Perú/ "Ya no pueden implantarles miedo a los campesinos llamándoles terroristas". [Leonela Labra - Entrevista]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Mie Feb 15 23:32:22 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

15 de febrero 2023

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Perú



Leonela Labra: “Ya no pueden implantarles miedo a los campesinos llamándoles
terroristas”



Kelyn Leonela Labra Panocca es presidente de la Federación Universitaria del
Cusco, historiadora a punto de graduarse, hija de profesores y nieta de
dirigentes agrícolas de la provincia de Canas, en Cusco, y una de las
figuras jóvenes que esta protesta nacional empieza a revelar. ¿Por qué a
pesar de todo tiene esperanza?



Marco Avilés, desde Perú

Pie de Página, 11-2-2023

https://piedepagina.mx/



Kelyn Leonela Labra Panocca es una estudiante quechua que cumplirá 23 años
en noviembre próximo, y le falta un ciclo para terminar la carrera de
Historia en la Universidad Nacional San Antonio Abad, del Cusco. Como a
muchos universitarios, la crisis política actual se le presentó como un
inesperado examen de ingreso a la madurez. Tras ver que varios jóvenes
trabajadores o estudiantes eran asesinados en protestas en ciudades como
Andahuaylas, Leonela se preguntó y les preguntó a sus compañeros si acaso
podían permanecer impasibles, recibiendo clases, como si nada ocurriera.
Unas semanas más tarde, estaba en Lima junto con una delegación del Cusco.
“Somos los hijos de las comunidades campesinas que han estudiado, ahora sí,
en las universidades”, dijo en una conferencia de prensa. “No nos van a
poder callar con la utilización del terruqueo porque ahora somos estudiantes
conscientes y sabios”. Parecía el manifiesto de una generación que hablaba
en nombre de una crisis mucho más profunda y antigua. De hecho, Leonela, que
creció en Espinar, pasó parte del 2012 encerrada en su casa mientras en las
calles el Estado reprimía a la población por motivos no tan diferentes a los
de hoy. En esta conversación, ella evalúa los logros y retos de la protesta.
La palabra “esperanza” aparece más de una vez.



–¿Kelyn o Leonela?



En el colegio me solían decir Kelyn. Ya en la universidad me llaman más
Leonela. No sé por qué, la verdad, no recuerdo muy bien, pero hubo un punto
en el que pasé de ser Kelyn a Leonela. Quizá era más familiar. Mis
compañeros más cercanos me dicen Leo, de cariño.



–¿Y a ti cuál te gusta más?



Ambos nombres me gustan pero creo que el segundo es más imponente. Así que,
para los momentos difíciles, Leonela creo que está bien.



Mi mamá era de Chumbivilcas, y al igual que ocurre con la provincia de
Canas, parte de la identidad de esta región se basa en la idea de la
resistencia. Es decir, se asumen como pueblos que han resistido desde antes
de la Conquista. En una conferencia, en Lima, dijiste que las protestas
actuales no son solo de ahora sino que vienen de nuestros padres y abuelos.
¿A qué te referías?



Dije eso porque la prensa y mucha gente cree que lo que estamos viviendo se
debe solo a Castillo. De esa manera, estigmatizan toda la movilización. Pero
no es así en realidad.



Mucho tiempo antes, Canas y Espinar formaban una una sola nación incluyendo
Chumbivilcas y parte de Cailloma. Eso era la nación K’ana, y su epicentro ha
sido siempre Espinar. Hablamos de un pueblo reconocido por tener guerreros
aguerridos, que impidieron la dominación inca, y que siempre ha estado
envuelto en situaciones de defensa de su sociedad. Pero volviendo al
presente y para explicarlo con algo bien concreto, recordarás que el
Congreso aprobó el adelanto de elecciones. Para la clase política, eso debió
significar que todas las movilizaciones y marchas iban a cesar. Pero luego
viene enero y lo que siguió, desde el punto de vista de la protesta, fue
incluso más grande.



En la misma ciudad del Cusco ya no había movilizaciones. La gente parecía
que quería dejarlo pasar, como resignada a que Dina Boluarte fuera su
presidenta. Pero en las provincias, en específico, la realidad era distinta
porque la gente nos estábamos organizando para salir. Y decíamos: “si la
capital del Cusco no para, vamos a ir hasta allá. Si Lima no para, vamos a
ir a Lima”. Por eso, incluso si ahora el Congreso aprueba el adelanto de las
elecciones, no creo que las movilizaciones puedan calmarse. Quizás sí ocurra
en algunas partes, pero no en la mayoría.



Porque lo que buscan en este momento, en especial los ciudadanos de las
provincias “más alejadas”, es justicia. No hablamos solo de los más de
sesenta muertos a manos del actual Gobierno. Hablamos de muchas más personas
muertas en años de represión, donde la actitud de las autoridades ha sido:
“voy reprimo, tiro bombas, asesino y nadie me va a juzgar porque ese es un
pueblo donde no existe Estado, ni prensa”. Este hartazgo viene de antes. Y
muchas familias no han podido encontrar justicia.



–¿Te refieres a los conflictos con las mineras?



Sí. Pero muchas veces la violencia ha venido por parte del propio Estado,
que en esas situaciones permite que se reprima, se asesine. La población
está muy cansada, muy molesta. ¿A quién no le duele perder a un familiar?
Por eso yo decía que la gente no está luchando solo desde ahora. Si en
muchas regiones se habla sobre una nueva Constitución o una Asamblea
Constituyente es, justamente, porque el Estado ha creado un escenario
dramático en las áreas de acción de las empresas concesionarias. La clase
política pudo haber entendido esto, y hubiera sido lo más saludable. Soy
consciente de que en nuestro país existen posturas diferentes, pero estas
posturas diferentes no se pueden amparar en racismo, clasismo y
discriminación en pleno siglo XXI. Creo que las personas se movilizan por
eso. Porque la justicia existe para unas personas y no para otras.



El Congreso en todo este tiempo se ha ganado su deslegitimación, al punto
que casi nadie lo respeta ni está de acuerdo con él. En el mismo sentido, la
señora Dina Boluarte, que lo reemplaza, se ha ganado a pulso que la gente
pida su renuncia porque desde el día uno de su gobierno su política ha
consistido en matar. Y no asume su responsabilidad. Ella es un ser humano
como nosotros, madre, hija, qué sé yo. Pero lo que hace es mentir. Y eso a
la población, obviamente, le molesta, le incomoda, le frustra.



–Cada cierto tiempo, Espinar es escenario de luchas entre la población, el
Estado y las mineras. ¿Cómo fue crecer allí?



Mis padres son docentes. Tendrán ya casi cincuenta años ambos. Han vivido
los gobiernos más críticos en el país. Yo he nacido en el 2000, tengo casi
23 años, y la época que recuerdo con más claridad es el año 2012, cuando
hubo un conflicto muy duro. Incluso el entonces alcalde, Oscar Mollohuanca,
apoyaba las protestas. Yo tenía doce años y lo que recuerdo principalmente
es que mi mamá no nos dejaba salir ni para comprar el pan. Ahora yo he
estado cara a cara con la policía, con las bombas lacrimógenas, he sentido
los disparos y he sentido que he podido ser yo una víctima de esta
violencia, porque ahora soy adulta. Pero en ese momento solo era una niña
cuidada por su madre en una casa encerrada. Desde allí se escuchaban las
bombas, las balas, y la radio informaba que había heridos, fallecidos. Y yo
lloraba porque también le decía a mi hermano que llame a mi papá. Mi papá es
de Canas. Y también es alguien muy valiente. Y terminó herido.



–Como niña, ¿qué entendías sobre lo que estaba pasando?



En ese momento, no lo entendía. Ahora sé que es por la contaminación minera
y por la ampliación del proyecto. La minería en Espinar viene desde la época
de la colonia. Pero nunca fue a gran escala. Pero hablando ya de la gran
minería, en el 2012, una plataforma de lucha fue que no se dé el permiso de
ampliación porque entiendo que eso afectaba a muchas comunidades. Como ahora
mismo, que existe otra ampliación, hacia Coroccohuayco. Y también porque
hasta ahora y, desde años anteriores, se viene pidiendo el replanteamiento
del Convenio Marco. ¿Por qué? La minera siempre busca que quienes gobiernen
en Espinar sean alcaldes que tengan una relación con su actividad, y muchas
veces los proyectos que se proponen no son en beneficio de la comunidad sino
de los otros actores.



–¿Cómo te haces dirigente? A pesar de tu edad, y antes de llegar a Lima con
la delegación de estudiantes del Cusco, llevas años haciendo política
universitaria. En apoyo al retorno a la presencialidad, contra el ingreso
libre a universidades…



Cuando mis papás se separaron, yo me iba a pasar vacaciones a la casa de mis
abuelos, en la comunidad de Patillani Bajo. Con ellos practiqué mucho el
quechua. Cuando caminábamos juntos, mi abuelo me decía que cuando yo fuera
profesional no debía volver a pasear al pueblo. Era un juego de palabras:
quería decir que yo no debía regresar a la comunidad para pasearla, es
decir, para engañarla. Mi abuelo fue dirigente en su comunidad, y me llevaba
a sus reuniones. A veces yo terminaba cantando temas de Rosita de Espinar, y
la gente me aplaudía, y una vez hasta me gané una parrillada. Y desde ahí
veía la organización de la comunidad. Y mi abuelo decía: nosotros no sabemos
hablar español pero sí entendemos. Creo que me hice dirigente por él.



Cuando llegué al Cusco, yo era una estudiante super amarilla, de esas chicas
que solo querían estudiar y no priorizaba tanto la organización. Pero por
ese tiempo tuve problemas de salud, mucho acné, y me puse a hacer muchas
actividades para mi propio bienestar: deporte, danza, voluntariado,
reuniones estudiantiles, y así fue como poco a poco entré a la Asamblea
Regional de Jóvenes de Cusco. En 2019, tuve la oportunidad de viajar a dos
Congresos Nacionales. Ahí me di cuenta de que no habían espacios nacionales
representativos de jóvenes. O sea, no hay alguien que ahorita pueda salir y
hacer un llamado a todos los jóvenes del Perú para pronunciarnos sobre estos
acontecimientos. Viajaba en buses y veía por todo el camino las dificultades
de la gente y las diferencias, y eso me confirmaba lo que yo había vivido de
chica viajando con mi papá, que hasta la actualidad trabaja en una escuela
unidocente, donde los niños de primero a tercero están en un mismo grupo y
en otro los alumnos de cuarto a sexto de primaria. La educación es desigual
en el Perú. No existen las mismas oportunidades.



–Hablando de viajes, en qué momento decides con tu gremio participar en las
protestas que, finalmente, te llevaron a Lima.



Mira, la Federación Universitaria del Cusco es un gremio histórico. Aunque
muchas veces sus dirigentes han estado envueltos más en luchas políticas que
en el aspecto académico, ahora la Federación tiene un equipo técnico
increíble. Eso mismo que le ha faltado al expresidente Castillo. Porque
cuando estás en política no importa cuánto hables: importa que demuestres
con hechos. Y al ser la Federación una organización histórica, hemos podido
ver también cuál debía ser nuestro trabajo. Lo que buscábamos era que los
estudiantes tuvieran conciencia de que la Federación es su espacio de
representación, y que ese espacio no se viera manchado por un partido
político, sino que fuera una herramienta para trasladar nuestras demandas a
las autoridades universitarias. Entonces las marchas no son nuevas para
nosotros. Hemos estado en movilización desde que hemos asumido el cargo:
desde exigir la presencialidad de las clases después de la pandemia hasta en
un plantón por compañeros que estaban siendo demandados. Actualmente
representamos a 20 mil estudiantes entre pregrado y posgrado.



–¿Pero cómo deciden sumarse a las protestas contra Boluarte?



Justo el día que Castillo dio el golpe también en la universidad se disolvió
la Asamblea Universitaria. Y la noticia fue totalmente aplastante, o sea, ya
a nadie le importaba la vacancia del rector porque la situación nacional era
más apremiante. Fueron como dos tres días que realmente fueron desgastantes
para mí entre reuniones, declaraciones a la prensa, etcétera. Habíamos
salido de una huelga de docentes que nos mantuvo en la virtualidad, así que
con esto de las movilizaciones, de los paros, otra vez la universidad nos
envió a la virtualidad. Pero después de que muchos estudiantes se
autoconvocaron a las movilizaciones, tomamos la universidad y motivamos a
los estudiantes. “Hay tres fallecidos entre nuestros compañeros de
Andahuaylas: ¿cómo es posible que nosotros sigamos en clases?”, nos
decíamos. “¿Acaso no nos importa la muerte?” Y salimos a marchar. Nosotros
saldríamos todos los días a movilizarnos, pero las condiciones de los
estudiantes son diferentes. Hay muchos que solo piensan en estudiar, otros
que tienen miedo, otros que probablemente no entienden el contexto, o están
aún fatigados por la pandemia. Muchos empezamos a participar en las ollas
comunes para apoyar a quienes venían desde provincia hacia la ciudad del
Cusco. Porque el Cusco también era indiferente. Y como en Lima, te decían:
“Cholo, vete de tu pueblo a marchar”. Era terrible.



–¿Fue eso lo que te impulsó a viajar a Lima?



Primero, vi a los compañeros de la Federación llorar. Fue algo que me enseñó
mucho. Algunos compañeros no tenían facilidades para participar en las
movilizaciones. Y un amigo muy cercano en la Federación me dijo un día que
sus padres estaban un poco reacios y temían que le pasara algo por los
enfrentamientos. Entonces, yo me dije: “Bueno, yo tengo la posibilidad de
participar, vivo sola”. Y así decidí viajar a Lima. Para ver cómo ayudar
allá en las movilizaciones de los compañeros de regiones. Y ahí vi que mis
compañeros lloraban y estaban tristes. Y yo no podía llorar porque, dentro
de un momento triste para algunos, pues no quería poner más tristeza. Cuando
eso sucede, alguien tiene que ser el fuerte, y alguien no tiene que llorar,
por más que quiera. Así que solo decía pues ya, ya está hecho, y al final,
¿qué podemos hacer? Pues es lo que toca.



En el viaje a Lima recibimos bastante apoyo. Durante todo el camino nos
dieron comida, agua, dulces. Nos decían: “les agradecemos porque están
viajando a Lima; regresen todos vivos”. Así fue todo el camino. Parábamos
para que nos dieran agua, nos repetían arengas. Cuando viajo, no puedo comer
segundos porque me pongo mal. Pero en Ica unas señoras nos invitaron una
sopa, y hasta esa coincidencia fue muy bonita. En Lima nos recibieron los
compañeros de las otras universidades. Tenía para escoger donde quería
quedarme, entre San Marcos, la UNI y otros espacios. Y me quedé en la UNI.



–¿Qué sentiste cuando el gobierno mandó tanquetas y camiones amenazando
sacarlos?



Éramos una mancha de 40 a 50 y todos llegamos a la UNI. Mi plan era no salir
de allí porque era el lugar más seguro, más tranquilo, más confiable.
Teníamos seguridad, en todo momento los chicos de la Acuni [Asociación de
Centros de Estudiantes de la UNI] estaban pendientes de nosotros. A
diferencia de lo que hizo la rectora de San Marcos, el rector de la UNI sí
defendió la autonomía. Me sentí muy feliz cuando las tanquetas se fueron. En
un momento sentí miedo porque las patrullas nos seguían, nos hacían reglaje,
intervenían a los compañeros cuando iban a comprar sus mascarillas… Y aunque
mi idea era no dejar ese lugar, al final salimos por respeto hacia mis
compañeros de la Acuni, que nos apoyaron y que sí estaban desgastados y no
dormían por cuidarnos. Y nos fuimos a casas particulares.



–¿Detuvieron a gente conocida tuya?



A nosotros nos han amenazado desde que hacíamos paros durante el gobierno de
Castillo. Así que no fue nada nuevo. Pero en Lima lo que sí me dolió es que
golpearan a los chicos de mi delegación el día de la marcha central. Hubo un
compañero detenido al que vi ensangrentado. A mis compañeros de Espinar, que
también estaban en primera línea, les cayeron cartuchos de bombas
lacrimógenas y les hicieron heridas. También tuve un compañero detenido y
herido que durante dos días estuvo desaparecido.



–¿Tenías expectativas de que de verdad las marchas podían lograr que
Boluarte renunciara?



El ánimo era que Lima despierte. Porque para Lima todo parecía normal:
masacres en el sur, represión en los Andes, muertos. Todo normal. Así que el
ánimo era que Lima pudiera sentir la presencia de las regiones. Era más o
menos lo que había pasado antes en el Cusco. Aquí también hubo gente que no
estaba de acuerdo, gente que quería pelear con los manifestantes, gente que
simulaba que era manifestante y al final era infiltrada. En Cusco mucha
gente era y sigue siendo totalmente indiferente. Las provincias tuvieron que
llegar a expresar que no estamos viviendo una protesta justa.



–¿Y crees que las ciudades de Lima y Cusco finalmente despertaron? ¿Qué ha
logrado la presencia de las regiones?



Creo que han evidenciado la verdadera cara de la señora Boluarte, del
Congreso y de algunas autoridades como la rectora de San Marcos.
Evidenciaron la discriminación que no se supera en nuestro país. Pero, en el
fondo, no sé si las ciudades se hayan despertado.



–¿Cómo salimos de esta crisis?



Se creía que el Congreso podría aprobar unas elecciones anticipadas. Pero
no. No quieren consensuar. No quieren irse. Y menos parece querer irse la
señora Boluarte. Creo que la población seguirá movilizándose en busca de
justicia. Y tarde o temprano, ella tendrá que renunciar ante la presión. Al
Congreso solo le queda esta semana para tener un acto simbólico con la
sociedad. También puede existir mayor presión internacional, y eso puede
impulsar más renuncias en el entorno de Boluarte, entre sus ministros y su
equipo técnico. Pero es muy complicado, en realidad, ahorita decirte que la
salida puede ser una u otra. Cualquier cosa podría pasar en cualquier
momento.



–¿Crees que la Asamblea Constituyente, como dicen muchas personas, puede ser
una válvula de escape?



Es importante poder trasladar esa pregunta a una consulta popular. Teniendo
los actores políticos que ahora mismo tenemos, sinceramente, creo que ese es
el terreno que ellos mismos están propiciando. Imaginemos que pasa un mes
más y no hay renuncias, tampoco consensos para nuevas elecciones: esos
escenarios son mucho más críticos, y cosas ahora lejanas como la Asamblea
Constituyente parecerán, en esos contextos, salidas mucho más realistas. Así
que creo que el camino más saludable y democrático, ahora mismo, sería
autorizar un referéndum. Entonces todas aquellas personas que están en
contra podrían sustentar y fundamentar sus puntos de vista. Porque,
querámoslo o no, en el país existen diversas posiciones. Lo que no hay son
canales de diálogo. Y eso se ve reflejado en la realidad. Pero aunque el
camino más saludable sería abrir la posibilidad de un referéndum, tampoco
las autoridades quieren considerar esta opción. Sin ninguna salida a la
vista, se agravará la crisis, y probablemente tarde o temprano terminemos en
una Asamblea Constituyente.



–Si estuviéramos en un escenario de debate de referéndum, ¿qué cosas crees
que debería incluir una nueva Constitución?



Debería promover un respeto real hacia los derechos humanos. La Constitución
prescribe que toda persona tiene derecho a la educación, pero en la realidad
tenemos una educación desigual. Prescribe que toda persona tiene derecho a
salud, pero las comunidades aledañas a las empresas mineras o extractivas
sufren un impacto directo en su bienestar. El Estado debería expresar en la
Constitución que, en esas áreas de la economía donde ahora se favorece a las
empresas por encima de las comunidades, tiene que haber no solo mayor
regulación sino mayor precisión sobre el respeto a los derechos humanos.
Además, se necesita que el Estado reconozca legalmente los territorios que
tienen particularidades importantes como parte de su identidad, y que
garantice una educación intercultural, multilingüe. Porque hay una brecha
educativa y económica bastante amplia entre quienes hablan español y quienes
no. Lo mismo ocurre en el ámbito de la justicia: las leyes se aplican con
diferente rigurosidad dependiendo de qué población hablamos.



–No hemos visto solamente una represión contra ciudadanos o ciudadanas
peruanos, a secas, sino una orientada principalmente contra la ciudadanía
andina e indígena. Como una mujer quechua, ¿qué futuro le ves tú a esta
parte de la población del Perú?



Con mucha esperanza, en realidad, porque creo que nuestras familias han
hecho un esfuerzo inmenso para que nosotros, en esta generación, seamos
profesionales. Esta circunstancia ha podido terminar muy mal porque muchas
personas, después de educarse, podrían olvidarse de dónde vienen. Pero
existe ahora mismo una población a la que tú no le puedes mentir y decir:
“Eres terruco porque vienes del campo a la ciudad”, “Eres terrorista porque
haces una huelga”, “Eres terrorista porque protestas”. Eso va quedando en el
ridículo. Creo que los propios compañeros y las compañeras que son de zonas
mucho más “alejadas”, donde probablemente hasta los medios de comunicación
son poquísimos, ahora pueden informarse mucho mejor. Por eso, tengo
esperanza. Y creo que esta esperanza es nuestra fortaleza. Se ha avanzado
bastante: ya no pueden implantarles miedo a los campesinos llamándoles
terroristas, ni es tan fácil mentirles. De lo contrario, hubiésemos caído en
el juego que promovía mucha gente: “No, pero tú la has elegido [a Boluarte],
hazte cargo”. Está bien. Yo he elegido a la señora Boluarte en una misma
plancha presidencial que ha ganado las elecciones democráticamente. Pero lo
que ella hace ahora es asesinar y pisotear los derechos humanos, la vida de
las personas, y eso está mal. Y así como tengo el derecho de votar por ella,
también tengo el derecho de que se le retire del cargo en el que en algún
momento la pusimos.



–El poder de la educación probablemente ha tenido un efecto en tu misma
familia, ¿no es así?



Mi abuela no sabe escribir. Por lo menos hasta ahorita, ella sigue firmando
con su huella digital.



–¿Es posible un Perú que protege y reconoce a sus poblaciones originarias?



Es que no se trata de que las poblaciones originarias estén más protegidas
porque lo que ahorita vemos es que ni siquiera se nos reconoce el derecho a
vivir. En estas protestas, ni siquiera estamos pidiendo más reconocimiento:
estamos pidiendo únicamente que se respete nuestro derecho a vivir y gozar
de la vida como a cualquier persona, desde Tacna hasta Tumbes. Ese derecho
debe pasar de ser letra a ser práctica.



–Esperas que en algún momento el Perú pueda ofrecer una educación completa,
desde la primaria hasta la universidad, en idiomas originarios.



Considero que es factible o finalmente podemos hablar de instituciones
bilingües. Ya en la Universidad San Antonio Abad hay muchísima información
institucional y académica disponible en dos idiomas. Y eso no le hace daño
al mundo, ¿no? Más bien es una ventana para que muchas personas quechua
puedan acercarse a la información. Así que no dudo de que en algún momento
esto se siga expandiendo a más idiomas.



–Si hubiese una Asamblea Constituyente, ¿te ves participando o intentando
participar en esos debates?



Claro, la Asamblea Constituyente es un espacio donde quienes lo integran ya
no son solo autoridades sino también los representantes populares, de
organizaciones, de gremios. Entonces, probablemente nos toque designar
representantes a nivel de las universidades. Seguramente el aspecto
principal que nos tocará defender será la educación universitaria, que no
debería estar divorciada de la educación básica.



–Tu gremio se opuso a la idea del ingreso libre a las universidades, que
planteó el anterior gobierno.



Cuando empezamos la gestión de la Federación, en el Cusco, exigimos el
diagnóstico de las filiales. Las filiales son las sedes que la universidad
tiene en diferentes provincias de la región del Cusco. Y la situación es
triste porque son espacios educativos que se están cayendo a pedazos. Y si
tú propones un ingreso libre a las universidades, ¿dónde estudiarían esos
alumnos? No hay laboratorios, no hay infraestructura, ¿y tú propones ingreso
libre a las universidades? La propuesta del Gobierno de Castillo fue una
propuesta populista. Cuando uno lee el proyecto de ley, lo que se proponía
en sí era el ingreso gratuito para los estudiantes de los primeros puestos
de la educación básica o regular. Y eso ni siquiera es ingreso libre.



–¿Cuál es tu balance del gobierno de Castillo? ¿Cómo evalúas ahora a esta
figura?



El exmandatario ha tenido un respaldo de la población que depositó una
esperanza en él. Como te decía, tenemos esperanza a pesar de todo. Pero esa
esperanza no se ha podido concretar. Primero, porque él cometió bastante
errores como político. En un país que está sumido en un sistema como el que
tenemos, él no se ha podido rodear de personas que le ayuden a progresar
técnicamente. Esa probablemente sea la causa de por qué está donde está:
procesado, vacado. En segundo lugar, quizás se ha dedicado más a hablar que
a hacer.



–Pensando en esperanzas para este país, ¿a quién o a quiénes te gustaría ver
en política a ese nivel? Tarde o temprano habrán elecciones pero los nombres
de siempre, como viejas enfermedades de las que no sanamos, se vuelven a
repetir en las encuestas.



Alguien que a mí me gustó en su forma de afrontar toda esta situación fue el
rector de la UNI, Alfonso López Chau. Pero es muy poco probable que él pueda
llegar a ser presidente. Es que las universidades, por más que sean del
pueblo para el pueblo, por más que su función sea servir al pueblo a través
de sus profesionales, creo que están todavía muy divorciadas de la
ciudadanía. Más allá de eso, el doctor López Chau en este momento tan
complejo ha sabido responder sin tener que amenazar a nadie, sin tener que
poner contra la pared a nadie, sin tener que ofender a nadie, sin tener que
arrinconar a nadie. Y esa no es una virtud frecuente, donde políticos de
derechas e izquierdas se arrinconan.



–¿Qué opinas de las teorías sobre la separación del Perú?



Son bromas. Parecen un meme. Pero tuvimos unas elecciones donde nuestros
representantes literalmente eran memes, así que tampoco sorprende. Yo había
escuchado esas cosas desde mucho antes bajo la lógica de que “Bueno, ya que
Lima no quiere al sur, entonces nos independizamos”. Pero quien tendrá la
responsabilidad política de que algo así se pueda llegar a concretar, no
ahora, sino en diez años, será nuestra clase política. Y lo será porque
ahora no están siendo empáticos ni respetan el derecho de uno y de otro por
igual. La situación siempre se puede agravar, y podemos estar de crisis en
crisis, hasta que en un momento dado, cansados de la crisis, pues solo
podría haber cabida para medidas extremas.



Pero ahorita, en este momento, esos escenarios están un poco alejados porque
la agenda principal, ahora mismo, es la justicia.



–¿Te gustaría ver un país así?



Es que no se trata de que sea un Perú dividido en dos. Porque en realidad si
se agrava la crisis, se puede llegar a cosas que no imaginamos: estados
federados, confederación, qué sé yo.



–Parece ciencia ficción, ¿no?



Bueno, como historiadora debo recordar que en un momento dado el Perú perdió
gran parte de su territorio. Entonces tampoco hay que sorprendernos de
escenarios catastróficos. Pero los únicos responsables serán los miembros de
la clase política.



–A propósito de esos males, un congresista de apellido Lizarzaburu ha dicho
que la wiphala le parece un mantel de chifa.



No creo que podamos debatir o dialogar o siquiera mencionar a personas que
su única defensa, sustento, fundamento, sea la ofensa, la discriminación el
racismo, o algún tipo de acción que va en desmedro de otra persona de otro
grupo social. Podemos estar de acuerdo o en desacuerdo sobre muchas otras
cosas. Y créeme que espero que todas las personas que discrepan de las
protestas puedan plantear por qué lo están, pero bajo un fundamento jurídico
o social, si se quiere, y sin ampararse en la discriminación.



Lo cual nos trae de regreso a la educación. Los universitarios debemos ser
conscientes de por qué hoy estudiamos en las universidades públicas donde
estudiamos. Ninguna carta formal entregada a un ministro o a un presidente
expresando que queremos una mejor educación ha hecho que se abrieran nuevas
o mejores universidades. Bastantes reformas en el país y en el mundo han
sido producto de jornadas, meses y hasta años enteros de medidas de lucha.
Espero que en algún momento la clase política pueda reflexionar sobre esto
para ahorrarnos tiempo y dolor. Porque estas medidas de lucha son el último
recurso que la población tiene. Y no debería ser el camino.



(Entrevista publicada originalmente en Salud con Lupa, 5-2-2023:
https://saludconlupa.com/entrevistas/ya-no-pueden-implantarles-miedo-a-los-c
ampesinos-llamandoles-terroristas/)

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