Argentina/ La tragicomedia sin fin. [Andrés Velasco]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Ago 1 11:07:29 UYT 2022


  _____

Correspondencia de Prensa

1° de agosto 2022

 <https://correspondenciadeprensa.com/> https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

 <mailto:germain en montevideo.com.uy> germain en montevideo.com.uy

  _____



Argentina



La tragicomedia sin fin de Argentina



El último episodio de turbulencia financiera del país sigue un patrón
histórico familiar.



Andrés Velasco *

La Diaria, 1-8-2022

https://ladiaria.com.uy/economia/

Traducción de Ana María Velasco



Karl Marx afirmó que todos los grandes “hechos histórico-mundiales” ocurren
dos veces: “La primera como tragedia, la segunda como comedia”. ¿Qué pasa si
suceden una y otra vez, cada pocos años, década tras década? ¿Eso es comedia
o tragedia? ¿Dejan dichos hechos de ser “histórico-mundiales”? ¿O al mundo
simplemente dejan de importarles?



Estas dudas se vienen a la mente ante la crisis financiera que está en
ciernes en Argentina. Hay algo de comedia, o incluso de farsa, en el aire:
un presidente de apellido Fernández se enfrenta con una vicepresidenta que
también se apellida Fernández (no hay parentesco), lo que provoca la
renuncia del ministro de Economía. La ministra entrante anuncia que
recortará el déficit fiscal, a pesar de que la vicepresidenta Cristina
Fernández, que es la que manda, ha dicho claramente que desea un déficit aún
mayor. Los mercados se vuelven locos y el peso se derrumba, lo que se
traduce en una brecha de 150% entre el tipo de cambio en el mercado negro
–conocido eufemísticamente en Argentina como el “dólar blue”– y la tasa
oficial.



Argentina llegó a esta situación de la misma manera en que ha llegado a
circunstancias parecidas tantas veces durante el último siglo. Primero, los
políticos prometen aumentar el gasto, pero sin estar dispuestos a subir los
impuestos para financiarlo. A continuación, el gobierno se endeuda hasta que
los mercados dejan de prestarle. Entonces el Banco Central imprime pesos
para cubrir tanto el déficit primario como el servicio de la nueva deuda
hasta que los argentinos se hartan y no aceptan añadir los pesos adicionales
a sus carteras. En ese momento se produce una corrida contra la moneda.



La historia es vieja, pero esta versión incorpora dos nuevos giros. En los
episodios previos, la caída de los precios de los productos agrícolas, de
los cuales Argentina es un importante exportador, a menudo contribuyó a
gatillar la crisis. Sin embargo, en 2022, Argentina se ha metido en un lío
pese a que los precios de los productos primarios han estado por las nubes
hasta hace poco, gracias en buena parte a la guerra de Rusia contra Ucrania.
Se requiere cierto talento para que un exportador de productos básicos
gatille una crisis de la balanza de pagos durante un auge en dichos
productos. Es lo que Argentina ha conseguido en esta oportunidad.



En el pasado, Argentina solía recibir préstamos desde el exterior, y el
apretón financiero se producía cuando Wall Street dejaba de prestar. Esta
vez –y este es el segundo nuevo giro– los extranjeros no estuvieron
dispuestos a extender préstamos, de manera que el endeudamiento ha sido
interno. Hasta hace poco, el Tesoro de la Nación estuvo emitiendo los bonos
necesarios, pero como el mercado local también se ha congelado, ahora el
Banco Central ha tenido que financiar una proporción cada vez mayor del
déficit fiscal imprimiendo pesos. En un intento más bien inútil de limitar
el impacto inflacionario de toda esa emisión, el Banco Central ha tratado de
neutralizarlo emitiendo sus propios bonos de corto plazo, que por estos días
suman casi 10% del PIB.



Dado que el Banco Central es de propiedad fiscal, los ahorristas que
desconfían de los bonos del gobierno no tienen razón alguna para querer ser
tenedores de más y más bonos del Banco Central. Es posible que, más temprano
que tarde, también se nieguen a comprar o a renovar dichos bonos. Entonces,
el único camino a seguir será una crisis de la deuda, la creación
descontrolada de dinero, o ambas cosas a la vez.



Este conjunto de políticas puede parecer propio de una farsa, pero sus
consecuencias son trágicas. La inflación anual podría llegar a 80% este año,
la más alta en tres décadas, y los salarios reales están cayendo. Los
dólares escasean tanto que muchas empresas no pueden importar los insumos o
los repuestos que necesitan para producir. La economía argentina repuntó
vigorosamente el año pasado, luego del colapso que sufriera en 2020 a causa
de la pandemia, pero se prevé que la expansión va a desacelerar en 2022. Si
se produjera una crisis financiera a gran escala, el crecimiento podría ser
cero o negativo en 2023.



Las opciones de política a las que el gobierno podría echar mano no tienen
nada de nuevo. Una alternativa es acelerar la depreciación controlada de la
tasa de cambio oficial o permitir una devaluación de un salto; sin embargo,
es probable que ninguna de las dos sea suficiente dado el agudo aumento de
la inflación. La alternativa sería endurecer los controles de capital y
rezar para que todo salga bien. Pero, parafraseando a Abraham Lincoln, se
puede cerrar algunas ventanas por las que sale el capital durante algún
tiempo, pero no se puede cerrar todas las ventanas todo el tiempo.



No es necesario haber estudiado en la Universidad de Chicago ni haber
trabajado en el Fondo Monetario Internacional para concluir que el problema
de Argentina es principalmente de índole fiscal. Los gastos públicos
primarios subieron más del 10% real en la primera mitad de 2022, por sobre
el gran incremento que ya había ocurrido durante la pandemia. A pesar de que
el auge de los precios de los productos básicos ha mantenido los ingresos
fiscales pasajeramente altos, la brecha fiscal de 3,5% del PIB prevista para
2022 superará la meta de 2,5% del PIB acordada con el FMI. Un déficit de
3,5% del PIB no es sustentable para un gobierno que carece de acceso a los
mercados internacionales de capital y cuyo acceso al endeudamiento está en
vías de desaparecer.



El que la política fiscal sea o no sustentable depende también de la tasa de
crecimiento de la economía y del costo de la deuda pública. La economía de
Argentina crece poco y su productividad está estancada, lo que se debe en
parte a una estructura impositiva altamente distorsionadora. Y, a causa de
su accidentada historia financiera, el gobierno debe pagar una tasa de
interés mucho más alta que otras naciones emergentes. Entonces, he aquí la
paradoja: Argentina tiene que arreglar su política fiscal para que la
economía crezca, y el crecimiento debe aumentar para que su política fiscal
se vuelva sustentable.



Al problema fiscal se suma un problema político. Toda promesa hecha por un
gobierno cuyas dos figuras principales pelean constantemente, carecerá de
credibilidad. Así como el expresidente estadounidense Richard Nixon, del
partido republicano, era el candidato natural para buscar un acercamiento
con la China de Mao Zedong, los peronistas de izquierda cuentan con ventajas
políticas a la hora de llevar a cabo un ajuste fiscal duradero. Como se
niegan a hacerlo, es posible que la hiperinflación, al erosionar el valor
real de los gastos fiscales, termine haciendo el trabajo.



El pueblo argentino ha sufrido inflaciones altas y recurrentes durante casi
un siglo. Ha presenciado por lo menos nueve impagos de la deuda pública
externa (el primero en 1827 y el último en 2020). Y ha vivido todo tipo de
corridas contra los bancos y su moneda. Pese a esto, continúa eligiendo
políticos (por lo general, aunque no exclusivamente, peronistas) que
incurren en altos déficits fiscales y los financian imprimiendo pesos. ¿Por
qué?



Una posibilidad es que la extrema obcecación ideológica sobreviva todo
encuentro con la realidad y haga que el cambio sea imposible. Axel Kicillof,
exministro de economía bajo el gobierno de Cristina Fernández, afirmó que un
“déficit fiscal descontrolado” es sólo un “engaño” para “continuar
recortando derechos”.



Los economistas de la Universidad de Harvard, Rafael Di Tella y el fallecido
Julio Rotemberg, propusieron una teoría diferente: los políticos populistas
adoptan políticas extremas y a la larga inviables para señalizar que no
están en el bolsillo de las élites poderosas. En una sociedad con tan poca
confianza mutua como la argentina, la única manera en que los políticos
pueden demostrar que quieren salvar la economía es destruyéndola primero. En
este plano, han tenido éxito: la interminable comedia argentina resulta más
bien trágica.



* Andrés Velasco, economista y consultor político, fundador del partido
Ciudadanos y ex candidato presidencial. Fue ministro de Hacienda durante
todo el primer gobierno de Michelle Bachelet (2006-2010). Es decano de la
Escuela de Políticas Públicas de la London School of Economics and Political
Science. Copyright: Project Syndicate, 2022. www.project-syndicate.org
<http://www.project-syndicate.org> .

  _____





--
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20220801/137ef880/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa