Chile/ "Cambió el clima político y la convención no tomó nota". [Cristóbal Bellolio - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Oct 13 22:56:38 UYT 2022


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Correspondencia de Prensa

13 de octubre 2022

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Chile



El cientista político explica los factores que incidieron en el rechazo a la
nueva constitución



Cristóbal Bellolio, analista de Chile: "Cambió el clima político y la
convención no tomó nota"



En el libro “El momento populista” (*), el académico indaga sobre las
excepcionalidades chilenas, entre ellas, un estallido social y un proceso
constituyente que no prosperó. Y asegura que "las ideas de la derecha no han
ganado. El rechazo ganó a pesar, y no gracias, a la derecha."



Juan Carlos Ramírez Figueroa, desde Santiago

Página/12, 13-10-2022

https://www.pagina12.com.ar/



En los últimos años, Chile ha experimentado un ciclo político y social que
incluyó un estallido social en octubre de 2019 con más de un millón de
personas (sólo en Santiago) protestando contra el gobierno de Sebastián
Piñera y los de la Concertación, la pandemia de Covid-19, las elecciones que
darían como ganador al progresista Gabriel Boric frente a José Antonio Kast
—para muchos, el Bolsonaro chileno— y un proceso constituyente para redactar
una constitución que remplazaría a la de Pinochet que tras ser aprobado por
casi un 80% en 2020 fue rechazado en el plebiscito de salida hace un mes por
un 61%.



Al calor de todas estas contingencias, el cientista político y académico de
la U. Adolfo Ibañez, Cristóbal Bellolio acaba de lanzar El momento populista
(Debate, 2022) donde intenta enmarcar la actualidad chilena a través de la
hipótesis de un populismo, tanto de derecha como de izquierda y donde repasa
conceptos, puntos de vista y distintas miradas. Para él más que entregar una
respuesta definitiva, lo que le interesa es definir el fenómeno y dejar que
el lector pueda llegar a sus propias conclusiones, lo que no es tan sencillo
debido a cierto “excepcionalismo” chileno donde los ciudadanos aprecian el
orden y la disciplina, los empresarios son figuras populares (en lugar de
esconderse como en Argentina), Kast no explotó todo al arsenal populista
disponible y donde la indignación social no tuvo partidos políticos ni
movimientos de base.



“La literatura más tradicional sostiene la tesis de la excepcionalidad
chilena al respecto, sobre todo por la presencia de un corsé institucional
como le llama Claudio Riveros, que generalmente se traduce en un sistema de
partidos fuerte. Pero hay otros autores que ven elementos populistas en la
experiencia del siglo XX, como Alessandri, Ibáñez e incluso el proyecto
popular de Allende”, señala Bellolio. “No he hecho el ejercicio de revisitar
la historia a partir de las distintas conceptualizaciones que ofrezco en el
libro. Es un ejercicio que hago sobre el presente: el estallido social y
José Antonio Kast”.



¿Excepcionalismo chileno?



—En El momento populista compara la elite empresarial chilena con la
argentina. Dice que la chilena en vez de esconderse, ha figurado en los
medios y la vida social en general. ¿Una excepcionalidad chilena que se
modificó tras el estallido?



La tesis de que el neoliberalismo encajó mejor en Chile mientras fue
rechazado culturalmente en Argentina en la misma época es del sociólogo
Tomás Undurraga. Es una idea que yo saco de su investigación. Si es cierto
que el estallido produce algo así como un proceso de plebeyización tardío,
entonces es natural que la elite empresarial no pueda pavonearse como antes,
como en los noventa, por ejemplo. Los que antes se consideraban máquinas de
crear empleos, ahora se miran como máquinas de defraudar. Los que antes eran
buenos, ahora son malos. Una inversión de valores a la Nietzsche, sostengo
en el libro.



—Se habla mucho del relato de la transición. Esa del país feliz, jaguar, en
camino al desarrollo. Un lugar donde la palabra "pueblo" no se usaba. Algo
que tiene raíces en la falta de plebeyización de Chile. Pero ahora, si se
usa "pueblo" casi al mismo tiempo que se ha reemplazado el "trabajador" por
"colaborador". ¿Podemos hablar de eso?



—Efectivamente el concepto pueblo había desaparecido del léxico político
formal. Lo reemplazamos por la idea de ciudadanía, que es un concepto menos
adversarial: todos caben. Pueblo tiene una connotación adversarial en la
medida que se constituye, usando la fórmula de Laclau, a partir de una
frontera de exclusión, de un ellos y nosotros. No es una distinción
simétrica entre dos campos, como izquierda y derecha, porque casi nadie
quiere identificarse con la elite. Todos quieren ser pueblo, especialmente
si el pueblo es bueno y la elite es mala. Es interesante que la idea de
plurinacionalidad volvió a generar una lógica de fragmentación que fue
rechazada por una gran mayoría, que se siente chilena a secas. Antes del
plebiscito leí a varios, desde Jorge Sharp (alcalde de Valparaíso) al
académico Dante Contreras, sugiriendo que esta era una división entre el
pueblo por las transformaciones del Apruebo y la resistencia del privilegio
por el Rechazo. Varios advertimos que era un argumento arriesgado, porque te
obliga ahora a concluir que el 62% es la elite y solo el 38% es el pueblo.
Eso obviamente no es correcto. De ahí la tesis que hemos leído en estos
días: la izquierda habló en nombre de un pueblo que en realidad no conocía.



—Sobre el estallido social señala que era subirse al carro sin identificar
siquiera el "adversario" o las condiciones que facilitan la opresión. ¿No
será eso mismo una de las razones del fracaso del plebiscito?



Lo que yo sostengo es que para sentirte parte de la protesta de octubre de
2019 bastaba identificar un dolor y un villano. Un dolor que te permita
estar en el lado de los oprimidos, los precarizados, los desplazados, las
víctimas del sistema, aquellos cuyas demandas han sido sistemáticamente
ignoradas la oligarquía dominante, y un villano que abuse de su poder, que
secuestre los beneficios del progreso en su exclusivo beneficio. Por eso
puede marchar el No+AFP codo a codo con el No+TAG ( N.de la R: en referencia
a los que protestaban contra los cobros de peajes en las autopistas
concesionadas). El problema, como le advertía Zizek al propio Laclau, es que
en este caso el pueblo que se constituye no es necesariamente de izquierda.
Por eso no creo que el estallido haya sido, en su sentido más extendido, una
rebelión contra el neoliberalismo. El resultado del plebiscito parece
confirmarlo: no había una demanda imperiosa de refundación del modelo, y las
distintas identidades que hicieron causa común en el estallido tuvieron más
dificultades cuando se trató de objetivar la categoría de minoría oprimida.
Ahí caben los pueblos originarios, pero no los No+TAG, por decirlo de alguna
manera.



—¿Cuál es tu lectura del Plebiscito y este proceso de Nueva Constitución
donde la derecha -con algo de razón- se asume como ganadora.



Mi lectura del plebiscito es conocida y es la misma que varios venimos
haciendo desde marzo: cambió el clima político y la convención no tomó nota,
los convencionales fueron un pasivo y no un activo, se exageró la
reivindicación identitaria, el plebiscito sirvió como referéndum sobre
Boric, y se optó conscientemente por la estrategia de ignorar a la derecha
en lugar de apostar a la geometría variable de los dos tercios, lo que
amplificó tu campo de perdedores con ganas de revancha y permitiste que te
compararan con el maximalismo ideológico de Jaime Guzmán. Todas estas cosas
se dijeron, pero los críticos fueron ferozmente tratados. Sobre lo segundo,
las ideas de la derecha no han ganado acá. Que la derecha haya estado en el
bando ganador es otro asunto. De hecho, tuvieron que esconder a sus figuras
para que aparecieran las de centroizquierda. El rechazo ganó a pesar, y no
gracias, a la derecha. Lo que es evidente es que ahora sus dirigentes
vuelven a ser relevantes a la hora de negociar la continuidad del proceso, y
es probable que ahora tengan los números para no sean ignorados. Esa, por
ahora, es su única victoria real.



Kast y Boric



Bellolio, que es invitado permanente a paneles televisivos y columnas de
opinión, es un académico que siempre se cuida de citar ideas y teorías de
sus colegas. Aunque también de usar ejemplos de la cultura pop para que se
entienda como el candidato que le disputó la presidencia a Boric fue capaz
de unir a pinochetistas y evangélicos, antiglobalistas y “socialpatriotas”:
“Como las tribus salvajes más allá del muro en la serie Game of Thrones,
José Antonio Kast se transforma en su Mance Rayder: logra aunar todas estas
sensibilidades aparentemente inconexas, bajo una sola candidatura”



Dice que escribir un libro es un proceso terapéutico para ajustar cuentas
con uno mismo. “Uno consume mucho material sobre un tema, lo digiere y
ofrece una lectura más o menos original, más o menos interesante, pero luego
la reflexión se agota un poco, y a uno le dan ganas de pasar a otra cosa.
Además, no hay tanto espacio en la cabeza, a veces hay que hacer limpieza
para dejar lugar a otras cosas, y para no tirarlo todo a la basura del
olvido, lo dejamos por escrito. Pero voy a seguir en dos temas vinculados,
que son parte de mi agenda de investigación. Por un lado, el desafío que las
epistemologías populistas le plantean al liberalismo de la razón pública, o
la crítica “situada” a los modos de producción de conocimiento
universalistas, la pregunta por la justificación de las premisas fácticas de
la norma que aspira a ser legítima. Por el otro, la distinción entre fuerzas
normativas fragmentadoras e integradoras, centrífugas o centrípetas. Desde
este punto de vista, la tensión fundamental entre populismo y liberalismo
estaría en la vocación esencialmente adversarial, y por tanto centrífuga,
del populismo, y en la vocación consensual, y por tanto centrípeta, del
liberalismo. Hay algo ahí que quiero seguir escarbando para saber si también
nos ayuda a re-mapear los conceptos de izquierda y derecha, aunque no estoy
seguro del desenlace”.



—Sobre Kast, dice que a diferencia de Trump o Bolsonaro, no es un líder
populista. Al contrario: es integrista aunque utiliza algunas técnicas
populistas como las redes sociales.



Digo que Kast emplea técnicas populistas, como sugiere en enfoque
estratégico-político a la Weyland, pero que no encaja tan bien con otras
conceptualizaciones de populismo, como la sociocultural o performática que
propone Ostiguy, o la idea tipo Viktor Orban de una democracia iliberal.
Aunque sí expongo la forma en que Kast construye su discurso post 2016, es
decir, después de ver a Trump, el Brexit y Bolsonaro, identificando una
elite progre canceladora y globalista, lo que encaja bastante bien con el
modelo populista de derecha en el mundo. Sin embargo, el Kast de la última
segunda vuelta fue capaz de salirse un poco de estas guerras culturales, lo
que quizás sugiere que el discurso populista de Kast es oportunista y no lo
define ideológicamente, por así decirlo.



—El gobierno de Boric está totalmente libre del populismo?



El Frente Amplio absorbe ciertos elementos populistas del clima intelectual
y político, eso es claro. Un dirigente de Comunes hablaba incluso de la
“casta”, a la usanza del Podemos español. La relación de Iglesias y Errejón
con el proyecto frenteamplista es conocida. En esta tribu hay varios
estudiosos de Laclau y Mouffe, también lo sabemos. Es una izquierda que
superó el “esencialismo de clase” y apunta a la construcción de un “nuevo
pueblo” como señala Carlos Ruiz, a partir del vínculo político de grupos
identitarios precarizados. Es la radiografía de la nueva izquierda que hace
una publicación reciente del IES. Pero en esa misma instancia, Noam Titelman
sugiere que la trayectoria del Frente Amplio también debe leerse como parte
de la renovación socialista, y tiene un buen punto. En un libro anterior
sostuve que, si los partidos de la Concertación se hubieran renovado
oportunamente en términos generacionales, si los viejos hubieran sido no
solo más generosos sino más estratégicos, quizás Boric habría sido un
orgulloso militante de la Juventudes Socialistas en la Escuela de Derecho de
la Universidad de Chile, en lugar de irse a fundar movimientos propios. El
mismo Boric se define como socialista libertario, y esa es una sensibilidad
consistente con la cultura PS chilena. Por tanto, Boric no me parece un caso
claro de populismo, y por extensión me cuesta pensar en que su gobierno lo
sea.



* El momento populista chileno. Disponible en ebook :
https://www.penguinlibros.com/cl/conciencia-social/306482-ebook-el-momento-p
opulista-chileno-9789566042822

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