Ecuador/ «Nada solo para los indios» ¿Por qué la Conaie sigue liderando las protestas? [Pablo Ospina Peralta]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Sab Jun 25 13:15:48 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

25 de junio 2022

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Ecuador



«Nada solo para los indios»



¿Por qué la Conaie sigue liderando las protestas en Ecuador?



Pablo Ospina Peralta *

Nueva Sociedad, junio 2022

https://nuso.org/



En el momento de escribir estas líneas, Ecuador vive el décimo día de un
paro nacional que ha evolucionado hasta convertirse en una auténtica
rebelión popular, liderado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas
del Ecuador (Conaie). Otra vez la Conaie.



La Confederación fue creada en 1986 por la confluencia de una organización
regional de pueblos indígenas amazónicos, la Confederación de Nacionalidades
Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (Confenaie), fundada en 1982, y una
organización regional de pueblos indígenas de la Sierra, la Confederación de
Pueblos de la Nacionalidad Kichwa del Ecuador/ Ecuarunari, fundada, a su
vez, en 1972.



En 1990 la Conaie se convirtió en la convocante de un levantamiento indígena
masivo que paralizó el país y que catapultó a la organización para
convertirla en la vocera más poderosa y autorizada de los pueblos y
nacionalidades indígenas de Ecuador. Desde entonces, sucesivos
levantamientos y paros nacionales convocados o liderados por esta entidad
matriz del movimiento indígena la convirtieron en el centro de una coalición
plebeya que se opuso a las políticas de ajuste estructural neoliberal
durante los años 90 y primeros años del nuevo siglo.



Tras la llegada del gobierno de Rafael Correa (2007-2017), la Conaie fue el
centro articulador de una oposición de izquierda a la versión ecuatoriana
del progresismo, especialmente en temas agrarios, de manejo del agua y en la
resistencia al extractivismo. Desde 1996, el movimiento político electoral
Pachakutik, fundado y comandado (no sin tensiones) por la Conaie, ha
participado exitosamente en elecciones locales de varias provincias
amazónicas y de la Sierra y formó coaliciones de izquierda y centroizquierda
para participar en elecciones nacionales. Su mejor participación electoral
nacional ocurrió en febrero de 2021, luego del levantamiento popular de
octubre de 2019, cuando Yaku Pérez Guartambel, su candidato presidencial, se
alzó con 20% de los votos y estuvo a punto de pasar a segunda vuelta.



En la actual convocatoria, la Conaie no está sola: ha coordinado sus
acciones y declaraciones con dos organizaciones rurales nacionales de base
social indígena y campesina, el Consejo de Pueblos y Organizaciones
Indígenas Evangélicas del Ecuador (Feine) y la Confederación Nacional de
Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (Fenocin). La primera, como lo
señala su nombre, es una organización de indígenas evangélicos, mientras la
segunda agrupa a una red de organizaciones rurales que en algunas provincias
compite con la Conaie y es de orientación más decididamente campesina. Otras
organizaciones populares urbanas han adherido al paro o han convocado
movilizaciones paralelas que se conectan con él: el Frente Popular, con base
en agrupaciones estudiantiles y de maestros, el Frente Unitario de
Trabajadores, de sindicatos obreros, y una multitud de colectivos
descentralizados feministas, ambientalistas, cristianos, barriales y
estudiantiles. Pero lo que sostiene y anima esa movilización urbana, más
dispersa y tardía, es el aliento rural de las comunidades de base de la
Conaie. Por eso, obviamente, la rebelión es más intensa donde existen bases
organizadas por la entidad indígena y menos fuerte allí donde es más débil,
como en la Costa o en varias ciudades andinas, como las sureñas Cuenca o
Loja.



Sea cual fuere el desenlace final de esta nueva rebelión popular
ecuatoriana, la Conaie emergerá aún más fortalecida. ¿Cómo explicar la
pervivencia de más de 30 años de continua capacidad de movilización? El
misterio que rodea ese auténtico milagro político y organizativo se vuelve
más profundo cuando se recuerdan los continuos conflictos entre dirigentes o
las constantes divisiones y tensiones que acompañan cada elección de un
nuevo presidente de la organización.



Evidentemente, la Conaie ha sabido interpretar en los dos levantamientos más
poderosos del tiempos recientes, el de octubre de 2019 y el actual, la
intensidad de la ira y la desesperación popular ante las medidas de ajuste
económico, ante la indiferencia gubernamental y ante el descalabro del
empleo y la carestía. Pero hay algo más que la sola habilidad para combinar
la radicalidad en la movilización social con la capacidad de centrarse en
demandas populares más amplias que las exclusivas reivindicaciones
sectoriales de los indígenas. De hecho, fue en uno esos los levantamientos
contra medidas de ajuste económico similares, en febrero de 2001, donde
emergió la consigna acuñada por los manifestantes y que quedó marcada como
símbolo y conducta pública de las movilizaciones futuras: «Nada solo para
los indios».



Apunto dos razones. En sus 35 años de existencia, la organización nacional
opera como una red descentralizada que agrupa no menos de 2.000
organizaciones de base, las comunidades, centros, cabildos o comunas, que
operan como gobiernos territoriales. Las estructuras territoriales
superiores, que actúan en el nivel provincial, regional y nacional,
funcionan como estructuras reivindicativas y de coordinación; pero las
estructuras comunitarias operan en una lógica autonomista, esto es, en lugar
de centrarse exclusivamente en la reivindicación al Estado, se dedican
directamente a resolver problemas locales. Manejan el riego, administran el
trabajo de construcción y mantenimiento de la infraestructura, ejecutan
proyectos productivos, resuelven conflictos vecinales, ejercen una justicia
comunal en casos civiles y penales. Las reivindicaciones o solicitudes al
Estado buscan generalmente su aporte, su ayuda o que facilite recursos para
iniciativas propias. O, al menos, que no estorbe. No centran su lucha en
pedir que el Estado haga en su lugar; sino que buscan mantener con mayor o
menor éxito su autonomía para ser gobierno local o participar muy
activamente de él. El efecto preciso de semejante configuración organizativa
es este: en un tiempo y un país donde la palabra de los políticos y de la
política está tan desacreditada, las organizaciones indígenas hablan por sus
actos, sus bases reconocen solo a quienes han pasado por ese trajinar
organizativo de «hablar haciendo». Está lejos de ser perfecto o armónico,
por supuesto, pero es una tendencia claramente discernible de su conflictiva
historia organizativa. Y es un elemento crucial de su permanencia y de su
continua legitimidad ante las bases.



La estrategia política de la Conaie desde su nacimiento ha sido una continua
y conflictiva combinación de formas de lucha: la movilización social y la
participación electoral son, por supuesto, las más conocidas. Cualquiera que
sea el balance final de ambiciones redobladas, burocratización y
caudillismos exacerbados en medio de la continua tensión entre funcionarios
electos y dirigentes organizativos, hay un efecto fundamental. La
participación institucional (pero también los proyectos de desarrollo)
favorece que cientos o incluso miles de intelectuales y profesionales
indígenas se mantengan ligados al movimiento social en sus actividades
laborales diarias. Y no solo eso: en muchos casos, no en todos, por
supuesto, esos intelectuales y profesionales se mantienen parcialmente
dependientes de las estructuras organizativas y de la movilización social.
Su éxito político depende, en una dinámica variable e inestable, del apoyo
de la organización de base. Nada garantiza que sea así siempre y hay casos
en que los caudillos se autonomizan y se mantienen solos, basados en su
prestigio personal y sus propias redes de poder. Pero el hecho perdura: sin
esa combinación de estrategias, las comunidades y organizaciones de base
tendrían muchas más dificultades para retener el concurso de una generación
de profesionales y cuadros políticos que alimentan, se acercan y fortalecen
el funcionamiento organizativo y dependen de él. El centro de parte del
futuro organizativo será el balance preciso entre el nivel de dependencia de
funcionarios respecto de la organización o, al contrario, cuánto la
organización se subordine a los funcionarios.



Es precisamente la fortaleza del tejido organizativo indígena la que sostuvo
la movilización social en los inicios de este paro nacional de 2022. Su
valiente y asombrosa entrega a la lucha social se contagia en los medios
urbanos conforme pasan los días. Desata las fuerzas contenidas de la
frustración y la voluntad de los sectores blanco-mestizos más empobrecidos,
con los que comparten condiciones de vida similares. El mundo blanco-mestizo
acomodado, en cambio, se polariza en contra del mundo popular enardecido y
crece el racismo o se manifiesta aquel que permanecía oculto. También es
verdad que crecen los hegemonismos en la propia Conaie, porque nadie en el
mundo de las organizaciones populares cuenta con una estructura organizativa
y de movilización medianamente comparable. Pero la solución al dilema de su
hegemonía incontestable no consiste en exigirle una generosidad política
desprendida (ha mostrado mucha en sus reivindicaciones incluyentes), sino en
construir organizaciones que puedan comparársele.



* Historiador. Es docente de la Universidad Andina Simón Bolívar,
investigador del Instituto de Estudios Ecuatorianos y militante de la
Comisión de Vivencia, Fe y Política.

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