Suiza/ Desigualdades salariales entre hombres y mujeres: "No es culpa de la patronal... sino de las mujeres [Jean-François Marquis]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Abr 28 16:01:47 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

28 de abril 2023

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Suiza



Desigualdades salariales entre hombres y mujeres: “No es culpa de la
patronal... sino de las mujeres”



Jean-François Marquis *

A l´encontre, 26-4-2023

http://alencontre.org/suisse/

Traducción de Viento Sur

https://vientosur.info/



“No se puede pretender que una diferencia salarial equivale a una
discriminación” (Neue Zürcher Zeitung, 30.01.2023), ”Estadísticas
controvertidas sobre la igualdad salarial” (agefi, 25.01.2023), ”Disputa
sobre comparaciones salariales” (Televisión suiza de habla alemana, 10 vor
10, 6.03.2023): estos títulos dan testimonio de la nueva ofensiva en curso
para desacreditar la observación de que las mujeres son discriminadas a
nivel salarial. Se acerca el paro feminista del 14 de junio, así como la
fecha límite en la que las empresas de más de 100 empleados/as deberán
informar sobre el análisis de su diferencia salarial. Se trata de sofocar
preventivamente cualquier reivindicación. Para ello, la patronal y sus
agentes burgueses difunden un argumento de “amplio espectro”. Su tema: las
diferencias salariales entre hombres y mujeres no son tan grandes como se
afirma y, si aún existen, no es culpa de los empresarios, sino… de las
mujeres o de las “mentalidades”.



Borrar las desigualdades... eliminando a las mujeres...



La profesora de economía de la Universidad de Basilea Conny Wunsch está a la
vanguardia de la minimización de las desigualdades salariales. En una
contribución publicada en febrero de 20211/, anunció que las diferencias
salariales “no explicadas” [volveremos a este concepto cuestionable más
adelante] entre hombres y mujeres se reducirían “hasta un 50 %” aplicando
los métodos del análisis estadístico moderno. Esta “conclusión” aparece
repetidamente en los argumentos patronales y burgueses.



Un eje decisivo de la “modernización” propuesta por la Sra. Wunsch se
relaciona con la comparabilidad entre hombres y mujeres. De entrada, una
evidencia: el empleo de mujeres y hombres está segregado. En pocas palabras:
el personal de enfermería en los hogares de ancianos está compuesto casi
exclusivamente por mujeres a tiempo parcial; el personal directivo de los
departamentos productivos de las empresas industriales es casi todo de
hombres a tiempo completo. Esto dificulta la constitución de pares, cada una
compuesta por un hombre y una mujer con las mismas características (misma
edad, formación, responsabilidad profesional, rama de actividad, etc.), que
sirvan para la comparación de salarios.



Ante esta falta de “soporte común”, por usar el término técnico, los
instrumentos estadísticos “modelan” los elementos que faltan (el hombre que
trabaja en el cuidado de un asilo de ancianos; la mujer cuadro ingeniera).
Pero el modelado puede no ser óptimo. Para Conny Wunsch, por lo tanto, solo
se deben tomar en consideración las parejas hombre-mujer para las que se ha
establecido un “common support”. Es así como, con el uso de métodos
estadísticos más “robustos”, se logra reducir en un 50% la brecha salarial
“no explicada”. Pero a qué costo: el 80% de las mujeres son eliminadas de la
comparación, porque no tienen un equivalente masculino que comparta sus
características. Esto afecta particularmente a las mujeres con un salario
muy bajo...



Ante lo absurdo de este resultado, que sin embargo le sirve para que se haga
viral, la Sra. Wunsch propone limitar el requisito de “soporte común” a las
variables más importantes, ampliando así la proporción de mujeres
consideradas. La profesora de Basilea llega entonces al resultado de que la
diferencia salarial “no explicada” cae del 7,7% al 6% en el sector privado y
del 6,4% al 3,2% en el sector público. Pero una de cada cinco mujeres que
trabajan en el sector privado y una de cada diez en el sector público siguen
siendo eliminadas de la comparación. A pesar de todas las molestias que se
toma, la Sra. Wunsch no puede eliminar la diferencia salarial “inexplicada”
entre hombres y mujeres. Un informe pericial encargado por el Consejo
Federal ya mostró en 2015 que los llamados análisis estadísticos “más
sofisticados” no hacían desaparecer esta diferencia, correspondiente al
núcleo duro de la discriminación salarial que sufrían las mujeres2/.



… o explicándolas por mujeres



El segundo eje de la afirmación burguesa es éste: los análisis oficiales de
las diferencias salariales no tendrían en cuenta suficientes factores
explicativos. Por lo tanto, no se podría afirmar que las diferencias “no
explicadas” sean sinónimo de discriminación. Este es el sentido del
postulado presentado en diciembre de 2022 por el consejero nacional del
Partido Radical Marcel Dobler (Saint-Gall). Pide “un estudio relacionado
específicamente con la parte no explicada de la brecha salarial entre
hombres y mujeres y utilizando los métodos científicos más recientes. Las
posibles causas de esta discrepancia, como la maternidad, la interrupción
del trabajo, el estado civil o la experiencia profesional, se examinarán
para todos los tramos de edad”. Miembro del comité de la cumbre empresarial
economiesuisse, cofundador de Digitec-Galaxus que vendió a Migros en 2014,
Marcel Dobler es desde 2018 copropietario de las jugueterías Franz Carl
Weber, que emplean a cerca de 200 empleados, de los que muy probablemente la
mayoría son mujeres... lo que quizás explica su interés en la pregunta.



En los análisis oficiales actuales, varias características que se tienen en
cuenta para explicar las diferencias salariales entre hombres y mujeres
reflejan en sí mismas la discriminación que sufren las mujeres. Por ejemplo,
se supone que la posición profesional (ser directiva o no) “explica” parte
de esta diferencia. Pero las mujeres a menudo se enfrentan al mecanismo
discriminatorio del “techo de cristal”. Considerar que la posición
profesional “explica” la diferencia salarial entre hombres y mujeres
equivale, por tanto, a actuar como si las diferencias salariales derivadas
de la discriminación –el techo de cristal– estuvieran justificadas.



Con el postulado de Dobler iríamos un paso más allá: una diferencia salarial
ligada al hecho de que las mujeres hayan vivido la maternidad se
consideraría así “explicada” y por tanto justificada. En cierto modo: las
mujeres ganan menos que los hombres, porque… son mujeres. En su respuesta
negativa al postulado, el Consejo Federal también está obligado a recordar
que la Ley de Igualdad establece que cualquier discriminación “basada en el
estado civil o la situación familiar está prohibida”.



Sin embargo, se necesitaría más para frenar la maquinaria de propaganda
burguesa. Para eludir esta objeción bastante elemental, desarrolla un doble
argumento: las diferencias de características entre hombres y mujeres no son
de hecho consecuencia de la discriminación que sufren las mujeres
(desfavorecidas para hacer carrera, por ejemplo), sino de su “libre
elección”, o bien de las “mentalidades” dominantes, “conservadoras”. En
cualquier caso, los empresarios no tendrían nada que ver.



Las mujeres ganan menos… porque quieren



Comencemos con la “libre elección”. Una ilustración de ello la ofrecen las
palabras de la economista Conny Wunsch, de nuevo ella, entrevistada por la
NZZ (30.01.2023). Cuando se la pregunta si todavía hay empleadores que pagan
sistemáticamente menos a las mujeres que a los hombres, responde que esto no
está excluido, pero que, en su opinión, ello es bastante raro. Luego
continúa: “[...] Lo que probablemente es más frecuente es que una pequeña
empresa tenga poco dinero disponible. Ella anuncia un concurso para un
puesto, por el cual uno ganaría mucho más en una gran empresa. Lo más
probable es que las mujeres se postulen, porque los viajes más cortos o una
mayor flexibilidad son más importantes para ellas que un salario alto. ¿Es
esto discriminación salarial? […] Si una empresa tiene pocos recursos y son
en su mayoría mujeres quienes se postulan, no puede culparla por contratar
mujeres. Si un hombre se hubiera postulado, también habría ganado menos.
Pero el hombre accede a hacer un viaje más largo, porque quiere más salario.
A esto se suma el hecho de que las mujeres tienden a negociar menos su
salario que los hombres, especialmente en el momento de la contratación.
Recomiendo a cualquier mujer que haga esto y reclame su salario. Pero las
mujeres prefieren evitar los riesgos con más frecuencia que los hombres”.



Aquí estamos: las mujeres ganan menos porque quieren, siguiendo sus
“preferencias”… por desplazamientos cortos, horarios flexibles y aversión al
riesgo. Obviamente, dos “detalles” escapan a la atención de la economista
Wunsch.



En primer lugar, la supuesta “preferencia” de las mujeres por la
flexibilidad puede tener algo que ver con el hecho de que la gran mayoría
del trabajo doméstico y educativo recae sobre ellas. ¿Dónde están las
medidas para desarrollar servicios públicos de atención a la infancia, que
garantice una plaza para cualquier progenitor que lo solicite y accesible
sin trabas económicas? ¿Dónde está el permiso parental suficiente para pasar
el primer año con un recién nacido sin tener que interrumpir o reducir
drásticamente la actividad profesional? ¿Dónde están las duras sanciones
para los empresarios que siguen despidiendo a las mujeres que han dado a
luz, a pesar de que eso está prohibido? ¿Cuándo se exigirá a los patrones
que concedan trabajo a tiempo parcial a los hombres que lo soliciten y
aumenten el tiempo de trabajo de las mujeres que han reducido temporalmente
su tasa de actividad? ¿Cuándo se producirá la reducción del tiempo de
trabajo, necesaria para compatibilizar la actividad profesional y las
responsabilidades familiares?



En segundo lugar, en la vida real, hay algo más que las absurdas
“preferencias” de las mujeres: la “relación de fuerzas” social. ¿Apenas hay
cuidadores a tiempo completo en atención domiciliaria o en las EMS, ni hay
vendedoras a tiempo completo, principalmente por sus “preferencias”? ¿O
porque el trabajo a tiempo parcial obligatorio es ideal para garantizar la
máxima flexibilidad a los empresarios en la gestión de los “recursos
humanos”? ¿Son los salarios de la mayoría de las mujeres en el cuidado,
reconocidos como insuficientes, por sus “preferencias” por la flexibilidad,
a su demasiado baja “productividad” (¿medida cómo?)? ¿O las destructivas
restricciones presupuestarias impuestas a los servicios de salud en nombre
de “combatir la explosión de los costos de salud”, limitaciones encabezadas
por los partidos de derecha y las asociaciones patronales? ¿Los salarios son
tan bajos en la gran distribución, o en los servicios de limpieza, donde las
mujeres son mayoría, porque son empresas de “poco recursos”? ¿O porque
Migros, Coop, Manor y otras ISS están en una posición de fuerza para imponer
sus condiciones laborales y salariales? Y todos estos bajos salarios,
impuestos en ramas donde las mujeres son mayoritarias, ¿no son considerados
“normales” porque afectan sobre todo a las mujeres, cuyos ingresos siguen
siendo considerados como “de apoyo”?



De lo contrario, es culpa de las “mentalidades”…



El argumento de las “mentalidades” completa el anterior. Aquí hay una
ilustración. Para dar respaldo “científico” a su postulado, el radical
Dobler invoca un “análisis reciente” de la Oficina de Economía y Trabajo del
Cantón de Zúrich (Wirtschaftsmonitoring, diciembre de 2022, p. 17). El autor
principal de este “análisis” es el jefe del departamento de economía de la
oficina mencionada, Luc Zobrist, elegido por el Partido Radical en la ciudad
de Zofingen (AG) y ex asistente de investigación en Avenir Suisse, la
oficina productora de propaganda patronal. Un experto. Afirma que si
persiste una brecha salarial entre hombres y mujeres, no tiene nada que ver
con la discriminación: “el mayor factor que contribuye a la diferencia
salarial [es que] tan pronto como las mujeres tienen hijos, reducen su tasa
de actividad. Esto no sólo se traduce en una caída de sus ingresos, sino, a
medio plazo, de su experiencia profesional y de sus posibilidades de
carrera”. Sin embargo, esta situación resulta de “la influencia decisiva de
las representaciones en términos de valores, de reparto de roles y de
preferencias”, representaciones que son “bastante conservadoras en Suiza en
comparación con Europa”. Entonces los patrones no pueden hacer nada al
respecto, lo que habría que demostrar. Pero esta supuesta “explicación” es
doblemente cuestionable.



En primer lugar, es engañoso creer que solo las mujeres que han tenido hijos
se ven afectadas por las desigualdades salariales. Según el análisis
detallado de las diferencias salariales en 2020 publicado por la FSO3/, la
diferencia de salarios entre hombres y mujeres entre personas casadas
(Zobrist basa su “demostración” en el estado civil) asciende ciertamente al
25%, del cual dos quintos (10%) se consideran “inexplicadas”. Pero la
diferencia salarial no es inexistente entre los solteros: asciende al 4,6%,
de los cuales dos tercios (3,1%) se consideran inexplicadas. Estos
resultados convergen con los del estudio publicado en 2019 por Betina Combet
y Daniel Oesch4/. Usando datos de dos cohortes generacionales para rastrear
los comienzos de una carrera profesional, los dos autores muestran que “las
mujeres jóvenes ganan salarios más bajos que los hombres jóvenes con
habilidades comparables y que trabajan en trabajos comparables mucho antes
de tener hijos” [subrayado por los autores]. Estiman esta diferencia
“inexplicada” entre un 3% y un 6%.



En segundo lugar, los patronos desempeñan un papel activo en la ampliación
de la brecha salarial en detrimento de las mujeres con hijos. Otro estudio5/
en la que también participó Daniel Oesch así lo demuestra. Por un lado,
muestra que a igualdad de características, tener un hijo reduce el salario
de las mujeres en cuestión entre un 4% y un 8%. Por otro lado, una
experiencia realizada con responsables de selección en departamentos de
personal da como resultado que ofrecen a las mujeres con hijos y que
solicitan un puesto de asistente de recursos humanos un salario del 2% al 3%
más bajo que para los candidatos sin hijos, aunque todas las demás
características de los candidatos sean idénticas. La brecha es más
pronunciada para las madres jóvenes, para quienes alcanza el 6%. Por lo
tanto, son muchas elecciones a priori de los empleadores las que amplían la
brecha salarial en detrimento de las madres, y no la pretendida “falta de
experiencia profesional”.



En cuanto a invocar la “mentalidad conservadora” suiza para
desreponsabilizar a la patronal, es la típica hipocresía por parte de un
representante del Partido Radical, pilar durante siglo y medio del poder
burgués y fiel relevo de las reivindicaciones patronales. ¿Qué hizo el
Partido Radical para que Suiza no fuera uno de los últimos países del mundo
en conceder el derecho al voto a las mujeres, en 1971? ¿Quién frenó, tanto
como hizo falta, la primera huelga de mujeres en 1991 para que finalmente
entrara en vigor una ley de igualdad en 1996? ¿Quién luchó ferozmente contra
la licencia de maternidad, que solo existe en Suiza desde 2005? ¿Quién
bloquea todavía y siempre la instauración de los permisos parentales? ¿Quién
frena la financiación de las guarderías públicas durante décadas?



En los orígenes de un encarnizamiento



La “flexibilidad del mercado de trabajo”, es decir, la ausencia de derechos
colectivos y la debilidad de las normas que protegen a los y las
asalariados, siempre ha sido un activo decisivo de la patronal suiza. La
lucha de las mujeres por la igualdad salarial amenaza esta “ventaja
competitiva”: postula que las reglas definidas por la sociedad -la igualdad
entre hombres y mujeres y, por lo tanto, el principio de que el trabajo de
igual valor debe ser remunerado de forma igual- pueden poner límites a la
libertad de los empleadores, que a estos últimos les gustaría mantener
ilimitada. Y esta exigencia ha adquirido una legitimidad social incomparable
a la de otras demandas sociales, como la del salario mínimo por ejemplo. Es
este progreso el que los círculos burgueses y empresariales están decididos
a romper, disparando a toda máquina. Ello subraya el sentido del compromiso
sindical a su favor.



* Jean-François Marquis es miembro del Sindicato de Servicios Públicos (SSP)



Notas



1/ Anthony Strittmatter, Conny Wunsch (2021), “The Gender Pay Gap Revisited
with Big Data: Do Methodological Choices Matter?”, WWZ Working Paper
2021/05.

2/ Christina Felfe, Judith Trageser, Rolf Iten (2015), “Etude des analyses
appliquées par la Confédération pour évaluer l’égalité des salaires entre
femmes et homme. Rapport final”.

3/ Kaiser, B. &amp; Möhr, T. (2023). “Analyse des différences salariales
entre femmes et hommes sur la base de l’enquête suisse sur la structure des
salaires (ESS) 2020”. BSS Volkswirtschaftliche Beratung. Etude sur mandat de
l’Office fédéral de la statistique (OFS), tableau 118

4/ Betina Combet et Daniel Oesch (2019), “The Gender Wage Gap Opens Long
Before Motherhood. Panel Evidence on Early Careers in Switzerland”, European
Sociological Review.

5/ Daniel Oesch, Oliver Lipps, Patrick McDonald (2017), “The wage penalty
for motherhood: Evidence on discrimination from panel data and a survey
experiment for Switzerland”, Demographic Research, vol 37, article 56, pp.
1793-1824.

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