Brasil/ La milicia es la malla que hoy cubre el país, desde las urnas hasta la cara del "ciudadano de bien". [José Cláudio Alves - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Ago 18 16:09:20 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

18 de agosto 2022

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Brasil



Entrevista con José Cláudio Alves



La milicia es la malla que hoy cubre el país, desde las urnas hasta la cara
del "ciudadano de bien"



El profesor Alves analiza cómo el poder de las milicias ha llegado a las más
altas esferas del Estado, su relación con la política armamentística y los
riesgos de que salgan aún más reforzados en las elecciones de 2022.



José Cláudio Alves

Revista IHU Online, 18-8-2022

https://www.ihu.unisinos.br/

Traducción de Correspondencia de Prensa



Cuando se trata en la agenda diaria el asesinato de la concejala de Río de
Janeiro Marielle Franco y de su chófer Anderson Gomes, muchas narices se
crispan, los ojos se ponen en blanco, los labios se estiran y se comprimen
como para mantener la queja: "otra vez este tema". Pero, por mucho que uno
se resista, no se puede dejar de lado el tema. Como si la ejecución de dos
personas no fuera suficiente, este caso es uno de los muchos que hay en
Brasil encubiertos por una malla que impide ver con claridad lo que está en
juego. Es un juego nefasto en el que la milicia tiene las cartas. "La
estructura de la milicia es una malla que cubre todo el país. No tengo
ninguna duda al respecto", afirma el profesor José Cláudio Alves.



En la siguiente entrevista, concedida al Instituto Humanitas Unisinos,
disecciona cómo el poder de las milicias se ha ido cimentando y hoy llega
más fuerte que nunca a las mesas de mando del Estado brasileño. "Hay gente
que no quiere verlo, y los que están en el área de seguridad pública
simplemente lo negarán. Nadie quiere asumir efectivamente que esta realidad
se da y existe", denuncia. Y no crean que el profesor sólo habla de Río de
Janeiro y de cómo los tentáculos de sus organizaciones acaban tocando
Brasilia. "La milicia de Río no se reproduce como en otros lugares; no
existe. Pero, por otro lado, se reproduce en todas partes en Brasil porque
la base de la estructura de la milicia es similar en todas las regiones",
explica.



Es una estructura, según Alves, que bebe directamente de la fuente del
armamentismo y de una falsa idea de protección de los buenos ciudadanos de
forma solapada. "Seguimos debatiendo si las urnas electrónicas son eficaces
o no, si son auditables o no, si no hay fraude. Poco importa si es una urna
electrónica, si el voto es en papel; lo que importa es que, 'al final', el
asesino, el 'hombre bueno', el bienhechor de la comunidad, el miliciano, es
elegido y pasa a ser como cualquiera de nosotros", denuncia.



José Cláudio Alves es licenciado en Estudios Sociales por la Fundação
Educacional de Brusque. Tiene una maestría en Sociología por la Pontificia
Universidad Católica de Río de Janeiro - PUC-Rio y un doctorado en la misma
área por la Universidad de São Paulo - USP. Es profesor de la Universidad
Federal Rural de Río de Janeiro (UFRRJ).



- En algunas elecciones, el proceso democrático se ha visto contaminado por
el crimen organizado, especialmente por las milicias. ¿Cuál es el escenario
actual? ¿Llegarán las milicias con más fuerza al proceso electoral de 2022?



Sí, las milicias llegarán con más fuerza porque se han profundizado,
ampliado y expandido con el tiempo, y por supuesto tienen más poder. La
estructura bolsonarista se fundamenta en el discurso de "buen bandido es
bandido muerto"; esta es la gran plataforma popular, política y mediática de
redes que ha establecido este gobierno. Ante la imposibilidad de disolver
las desigualdades sociales y la profundización de una crisis
multidimensional, donde la pandemia ha jugado el papel de deshilachar y
destruir el tejido social, este discurso es el más eficaz, virulento e
imponente hoy en la estructura de la sociedad, desde la lógica del propio
gobierno de Bolsonaro.



A partir de este escenario, la dimensión de la milicia adquiere contornos
mucho más amplios. El hecho de que exista dentro de la estructura del Estado
le garantiza protección e intocabilidad; los procesos judiciales no llegan a
castigar o alcanzar a la estructura de la milicia porque son fácilmente
manipulables y funcionan para proteger a la propia milicia. La escasa carga
probatoria que el Poder Judicial produce contra la milicia, en los pocos
casos que incluso corren en términos judiciales, favorece esta estructura.



El Ejecutivo, a su vez, ve en la estructura miliciana una fuerza muy grande
para obtener ganancias, para el control político, para el control electoral,
para el control territorial de las zonas donde los actores que están dentro
del Estado quieren permanecer y perpetuar su trabajo y su proyección
política. Y el Legislativo es el gran campo donde la propia estructura de la
milicia se ancla, se proyecta y se eleva. Este año es un año electoral para
la legislatura, fundamentalmente; con los diputados estatales o federales se
forma una legislatura más amplia y poderosa por las dimensiones federales en
la Cámara e incluso en el Senado.



A lo largo de este periodo, estas múltiples dimensiones del Estado
-Ejecutivo, Legislativo y Judicial- se han visto mucho más comprometidas y
permeadas por la estructura de la milicia. En el terreno de las calles y
carreteras de las zonas, tanto urbanas como rurales, donde la milicia ya
opera, se ha reforzado y ampliado. En 2019, en una investigación sobre mapas
de grupos armados en Río de Janeiro a partir del trabajo del Grupo de
Estudio de Nuevos Legalismos, de la Universidad Federal Fluminense - UFF, el
Grupo de Estudio de Fogo Cruzado, de la Universidad de São Paulo - USP,
Pista News y un conjunto de entidades, como Disque Denúncia, se identificó
que el 57% de las áreas donde hay grupos armados en Río de Janeiro estaban
controladas por milicias.



Estamos en una situación de profundización y radicalización de la presencia
de la milicia y su perpetuación en la sociedad. Estas elecciones serán mucho
más milicianas que las anteriores, dado que se trata de un proyecto
victorioso a nivel federal en el discurso presidencial. Por supuesto que no
lo asumirá directamente, pero toda la palabrería, toda la intención, el
apoyo a las operaciones policiales para matar en las comunidades, la lógica
armamentista de proporcionar armas a la población para matar a los bandidos,
todo esto es la típica palabrería miliciana. Esto es notorio, clásico y se
ha expandido en Brasil en este momento.



- ¿Cómo podemos entender la lógica de las milicias en esta búsqueda de
asociaciones con agentes del Estado que ocupan cargos electos?



La milicia es básicamente control territorial, control económico y control
político, especialmente control político electoral. En las regiones donde
hay milicias, hay una articulación de estas dimensiones en beneficio de las
estructuras de poder que se instalan en esos lugares y que crecen desde esos
territorios. Así que, donde hay milicias, hay control político electoral,
¡sí!



Hoy en día, en la sociedad, diversos grupos que antes ni siquiera tenían un
vínculo con la estructura de la milicia la buscan en busca de beneficios, de
apoyo a sus proyectos, de tal manera que esta estructura empieza a circular
de forma normalizada, banalizada hasta el punto de que los milicianos se
convierten en personalidades políticas. Hay una corrosión de la estructura
política electoral que empieza a tratar al miliciano como una persona
tranquila y normal, un "hombre de bien". Esto es lo que tenemos hoy en la
sociedad brasileña, pero viene de antes.



En los años 90, cuando los grupos de exterminio y los asesinos de la baixada
fluminense hicieron este movimiento en la sociedad, en una región de casi
cuatro millones de habitantes, ya era el comienzo de este gran proyecto.
Esto se fue profundizando con el tiempo. Los acomodados (sic) -concejales,
alcaldes y, como mucho, diputados del Estado- que fueron elegidos empezaron
a traer esta normalización y banalización de la figura del asesino, del
homicida, del tipo que controla el territorio a través de grupos armados,
del tipo que asciende a un cargo electivo.



Suelo decir que hay un "lavado de ciudadanía". ¿Cómo es eso? Personas que
han tenido sus trayectorias marcadas por los asesinatos, las matanzas, las
lógicas absolutamente terroristas de control del territorio, de imposición
de la fuerza a través de la muerte y el terror, lavan todo esto en las urnas
en las elecciones democráticas.



Dicen "Somos una democracia, ¿no lo ven?", "Somos una de las mayores
democracias del mundo". Nos quedamos debatiendo si las urnas electrónicas
son eficientes o no, si son auditables o no, si no hay fraude. Poco importa
si es una urna electrónica, si el voto es en papel; lo que importa es que,
"al final", el asesino, el "hombre de bien", el bienhechor de la comunidad,
el miliciano, es elegido y se convierte en uno como cualquiera de nosotros.



Es un benefactor de la sociedad, el liderazgo que es aplaudido, apoyado y da
proyección a los diversos grupos que lo buscan en el período electoral -ya
sea el equipo de fútbol, la asociación de vecinos, la iglesia evangélica, la
iglesia católica, el club social que tiene ese barrio, la gente buena de
allí- para pedir apoyo a sus proyectos e hipotecar votos y hacer campaña.
Son personas igual que nosotros, al fin y al cabo "somos una de las mayores
democracias del mundo", con frecuente paso por las urnas, con rotación de
cargos electivos... Todo esto que estoy diciendo es una broma.



No somos capaces de decir efectivamente lo que somos -si esto es una nación,
una democracia- porque vivimos estas dimensiones absolutamente criminales,
asesinas, sinvergüenzas que toman el poder, se apoderan, y nuestra gran
democracia sostiene todo esto. Aplaudimos y decimos "mejor esto que cuando
era una dictadura que torturaba y mataba".



Bueno, ¿dónde se tortura y se mata en este país? ¿Realmente se ha acabado?
¿Quiénes son los torturables, los matables, los controlables, los que están
bajo el yugo de la estructura de los grupos armados en este país? ¿Qué
demonios es este país? No lo sé. Simplemente sé que esta estructura es
perfectamente asumible y convive, sin ningún problema, con la estructura
electoral que tenemos. Esto es lo que somos.



- ¿Esta realidad de la milicia avanzando en la política y bajo el Estado es
sólo un caso de Río de Janeiro, o se pueden ver situaciones similares en
otros estados?



Normalmente se escucha desde los sectores de seguridad pública que Río de
Janeiro es una aberración nacional, una excepción, algo absolutamente
original, que no se puede reproducir en ningún otro lugar de este país. Se
sigue escuchando que Río de Janeiro es una especie de monstruosidad, una
metástasis -lo he oído- que se expande dentro de la sociedad... pero esto no
es real.



Lamento decir esto a todas estas personas. Hacen este discurso por mala fe,
porque están comprometidos con otras realidades nacionales, por ignorancia,
y no pueden percibir, o porque quieren protegerse de todo esto y fingir que
no van a ver nada de esto. La milicia de Río no se reproduce como en otros
lugares, no existe. Pero, por otro lado, se reproduce en todas partes en
Brasil porque la base de la estructura de la milicia es similar en todas las
regiones.



¿Qué es esta base? Una estructura de seguridad pública comprometida con los
grupos de exterminio, con los asesinatos, con las operaciones policiales
selectivas -para matar a personas concretas en comunidades, periferias y
favelas- para establecer el enemigo número uno, que es el narcotráfico, el
enemigo a matar y masacrar. Esta estructura se reproduce en el conjunto del
país. Está claro que no es igual a la de Río de Janeiro en sus dimensiones,
pero sí en la base en la que se da, reproduciéndose con detalles históricos
y geográficos de cada región.



En el Nordeste, por ejemplo, están los coroneles, los terratenientes, los
jagunços (bandidos: ndt) que surgen como grupos armados que controlan el
interior y el sertão en su conjunto. Esto está creciendo. En las zonas
urbanas hay grupos de exterminio que operan en comunidades y favelas. Vaya a
Salvador a ver qué Cajazeiras 1, 2, 3, 4... no sé cuántas cajazeiras (el
nombre proviene de un árbol que llega a medir hasta 25 metros, de la familia
de las anacardiáceas, nativo de la región de la Amazonia: ndt) que son
comunidades periféricas. Basta con ver la masacre diaria de estas
poblaciones y también el lema "el buen criminal es el criminal muerto",
aunque no en la escala de Río de Janeiro. Las cuestiones de la legalidad,
del control territorial, de la lógica de los grupos económicos que se
colocan allí y quieren el mantenimiento de la estructura de homicidios y
asesinatos se dan y se articulan, tal vez no con las mismas ganancias que la
milicia tiene en Río, pero se establecen, actuando dentro del Estado y
siendo protegidos por él, siguiendo la lógica de las ejecuciones y las
operaciones de exterminio. La gente es elegida con esto.



No venden tierras, no venden "gato net”, no venden agua, no hacen transporte
clandestino -que son propios de Río, sino que hacen control territorial y
económico, que operan junto a esta estructura de asesinato, muerte y control
político electoral. Este trípode -control territorial, económico y político-
se da en otras dimensiones, no se llama milicia, e incluso las llaman
"operaciones policiales legales", aunque el efecto final es el mismo. Lo que
está ocurriendo es la segregación, la estigmatización, el terrorismo y la
muerte de estas poblaciones que son vistas y acusadas como el enemigo
público número uno de este país. Esto se está haciendo en todas las regiones
del país en su conjunto.



Hay quienes dicen "estás protegiendo al narcotráfico", "el narcotráfico es
el gran asesino, el enemigo, un sociópata, un terrorista". No digo que no
sea todo eso, ni soy capaz de analizar en profundidad la figura del
traficante, porque está silenciado, no habla. Al fin y al cabo, lo detienen,
lo matan o lo torturan, que es lo mismo.



Un miliciano, no; habla, se le ve, sale elegido, se convierte en una
personalidad política, en un "hombre de bien", y esto es lo que ocurre en el
conjunto de la escena nacional. En la victoria bolsonarista que se encuentra
en este país estos últimos tres años y pico, estas dimensiones se han
ampliado.



En el Medio Oeste, hay agronegocios y casos de asesinato por el robo de
pesticidas. Acciones contra tierras indígenas, quilombolas (comunidades
negras originarias de la época esclavista: ndt) practicadas por estructuras
policiales, grupos de exterminio, milicias armadas dentro de la estructura
económica y estatal de cada región así. Estados, por ejemplo, como Goiás,
que ni siquiera tienen tasas de homicidio publicadas. No sabemos las cifras
de la seguridad pública, no sabemos cuántas personas son asesinadas ni
quiénes matan, si son conflictos con la policía o con grupos armados. Esta
es una estructura muy fuerte y mantiene la invisibilidad de las milicias que
operan.



En Belém, la estructura de la milicia se puede ver en la disputa con los
narcotraficantes. En el interior de Pará, vemos a este grupo apoyando a las
empresas mineras, al agronegocio, dando apoyo a grandes proyectos del propio
Estado, por ejemplo, en el campo de las presas hidroeléctricas. Las grandes
explotaciones están apoyadas por grupos armados desde el propio Estado, con
la participación de policías; por supuesto, siempre de forma oculta,
escondida, no investigada, pero estas cosas siempre están ahí. Aunque sea
menos que en Río, estas cosas están ahí, y si en algún momento hay que
profundizar en estos males en beneficio de los que trabajan, se
profundizará.



La estructura de la milicia es una malla que cubre todo el país. No tengo
ninguna duda al respecto. Hay gente que no quiere verlo, y los que están en
el área de seguridad pública simplemente lo negarán. Nadie quiere asumir
efectivamente que esta realidad está dada y existe.



- ¿Vivimos en un tiempo de armamentismo, en el que cada uno es para sí?



La lucha antiarmamentista es muy desigual, desproporcionada. Desde la
dictadura militar se implantó en el país una lógica de seguridad pública
basada en la guerra, el enfrentamiento y las armas. Durante casi seis
décadas las cosas han funcionado así, pero los efectos han sido contrarios a
las expectativas. Todo empeoró. Los grupos armados comenzaron a armarse aún
más en el terreno. Pero los que pierdan pagarán más tarde y recuperarán
zonas gracias a la acción policial. Gracias a la expansión del comercio y
del mercado de la droga, y gracias a una lógica de entrada de la droga en
las grandes fronteras de Brasil sin el menor control, toda esta estructura,
que ha funcionado durante más de cinco décadas, ha hecho que nos convirtamos
en rehenes de un discurso de armas y de guerra contra las drogas y los
delincuentes.



Alguien puede oponerse a un debate en el que el bandido muerto sea un sujeto
específico, perteneciente a una clase especial, a una zona geográfica
concreta. De lo contrario, será detenido, torturado y asesinado. O, aún,
podría provenir de otros grandes grupos que controlan este país,
especialmente los grupos financieros, los contratistas, la agroindustria;
aquellos que son, de hecho, los dueños de este país. Con este debate, la
gente ya sale perdiendo. Decir algo diferente a la gelatina general ya te
convierte en un "defensor del vago". Te llamarán delincuente tanto como a
los matones de los que defiendes la muerte; te echarán en cara que los
acojas en tu casa y los cuides. Te preguntarán si seguirías defendiéndolos
si tu hija fuera violada por uno de ellos, etc.



Hay una plétora de información de discursos y frases hechas, de TikTok y
otras redes sociales, que es una masacre. No se puede tener un debate
honrado, limpio y honesto; no existe. Lo que existe en el debate sobre las
armas es un debate de burbujas irrompibles. La gente se ha aislado y se ha
circunscrito a un área específica, y no se avanza en ninguna dirección
porque se enfrenta a toda la resistencia del odio y a la posibilidad de
diálogo entre diferentes personas, a la imposibilidad del discurso que
difiere de la defensa de las armas.



- ¿Cómo afrontarlo hoy? ¿Cómo plantear el debate antiarmamentista?



Es como preguntarse: ¿cómo abordar las cuestiones de dignidad humana, de
compasión? Dimensiones de la complejidad de la realidad, de la complejidad
de las desigualdades económicas, políticas, sociales, educativas,
sanitarias... Este es un debate muy amplio y complejo, ya que la gente no
domina todos estos escenarios.



Hablar del SUS (Sistema Único de Salud), de su degradación y de su lucha por
existir. Para hablar de las universidades públicas, de las que ya nadie
quiere saber nada porque ni siquiera pueden sobrevivir. Soy profesor en una
universidad pública y hay una abstención, porque la gente no quiere ir allí
porque son caros para estas poblaciones. Donde yo trabajo había un "bandeja”
que ofrecía tres mil comidas al día, pero ahora no están gestionando. La
comida se está estropeando.



¿Se quiere hablar de sanidad y educación para que la gente no se dedique al
crimen organizado? Estas personas no pueden ni siquiera vislumbrar la
posibilidad de cursar estudios superiores para poder optar a ellos. Ni
siquiera pueden completar la educación básica en este país. Para estas
poblaciones esto no existe. No hay más que ver la decadencia que estamos
viviendo en cuanto al mercado laboral, sobre todo un mercado que cada vez se
protege más e impone más dificultades para que la gente entre, seleccionando
quién puede entrar y quién no. Hay un desempleo masivo selectivo; es decir,
para estas poblaciones más pobres.



¿Cómo se soluciona eso, si esa es la base sobre la que vivimos en este país?
Lo "resuelves" con el policía matando en la favela, matando al traficante
que es el "malo", el que nace con "la semilla del mal". Ese es el
traficante, el tipo construido con esa identificación. Si consigue un rifle,
hay que matarlo y ya está. No importa cómo estas armas llegaron a las manos
de estas personas. No importa de dónde venga la cocaína, ya que la favela no
produce cocaína.



Poco importa saber con conceptos y definiciones claras que están
involucrados en este debate. A la gente le importa una mierda eso. Lo que
importa es golpear y matar. Matar es la solución. Aniquilar es la solución,
porque esa persona es un criminal, un monstruo que hay que destruir. Esto
incluye el miedo, y el miedo es fabuloso, porque es lo que seduce a todos a
favor de este discurso de odio. El miedo pone a toda una nación babeando de
odio a matar a estas personas. Hitler debe estar dando vueltas de alegría.
Después de todo, lo consiguió en su país, hizo una guerra por ello, pero
luego se enfrentó a las dificultades de la misma.



Estamos en la escalada de apoyar esa lógica y hemos logrado mayores cifras
de muertos que Hitler con sus campos de concentración. De eso estamos
hablando. Esta democracia nuestra, con el mayor campo de concentración sin
alambre de espino del mundo, la mayor cámara de gas sin gas del mundo, es
fabulosa, y somos felices, después de todo tenemos carnaval, fútbol, tenemos
buen humor, somos una nación feliz, una nación cordial.



¿Cómo podemos desmontar todo este debate desde dentro? ¿Cómo articularse con
realidades sociales desiguales? ¿Cómo hacer frente al poder oligárquico de
los grupos que mandan? ¿Cómo se hace frente al poder financiero y al control
territorial que tienen estos grupos? ¿Y con la milicia que opera así porque
sabe que siempre ha sido así en este país y siempre será así? ¿Cómo tocar a
las personas que tienen miedo?



No se puede tocar el corazón de estas personas, hace tiempo que están
muertas. Lo que les unía a otras personas, la dimensión humana, está roto,
está deshilachado. El miedo hace eso. La gente se está muriendo de miedo
porque está expuesta diariamente al terror que le producen los medios de
comunicación. Esto aparece todos los días en la televisión, en el teléfono
móvil, después de todo la gente necesita una pantalla para ser aterrorizada.
¿Cuánto tiempo tarda una persona en entregarse al discurso de las armas?
¿Cuánto se puede resistir?



Vivimos un proyecto armamentista fabuloso, los sujetos se defienden, son
blancos, tienen dinero, son de clase media, son dueños de la estructura
administrativa del Estado -están en el Ejecutivo y en el Judicial- se
protegen. Por otro lado, cuentan con el apoyo de las masas que se han
convertido en "sinvergüenzas", que se han convertido en defensores del lema
"un buen delincuente es un delincuente muerto", porque no hay nadie que los
salve. La sociedad no aguanta más, quiere proteger su propia vida y por eso
se echa en brazos de los que prometen protegerla -sólo que los que prometen
esto son los más poderosos de los criminales, son los tipos que empiezan a
controlar todo esto que vemos por aquí. Somos un país totalitario en ese
sentido, somos un totalitarismo construido social, histórica, geográfica y
culturalmente. Esto es lo que somos.



- ¿Es precisamente esta relación la que podemos establecer entre los grupos
criminales y los movimientos que defienden armar a la población?



La lógica del armamento es una lógica que se orienta básicamente a este
proyecto, que es el uso de las armas por parte de la población en su
conjunto para fortalecer a los grupos armados que dicen tener la necesidad
de reaccionar ante los bandidos, ante la violencia. Considera que el Estado
es inoperante, ineficaz, incapaz, por lo que este Estado tiene que ser
sustituido por aquellos que tomarán las armas para defenderse. Es la lógica
de la autoprotección.



Este es el discurso que ya se ha instalado en varios lugares y en el mundo
en general, y uno de los más cercanos a nosotros es México y todo el caso de
las autodefensas que se han instalado allí. Y, si miramos el caso mexicano,
veremos que las autodefensas, que tienen cierta similitud con este universo
de las milicias, porque es un área nebulosa donde se asocian la acción del
Estado y la de los grupos criminales, es el momento en que el Estado
renuncia al monopolio legítimo de la violencia en nombre de la negociación
con los grupos armados.



El caso de México es exactamente eso, los enemigos están construidos. Los
cárteles son realmente terribles, son el enemigo, pero en base a esto se
crea una estructura para armar a la población para que se proteja, y esto
implica violencia, atrocidades y crímenes aún mayores que los cometidos por
los cárteles. E incluso hay casos en los que incorporan a miembros de los
cárteles en su composición. Y también incorporan los negocios criminales de
los cárteles.



Este juego discursivo es fuerte y avanza. ¿Cuánto tiempo tarda una persona
entregada al terror de no tener protección para su vida en convertirse en
escoria? ¿Y convertirse en sinvergüenzas y aceptar que los sinvergüenzas
puedan gobernarse a sí mismos? ¿Cuánto tiempo puede estar una persona
sometida a toda la miseria, al sufrimiento, a la segregación, a la
destrucción de su propia realidad humana para convertirse en partidaria de
su propia tortura, convirtiéndose en su propio verdugo? ¿Cómo ocurre esto en
la sociedad brasileña? A eso me refiero.



Los que predican el uso de las armas dicen que quieren salvar a la sociedad
mediante el armamentismo. Pero los que usan las armas son los que las usarán
basándose en la lógica de que "un buen criminal es un criminal muerto". Es
la idea de que hay que matar y eliminar a esa escoria. Tratan así a esta
población pobre y miserable. Hay que acabar con el bandido, el asesino y el
canalla; pero, con ello, se convierten en los grandes bandidos y canallas de
esta sociedad.



Hay nuevos bandidos, asesinos: este grupo armado que surge de un discurso de
autodefensa y protección. Este grupo ya no tiene control sobre sí mismo
porque está dentro del Estado. Son "hombres de bien", son elegidos, son
hombres de clase media, no miserables como los pobres narcotraficantes de
las favelas; tienen otros estatus. Son, por ejemplo, tiradores de club, son
cazadores, están en un nivel de clase social diferente al de los grupos más
pobres, y acaban recibiendo el apoyo de los grupos más pobres, porque estos
grupos más pobres no tienen a quién recurrir y quieren librarse de la
violencia que el Estado les lanza. Y así, esta lógica del armamento se
convierte en una escalada. Mientras tanto, los dueños de la industria
armamentística sonríen porque esto mueve fortunas que se volcarán en las
campañas electorales.



- Por cierto, según información de Folha de São Paulo, estas organizaciones
que defienden el armamento de la población también han avanzado en la
búsqueda de cargos electivos. Sólo ProArmas, uno de los mayores grupos del
país, tiene 50 precandidatos que buscan diferentes puestos. ¿Cómo se analiza
este escenario?



- ¿50 candidatos vinculados a estos traficantes de armas? Eso no es mucho.
Van a financiar mucho más. Cada policía, cada militar, cada hombre vinculado
a las fuerzas de seguridad pública que lance un candidato va a tener apoyo,
porque todos defienden esta lógica. No vemos a gente de la seguridad pública
defendiendo otras lógicas. Hay muy pocas excepciones en las que esto ocurre.



Incluso las políticas públicas con una concepción diferente de la seguridad
pública son escasas. Incluso los que inicialmente parecían defender otra
dimensión de la seguridad pública son hoy los que se han rendido, son
candidatos al gobierno del Estado.



Conozco un caso de alguien que ganó proyección gracias al trabajo que hizo
luchando contra las milicias en ese estado y, hoy, en el debate público, no
toca el tema. El candidato que proviene de la situación no menciona la
palabra "milicia" es comprensible, porque es el mayor partidario de la
estructura de la milicia en el estado. Ahora bien, que un candidato que se
ha hecho un nombre luchando contra la milicia simplemente no mencione esta
palabra en el debate sobre la seguridad pública es una vergüenza.



¿Cómo puede ser eso? Puede, porque lo más interesante es ganar votos. ¿Será
él, al ser elegido, quien lo resuelva? No, no lo resolverá. No tiene
capacidad para resolver nada, ya está comprometido en su debate público,
porque su discurso lo pone junto a quienes están formulando su plataforma
política en materia de seguridad comprometidos, dentro de las estructuras
policiales, con las ejecuciones sumarias en los operativos.



Esto es vergonzoso, para mí. La izquierda está completamente perdida,
estamos aniquilados en cualquier posibilidad de cambiar este escenario. Y
así avanza el armamentismo. Es sólo una cara de todo esto. La carrera
armamentística se articula con diversas modificaciones y cuestiones que hoy
se sitúan en el escenario de la política nacional.



- ¿Quiénes son y cómo podemos identificar a los candidatos que coquetean, o
incluso coquetean descaradamente, con la política de armas?



La política de las armas da dinero, da votos y sigue atrayendo el
beneplácito de la estructura miliciana que controla los territorios, la
economía y, en consecuencia, el voto. Por lo tanto, los que defienden la
política de armas serán leales a la estructura de la milicia. Por eso, los
candidatos que coquetean abiertamente con la política de armas son los que
están vinculados al proyecto actualmente victorioso. Y están ligados a un
proyecto que tiene muchas posibilidades de éxito porque tiene control
territorial, dinero, control sobre los negocios que la milicia establece (y
son 200.000 negocios como la destrucción del gas, el agua, la "red de
gatos", el gas, el transporte clandestino, la venta de inmuebles, la venta
de pesca, la venta de combustible robado y adulterado, la venta de
pavimentos en los barrios para que la gente instale sus negocios, el cobro
de alquileres y una tasa de seguridad para el comercio. Sólo no venden y
comercializan el aire que respiramos porque aún no han descubierto la forma
de hacerlo).



Un tipo que defiende el armamentismo, además de estar sometido a ese control
territorial y de votos, seguirá teniendo el beneficio añadido de la
industria armamentística, que quiere ampliar su negocio en este país. Y con
ello, el número de muertes explotará estúpidamente, como ya está explotando,
sin capacidad para afrontarlo.



¿Y quién muere? Los que no tienen dinero para comprar un arma. Los
traficantes tienen el dinero para comprar armas. ¿Y a quién se los pueden
comprar? De la policía, del ejército, de la gente que contrabandea armas.
Hay mucho dinero para hacerlo, porque es el dinero de la guerra contra las
drogas el que hace que el precio de estas armas sea estratosférico en esta
economía que mueve mucha gente. Tienen el poder de armarse y lo van a hacer,
y en medio de todo esto está la gente más pobre a la que disparan ambos
bandos.



Estas personas comunes y corrientes, como yo, como tú o como cualquier otra
persona, no existen en el plano político en este contexto que hemos estado
tratando. O te sometes y les votas, o lo niegas y vas a la confrontación. La
gente no va a enfrentarse sin más a esta estructura, ninguno de nosotros
está lo suficientemente loco, en una zona controlada, como para defender sin
más cualquier otra candidatura diferente a las que se están implantando. Y
entonces la estructura política, la estructura democrática del Poder
Judicial, transformará a esta gente común, a estos votantes, en cómplices de
la criminalidad en la periferia.



Ya ves, el que era incapaz de elegir un candidato diferenciado porque está
totalmente controlado por esta estructura, ahora se convierte en cómplice.
Él es el que será el acusado, el que será condenado. Transformar a la
víctima en acusado es lo que se hace todos los días. Transformación de la
política de seguridad pública por los asesinos de exterminio, por la
milicia. Es como si la gente fuera culpable de su propia muerte.



- ¿Cómo, dado el contexto actual, es posible hacer frente a esta política de
armas?



Está claro que todo el pesimismo que he expresado hasta ahora tiene que
conciliarse con las dimensiones que me permiten vivir en este país. Tengo
que levantarme todos los días, ponerme de pie, trabajar, moverme. Necesito,
pues, los elementos que me mantienen entero en esta nación a pesar de todo
lo que vivo. Y toda la nación sólo existe porque hay resistencia; la gente
está reaccionando, con muchas más dificultades, muchos más límites, tratando
de construir otros escenarios posibles y por supuesto que esto es posible.



Veo a madres que se organizan para luchar contra el asesinato de sus hijos,
para luchar contra la desaparición de los cuerpos de sus hijos asesinados
por la policía, por la milicia. Veo a estas personas, que son las verdaderas
heroínas de este país. Son personas que no tienen apoyo de nada, de nadie y
que se enfrentan a esta estructura totalitaria. Son heroínas, son mujeres.
No son hombres, hay hombres en estos espacios, pero son pocos. Estas son las
personas que me alimentan; vivo de ellas. Hay asociaciones de vecinos que no
se han rendido del todo, que participan en el debate político, que quieren
ayudar a los más débiles de esa comunidad, que no se rinden al voto de los
milicianos, que aportan otros candidatos, que intentan resistir de alguna
manera. Gente que, si no puede llevar a otro candidato y tener un debate
político, hará el trabajo de las hormigas, subliminalmente, sin expresión.



Es un trabajo que se hace a menudo en comunidades religiosas en la Iglesia
católica, en la Iglesia evangélica, pastores, líderes religiosos,
sacerdotes, monjas, diáconos, trabajadores, hermanas, madres de santos,
padres de santos, ogãs (sacerdote, “persona superior” en el candomblé, culto
de los orishas, una de las religiones afrobrasileñas: ndt) grupos de
meditación, grupos que tienen otra concepción de la sociedad, que hacen un
trabajo molecular, microsocial. Veo a estas personas; vienen a mí, me
buscan, me dan apoyo en lo que hago y digo, son reales. Estas son las
personas que me alimentan. No tiene sentido entrar en una confrontación
abierta.



Tenemos que reforzar y ampliar lo que hoy es un espacio minúsculo, pero que
tiene mucha fuerza y poder. Si la izquierda pierde porque ha perdido
completamente su capacidad de diálogo con estos microespacios de
resistencia, sólo lo lamento. Es un problema que la propia izquierda tendrá
que resolver.



Es necesario dialogar con quienes han sobrevivido en ese campo y que aún
pueden pensar en ello. Ahí es donde tenemos que ir, en la compasión, en la
solidaridad. No puedo mirar a ese habitante de la favela y pensar que tengo
que matarlo porque se dedica al tráfico de drogas, porque es un bandido. No
puedo mirar al ladrón, al criminal, al asesino, sea quien sea, y pensar que
hay que eliminarlo y matarlo. Nosotros no somos eso. Es inútil decir que un
criminal es irredimible; el ser humano es indeterminado. No estamos
determinados por ninguna enfermedad psíquica, condición social.



Estoy en el debate que cree en la compasión, en la capacidad de
acercamiento. No sirve de nada meter a la persona en un Centro de Apoyo
Psicosocial (Caps) que sólo la atiende cada seis meses, porque hay casos de
un Caps para tres millones de habitantes. Tiene que haber un programa de
acompañamiento psicológico y emocional de estas personas que les dé
condiciones para pensar en sí mismas. Pero, para ello, tienen que estar
vivos.



Tendríamos que tener programas educativos en las escuelas públicas que
incorporen a esta población. Y luego, tenemos que mantener a los profesores
y profesionales del área de la educación por la noche, los fines de semana,
acompañando a estas personas. Es necesario invertir la agenda
presupuestaria. Habrá que gastar en políticas públicas y sociales, y nadie
más lo hace en este país. Pero yo defiendo esto, estoy en este frente. El
Estado tiene que gastar en esta dirección, no es una política de
responsabilidad fiscal la que liquida a estas personas en una lógica que
dice "gastemos dinero en balas para matarlos".



El Estado tiene que invertir, por ejemplo, en políticas de movilidad urbana
que ayuden a los jóvenes a ir a la escuela, políticas de ingresos que den a
esta población la capacidad de ser autónoma en términos de subsistencia,
frente al dinero que proviene del narcotráfico y de la milicia. En otras
palabras, es necesario contar con políticas públicas que disputen a esta
población. Es necesario urbanizar estas zonas. En lugar de tomar el 47% del
presupuesto de la Unión y pagar a los acreedores, banqueros, agroindustria y
contratistas que dominan esta nación, es necesario revertir esto y hacer
políticas públicas para esta población.



Dirán que es imposible, que es una locura y que nadie defiende esto en este
país. Hay que defenderlo. Tenemos que luchar políticamente por ello. Se dice
que parte de la izquierda que debería defender esto es liberal y está en la
cama con los banqueros para tener ingresos para tener votos, y sólo los que
tienen mucho dinero en su campaña electoral tienen votos y pueden salir
elegidos. Lo siento, en eso se ha convertido la política electoral, pero
vamos a tener que refundar el debate público. ¿Los partidos ya no son
útiles? ¿A qué frente debemos ir? ¿El frente horizontal de los movimientos
sociales? No soy anarquista, no estoy en ese campo, pero tenemos que
refundar esta dimensión democrática. Esa es la esperanza que mantengo.



- En el sentido de asegurar las bases democráticas de Brasil hoy, ¿cómo ve
las manifestaciones de la "Carta a las brasileras y a los brasileros en
defensa del Estado Democrático de Derecho", encabezada por la Facultad de
Derecho de la Universidad de São Paulo - USP?



Todas estas campañas de cartas y apoyo a la democracia, todo esto es
bienvenido. Estos son los distintos frentes que estamos abriendo. La
eficacia y eficiencia de esta lucha no sabría responderla. Pero hay que
hacerlo, lo están haciendo los grupos que empiezan a expresarse. Se trata de
un intento de ser escuchado, de hablar y de ser escuchado en esta sociedad
ya totalitaria que vengo destacando aquí.



Por supuesto, hay matices, hay dimensiones menores que son más difíciles.
Estos son detalles que a menudo crean divergencias en estos movimientos.
Pero es necesario entender estas divergencias y trabajar con estas
diferencias, ver varias cartas y varios movimientos y entender de qué están
hablando. No puedo querer que todos hablen según mi visión, desde el lugar
donde estoy hablando. Con ello, pueden surgir pérdidas en función de esta
mayor unidad que buscamos.



- ¿Quiere añadir algo



Roberto Uchôa de Oliveira Santos, especialista en armas en Brasil, escribió
un libro titulado "Armas para Quem? A busca por armas de fogo" (Editora
Dialética, 2021), en el que dice que los clubes de cazadores, tiradores y
coleccionistas de armas, los CAC, reúnen hoy a unas 700 mil personas en
Brasil. Estas 700 mil personas tienen 900 mil licencias, porque muchas veces
una persona tiene más de una licencia. Según la legislación vigente, cada
persona puede tener 30 armas especiales; se trata de armas de gran calibre
como fusiles, ametralladoras y rifles, y esta misma persona puede tener
otras 30 armas de menor calibre, más convencionales como pistolas y
revólveres. En otras palabras, cada uno de estos individuos puede tener unas
60 armas y un volumen muy elevado de munición.



Haciendo este cálculo, Brasil puede tener hoy 45 millones de armas en manos
de estas personas. Esta estructura actual de liberación de armas,
principalmente a través de las CAC, es ya absurda. Hoy en día es mucho más
fácil, en lugar de gastar dinero en el contrabando de armas, sobornos y
hacer que todo funcione a través del sistema ilegal, simplemente aprovechar
esta posibilidad legal dentro del Estado para comprar armas.



Y toda la estructura de la milicia se está beneficiando mucho de esto.
Puedes comprar, vender, poner a terceros a comprar, y todo ello de forma
legal. El sujeto puede, por ejemplo, ser condenado en un lugar determinado y
pedir que lo lleven en otro, porque esto se pide directamente al ejército. Y
por eso engañan, huyen de donde tienen problemas judiciales y se van a donde
no hay problemas con sus expedientes. El Ejército no tiene este sistema para
cotejar tus antecedentes con todo el universo del Poder Judicial, y
autorizarte a tener estas armas. Según me dijo Roberto Uchôa, hay un
universo absurdo de armas: 45 millones de armas pueden circular legalmente
en Brasil hoy. Mira que una empresa como Taurus, por ejemplo, celebra la
venta de 100.000 rifles haciendo promociones, concediendo descuentos para
vender más armas. Son ganancias millonarias para estas empresas de guerra
hoy en día.

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