Perú/ Mujeres desparecidas, un dolor que no cesa. [Mariela Jara]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Jun 25 13:13:33 UYT 2022


  _____

Correspondencia de Prensa

25 de junio 2022

 <https://correspondenciadeprensa.com/> https://correspondenciadeprensa.com/

redacción y suscripciones

 <mailto:germain en montevideo.com.uy> germain en montevideo.com.uy

  _____



Perú



Mujeres desparecidas, un dolor que no cesa



Mariela Jara *

Inter Press Service, Lima, 21-6-2022

https://ipsnoticias.net/



“Que no la dejen de buscar”, invoca Patricia Acosta, madre de Estéfhany
Díaz, desaparecida el 24 de abril del 2016 junto con sus hijas de cinco años
y ocho meses, tras asistir a un cumpleaños infantil en Mi Perú, una
localidad de la costera provincia del Callao, colindante con la capital
peruana.



En una entrevista con IPS en la Plaza Cívica de Ventanilla, también en
Callao, Acosta, junto con Jenny Pajuelo, tía de Yamile, reclamaron de las
autoridades una investigación profunda que dé con el paradero de Díaz y sus
niñas Tatiana y Yamile, y que dejen de colocar bajo sospecha a las mujeres
que desaparecen.



“Ella tenía 22 años, era tranquila, a su corta edad aprendió a ser mamá.
Siento que mi hija no se fue por su propia voluntad, sino que a ella la han
desaparecido. ¡Son tres vidas que están desaparecidas!”, exclamó Acosta,
mientras mostraba fotografías de su hija y sus nietas.



Pajuelo, la tía, aseguró que “es una herida siempre abierta”, aunque en
abril ya se cumplieron seis años de la desaparición de las tres.



La desaparición de mujeres es un grave problema en Perú que está vinculado
con formas de violencia de género como el feminicidio, la trata de personas
y la violencia sexual.



Un informe de la Defensoría del Pueblo reveló que, de las 166 víctimas de
feminicidio registradas en 2019 a nivel nacional, 16 habían sido reportadas
previamente como desaparecidas ante la policía nacional, es decir, una de
cada 10.



El año pasado, las mujeres asesinadas por razón de género en Perú sumaron
146 según el órgano estatal y autónomo.



El Código Penal peruano define el feminicidio “como la acción de matar a una
mujer por su condición de tal, en cualquiera de los siguientes contextos:
violencia familiar, acoso sexual, abuso de poder, entre otras”, lo que no
limita el delito a los crímenes machistas cometidos por la pareja o expareja
de la víctima, como en otras legislaciones dentro y fuera de la región
latinoamericana.



A los femicidios, como se denomina el delito en otros países, en este país
sudamericano de algo más de 32 millones de habitantes, se suma el creciente
fenómeno de las mujeres desaparecidas como otra expresión de la violencia de
género.



La Defensoría indicó  que entre enero y septiembre de 2021 desaparecieron
4463 mujeres adultas, adolescentes y niñas. Ese número representó un
incremento de 9 % en relación al mismo periodo del año anterior, en que se
dieron 4052 casos.



Erika Anchante, comisionada de la Adjuntía para los Derechos de la Mujer de
la Defensoría del Pueblo, declaró a IPS que tras sus hallazgos de 2019 se
comenzó al siguiente año la emisión del reporte “¿Qué pasó con ellas?”, para
destacar de las cifras de desapariciones y hacer visible el problema.



En el último de estos reportes, de este mes de junio, se destaca que en los
cinco primeros meses de 2022, se registraron 2255 alertas sobre
desapariciones de mujeres y niñas, con el agravante de que en entre marzo y
mayo se incrementaron los casos de niñas y adolescentes denunciadas como
desaparecidas.



“Desafortunadamente cada año las cifras van en aumento, inclusive durante la
pandemia, pese a las medidas restrictivas que se dieron en relación a los
desplazamientos”, alertó Anchante.



Explicó que como institución han emitido diversas recomendaciones referidas
a mejorar la atención de las denuncias, capacitar al personal encargado de
este proceso, y eliminar todos los estereotipos de género con que se
enfrentan las familias, y también mitos como que se debe esperar 24 horas o
72 horas.



“No, las denuncias tienen que ser recibidas de forma inmediata y ser
atendidas de esa misma manera, porque esta búsqueda se tiene que iniciar
bajo la presunción de que la víctima está con vida. Y las primeras horas son
cruciales para poder encontrarla en esta condición”, remarcó Anchante.



Mejoras en el marco normativo



En abril, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables publicó una
nueva norma que incluye la desaparición de mujeres, niñas, niños y
adolescentes como nuevas modalidades de violencia de género.



Recogió así la propuesta de la Defensoría y de instituciones de sociedad
civil como el Centro Flora Tristán, en el sentido de cumplir con la
Recomendación General No.2 del Comité de Expertas sobre mujeres y niñas
desaparecidas en el continente americano del Mecanismo de Seguimiento de la
Convención de Belem do Para (Mesecvi).



Ese comité realiza el seguimiento a los Estados parte del cumplimiento de la
Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia
contra las Mujeres, aprobada para los países de América y conocida también
como Convención de Belém do Pará, por la ciudad brasileña donde se firmó en
1994.



La comisionada Anchante indicó que con la nueva norma ministerial que se
incorpora al reglamento de la Ley para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra las Mujeres y los Integrantes del Grupo Familiar se espera
alcanzar mejoras en los procedimientos para la atención de los casos de
mujeres desaparecidas.



Muchas historias de violencia tras desapariciones



Liz Meléndez, directora del no gubernamental Centro Flora Tristán para la
Mujer Peruana (http://www.flora.org.pe/web2/), afirmó que la norma
ministerial contribuirá a sensibilizar sobre la desaparición de mujeres como
una forma de violencia. También impulsará políticas que mejoren los procesos
de búsqueda de las mujeres y de sanción a los responsables.



“El tratamiento que se les ha venido dando evidencia cómo los estereotipos
de género que prevalecen en la cultura peruana han determinado que el Estado
incumpla sus obligaciones, como es actuar con una debida diligencia estricta
según estándares internacionales de derechos humanos”, deploró.



A su juicio, “eso significa que debe tomar las medidas eficaces e inmediatas
en las primeras horas de la desaparición e implementar las acciones
necesarias para la búsqueda y las investigaciones”.



Meléndez remarcó que tras los casos de las mujeres desaparecidas hay muchas
historias de violencia algunas vinculadas con el feminicidio y otras con la
trata de personas y la violencia sexual.



La dirigente feminista lamentó que familiares de las víctimas sufran
humillaciones en su proceso de búsqueda, sobre todo en las dependencias
policiales, y que se vean expuestos a dilaciones en las investigaciones.



La institución feminista ha propuesto protocolos específicos para la
búsqueda de las mujeres y que la condición de desaparecida sea considerada
también como un agravante dentro de los casos de feminicidio.



Esta última surge del acompañamiento que Flora Tristán hizo al caso de
Solsiret Rodríguez, una estudiante universitaria, activista y mamá de dos
niños, desaparecida en agosto del 2016, cuyos restos se encontraron cuatro
años después tras una lucha incansable de sus padres y la demanda de
colectivos feministas.



Finalmente se supo que había sido víctima de feminicidio la misma noche de
su desaparición.



En la sala de su hogar, en el distrito San Martín de Porres, en el norte de
Lima, Rosario Aybar muestra la foto de su hija Solsiret Rodríguez, quien
desapareció en agosto del 2016. Su lucha incansable con apoyo de activistas
feministas logró que el caso no se archivase, sus restos fueran hallados y
los culpables de su muerte hayan sido condenados este mes de junio. Foto:
Mariela Jara / IPS



Transformar el dolor en fuerza



Rosario Aybar, doña Charito como es conocida, soportó innumerables
comentarios machistas cuando con su esposo fueron a denunciar la
desaparición de su hija Solsiret, que en el 2016 tenía 23 años.



“Me decían los policías que, según su experiencia, las mujeres de la edad de
mi hija se iban porque estaban con la cabeza caliente, que no me preocupe,
que ya iba a volver”, declaró a IPS durante un encuentro en su hogar.



Enfrentó ese tipo de comentarios en el escarpado camino que recorrió tocando
las puertas de las diferentes dependencias policiales y de la fiscalía, para
que no archivaran el caso de su hija.



Gracias a esa persistencia, las dos hombres responsables del feminicidio de
Solsiret fueron sentenciados a 30 y 28 años el 3 de este mes de junio.



Los condenados fueron Kevin Villanueva, cuñado de Solsiret y hermano del
padre de sus hijos, con la mayor pena, y Andrea Aguirre, su pareja cuando la
víctima desapareció. En los años de búsqueda negaron saber algo sobre
Solsiret, pero parte de sus restos se hallaron en casa de Aguirre en febrero
del 2019, tras su detención.



“Detrás de una mujer desaparecida hay mucha agresión. Y yo le explico por
qué. Porque buscan desaparecer, sin cuerpo no hay delito. Con mi hija usaron
un combo (herramienta de construcción, para golpearla), cuchillo…. es cruel,
es muy cruel, mucho odio”, dice Aybar, con palabras cargadas de tristeza y
también de serenidad.



Ahora ella se ha transformado en una activista por la visibilidad de la
situación de las mujeres desaparecidas. “Mi dolor lo he transformado en
fuerza, eso me permitió salir adelante, el acompañamiento de tantas jóvenes,
sino, qué hubiera sido de mí”, afirmó.



Patricia Acosta, mamá de Estéfhany, también ha tenido que aprender a vivir
con algo que jamás imaginó: la desaparición de su hija y sus nietas.
“Convivo con la tristeza, pero también debo tener alegría, me queda mi otro
hijo que tenía 13 años cuando desapareció su hermana. No lo puedo arrastrar
a esta pena”.



En el caso de su hija y sus nietas, ni ella ni las autoridades tienen alguna
sospecha sobre la que era su pareja cuando desaparecieron.



Al igual que Aybar, ella participa en el colectivo Mujeres Desaparecidas
Perú donde activan familias que están en busca de hijas, hermanas, cuñadas y
otras familiares, luchando para que las autoridades, la sociedad y los
medios de comunicación no las olviden.



“No queremos que ellas sean las invisibles para el Estado, son personas con
una vida trunca y no sabemos qué les pasó, y es un derecho humano que las
encuentren. Ahora nos toca seguir en busca de verdad y justicia”, afirmó
Pajuelo, quien siempre recuerda a sus sobrinas Tatiana y Yamilé. “Ya
tendrían 11 y seis añitos”, dice mirando sus fotos.



* Mariela Jara trabaja como periodista para IPS en Perú desde 2017. Ha sido
directora de Milenia Radio, responsable de comunicaciones en la institución
feminista Demus, diseña campañas de comunicación y colabora con el Centro de
la Mujer Peruana Flora Tristán.

  _____





--
El software de antivirus Avast ha analizado este correo electrónico en busca de virus.
https://www.avast.com/antivirus


------------ próxima parte ------------
Se ha borrado un adjunto en formato HTML...
URL: http://listas.chasque.net/pipermail/boletin-prensa/attachments/20220625/9a12564f/attachment-0001.htm


Más información sobre la lista de distribución Boletin-prensa