Brasil/ La crisis humanitaria en la Amazonia. [Dossier]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Ene 27 11:48:26 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

27 de enero 2023

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Brasil



Crisis humanitaria en la Amazonia



Sobrevivir a Bolsonaro



La impunidad garantizada por el último gobierno brasileño al extractivismo
salvaje  ha provocado una crisis con números récord de desnutrición infantil
indígena y muertes por causas evitables. Esta semana, miles de voluntarios
respondieron a la llamada de la nueva administración para trabajar en esta
emergencia.



Rubens Valente/Giulia Afiune

Brecha, 27-1-2023

https://brecha.com.uy/



Datos recopilados por el Ministerio de Salud brasileño y enviados al
Ministerio de los Pueblos Indígenas la semana pasada muestran que 586 niños
menores de 5 años en la tierra indígena yanomami tienen un «peso muy bajo
para su edad». Otros 968 son de «peso bajo para su edad». En total, al menos
1.556 pequeños yanomamis tienen hoy algún déficit de peso. Para llegar a
esta cifra, el Ministerio de Salud, a través de la Secretaría Especial de
Salud Indígena (SESAI), tomó el peso y las medidas de 4.332 niños. De
acuerdo a esa muestra, más de un tercio de los niños yanomamis (36 por
ciento) tienen un peso que no corresponde a su estatura, un importante
indicador de desnutrición.



De todos modos, la ministra de Pueblos Indígenas, Sônia Guajajara, ha dicho
que los números de Salud no reflejan toda la gravedad de la situación y que
el sector ha sufrido un apagón estadístico. El médico Paulo Cesar Basta,
doctor en Salud Pública y uno de los profesionales más experimentados en el
campo de la salud yanomami, con numerosos trabajos publicados sobre el tema
y amplia experiencia de campo con equipos multidisciplinarios de salud
indígena, dijo a Agência Pública el lunes 23: «El estado nutricional de los
niños yanomamis es realmente muy malo, solo comparable a los datos de los
niños en algunas regiones del África subsahariana».



Basta explicó que los investigadores trabajan básicamente con tres
indicadores para evaluar el estado nutricional de los menores de 5 años.
Peso para la edad, «que es el más común y actúa como proxy [aproximación de
una variable que no se mide directamente] de la desnutrición aguda», talla
para la edad, «que actualmente actúa como proxy de la desnutrición crónica»,
y peso para la estatura, «que evalúa la distribución corporal del niño y,
cuando es superior a ciertos niveles, indica sobrepeso».



La conclusión de estos estudios es devastadora. «Recientemente publicamos
algunos artículos sobre el tema entre los yanomamis, y nuestros datos, así
como los de SESAI, revelaron déficits de peso para la edad de alrededor del
50 por ciento y déficits de talla para la edad de alrededor del 80 por
ciento. Estos datos revelan que la desnutrición entre los yanomamis es una
de las más graves del mundo», dijo Basta.



La explicación de esta desnutrición está ligada a la explosiva invasión de
la tierra indígena por garimpeiros (buscadores de oro) en los últimos cinco
años. Los líderes yanomamis estiman que actualmente hay entre 20 mil y 30
mil invasores en el territorio. En los últimos cuatro años, el gobierno de
Jair Bolsonaro no fue capaz de llevar a cabo una operación completa para
expulsar a todos los invasores. Se limitó a acciones puntuales, en su
mayoría por iniciativa de los inspectores del Instituto Brasileño del
Medioambiente y de los Recursos Naturales, que tuvieron efectos inmediatos,
pero no lograron resolver el problema de forma duradera. El exvicepresidente
y ahora senador electo Hamilton Mourão, coordinador del Consejo Nacional por
la Amazonia Legal, un aparato casi enteramente militar creado por él y
Bolsonaro, repitió a lo largo de los años que era «complejo» sacar a los
mineros de la tierra yanomami, al tiempo que afirmaba que eran solo 3.500.



La presencia de los invasores, tolerada por el gobierno a pesar de las
numerosas denuncias de organizaciones indígenas e indigenistas, afecta la
alimentación de los yanomamis. Una investigación reciente, financiada por
Unicef y a cargo de Basta y el epidemiólogo e investigador de la Fundación
Oswaldo Cruz en el Amazonas Jesem Orellana, señaló que «la alta
concentración de personas y el sedentarismo de la población local llevaron a
una explotación desmedida de los recursos naturales, haciendo disminuir la
caza y la pesca en la región, además de hacer menos productivos los sitios
de explotación agrícola».



Esto «contribuye a la escasez de proteínas y alimentos, lo que se traduce en
un mayor gasto de tiempo y energía para obtener nutrientes. Este hecho no
solo da origen a una constante sensación de carencia, sino que también
reduce el tiempo de las actividades dedicadas a la socialización (rituales
tradicionales, prácticas chamánicas, procesos de aprendizaje, visitas a
otras comunidades, etcétera) y tiene, además, la potencial consecuencia de
comprometer el estado nutricional de las personas», dice la investigación.



El garimpo y la guerra por la tierra



«¿Dónde están los yanomamis?», preguntaron miles de personas en las redes
sociales en mayo del año pasado, en referencia a los indígenas de la aldea
Aracaçá, en Roraima, desaparecidos tras haber denunciado que una niña
yanomami de 12 años murió tras ser violada por garimpeiros. Cuando la
Policía acudió a la zona para investigar la denuncia, encontró la aldea
indígena completamente quemada y deshabitada.



El caso es emblemático de la violencia que promueve la minería depredadora
en los territorios indígenas, que destruye no solo ríos y bosques, sino
también los lazos entre los miembros de las comunidades, según la
antropóloga Luísa Molina. «Nuestro deber es entender lo que este
inclasificable caso de violencia contra una niña yanomami nos dice sobre la
fuerza de destrucción de la minería y sobre la complicidad del gobierno de
Bolsonaro con esa destrucción», dice Molina. La antropóloga y estudiante de
doctorado de la Universidad de Brasilia trabaja en una investigación sobre
el pueblo munduruku del medio Tapajós, en Pará, uno de los territorios más
afectados por el garimpo.



Dentro de las tierras de demarcación oficial indígena, el área ocupada por
la minería ilegal creció 495 por ciento entre 2010 y 2020, según el proyecto
Mapbiomas, que reúne a académicos y ONG especializadas. Para Molina, las
múltiples causas de este avance incluyen el desempleo y la inflación –que
empujan a la población local hacia el garimpo–, la legislación permisiva y
el apoyo político a la minería ilegal por parte de las autoridades locales,
los parlamentarios y, en su momento, el propio presidente Bolsonaro. «Los
últimos años fueron de fortalecimiento del garimpo no solo como elemento de
destrucción, sino también de los grupos políticos que lo apoyan. Desde 1988
no se había vivido un momento políticamente tan favorable a este flagelo»,
explica. La antropóloga agrega que la «bestia de siete cabezas» del garimpo
necesita ser atacada en todos los frentes para ser detenida y derrotada, y
eso dependerá del compromiso del actual presidente de la república.



Varios estudios e informes prueban que la elección de Bolsonaro intensificó
la ofensiva de buscadores, madereros y acaparadores de tierras contra
territorios indígenas, como los munduruku y los yanomamis. «En los
territorios vemos ese odio que se estampó en la boca del presidente, en el
asedio, en la intimidación, en las amenazas de muerte, en la persecución, en
la guerra», dice la antropóloga. Para ella, el cerco a las zonas indígenas
revela que Brasil vive una verdadera guerra por el territorio, uno de los
factores que cree que llevaron a la elección de Bolsonaro en 2018: «Hasta
que no nos demos cuenta de la profunda relación que existe entre el proyecto
político de extrema derecha y el problema de la tierra, corremos el grave
riesgo de no salir pronto de esta situación», advierte.



(Con base en artículos
https://apublica.org/2023/01/so-comparavel-a-africa-subsaariana-um-terco-das
-criancas-yanomami-tem-deficit-de-peso/) publicados originalmente en Agência
Pública.
(https://apublica.org/2022/05/luisa-molina-garimpo-esta-destruindo-vidas-e-t
erras-indigenas-com-apoio-do-governo/) Traducción y titulación de Brecha)



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Más de 19 mil voluntarios responden a la convocatoria del Estado ante la
crisis Yanomani



El otro Brasil



Catarina Barbosa



El genocidio yanomami expone el horror provocado por cuatro años de extrema
derecha en el poder en Brasil. Y da origen al primer movimiento masivo de
solidaridad en una población que ha sido rehén del odio y la manipulación
del gobierno de Jair Bolsonaro. Ante las imágenes de niños muriendo de
hambre y de enfermedades tratables, en solo dos días, el 22 y 23 de enero,
19.400 profesionales de la salud se inscribieron como voluntarios en el
programa Fuerza Nacional del Sistema Único de Salud (FN-SUS): médicos,
enfermeros, psicólogos, entre muchas otras profesiones, dispuestos a salir
de su rutina en el momento en que son llamados para actuar directamente en
la tierra indígena yanomami y colaborar para salvar tantas vidas como sea
posible. El número de inscriptos representa un aumento del 700 por ciento: a
diciembre de 2022, la FN-SUS tenía 2.502 voluntarios registrados; hoy hay
más de 33 mil.



La psicóloga Juliana Sangoi, de 39 años, residente en Brasilia, es una de
las profesionales que se inscribieron en el programa FN-SUS. «Cuando vi las
imágenes de los yanomamis con tal desnutrición y leí sobre la violencia que
vienen sufriendo, inmediatamente se me vinieron a la mente las imágenes que
vemos en los libros de historia, en los reportajes y en las visitas a los
memoriales de las víctimas del holocausto en Berlín o Praga», dice. «Me
invadió una profunda tristeza. Lo que los yanomamis están experimentando es
una catástrofe humanitaria global.»



Genocidio ya no es una palabra en boca de apenas una parte de la población
opuesta a las políticas de Bolsonaro. Se ha convertido en uno de los
términos más pronunciados esta última semana en Brasil. El lunes 23, el
Ministerio de Justicia y Seguridad Pública envió un oficio a la Policía
Federal por el que ordena investigar varios crímenes del último gobierno.
Entre ellos, el delito de genocidio y omisión de asistencia. Tres días
antes, el 20 de enero, Sumaúma informó que al menos 570 niños menores de
cinco años habían muerto por causas evitables en territorio yanomami en los
cuatro años de gobierno de Bolsonaro: un 29 por ciento más que en los cuatro
años anteriores, bajo Dilma Rousseff y Michel Temer. Es probable que el
número sea mucho mayor, ya que la tierra indígena ha sufrido un apagón
estadístico.



En los últimos días, el gobierno de Lula da Silva promovió varios cambios en
la dirección de la Fundación Nacional de los Pueblos Indígenas, incluidos
más de 40 despidos. Al menos 13 militares fueron apartados de sus cargos en
esa entidad. En territorio yanomami, más de 1.000 indígenas con graves
problemas de salud y situaciones de extrema vulnerabilidad, la mayoría con
desnutrición y malaria, han sido rescatados en los últimos días por el
sistema de salud, dijo esta semana a la prensa el nuevo secretario de Salud
Indígena, Ricardo Weibe Tapeba.



Otra profesional registrada en la FN-SUS es la médica Cecília Machado, de 24
años. Graduada hace poco más de un año, vive en Salvador de Bahía, donde es
pediatra. «Me enteré del caso por las redes sociales y decidí apuntarme
porque la situación me conmovió mucho. Me registré usando el formulario.
Creo que tengo mucho que aportar en este contexto», dice. «No es tolerable
que, en un país con tanto potencial como el nuestro, el hambre siga matando.
Lo que realmente queremos es ver al SUS funcionando como debe ser, dando más
a quienes más lo necesitan.»



La FN-SUS se activa en situaciones extremas, cuando se agota la capacidad de
respuesta del estado o municipio involucrado. En el caso de los yanomamis,
fue solicitada luego de un decreto de emergencia en salud pública de
importancia nacional, emitido el 20 de enero. Entre los trabajadores que
pueden colaborar se encuentran asistentes sociales, biólogos, biomédicos,
conductores de vehículos de emergencia, odontólogos, enfermeros,
farmacéuticos, fisioterapeutas, médicos, nutricionistas, profesionales de
educación física, psicólogos, socorristas, técnicos en enfermería, técnicos
en radiología, terapeutas ocupacionales y veterinarios, entre otros
profesionales de la salud.



«La tarea ahora es tratar de salvar a la mayor cantidad de personas
posible», dice la médica familiar y comunitaria Debora Fontenelle, de 60
años, de Río de Janeiro, también inscripta a la FN-SUS. Dice que se anotó en
el momento en que se enfrentó al horror de lo que estaba sucediendo: «Cuando
supe de la situación de los yanomamis, me inscribí de inmediato. Mucha gente
piensa que solo existe la Fuerza Nacional de Seguridad, pero también existe
la Fuerza Nacional de Salud. El alto número de anotados muestra la fuerza de
la solidaridad. No estamos del todo perdidos».



(Publicado originalmente en Sumaúma.
(https://sumauma.com/genocidio-yanomami-movimento-humanitario-reconstrucao-b
rasil/) Titulación y traducción de fragmentos a cargo de Brecha.)

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