Brasil/ Una economía en caída atenta contra la reelección de Bolsonaro. [Mario Osava]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Lun Jun 13 13:33:43 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

13 de junio 2022

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Brasil



Una economía en caída atenta contra la reelección de Bolsonaro



Mario Osava, desde Río de Janeiro

Inter Press Service, 7-6-2022

https://ipsnoticias.net/



La inflación anual acumulada de 12,13 % en abril, el desempleo de 10,5 %,
con ligera caída pero sueldos reducidos, y la economía estancada de Brasil
constituyen un nuevo talón de Aquiles para la reelección del presidente Jair
Bolsonaro en octubre.



Las frustraciones económicas, que en general tildan los gobiernos de
izquierda, esta vez golpean el gobierno de extrema derecha, de matriz
militar, en el poder desde el 1 de enero de 2019.



La inflación persiste, supera 10 % al año desde septiembre de 2021 y afecta
más a los pobres, al incidir principalmente sobre los alimentos. El índice
anual de los alimentos consumidos en el hogar alcanzó 16,11 % en abril,
según el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.



El alza de los precios seguramente agravó el hambre, que en diciembre de
2020 atormentaba a 19,1 millones de brasileños, 85 % más que dos años antes,
según un estudio de la Red de Investigación en Soberanía y Seguridad
Alimentaria y Nutricional (Penssan), una asociación científica.



El valor internacional del petróleo subió más de 60 % en los 12 últimos
meses, ante la recuperación del consumo tras flexibilizarse los impactos de
la pandemia de covid-19 y la invasión rusa de Ucrania el 24 de febrero,
impulsó más aún los precios, al elevar los costos de transporte.



Bolsonaro despidió a dos presidentes de la empresa estatal Petróleo
Brasileño (Petrobras) desde marzo en un intento frustrado de contener el
costo de los combustibles, un conocido destructor de popularidad y de
gobiernos en este país sudamericano.



Los precios de los derivados en Brasil siguen las cotizaciones
internacionales del petróleo, desde 2016. Es una regla de la empresa y del
sector energético que nuevos dirigentes de la Petrobras no pueden cambiar.



Además se basa en una experiencia negativa anterior. De 2011 a 2014, el
gobierno de la expresidenta Dilma Rousseff (2011-2016) mantuvo bajos los
precios, con subsidios, para contener la inflación, en desmedro de
Petrobras, que sufrió abultadas pérdidas al igual que la industria del
etanol.



El presidente Jair Bolsonaro activa el primer tramo de un canal que llevará
agua a varios municipios del estado de Pernambuco, en la región del Nordeste
de Brasil, en 2021. El proyecto fue iniciado por gobiernos anteriores y
todavia está sin concluir, pero Bolsonaro aprovecha ese tipo de obras en la
campaña permanente por su reelección que comenzó desde su llegada al poder
en 2019. Foto: Presidencia

Bajar el precio del diésel o sucumbir



Pero Bolsonaro y sus aliados enfrentan especialmente el precio del diésel
como la mayor amenaza a la reelección presidencial. Por eso buscan una forma
de subsidiar por lo menos ese combustible que usa la mayoría del transporte
de cargas en Brasil, con un peso determinante de los camiones.



Brasil importa cerca de 30 % del diésel que consume, aunque sea exportador
de petróleo. Sus refinerías no tienen capacidad productiva suficiente ni un
patrón refinador que les permita procesar el crudo pesado, que constituye la
mayor parte de la producción interna.



Es una ironía que el petróleo vuelva a ser el verdugo de un gobierno
inspirado en la dictadura militar de 1964-1985, que entró en declive tras la
explosión de los precios petroleros en 1973, cuando se cuadruplicaron, y en
1979, cuando más que doblaron.



Brasil importaba entonces cerca de 80 % del petróleo consumido. El alza
dictó entonces el fin del “milagro brasileño” en la economía, que creció más
de 10 % al año entre 1969 y 1973. Se siguió una aceleración incontrolable de
la inflación y de la deuda externa, que quedaron como signo del fracaso de
la dictadura.



Ahora, además de la inflación, hay el riesgo de faltar el diésel en la época
cercana a las elecciones, que tendrán lugar en dos vueltas el 2 y el 30 de
octubre, y el temor una nueva huelga de los camioneros, que en mayo de 2018
paralizaron el país por 10 días. Esos dos golpes serian fatales para
cualquier reelección presidencial.



La economía, estúpido



Los analistas políticos, en general, atribuyen a la economía,
específicamente a lo que ocurran hasta octubre, el resultado de las
elecciones presidenciales, que deberán ser decididas entre Bolsonaro y el
expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (enero 2003-enero 2011) según todas
las encuestas desde el año pasado.



Por esa mirada es improbable que el presidente, un capitán retirado del
Ejército, logre voltear el juego, francamente favorable a Lula, por más de
10 puntos porcentuales en las encuestas.



“El actual gobierno prácticamente ignoró el Nordeste, y no solo el Nordeste.
No veo ningún programa o un conjunto de políticas públicas con carácter
constructivo, de estímulo a las inversiones y a la infraestructura”, destacó
João Policarpo Lima, profesor de economía en la Universidad Federal de
Pernambuco.



Pernambuco es uno de los nueve estados de la región del Nordeste, una región
pobre donde Lula registra su mayor fortaleza electoral. Bolsonaro intenta
con inauguraciones de obras, como carreteras y canales hídricos, reducir el
rechazo popular que sufre allá y que puede sellar su derrota.



“Lo que veo acá es la conclusión de proyecto casi concluidos, como el
trasvase del (río) São Francisco, con fines electoreros”, e inversiones
dispersas, asignadas por diputados y senadores, “de repercusión limitada,
local”, dijo Lima a IPS en un diálogo telefónico desde Recife, capital de
Pernambuco.



Intentos electoreros



La única medida “de alguna relevancia distributiva” fue el Auxilio de
Emergencia, suministrado a las familias pobres afectadas por la pandemia,
con impacto mayor en el Nordeste por la pobreza local, acotó. Pero la
iniciativa fue de legisladores que presionaron a Bolsonaro para que aprobase
el programa.



El Auxilio otorgó 600 reales (unos 120 dólares en su momento) mensuales por
un trimestre en 2020, luego reducidos a la mitad. Desde fines de 2021 el
gobierno decidió conceder 400 reales (80 dólares) del Auxilio Brasil, un
programa permanente que sustituye la Bolsa Familia creada por Lula en 2003,
que pagaba menos de la mitad.



Bolsonaro se destacó más bien por “una retórica de destrucción e incapacidad
de formular políticas por un mejor control de gastos, privatizaciones y
liberación del comercio exterior. Al revés facilitó el agronegocio, la
deforestación y el ‘garimpo (minería ilegal)’ en la Amazonia”, criticó Lima.



“En ese contexto, es difícil el surgimiento de cambios significativos. La
inflación seguirá en un nivel superior a 7 % u 8 %. Sin políticas públicas
mínimamente alentadoras, las inversiones privadas quedan en retracción, la
economía o crece y tampoco el empleo, salvo en condiciones precarias y
aisladas, con salarios decrecientes”, acotó.



“En el Nordeste el cuadro electoral es francamente favorable a la oposición
y remota la posibilidad de vuelcos”, concluyó.



En el resto de Brasil, la reelección de Bolsonaro se ha vuelto complicada no
solo por los fracasos económicos, cuya responsabilidad él elude,
atribuyéndola a la pandemia, a la guerra en Ucrania y a autoridades
judiciales o gobernantes locales que estarían trabando su gobierno.



El presidente contrarió casi siempre la opinión y los anhelos de la mayoría
de los brasileños. En la pandemia adoptó un discurso negacionista,
denostando las mascarillas, el confinamiento, el distanciamiento social y
las vacunas, medidas que más de 80 % de la población respaldaba, según
variadas encuestas.



Quiere armar la población en general y firmó varios decretos que facilitan
la posesión y el porte de armas. Pero 72 % de los entrevistados a fines de
mayo por el Instituto Datafolha rechazan la idea de que las armas en manos
civiles representan mayor seguridad pública, una opinión reiteradamente
defendida por Bolsonaro.



El excapitán también se opone a la mayoría abrumadora en las cuestiones
ambientales, en relación a las organizaciones no gubernamentales, encaradas
como enemigas de la Patria por el gobernante, pero consideradas las más
confiables y benefactoras por casi toda la población.



Resulta cuesta arriba que pueda reelegirse un presidente tan en desacuerdo
con la nación, incluso en relación a los homosexuales, que según 79 % de los
encuestados de Datafolha considera que deben ser reconocidos y respetados,
mientras sus derechos son adversados por Bolsonaro y solo 16 % de los
entrevistados.

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