Brasil/ La ultraderecha brasileña se apropia de símbolos judíos. [Michel Gherman - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Dom Abr 23 00:05:22 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

23 de abril 2023

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Brasil



La ultraderecha brasileña se apropia de símbolos judíos



“Se ha estructurado una percepción sobre la izquierda” similar a la “que se
tenía sobre los judíos”, dice Michel Gherman, del Centro Jerusalén para el
Estudio del Antisemitismo.



Nathallia Fonseca

La Diaria, 22-4-2023

https://ladiaria.com.uy/



Un Israel blanco y fuertemente armado. Un muro contra el islam, los
movimientos LGBTQIA+ y el avance de las culturas que contradicen el
fundamentalismo religioso. Ultracapitalista, cristiano y militarizado. Este
es el “Israel imaginario” definido por el historiador Michel Gherman como un
modelo cultural que ha sido importado por las extremas derechas en el mundo,
y que también ha sido apropiado por el bolsonarismo.



El investigador del Centro para el Estudio del Antisemitismo de la
Universidad Hebrea de Jerusalén y asesor académico del Instituto
Brasil-Israel explica que, además del uso de Israel como fuente de
inspiración, también existen vínculos concretos entre el bolsonarismo y la
comunidad judía brasileña en la formación de una especie de comunidad
conservadora.



-¿Es posible afirmar que Israel se ha convertido en un modelo para la
extrema derecha en el mundo y en Brasil?



Un elemento importante para entender la relación entre la extrema derecha
brasileña e Israel es lo que yo llamo la representación de Israel. Esta
representa un Israel que existe, pero sólo en parte: un Israel blanco,
armado, muy violento, que sirve de muro contra la expansión del islam,
contra los LGBTQIA+ y ultracapitalista. Este Israel también se presenta como
un país que habla de la ausencia del Estado y es cristiano o fundamentalista
religioso. Este imaginario fue apropiado por el bolsonarismo, que filtró
este modelo para crear esta imagen. Es decir, tiene menos que ver con
perspectivas concretas y más con un sesgo ideológico.



-Pero ¿estas relaciones también se dan de manera concreta?



Ha habido un acercamiento concreto del gobierno del expresidente Jair
Bolsonaro con el Estado de Israel y con la comunidad judía en Brasil.



Desde un punto de vista concreto, en relación con la comunidad judía de
Brasil, hay un hecho que considero muy importante en este acercamiento. Es
el momento en que Olavo de Carvalho [gurú ideológico de Bolsonaro fallecido
en 2022], por entonces columnista del diario O Globo, escribió una columna
en 2004 defendiendo la película La pasión de Cristo [dirigida por el actor
Mel Gibson, que es católico], que fue acusada de antisemitismo por algunos
grupos. En la columna, básicamente, decía que los enemigos no son los
católicos, sino la izquierda. A pesar de su discurso arrogante, diciendo
cómo debe o no debe posicionarse la comunidad judía, fue invitado a una
conferencia en el Club Hebraica de San Pablo. En esa conferencia hace un
pedido directo a la audiencia, formada principalmente por judíos: les pide
que alejen del judaísmo a aquellos hermanos que son de izquierda, ya que
estarían entorpeciendo el judaísmo. Es una invitación a formar una comunidad
de conservadores, y esta comunidad consiste en excluir a los demás.



Otro punto importante, sobre este acercamiento político de Bolsonaro con
Israel, es algo más pragmático. La producción tecnológica israelí, que fue
muy exaltada durante la pandemia, la exaltación de los valores liberales y,
en general, la producción de este Israel imaginario acaban produciendo
vínculos concretos con la derecha en Israel.



-¿Hay similitudes entre el discurso de persecución contra la izquierda y el
discurso antisemita? ¿Hay similitudes entre el bolsonarismo y el nazismo y
el fascismo?



Siempre trabajo con el concepto de un nuevo antisemitismo. Lo que se dice de
la izquierda es lo que se decía de los judíos. Se ha estructurado una
percepción sobre la izquierda que se tenía sobre los judíos. Es necesario
comprender el tamaño de este agujero: los judíos fueron exterminados por
este tipo de discurso, y ese es el deseo que tiene la extrema derecha con
respecto a la izquierda. Es necesario aprovechar estos cuatro años de
gobierno de Lula para poder dialogar con estos religiosos, mostrando que no
es necesario exterminar a nadie.



Bolsonaro también utiliza una gramática nazi muy clara cuando habla de
“Brasil por encima de todo”. Bolsonaro se abraza con el socio de Hitler.
Creo que el nazismo es más una referencia estética y más sentimientos
morales que ideológicos, y cuando escucho a Bolsonaro, me doy cuenta de que
él mismo está diciendo que es nazi.



-Además del auge del bolsonarismo, ¿la incorporación del imaginario de
Israel como modelo para la ultraderecha brasileña está relacionada con el
avance de las iglesias evangélicas que adoptan un discurso judeocristiano
conservador?



Muchas de ellas utilizan simbología judía en sus cultos, como la Iglesia
Universal del Reino de Dios, y predican la defensa de Israel como un
mandamiento bíblico.



Los evangélicos no encabezaron la construcción de esta comunidad
tradicionalista, pero se unieron a ella. Quienes produjeron este vínculo, en
un primer momento, fueron los católicos. Los evangélicos se unieron más
tarde, tras puntos de desequilibrio con la agenda izquierdista. Hubo
disturbios ideológicos con los gobiernos de izquierda.



Uno fue el conflicto entre la teología de la prosperidad, que es la idea de
que hay dinero que es bendecido y que el capitalismo puede ser un sistema
que permite bendiciones, adoptada por iglesias como la Universal del Reino
de Dios, con las intervenciones sociales del gobierno de Lula [2003-2010].
Luego, las agendas relacionadas con las cuestiones reproductivas de las
mujeres, principalmente en el segundo gobierno de Lula y durante el mandato
de Dilma [2011-2016], intensificaron el conflicto.



Todo eso terminó produciendo el casamiento entre una base ya más
conservadora y la cúpula de la iglesia evangélica, que empezó a entender que
no hay mucho que hacer, excepto unirse a la extrema derecha. Y entró muy
fuerte, ocupando importantes espacios de poder. En 2017, entonces, empiezas
a tener la producción de un sector evangélico que se vuelve mucho más
relevante políticamente que el católico. Es importante destacar que el
vínculo entre estos evangélicos neopentecostales y la extrema derecha fue un
proceso muy gradual.



-¿Cómo se sitúa Brasil en el avance de la extrema derecha en el mundo? ¿Es
el bolsonarismo una herramienta o un producto de este movimiento?



Es un fenómeno internacional, pero Brasil tiene una participación muy
poderosa. Además del vínculo con Israel, no me cabe duda de que Hungría,
Estados Unidos, Francia, Alemania, Austria y Australia también tienen
vínculos con el bolsonarismo. Contrariamente a lo que creen los teóricos de
la conspiración, no es el vínculo lo que produce la política, sino que es la
política la que produce el vínculo. Algunos autores dicen que se trata de
fenómenos aislados, productos de fenómenos locales que acaban siendo lo
mismo con la globalización, pero esta explicación me parece demasiado
simple. Entiendo, sin embargo, que Brasil tiene particularidades ligadas a
nuestra cultura. Por ejemplo, mientras que [el expresidente estadounidense]
Donald Trump y [el primer ministro de Hungría] Viktor Orbán tenían políticas
muy fuertes contra los inmigrantes, este debate no es popular en Brasil, ya
que nuestro número de refugiados es muy pequeño. Pero la idea de la religión
también es algo común a muchos de estos países y está directamente en línea
con el conservadurismo brasileño.



-Usted señala que es necesario desnacionalizar la sociedad brasileña en la
línea de la desnazificación de Alemania. ¿Cómo?



Creo que para luchar contra el nazismo hoy en Brasil hay que recalcular la
ruta. No todos los que llevan una esvástica son nazis, y no todo el que no
lleva una esvástica deja de ser nazi. Si nos fijamos sólo en los que usan su
hashtag, nos perderemos una nueva articulación, producida por Olavo de
Carvalho, del reposicionamiento del nazismo en el discurso público
brasileño.



También es necesario entender que la religión y la extrema derecha no están
necesariamente ligadas. Es posible separarlas. Y para separarlas, es
necesario dialogar. Es necesario no tratar a los religiosos como personas
inferiores, y disputar el espacio en las iglesias, sinagogas y mezquitas.
Además, hay que tener presente que uno de los elementos fundamentales de la
extrema derecha en el mundo es el miedo, el cual fortalece y moviliza.



Por lo tanto, el miedo de que la izquierda quiere acabar con la familia,
quiere cambiar el sexo de tu hijo, quiere adoctrinar al niño, todo eso se
produce desde un nivel de propaganda que está muy bien establecido desde
hace décadas. Ahora es necesario dialogar con estas personas que tienen
miedo, mostrarles que no tenemos ningún interés en que desaparezca la vida
familiar, porque tenemos una familia. La humanización de la izquierda está
inexorablemente ligada a la humanización que la izquierda tiene que hacer de
lo religioso.



(Esta entrevista fue publicada originalmente por Agência Pública, 27-3-2023:
https://apublica.org/2023/03/como-a-extrema-direita-brasileira-se-apropriou-
de-simbolos-judaicos/]

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