Brasil/Debate/ Aflicciones revolucionarias. [Valerio Arcary]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Feb 22 00:18:28 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

22 de febrero 2022

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Brasil/Debate



Aflicciones revolucionarias



Valerio Arcary *

Esquerda Online, 18-2-2022

https://esquerdaonline.com.br/
<https://esquerdaonline.com.br/2022/02/18/aflicoes-revolucionarias/>

Traducción de Correspondencia de Prensa



1. El año 2022 comenzó muy mal. Hay cierta inquietud en las filas de los
sectores de vanguardia más radicalizados en los movimientos sociales. La
amargura, la angustia y la aflicción han aumentado ante la extrema lentitud
de la lucha contra los neofascistas. Muy comprensible es este desencanto, si
consideramos el desastre que se profundiza, día tras día, impunemente: (a)
el impacto de la tercera ola de la pandemia con el aumento de los contagios
y las muertes causadas por la variante Ómicron; (b) las tragedias sociales
precipitadas por las previsibles tormentas de verano en Bahia, Minas, São
Paulo y ahora Petrópolis, que superan los 200 muertos; (c) la sucesión
ininterrumpida de episodios de violencia racista, machista y homofóbica; (d)
el vertiginoso empobrecimiento acelerado por la inflación, y la permanencia
de un desempleo aún muy alto; (e) la degradación ambiental de la minería con
la devastadora polución que contaminó las playas de Alter do Chão en Pará,
etc.



2. La mayoría de los militantes de la izquierda brasileña son jóvenes. La
historia ha sido cruel con esta nueva generación. El impulso progresista que
llevó a los jóvenes a las calles en las jornadas de junio de 2013, aunque
confuso y muy discutido, se agotó en febrero de 2014. La crisis
económico-social abierta entre 2015/16 no despertó la voluntad de lucha de
los trabajadores, y la situación no evolucionó en la dirección de una
situación prerrevolucionaria, sino a lo contrario. La relación de fuerzas
entre las clases se ha invertido dramáticamente, con el desplazamiento hacia
la extrema derecha de la mayoría de las clases medias, arrastrando a los
sectores obreros y populares.



Después de trece años de gobiernos de colaboración de clases liderados por
el PT, sufrimos un golpe institucional en 2016, y el mandato de Michel Temer
allanó el camino para el ascenso de Bolsonaro. Llevamos cinco años en una
situación reaccionaria. Mucho tiempo para alguien que se inició en el
activismo hace diez años o incluso menos. Y el horizonte más optimista que
se dibuja es una victoria de Lula. El límite político-histórico del
desenlace será un retorno del PT al frente de un gobierno de colaboración de
clases estabilizando el régimen democrático-electoral frente a la amenaza
golpista bonapartista de Bolsonaro. Es comprensible que entre los activistas
más abnegados haya cierto desaliento y frustración por la lentitud del
proceso en Brasil, especialmente si se compara con Chile y Bolivia, Perú y
Ecuador, o incluso Argentina. Pero este desencanto y las limitaciones de la
izquierda brasileña, no deben desanimar a nadie. Con Bolsonaro, la crisis
económico-social se ha agravado dramáticamente, y el cataclismo pandémico se
ha cobrado más de 640.000 vidas, pero no han sido suficientes para impulsar
a la escena a millones para derrumbar al gobierno en 2021, por diversas
razones. Lula se negó a salir a la calle, y las secuelas subjetivas de las
derrotas acumuladas dejaron heridas abiertas en la conciencia de los
sectores más organizados. Pero en la lucha de clases no hay atajos. El
malestar con el inmovilismo de los sindicatos, la apatía o el acomodo, mayor
o menor, de las organizaciones más tradicionales, o el electoralismo de los
partidos de izquierda creció entre la juventud más militante. Pero la
expectativa de que, de alguna manera, estamos siempre en vísperas de una
explosión de furia de los sectores más sufridos del pueblo que podría ser un
detonante para que la clase trabajadora entre en escena es, esencialmente,
una ilusión, alimentada por el deseo. Las ilusiones revolucionarias son la
antesala del autoengaño. Como la historia nos ha enseñado amargamente
después de 1968, cuando lo mejor de la vanguardia abrazó una táctica
ultraizquierdista, separarse del movimiento real de las amplias masas lleva
a las fuerzas más combativas a un callejón sin salida.



3. Desde el año pasado, bajo el impacto de la experiencia catastrófica de la
gestión negacionista de la pandemia, finalmente, una inflexión de la
coyuntura ha generado una mayoría social contra el gobierno. Pero las
movilizaciones de la campaña Fuera Bolsonaro fueron insuficientes, por
diversos factores, para lograr el impeachment del neofascista, alimentando
la frustración en la vanguardia que salió a las calles. La ausencia de los
grandes batallones de la clase trabajadora en las calles alimenta la
frustración. La inseguridad y el miedo por temor al desempleo, o la
vacilación y la duda por falta de confianza en sí mismo siguen prevaleciendo
en la clase trabajadora. Pero así como es un error idealizar la capacidad de
lucha de los trabajadores, también es muy peligroso desesperar sobre su
papel en el destino de la lucha socialista. La lucha política tiene sus
tiempos. 2016 no fue una derrota histórica. La clase trabajadora no tardará
décadas en ponerse en marcha. La vanguardia de los movimientos sociales no
debe desesperar por impaciencia.



4. Pero la irritación y la impaciencia han crecido en la militancia de
izquierda más combativa. Tenemos buenas razones para un legítimo
descontento. Celebramos actos contra las brutalidades de la barbarie social,
reuniendo a unos cuantos miles. Organizamos campañas de solidaridad para
aliviar el sufrimiento de las víctimas, recogiendo donaciones. Pero
prevalece un sentimiento de impotencia. Al fin y al cabo, después de tres
años de la pesadilla y la ruina provocada por el gobierno de Bolsonaro, y a
pesar de las movilizaciones entre mayo y noviembre del año 2021, la medición
de fuerzas con la extrema derecha se hará, tardíamente, en la campaña
electoral que recién tendrá lugar en octubre. Y serán unas elecciones
plebiscitarias que anticiparán la disputa entre Lula y Bolsonaro en la
primera vuelta. La necesidad de derrotar a Bolsonaro es una emergencia tan
poderosa, y el tsunami de apoyo a Lula es una ola tan gigantesca que,
prácticamente, anularon la posibilidad de audiencia y espacio para la
presentación de una candidatura de izquierda anticapitalista.



5. Respetar los límites impuestos por la relación política de fuerzas no es
acomodación táctica, sino inteligencia política. No se puede luchar contra
todo y contra todos al mismo tiempo. La lucha política seria requiere
cálculo. No se puede combatir a Bolsonaro y, al mismo tiempo, anticipar la
lucha opositora de la izquierda a un posible y futuro gobierno de Lula en
2023. Aun así, ya se han presentado tres candidaturas revolucionarias por
parte del PSTU, el PCB y UP: Vera Lúcia, Sofía Manzano y Leo Péricles.
Merecen respeto por su compromiso en la construcción de sus organizaciones.
Pero es inevitable que desarrollen sus campañas en círculos muy
restringidos. No hay razón para dudar de que denunciarán a Bolsonaro,
implacablemente, pero no podrán exponer sus visiones críticas sobre Lula, lo
que, también, es justo. Al borde del abismo de la marginalidad serán
invisibles. El peligro ineludible de esta opción táctica es que queden
reducidos a candidatos testimoniales, comentaristas de la lucha política
real. La izquierda marxista no debe resignarse al papel de "partidos-museo".




6. El PSOL definirá su posicionamiento táctico ante las elecciones
presidenciales en una Conferencia Nacional. De acuerdo con la decisión del
Congreso de 2021, ha presentado una plataforma de doce medidas de emergencia
para su discusión con el PT y el PCdB, y ha alertado que discrepa con la
indicación de Geraldo Alckmin como vicepresidente de Lula. El PSOL quiere
ser útil a la lucha por un gobierno de izquierda. (Ver la plataforma:
https://esquerdaonline.com.br/2022/02/17/direito-ao-futuro-psol-lanca-plataf
orma-com-propostas-para-unidade-das-esquerdas/)



Esta orientación obedece a una interpretación de la relación social de
fuerzas en la sociedad. La táctica del Frente Único de Izquierda responde a
la máxima prioridad: la necesidad de derrotar a Bolsonaro. Pero también
considera que el espacio político mínimo para la presentación de una
candidatura propia del PSOL en la primera vuelta, a diferencia de 2018, ha
disminuido mucho. El PSOL también votó en su Congreso que no integrará
ningún gobierno de izquierda con partidos de derecha, preservando la defensa
de la independencia política de clase. Flexibilidad táctica y firmeza en los
principios, un leninismo para el siglo XXI. Confianza en la clase
trabajadora y mucha paciencia. Tenemos una cita con la revolución brasileña.
Y ella llegará.



* Militante de la corriente Resistencia/PSOL y columnista de Esquerda
Online.

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