Brasil/ Una herida abierta en la selva brasile馻. Viaje a los confines de la ruta Transamaz髇ica. [Anne Vigna]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Jun 10 23:02:34 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

10 de junio 2022

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Brasil



Viaje a los confines de la ruta Transamaz贸nica



Una herida abierta en la selva brasile帽a



Redituable factor de propaganda para los gobiernos de turno y promesa eternamente incumplida, el megaproyecto caminero est谩 asociado a la ganader铆a descontrolada y al negocio clandestino de la deforestaci贸n. Las poblaciones ind铆genas y la integridad de la selva han sido sus v铆ctimas principales.



Anne Vigna *

Le Monde Diplomatique, edici贸n uruguaya, junio 2020

https://ladiaria.com.uy/le-monde-diplomatique/

Traducci贸n de Pablo Rodr铆guez



La escena a la que asistimos al llegar a Labrea, en el coraz贸n de la Amazonia brasile帽a, es en apariencia habitual: con sus tel茅fonos celulares en mano, unos motociclistas cubiertos por una pel铆cula de polvo ocre preguntan a los paseantes d贸nde se encuentra la placa que indica el final de la ruta Transamaz贸nica. Todos quieren inmortalizar el t茅rmino de sus periplos despu茅s de haber hecho 4.260 kil贸metros de viaje. Pero el cartel nunca existi贸, porque la ruta transamaz贸nica no ten铆a que terminar en esa aldea. Hace cincuenta a帽os, los militares en el poder en Brasil (1964-1985) ten铆an que construir un puente sobre el r铆o Purus, en Labrea, y luego continuar los trabajos hasta la localidad de Benjamin Constant (no el autor franc茅s, sino el general que la Constituci贸n de 1891 presenta como el fundador de la Rep煤blica del Brasil) en el estado de Amazonas, 640 kil贸metros m谩s adelante. En total, la ruta iba a medir 4.960 kil贸metros, pero finalmente se detuvo, despu茅s de cuatro a帽os de obras. Y sin que se colocara ninguna placa conmemorativa...



Incluso inacabada, la Transamaz贸nica despert贸 el orgullo del r茅gimen militar. Mientras que, desde largo tiempo atr谩s, el exterior codiciaba las inmensas riquezas de la selva,(1) los militares formulan la doctrina que los guiar谩 durante veinte a帽os: 鈥淚ntegrar el territorio para no ser despose铆dos鈥. Vincular el Amazonas con el resto de Brasil, particularmente en el nordeste, constituy贸 la primera etapa de ese proyecto orquestado en el seno del Programa de Integraci贸n Nacional, cuyo decreto firm贸 en 1970 el general Em铆lio Garrastazu M茅dici. Se trata, explica en su discurso del 8 de octubre de 1970 en Manaos, de 鈥渆xplotar las reservas mineras y de fertilizar tierras v铆rgenes para hacer de ellas verdaderas ventajas econ贸micas. De este modo, ocuparemos la Amazonia; un imperativo para el progreso y un compromiso de Brasil con su propia historia鈥.



El Quinto Batall贸n de ingenier铆a y construcci贸n del ej茅rcito construy贸 el 煤ltimo tramo hasta Labrea. Antonio Moreira de Almeida ten铆a trece a帽os por entonces. Recuerda a 鈥渆sos soldados que sal铆an de la selva con m谩quinas como jam谩s hab铆amos visto antes. Ten铆amos la impresi贸n de que nos abr铆amos por fin al mundo, con el cual solamente nos conectaba el r铆o. Porque no nos aventur谩bamos en absoluto del lado de la selva鈥. El padre de Moreira de Almeida se instal贸 aqu铆 en 1930 en tiempos del caucho, al que por entonces se llamaba 鈥渙ro negro鈥 [y en otras ocasiones 鈥渙ro blanco鈥漖, e incluso un cierto Henry Ford lleg贸 a la regi贸n para intentar explotarlo a fines de los a帽os 1920.(2) Cincuenta a帽os m谩s tarde, la producci贸n local padeci贸 la competencia asi谩tica. La mayor parte de los 鈥渟eringueiros鈥, los extractores de caucho, abandonaron la selva para probar suerte en pueblos como Labrea.



Con 42.000 habitantes y aproximadamente 320.000 bovinos, Labrea es una sucesi贸n de barrios miserables levantados sobre pilotes al borde del r铆o. Se accede mediante una larga pasarela construida al lado de los detritus que los habitantes queman cada noche. El r铆o, ya marr贸n en la 茅poca de lluvias, recibe las cloacas del pueblo. Sin ning煤n tratamiento, naturalmente. Aqu铆 el 铆ndice de desarrollo (0,531) est谩 dentro de la franja m谩s baja de los municipios brasile帽os. Hace mucho tiempo que la esperanza de acceder a la modernidad y de 鈥渁brirse al mundo鈥 gracias a la ruta qued贸 en la nada. La Transamaz贸nica jam谩s cumpli贸 sus promesas.



Porque la ruta qued贸 solamente en el estado de pista de ripio que los seis meses de temporada de lluvias vuelven intransitable. Se forman surcos y se abren pozos; el revestimiento desaparece. En la temporada seca, las reparaciones agravan las cosas: en lugar de rellenar los pozos con nuevo pedregullo, se raspa el centro con la esperanza de aplanar lo que qued贸 arqueado. En consecuencia, la 鈥渃arretera鈥 se hunde a煤n m谩s...



Todos tienen su an茅cdota sobre los accidentes, los puentes rotos, los camiones que vuelcan cargados de mercanc铆as o de ganado. Ocurre que, bajo la lluvia, el lodo la transforma en una pista de patinaje. Hay que circular lentamente, por el centro, para no caer en los laterales. Imposible entonces cruzarse de frente con otro veh铆culo. 鈥淓s generalmente en ese momento cuando se producen los accidentes鈥, explica Jorge Catusso, due帽o de un restaurante al costado de la ruta desde hace m谩s de cuarenta a帽os.



Como la mayor铆a de las casas construidas en sus bordes en direcci贸n a Labrea, el restaurante de Catusso es de madera con amplias aberturas, techos altos y un alero para proteger de la lluvia y el sol. El calor es asfixiante pese a las aspas de los ventiladores. Sus clientes, camioneros, paran para almorzar y tomar una ducha. Duermen en el estacionamiento, a veces durante varios d铆as cuando hay que esperar que la lluvia amaine.



Circular por la ruta da la sensaci贸n de ir detr谩s de una nube de polvo. En general, de un veh铆culo pesado. Desde el momento en que empieza a llover, el paisaje cambia, incluso hay veces que se hace imposible de distinguir de tanta agua que chorrea sobre el parabrisas. Pero llueva o haya viento, hay algo que no cambia nunca en este lugar: la presencia del ganado ni bien desaparece la selva. A veces los reba帽os toman tambi茅n la ruta para llegar hasta un pastizal guiados por hombres a caballo. Entonces, son los embotellamientos los que desaparecen. El tr谩fico se corre al costado, como en c谩mara lenta, mientras que los animales avanzan ante los gritos de los pastores.



La tierra de la gran promesa



Desde la d茅cada de 1970, el proyecto caminero fue de la mano de otro, igual de ambicioso: desplazar a las poblaciones, los 鈥渉ombres sin tierra鈥, en particular los del nordeste, a fin de instalarlos en la tierra considerada 鈥渟in hombres鈥 de la Amazonia.(3) El r茅gimen militar implement贸 una inmensa campa帽a de comunicaci贸n: por radio, en los cines, mediante afiches pegados en los autobuses de las grandes ciudades. 鈥淓n plena Guerra Fr铆a, se tem铆a que esas tierras alg煤n d铆a fueran ocupadas por un enemigo, ya fuera 鈥榠nterno鈥, es decir, comunista, o 鈥榚xterno鈥, norteamericano particularmente鈥, relata Erika Carvalho, que escribe una tesis doctoral sobre la Transamaz贸nica.



鈥淔uncionarios y militares se forjaron una idea totalmente falsa de la selva: la ve铆an como una zona est茅ril e improductiva. Se convencieron de que gozaba de un suelo f茅rtil. Entonces distribuyeron motosierras entre los colonos asegur谩ndoles que obtendr铆an muy buenas cosechas鈥, cuenta Mariana Vieira Galuch, antrop贸loga en la Universidad Federal del Amazonas.



Estev茫o Anghinoni escuch贸 este discurso desde su Paran谩 natal, al sur de Brasil. En 1983 era miembro del Movimiento de Trabajadores sin Tierra, que agrupa a campesinos pobres y familias desplazadas, por ejemplo, por la represa de Itaip煤, otra enorme obra del r茅gimen militar construida entre 1975 y 1982 en colaboraci贸n con Paraguay, y que inund贸 cerca de 1.500 kil贸metros cuadrados de tierras.



鈥淓l Instituto Nacional de la Colonizaci贸n y la Reforma Agraria (Incra) organizaba reuniones para presentar decenas de proyectos de colonizaci贸n. Para el de Apu铆, su eslogan era: 鈥楴ada de malaria, tierras buenas e infraestructura vial鈥. Nos fuimos en un 贸mnibus despachado por el Incra. El viaje dur贸 m谩s de una semana鈥.



Al arribar a destino, los reci茅n llegados se desenga帽aron. Se les asignaron dos lotes de sesenta hect谩reas a cada uno, pero salvo la ruta 鈥搎ue, descubren, no es m谩s que un camino sin asfaltar鈥 nada est谩 preparado para recibirlos. 鈥淣o hab铆a sino una gran carpa donde acampamos. Veintinueve familias juntas durante meses. Tuvimos que hacer todo, incluso construir las rutas secundarias鈥, agrega Anghinoni. Sin embargo, el Incra por entonces quer铆a hacer de Apu铆 鈥渆l mayor centro de colonizaci贸n de Am茅rica Latina鈥 con 7.000 familias. Nunca fueron m谩s de 1.200. La mayor铆a de los colonos eran por entonces peque帽os productores agr铆colas que deforestaban para sembrar cultivos de subsistencia sin poder sacar de ello el menor beneficio. 鈥淧lantamos lo que sab铆amos producir: arroz, frijoles, caf茅, cacao, guaran谩. Pero no pod铆amos vender nada, no hab铆a mercado. Muchos colonos volvieron a partir hacia el sur y vendieron sus tierras. A fines de los a帽os 1990, hubo est铆mulos para que nos involucr谩ramos con el tema del ganado, con pr茅stamos interesantes. En este lugar, el ganado es el 煤nico medio de llevar una vida digna鈥.



Los ganaderos de la regi贸n reconocen de buen grado que est谩n haciendo retroceder la selva. La mayor parte de ellos se dicen atenazados por una reglamentaci贸n kafkiana. En Apu铆 (22.000 habitantes y cerca de 180.000 cabezas de ganado) se estima que 95 por ciento de los ganaderos habr铆a recibido multas del Instituto Brasile帽o de Medioambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama), la polic铆a del medioambiente. Pero son multas demasiado elevadas para poder ser pagadas, de modo tal que... nadie paga. La legislaci贸n impone en principio conservar 80 por ciento de la selva intacta y s贸lo permite talar el resto. 鈥淒ado el precio de la tierra y la inversi贸n necesaria para plantar cultivos o criar ganado, utilizar solamente 20 por ciento de la tierra no ser铆a rentable. Entonces nadie respeta las reglas鈥, agrega Vanilda Anghinoni, la esposa de Estev茫o.



El paisaje lo confirma. Esta regi贸n de relieve ondulado no tiene sino algunas copas. Hasta donde alcanza la vista se ven s贸lo pastizales verdes y puntos blancos o negros: las vacas. Todos los criadores con los que hablamos se quejan de la pobreza de los suelos, que se agotan muy r谩pidamente, una vez que desaparece la cobertura vegetal. Los fertilizantes resultan demasiado onerosos para hacer rentable el ganado, y encontrar nuevos pastizales implica hacerse de una nueva parcela. Que despu茅s tambi茅n se agota... y as铆 sucesivamente. Seg煤n las 煤ltimas cifras publicadas, 2021 marcar谩 sin dudas un nuevo r茅cord con m谩s de 13.000 kil贸metros cuadrados destruidos entre julio de 2020 y agosto de 2021, un aumento de 22 por ciento respecto de la temporada 2019-2020.



Un negocio ilegal y redituable



A doscientos kil贸metros de Apu铆, Santo Ant么nio do Matupi, siempre sobre la ruta Transamaz贸nica, vive de esa deforestaci贸n. Incluso si varias decenas de aserraderos est谩n cerrados cuando pasamos, reconocemos los camiones de los le帽adores: s贸lo disponen de una superficie para llevar los troncos de los 谩rboles. Sus choferes no son conversadores... Uno de ellos, que distribu铆a garrafas de gas en los poblados ind铆genas, sin dudas a cambio de su permiso para saquear la selva, se niega a hablar con nosotros. 鈥淎c谩 no nos gustan los periodistas, ni las ONG [organizaciones no gubernamentales], ni la polic铆a medioambiental鈥, sintetiza el due帽o de una de las empresas de tala.



En estos 煤ltimos meses, el Ibama clausur贸 unos cuarenta aserraderos que operaban con madera recolectada ilegalmente. La v铆spera de nuestra llegada, la Polic铆a Federal desaloj贸 un campamento de le帽adores en un parque a unos cincuenta kil贸metros de Santo Ant么nio. Los le帽adores recuperaron durante la noche los camiones confiscados. Por la ma帽ana, las conversaciones giran en torno de este en茅simo pito catal谩n al poder central, burlado aun si el rostro del presidente domina el centro del pueblo sobre un enorme afiche publicitario.



La tensi贸n, sin embargo, es palpable; y se impone el silencio ante una posible nueva intervenci贸n policial. Entonces ser谩 un testimonio an贸nimo, recogido en voz baja en el fondo de un negocio, el que nos explica algo m谩s acerca de este pueblo. Como muchos aqu铆, nuestro interlocutor recibi贸 tierras del Incra durante los a帽os noventa, con madera que revende ilegalmente a los aserraderos. 鈥淟as acciones de la Polic铆a van y vienen, pero apenas se dan vuelta los negocios comienzan igual que antes. De algo tenemos que comer, y los precios de la madera son verdaderamente interesantes. En este momento un ip茅 [lapacho, especie m谩s cotizada en el mercado] se vende a 12.000 reales [cerca de 2.500 d贸lares]鈥.



M谩s que en cualquier otro punto de la ruta Transamaz贸nica, el pueblo impacta por su miseria: calles de tierra, casas en ruinas, pocos comercios. Los salarios, sin embargo, son mejores aqu铆 que en otras partes de la regi贸n. 鈥淓l trabajo ilegal implica una prima de riesgo y esto hace subir todos los dem谩s salarios鈥, agrega este habitante que es due帽o de varios negocios en el pueblo. Adem谩s de la tala y del transporte, hay que pagar a los que hacen de avanzada, que garantizar谩n que la Transamaz贸nica est茅 libre de patrullas policiales, y a los 鈥渞elevos鈥, que cuidan la carga esperando que sea legalizada mediante facturas falsas. Un tr谩fico siempre fruct铆fero, pero que cada vez se vuelve m谩s complicado por la falta de materia prima.



La madera talada y vendida en Santo Ant么nio proviene ahora casi 煤nicamente de los parques federales y de las tierras de los ind铆genas tenharim, los 煤nicos que todav铆a poseen verdaderas selvas. Desde la Transamaz贸nica se distinguen f谩cilmente esos agujeros en el dosel arb贸reo, la entrada hacia caminos trazados para sacar la madera y cuyo barro se conserva en las huellas de los neum谩ticos de los camiones. El territorio tenharim (de casi 500.000 hect谩reas) fue cortado en dos por el trazado de la ruta, provocando el desplazamiento de varios poblados.



Seg煤n los datos aproximados de la Comisi贸n Nacional por la Verdad (CNV), (4) un tercio del pueblo tenharim habr铆a desaparecido despu茅s de la construcci贸n de la carretera, que aqu铆 no depend铆a de los militares sino de Paranapanema, una empresa privada de construcci贸n. 鈥淵a ten铆an el trazado en la cabeza y no lo modificaron ni un cent铆metro, incluso cuando eso implicaba pasar encima de nuestros cementerios, nuestros lugares sagrados y nuestros cultivos鈥, nos explica Macedo, de 70 a帽os, vicecacique de uno de los 煤ltimos poblados del territorio. 鈥淭uvimos mucho miedo, nunca hab铆amos visto m谩quinas como esas. Como otros ac谩, tuve que trabajar para ellos durante m谩s de un a帽o sin recibir salario alguno. Nos daban apenas algo de comer y nos dec铆an: 鈥楿stedes los indios no usan dinero鈥. No habl谩bamos portugu茅s, no nos pod铆amos defender. Quienes se rebelaban eran asesinados鈥. Con los ojos llenos de l谩grimas, nos cuenta c贸mo los ind铆genas eran usados como exploradores para abrir el obrador con ayuda de un simple machete. Este 鈥渢rabajo esclavo鈥 s贸lo ser谩 reconocido cuarenta a帽os m谩s tarde, pero las indemnizaciones aconsejadas por la CNV jam谩s se pagaron. La empresa Paranapanema, sin embargo, sigue existiendo.



Soja y asfalto



Aqu铆, el presidente Jair Bolsonaro es popular tanto entre los blancos como entre los ind铆genas, que est谩n acorralados por la miseria. Su declaraci贸n: 鈥淓l ind铆gena cambi贸, evoluciona. Cada vez m谩s, el ind铆gena es un ser humano como nosotros. Hace falta integrarlo en la sociedad y que sea realmente propietario de su tierra y la pueda explotar鈥 (5) encontr贸 un eco favorable entre los m谩s j贸venes. El cultivo de soja avanza fuertemente a lo largo de la Transamaz贸nica, en busca de nuevas tierras. Doscientos kil贸metros al oeste del territorio tenharim, el pueblo de Humait谩 dispone ahora de su propio puerto y de silos inmensos para verter este 鈥渙ro verde鈥 en el r铆o Madero. En cuatro a帽os, la producci贸n de soja se multiplic贸 por tres, con cerca de 3.000 hect谩reas plantadas para la cosecha 2020-2021, seg煤n el Instituto de Desarrollo Agr贸nomo de Amazonas. La leguminosa es desde 2019 el nuevo proyecto de desarrollo para la regi贸n. Bautizado Amacro, por los acr贸nimos de los estados de Amazonas, Acre y Rond么nia, este proyecto que se supone que 鈥渃oncilia desarrollo durable y econ贸mico鈥 no consiste en realidad sino en el desarrollo de monocultivos, en particular de soja. Los productores, muchos de los cuales provienen de Mato Grosso, donde la tierra ya est谩 lo bastante ocupada por esta planta, exigen infraestructuras viales para sacar todav铆a m谩s r谩pidamente su producci贸n. 鈥淣ecesitamos otras rutas transamaz贸nicas, en particular desde Manaos, y este gobierno puede hacerlo鈥, asegura Jocelito Foleto, que tiene fama de pionero en la zona. Partidario del presidente Bolsonaro, enumera a los visitantes todo lo que el gobierno hizo por la regi贸n. Es cierto que el presidente brasile帽o vino a inaugurar cada tramo de ruta o de puente que se puso en servicio, prueba de que la Transamaz贸nica sigue siendo un excelente medio de propaganda pol铆tica.



Llegado de ni帽o a esta ruta en 1976 proveniente del estado de Santa Catarina, en el sur del pa铆s, Catusso [el due帽o del restaurante al costado de la ruta] se qued贸 en las tierras que su padre hab铆a recibido del Incra. 鈥淒urante a帽os estuvimos librados a nuestra suerte. Yo mismo tuve que ayudar a dar a luz a 21 mujeres, porque no pod铆amos llegar hasta el hospital. Tampoco hab铆a escuela. Para ir a Humait谩, el pueblo m谩s cercano, nos sub铆amos al autob煤s con una gran cantidad de bananas y mandioca para alimentarnos, porque era imposible prever cu谩nto tiempo durar铆a el viaje鈥.



El tema del asfalto es un pasaje obligado en todas las conversaciones. Est谩n los 鈥渁 favor鈥 y los 鈥渆n contra鈥, los 鈥渃reyentes鈥 y los 鈥渓煤cidos鈥. La BR 230, nombre oficial de la Transamaz贸nica, jam谩s ser谩 asfaltada, piensan algunos, porque la BR 319, que la une con Manaos, la capital de dos millones de habitantes del estado de Amazonas, jam谩s fue asfaltada en veinte a帽os de intentos tanto pol铆ticos (para obtener los permisos medioambientales) como t茅cnicos.



鈥淎sfaltarla es un sue帽o para la poblaci贸n. Es la misma promesa que hacen todos los candidatos de Labrea en cada elecci贸n municipal, cuando esa decisi贸n no depende en verdad de ellos鈥, cuenta sonriendo Socorro Rodrigues, responsable de una cooperativa de extracci贸n de frutos de la selva que prefiere encaminar sus productos hacia Manaos por medio del r铆o. En caso de emergencia, ser谩 por avi贸n, pero jam谩s por la ruta. 鈥淓n barco, las mercanc铆as tardan una semana en llegar a Manaos. Precisar铆amos s贸lo doce horas si la carretera estuviera asfaltada, pero pasa m谩s bien que se tarda de tres a cinco d铆as, con un riesgo muy alto de accidente. Dicho esto, me opongo al asfalto porque s贸lo puede aumentar la deforestaci贸n鈥, agrega Socorro.



La mayor parte de las veces, al borde de la ruta, la selva no es sino un pastizal verde esmeralda con algunas pocas palmeras todav铆a en pie a la sombra de las cuales se refugian las vacas. A veces, las tierras son negras, incluso est谩n todav铆a humeantes, vestigio de la 鈥渓impieza鈥 de los terrenos. La pr谩ctica, aunque prohibida, fertiliza el suelo y facilita el trabajo de deforestaci贸n. La mayor parte de los 谩rboles no se talan antes de encender el fuego porque su precio no amerita el esfuerzo. Esto aumenta los riesgos de incendio. Los mapas satelitales muestran una cesura l铆mpida a lo largo de la ruta con vastas zonas desforestadas, ah铆 donde el r茅gimen militar eligi贸 sus puntos de colonizaci贸n. Ilustran c贸mo lo que ten铆a que llevar modernidad solamente acarre贸 fuego y vacas.



* Anne Vigna, periodista, enviada especial.



Notas



1: V茅ase Renaud Lambert, 鈥溌縎oberan铆a amenazada?鈥, Le Monde diplomatique, edici贸n Cono Sur, Buenos Aires, octubre de 2019.

2. V茅ase Greg Grandin, 鈥淓l sue帽o tropical de Henry Ford鈥, Le Monde diplomatique, edici贸n Cono Sur, setiembre de 2011.

3. Thiago Oliveira Neto, 鈥淐inquante ans apr猫s, la transamazonienne鈥, H茅rodote, N掳 181, La D茅couverte, Par铆s, febrero de 2021.

4. Marcos Sim玫es y Juliana Valentini, 鈥淢em贸rias invis铆veis: a constru莽茫o da Transamaz么nica nos relatos dos povos tradicionais鈥, Revista Temporis, Universidade Estadual de Goi谩s. Vol. 20, N掳 2, julio-diciembre de 2020.

5. Transmisi贸n directa semanal del presidente Bolsonaro en las redes sociales, 23-1-20.

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