Ucrania/ "Necesitamos solidaridad popular, no la falsa solidaridad de los gobiernos". [Denys Gorbach y Denis Pilash - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mar Mar 15 17:06:28 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

15 de marzo 2022

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Ucrania



Entrevista a dos activistas

“Necesitamos solidaridad popular, no la falsa solidaridad de los gobiernos”



Shaun Matsheza del TNI, conversó con dos activistas del consejo de redacción
de la revista Left Commons (https://commons.com.ua/en/), que explora y
analiza la economía, la política, la historia y la cultura de Ucrania. Denys
Gorbach es investigador social que actualmente prepara su doctorado en
Francia sobre la política de la clase trabajadora ucraniana. Denis Pilash es
politólogo y activista que participa en un movimiento social, Sotsialnyi
Ruj.



Transnational Institute (TNI), 11-3-2022

https://www.tni.org/en/

Traducción de Viento Sur

https://vientosur.info/



-Shaun Matsheza: ¿Cuál es la situación en estos momentos en Ucrania y cómo
os ha afectado a vosotros y a vuestras familias y amistades?



Denys Gorbach: Personalmente me hallo en un lugar seguro, pues mi pareja y
yo nos encontramos lejos de Ucrania. Aunque la situación, claro está, no
ayuda a vivir y funcionar como de costumbre. Aparte de la ansiedad generada
por las noticias, todavía tengo familia allí. Mi tía y mi suegro han pasado
una semana o así escondidos en sótanos porque viven en un suburbio al este
de Kyiv, que fue blanco de uno de los primeros bombardeos aéreos el día 24.



Denis Pilash: El primer día de la invasión, yo todavía me encontraba en
Kyiv. Al principio, mi plan era quedarme allí, pero me convencieron de que
me trasladara a un lugar más seguro en Ucrania y aquí la situación es más o
menos normal. Se ha convertido en un gran centro de acogida de personas
refugiadas de un lado y de recepción de ayuda humanitaria del otro. Formo
parte de una red local de voluntariado universitario, que reparte ayuda
humanitaria a personas que se han trasladado aquí, así como a otras que se
hallan más cerca del frente.



Pero la ansiedad vuelve cuando tratas de localizar a cientos de amigos y
amigas y saber si están sanas y salvas. Hay varias con las que no he tenido
contacto desde hace días, que se encuentran todavía en los suburbios muy
tocados de Kyiv, de modo que no tengo ni idea de cómo están. Así que sientes
esa ansiedad y ese tipo de horror existencial todos los días cuando te
llegan las noticias. Sé de amigos de amigos que han muerto. Y uno de los
peores sentimientos es saber que incluso si evitamos la peor de las
hipótesis, como una guerra nuclear, parece que vamos encaminados hacia un
conflicto prolongado, en el que mucha gente tendrá que abandonar sus hogares
y se dispersará por ahí. Es una sensación horrible.



-Shaun Matsheza: Es terrible, una situación terrible. Entiendo que es muy
difícil adivinar ahora mismo cuál podría ser exactamente la estrategia rusa,
pero ¿por dónde creéis que irán las cosas?



Denys Gorbach: Bueno, no soy analista militar, pero por lo que estoy viendo
no deberíamos contar con concesiones significativas por parte de Zelensky.
No porque sea una especie de superhéroe como lo pinta ahora la prensa
occidental, sino porque tiene poco margen de elección. Incluso si aceptara
alguna concesión significativa para poner fin a la guerra, existe un enorme
riesgo de que fuera depuesto por un golpe nacionalista. Está visto que ha
optado por que lo deponga, si acaso, una fuerza de ocupación y no sus
compatriotas ucranianos. De un modo similar, parece que Putin se ha colocado
en una situación en que si cede, su permanencia en el poder se verá
comprometida internamente. Hoy por hoy no veo señales de cómo podría
desescalarse el conflicto.



-Shaun Matsheza: ¿Coincides, Denis?



Denis Pilash: Bueno, sí, yo tampoco soy analista militar, pero por lo que
hemos visto esta semana pasada, la invasión rusa ha sido realmente un
desastre por cómo se preparó. Todo indica que apostaron por una blitzkrieg
sin contratiempos, capturando las principales ciudades en cuestión de días y
siendo recibidos como liberadores. En vez de ello, tienen montones de
problemas logísticos y se han encontrado con el rechazo total de la gente en
todas las regiones que han tomado. Hay grandes concentraciones contra la
ocupación rusa y la mayoría de autoridades locales se niegan a colaborar con
las fuerzas de ocupación. Por tanto, está claro que han calculado mal y no
parecen tener un plan B. Esto nos lleva a este peligro de guerra prolongada
en la que Putin no cederá sin concesiones significativas y Zelensky y
Ucrania no tienen otra alternativa que resistir.



Las autoridades ucranianas dicen que están tratando de encontrar alguna
manera de llegar a un alto el fuego, pero sin muchas esperanzas, porque
Rusia todavía se aferra a sus exigencias iniciales. Algunas noticias son muy
confusas, por ejemplo hay rumores de que Rusia va a traer al ex presidente
depuesto Yanúkovich, que se ha convertido en un hazmerreír para casi todo el
mundo en Ucrania y la gente lo desprecia profundamente. Si esto se confirma,
quiere decir que Rusia ha perdido el vínculo con la realidad. Por eso es muy
difícil hacer pronósticos.



-Shaun Matsheza: Así, en esta situación, ¿qué se puede hacer? Parece que por
desgracia hay mucha división en la izquierda en cómo responder. ¿Qué pensáis
de cómo funciona la solidaridad?



Denys Gorbach: Bueno, en cuanto a la división, por ejemplo existe el llamado
campismo, que se originó durante la guerra fría, cuando una parte
significativa de la izquierda occidental apoyaba a la Unión Soviética.
Aunque tuviera su lógica en el pasado, hoy en día es una aberración, cuando
Rusia es sin duda un país capitalista cuyo dirigente, Putin, es un
anticomunista declarado que manifiesta continuamente su odio a Lenin y los
bolcheviques por haber destruido el precioso imperio ruso. No obstante, de
alguna manera los herederos de los campistas creen que todavía estamos en
los años setenta del siglo pasado, lo que nos lleva a esta triste tesitura
en que una parte de la izquierda mundial apoya a quienquiera que se enfrente
a EE UU, sobre todo si se trata de Rusia, que de algún modo todavía se
asocia con la Unión Soviética y el comunismo y los osos.



Creo que es un buen momento para que toda persona de izquierdas en este
mundo se replantee su análisis. Un buen punto de partida sería el rechazo
del sesgo geopolítico al analizar los acontecimientos que se suceden fuera
del propio país. Demasiado a menudo, en los análisis de la izquierda se
otorga el protagonismo exclusivamente a la OTAN o a Putin, pero se deniega a
las decenas de millones de personas que viven en Ucrania. Hemos de recordar
que esas personas no solo son gente, son nuestras compañeras y compañeros de
clase. En su mayoría son mujeres y hombres trabajadores, que comparten buena
parte de las preocupaciones de cada día y que merecen ser tenidas en cuenta
a la hora de formular nuestras posiciones.



Denis Pilash: Sí, estoy totalmente de acuerdo. La gente de Ucrania no son
meros peones en el tablero de ajedrez geopolítico. Entendemos que la
corrupción de la administración de Abás y el carácter de extrema derecha del
movimiento Hamás en Palestina no deben ser un obstáculo para atender las
necesidades del pueblo palestino. Tampoco la invocación de la extrema
derecha ucraniana o la corrupción del Estado y los oligarcas puede ser un
obstáculo para la solidaridad de la gente con las víctimas directas de las
bombas rusas y del imperialismo ruso y también víctimas de los oligarcas y
la extrema derecha.



Hemos de centrarnos en las necesidades de la gente en todos estos países y
no en unas cuantas abstracciones. Toda esa palabrería sobre las
preocupaciones de seguridad de Rusia, por ejemplo. ¿Acaso se habló de
preocupaciones de seguridad legítimas de EE UU en relación con Cuba o
Granada? Otorgan estas preocupaciones de seguridad a la potencia imperial el
derecho a intervenir y llevar a cabo esta agresión? Por supuesto que no. Así
que hemos de aplicar ese mismo principio a Ucrania y todos los demás países
atacados por el imperialismo.



Y también he de decir que es fastidioso ver que este campismo vuelve a la
carga. En la década de 1990 y al comienzo de la de 2000, creo que la gran
mayoría de la izquierda internacional criticaba las guerras de Yeltsin y
Putin en Chechenia y no se hacía muchas ilusiones sobre la apuesta de Rusia
por restablecer como gran potencia su esfera de influencia. Pero entonces,
milagrosamente, sin que ni siquiera mediaran grandes esfuerzos por parte del
Kremlin, su propaganda ha sido asumida por algunas personas de la izquierda,
a pesar de que el gobierno ruso también ha venido colaborando con gran
empeño con la extrema derecha y fuerzas ultraconservadoras europeas.



Mientras, los Estados del centro y el este de Europa son desdeñados a veces
como Estados irreales y tratados como naciones sin historia, como pueblos de
segunda clase.



-Shaun Matsheza: ¿Qué clase de apoyo pueden ofrecer las fuerzas progresistas
al pueblo uncraniano? ¿Es correcto que la izquierda apruebe las peticiones
de apoyo militar?



Denys Gorbach: Es una cuestión difícil para la izquierda saber cómo apoyar
algo relacionado con el ejército. Personalmente me gusta la posición de
Gilbert Achcar, un investigador de Londres, quien postula una postura
antiimperialista radical, que según él debe consistir en oponerse a una zona
de exclusión aérea y a propuestas similares, ya que esto comportaría un
choque militar directo entre las principales potencias imperialistas y una
posible guerra mundial nuclear total. Pero por otro lado, claro que conviene
apoyar el envío de armas a un país pequeño que trata de defenderse de un
ataque imperialista, como ocurrió en Vietnam o Corea, que recibieron una
amplia ayuda militar de China y la Unión Soviética.



Denis Pilash: Sí. Hay una gran tradición histórica de apoyo a las guerras
populares en países pequeños atacados u oprimidos por grandes potencias
imperiales. Forma parte de los proyectos políticos de izquierda desde el
siglo XIX, desde el apoyo de la Primera Internacional a las luchas de
Polonia, Irlanda, etc., y más tarde con el apoyo a la descolonización de
muchos países.



Si alguien tiene reservas debido a planteamientos o convicciones diferentes
o estrictos principios pacifistas que le impiden apoyar la ayuda militar o
la resistencia armada, hay muchas otras maneras de ayudar a la población
civil, incluida la ayuda humanitaria y el apoyo a la resistencia no violenta
en las ciudades, pueblos y aldeas ocupadas. Hay toda una ristra de acciones
que puede emprender toda persona, organización o movimiento.



-Shaun Matsheza: Como zimbabuense y miembro de redes africanas, veo
numerosos comentarios sobre la manera en que se informa y se explica al
mundo el conflicto de Ucrania, que es muy distinta de otros conflictos.
También vemos imágenes de estudiantes procedentes de África que huyen de
Ucrania y reciben un trato muy diferente del que se otorga a otras personas
refugiadas ucranianas, noticias sobre racismo, discriminación a la hora de
acceder a los trenes, etc. ¿Qué diríais a la gente que no es europea, que no
está inmersa en la dinámica europea, pero que realmente quiere formar parte
del movimiento global por la paz?



Denys Gorbach: Hay una expresión acuñada por uno de nuestros colegas que
dice que Ucrania es el país más septentrional del Sur global. Creo que da en
el clavo, especialmente si se observa la situación macroeconómica y las
tendencias demográficas del país. Esto se traduce en una racialización de
las personas ucranianas si consideramos que el racismo tiene que ver con
relaciones de poder. Es cierto que pasamos por ser blancos en lo que
respecta al color de nuestra piel, y sin duda somos gente blanca en Ucrania
en nuestras interacciones con personas racializadas, como estudiantes
gitanas o negras. Pero en Europa occidental, mi condición social cae en
picado cuando abro la boca y se nota mi acento eslavo. No obstante, debido a
la guerra, la población ucraniana se ha vuelto blanquecina para Occidente y
casi humana en cuanto al trato que recibe.



Por desgracia, esta perspectiva racista, esta ideología que privilegia a
Europa y mide la calidad de las personas en función de su proximidad a esta
idea de Europa Occidental, también está muy extendida en Ucrania. Hay que
condenar los incidentes racistas en la frontera. No solo vemos
discriminación en función del color de la piel, sino también según el color
del pasaporte. Por ejemplo, las personas refugiadas de Bielorrusia también
son víctimas de discriminación, a pesar de que huyeron a Ucrania para
escapar del régimen, pero les acusan de formar parte del régimen.



En la otra cara de la medalla hemos visto ahora que es posible establecer
unas condiciones más o menos dignas para la gente que huye de una guerra en
un país que no es del primer mundo. Así que pienso que este debería ser un
buen precedente para apoyarnos en él y demandar el mismo grado de
solidaridad para las personas refugiadas que vienen de todas las demás
partes del mundo. Todas merecen el mismo trato.



Denis Pilash: Incluso en este trato mejor que reciben las personas
refugiadas de Ucrania ya ha habido noticias de que algunas han sido
explotadas o discriminadas en Europa. También deberíamos destacar el caso de
quienes se hallan en la situación más vulnerable, como ciudadanas
extranjeras o apátridas o de minorías discriminadas, como las de la
comunidad gitana. Espero que la situación con respecto a Ucrania pueda ser
el punto de partida para un debate más amplio sobre cómo tratar a la gente
que huye y busca asilo de una manera mucho más humana.



También quiero decir que la gente de izquierda no debería caer en la trampa
de decir que si estas personas refugiadas son bien tratadas y apreciadas por
personajes como Boris Johnson, es que de alguna manera no son colegas
nuestras. Que sus amigos tienen que ser nuestroS enemigos. Hemos de
comprender que figuras como Johnson y Erdogan y otros, que se presentan como
grandes defensores de Ucrania, aprovechan cínicamente la situación y no son
realmente amigos del pueblo ucraniano.



Fue todo un símbolo que poco antes de la invasión rusa viniera una
delegación de sindicalistas y políticos de izquierda británicos que hablaron
aquí sobre el terreno con activistas sindicales y grupos de derechos
humanos, movimientos feministas, y manifestaron su solidaridad frente a una
agresión real. No hubo una respuesta así por parte de gente de la derecha o
del centro liberal. Fue un genuino apoyo de base entre personas explotadas,
oprimidas y marginadas que sufrían bajo el mismo sistema de explotación y
discriminación y marginación. Por eso necesitamos esta solidaridad popular,
no la falsa solidaridad de los gobiernos.



-Shaun Matsheza: ¿Algún comentario o mensaje final?



Denys Gorbach: Pienso que estas tristes circunstancias demuestran que es
hora de construir una solidaridad práctica de carácter anticapitalista,
contra el cambio climático y antimilitarista. Concretamente, hemos de hacer
confluir estas tres cuestiones en un movimiento que hoy pueda alzarse en
contra de la guerra, así como en contra del imperialismo que destruye
nuestro planeta.



Denis Pilash: Espero que al tiempo que reivindicamos cosas específicas de
Ucrania también podamos ir más allá hacia un ámbito más global. De modo que
cuando hablamos de apoyo y ayuda a la gente refugiada ucraniana, nuestras
demandas se extiendan a las gentes refugiadas de todo el mundo. Si pedimos
la cancelación de la deuda exterior ucraniana, la extendemos a la cuestión
del endeudamiento de la mayoría de países, especialmente los más pobres. Si
reclamamos el embargo de los bienes de los oligarcas rusos y tal vez también
ucranianos para utilizarlos en la reconstrucción de Ucrania, planteamos
asimismo la cuestión de los paraísos fiscales utilizados por la clase
capitalista global para guardar sus fortunas. Si exigimos que se bloqueen
los suministros de petróleo y gas de Rusia, deberíamos hacer lo mismo con
los de países como Arabia Saudí con su guerra criminal contra Yemen. Esos
son imperios del combustible fósil con los que hay que romper mediante una
reconstrucción ecosocialista del sistema mundial.



Así que toda cuestión menor forma parte de un planteamiento más amplio. Por
eso es tan importante que haya esta solidaridad y este intercambio entre
pueblos de diferentes regiones, que están afectados todos por problemas que
básicamente son los mismos, por mucho que en un momento dado se enfrenten a
dinámicas y contextos específicos.

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