México/ 2023-24: ¿regreso al priato? [Manuel Aguilar Mora]

Ernesto Herrera germain5 en chasque.net
Vie Mar 10 15:55:27 UYT 2023


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Correspondencia de Prensa

10 de marzo 2023

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México



2023-24: ¿regreso al priato?



Manuel Aguilar Mora *

Ciudad de México, 10-3-2023



“Hay más democracia actualmente en México que en Estados Unidos [de
América]”, dijo Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en la mañanera del 28 de
febrero, sólo dos días después que el país se había cimbrado con las
manifestaciones de protesta más grandes realizadas contra la política
electoral propuesta por el presidente de México, el llamado Plan B, ya
aprobado por el Congreso legislativo que tiene como objetivo desmantelar el
actual sistema nacional electoral (INE) para sustituirlo por un régimen
controlado por el partido gobernante Morena (Movimiento de Regeneración
Nacional). Cientos de miles de personas, en efecto, salieron a la calle el
26 de febrero en más de cien poblaciones, grandes y pequeñas, movilizaciones
cuya cúspide fue la gigantesca manifestación-mitin de centenares de miles de
personas en la Ciudad de México que abarrotaron la plaza nacional mayor del
país, el Zócalo y sus calles aledañas.



El injerencismo estadounidense



En su declaración comparando las democracias de EE.UU y  México AMLO fue
tajante pero inconsistente. Contestaba así a las críticas que sólo horas
después de las grandes movilizaciones de protesta había hecho un vocero del
gobierno de Joe Biden cuando declaró que la administración de  Washington
seguía muy de cerca las protestas multitudinarias contra el Plan B de la
reforma electoral obradorista y sostuvo que aun cuando respeta la soberanía
de su vecino del sur, favorece la existencia de instituciones electorales no
partidistas y un sistema judicial independiente en México y en el resto del
mundo.



López Obrador reviró de inmediato en su mañanera del día siguiente con la
declaración arriba citada afirmando la “superioridad” de la democracia
mexicana con respecto a la estadounidense. Lanzó a continuación un rosario
de críticas a la que llamó “tradicional política intervencionista,
injerencista del país vecino que se inmiscuye en asuntos que no le
corresponden” y enfatizaba que “en México existe más democracia que en
Estados Unidos en donde gobierna”, dijo él, “una poderosa oligarquía” y para
no desaprovechar el viaje señaló la inconsecuencia de la crítica del
gobierno de Biden que no ha actuado ni intervenido contra el golpe de Estado
en Perú y en donde su embajadora ha actuado como asesora de los golpistas.
Intervencionismo que si ha hecho AMLO quien ha defendido públicamente al
derrocado presidente Castillo y llamado públicamente ”pelele de la
oligarquía” a la presidenta peruana Dina Boluarte. Como acostumbra, AMLO
despliega un doble rasero a su conveniencia, su intervencionismo sería, por
supuesto según él, muy diferente a la “tradicional política injerencista” de
los presidentes estadounidenses.



Precisamente en la madrugada del 26 de febrero los medios informaron de la
matanza de cinco jóvenes desarmados, impunemente ejecutados sin motivos
evidentes por una brigada de soldados en Nuevo Laredo, una ciudad “hermana”
de Laredo, Texas, en la frontera norte en el estado de Tamaulipas. El
informe forense señaló que los cuerpos tenían entre uno y doce impactos de
armas de fuego. Pasaron cuatro días después de ocurridos estos hechos para
que AMLO se refiriera a ellos en la mañanera del 1º de marzo. Afirmó él: “si
los militares resultan responsables serán castigados […] Debe quedar muy
claro que este no es el gobierno de Fox o de Calderón, no es mátalos en
caliente, aquí se respetan los derechos humanos de verdad”. En efecto los
soldados han sido detenidos trasladados a la Ciudad de México en donde será
juzgados.



La creciente violencia



Sólo cinco días después, el 3 de marzo, en otra ciudad fronteriza también de
Tamaulipas, Matamoros, “hermana” de Brownsville, Texas, ocurría otro hecho
violento cuyo trascendencia desbordó las fronteras de México y afectó
también a EE.UU. Cuatro ciudadanos estadounidenses fueron secuestrados.
Después de que se dio a conocer la información del secuestro se tardaron dos
días para que las autoridades mexicanas, primero las estatales y después el
propio AMLO, se refirieran a los hechos y fue hasta el 7 de marzo que el
gobernador informó que dos de ellos estaban muertos y los otros con vida,
aunque una, la mujer del grupo, gravemente herida. Una versión comenzó a
circular según la cual fueron víctimas de una confusión pues habían sido
considerados como narcotraficantes haitianos. El FBI hizo público los
hechos, ofreció recompensas para encontrar a los culpables y como era de
esperarse el asunto de inmediato se convirtió en un grave escándalo que ha
afectado a las difíciles relaciones entre los dos países. La atmósfera
violenta y envenenada de la situación en la frontera es patente. También el
3 de marzo el Wall Street Journal, publicaba un artículo de William Barr el
ex procurador en el gobierno de Trump en donde afirma que el narcoterrorismo
mexicano es como el ISIS y que los estadounidenses muertos por las drogas
(en especial el fentanilo producido en los laboratorios de la sierra de
Chihuahua, Durango y Sinaloa) son ya tan numerosos como los muertos en la
Segunda Guerra Mundial. Haciendo eco de propuestas de representantes
republicanos, Barr también considera necesaria la intervención militar de
EE.UU. para “ayudar” a los militares y policías mexicanos en su combate
contra los narcotraficantes

Ambos gobiernos tienen sus propias versiones e interpretaciones y hasta el
momento de escribir estas líneas han llegado a un tácito acuerdo: los
voceros de Biden han declarado que los militares no intervendrán y el
gobierno mexicano investigará y se compromete a encontrar a los culpables,
informando de todo al de Washington, el cual por su parte como siempre será
un colaborador en esa tarea.



Esta situación de violencia de la actividad de los cárteles mexicanos se
está convirtiendo en un tema de la política de relaciones exteriores de
ambos países de la más alta importancia como lo muestran los casos del
general Cienfuegos y sobre todo de Genaro García Luna, al cual nos
referiremos abajo. Se perfila como un caso parecido al del muro fronterizo
de Trump, es decir, en un tema central, “una piñata”, de las campañas
electorales del año próximo, ante todo para los republicanos.



La polarización creciente



Este ambiente de desconfianza mutua creciente derivado de las fricciones
también crecientes en la política de ambos países es el trasfondo del
exabrupto inaudito excepcional en la relación diplomática con Estados
Unidos. AMLO se había esforzado por conservar esta relación lo más estable y
sin fricciones posibles. Por ejemplo, con Trump adoptó un discreto silencio
rayano en el servilismo a pesar de las crudas groserías antimexicanas
trumpianas que acompañaron su decisión de construir el muro fronterizo. En
fin, ¿cómo entender este por completo inusual comentario de AMLO en su
conversación concentrada en asuntos cotidianos de la realpolitik nacional,
ajenos a cualquier reflexión internacionalista, histórica o teórica? Esta
crítica de un presidente mexicano, en abierta polémica con representantes
del régimen político de EE.UU. es inédita e inaudita y no se entiende sin
comprender la situación de polarización en los medios políticos en general y
que repercute directamente en la conducta del presidente mexicano. Así se
explica que esté adoptando una actitud cada vez más tensa y ríspida con sus
oponentes. En este año habrá pruebas importantes para lograr imponer su meta
de restauración de un régimen autoritario en las elecciones de Coahuila y el
Estado de México, el más grande del país y aumentan las fricciones sobre
todo en plena recta final hacia las mayores elecciones presidenciales de la
historia de México de junio de 2024 las cuales serán determinantes en muy
alto grado del curso histórico que tomará el país. Unas elecciones decisivas
cuya perspectiva es que el oficialismo es el gran favorito, lo que parece
contradecir la exasperación e irritabilidad que expresa cada vez más
frecuentemente el presidente. Tal vez él comprenda mejor las condiciones tan
complejas de una situación en las que están en el tapete con igual chance
las posibilidades de lograr o impedir sus propósitos. Es esta la fuente de
muchos conflictos y desafíos en los marcos del propio estado y ante todo en
la sociedad de México.



El clima dominante en los cuatro años transcurridos del gobierno obradorista
ha sido caracterizado por los esfuerzos y planes políticos restauradores del
tradicional autoritarismo mexicano. La pregunta clave se reduce pues a
¿estamos ante el regreso del PRI?



La erosión del apoyo a AMLO



La actual polarización y oposición cada vez mayor que se está dando al nivel
nacional con respecto a los objetivos continuistas evidentes de AMLO de
seguir siendo el jefe máximo de la política, aunque deje de ser (si en
efecto así sucede) el presidente, es una oposición que se da en los marcos
de pugnas interburguesas cada vez más tensas y candentes, pero que están
tomando una trascendente dimensión nacional uno de cuyos efectos más
notables es la erosión del apoyo masivo al obradorismo, muy evidente en las
multitudinarias concentraciones en las plazas y en las marchas en las calles
de cientos de miles de personas contrarias al Plan B y a otras expresiones
políticas obradoristas. Una gran mayoría de esos mexicanos y mexicanas que
han participado en las gigantescas jornadas multitudinarias tanto del 13 de
noviembre como del 26 de febrero, en especial en la Ciudad de México, fueron
partidarios y votaron por AMLO en 2018. Son personas de ambos sexos de edad
mediana y madura, pocos jóvenes, y de sectores clasemedieros, pero también
de trabajadores. Ya en las elecciones para diputados de 2021 se apreció esa
erosión mayor del apoyo de los habitantes de la Ciudad de México a AMLO
cuando la mitad de las votaciones favorecieron a la oposición que asumió el
control de más de la mitad de las alcaldías capitalinas. Lo que las grandes
manifestaciones recientes anuncian es claramente un desgaste del obradorismo
ante tantas pifias y promesas sin cumplir de sus gobiernos, tanto el federal
como los estatales. También representan en especial una creciente
insatisfacción por el curso elegido de darle a los militares las grandes
parcelas de poder no sólo político sino cada vez más de carácter económico
que está convirtiendo a la intervención militar en los negocios en poderosa
fuente de privilegios y de la fiel acompañante de éstos que es la
corrupción.



La lucha por la democracia



El comentario del presidente comparando los sistemas políticos democráticos
de México y EE.UU. fue, como se ha dicho, una argumentación excepcional en
las conferencias y declaraciones de AMLO producida por la evolución cada vez
más conflictiva de la lucha política en el país y sus derivaciones externas,
las cuales se resienten ante todo en el país vecino del norte cuya presencia
como factor político fundamental en México es axiomático.



Preservar la democracia, mantenerla lo más viva posible ante la grave y
profunda crisis por la que atraviesa no sólo en México sino en todo el
mundo, incluso en EE.UU. es una prioridad política. Como se vio mundialmente
y se vivió dramáticamente en este país el intento de golpe de estado del
presidente Donald Trump en enero de 2021 demostró que la más antigua
república democrática de la historia no está blindada de la decadencia de
los regímenes democráticos que presenciamos al nivel internacional.



Lo sucedido en 2020-21 en EE.UU. fue causa para un recordatorio de los
orígenes históricos y de las grietas que aquejan a la democracia burguesa e
imperialista (pues no existen las democracias sin adjetivos) surgida hace
más de dos siglos con la independencia de las trece colonias inglesas en
América del norte marcada con el estigma de la esclavitud que la acompañó
durante su primer siglo de existencia. Esclavitud cuya eliminación exigió el
pago del exorbitante precio de una sangrienta guerra civil que le costó la
vida a Abraham Lincoln asesinado por un fanático sólo días después de haber
declarado la victoria sobre el poder de los esclavistas del sur. Se impuso
así la democracia de una burguesía que se convirtió en la más rica y
poderosa del mundo en el siglo XX pero que todavía hoy en pleno siglo XXI,
mantiene anacronismos heredados del siglo XVIII como el colegio electoral de
representantes estatales que sigue siendo la institución cuasi feudal que
decide el resultado final de las elecciones presidenciales en lugar de la
votación popular nacional, lo que ha producido los anacronismos como los de
George W. Bush y Donald Trump que son investidos como ocupantes de la Casa
Blanca a pesar de tener millones de votos menos que los candidatos
competidores del partido de oposición.



Como corresponde a todas las sociedades capitalistas la evolución de los
estados es el reflejo de los niveles alcanzados de la lucha de clases. Las
burguesías más ricas tienen recursos económicos que les permiten mantener
regímenes políticos más democráticos. Las burguesías imperialistas, las más
ricas del planeta, históricamente mantuvieron regímenes democráticos
relativamente estables en Europa occidental y en otros pocos lugares del
mundo. La burguesía imperialista más rica y poderosa de todas, la
estadounidense, logró durante todo el siglo XX una estabilidad sustentada en
la existencia de los dos partidos hegemónicos, el Demócrata y el
Republicano, de los grandes capitalistas a través de los cuales mantuvieron
una permanente estabilidad social. Fue también el sistema democrático que
sustentó al imperialismo estadounidense que se convirtió en el policía
mundial reprimiendo con intervenciones militares y de todo tipo los anhelos
de liberación nacional y emancipación de las luchas populares de todos los
continentes, empezando por su control geopolítico del Caribe y de Centro y
Sur América, la región en la cual comenzó a poner en práctica sus métodos
imperialistas de intervención y dominación a fines del siglo XIX, que
después extendió a todo el mundo..



El totalitarismo mexicano



Ante el atroz historial (anti)democrático del gobierno imperialista
estadounidense no es difícil relativamente hablando hacer comparaciones
políticas que muestren situaciones menos desfavorables. Siendo presidente
del país sureño vecino del Coloso del Norte, el primero que sufrió
históricamente los efectos del expansionismo estadounidense, AMLO conoce
esta historia. Por eso su declaración es deliberadamente inconsecuente pues
al mismo tiempo que señala que “actualmente” hay factores que hacen
“superior a la democracia mexicana” con respecto a la estadounidense,
impulsa una reforma electoral cuyos objetivos son recortar y/o desaparecer
drásticamente lo obtenido y logrado por México en materia de democracia.
Veamos.



Durante más de un siglo México no tuvo una “democracia-burguesa” capaz de
compararse con la del vecino del norte. De hecho, el pueblo de México
durante más de un siglo vivió bajo una dictadura. Sólo hasta el inicio del
siglo XXI la historia de México comenzó a presenciar la implantación de una
débil, raquítica, casi de parodia democracia que por supuesto era clasista,
burguesa.



Con el triunfo de la Reforma de Benito Juárez, México logró finalmente
superar el legado semifeudal de la colonia española. Durante los primeros 50
años de la República Mexicana dominados por un dictador esperpéntico como
Santa Anna, el país atravesó por crisis terribles como las guerras contra
las invasiones extranjeras, primero contra EE,UU. y después contra el
imperio bonapartista de Napoleón III que estuvieron a punto de desaparecerlo
como nación. La Nueva España fue superada con la Restauración de la
República liberal en 1867 sólo para caer en una nueva dictadura que se
iniciaría con el propio Juárez y que se consolidaría con el otro jefe
liberal que lo sucedió Porfirio Díaz. El porfiriato se extendió durante tres
décadas hasta provocar la Revolución de 1910-19 cuya principal consecuencia
fue la instauración de un gobierno diferente al derrocado porfiriato, pero
también autoritario. Surgió un nuevo tipo de autoritarismo, el bonapartismo
mexicano, forjado por los generales victoriosos sobre los ejércitos rebeldes
de los campesinos lidereados por Villa y Zapata. Fueron dichos caudillos
militares encabezados por Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles que a
través de un golpe militar contra Venustiano Carranza tomaron el poder,
quienes pusieron los cimientos del partido oficial creado por el estado
postrevolucionario, el Partido Nacional Revolucionario (PNR) en 1929,
partido que en 1946 cambió de nombre adoptando el de Partido Revolucionario
Institucional (PRI) con el que se hizo famoso.



El priato bonapartista fue un régimen de partido único de facto que implantó
la dictadura más larga del siglo XX. Ejecutando las típicas maniobras que
caracterizan los métodos bonapartistas, usurpando el prestigio
revolucionario instauró una dictadura perfecta en la cual formalmente cada
cuatro años primero y después cada seis se realizaban “elecciones
democráticas” que de hecho eran farsas en las que el presidente en funciones
designaba a su sucesor que de 1920 hasta 1994 siempre fue el candidato
presidencial victorioso. El maquillaje “democrático” incluía a partidos
peleles y cuando surgían verdaderas oposiciones políticas se recurría al
fraude descarado. Durante el priato las elecciones fueron controladas y
organizadas por una Comisión Federal Electoral (CFE) integrada por su
presidente (el secretario de Gobernación en funciones), los representantes
de la mayoría de las Cámaras de Diputados y Senadores y de los partidos. La
mayoría priista estaba siempre asegurada. Con el control corporativo de las
organizaciones populares y sus victorias electorales garantizadas, el priato
dominante durante prácticamente todo el siglo XX impuso un régimen cuasi
totalitario.



La vida política fue hegemonizada completamente por el priismo. La lucha
popular durante esos años tuvo como principal objetivo precisamente
conseguir la democracia en movilizaciones masivas en los periodos
electorales y protagonizadas por diferentes sectores sociales. Sin duda la
jornada por la democrática más importante en ese largo periodo de luchas fue
la del Movimiento estudiantil popular de 1968, cuyo trágico destino final en
la masacre de Tlatelolco fue sin embargo la señal del inicio de una larga
agonía del priato que duró más de dos décadas. Su final llegó con la
insurrección neozapatista indígena del EZLN en Chiapas y los acontecimientos
extraordinarios que detonaron el año clave de 1994. Uno de tales
acontecimientos, fundamental y decisivo para la quiebra del régimen priista
fue la desaparición de la CFE y la fundación del organismo ciudadano
autónomo electoral, el Instituto Nacional Electoral (IFE), transformado en
el actual INE.



Así, de modo por completo imprevisto se adoptó en México a fines del siglo
XX un sistema electoral que le quitó al gobierno el control y organización
de las elecciones al nivel nacional. En Estados Unidos nunca ha existido
algo parecido.



El PRIAN



El quiebre del régimen priista fue un acontecimiento histórico en el cual
incidieron diversos factores, siendo los dos más importantes en primer
lugar, la insurrección neozapatista que recibió el apoyo y la solidaridad de
amplísimos, mayoritarios sectores populares. Y en segundo lugar las
consecuencias de tal poderosa fuerza en la política de los amos del país,
quienes asesorados por su socio mayor en Washington recurrieron a un
rapidísimo control de daños y se decidió que el priato debía irse.



Se improvisó un proyecto de bipartidismo integrado por el propio PRI y el
partido burgués histórico que desde 1939, sin haber sido competidor del
poder, actuó como un factor de presión y testimonial de fuerzas burguesas
tradicionales, el Partido de Acción Nacional (PAN). Así surgió el PRIAN como
fueron conocidos las tres administraciones del 2000 al 2018 que gobernaron
al país, del 2000 al 2012 encabezadas por presidentes panistas (Vicente Fox
y Felipe Calderón) y del 2012 al 2018 por uno priista (Peña Nieto).



Precisamente la existencia del INE y antes del IFE, es el factor que explica
en gran medida los triunfos electorales habidos desde el 2000
correspondientes a los diversos partidos, en especial las victorias en las
elecciones presidenciales que durante tres ocasiones permitieron la victoria
de candidatos presidenciales de oposición: primero en el 2000, después en el
2012 y, ante todo, en el 2018 con el triunfo abrumador de AMLO.



El conflicto con el INE



Como toda parte integrante de un estado burgués el INE es una institución
que necesariamente comparte las características que definen a las
instituciones estatales de la sociedad capitalista vigente. Sin tener las
dimensiones de los poderes estatales fundamentales, ciertamente en sus
estructuras se encuentran muchas de las características esenciales que
definen los procedimientos y las conductas de los miembros de los poderes
ejecutivo, legislativo y judicial. Tiene que perfeccionar sus estructuras y
métodos y son reprochables los montos de honorarios tan grandes de los
consejeros dirigentes, también es insultante que su secretario ejecutivo se
haya enquistado por más de catorce años como pieza administrativa clave y
las posturas de sus voceros pueden ser criticables e incluso intolerables.
Pero en todas las instancias del estado existen todos esas imperfecciones y
excesos, incluso a veces en mayores proporciones. No es eso exactamente lo
que ha impulsado a AMLO y a Morena a tratar de desaparecer al INE, sino su
calidad de institución relativamente autónoma e independiente.

El enfrentamiento de AMLO con el INE es parecido al que lo ha enfrentado con
la judicatura. Y también son iguales los rasgos de cinismo que despliegan
los políticos gubernamentales en dichos conflictos. AMLO propuso una
candidata a presidenta de la Suprema Corte de Justicia que fue rechazada por
haber plagiado su tesis de licenciatura y ahora se sabe que también plagió
su tesis de doctorado. La propuesta de AMLO fue rechazada.



El escándalo fue mayúsculo y de hecho sigue pues la jueza no ha renunciado a
su puesto. Pero por su parte AMLO, después de haber fracasado en su intento
de imponer como presidenta de la Corte a esa notoria y corrupta jueza ,
ahora despotrica contra toda la judicatura acusándola de ser una institución
corrupta.



O sea, no hay nada nuevo ni sorprendente en la situación de desigualdad,
opresión, mentira, crimen y corrupción en prevaleciente bajo todos los
signos de los grupos dominantes en el capitalismo dominante. Una situación
que a pesar de la logorrea presidencial se mantiene casi intacta tal y como
estaba con los gobiernos precedentes. superándose. Los muertos por
enfrentamientos. dolosos durante los cuatro años que van del gobierno
obradorista ya alcanzan a los habidos durante todo el gobierno de Peña
Nieto, sigue vigente la estadística del horror de diez feminicidios diarios,
los familiares de los 43 estudiantes de Ayotzinapa comienzan a desesperarse
y algunos ya quieren romper públicamente con el gobierno incapaz de decirle
claramente lo que sucedió con sus hijos.



Es evidente que no estamos en un paraíso pero si estamos a tiempo de tomar
en cuenta las notorias advertencias que señalan factores que tienden a
empeorar la situación y a luchar contra ellos para impedir como sea que
México regrese al purgatorio del bonapartismo autoritario para no hablar
incluso del infierno del militarismo e incluso de la barbarie fascista.



El narcoestado mexicano



Precisamente sólo días antes de las espectaculares movilizaciones del 26 de
febrero se vivió otro acontecimiento que también cimbró al país. Fue el
juicio realizado en Brooklin a Genaro García Luna en el que el jurado lo
encontró culpable de haber colaborado como cómplice de los cárteles de la
droga. García Luna fue un poderosísimo policía y secretario de estado de los
gobiernos panistas de Fox y ante todo de Calderón. El veredicto ha sido
tremendo pues es la primera evidencia tajante de un alto funcionario
gubernamental mexicano que ha sido juzgado, en EE,UU, y no en México y
encontrado culpable de complicidad con la delincuencia de los
narcotraficantes. No sólo fue de todas las confianzas de presidentes
mexicanos, sino que recibió las seguridades de las agencias estadounidenses,
la CIA, la DEA. el FBI y el Interpol, con recursos enormes en pesos y en
dólares, habiendo sido y considerado el zar de la lucha contra el narco
practicada durante veinte años. La tremebunda y peligrosa realidad que este
caso representa llevó al propio AMLO a declarar que durante el gobierno de
Calderón el gobierno de México se convirtió en el fundamento de un
narcoestado. Se dieron enormes provocaciones por parte de voceros del
gobierno que llegaron a declarar y propagandizar que las grandes
manifestaciones del 26 de febrero se organizaban para…¡defender a García
Luna!



La cuestión de la lucha contra el narcotráfico está vinculada de forma
directa con la política exterior de México y, para decirlo más precisamente,
con las relaciones con Estados Unidos. El asunto de García Luna, de los
demás capos narcos y su violencia, como se ha visto con los acontecimientos
de Matamoros se está convirtiendo en un tema de la vida cotidiana, de la
política de los estadounidenses. Los grupos imperialistas más reaccionarios
e intervencionistas de ambos partidos dominantes presionan al gobierno de
Joe Biden para que adopte una postura más dura con respecto a lo que ellos
llaman “los cárteles narcoterroristas”. Se vislumbra en el próximo futuro un
endurecimiento del gobierno de Washington con respecto a sus relaciones con
México ya sea que sigan en la Casa Blanca los demócratas o triunfen los
republicanos en 2024.



El desafío democrático



Estamos ante perspectivas en las que priva la incertidumbre no sólo en
México sino a nivel mundial. Vivimos momentos cruciales en los que el
aceleramiento de las crisis políticas, económicas, sanitarias, del medio
ambiente y bélicas que nos afectan a todos, también nos obligan a la más
consciente intervención política. Las grandes movilizaciones de los últimos
días son la demostración de una creciente concientización popular. Hay
ciudadanía, hay masas en movimiento y la tendencia es que crecerán, serán
cada vez más amplias y profundas. La tarea es la forja del nuevo o nuevos
liderazgos que la situación exige. Las dos figuras principales que
intervinieron como oradores el 26 de febrero, un antiguo y corrupto ministro
de la Suprema Corte y una periodista de notoria raigambre priista no podrán
ser parte de esa dirección que se está forjando en el seno de esos miles de
hombres y mujeres que no han sido simpatizantes ni del PRI ni del PAN y cuyo
atractivo para ellos es nulo. Es entre ellos que surgirá el nuevo liderazgo.



Una de las características centrales de la situación actual tanto en México
como a nivel mundial es el protagonismo contradictorio de las fuerzas
sociales revolucionarias. Pero la riqueza de las movilizaciones sociales del
13 de noviembre, del 26 de febrero a las que no es posible dejar de agregar
las caudalosas manifestaciones de las mujeres el 8 de marzo que también
reventaron las plazas de decenas de ciudades empezando por el Zócalo de la
Ciudad de México, no cayeron del cielo. De una forma u otra están vinculadas
históricamente a esa trayectoria de luchas populares que se han dado en ese
largo periodo contra el antidemocrático sistema dominante antes descrito. De
hecho, los orígenes del obradorismo precisamente están en esa trayectoria y
explican sus triunfos del 2018, los cuales están siendo atrevida y
desvergonzadamente traicionados con su política de restauración autoritaria
emprendida inmediatamente después de esa victoria arrolladora que llevó a
AMLO y su familia a habitar en el Palacio Nacional.



Las perspectivas



Los acontecimientos de los últimos meses señalan que estamos ante un periodo
lleno de tareas y posibilidades democráticas y que nada está escrito y
decidido. Qué las luchas que anuncian esas movilizaciones decidirán el rumbo
del país. El regreso del autoritarismo en México no será fácil. De hecho,
estamos a tiempo de impedirlo.



Morena es un partido profunda y estructuralmente antidemocrático, por su
caudillismo, por su oportunismo completamente burgués y por su intolerancia.
Hay obradoristas que no esconden su profundo antidemocratismo cuando dicen
abiertamente que “su democracia es una democracia sin conservadores”. Es
decir, aspiran a sociedades totalitarias. AMLO ha evaluado en 25 millones
los conservadores nacionales, tales obradoristas ¿los mandarán al exilio o a
gulags mexicanos?



La sociedad emancipada y democrática es una sociedad libertaria en la que
caben todos, pues es la expresión del anhelo de hacer realidad la
fraternidad y la solidaridad entre los pueblos. Las experiencias históricas
nos señalan que cuando los procesos emancipadores y libertarios pierden su
esencia democrática popular, se burocratizan produciéndose terribles
contrarrevoluciones. Surgieron así las espantosas experiencias del
estalinismo en la antigua URSS, del maoísmo en China y también en América
Latina se han dado las experiencias de la burocratización de la revolución
cubana y más recientemente las experiencias impresentables de la Venezuela
de Maduro y la transformación de la Nicaragua sandinista en el actual
horroroso gobierno de Daniel Ortega y su esposa.



Los movimientos sociales insurgentes, rebeldes y revolucionarios actualmente
presentes en México son independientes de los partidos, tanto de Morena como
del bloque de la oposición burguesa nucleado alrededor del PAN-PRI-PRD. Su
lucha política no tiene todavía una expresión partidaria propia, es esa su
principal debilidad. Esa debilidad es especialmente notoria al nivel
electoral por eso es necesario mantener intransigentemente la independencia
de ambos campos burgueses, el obradorista y el del PAN-PRI-PRD. No obstante
eso no significa que se eluda la participación en las elecciones, cuestión
que representa un gran desafío en el cual la respuesta que den al mismo los
diversos agrupamientos  socialistas actuantes hoy en día será muy
importantes. Y ante todo preservar viva la lucha en las calles, en los
lugares de trabajo, en los recintos escolares y en los barrios por los
objetivos clasistas, feministas, defensores del medio ambiente, contra las
guerras y por la solidaridad internacionalista



Las victorias y las derrotas del pasado de los movimientos sociales nos son
absolutamente pertinentes. Y hay una lección fundamental que podemos
sintetizar así: no puede haber lucha social radical, rebelde y/o
revolucionaria sin democracia. La superación de los males, los vicios, la
desigualdad, la opresión, la mentira, la corrupción y los crímenes de toda
sociedad clasista, como lo es la capitalista, es imposible sin la democracia
popular, de la mayoría del pueblo, los trabajadores, los campesinos, los
maestros, los estudiantes, las mujeres y todos los demás sectores oprimidos.
Por eso para todos ellos en su lucha considerar la defensa de todos los
espacios democráticos por mínimos que sean es fundamental. Es la premisa
para nuevas y mayores conquistas democráticas, para el surgimiento de un
México libertario, emancipado, igualitario, feminista, cuidador del medio
ambiente e internacionalista.



* Manuel Aguilar Mora, militante de la Liga de Unidad Socialista (LUS),
profesor de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), En 1968
integró el Comité de lucha de Filosofía y Letras al lado de José Revueltas.
Autor de numerosos libros sobre la historia política, económica y social de
México.

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