Colombia/ La eterna pesadilla de los líderes sociales en el Oriente antioqueño. [Carlos Mario Palacio/Edison García ]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Ago 4 13:53:22 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

4 de agosto 2022

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Colombia



La eterna pesadilla de los líderes sociales en el Oriente antioqueño



El 17 de enero del 2022, asesinaron de Mario Palomino, un profesor y líder
social de la vereda La Chapa de El Carmen de Viboral, mientras el 28 de
junio asesinaron al líder Julián David Ochoa “Kutamba” en el corregimiento
Santa Ana de Granada. Dos hechos que en un mismo año han agudizado la
compleja situación de Derechos Humanos de quienes ejercen este rol
comunitario en el Oriente antioqueño. ¿Cuál es el problema de fondo?



Carlos Mario Palacio/Edison García *

Agencia de Prensa, 4-8-2022

http://www.ipc.org.co/agenciadeprensa/



Luchas compartidas



Mario Palomino y Julián Ochoa “Kutamba” compartían la misma lucha, pero
desde diferentes rincones: su amor por la tierra, por la siembra y por el
agua. El primero se distinguía por enseñarle a sus alumnos la importancia de
cultivar conscientemente la tierra en el colegio Monseñor Ramón Arcila
Ramírez, en la vereda La Chapa de El Carmen de Viboral. El segundo, también
era conocido por ser líder en el corregimiento de Santa Ana y por insistir
en “comprar tierras para sembrar bosques”.



A ambos los movilizaba la idea de un territorio autónomo, ese que debía
construirse desde abajo hacia arriba. Y el ejemplo fue la mayor virtud que
habló por ellos, aunque la forma de sus cabellos tipo rasta y la
personalidad jocosa parecieran ajenas a la identidad campesina; el amor y el
arraigo por las montañas hizo eco en sus corazones para quedarse
definitivamente viviendo en aquellos territorios rurales que necesitaban de
sus voces, de sus sabidurías y de sus transformaciones sociales.



Palomino, de 35 años, era licenciado en Educación Básica con énfasis en
Ciencias Naturales y Educación Ambiental de la Universidad de Antioquia. Era
padre de un niño y una niña, se destacaba por su forma de enseñar. Sus
hijos, alumnos y comunidad lo reconocían como una persona que entregaba sus
conocimientos sin pretensiones, y que luchaba por infundir una cultura
consciente por el respeto y cuidado del medio ambiente.



Por su parte Ochoa, de 29 años, estaba estudiando Agroecología en el
Instituto Tecnológico de Antioquia (ITM) y había llegado hace más de diez
años a Santa Ana, cuando apenas los campesinos volvían luego de desplazarse
a causa de un intenso conflicto que los obligó abandonar sus tierras.
Recientemente había sido padre por segunda vez y convivía con la madre de su
segunda hija en una finca que él había destinado a la siembra de productos
orgánicos.



“En el caso de Julián Ochoa. quien decidió bautizarse por medio de la luna
como Kutamba Kizirimbembe, que significa ‘danzante de la vida’, vivía en su
casa en el centro poblado del corregimiento, donde nos recibía siempre que
llegábamos a Santa Ana y también tenía otra finca junto con otros amigos en
la vereda La María, cerca al río Calderas. Las propuestas de Kutamba siempre
eran que compráramos tierra y sembráramos bosques, incluso, hay una montaña
de varios amigos que la han cuidado de los cazadores. Una vez me contó que
le gustaría exportar algunos productos que se cultivan en Granada. La
verdad, lo recuerdo como un hombre muy alegre, prospectivo, inquieto y
amoroso”, así lo describió Alejandra Vélez Giraldo, quien compartió con él
varias de sus luchas.



A Mario, como a Kutamba, los movía la defensa del territorio. Cada uno tenía
dos hijos que quedaron con el valor del respeto por la vida y ver la
naturaleza con ojos espirituales. El 17 de enero y el 28 de junio de este
2022 apagaron sus vidas con armas de fuego en medio de la oscuridad,
vivieron la horrible noche para siempre, mientras que los homicidas se
esfumaron sin dejar rastro alguno. Cuando ellos menos lo esperaban y cuando
tenían pendiente seguir dejando huella en un mundo donde los hombres más
necesarios son borrados del mapa, porque su presencia incomoda, molesta,
irrita e indispone y pone intranquilos a muchas personas por el hecho de
ser, pensar y actuar diferente.



“Lamentablemente, luego del asesinato de Julián y Palomino se han dado
algunas amenazas contra integrantes de sus comunidades, lo que ha encendido
de nuevo las alarmas a los protectores de DDHH. Hemos recibido información
de la presencia de grupos armados en la zona urbana y rural de Granada”,
manifestó Óscar Yesid Zapata, miembro de la fundación Sumapaz de Medellín.



La Mesa de Derechos Humanos del Oriente ha estado en constante trabajo para
proteger y ayudar a los líderes de la región, en alianza con instituciones
como la Procuraduría Provincial, la Defensoría del Pueblo y organizaciones
sociales. Algunas veces las instituciones civiles, policiales y militares no
atienden con prontitud los casos de urgencias y las súplicas de muchos
líderes que reportan estar amenazados.



Kutamba, un hombre carismático y prospectivo



Según sus amigos, “Kutamba Kizirimbembe” nunca dejó de ser una persona
alegre, prospectiva y, sobre todo, crítica del sistema económico actual.
Hablaba sin titubear de temas coyunturales que para muchos merecían
silencio.



Desde su llegada a Santa Ana, “Kutamba” creó un grupo minoritario integrado
por personas simpatizantes de la cultura de origen jamaicano Rastafari,
donde se dieron a la tarea de cultivar la “ganja”, una yerba emblemática y
popular de esta cultura que es usada de forma sacramental y que, a su vez,
pudo darle otro enfoque al campo desligado de esa mirada deforestadora y
dependiente de químicos que se le ha dado a la tierra.



Adicional a esto, “Kutamba” comercializó el Sacha Inchi, un aceite que
previene enfermedades cardiovasculares, fermentó la tradicional chicha de
panela y participó en varios colectivos sociales. Su lucha fue por la
dignidad, libertad y memoria de la gente. Aunque muchos lo conocieron por su
liderazgo ambiental, comunitario, juvenil y cultural, la mejor definición
que encaja en “Kutamba” es que fue un hacedor y líder de la vida.



Vida que le daba al agua cuando cuidaba los ríos y las quebradas para un uso
comunitario responsable. Vida que le daba a las montañas cuando hablaba con
los campesinos y les pedía que no quemaran más los bosques. Vida que le daba
a las propias personas por medio del ejemplo al construir una huerta casera,
con métodos conscientes y semillas orgánicas.



Ese fue Julián Ochoa, un hombre que, con su pelo largo, voluminoso y en
forma de rasta, demostró que la palabra dulce y reflexiva puede cambiar
esquemas en una región enraizada en una cultura tradicional, conservadora y
compleja.



¿Por qué los matan?



Tanto Yesid Zapata, miembro de Sumapaz en Antioquia, como Fabián Restrepo,
politólogo de la Universidad de Antioquia y magíster en Estudios
Contemporáneos de América Latina, coinciden en que estos dos asesinatos por
ahora no tienen relación con la defensa del territorio ni tampoco con la
oposición a la construcción de hidroeléctricas en el Oriente antioqueño. En
cambio, la Mesa de Derechos Humanos del Oriente antioqueño dijo en su
momento que las amenazas que sufrieron los líderes Sebastián Agudelo de
Cocorná, Flor Gallego de El Carmen de Viboral, y Fredy Morales y Miguel
Gutiérrez de San Rafael sí corresponden a la defensa ambiental en sus
territorios.



Lo que hay de fondo en esta situación, según organizaciones sociales y
defensores de DDHH, es una disputa continua por el territorio en dos
frentes: el primero, por el auge en la solicitud de licencias ambientales en
la Zona Bosques (que integran los municipios Cocorná, San Luis y San
Francisco), y el segundo, por el aumento del microtráfico, especialmente en
la Zona Páramo y Altiplano (conformado por los municipios más poblados y
cercanos a Medellín).



“Por ahora es pronto para tener claridad de los presuntos responsables que
asesinaron a Mario Palomino y a Julián Ochoa. Un Fiscal Especializado tomó
los dos casos para darle celeridad a las investigaciones y lograr esclarecer
estos crímenes para que no queden en la impunidad”, concluyó Yesid.



La desgracia de ser líder social en esta región



En el Oriente antioqueño, hace dos décadas atrás, en la época más difícil
del conflicto armado, quien intentara el cambio era señalado de guerrillero
o colaborador de un grupo armado, pues el recrudecimiento del conflicto
impidió todo intento de desarrollo y condenó a todo un país a una guerra
innecesaria que afectó en mayor medida a los campesinos. Y entonces, los
secuestros, las amenazas, las desapariciones, las masacres y los asesinatos
fueron el factor común. Pero, tal parece que la violencia no se ha ido por
completo.



Del remanso de paz que dicen llamar a la región hoy, queda poco. Ahora la
desgracia se ha encarnado nuevamente en contra de las y los líderes sociales
que buscan un territorio en condiciones dignas y justas para sus habitantes;
desligados de la esfera institucional y cansados de ver al Estado como un
actor pasivo que sigue teniendo deudas con la protección de los derechos
humanos.



A Mario y Julián la violencia no les dio una segunda oportunidad. La muerte
pisó con fuerza en un momento donde, según Fabián Restrepo, se está dando un
reacomodamiento de grupos armados en la región, “desde el 2007 hasta hoy se
han venido generando unas presencias de grupos que no considero que sean
nuevas, sino que más bien son reinvenciones de presencias antiguas. Al día
de hoy, en el Oriente antioqueño se identifican cuatro presencias
importantes: Clan Oriente, el Mesa, Oficina de Envigado y Clan del Golfo.
Esas estructuras están particularmente dedicadas al narcotráfico”.



Yesid Zapata agrega que “las violencias que ocurren a líderes se han dado
principalmente por la presencia de grupos armados, algunos de ellos de orden
paramilitar y otros locales. Creen tener el poder ante la sociedad al
imponer sus propias leyes”.



Mario y Julián murieron de manera violenta cerca de sus hogares. Según
información dada por Indepaz, Palomino fue asesinado con arma de fuego
cuando se trasladaba en su motocicleta. Al siguiente día, encontraron su
cuerpo al lado de la carretera con un tiro de gracia en la cabeza, hecho que
inmediatamente generó desazón en el Oriente antioqueño. Mientras tanto,
“Kutamba” fue asesinado con un arma tipo escopeta cuando se dirigía a su
vivienda en el corregimiento de Santa Ana, en Granada, hecho en el que
también resultó lesionada con arma cortopunzante, tipo machete, su compañera
permanente, con quién tenía una hija, y su padre.



Indepaz incluyó a Mario y a Julián entre los 1.318 defensores de derechos
humanos asesinados desde la firma del Acuerdo de Paz en 2016, de los cuales
140 han sido en Antioquia. Son cifras escandalosas en un país que debería
cuidar y dar garantías a la labor de los defensores.



* Comunicadores y Periodistas.

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