Ucrania/Debates/ "Esta guerra no era inevitable". [Volodymyr Ishchenko - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Mar 25 00:17:44 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

25 de marzo 2022

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Ucrania/Debates



Con el sociólogo ucraniano Volodymyr Ishchenko



“Esta guerra no era inevitable”



Investigador de los movimientos de protesta en su país, Ishchenko habló con
Brecha de los debates sobre Ucrania en la izquierda global, del crecimiento
del extremismo y del futuro de la identidad ucraniana.



Francisco Claramunt

Brecha, 24-3-2022

https://brecha.com.uy/



Volodymyr Ishchenko es doctor en Sociología por la Universidad Nacional
Tarás Shevchenko de Kiev e investigador asociado del Instituto de Estudios
sobre Europa Oriental de la Universidad Libre de Berlín. Su trabajo se ha
centrado en el estudio de la sociedad civil, las protestas y los movimientos
sociales de Ucrania y la región. Es autor de varios artículos académicos
sobre la política ucraniana contemporánea, el levantamiento de Euromaidán y
la guerra civil ucraniana comenzada en 2013-2014. Ha publicado en
Post-Soviet Affairs, New Left Review, Globalizations, Commons: Journal of
Social Criticism, entre otras revistas especializadas, y ha colaborado con
The Guardian y Jacobin, entre otros medios internacionales. Actualmente está
trabajando en la obra colectiva El levantamiento de Maidan: movilización,
radicalización y revolución en Ucrania, 2013-2014.



—Fuera de Ucrania y de Rusia, existe un debate en la izquierda y sus
intelectuales acerca de cuál debe ser la postura ante esta guerra. Algunas
voces, como la de Noam Chomsky favorecen una salida negociada a la invasión
y defienden esta búsqueda de un compromiso diplomático como el único enfoque
sensato desde un punto de vista progresista. Otros, como por ejemplo Étienne
Balibar, reclaman que la izquierda internacional dé todo su apoyo a la
resistencia ucraniana y, al menos de momento, deje otras consideraciones de
lado o en un lugar secundario. ¿Cómo ve usted este debate?



Realmente no estoy de acuerdo ni con Chomsky ni con Balibar. Mi opinión es
que la prioridad por sobre todas las cosas debe ser salvar las vidas
ucranianas, las ciudades ucranianas, la economía ucraniana. Mientras más
pronto consigas un acuerdo de paz, más vidas salvarás, menos ciudades serán
destruidas y menos dañada resultará la economía. Si la guerra tiende a
prolongarse, si ya no se trata de parar la invasión rusa, sino de, por
ejemplo, lograr la caída de Putin –lo que puede no ser un objetivo
accesible–, significará transformar Ucrania en Afganistán. Un lugar donde
una guerra eterna se sucede por años sin pausa, con un Estado fallido, con
la economía retornando a un estado premoderno, con la industria
completamente destruida y millones de refugiados que no pueden volver a su
hogar por años. Y este escenario, honestamente, sería el mejor posible para
Ucrania si esta guerra llegara a degenerar en un conflicto nuclear.
Claramente, no deseo esto para mí país.



—Yendo a Ucrania, y dejando de lado la propaganda rusa sobre una «Ucrania
nazi» inexistente, ciertamente hay elementos de extrema derecha en Ucrania.
Grupos que hoy en día son insignificantes desde el punto de vista electoral,
pero que, durante la guerra en el Donbás, han fortalecido su penetración en
las fuerzas armadas. ¿Cree que es inevitable que una situación de guerra
prolongada en todo el país suponga un aumento y empoderamiento de estas
fuerzas ultranacionalistas que crecieron durante la revolución de Maidán y
luego accedieron a posiciones de poder en el aparato de defensa y seguridad?



Sí, sin dudas. En caso de una guerra prolongada, se daría una destrucción
progresiva del Estado y las instituciones militares ucranianas, lo que daría
más oportunidades para que grupos radicales tomen las riendas. A más muertos
y heridos entre la población causados por la invasión rusa, a más
destrucción, mayor será también el odio. Y los movimientos que centran su
retórica en el odio y capitalizan el odio con mayor facilidad, por supuesto
que crecerán en ese escenario. Aquellos que hablan de hacer de Ucrania un
nuevo Afganistán para las tropas rusas [en referencia a la derrota soviética
de 1989 y la estadounidense de 2021], aquellos que dicen que hay que
prepararse para resistir en una guerra de largo aliento están abriendo la
ventana por la que las fuerzas de ultraderecha entrarán para tomar el
control.



Ocurrirá exactamente como ha ocurrido en Oriente Medio: fue el colapso de
las instituciones estatales causado por la invasión extranjera en Irak, el
colapso institucional en Libia, en Siria, lo que creó el espacio para que
grupos extremistas se hicieran con el poder en amplias zonas de esos países,
con consecuencias funestas. No entiendo cómo hay gente que puede esperar un
escenario distinto en el caso de una guerra prolongada en Ucrania.



—En un reciente artículo para Al Jazeera, usted lamenta el fin de la Ucrania
multicultural en la que creció. ¿Esto se debe al crecimiento esperable de
estos grupos de ultraderecha, de esta ideología ultranacionalista? ¿Ve como
inevitable el fin de esta idea de una Ucrania multicultural, multiétnica?



Esa es una de las varias razones. Antes de la guerra eran posibles en
Ucrania lo que se ha llamado identidades ambiguas. Algunos ucranianos
entienden su identidad nacional como una oposición a Rusia, pero muchos
otros no entienden su ucranidad así. Mucha gente se siente ucraniana y rusa
al mismo tiempo. Por ejemplo, en muchas familias el padre es ruso y la
madre, ucraniana. O al revés. Todo esto será muy difícil después de esta
guerra. Lo ruso es ahora lo enemigo. Miles de personas están sufriendo a
causa de esta invasión. La posición que goza hoy la lengua rusa dentro de
Ucrania probablemente se perderá. Esta guerra será –está siendo– una gran
transformación en cómo los ucranianos piensan sobre ellos mismos, sobre su
identidad y sobre lo ruso y los rusos. La reconciliación es posible, claro.
Fue posible incluso después de la Segunda Guerra Mundial. Incluso después
del Holocausto. Pero tomará muchos años y requerirá cambios políticos muy
serios, tanto en Ucrania como en Rusia.



—En esa columna para Al Jazeera, usted critica la reciente decisión del
gobierno ucraniano de suspender 11 partidos de la oposición por sus puntos
de vista «prorrusos» sostenidos antes de la invasión. Entre ellos, el
segundo partido más votado del país. En ese artículo también le recuerda al
lector que la izquierda ya estaba muy debilitada en el panorama político
ucraniano, y decisiones como esta, que reducen las voces disidentes, solo la
debilitan aún más. En este escenario, ¿cuáles son las perspectivas para los
movimientos sociales y las fuerzas progresistas ucranianas en medio de la
invasión de Rusia? ¿Hay un lugar para ellos en la resistencia contra el
ataque y la ocupación rusa?



¿Cuáles son las oportunidades para los sindicatos y los movimientos sociales
hoy en Siria o en Libia, por ejemplo? Uno de los horrores de la guerra es
que cierra cualquier espacio para cualquier movimiento social progresista
tal como los conocemos. La guerra requiere movimientos completamente
diferentes, como una guerrilla, movimientos militarizados,
paramilitarizados. Y no hay absolutamente ninguna oportunidad para lanzar un
movimiento de este tipo en la Ucrania actual. Mucha gente de los movimientos
sociales y de izquierda en Ucrania se está alistando en las Fuerzas de
Defensa, pero su impacto político, en estas circunstancias, será
insignificante. En la actualidad, no hay chance de cambiar nada en la
ideología dominante o en la orientación de la guerra.



—El debate fuera de Ucrania sobre dónde se debe enfocar el análisis para
comprender lo que está sucediendo se complica, además, por el hecho de que
existe una presión constante del mainstream político, que acusa a la
izquierda de ser sospechosa de sesgo prorruso y, por lo tanto, cómplice de
la invasión. ¿Ve una división dentro de la izquierda de Europa central y
oriental entre un campo más anti-OTAN y otro más antirruso? ¿Cree que este
es un buen marco para un debate dentro del campo progresista?



Esta guerra tiene un impacto global y no solo regional en la manera en la
que provoca una reacción macartista de derecha contras las izquierdas. Como
bien señalás, toda la izquierda va a estar bajo ataque y será más difícil
ahora decir incluso cosas básicas de izquierda sin ser acusado de
«prorruso». No son pocos los que ahora están evocando los años y meses
pasados para decir que la invasión rusa era inevitable, que estuvo claro
desde el principio que esta sucedería, y que la izquierda falló en preverla
por algún tipo de complicidad o ceguera frente a Rusia. En el contexto
ucraniano, por ejemplo, llega a decirse que es hora de reconsiderar el rol
de los grupos de extrema derecha que estaban preparándose para la guerra
contra Rusia desde hacía años, desde la década del 90 para ser exactos,
desde el momento mismo de la independencia ucraniana.



¿Pero eso es realmente así? ¿Esta invasión hace a la extrema derecha menos
extrema? ¿La convierte en algún tipo de organización patriótica anticolonial
y visionaria? Claro que no. Y la guerra no era inevitable. Sabemos que
recién en febrero la CIA [Agencia Central de Inteligencia, por sus siglas en
inglés] comenzó a ver signos de una toma de decisiones en Rusia proclive a
la guerra, cuando esa concentración de tropas ya venía desde octubre.
Durante todos esos meses, hubo oportunidades para una solución diplomática
de este conflicto y mucho pudo haber sido hecho de otra manera.



La izquierda debe tener posiciones de ofensiva y no solo estar todo el
tiempo disculpándose, «oh, estuvimos hablando demasiado sobre la OTAN y no
lo suficiente sobre Rusia, etcétera». Debemos mantenernos en nuestras
posiciones, apuntar a la complejidad del problema, defender la verdad. No
abrazar el oportunismo de saltar de un extremo –hablar solo de la expansión
de la OTAN como si Rusia no fuera culpable por la guerra– al otro –una
mirada completamente rusocéntrica, en la que la discusión sobre la OTAN y el
nacionalismo ucraniano es marginalizada, incluso tabú–. Discutir la OTAN y
el nacionalismo ucraniano no es justificar la invasión rusa. Es necesario
ver estos factores como parte del escenario general, y como parte del
problema que nos ha llevado a esta guerra. De otra manera, buscarán
presentarse como parte de la solución.



Sabemos que hay muchos factores que llevaron a esta guerra. Sobre Putin pesa
la responsabilidad primera y principal, sin duda. Fue él quien apretó el
botón, aun teniendo otras opciones. La guerra fue su opción, y él es y será
culpable por ello. Pero, al mismo tiempo, no podemos olvidar que hubo otras
fuerzas contribuyendo a que llegáramos hasta aquí. No alcanza con
simplemente darle un tono «izquierdista» a la narrativa de guerra de tu
clase dominante y salir a repetir trivialidades sobre el «imperialismo
ruso». Hay mucho para estudiar y para entender del imperialismo ruso como
fenómeno real, y simplemente repetir clichés superficiales no mejorará
nuestro análisis ni nuestra capacidad de proponer caminos para salir de esta
guerra.

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