Argentina/ El triunfo electoral de la ultraderecha y la crítica marxista. [Rolando Astarita]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Jue Ago 17 23:42:19 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

17 de agosto 2023

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Argentina



El triunfo electoral de la ultraderecha y la crítica marxista



Rolando Astarita *

Marxismo & Economía, agosto 2023

https://rolandoastarita.blog/



De acuerdo al enfoque que ha manejado tradicionalmente la izquierda, la
crisis económica y el empeoramiento de las condiciones de vida de las masas
deberían generar un campo propicio para las ideas socialistas y la
organización de los trabajadores y los oprimidos. Condiciones que, en
principio, parecen reunirse en la Argentina: la economía está estancada
desde hace más de 10 años; la pobreza llega al 45% de la población; la
inflación supera el 110%; los ingresos de los trabajadores y jubilados están
en caída libre desde hace tiempo; el descontento con los partidos
tradicionales es extendido; la izquierda dirige porciones significativas del
movimiento de desocupados; y sus candidatos y propuestas son conocidos por
el gran público. En suma, todo indicaría que estaban dadas las condiciones
para que en estas elecciones se concretara el, tantas veces anunciado, “giro
a la izquierda de las masas peronistas”.



Pero no hubo giro. El peronismo-kirchnerismo perdió 5,7 millones de votos en
relación a 2019. Juntos por el Cambio perdió 1,3 millones de votos, también
en relación a 2019. De manera que entre JxC y UP perdieron unos 7 millones
de votos. Pero la izquierda (FIT-U, Política Obrera, Nuevo MAS) obtuvo
apenas unos 590.000 votos. 7,1 millones fueron a la ultraderecha, a Milei.
Este se impuso en 16 provincias y fue segundo en otras cuatro.



Al avance de Milei se lo explica mayormente por “el voto bronca”. Pero esto
no responde a la cuestión central: ¿por qué el descontento fue a parar a la
ultraderecha y no a la izquierda? Es lo que se pregunta Mario Wainfeld en
Página 12, (16/08): “Con altos índices de pobreza, sueldos que no alcanzan
para llegar a fin de mes, presencia lesiva del Fondo Monetario Internacional
(FMI)… cuesta captar por qué no crece la izquierda con representación en el
Congreso, en los movimientos sociales y en el espacio público. Tiene
referentes conocidos, con presencia de años, militantes piqueteros muy
activos, dirigentes sindicales”. De nuevo, ¿por qué el voto que rompió con
el peronismo kirchnerista y, en menor medida con JxC, no fue a la izquierda?
Es la pregunta que se hacen muchos militantes o simpatizantes de la
izquierda. No tengo una respuesta acabada, pero presento algunas cuestiones
que adelanté en entradas anteriores.



Alta inflación y la demanda de “orden”



En una entrada con fecha 26/07/2022
(https://rolandoastarita.blog/2022/07/26/la-crisis-y-el-keynesianismo-nacion
al-populista/), y a propósito de la aceleración de las devaluaciones y la
inflación, escribimos: “La crisis cambiaria y monetaria… profundiza la
crisis de la acumulación. En el extremo, la continua pérdida de valor de la
moneda hace inviable el funcionamiento del mercado, ya que se vuelve
imposible comparar productividades y tiempos de trabajo. Las transacciones
se interrumpen y se privilegia el atesoramiento. En respuesta, crece el
reclamo de ‘poner orden’ y estabilizar la economía. Por eso una situación de
crisis aguda no siempre da lugar a una salida de izquierda (como muchas
veces parece pensar la izquierda). Puede imponerse un programa económico de
derecha. Por caso, la hiperinflación bajo Alfonsín y la primera parte del
gobierno menemista legitimó, ante los ojos de la población, la disciplina
monetaria de la Convertibilidad”.



Desde entonces, la inflación y la depreciación del peso continuaron a todo
vapor, al punto que hoy, pos-Paso, la economía se dirige hacia una altísima
inflación (dos dígitos mensuales) y orilla la hiperinflación. Con el
agregado de que las soluciones de izquierda, del tipo control de precios
“pero en serio”; “aumentar los salarios e indexarlos para bajar la
inflación”; “dejar de pagar las Leliq”, y similares, no son creíbles para la
opinión pública. Repetimos: en coyunturas de altísima inflación la sociedad
busca salidas, a derecha o izquierda, pero salidas. Y en Argentina apuntó
hacia la ultraderecha.



Estatismo keynesiano (bastardo) y “socialismo”



En la nota citada también hicimos referencia a las limitaciones del
keynesianismo bastardo, defendido por el kirchnerismo y las diversas
variantes del populismo nacionalista. Una cuestión central, ya que el
fracaso de los experimentos progre-estatistas-populistas suele tener
consecuencias graves y duraderas.



Por eso hace un año escribíamos que “las consecuencias del fracaso de
políticas keynesianas populistas finalmente allanan el camino a políticas de
ajuste”. Para dar un ejemplo sencillo: es imposible sostener la demanda en
base a gasto del Estado financiado con emisión monetaria crónica. Semejante
engendro desemboca, inevitablemente, en una crisis. En este respecto,
autores poskeynesianos dicen, con razón, que este tipo de populismo
económico “comúnmente ha sido legitimado por un cierto tipo de
‘keynesianismo’ que da énfasis exclusivo a la demanda efectiva… y recomienda
el uso indiscriminado de política fiscal y déficit fiscal como medios de
estabilización cíclica”. Se lo conoce como keynesianismo bastardo porque, de
hecho, ni siquiera Keynes abogó por tales políticas. Mucho menos se puede
decir que las mismas tengan algo que ver con lo que propone el marxismo (de
Marx).



Sin embargo, desde la izquierda que se reivindica marxista con frecuencia se
piden mayores dosis del remedio estatista-populista (por ejemplo, alguno
acusa al gobierno de Alberto Fernández de haber aplicado un “estatalismo
blando”). Para colmo, este discurso se combina con la manía de proponer todo
tipo de curanderismo social para acabar con los padecimientos de las masas
trabajadoras. Por ejemplo, acabar con el desempleo prohibiendo los despidos;
o repartiendo horas de trabajo en un mar de trabajadores precarizados y en
negro. Y así podríamos seguir. Es difícil, con semejantes enfoques,
responder a las críticas de los economistas burgueses (incluidos los de la
ultraderecha).



La crítica a la burocracia y el Estado



Una cuestión que no debería ser descuidada por la izquierda es la crítica a
toda forma de control estatal-bonapartista sobre la clase obrera. En
relación a este tema, hace ya tiempo recordamos la crítica de Marx y Engels
a los intentos de debilitar al movimiento obrero con el control del Estado
de las cooperativas de trabajo
(https://rolandoastarita.blog/2015/08/28/estatismo-burgues-y-clase-obrera/).
En esa nota escribimos:



“La crítica a toda forma de control del movimiento obrero por el Estado está
en la esencia de la tradición revolucionaria del marxismo. El estatismo
burgués puesto al servicio de la división, cooptación y corrupción de los
trabajadores no tiene un ápice de progresivo. Pero estas prácticas hoy están
naturalizadas y son justificadas por gran parte del progresismo bienpensante
izquierdista, y un amplio abanico de la izquierda “nacional,
antiimperialista y popular”.



“Lo grave es cuando esta corrupción organizada penetra en las filas del
movimiento obrero, divide, envenena las relaciones, amedrenta y corrompe. Y
desde la izquierda marxista tenemos que admitir que amplios sectores de la
clase obrera argentina toleran, por lo menos, esta injerencia sistemática
del estatismo burgués burocrático. Para decirlo en las palabras de Marx,
aceptar estas prácticas equivale a abandonar el punto de vista de clase”.



Esto se complementa con la crítica marxiana al Estado y a la burocracia
estatal. Por caso, Marx en referencia al Estado francés: “Los impuestos son
la fuente de vida de la burocracia, del ejército, de los curas y de la
corte; en una palabra, de todo el aparato del poder ejecutivo. Un gobierno
fuerte e impuestos elevados son cosas idénticas”. Y en otro pasaje:



“Se comprende inmediatamente que en un país como Francia, donde el poder
ejecutivo dispone de un ejército de funcionarios de más de medio millón de
individuos y tiene por tanto constantemente bajo su dependencia más
incondicional a una masa inmensa de intereses y existencias, donde el Estado
tiene atada, fiscalizada, regulada, vigilada y tutelada a la sociedad civil,
desde sus manifestaciones más amplias de vida hasta sus vibraciones más
insignificantes, desde sus modalidades más generales de existencia hasta la
existencia privada de los individuos, donde este cuerpo parasitario
adquiere, por medio de una centralización extraordinaria, una ubicuidad, una
omnisciencia, una capacidad acelerada de movimientos…”
(https://rolandoastarita.blog/2020/11/20/el-marxismo-y-la-burocracia-de-esta
do/)



La burocracia estatal, con sus privilegios y las múltiples formas de control
clientelar de las masas oprimidas desde el aparato del Estado, es una de las
fuentes de mayor bronca e irritación popular. Pero estas no encontraron, al
menos en alguna medida significativa, un canal de expresión en la izquierda.




La quiebra del ideario socialista



Lo anterior se combina con una dificultad más estructural, que enfrenta la
izquierda: la crisis y/o derrumbes de los muchos “socialismos” que hubo a lo
largo del siglo XX y hasta el presente (hoy Cuba, Corea del Norte,
Venezuela). En una nota de agosto de 2015, y a raíz de los resultados
electorales de entonces (los partidos burgueses obtenían el 90% de los
votos), escribimos:



“… uno de los problemas graves que enfrentamos los marxistas es que el
ideario socialista hoy está quebrado en la conciencia de las masas
trabajadoras. (…) Los fracasos de los ‘socialismos reales’, o el actual
desastre del ‘socialismo siglo XXI’, no son cuestiones menores. La izquierda
no puede desconocerlos. En 1927, o sea, apenas una década después del
triunfo de la revolución, Trotsky pronosticó que una vuelta de la URSS al
capitalismo provocaría un retroceso “infinito” en la conciencia socialista
de la clase obrera mundial. En 2015, … aquel pronóstico de Trotsky tiene
validez multiplicada. Por eso, la pregunta que hacían hace poco unos
periodistas a representantes de la izquierda en un programa de TV, “¿en qué
país se aplicó con éxito lo que ustedes defienden para Argentina?”, es
crucial e ineludible.



Sin embargo, las respuestas no terminan de convencer, o barren los problemas
debajo de la alfombra. Para ponerlo en términos de preguntas: ¿se puede
seguir mirando para otro lado ante lo que sucede en Venezuela o Cuba? ¿Se
puede argumentar seriamente que todos los problemas se deben a “la derecha y
el imperialismo”.



Mirar de frente las dificultades



Terminábamos la nota de 2015: “El problema hay que ponerlo en la agenda de
discusión de la izquierda. Y para eso, el primer paso, es volver al criterio
de Engels: mirar las dificultades de frente, sin empañarlas con frases
consoladoras”.



Pero esto es lo que no se hace. Se sigue eludiendo el problema. “Ganamos la
interna de la izquierda”; “se profundiza la crisis de la burguesía”; “la
verdadera correlación de fuerzas la establecemos en las calles” y similares.
O el llamado a hacer asambleas, “impulsar la deliberación política”, romper
con la burocracia sindical y el peronismo, salir a luchar. Pero esto es lo
que no ocurrió hasta ahora, a pesar del agravamiento de la crisis y la
pérdida de los salarios y las jubilaciones. Peor todavía, millones votaron a
la ultraderecha. La ola derechista no se revierte convocando simplemente a
luchar, o a cortar calles. De nuevo, hay que mirar de frente las
dificultades.



Individualismo, libertad, ataque ideológico al socialismo



Lo planteado en el apartado anterior apunta a que no hay que minusvalorar el
peso ideológico y político del discurso de la ultraderecha. En particular,
su exaltación del individualismo, que apunta a quebrar todo sentimiento de
solidaridad, de hermandad de clase de los explotados. Este mensaje encuentra
oídos receptivos en coyunturas de crisis y en ausencia de programas y
perspectivas superadoras por la izquierda. Por eso la derecha busque
exacerbar la competencia entre los mismos trabajadores, o entre los que
tienen trabajo y los que están desocupados. El comportamiento egoísta es
fomentado de todas las formas posibles. Es la esencia de la “batalla
cultural” de los Milei y Benegas Lynch.



Esa exaltación del individualismo enlaza con la concepción de libertad de
los utilitaristas y de los liberales. Es la libertad del hombre considerado
como una mónada, aislado, replegado sobre sí mismo, sumergido en relaciones
sociales que no domina (tomamos palabras de Marx). Pero en ese marco no hay
verdadera libertad. O, más precisamente, es una libertad condicionada por
las relaciones sociales a las que está subordinado el individuo.



Pero esto es pasado alegremente por alto por los liberales. Por eso Milei
dice que el obrero, desprovisto de medios de producción, ejerce sin embargo
su libertad al optar entre ser explotado o morirse de hambre
(https://rolandoastarita.blog/2022/06/12/libertad-para-morirse-de-hambre/).
Es la libertad convertida en cínica abstracción del sometimiento social que
padecen los que solo disponen de su fuerza de trabajo. Es lo opuesto a la
concepción de que el desarrollo personal y la libertad solo se pueden
realizar en comunidad: “Solamente dentro de la comunidad, con otros, tiene
todo individuo los medios necesarios para desarrollar sus dotes en todos los
sentidos; solamente dentro de la comunidad es posible por lo tanto la
libertad personal” (Marx y Engels, La ideología alemana; énfasis agregado).



Enfatizamos: es esta idea la que los ultraderechistas quieren destruir
centralmente, por encima o por debajo de tal o cual medida puntual. Dividir,
atomizar, inficionar los espíritus del ideal “me ocupo de lo mío y el resto
me importa nada”, como arma de sometimiento y corrosión de la solidaridad
entre los explotados. Es la lucha ideológica y política en su forma más
descarnada y cínica, apenas disimulada detrás del slogan “la libertad
avanza”.



La campaña contra la izquierda y el pensamiento crítico



Miley y los suyos buscan destruir el ideario, crítico y emancipador, de
realización de la libertad en una comunidad solidaria. De ahí el desaforado
grito de “Zurdos, hijos de puta, tiemblen”, apoyado en las redes por cientos
de “libertarios”. Es la convocatoria a instalar un clima de caza de brujas,
para eventualmente avanzar en purgas políticas (en universidades; contra
partidos de izquierda; contra sindicatos obreros o centros de estudiantes
opositores). El reciente ataque de Milei a la Facultad de Ciencias Sociales
de la UBA debe ubicarse en este contexto. Enlacemos esto con un consenso
represivo más general: como botón de muestra, citamos el llamado de Espert,
(alineado con el «moderado» Rodríguez Larreta) a meterle bala a los
piqueteros
(https://rolandoastarita.blog/2023/02/11/bala-para-vos-belliboni/).



En el mismo sentido va la afirmación de Milei de que el calentamiento global
“es otra de las mentiras del socialismo”. En una entrada anterior, referida
a esto, escribimos: “…estamos ante la barbarie discursiva, mantenida a toda
costa por encima de los hechos comprobados. Es el oscurantismo propio de
regímenes fascistas y totalitarios. Es la anti-ciencia del fanático, al que
le basta con vociferar sus teorías paranoico-conspirativas para querer
llevarse todo por delante. Es el “asalto a la razón” en toda regla”
(https://rolandoastarita.blog/2021/08/10/javier-milei-el-rebuzno-de-la-barba
rie/). Pero esto también es ofensiva ideológica y política reaccionaria.
¿Cómo Milei no va a querer destruir el Conicet después de algo así?



La perspectiva en lo inmediato



Al margen de vaivenes coyunturales, todo indica que en los próximos meses se
mantendrá el deslizamiento electoral hacia la derecha. Y al empeoramiento
continuado de las condiciones de vida de las masas, se le sumarán medidas
que buscan barrer toda capacidad de resistencia de los oprimidos y
explotados. Se trata de fenómenos sociales que abarcan a millones de
personas. Por eso, dada la correlación de fuerzas existente la izquierda hoy
no tiene posibilidades de dar vuelta la situación. Pero sí valdría la pena
reexaminar muy seriamente las orientaciones y programas políticos que se han
defendido. Parece imprescindible frente a esta ola reaccionaria en ascenso.



* Economista, docente en la Universidad de Quilmes y en las facultades de
Ciencias Sociales y de Ciencias Económicas en la Universidad de Buenos Aires
(UBA).

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