Guatemala/ Condenas por violaciones a mujeres indígenas: "la guerra civil aún no ha terminado". [Deutsche Welle]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Feb 1 23:02:43 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

1° de febrero 2022

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Guatemala




Condenas por violaciones en Guatemala: "la guerra civil aún no ha terminado"



Con largas penas de prisión para cinco exparamilitares por violar
sistemáticamente a mujeres indígenas durante la guerra civil, Guatemala
apenas empieza un proceso de aceptación de su oscura historia, advierten
expertas.



Deutsche Welle, 27-1-2022

https://www.dw.com/es/



Los hermanos Benvenuto y Bernardo Ruiz Aquino, así como Damián y Francisco
Cuxum Alvarado fueron condenados en Guatemala a 30 años de prisión por
crímenes de lesa humanidad.  Además, Gabriel Cuxum Alvarado recibió 40 años
de prisión por cometer un delito más: el ocultamiento de su propia
identidad.



Para los condenados, que escuchaban atónitos el veredicto por
videoconferencia en la prisión de Fraijanes, esta sentencia significa
probablemente cadena perpetua, porque tienen entre 59 y 70 años. Para las
víctimas de las innumerables violaciones, es al menos una pequeña parte de
justicia. La más joven tenía apenas doce años en ese entonces. "Sangré
durante un mes y no sabía por qué, mi tía me preguntó: ‘¿Qué te ha
pasado?'”, relató durante el juicio. Este es solo uno de los muchos
testimonios desgarradores que han sacudido a toda Guatemala en las últimas
semanas.



El hecho es un símbolo de la violencia sexual como táctica de guerra
infligida a las mujeres maya durante la guerra civil, a principios de la
década de 1980, según relató una de las víctimas ante los jueces:
"Asesinaron a mi esposo, quemaron mi casa y me robaron dinero. Luego me
violaron. Después de tres meses de embarazo, tuve que abortar y tuve un
dolor insoportable".



La guerra civil como trauma de Guatemala



El país centroamericano está superando finalmente su oscura historia. Al
menos 200.000 personas fueron víctimas de la guerra civil entre 1960 y 1996,
45.000 más desaparecieron, y cuatro de cada cinco víctimas eran indígenas.
La población rural maya era el blanco preferido de las masacres planificadas
por el Ejército y los grupos paramilitares de derecha. Las mujeres
sobrevivientes de la comunidad de Rabinal son achí, un grupo étnico de
origen maya.



Aura Estela Cumes Simón todavía se despierta por la noche empapada de sudor,
y la pesadilla es siempre la misma: sueña que la persiguen y ella misma es
víctima de estas atrocidades. Algo que no sorprende, pues la antropóloga,
como experta en el proceso, fue quien tomó los testimonios de las 36
demandantes. Una y otra vez escuchaba la misma frase, entre lágrimas: "¡Me
siento seca por dentro, aturdida, como si fuese una muerta viviente!”.



Cumes Simón es maya y la lucha contra el racismo en Guatemala, que sigue
siendo cotidiana, es su especialidad. Sobre el tema ha escrito varios libros
en los últimos 20 años. Por eso, Cumes Simón no dudó cuando le pidieron ser
perito en un juicio de este tipo hace ocho años. "Muchos guatemaltecos
todavía no saben lo que pasó entonces. O peor: no les importa. Pero aún más
grave es cuando repiten la narrativa común de que las víctimas tienen la
culpa de todo", afirma la experta.



¿Sigue siendo el Estado un enemigo de los indígenas?



La antropóloga Cumes Simón también ha investigado sobre la violencia sexual
como arma de guerra, pero lo que le contaron las mujeres, que tenían entre
doce y 53 años en el momento del crimen, superó su imaginación. "No era solo
el control, la tortura, las violaciones, es decir, la destrucción de todo
ser humano. También tuvieron que ver cómo mataban a sus esposos, hermanos o
hijos delante de ellas. Los soldados y paramilitares crearon una especie de
campo de concentración", asegura.



Lo más increíble era que los torturadores y asesinos eran también antiguos
vecinos, que fueron reclutados para perseguir a los guerrilleros. "Así que
esta gente ha destruido su comunidad y la vida de su propia gente. En el
programa de las patrullas también había un llamado ‘servicio de mujeres' en
el que se violaba a las mujeres", dice la experta, y se pregunta: "¿Cómo se
puede llegar a cometer tales crímenes contra mujeres y niños indefensos?".



Aura Estela Cumes Simón lo tiene claro: el Estado guatemalteco sigue siendo
el mayor enemigo de la población indígena. Hace apenas tres años que la
jueza Claudette Domínguez fue apartada del caso por relativizar y dudar
constantemente del testimonio y los motivos de las mujeres mayas. "Esta
victoria en los tribunales es también un símbolo de la lucha contra el
racismo arraigado en Guatemala. Conseguido por tres abogadas mayas",
sostiene.



Guerra civil aún no termina



Una de las juristas es Lucía Xiloj, que desde hace años se ha hecho un
nombre como defensora de los derechos de la población indígena. Ella es de
Chichicastenango, a solo 50 kilómetros de Rabinal, el lugar de las
violaciones. También es parte de la ironía de la historia el hecho de que
las víctimas hayan tenido que esperar casi 40 años para que se haga
justicia, y que la hayan conseguido, precisamente, a través de una abogada
indígena de la misma edad.



"Para mis clientes, esta sentencia es de enorme importancia. Ahora tienen
por escrito, tanto ante la sociedad como ante sus comunidades, que no tienen
ninguna responsabilidad en lo sucedido", comenta Xiloj, "porque,
desgraciadamente, cuando las mujeres indígenas entran a una sala judicial,
sus testimonios no son creídos. Los estereotipos siguen siendo los mismos
hoy en día".





"No se trata de un doble racismo por ser mujeres e indígenas, sino de un
racismo multiplicado: también son pobres y apenas tienen oportunidades de
educación. Además, todo el sistema de justicia está orientado al idioma
español, por lo que las mujeres indígenas de Guatemala están muy
desfavorecidas", afirma Lucía Xiloj.



La abogada quiere continuar, porque el veredicto significa solo un primer
paso. Ahora también hay que hacer justicia con las mujeres que han sido
víctimas de violencia sexual en otras comunidades guatemaltecas: Xiloj dice
que nunca olvidará la alegría de las mujeres: "Nos decían decían: ‘Por fin
nos creen y escuchan'. Definitivamente, la guerra civil aún no ha terminado,
todavía queda mucho por hacer".

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