un contrapeso
al resultado en las elecciones presidenciales de sus candidatos. El PS, los
Republicanos y sus afines están mucho más presentes en las instituciones
departamentales y regionales que el LREM (Macron): 685 consejeros
departamentales para el PS y 838 para LR, (y un número equivalente para los
consejos regionales), muy por delante de los 400 consejeros departamentales
y 118 consejeros regionales de LREM. Asimismo, en las ciudades de más de
30.000 habitantes, hay 50 alcaldes del PS y afines, 99 de LR y afines, 3 de
LREM y aliados. El entramado político institucional sigue siendo una
prerrogativa de los dos viejos partidos tradicionales, aunque su peso se
haya desplomado a escala nacional. Por tanto, no teniendo una alianza
nacional con el PS o LR, el LREM debe intentar intentando basar su peso en
personalidades locales, ya que los diputados de LREM tienen a menudo la
imagen de electos sin red local. Macron quiere evitar una posible falta de
mayoría absoluta.



En la extrema derecha, la línea es sencilla. No habrá alianza entre RN (Le
Pen) y Reconquête!, el partido de Zemmour y Marion Maréchal. Incluso, el
objetivo de Le Pen es asfixiar a Zemmour imponiendo, como en las elecciones
presidenciales, el voto útil en la primera vuelta para garantizar la
presencia de la extrema derecha en la segunda.  Marine Le Pen quedó primera
en 260 circunscripciones legislativas en las elecciones presidenciales, y
los primeros sondeos le dan una horquilla de entre 75 y 100 diputados. Pero
las elecciones no son una proyección estricta de los votos nacionales.  Al
presentar candidatos en todas partes, RN no alberga la ilusión de tener una
mayoría en la Asamblea, sino, más bien, de multiplicar quizás por diez su
número de diputados, de los cuales sólo hay ocho en la asamblea saliente.
Además, la financiación pública de los partidos políticos (66 millones de
euros al año) se calcula la mitad en función del número de votos obtenidos
en las elecciones legislativas, y la otra mitad en función del número
escaños obtenidos. Para Zemmour como para Le Pen, la cuestión es también
financiera, el 55% de los recursos declarados de RN provienen de la
financiación pública (es decir, 5 millones de euros). RN pretende convertir
su derrota presidencial en un trampolín para las elecciones legislativas y
consolidarse, a pesar de su reciente crisis. RN también, al igual que LREM,
tiene una débil base institucional local y cuenta con las próximas
elecciones para construirla, teniendo en perspectiva las presidenciales de
2027 (quizás con Marine Le Pen presentándose por cuarta vez). En cualquier
caso, el objetivo inmediato de Marine Le Pen es cerrar el paréntesis de
Zemmour. Este último no tiene ninguna perspectiva por el momento, y menos
aún para las próximas elecciones.



Para los republicanos (LR), la situación es dramática. La presión no viene
tanto de RN como de la mayoría presidencial. Nicolas Sarkozy, último
presidente electo de LR, verdadera "estatua del comandante" del partido
gaullista, ha marcado claramente su desconfianza hacia la campaña y la
candidata de LR, apoyando explícitamente a Macron. No oculta, como muchos
otros dirigentes de LR, su deseo de que los gaullistas se integren de una u
otra forma en la mayoría presidencial. Los dirigentes del partido,
divididos, querrían intentar salvar los muebles y garantizar la existencia
del partido como partido independiente, como hicieron en 2017 cuando se
quedaron con poco más de cien diputados. Pero este año es probable que esa
cifra se reduzca a la mitad. Por tanto, el resultado es incierto. Así, el
presidente del grupo parlamentario, Damián Abad, parece estar a favor de
abandonar el barco para unirse a Macron.



Por último, la gran noticia podría venir de la izquierda y, más en concreto,
de la izquierda radical.  Entre las dos vueltas de las elecciones
presidenciales, France Insoumise (FI) hizo una propuesta de frente común
para las elecciones legislativas al PC, al NPA y al EELV en torno a los
principales ejes de su programa L'Avenir en commun presentado por Jean-Luc
Mélenchon, con el objetivo de una mayoría de Unión Popular en la Asamblea
Nacional imponiendo a Mélenchon como primer ministro.



El PCF respondió positivamente, sin expresar ninguna diferencia con el marco
propuesto por la FI. En cuanto al EELV, la cuestión es más compleja. El
partido verde está muy endeudado, ya que recibió menos del 5% de los votos.
El partido recibirá el reembolso de sus gastos de campaña sobre la base de
800.000 euros y no de los 8 millones sobre los que construyó su presupuesto.
La dirección decidió salvar los muebles y abrir discusiones con la France
Insoumise, aún cuando su candidato, Yannick Jadot, marcó sus discrepancias
con Mélenchon a lo largo de toda la campaña en torno al respeto del marco
institucional de la Unión Europea o la jubilación a los 60 años. Además, se
escuchan muchas voces discordantes; el propio Yannick Jadot rechaza el
liderazgo de Mélenchon en esta unión. En cuanto al fondo, EELV se divide
entre una línea claramente compatible con el social-liberalismo y una línea
más radical cercana a la France Insoumise, representada durante las
primarias del partido por Sandrine Rousseau. También en este caso, las cosas
no están cerradas, ni mucho menos.



Por otra parte, hace unos días llegó la sorpresa: el 19 de abril, el Consejo
Nacional del PS tras hacer balance del desastre financiero y político de la
candidatura de Anne Hidalgo (1,75%), decidió por mayoría pedir a France
Insoumise participar en la discusión para las elecciones legislativas, a
pesar del notable desacuerdo de Anne Hidalgo y de varios dirigentes
históricos del partido en torno a la decisión. Algo que no estaba prevista
en la ecuación propuesta por France Insoumise.



Mientras FI decía hasta entonces que el acuerdo no podía extenderse a los
social-liberales, dos días después, Jean Luc Mélenchon se declaró favorable
a una alianza amplia, desde Lutte ouvrière hasta el PS. A partir ahí, Manuel
Bompard, portavoz de France Insoumise para estas negociaciones, se empeñó en
señalar que el acuerdo implicaría para el PS pronunciarse a favor de la
derogación de la Reforma laboral El Khomri (un cóctel de ataques sociales a
los derechos colectivos en la empresa), impuesta por el gobierno de
Hollande, la vuelta a la jubilación a los 60 años y anular la reforma de
Touraine sobre las pensiones que, de nuevo con Hollande, introdujo la
jubilación a los 62 años y la reducción de las pensiones, así como la
aceptación por parte del PS del proyecto de la VI República presentado por
el FI, que pone en cuestión la Constitución de 1958.



Así pues, estos debates en torno a una Unión Popular ampliada, impulsados
por un verdadero impulso popular en torno a la campaña de Mélenchon, mezclan
dinámicas militantes con cálculos financieros para salvar el aparato y
mantener los grupos parlamentarios. La cuestión es saber cuál de las dos
dinámicas prevalecerá.



Desde el principio, el NPA, ha sido partidario de un acuerdo que, basado en
el programa l'Avenir en Commun, sólo podía hacerse rompiendo con las bases
social-liberales del PS, y también con una clarificación de EELV sobre estos
ejes. También ha planteado que cada partido debe mantener su identidad y que
no debe haber obligación de participar y solidarizarse con un gobierno que
pueda surgir de una posible mayoría.



El objetivo electoral de lograr una mayoría de Unión Popular en la Asamblea
Nacional impone sobre el papel, en un mes, una movilización militante local
excepcional frente a la lentitud habitual de las elecciones legislativas;
sobre todo porque Mélenchon sólo ha salido vencedor en 105 de las 577
circunscripciones legislativas. En cualquier caso, lo que está en juego es
muy real. Por primera vez en mucho tiempo, en la izquierda aparece la
posibilidad de construir un frente político y social, un frente de acción
común en torno a ejes políticos y sociales de ruptura con el
social-liberalismo, aunque el marco se limite a las elecciones legislativas
y, por tanto, sólo a efectos institucionales. El programa de Mélenchon y la
construcción de la France Insoumise se hicieron en ruptura explícita con el
quinquenio 2012/2017 de François Hollande y la deriva social-liberal del PS.
Aunque el programa L'Avenir en commun es ante todo un programa electoral que
la Unión Popular prevé aplicar mediante la obtención de una mayoría
parlamentaria, la polarización política de las últimas semanas plantea
cuestiones que van más allá de la fecha límite de junio tras las luchas
sociales de los últimos años.



Así pues, el reto podría plantearse a escala mayor y superar lo que ha hecho
France Insoumise con el Parlamento de la Unión Popular, creando un crisol
político y social que permita la presencia y la actividad de un frente de
acción militante en las ciudades y los barrios populares. El reto
consistiría en cambiar la situación, sobre todo frente a la extrema derecha
y las derivas reaccionarias, permitiendo que los ejes de justicia social,
derechos sociales y democráticos y la lucha contra la exclusión y la
discriminación se impongan en el debate público en torno a las luchas
sociales, y en las movilizaciones que reúnen a las corrientes militantes
actualmente fragmentadas. Por tanto, un frente común para las elecciones
legislativas podría ser un trampolín para un proyecto de este tipo; por
supuesto, siempre y cuando la presencia del Partido Socialista no empañe la
imagen de este encuentro y lo transforme en una milonga electoral  sin
principios, que sería la antítesis de las luchas sociales de los últimos
años.



Muchos de los ejes planteados en la campaña France Insoumise se hacen eco de
las posiciones y reivindicaciones planteadas por el NPA y Philippe Poutou
durante su campaña. En otros puntos, el NPA desarrolla un programa
anticapitalista que, evidentemente, va más allá y, sobre todo, vincula este
programa a la necesidad de movilizaciones sociales, incluso para alcanzar
los objetivos más elementales de justicia social, así como a la necesidad de
enfrentarse al poder y a los resortes políticos que disponen los
capitalistas.



No se trata sólo de una cuestión de mayoría parlamentaria: está en
consonancia con la experiencia inatacable de Syriza y Podemos. Sin embargo,
incluso un acuerdo electoral sobre algunos puntos clave sería un avance
concreto. Además, si al día siguiente del 19 de junio, un grupo de frente
amplio en torno a la Unión Popular reuniera, aunque sólo fueran 100, 50 o
incluso 30 diputados, la perspectiva que se plantearía a todos sería la de
la construir este frente político y social militante.



Muchas de estas cosas se aclararán en los próximos días (el 7 de mayo es la
fecha límite) con un acto para lanzar la campaña. Muchas corrientes
militantes esperan un resultado positivo de este proceso.

  _____





--
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20220428/b8ad6335/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa